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Un cambio, una oportunidad por Samantha0507

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Notas del fanfic:

Los personajes de YOI no me pertenecen, son solo utilizados con diversion 

Notas del capitulo:

Este Fanfic participa en el concurso del Grupo Emil x Michele <3 de Facebook <3 

Las manos de Michele temblaron, estaba en la cama que tantas noches había compartido con Emil, estaba en la cama donde había atrevido a amar, donde simplemente había dejado salir todo el deseo, donde no había sido su hermana la que se había llevado su amor, en el lugar que descubrió lo que era sentirse completo, sentirse parte de alguien, de quien se ama.

 

Se llevó las manos al rostro, tratando de quitar las lágrimas que bajaban caudalosas por sus mejillas, mientras podía escuchar como Emil recogía sus cosas por el cuarto.

 

Trataba de contener el aire que buscaba salir por sus pulmones, de evitar que ese terrible nudo que se había concentrado en su garganta, simplemente se hiciera lo suficientemente obvio para el checo, no quería que pensara que sus lágrimas eran para retenerlo, para suplicarle que no se marchase, para pedirle y rogarle que se quedara a su lado.

 

—¿Qué ocurrió? —Preguntó con miedo, con dolor, con el alma partida, Emil no detuvo sus movimientos, ni mucho menos lo miró, sabiendo en que terminaría si se detenía, sabiendo que cambiaría de opinión, con solo ver el rostro del italiano en ese instante.

 

—Nos ocurrió lo inevitable Mickey, nuestro amor terminó quebrándose, gastándose con los años, con la monotonía, con nosotros tratando de postergar algo que obviamente ya no tenía como aplazarse.

 

—¿Ya no me amas?

 

—No nos hagas esto Michele. — el moreno sintió como el dolor en su pecho aumentaba, odiaba cuando el otro lo llamaba por su nombre. — no te hagas esto, no quiero hacerte daño, no quiero verte sufrir.

 

—Ya lo estás haciendo, me estás dejando, estas dejando nuestra casa, nuestro lugar, nuestro hogar, qué más daños pueden hacerme tus palabras, que peor puede ser escuchar como ya no me amas, que me mentías mientras me hacías el amor, que más pueden doler. — Michele dejó salir las lágrimas por sus mejillas, libremente, como si ya no importara, como si simplemente no pudiese estar peor de lo que ya se encontraba.

 

Emil continuó dándole la espalda, no dijo nada, él ya había tomado su decisión, no podía alargar las cosas por más tiempos, ambos estaban ya en el límite, forzando algo que ya sabían, jamás podría funcionarles, algo que simplemente era por comodidad.

 

—Demonios, mírame, dame una maldita respuesta…—Michele tomó los hombros del rubio, notando entonces, por primera vez en mucho tiempo, como la distancia entre ambos se había incrementado y como ahora Emil parecía más grande que en las competencias.

 

Por su parte el rubio se giró, encontrándose con la mirada dolida del moreno, con unos ojos enrojecidos por las lágrimas, el labio le temblaba, era como un niño desvalido, era un hombre de casi 30 años, con el corazón roto, era el hombre con el que había estado los últimos 6 años como pareja, a quien había visto reír en sus mejores momentos y sufrir en los peores, al que había visto llorar en la tina del baño cuando el fisioterapeuta le había dicho, que con 24 años simplemente no podría volver a patinar competitivamente, era al que había visto esconder su rostro, la primera vez que tuvieron relaciones, era el hombre con el que se había jurado pasar el resto de su vida y que ahora simplemente estaba dejando. —No puedo seguir contigo, ya no puedo…— Emil dejó salir sus palabras, sabiendo que se estaba matando en vida, pero el tiempo había cavado la tumba de su relación, durante años esperó un cambio, esperó recibir un poco del amor que él estaba entregando, pero el italiano jamás le dejó ver lo mismo. — no me haces bien Mickey, mis fuerzas se acabaron, no puedo seguir con esto para siempre. —Continuó son su tarea, mientras el moreno salía del cuarto y se iba al baño, cerrando de un portazo.

 

Pasaron los minutos, Emil sacó lo indispensable, miró el cuarto, tantos bellos momentos, pero ese ya no era su hogar, lo había pensado tanto tiempo, había esperado un cambio.

 

Llegó a la sala, miró las fotos que descansaban sobre las paredes, miró esa donde Michele sonreía junto a su hermana y esas donde él quien lo acompañaba y donde simplemente parecía posar por obligación. —Aun te amo Michele Crispino, te amo igual como cuando te conocí, pero nuestro tiempo terminó hace mucho y solo he perdido el tiempo a tú lado, tú amor nunca será mío.

