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Mío por Momoka Yuuki

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Notas del fanfic:

¡Hola! Nuevamente con una corta historia de dos capítulos.


Planeaba hacerlo un one-shot, pero empezo a salir demasiado largo que decidí partirlo en dos partes :3


Siento que el resumen que estoy empleando ya lo había leído en algún otro lado, sí es así me disculpo de antemano con esa personita y si es posible me gustaría que me lo hagan saber para cambiarlo.


Esta idea ya la tenía plasmada de años, solo que era con una pareja heterosexual con personajes "originales", pero por mi amor al MadaNaru, decidí mejor hacerla en su honor :D

Notas del capitulo:

Los personajes son y serán siempre de Masashi Kishimoto, solo la historia es de mi autoría.


Posibles faltas de ortografía y redacción.


Espero y les guste y los invito a leer!!!

Resumen:

La primera vez que lo vio, quedó prendado de su belleza, la segunda vez que volvió, empezó a sentir la obsesión de contemplarlo cada segundo del día y la tercera vez que lo encontró, decidió que él sería solamente suyo.

Mío

I

Uchiha Madara había terminado una de sus tediosas reuniones empresariales con éxito, aunque lo único que difería en ello, es que su estado de ánimo dictaba a estar casi al límite de perder la cordura, ya que esa reunión en particular había sido una de las más estresantes y difíciles que había manejado a lo largo de su carrera, más que nada por la terquedad del segundo al mando de las empresas Senjû.

En la privacidad de su automóvil se permitió soltar un largo y pesado suspiro que, aunque más que eso había sonado como un quedó gruñido de advertencia. Necesitaba un momento de paz y tranquilidad, decidiendo por esta ocasión conducir el mismo su auto y dirigirse a una zona que muy pocas veces frecuentaba por su “imagen empresarial”, importándole poco o nada en ese momento lo que la gente fuera a pensar del gran magnate de las empresas Uchiha.

Divisando a la cercanía una pequeña plaza comercial, tomó la decisión de ir a adquirir sus alimentos del día para después regresar a su monótona rutina.

Era un miércoles por la tarde y como era de suponer no habría tanta gente frecuentando un lugar como aquel, aunque le fue inevitable atraer la atención de la gente que trabajaba o acostumbraba el sitio. Con arrogancia, Madara esbozó una sonrisa e ignorando los suspiros que las féminas le lanzaban y las miradas de admiración que otros le dedicaban, llegó a la sección de comida rápida, aspirando los diversos olores que desprendía cada puesto y recordando sus tiempos de rebelde juventud. Sin decidirse todavía por qué comer, tomó asiento en una de las mesas disponibles.

Ensaladas, comida tradicional, pizzas, hamburguesas, buffet y más comida chatarra era la que ofrecían, sin decidirse realmente por cual consumir. Al parecer no había sido buena idea ir a aquel lugar. Uchiha volvió a recorrer con la mirada cada local, deteniendo su minucioso análisis al quedar prendado en una persona que justo en ese momento se ponía en el área de cajas de aquel famoso puesto de hamburguesas.

No supo que fue lo que lo impulso a levantarse de aquella silla y dirigirse hacia aquel local de alto contenido calórico, pudo haber sido la brillante sonrisa de dientes blancos que dedicaba aquel joven a cada uno de sus clientes o aquellos azules ojos que parecían brillar con cada gesto de finita alegría que mostraba o simplemente porque en ese mismo instante su estómago le pidió una hamburguesa. Con un caminar elegante y pausado, se encaminó a hacer su pedido.

— ¡Muy buenas tardes señor, bienvenido a Burger K, ¿Qué va a ordenar? — dijo el jovencito de tez morena y cabellos rubios, que con una sonrisa recitaba aquellas palabras a cada uno de los comensales.

Madara quedó aún más maravillado al escuchar la melodiosa voz de aquel muchacho, que pudo identificar como “U. Naruto” al leer el gafete que portaba. Estar así de cerca le permitió contemplar más de cerca aquellos zafiros, mismos de un azul tan brillante, intenso y profundo como el mar, aquel cabello rubio que con solo verlo sabías que era natural, esa exquisita piel de un color bronceado que parecía tan suave al tacto, tentado a comprobar que tan cierto era, y aquellas singulares marcas sobre sus mejillas le hacían adquirir una expresión tierna y felina.

— El paquete más completo que tengan — dijo, al reparar en su distracción y que el chico de bellos ojos azules se había empezado a sentir intimidado con su presencia.

Y como aquel proceso lo dicta, le entregaron su comprobante de pago y espera, tomando ahora asiento en un lugar más cerca para contemplar al muchacho de brillante y cegadora personalidad, deseando aspirar el perfume que portaba o si quiera su olor natural, para corroborar que no solo era exquisito físicamente. Se marchó hasta que hubo consumido la última borona de pan, anotando mentalmente en su agenda una muy próxima visita a aquel lugar.

