Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Recuerdas la 21ra noche de Septiembre? por Dtzo

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Yu-gi-oh! no me pertenece, ni sus personajes. Son total propiedad de papi takahashi.

Notas del capitulo:

Este one-shot fue escrito para el desafio de la página "Es de fanfics"
#SeptemberChallenge1.

 

Estaba más que acostumbrado a los acosos pues siempre había sido un sujeto que le encantaba vérselas con brabucones y tener algo a que hacerle frente sin huir aunque terminara con unos lindos moretones en el cuerpo y la nariz sangrando. No podía evitarlo, en un principio le fascinaba la sensación de adrenalina al verse entre puños y carreras. Pero ahora que ya era un adulto joven y esa vida de malandro había quedado de lado le seguía fastidiando aquella molesta silueta que lo seguía desde vaya a saber cuándo, silueta conocida, familiar y chocante. Esperando a su salida de turno, en la esquina de su casa y toda la travesía de su día, era algo que le dejaba muy incómodo sin miedos pues de haberlo querido golpear ya lo habría hecho pero no conforme con sentirse fuera de peligro optó por cambiarse de domicilio y ni así se quitó aquella sombra… fue entonces que descubrió su identidad.

Cada que llegaba con la mirada y presencia pesarosa a la puerta de su apartamento encontraba la misma escena que por décadas había intentado sacar de su vida y sus memorias, las cartas y paquetes que le llegaban día tras día y que él mismo se encargaba de dejarlas en los contenedores de reciclaje sin siquiera atreverse a descubrir su contenido. Alguien estaba más que empeñado en que los recibiera; ni remitente, ni destinatario ¿Cómo demonios se supone que abriría correspondencia de procedencia dudosa? Pegó un suspiro exasperado y con el pie movió el acervo que estorbaba a su puerta.

-¿Hasta cuándo piensas recoger las cartas? Parece que a alguien en verdad le preocupa que las recibas, Joey.

Volteó la mirada a su vecina del condominio adyacente, una joven de cabellos rizados castaños.

-No es para mí, algo me dice que es sólo una broma de mal gusto.

-A mí no me lo parece, tal vez debas darle un vistazo. Digo, sólo para estar seguro.

-Me lo pensaré… la verdad no ¿Quieres ser el gato de las seis vidas?

-Siete, tienen siete.

-Y tendrás seis si te atreves a mirar dentro.

Con eso dio punto final a la conversación con su querida vecina y entró azotando la puerta, dejó su espalda recargarse para deslizarse hasta el suelo que lo recibió con un par de punzadas en el trasero. Se incorporó de inmediato buscando el interruptor de la luz y ver qué demonios le había picado, no esperó encontrarse con fragmentos de vidrio procedentes de su ventanal. Asomó su mirada a buscar al responsable del desastre pero sin mucho éxito, parecía que tenía poco menos de un par de minutos antes de que arribara a su departamento. Pegó un suspiro pesado, de nuevo, había que recoger el cristal. Una vez terminó su labor se tropezó con el objeto responsable del boquete en su ventana, alguien esperaría encontrar un trozo de ladrillo, tal vez una pelota de béisbol… eso sonaba demasiado Yankie y nadie en su sano juicio se atrevería a jugar en un área tan concurrida de espacio, en su lugar había un paquete del mismo tamaño que recibía a diario. Le dio cientos de vueltas y cayó en cuenta de que era exactamente el mismo.

-Pero qué demonios…

Se rascó efusivamente la nuca, se despeinó y ahogó un grito de fastidio antes de salir a botar el envuelto al pasillo.

-¡Ouch!

Se escuchó alguien quejarse, Joey encogido en hombros regresó, para verificar si su torpe lanzamiento había herido a alguien del vecindario, con toda la intención de disculparse.

-En verdad no quieres esos paquetes ¿Cierto, Joey?

Esa vocecita tan familiar no se la esperaba, de hecho tenía más de diez años que no la escuchaba.

-¿Yugi? ¿Qué haces aquí?