 

Sacó la llave del departamento y la dejó en la pequeña mesita, miró el lugar, reteniendo las ganas de llorar que lo embargaban.

 

Michele estaba encerrado, se había dejado caer apoyado en la puerta del baño, le había dolido el alma, su pecho parecía tener un agujero, desde el cual, el frío parecía extenderse por su pecho, entre sus sollozos pudo escuchar la puerta del departamento cerrarse, sabiendo que ese era su final, quería rendirse, quería creer que podría superar todo lo que estaba pasando, pero era una mentira, necesitaba a Emil en su vida, no podía rendirse así de fácil.

 

Corrió lo más rápido que pudo, agradecido de que esa semana los ascensores estuviesen en mantenimiento.

Las escaleras tenían una luz bastante tenue, pero el sonido de las maletas fue lo suficientemente obvio para el italiano, quien apuró sus pasos, no era más de un piso el que lo separaba del checo y por mucho que él quisiera rendirse, no podía, no iba a renunciar a Emil tan fácilmente.

 

—Emil…—quiso gritar, pero no podía, el aire no parecía querer salir de sus pulmones.

 

El rubio llevaba su maleta, como podía, no se había llevado muchas cosas, nada más que lo necesario había terminado en su equipaje, pero podía sentir como sus brazos no eran capaz de soportarlos.

 

Se giró al sentir como alguien parecía venir, notando por primera vez, como era Michele quien bajaba a toda velocidad, Emil no quería esperanzarse, pero la desesperación en el rostro de su ex pareja de alguna manera lograba que algo en él lo hiciera sentir mejor.

 

Michele se sentía tan cerca, pero la luz era demasiado tenue como para que notara como había une pequeña grieta en uno de los escalones, haciéndole perder el equilibrio, Emil dejó caer la maleta, recibiendo sobre su pecho el cuerpo del moreno, pero haciendo que su cuerpo perdiera la fuerza y logrando que se fuese hacía atrás.

 

Ambos cuerpos rodaron por las escaleras, hasta uno de los descansos, Michele había cerrado los ojos, pero ahora le dolía la cabeza, tremendamente.

 

—¿Michele? — El moreno sentía que lo llamaban, pero la voz no parecía ser la de Emil, por lo que por un instante sintió que aquellos brazos que lo habían recibido en la escalera no habían sido los del checo.

 

—Me duele…—Se había levantado, sin mirar a quien estaba frente a él, sintiendo como la espalda le dolía demasiado, pasó sus manos por el lugar, notando por primera vez que el material de su ropa no era la misma. —¿qué demonios? —Se miró las manos y abrió los ojos, encontrándose con su propio cuerpo de rodillas frente a él.

 

—No te asustes Mickey, soy Emil, algo extraño paso cuando caímos, nos golpeamos y por algo extraño ahora estamos en el cuerpo del otro.

 

Michele por un instante sintió que estaba soñando, pero el terrible dolor en su espalda le dejaba claro que realmente estaba pasando, tragó saliva y respiró profundamente, con la esperanza de calmar su corazón, podía sentir sus manos temblar, pero simplemente se controló. —Creo que debemos…— Su propia voz lo sorprendió, pero no podía perder la calma. — ir al departamento.

 

—Okey…—Emil hizo ademan de levantarse, pero le fue imposible, cuando una fuerte corriente que comenzó en su rodilla, le atravesó hasta el glúteo. —mmmm…—se quejó, sintiendo una mano en su hombro.

 

—Suele doler bastante, trata de apoyarte en tú otra pierna, para que no pierdas el equilibrio. — Emil estaba asustado y sorprendido, verse a sí mismo, hablándole, era una sensación por decir poco extraña, pero lo que más lo sorprendía era ver como su pareja parecía conocer ese dolor y molestia como algo normal y constante.

 

—¿Siempre es igual?

 

—A veces duele poco, otras veces un poco más, puede que ser por la caída que este delicada…—Michele le tendió una mano, ayudándolo a ponerse de pie.

 

—Eres pequeño…—Emil habló, notando por primera vez como era Michele comprado con él mismo, en como su cuerpo parecía ser más pequeño que antes.

 

Ambos se fueron al departamento, Mickey buscó en el baño, aquella crema que solía aplicar en su pierna, pero se quedó un instante frente al espejo, mirando como el reflejo de Emil era completamente diferente al propio; su cuerpo era alto y grande, su cabello estaba largo y parecía sedoso, pero por sobre todos, eran los profundos ojos azules del rubio los que lo hicieron estremecer, eran profundos y sobre todo, dulces.