II

Había pasado ya demasiado tiempo desde que había obtenido un día libre, libre de juntas, de llamadas telefónicas, papeleo y demás actividades. Su agenda para aquel día estaba en blanco, aprovechando para ir a la oficina solo a comprobar que todo estuviera en orden y ausentarse por el resto de la tarde.

Sus allegados, mismos con los que compartía la mayor parte de sus actividades diarias, se sorprendieron de que el gran magnate, Uchiha Madara haya abandonado su costosa silla de cuero para ir a explorar el mundo fuera de las paredes de aquel imponente edificio, si las ocasiones que llegaba a suceder algo similar, el azabache se quedaba hasta ver que los engranes de la producción hayan encajado con total eficiencia para aquel día.

Ignorando las caras de asombro y los rumores que empezaron a recorrer por los pasillos, Uchiha se despidió de todos para no volver a verlos hasta el día siguiente.

El reloj marcaba las 11:00 horas de la mañana, horario en que la actividad de aquella plaza comercial empezaba a hacerse presente. Caminaba con paso tranquilo, mirando sin realmente mirar cada uno de los locales comerciales que exhibía su mercancía de la manera más esplendida para atraer la atención del consumidor. Observo con detalle como algunas personas con traje, se detenían en un puesto de donas a consumir, imitando aquel gesto para no ser tan obvio con sus intenciones para aquel día. Una vez adquiridas un par de donas y un vaso de café, Madara tomó asiento cerca de aquel puesto de hamburguesas.

Y lo vio.

No había investigado nada del muchacho, salvo lo único que pudo recabar de aquel día, su nombre. No esperó verlo de nueva cuenta, no después de casi tres meses en el que estuvo encerrado resolviendo varios pendientes y adelantando sus labores para obtener su tan ansiado día. Y vaya que había valido la pena.

Aquel joven de nombre Naruto era la persona perfecta. Las sonrisas que le dedicaba a la gente, la pureza y la verdad que reflejaba aquella mirada y la dedicación que le otorgaba a su trabajo. Con tranquilidad y sin ninguna prisa se terminó sus donas, dejando aquel intento de café sobre la mesa.

Se perdió en los agiles movimientos que realizaba el muchacho, las palabras que emitía de tanto en tanto con sus colegas de trabajo y esa mirada traviesa que complementaba el brillo de su persona, notando así que ya habían transcurrido más de cuatro horas sin moverse de aquel incomodo lugar. Con elegancia y con cierta pereza, se levantó para pedir su respectiva orden.

— ¡Hola señor, muy buenas tardes ¿Qué desea ordenar?! — su semblante mostro un deje de seriedad e ira, misma que trató de ocultar al ser atendido por una curiosa muchacha de cabellos rosas, jovencita que no se había percatado de su malestar y le dedicaba una sonrisa.

— El paquete más completo que tengan — volvió a pedir como la vez anterior, con voz grave, misma que saco un notable sonrojo en la chica y asentía para darle el número de su orden.

Repitiendo el procedimiento de la vez pasada, Madara tomó asiento, sin apartar la vista del chico de cabellos rubios que en ese momento estaba apoyando en el área de elaboración, sonriendo gustoso al recibir su orden de parte del joven.

“Buen provecho” fueron las palabras que le dirigió, saboreando cada letra y volviendo a mirar cada uno de sus movimientos. Una irónica y burlesca sonrisa se dibujó en sus labios, burlándose de sí mismo en reparar en su actual posición, la de un acosador y, en el peor de los casos y en el punto de vista “juvenil”, parecía una colegiala enamorada, viendo a la distancia al chico que le gusta. En ese instante se sentía como las féminas que andaban tras de él.

Y el tiempo siguió transcurriendo, reconociendo al fin que no se cansaría jamás de verlo, admirarlo, contemplarlo. Ansiaba saber todo de él, desde su apellido hasta cada uno de los detalles más irrelevantes de su vida. Se marchó de aquel lugar hasta que el joven se perdió de su vista, suponiendo que era la hora en la cual Naruto salía a comer.

III

Uzumaki Naruto, un joven universitario de veintidós años de edad. Estudiante en la facultad de pediatría. Vive con sus padres, Namikaze Minato y Uzumaki Kushina ambos padres trabajadores, siendo el primero el segundo al mando de la estación de policía y la madre, enfermera del hospital general de la ciudad. El joven no presenta problemas de drogadicción o algún tipo de vicio, es buen estudiante y trabaja jornadas parciales en un puesto de hamburguesas.

Esa fue la información que recabo, haciendo un rápido estudio de la persona que hubo llamado más que solo su atención, aceptando así que había adquirido una rara obsesión con Uzumaki, deseando tenerlo en ese justo instante a su lado. Para su próxima visita, esperaba tener al menos un acercamiento más al de solo un comensal.