No discernía aún la sorpresa de encontrar a su mejor amigo a la puerta de su domicilio, estaba más que al mil porciento seguro de que una vez cambiado su residencia nadie más lo encontraría.

-Mentiría si te digo que fue casualidad, pero no. Alguien fue tan amable de darme tu dirección.

¿Había escuchado bien? Ahora si ya tenía motivos para golpear a su sombra acosadora en cuanto volviera a advertir su presencia.

-Lo lamento mucho, viejo. Pasa, por favor.

Las memorias le llegaron de golpe causándole un ligero traqueteo mental que no le abandono ni un segundo durante la visita de su amigo. Ahora recordaba un poco por qué había decidido irse sin decir nada y es que cada que pasaban un buen rato con la pandilla esos dolores no lo dejaban en paz y convencido a sí mismo de que tenía que ver con un sentimiento de culpa, remordimiento y angustia comenzó con un par de terapias que tras el paso de dos semanas abandonó.

El rato en que Yugi le contó más de diez años de vida jamás le juzgo al respecto por su actitud de niño retraído, para él eran problemas muy propios que si le quisiera contar a su tiempo, lo diría y él escucharía.

-Es un espacio pequeño, todo un departamento de soltero.

-De hecho, no podría estar mejor, tengo todo lo indispensable así que no tengo de que quejarme.

Mientras Yugi echaba una mirada fisgona alrededor, sus enormes ojos captaron una radio vieja de vaya a saber qué año, estaba bien cuidada por donde se le viera pero dudaba que funcionara. Joey al percatarse de a donde dirigía su atención, tomó el enchufe del aparato y lo conectó.

-Sirve, si es lo que te preocupa. No es una chatarra cualquiera.

-¿Dónde la conseguiste?

-Es un regalo de mi abuelo, de parte de mi madre. Cuando me fui de casa el abuelo me dijo que esa fue la primera y única radio que compró en su vida, así que le guarda mucho cariño como reliquia familiar. Quería darme un incentivo para… recordar de vez en cuando a mi familia.

Algo pequeño le dolía al pronunciar la parte del núcleo de la sociedad.

-¿Quieres sentirte en el siglo pasado?

Sin más, encendió la radio y después de unos instantes de estática logró captar una frecuencia que si bien no era estable, era bastante entendible.

-¡Anda, funciona!

-Te lo dije.

Al cabo de segundos se transmitió una canción que inconscientemente el chico rubio comenzó en un leve chasquido de dedos al ritmo de la canción y marcando el compás con su pie antes de iniciar a susurrar.

 

Do you remember the
21st night of September?

 

Yugi expandió sus orbes al escucharlo cantar, no tenía idea de que a su amigo le gustaran los éxitos setenteros.

 

Our hearts were ringing
In the key that our souls were singing.
As we danced in the night,
Remember how the stars stole the night away

 

-Un clásico.

Así repentinamente dejó de cantar y comenzó un baile al momento del coro.

-¿Qué haces?

Preguntó su amigo con una sonrisa a punto de carcajada en los labios.

-No sé, es sólo que me nació hacerlo. Te sonará gracioso pero no recuerdo haberla escuchado antes y aun así la siento como si hubiera sino ayer que la escuché.

Yugi estaba por decir algo pero ver el rostro relajado de su compañero le permitió ahorrarse explicaciones que desembocaran en un rato amargo que aún le era difícil digerir, sabía que tarde o temprano lo sabría y de primera mano contaba con ello pues aquél misterioso acosador ya le había asegurado que se encargaría.

 

 

Últimamente el sol no se le había dado por querer alumbrar un poco la tierra, en su lugar se escondió tras una cortina densa de nubes que se dejaron descargar como diluvio por todo un día, día en que nuestro desafortunado chico había tenido un par de horas extra antes de poder marchar a casa. Lo peor de su caso era que no llevaba sombrilla ni dinero para pasar a un combini* por alguna, tuvo que llevar a cabo su experiencia en carreras largas.