 

Por su parte Emil descansaba en el sofá de la sala, con la rodilla sobre una almohada, sentía que su pierna estaba inflamada, pero buscaba distraer su atención. —¿Cómo demonios pasó esto? — reclamó para él mismo, notando entonces como su móvil vibraba en su bolsillo. Sacó el aparato, encontrándose entonces con que era su cuñada, la que estaba marcando, no sabía si debía contestar, por lo que lo dejó vibrar, hasta que la llamada terminó, siendo sustituido por un número bastante exagera de mensaje.

 

Emil se preocupó cuando sin querer desbloqueo el aparato, entrando entonces en el mensaje de la morena.

 

“hermano, responde, que está pasando???”

“hablaste con Emil?? De verdad se marchó??”

“Mickey, te lo pido, no hagas alguna estupidez, sé que debes estar desesperado, pero el mundo no se termina por un hombre”

“Sé que lo amas, pero trata de reponerte, no quiero verte mal…”

 

 

Emil sintió el pecho apretado, el recuerdo de Mickey llorando sobre la cama, de cómo lucía simplemente desesperado, simplemente perdido, lograba que su pecho terminara por estremecerse.

 

—¿Emil? —el rubio escucho los pasos del otro acercarse, así que bloqueó el móvil nuevamente y lo guardó, sintiendo que se había inmiscuido en algo demasiado privado.

 

—Con esto debería calmarse…— Michel había llegado a la sala, sintiéndose perturbado al ver su propio cuerpo sobre el sofá de la sala, pero simplemente se sentó en la mesa de centro y aplicó la crema, de manera abundante.

 

—Está fría…—Emil se quejó.

 

—Tranquilo, te calmará. — Mickey bajó la mirada, así que se quedó perdido en sus zapatos, como si estos tuviesen alguna clase de respuesta que Emil desconocía. — ¿qué nos pasó?

 

—No tengo idea. —Ambos se quedaron en silencio, hasta el sonido del móvil del rubio interrumpió el silencio. —debe ser el taxi que pedí. —Michele le tendió el equipo, logrando que el checo se sintiera avergonzado, él había terminado por revisar un mensaje privado del otro, pero el italiano simplemente le había tendido el aparato, para que fuera el quien respondiera. — contesta, tienes mi cuerpo y mi voz. — Emil buscó quitarse la culpa, dándole el permiso al otro para ser quien tomase el equipo, aunque se sentía bastante molesto de que Sara estuviese enterada de todo lo que estaba pasando entre ambos, quiso acomodarse, logrando que el dolor de su pierna aumentara.

 

—Lamento que estés pasando por esto, la verdad.

 

—Duele, es extraño, pero me molesta bastante.

 

—No creo que debas marcharte, aunque no tengo idea como demonios saldremos de esta, creo que llamaré a Sara, ella podría ayudarnos con todo esto. —El italiano se quedó en silencio, al escuchar la risita el otro salir.

 

—Buena manera de retenerme a tú lado y no creo que debas estar dependiendo de tú hermana y menos contarle nuestros problemas. —Emil dejó salir la frase con un poco de molestia en la frase, arrepintiéndose inmediatamente, al ver el gesto que se había dejado ver en su propio rostro, notando entonces, como había sido él, muchas veces, quien había recibido una frase lo bastante hiriente, por parte de su pareja.

 

El italiano se puso de pie y se encerró en su habitación, le había dolido la frase, pero se había dado cuenta, que esa eran frases que él solía usar, había sentido el pecho de Emil estremecerse, eso era lo que sus palabras provocaban, por lo mismo, simplemente quiso alejarse y buscar un lugar donde pudiese encontrar alguna respuesta para el problema que estaba teniendo.

 

Emil rebuscó entre su ropa, encontrando el móvil de Mickey, seguía molesto, así desbloqueó el equipo y simplemente comenzó a revisar aplicaciones y la galería de imágenes, notando que no había muchas cosas, en su mayoría todas imágenes habían sido enviadas por él. — en realidad no tienes mucho de lo que pueda dudar Michele, eres tan obvio…—pero no dijo mucho más, cuando descubrió una carpeta de mensajes, como borradores, todos dirigidos a él.

 

“Gracias por acompañarme al fisio”

“Me duele mi pierna, me gustaría que estuvieses a mi lado”

“La pista y tú se complementan perfectamente”

“No me olvides…”

“Odio ver cuando se acercan a tú lado, eres mi pareja, solo mío”

“Estás extraño??”

“Hice algo mal??”

“Ya no te gusto??”

“No quiero que me dejes…”

“Te amo…demasiado”

—Michele…—el checo sintió su cuerpo estremecer.