Aquel día la plaza estaba atiborrada de gente, aunque era de suponer al reparar en el día de la semana y la hora. Pero necesitaba verlo, oír de nueva cuenta su voz y contemplar de cuando en cuando aquella mirada color mar. Deseaba saber todo acerca de aquel joven por su propia boca, no gracias a un investigador privado ya que, de esa manera, todo perdía su encanto.

— Una hamburguesa pequeña y un vaso de refresco del mismo tamaño — ordenó Madara, una vez que le hicieron la pregunta de siempre, siendo atendido de nueva cuenta por la muchacha de cabello rosa.

Una vez con su orden en mano, tomo el lugar de siempre.

Los lugares concurridos no eran sus favoritos, pero había valido la pena ya que pudo al menos verlo, aunque en esta ocasión no haya cruzado ni una sola palabra. Terminó con su alimento, si es que así se le podía llamar a esa pequeña hamburguesa con exceso de grasa, observando como el muchacho se despedía y hacía ademanes a sus compañeros, acompañado siempre de una sonrisa. Sin pensarlo, se levantó para empezar a seguir al joven de blondos cabellos.

Madara no se sorprendió, ni su inmutable semblante se vio modificado al presenciar aquella escena en la que la mayoría de personas hubieran hecho un escándalo o parecieran ver todas sus ilusiones destrozadas en segundos, no. Ver a su rubio, tomando de manera delicada la cintura y propinándole un tierno beso a una jovencita de oscuros cabellos y piel blanca, para después separarse y dedicarle una boba sonrisa enamorada, solo aumentó su deseo de quererlo, de poseerlo, de hacerlo suyo y que este no fuera de nadie más.

No se consideraba un romántico, ni un caballero de telenovela para conquistar el corazón de su persona amada con detalles y por más cursilerías, lo llegó a considerar, si es que el menor estuviera soltero, pero dada la nueva información adquirida y su insana obsesión por poseerlo y que le prestara atención a él y solo a él, lo orillaron a formar uno de sus más retorcidos planes.

Dando la media vuelta, metiendo ambas manos en los bolsillos de sus pantalones color negro y esbozando apenas una pequeña sonrisa, empezó a formular los pasos para llevar a cabo su plan.

— ¡¿Dónde diablos te has estado metiendo según tú, tus días libres?! — esa fue la severa exclamación y pregunta que le lanzó su hermano menor Izuna al verlo entrar tan tranquilo a su oficina — te he estado tratando de localizar en todo el maldito día y ni señales de tu presencia — bufó fastidiado el menor, fulminándolo con la mirada.

— Investigaba — levantó los hombros despreocupadamente, dirigiéndose a su silla y tomando asiento — a fin de cuentas, es mi día libre — sonrió jocoso, acomodándose correctamente en su lugar.

— Pero eso no te da derecho a desaparecerte por completo — dijo Irritado, lanzando al escritorio una carpeta — padre está desesperado por saber que fue de tu prometida — se cruzó de brazos, esperando respuesta.

— Fácil, esta con el amor de su vida — agregó Madara, sin deshacer el gesto de burla de sus facciones y leyendo el contenido de aquella carpeta — no le encuentro ningún sentido que preparen e inviertan en esta ceremonia si, al fin y al cabo, Mito jamás se va a presentar ¿acaso no entendieron lo que te acabo de decir?

— ¿Acaso no sientes atracción por nadie? — cuestiono incrédulo el menor de los Uchiha — si escogieron a Mito como tu prometida fue porque parecías levemente interesado en ella.

— Claro que siento atracción por las personas hermano, simplemente que el indicado todavía no había aparecido frente a mi campo de visión — un extraño brillo se suscitó en sus ojos — solo aguarda pacientemente.

Izuna no agregó ni comento nada, solo se limitó a arquear una ceja, tratando de comprender aquel indescifrable gesto que estaba componiendo su familiar, esperando que nada malo saliera ahora de lo cual estuviera planeando el mayor.

IV

No podía dejar de pensar en las palabras que con tanta emoción y añico había soltado su querida y mejor amiga Sakura Haruno. No es que estás fueran de suma importancia o intrigantes en el peor de los casos, no, simplemente que el solo hecho de mencionar el nombre del reconocido magnate de las empresas Uchiha y tratar de encontrarle sentido a las tres visitas que ha hecho a su puesto de trabajo, era algo que cuestionarse.

“A lo mejor simplemente se aburrió de la comida de conejo, esa que siempre comen los ricos” fue una de las mejores frases que su amigo Kiba pudo haber dicho, sacándole una risa y cierta sensación de felicidad y tranquilidad a todos los que laboraban ahí. Aunque su amiga de cabellos rosas y brillantes ojos color jade, no dejara de alardear el atractivo del hombre y lo varonil y ronca que era su voz.