Llegó completamente exhausto además de hecho una sopa, la respiración era pesada y bien sabía que ya no era tan joven como hacía cerca de doce años atrás.

Nuevamente esas cartas y paquetes que no se molestó en apartar con el pie, esta vez antes de cerrar como de costumbre, con un azote, una palma impidió su acto.

-Apestas a perro mojado. Lo olvidaba, tú eres el perro.

Y finalmente Seto Kaiba se hacía digno de ver ante el rubio que no se molestó en no dejarle pasar, sería inútil de todos modos así que como si no hubiera escuchado el insulto se descalzó a la entrada y pasó directo al baño para darse una ducha y evitar un catarro.

-¿No piensas decir nada?

Decía el intruso desde el marco de la puerta.

-Haz lo que quieras, en un momento te atiendo.

Su respuesta le crispó la paciencia ¿Desde cuándo era tan dócil pero tan descuidado de sus encuentros? Si rememoraba la etapa de la preparatoria se la vivían entre insultos y riñas que difícilmente no terminaban en golpes. No le quedó más que pasar al mini comedor donde tomó asiento y hurgo a lo largo, ancho y alto del pequeño complejo que tenía por vivienda Wheller. Le pareció gracioso su reducido espacio cuando él estaba acostumbrado a más de diez metros cuadrados como mínimo. Se sentía en una casa de muñecas.

Finalmente Joey salió con su cambio de ropa y una toalla colgándole a los hombros para secar las gotas que aún resbalaban de su cabello.

-Bueno… ¿Qué se te ofrece, Kaiba?

-He venido personalmente porqué parece ser que no tienes la mínima de curiosidad por tu correspondencia.

-Con que eras tú quien jodía, que sorpresa.

Sarcasmo más que evidente.

-Efectivamente – se cruzó de brazos y pasó su tobillo a su rodilla – Por diez malditos años en que no te has dignado a recibirla.

-Ja, vaya que eres persistente.

Esos choques de miradas ya no eran de adolescentes a punto de zamparse el uno sobre el otro, bueno sí pero en un grado más de “madurez”.

-Y todo tiene un límite, así que ahora que sabes quién te lo envía y que si es para ti ¡Ábrelos de una buena vez!

Y zapó sobre la mesa aquellas cartas y el paquete en papel cartón que ya resignado, Joey, terminó por abrir.

Las cartas tenían una letra muy conocida que al instante soltó como si se hubiera quemado.

-Ni de chiste pienso leerlas…

-¡Bien! Al menos ve el video que viene integrado.

Refiriéndose a la caja en la cual venía un mini reproductor de DVD junto a un disco y fotos que tampoco se atrevió a ver.

-¡No, ya basta! ¡No tienes idea de por lo que he pasado para olvidarlo!

-¡Y tú no tienes ni idea de las excusas que le he tenido que dar a Serenity porque te haces el difícil y no te das a la tarea de enfrentar el pasado! Pasado que, por cierto, no es tan malo como “dices recordar”.

El nombre de su hermana le bajó un poco los humos y buscó tranquilizarse ¿Por qué todos le decían lo mismo? Por lástima, compasión… Pero él sabía que fue un mal hermano y mal amigo, lo peor de lo peor para ambos y era algo que jamás se perdonaría.

Sin percatarse de en qué momento su rostro se vio acunado en las manos de Kaiba, sonrió con derrota.

-Ojalá pueda perdonarme algún día.

-Y lo hará, sólo afronta esa parte que tu diminuto cerebro se ha encargado de inhibir ¿Quieres?

Negó repetidas veces con la cabeza aún aprisionada, suspiró con pesar, no quería saber la verdad, al menos no sin compañía.

-¿Te quedarás hasta que terminé? Me prometes no irte.

-Nunca me fui, Wheller.

-¿Qué quieres decir?

-Hablaremos una vez veas el video ¿Trato?

No lograba discernir en que momento ese chico engreído se había vuelto atento y considerado con él pero le agradaba.