 

Por su parte Michele había encendido su computadora, buscando algo que pudiese darle alguna respuesta, pero parecía simplemente una locura, no era normal cambiar de cuerpo, rebuscó en varias páginas, pero nada parecía darle una respuesta para lo que le estaba pasando, hasta que en un blog encontró una publicación realizada por una chica, en la que mencionada que muchas veces la vida te daba la opción de aprender de tus errores, de mejorar, pero no por el bien propio, si no por el de alguien más, el italiano se quedó bastante tiempo leyendo, la chica explicaba que muchas cosas, tratando que todos comprendieran que no tenía nada que ver con cosas mágicas, si no con energías, con el funcionamiento de los deseos y de las fuerzas de las personas que eran parte del mundo.

 

—¿Puede que esta sea mi oportunidad para recuperarlo? —Michele continuó leyendo las explicaciones, muchas partes estaban traducidas, de lo que asumió era coreano, por lo que dudó bastante, ya que la traducción era bastante textual, copio las partes que no podían ser traducidas y pensó que debía comunicarse con Seung Gil.

 

Emil escuchó el ruido de la puerta, ocultó el móvil entre sus ropas nuevamente y acomodó su cabeza en el respaldo del sofá, así que simplemente cerró los ojos, no sabía que sentir y como mirar al otro, después de todo, era su cuerpo, pero la persona seguía siendo Michele.

 

—Encontré algunos comentarios, pero no los comprendo completamente, la página esta en coreano…— pero sin poder si quiera terminar la frase, el móvil de Emil comenzó a sonar, siendo nadie más que el mismo Seung Gil Lee, quien le estaba marcando.

 

—Debes contestar…—Mickey tomó el aparato, le entregó el computador al otro.

 

—Diga…

 

¿Emil? ¿qué ocurrió? Te estaba esperando.

 

Michele sintió su pecho estremecerse, Emil se iba a ir con Seung Gil. — Ocurrieron cosas con Mickey, nosotros…

 

Emil, entiendo que debe estar mal, pero si continuas con las cosas de esta forma, el nunca cambiará, nunca mejorara, no es justo que entregues tu felicidad por él.

 

—Yo, si lo sé…—Michele quería llorar, se imaginó a Emil rodeando el cuerpo del coreano, tomándolo entre sus brazos, metidos en la cama y con eso algo dentro de él, simplemente se hizo añicos.

 

Emil, ven, no te tortures más, pensé que estaba claro lo que querías, te apoyaremos en lo que necesites, pero por ahora, lo mejor es que pienses en ti, nos vemos…

 

Michel cortó la llamada, mientras el nudo en su garganta volvía, logrando que las ganas de llorar se volvieran un poco más intensas, logrando que las lágrimas se volvieran a acumular en sus ojos.

 

—¿Michele? — El italiano notó como su cuerpo se levantaba, en ese instante fue que, por primera vez en mucho tiempo, notó el daño que el mismo generaba.

 

—Creo que comprendo un poco, Emil, te he causado mucho daño, estaba pensando, yo pensé que eras tú el culpable de este quiebre, pero sabes, creo que en el fondo, no es tú culpa, es mía.

 

—Michele, no te hagas esto…

 

—Ya hice mucho Emil, hice demasiado. —dejó salir una sonrisa sarcástica, para luego continuar. —o puede que sea todo lo contrario, en realidad hice demasiado poco por ti.

 

Michele se acercó a su propio cuerpo, se acomodó en el sofá, buscando que Emil se sentará a su lado.

 

—¿Te hice daño? —Michele se concentró en el suelo.

 

—Mickey, no es eso…

 

—Pero lo hice, no puedes negar que te hice daño, que te falle, que en el fondo me dejas por como soy.

 

—Michele, han sido bellos estos años.

 

—Pero han sido duros. —Michele giró su rostro y a pesar de estar mirando su propio cuerpo, pudo ver en los ojos del otro, esa calidez y ese amor, que solo Emil podía mostrar. —Seung Gil dijo que te esperará, que dejará que te tomes tú tiempo.

 

—Mickey, no es lo…

 

—¿Es más cálido que estar conmigo? —una sonrisa melancólica se formó en su rostro. —Siempre pensé que me amabas como era, pensé que jamás te molestaría mi mal carácter, pero en realidad soy un puto asco de persona.

 

—Mickey no es…

 

—Cuando te veía patinar, cuando te veía en la pista, sentía tanta envidia, cuando te veía con mi hermana y me daba cuenta que por mucho que lo intentase, nunca llegaría a volver a estar a tú lado, todo a mi alrededor se volvía gris, era como si no pudiese conmigo mismo.