“Aunque tiene razón” fue el pensamiento que Naruto soltó con naturalidad, sin negarse ni avergonzarse de la realidad, si él hubiese sido una chica tenía por seguro que andaría igual que su estimada amiga. Soltando una risa ante sus pensamientos, se dirigió a la salida de aquella plaza comercial, ya que había terminado de adquirir lo necesario para pasar una inolvidable cita de su primer aniversario con su linda y tierna novia, Hinata Hyûga.

La emoción y la felicidad eran más que evidentes en cada gesto corporal, siendo la más notoria, aquella sonrisa enamorada y emocionada que dibujaban sus labios. Tanta era su emoción, que sin percatarse se había encerrado en cada uno de sus pensamientos y planes para que el día siguiente fuera un día perfecto y en el cual posiblemente ambos se animaran a cruzar aquella línea que se negaban a traspasar recelosamente, sin ser consiente que alguien venía siguiéndole de cerca.

Tarde fue que se dio cuenta.

Naruto detuvo su andar abruptamente cuando un auto completamente color negro y cristales polarizados se cruzó bruscamente en el camino, deteniéndose e impidiéndole el paso. Con el ceño fruncido y lanzando una maldición, Uzumaki rodeo el vehículo para continuar su andar, ignorando como una de las puertas traseras eran abiertas y era bruscamente jalado hacia el interior del automóvil, mientras ponían sobre su rostro un paño húmedo e iba perdiendo poco a poco la conciencia.

Lo último que logro vislumbrar fue una larga cabellera color azabache antes de perderse en la oscuridad.

— ¡Estás loco! — exclamó Izuna al observar bien al joven de rubios cabellos — ¿Dime que solo estás jugando? — el tono de su voz salió cansado, pero no sin cierta preocupación. Al ver que el serio semblante de su hermano mayor no cambiaba en nada, fue que se dio cuenta que iba en serio — No me jodas Madara, ¿no te das cuenta en los problemas y escándalos a los que podemos estar expuestos? ¡con esto nos vamos a la quiebra, seguro! — alzó la voz, alterado y más aún al ver tan tranquilo al causante de todo.

— Y por ello mismo, no vas a decir ni una palabra de esto — dictaminó serio, ignorando la severa mirada que le dirigía el menor a través del retrovisor — me delatas y te hundes conmigo — su mirada y su voz tan frías, que noto el estremecimiento en el cuerpo de su familiar y como agachaba la cabeza, evitando cualquier contacto.

Izuna gruño en señal de impotencia, más en reparar en la sonrisa complacida que dibujaba su hermano mayor mientras acariciaba con cierta dulzura el rostro del inconsciente muchacho y notaba perversión en su mirada. “Pensé que solo me ibas a mostrar a distancia a la persona que había captado por primera vez tu atención, no que me fueras a involucrar en esto” soltó un corto suspiro, sin desviar la atención del camino y vigilando cada uno de los movimientos del mayor “me gustaría arruinar tus planes, pero eres capaz de hacer algo peor, no por ello eres una de las personas más peligrosas del país” apretó el volante, sin dejar su tarea de conducir “lo siento, joven” aunque le hubiera gustado habérselo dicho cuando el muchacho estuviera consiente y no en sus pensamientos mientras veía como eran besados sus labios con delicadeza.

V

Todo le daba vueltas, un punzante dolor en su cabeza y la iluminación que captaban sus irises le hacían difícil la tarea de tratar de reconocer el entorno en el cual se localizaba. Naruto solo recordaba el haber perdido la conciencia luego de que un vehículo se atravesara en su camino.

De un salto se levantó de aquella suave y acolchonada superficie, ignorando el mareo y vértigo a los que se vio sometido por tan brusca acción, dándose cuenta apenas de su situación actual, empezando a sentir el miedo por hallarse envuelto en una situación de secuestro, aunque se le hizo más que extraño el no estar sometido como en la mayor parte de los casos.

Sentándose en la orilla de lo que apenas se percató era la cama, se dedicó a contemplar y observar con detenimiento su lugar de encarcelamiento.

Se encontraba en un cuarto que apenas estaba levemente iluminado, con paredes de una tonalidad pulcramente blanca y con un gran ventanal que estaba cubierto por una cortina color chocolate. Sin importarle analizar más de aquella pulcra y aparentemente ordenada habitación, Naruto con paso tambaleante se puso de pie, dirigiéndose a lo que podía considerar su única salida de escape, ampliando una sonrisa al irse acerando a su nuevo destino. Con cierta torpeza recorrió las pesadas cortinas, deshaciendo aquel gesto de alegría por una de asombro y temor, dando un par de pasos hacia atrás y dejándose caer de sentón al suelo, notando apenas que este estaba alfombrado.