Una vez el formato DVD comenzó a correr al igual que su corazón, un constante pero estrepitoso palpitar que trató de regular a base de su respiración.

Ahí estaba… él y aquella canción.

Do you remember the
21st night of September?
Love was changing the minds of pretenders
While chasing the clouds away

 

 

Our hearts were ringing
In the key that our souls were singing.
As we danced in the night,
Remember how the stars stole the night away

 

 

 

 

Era una recopilación fotográfica de aquel día, aquella ceremonia que bien recordaba no haber asistido. Pero ahí estaba en la cinta, al lado de su hermana, al lado de su mejor amigo y ahora cuñado, Tristán.

 

 

 

Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in September
Ba de ya - never was a cloudy day

Ba duda, ba duda, ba duda, badu
Ba duda, badu, ba duda, badu
Ba duda, badu, ba duda

 

 

 

Ahí junto a sus amigos y cierto amargado que menos recordaba hubiera asistido, pero ahí estaba junto a una pequeña maraña de cabellera oscura, Mokuba.

 

 

 

My thoughts are with you
Holding hands with your heart to see you
Only blue talk and love,


Remember how we knew love was here to stay

Now December found the love we shared in September.
Only blue talk and love,
Remember the true love we share today

 

 

 

Y el brindis terminó siendo la gota que derramó el vaso. Una escena, un segundo, un beso.

 

Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in September
Ba de ya - never was a cloudy day

There was a
Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in September
Ba de ya - golden dreams were shiny days

 

The bell was ringing, aha
Our souls were singing
Do you remember
Never a cloudy day

There was a
Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in September
Ba de ya - never was a cloudy day

 

Para cuando terminó el video, un mar de confusión lo dejó fuera de sí, no cabía en lo que acababa de ver y sintió aún más culpa de la que ya cargaba. Todo aquel tiempo estuvo recordando una versión distinta a lo que fue. Levantó la vista a la pantalla que ya estaba en negro.

-¿Cómo…?

Kaiba, quien había estado detrás de él, finalmente se acercó hasta rodearlo con sus brazos y quedar su rostro a la altura de su oído.

-Confundido ¿Cierto?

Joey asintió sin ser capaz de decir palabra alguna.

-Nadie sabe realmente que sucedió contigo, desapareciste al poco tiempo del brindis y nadie supo de ti hasta la mañana siguiente. Despertaste en tu casa pero no tenías ni idea de que había sucedido la fiesta, no bebiste más de una copa como para sufrir resaca. Pero has presentado hasta ahora una amnesia lacunar y te convenciste de que en verdad no estuviste presente.

No cabía en la explicación dada y ante eso se aferró al abrazo que tanto soporte le brindaba.

-Entonces… tú… yo… nosotros…

-No te forces a recordar, con que lo sepas ahora es suficiente.

Ahora sabía que le debía una enorme disculpa a su hermana que aunque aceptara, él no estaría satisfecho del todo.

-Por eso insististe tanto…

-Así es, te dije que nunca me fui.

Recargó su mentón sobre el hombro del más bajo.

-¿Y ahora te irás?

-No podría, menos ahora que ya estás consciente de nuestra relación.

 

 

No lo recordaba, y tal vez jamás lo haría pero comenzaba a aceptar poco a poco que así había sido, con Kaiba no hubo mayor problema, eso lo asimiló de inmediato y este se encargó de que quedara más que marcado en su mente y sobre todo en su cuerpo. Su pesar no pudo ser más grande cuando al visitar a su hermana se vio siendo tío de dos hermosos niños y que uno de ellos llevaba su nombre, no se atrevía a ir sólo así que su pareja no mostró menor inconveniente en ir con él; después de todo Serenity le debía bastante y querría agradecerle que trajera de vuelta a su querido hermano.

 

Notas finales:

x3 y por acá diran que bien gracias las otras historias, bueno, esto me sirve de ejercicio para trabajar con mis bloqueos creativos.

besos y abrazos a todas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).