Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Belleza por Oblivious

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Nuevo proyecto <3

Notas del capitulo:

Lamento cualquier falta de ortografía y/o coherencia.

—¿Disculpe, su alteza?

 

El pelinegro creyó haber oído mal.

 

—Lo que he dicho, Hoseok. Es momento de que sientes cabeza.

 

El pelinegro se permitió alzar su mirada hacia el gran trono en el que se encontraba sentado el rey junto a su esposa.

 

—Majestad, no me parece prudente que-

 

—Basta, silencia de una vez —le cortó.

 

El monarca se levantó de su asiento dando un leve movimiento con su diestra. Los guardias presentes dentro del gran salón abandonaron el lugar sin refutar y con sus expresiones impasibles de siempre. Giró el cuerpo en dirección a su mujer, extendiendo su mano, con una ligera sonrisa adornando su expresión.

 

—Disculpa, querida, he de hablar con Hoseok en privado.

 

—Por supuesto, si me disculpan ambos.

 

La consorte del poderoso hombre le sonrió de vuelta, sujetando su mano para ponerse de pie y regalarle una ligera reverencia, delicada como la acción de una dama debía ser, disponiéndose luego a su retiro.

 

—Namjoon —gruñó el de cabellos negros.

 

—Hoseok.

 

Nam retiró la molesta corona y capa roja de bordes blancos, con detalles dorados, para dejarlas sobre su trono. Descendió a paso lento por las extensas, y más de lo necesarias, escaleras que marcaban la diferencia entre quién iba a una audiencia y el que permitía la misma. Una vez estuvo abajo, detuvo su andar hasta quedar solamente a unos cuantos pasos del que es su mano derecha.

 

—Cuando solicitó mi presencia, su majestad, pensé que habría de ser por algo de real trascendencia. Realmente tengo mucho que atender en estos instantes.

 

—Hoseok, no debes hablar tan bonito cuando estamos a solas, sabes que somos como hermanos. Soy yo quien debería tratarte de manera respetuosa puesto que eres mayor.

 

—Eres el jodido rey —respondió entre dientes.

 

Namjoon sonrió, permitiéndose despeinar su, ahora no tan, perfecta cabellera.

 

—Espera, acabo de comprender, hablabas así para concentrarte en algo más que no fuera golpear mi rostro –se mofó.

 

—¿De qué mierda va todo eso, Namjoon? ¿Cómo es eso de que debo “sentar cabeza”?

 

—¡Bah! ¿Qué más crees? Es lo que he dicho, mi estimada mano derecha.

 

—Nunca habías sacado ese tema antes.

 

—Sí que lo he hecho, Hoseok.

 

—No, no es así. Nunca lo habías hecho cuando hay de tus descerebrados guardias presentes, y menos con tu esposa en el mismo lugar.

 

—Te encuentras a un par de años de cumplir los cuarenta.

 

—¿Pretendes ser del tipo convencional, Nam? ¿Qué tramas al serlo ahora?

 

—Eso no es así. No he de tramar nada, y ni hablar de que sea contra ti.

 

—Lo dice quien rompió tradiciones de cientos de años de sus antepasados al poner a un simple campesino como su mano derecha, en vez de darle el puesto al primogénito de los Min, como siempre había sido.

 

—Por cosas así, el siempre es una palabra inútil, poco significativa. Basta de una decisión para que se transforme en un mientras duró.

 

El más bajo inhaló frustrado, no quería ponerse a escuchar la interpretación que le daba su castaño amigo a la vida en ese instante.

 

—Haz hecho esto porque quieres dejarme claro que es una orden, ¿no es así?

 

—Tienes treinta y ocho años, Hoseok, yo tengo treinta y dos y las relaciones con los reinos vecinos están tensas.

 

—Dime algo que no sepa, entonces.

 

—Se me critica el no ser mano dura. Mi reinado es casi perfecto, la gente es feliz y lo sabes. Pero no es lo mismo para aquellos que están fuera de los límites de mis tierras. Sabes que a pesar de que hay felicidad, todavía hay pobreza, y sabes que todo lo que hago es para enmendar aquello, sin embargo, aún están los mismos malditos adinerados de siempre, encerrándose en torres para no ver más realidades y buscando la manera de ascender, para ser más cercanos a mí, incluso a sobreponerse.