¿Dónde estoy?” fue la primera cuestión que surco en su mente, “¡Es imposible escapar!” pensó con frustración y agonía, recordando la temible altura a la que se encontraba aquella habitación que en ese momento se convirtió en su cárcel, además de que, observando la lejanía, no se podía ver nada salvo flora y un tramo de lo que imaginaba era una carretera.

Volvió a mirar la habitación, notando ahora que la cama en donde estaba anteriormente acostado era enorme, en donde a su lado reposaba un buró con una pequeña lámpara y un despertador, fijándose que apenas eran las 19 horas del día. Justo frente a la cama, pudo apreciar un par de brillantes puertas de roble, suponiendo que este era el armario, justo al lado había otra puerta, con acabados finos y de un color café oscuro. Poniéndose nuevamente de pie, camino hacia esa puerta, con la curiosidad de averiguar que había ahí dentro. Naruto estaba a nada de tocar el picaporte cuando escuchó como se desactivaba un seguro a sus espaldas, con precaución dio media vuelta, notando como otras de las puertas se iba abriendo y veía a un reconocido hombre cruzando por la misma.

— Uchiha Madara — dijo apenas audiblemente, notando como el hombre se mostraba complacido con que supiera aparentemente de él y notando como cerraba la puerta tras sus espaldas sin moverse casi nada de su posición.

Naruto trataba de mostrarse seguro y desafiante ante aquel hombre, aunque por dentro sentía su corazón bombear estrepitosamente y un inexplicable miedo lo invadió al ver la bruna mirada recorrerlo con detenimiento. Sus pupilas vibraron al notar como el alto de hombre de larga cabellera azabache ser acercaba a paso tranquilo hacia su dirección, sin deshacer aquel gesto de prepotencia y deleitándose con cada uno de los gestos que componía.

— Tan hermoso — fueron las primeras palabras que pronuncio Madara al estar ya delante de aquel joven de rubios cabellos, mismo que tenía la espalda pegada en la puerta de baño y le mirada fijamente a pesar de que se evidenciaba claramente el temor que sentía — mi Naruto.

El nombrado frunció el ceño, no pudiendo replicar nada cuando el mayor tomo con cierta brusquedad su mentón y besaba apenas fugazmente sus labios, dejándolo anonado y con un sinfín de emociones antes de que estás se transformaran en autentico enojo.

— ¡Pero ¿qué cree que hace?!  — exclamo enfadado, empujándolo por el pecho y llevándose el brazo a la boca, limpiando y tratando de deshacerse de aquel cosquilleo sobre sus belfos — ¡yo no soy de usted ni de nadie!

— Eso veremos — a pesar de que jamás había dejado que nadie le levantara la voz y cuestionara sus acciones, salvo su hermano menor Izuna, Madara se veía divertido con la situación, deleitándose con el miedo que le estaba produciendo al joven, joven que trataba de ocultarlo y encararlo, logrando así que quedara más fascinado con él — ten, toma esto — de uno de los bolsillos de su pantalón de algodón color negro, saco un par de pastillas, extendiéndoselas al muchacho para que las tomará.

De un manotazo, Naruto las aparto, sin importarle la dura mirada que le dirigió Uchiha. Seguía sin entender que era lo que hacía allí y mucho menos cual era el objetivo de aquel famoso empresario el tenerlo ahí encerrado. Aún se sentía un tanto débil, así que no dejo su lugar en la puerta, no era tan tonto como para enfrentar al hombre en su estado actual, además de que no estaba seguro si sería capaz de burlarlo aun si estuviera en óptimas condiciones.

— ¡¿Qué quieres conmigo?, ¿acaso no sabes quién es mi padre?! — cuestionó, alzando la voz y tratando de verse seguro e intimidante, seguridad que se fue en pique cuando noto el gesto burlesco que compuso el mayor y caminaba de regreso a la puerta de entrada, percatándose de un vaso con agua que reposaba en el suelo, mismo que el azabache tomó y volvía con él.

Naruto veía atento cada movimiento, sin saber realmente que pretendía Madara, al parecer poco le importaba meterse con el hijo del segundo al mando de la estación de policía. Observo como Uchiha se metía a la boca las pastillas que anteriormente hubo rechazado, luego le daba un sorbo al vaso de agua y se acercaba íntimamente a él. Tarde reacciono cuando Madara le tomó del mentón nuevamente y apretándole con los dedos la mandíbula le obligaba a abrir la boca, juntando sus labios y haciéndolo tragar aquellas dudosas tabletas. Volvió a empujarlo, mientras tosía por tan brusca acción.

Madara dio unos pasos atrás y sonrió complacido, sin dejar de mirar al menor y como a pesar de no dejar su lugar en la puerta le miraba desafiante y exigiendo explicaciones. Esos ojos tan azules, tan brillantes reflejaban miedo, pero también terquedad y una gran determinación, algo que hizo que su excitación empezara a crecer.

