La brisa recorre suavemente el muelle y el humo del cigarrillo se desliza por su nariz. Hace frio, pero él no lo siente del todo y observa como su acompañante se lleva nuevamente el cigarrillo a los labios, aspirando y expulsando el humo de una forma casi lasciva.
Llevan casi una hora observando como el atardecer cubre la arena fría, y el agua choca de forma incipiente en la orilla, la espuma de las olas no ha llegado hasta sus pies, pero la marea subirá y entonces podrían terminar mojados. Ha estado esperando que el silencio sea roto, pero no dice nada.
— ¿Podríamos estar aquí toda la noche?
La voz aterciopelada que sale de los abultados labios de su acompañante, llega a sus oídos acompasada por el sonido de las olas, lento, bajo, como si fuera un susurro que solo el debería escuchar.
Le mira una vez más, con el cigarrillo entre los labios, jugando con el humo que sale de su boca. Kyungsoo jamás había deseado tanto ser un cigarrillo.
El moreno le muestra una sonrisa juguetona dando la última calada y apagando el cigarrillo en la arena, la chaqueta negra deslizándose un poco dejándole apreciar su torso desnudo bajo esta, los músculos de su cuello flexionándose cuando se sostiene de sus brazos hacia atrás.
Kyungsoo no responde, pero no deja de mirarlo. Jongin ríe y esa carcajada suave lo hace salir de su trance.
— Nos podemos congelar.
La risa de Jongin vuelve a hacerse presente, toma otro cigarrillo y lo enciende bajo la atenta mirada del mayor, observa la cajetilla antes de ponerla sobre la arena. Le queda más de la mitad. Mira hacia el frente y observa las olas chocar, el sol ya casi está oculto y el tinte rosado del cielo se le antoja delicioso al igual que las mejillas de Kyungsoo, quien no para de mirarlo desde que llegaron.
— ¿No quieres probar? —la mirada de Kyungsoo por fin choca con la suya, viéndose directamente bajo la tenue luz que el atardecer permite pasar, abre los ojos un poco más y le extiende el cigarrillo recién prendido.
Él niega, y el moreno sabe que no ha estado viéndolo precisamente porque quiera fumar con él, sabe lo que quiere, y le gusta jugar un poco.
El silencio reina de nuevo sobre ellos, mientras que el atardecer se está extinguiendo junto con el cigarrillo que termina siendo apagado sobre la arena. Pero las ganas de ambos no se apagan, aunque el deslizar de las olas casi alcanza a tocar sus pies y el frio recorre sus brazos y el torso desnudo de Jongin, ambos sienten que arden un poco por dentro.
— A veces desearía que solo probaras —nuevamente es Jongin quien rompe el silencio, el mayor le mira con los ojos brillantes, no entendiendo del todo a que se refiere.
Se acerca un poco, y el aroma del cigarrillo que sigue rondando al menor hace que Kyungsoo se estremezca. No es fanático, pero el olor mezclado con el de Jongin siempre lo ha hecho derretirse.
— ¿Probar?
Su voz sale un poco temblorosa, porque las manos de Jongin están sobre sus muslos, y este esta acercando lentamente su rostro al suyo. Toca suavemente con la punta de sus dedos el comienzo de su cadera y sus labios están cerca de su nunca.
Su aliento caliente se desliza lentamente y le eriza la piel, está ardiendo por dentro.
— Tu calma abruma —dice, está demasiado cerca y sus palabras chocan con su nuca una vez más—. Me estoy quemando por dentro pero tú pareces no notarlo.
Y son esas palabras que hacen que el mayor gire su rostro encontrándose con la profunda y oscura mirada del moreno.
— Yo también me quemo —con sus manos toma las mejillas del menor, pegando sus frentes y aspira el aroma del cigarrillo impregnado en Jongin con los ojos cerrados. Los abre solo para ver como los ojos de Jongin le miran fijamente, una mirada tan profunda que no puede evitar pegar sus labios y gemir bajo.
El moreno entonces lo voltea completamente, dejándolo sobre su regazo y ahora es el quien le toma las mejillas y se apodera de sus labios de forma demandante, deslizando su lengua sobre ellos y después mordiéndole suavemente, introduciéndola y exigiendo respuesta.
El sabor es duro, rudo y crudo, pero aun así siente que está probando un vistazo del cielo, las manos del menor perdidas bajo su camisa que parece que ahora le está estorbando.
Es demasiado y sabe que debe parar, como siempre, hay cosas que no son apropiadas.
— ¿Por qué? —pregunta Jongin desconcertado cuando lo empuja un poco con las manos sobre su pecho.
—Aquí no —dice sin despegar su frente de la del moreno y este le sonríe al ver su rostro que seguramente esta ruborizado.
Se levanta de la arena con él a cuestas y lo sujeta fuerte de la mano. Hacen su camino hacia el auto que esta estacionado a unos metros de donde estaban, olvidando la cajetilla de cigarrillos en la arena.