 

—No comprendo, Namjoon, aún no eres capaz de decirme lo que realmente quieres.

 

—Esos malditos pudientes, inconformes con mi actuar, están aliándose con otros reinos. Prometen con dulces palabras de gloria y riquezas a aquellos que no tienen nada, ansían ponerlos en mi contra. Les exponen mis falencias, les hacen creen que el que un ex campesino como tú haya llegado aquí es porque eres mi hermano mayor jamás reconocido y que me siento culpable. Esparcen rumores sobre cómo tú deberías ser el verdadero rigente y que apenado por ser yo, dejo todo a tu voluntad.

 

—Ambos sabemos que no es así, nos conocemos de niños, no hay relaciones sanguíneas.

 

—Por supuesto que lo sé, Hoseok. Pero, ellos siguen insistiendo que por aquel motivo sigo tu consejo, por eso nunca he dudado de ti, y que por ello no has contraído matrimonio todavía.

 

—¿Se cuestiona mi soltería? —susurró el mayor, incrédulo.

 

—Seis años mayor eres y nunca se ha sabido de algún amorío tuyo con nadie, ni siquiera con alguna ramera.

 

—Y es porque bien sabes que las mujeres no son exactamente de mi gusto.

 

—Y tú bien sabes que para mí tampoco, Hoseok. Sin embargo, me casé con una y sólo lo acepté porque era mi deber… por otro lado, tú no tienes la misma obligación que yo —habló, lento, como queriendo que el menor comprendiese antes de tener que realmente decirlo—. Hoseok, jamás he insinuado que tienes que contraer matrimonio con una muchacha.

 

—¡Estás loco! ¡Si realmente quisieras que aquellos rumores se fueran, no te atreverías a hacer que contraiga matrimonio con un hombre!

 

—No serías el primero en contraer matrimonio con alguien de su mismo sexo bajo mi reinado.

 

—Min Yoongi y Park Jimin son un caso distinto, ese acuerdo se llevó a cabo para reforzar nuestras fuerzas armamentistas, yo lo gestioné todo. ¡Los Park eran y son esenciales para el reino!

 

—No tienes hijos, Jung —refutó.

 

—Usted tampoco, alteza. Tomando en cuenta que tu boda fue llevada a cabo cuando tenías veinticuatro años, como mínimo deberías tener un hijo o hija de siete años. Namjoon, la vida no es eterna, deberías tener ya herederos.

 

Kim hizo una mueca de tristeza y Hoseok, puede que algo culpable por lo que dijo, llevó sus manos a la parte posterior de su cabeza con frustración y masajeó la zona queriendo calmarse.

 

—Por supuesto que sé que la vida no es eterna, toda persona debería estar agradecida de que no lo es —dijo reflexivo el menor.

 

—¿Agradecidos con quién? ¿Con Dios acaso? —y rió.

 

El rey le dedicó una mirada indiferente a su mejor amigo.

 

—Sabes mis pensamientos sobre la creencia de un Dios o de varios, Seok.

 

El mayor de los dos hombres inició una impaciente caminata de un lado a otro. No quería casarse, para él, aquello era innecesario.

 

—¿Te las darás de hombre correcto ahora, Namjoon? ¿Solamente porque te critican un poco quieres demostrar que eres quién manda? ¿Siempre has sido así de pretencioso y ahora me entero? —Namjoon lo miró con discreción—. Responde, desgraciado, expusiste frente a tu esposa y soldados que debo sentar cabeza porque no es algo que realmente quieras discutir conmigo. No tengo voz ni voto en esto.

 

—Así es, Hoseok. Te casarás quieras o no, porque eso —hizo una pausa, cruzando sus brazos sobre su pecho y alzando su barbilla—, ya lo decidí.

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado la lectura y nos vemos en una próxima actualización.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).