— Sé quién es tu padre — dijo, mientras se dejaba caer en la cama y recargaba la espalda en la cabecera — Minato Namikaze ¿o me equivoco? — una ladeada sonrisa dibujo — también sé quién es tu madre — quería reír por la sorpresa y el pánico que mostraba su rubia adoración, pero no, se lo quería ganar, no que le repudiara — así que si piensas que estás a salvo porque tu padre es el segundo al mando del cuartel, te equivocas. La policía y mayor parte de la milicia está a mi cargo — su tono de voz era tan tranquilo que pareciera que todo lo que decía carecía de importancia.

— Entonces, ¿qué hago aquí? — su voz sonó temerosa, además de que empezaba a sentirse mareado y cansado — ¿qué es lo que quieres conmigo?

— Te quiero a ti — le miró fijamente, asegurándose que viera la seriedad de sus palabras, ampliando más esa sonrisa cuando noto incertidumbre en el menor — te deseo, Naruto Uzumaki — volvió a repasar con cierta perversión el cuerpo ajeno, notando la incomodidad que le generaba al blondo — la primera vez que te vi, pensé que eras realmente hermoso; la segunda vez que volví pensé que me había obsesionado de ti y la última y tercera vez que te vi, decidí que ibas a ser completamente mío — su voz había sonado ronca, grave y seductora que sin poderlo evitar, a pesar del miedo que recorría fervientemente su sistema, Naruto se sonrojó.

Naruto se dejó caer en el suelo, deslizándose por la puerta al sentir que sus piernas no podían aguantar más su peso. Vio como Madara se acomodaba en la cama y esperaba paciente al parecer una reacción suya, cayendo en cuenta que esas pastillas que le obligo a tomar eran un potente afrodisiaco, más que nada por la excitación que empezaba a sentir.

— ¡Ja-más voy a ser tu-yo! — protesto entre cortado, apretando los puños al no notar alguna otra expresión en el azabache, salvo esa cínica sonrisa — ¡yo solo le pertenezco a Hinata!

Una gutural risa emergió de la garganta de Uchiha, alterando más al menor que jadeo al escuchar tal sonido — eso veremos, pero serás tú quien se entregue a mí.

La mirada que le dirigió Uzumaki le dejó más que complacido y deseoso, aguardando fervientemente a que su rubia adoración se entregara a los placeres carnales que él estaba dispuesto a darle y en el proceso, entregarse mutuamente su corazón.

Naruto vio como Madara sacaba un pequeño libro del buró, mientras se acomodaba más plácidamente sobre la cama y se disponía a leer. Se sentía tan impotente, ese hombre estaba haciendo lo que quería con él sin haberle hecho nada todavía, salvo darle aquellas tabletas que ya empezaban a surtir efecto con mayor potencia.

¿Qué tenía él para haber llamado la atención de aquel apuesto y varonil hombre?” pensó, sin avergonzarse por haberlo catalogado de ese modo, ya que desde hace tiempo había aceptado abiertamente su bisexualidad, además de que cuando su amiga Sakura hablaba maravillas de aquel varón, le había dado la razón.

La erección dentro de sus pantalones ya estaba empezando a dolerle, además del inmenso calor que estaba empezando sentir, haciéndosele insoportable y estorbosa la ropa que llevaba puesta. Su respiración se encontraba agitada y a pesar de su vulnerable estado hacía todo lo posible para contenerse y evitar tocarse, no le daría la satisfacción a aquel sujeto de cumplir una de sus morbosas fantasías.

— Adelante, si quieres masturbarte puedes hacerlo — con un tono juguetón que rallaba en la burla Madara sin dirigirle la mirada y muy ajeno a lo que hiciera el menor, le dirigió esas palabras, escuchando solamente un bufido como respuesta, sonriendo ampliamente y dejando aquel libro sobre el buró.

Uchiha sabía sobres sus propios encantos y percibía, más que nada por puro instinto, que al menos físicamente no le era indiferente al menor. Le dedico una de sus sonrisas más seductoras, sin dejar de contemplarlo, abriendo con suma lentitud los botones de su camisa blanca de lino, dejando al descubierto su torso, deleitándose por el severo sonrojo del blondo y como escuchaba algo parecido a un jadeo. Palmeando sobre la cama, le estaba haciendo una invitación.

Mientras tanto, Naruto trataba inútilmente de imaginar en una situación demasiado sugerente a su bella novia, fallando rotundamente al no ver nada más que su inocente aura. Trato de imaginar a las sensuales y voluptuosas chicas de las revistas que recelosamente guardaba debajo del colchón, frustrándose al no poder mantener esas imágenes más de diez segundos en su cabeza, trato de hacerlo con aquellos guapísimos chavos de la televisión y aquellos galanes de telenovela, pero ni uno le hacía justicia al semejante hombre que estaba frente a él, mostrando sus bien marcados pectorales y un bien trabajado abdomen, mismo que estaba ansiando tocar.