 

—Mickey, nunca me lo dijiste…

 

—nunca he sido bueno para decir todo lo que pienso, menos lo que siento.

 

—Michele.

 

—Te amo…—Mickey dejó salir la frase, simplemente, como si fuera algo que llevara años escondiendo, algo que llevaba años guardando como el más profundo de sus secretos. — te amo, como nunca he amado nada en la vida, te amo y tengo tanto miedo, nunca había amado a nadie y ahora te estoy perdiéndote, cuando Sara decía que no sabía amar, que no dejaba vivir a la gente, tenía tanta razón, no merezco nada…

 

—Mickey basta, no te hagas esto…

 

—Tengo que hacerlo, tengo que superarme, cuando volvamos a nuestros cuerpos, tomaras tus cosas y te marcharas y yo tendré que quedarme aquí, con los recuerdos, con mi estupidez…

 

Emil no soportó escuchar a Michele tan quebrado, así que simplemente pegó sus labios con los de su ahora ex pareja.

 

Ambos estaban sorprendidos, pero simplemente se dejaron llevar por los labios del otro, comenzaron a profundizar el beso, mientras sus cuerpos se dejaban caer sobre el sofá.

 

El aire comenzó a faltarles, logrando que ambos se dieran la distancia pertinente, pero ninguno de ellos dijo nada, así que simplemente se dejaron llevar por el momento, volvieron a profundizar el beso, mientras las ropas comenzaron a incomodad.

 

Ambos dejaron las ropas a un lado, mientras los besos bajaban desde los labios a su cuello, sus pieles quemaban bajo la poca ropa que les estaba quedando, así que simplemente, rodaron por la alfombra retomando los viejos tiempos.

 

No perdieron el tiempo, ambos estaban acalorados, perdidos en los cuerpos del otro, en como los contactos se volvían tremendamente desconocido.

 

Emil pudo sentir las relaciones de Michele, en como todo su cuerpo parecía estar perdidamente enamorado de él.

 

—Nunca comprendí como era que tú cuerpo reaccionaba a mí, pero ahora, tu piel, tu corazón, cada latido parece estar gritando mi nombre…— el checo estaba perdido, recordando en cuantas veces había amado el mismo cuerpo frente a sus ojos.

 

—Cada parte de mi te pertenece Emil, eres el único que realmente me conoce, el único que realmente sabes cómo mi cuerpo se pierde contigo.

 

Emil continúo jugando y besando, su propio cuello, moviéndose y acariciándose, cada vez un poco más.

 

Ambos se corrieron, dejaron salir un grito de gusto y satisfacción. — Gracias…— Michele susurró, cerrando los ojos y rodeando el cuerpo de Emil entre sus brazos. —Ahora entiendo lo maravilloso que es rodear a quien amas entre tus brazos.

 

Emil volvió a abrir los ojos, notando como la habitación había quedado en completo silencio y que la luz había bajado visiblemente. —¿Qué hora…—no terminó la frase, notando como su cuerpo había vuelto a la normalidad? — Mi cuerpo, Mickey…—pero no había nadie a su lado, así que el rubio, simplemente se acomodó, tratando de acostumbrar sus ojos a luz. —Michele…

 

—Volvimos a nuestros cuerpos…

 

—Así es…— Emil rodeo el cuerpo del más bajo, se había puesto solo los vaqueros, dejando su torso completamente desnudo.

 

—Fue una maravillosa despedida, Seung Gil es afortunado, tiene a su lado un hombre maravilloso…— Michele dejó las lágrimas bajar por su rostro.

 

—No quiero a Seung Gil, tiene pareja, esta perdidamente enamorado. —Emil giró el cuerpo de au pareja y agregó. — Leí los mensajes, nunca me dijiste que te sentías solo o que tú pierna dolía tanto.

 

Michele se sonrojó, pero no se alejó, por una vez, simplemente quería ser honesto con él otro. — nunca había amado a nadie, solo Sara había representado el amor en mi vida, tú llegaste un día y simplemente volviste todo en mi vida una locura.

 

—Bueno, solo quería estar contigo, soy un niño malcriado.

 

—Emil, no me dejes, no podría seguir con todo, si no estás a mi lado…

 

—No quiero irme, no quiero marcharme de tú lado, solo quiero que seas más honesto, que me demuestres que me quieres.

 

—No te quiero, te amo…—Michele dejó un suave beso en los labios del otro y agregó. — por ti cambiaría todo, para que estés siempre a mi lado.

 

Emil sonrió agradeciendo, si bien no tenía idea que había pasado, ahora tenía todo de Michele y esperaba que eso durara mucho tiempo más.

 

 

FIN

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer 


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