Echo la cabeza hacia atrás, golpeándose a propósito en la puerta, como era que estaba justamente pensando en acercarse a aquel sujeto, si era un peligro para su integridad. Y como si aquel golpe le hubiese hecho un clic en su cabeza, razonó que la puerta en la cual se encontraba recargado era la del baño. Recobrando un poco más las esperanzas, con sumo esfuerzo empezó a ponerse de pie, con la determinación de que al menos en aquel lugar podría liberarse sin temor a que fuera a pasarle algo y que deseara ver más de aquel blanco y fuerte torso. Lastimosamente su plan se vio arruinado al tener a aquel excéntrico hombre parado frente a él.

— Tardaste demasiado en darte cuenta — sonrió divertido Uchiha — tuviste una grandiosa oportunidad de haberte puesto a “salvo” en el cuarto de baño — ironizó, acercándose más al rubio que hacía todo lo imposible para mantener distancia — admiro tu determinación y arrogancia — sonó sincero, aun sin deshacer aquella mueca de su rostro — otros ya estarían suplicando y agonizando…

En el mismo instante en que Madara se había acercado a él y había aspirado aquella varonil colonia a maderada, todos sus sentidos se alteraron. Naruto nada más veía como Uchiha movía los labios, diciéndole quien sabe qué cosas o hasta a lo mejor divirtiéndose con él, ya poco le importaba, lo único que tenía en mente es que esos labios que se movían lentamente se unieran a los suyos, relamiéndose los propios en anticipación y aspirando profundamente aquella fragancia.

Madara se dio cuenta del estado en que se encontraba Uzumaki, acercándose aún más a él. Su pequeño rubio estaba poco a poco cediendo, esa respiración irregular, el cómo se remojaba los labios constantemente y que no le apartara la mirada ni le viera desafiante era signo más que evidente de que el menor le deseaba. Sin esperar a que el blondo se animara a dar el primer paso (sabiendo que probablemente tardaría más en hacerlo), junto sus labios toscamente con los contrarios.

Naruto soltó un largo suspiro una vez que la boca contraria se estampo en la suya, acción que aprovecho el mayor para colar la lengua dentro de su cavidad. Nunca había sentido un beso de esa intensidad, de esa magnitud, uno en donde la lengua del azabache recorría con añico lo que se cruzaba por su camino, chupando también la suya e incitándolo a participar de la misma manera. Sus piernas empezaron a temblar, haciéndole aún más imposible la tarea de estar de pie, agarrando fuertemente con las manos la camisa del moreno y sintiendo como este le sujetaba por la cintura, profundizando aún más el contacto.

Un hilillo de saliva era lo que los unía una vez que se hubieron separado. Madara veía fascinado al menor, deleitándose con el sonrojo de su cara y esa mirada cargada del más puro deseo. Por otro lado, Naruto ansiaba que el mayor lo tocara, que le hiciera sentir tan increíble, así como ese excepcional beso.

Levantándolo apenas unos centímetros del suelo, Madara se dirigió a la cama con el menor en brazos, recostándolo con cuidado sobre el colchón y deleitándose con la vergüenza y frustración que mostraba su mirada.

— No-me-ha-ga-na-da-por-fa-vor —suplicó con esfuerzos, apretando los puños con fuerzas, tratando de coordinar los deseos de su cuerpo con los de su mente.

El azabache no respondió, solo se inclinó para barrer suavemente los labios del más chico, obteniendo un suspiro entrecortado y que este terminara de completar el ósculo.

El beso aun fue más demandante que el anterior, consumiendo todo el aire dentro de sus pulmones, sintiendo también como el mayor colaba sus firmes manos bajo su playera, acariciando su costado y erizando cada célula de su piel. Cuando sintió que ya le empezaba a faltar el aire, Madara descendió a su cuello, besando y lamiendo toda su extensión, disfrutando del contacto y ladeando la cabeza para cederle más espacio. Dio un respingo cuando el moreno con ambos pulgares empezaba a estimular sus tetillas, empezando a producir sonidos que le resultaban sumamente vergonzosos.

— No… — gimió, tratando de negar que aquel contacto lo estaba disfrutando. Naruto sabía que era el efecto de aquellas pastillas que hacían que aceptara de esa forma el mancillar de su cuerpo, además de que siempre a pesar de que sonara ridículo y cursi, deseo que su primera vez fuera especial.

Estaba empezando a amar la fuerza de voluntad de aquel muchacho, que a pesar de ya haber caído desde hace un buen rato en los efectos del afrodisiaco aun mostraba algo de voluntad para negarse. “Probablemente lo estoy violando” pensó por un instante, sin realmente mostrarse afectado “Pero sé que pronto terminara aceptándome por completo” sonrió, mientras chupaba debajo del lóbulo de la oreja izquierda y con sus manos seguía recorriendo toda la piel a su alcance.

— Eres exquisito — susurró ronco en su oído, escuchando un corto gemido — eres irresistible — lo levanto un poco, quitándole por completo la playera color naranja, dejando todo su torso al descubierto, admirándolo solo por unos segundos antes de bajar su boca y succionar una de aquellas erectas tetillas.

Naruto arqueo su espalda, cayendo de nueva cuenta sobre el colchón y disfrutando el tacto al que era sometido. Sus manos apretaban las sabanas color blanco, tratando de canalizar el placer y la ira hacia su propio ser al andar disfrutando de aquellas atrevidas acaricias, mismas que se deslizaban a una zona más íntima, ansiando que aquella gran mano no tardará en llegar hasta ahí.

Se alternaba entre un pezón y otro, succionándolo y dándole ligeras mordidas para después volver a chupar. Madara no dejaba su labor de darle placer al menor, para que este se diera cuenta que no solo buscaba un desfogue con su cuerpo, si no el que ambos pudieran disfrutar mutuamente de aquel acto. Miro un poco más abajo, en donde debajo de aquellos pantalones de mezclilla color negro se notaba una gran perturberancia, misma que ya había humedecido la ropa e imaginaba que ya se estaba volviendo dolorosa. Dejando las tetillas en paz, bajo con su lengua, lambiendo toda la piel y repartiendo pequeños besos en el ombligo y el vientre, mientras que con sus manos se dedicaba a desabrochar el cinturón y retirar aquella prenda.

Quedos gemidos y cortos suspiros era lo único que emitía su boca, era incapaz de decir algo más. Cada caricia, cada beso que era depositado sobre su cuerpo lo estaba disfrutando, le estaba gustando y le estaba haciendo sentir en cierta forma más querido que deseado. Apretó con más fuerza la sábana, cerrando los ojos y reprendiéndose mentalmente por ello, “¿Cómo es posible que yo sea querido por esta persona? él claramente lo dijo, me desea, no busca algo más que saciarse con mi cuerpo, solo me dio esas horribles pastillas para tenerme a su disposición” pensó aún más frustrado, derramando una lágrima de impotencia y apretando la mandíbula cuando sintió su parte inferior libre de prendas.

— ¡Ah! — fue aquel sonido el que emitió su garganta al tener su miembro rodeado por la mano del azabache, que con movimientos lentos empezaba un sube y baja lento, muy lento.  Se llevó un puño a la boca cuando sintió como su miembro era absorbido por aquella intrépida boca.

Sentía como aquel húmedo musculo rodeaba toda la longitud de su pene, absorbiendo con fuerza la punta, causando así un sonido de chapoteo constante y que se retorciera en la cama, haciéndole imposible la tarea de acallar sus gemidos. Naruto movió sus manos, posándolas sobre la cabeza azabache, tirando suavemente de sus cabellos en un inútil intento para alejarlo de su hombría, estaba a nada de correrse, haciéndolo sin oportunidad de anticiparlo y derramándose en el interior de aquella cálida boca.

Exquisito” fue el desvergonzado pensamiento que tuvo Madara al tragar toda la simiente que hubo liberado su rubia adoración. Incorporándose un poco, volvió a capturar aquellos regordetes labios en un salvaje beso, invitándolo a probar su propia esencia, sin dejar de tocar tosca y firmemente aquellas largas piernas quedando más que satisfecho con las reacciones del menor.

— Eres hermoso — dijo, con un tono de voz grave y mirando fijamente los cristalizados ojos de Uzumaki que, a pesar de encontrarse con las mejillas evidentemente sonrojadas, la respiración agitada y con las ansias de exterminar ese incesante calor, trataba de negarse a las sensaciones que producía sobre su cuerpo.

Levantándose de la cama, Madara terminó por desnudarse, todo bajo la atenta mirada del más chico que sin poder evitarlo se sonrojo al apreciar aquel bien trabajado, lampiño y lechoso cuerpo que le era exhibido, además del gran miembro que se levantaba orgulloso hacia su dirección, vergüenza que paso a miedo al imaginar lo que posiblemente iba a ocurrir después.

El mayor volvió a ponerse encima de él, volviendo a capturar sus labios, mientras que con sus manos volvía a recorrer con lentitud y sensualidad cada parte del bronceado cuerpo, quedando fascinado con las reacciones que provocaba y del como trataba aun de poner cierta resistencia.

Cuando el beso volvió a romperse, Naruto sentía cada beso y chupón que hacia Uchiha sobre su cuerpo mientras este volvía a descender, tratando de alejarlo y empujarlo con sus manos, siendo tarea imposible al sentirse tan debilitado y demasiado sensible. Sus suspiros y gemidos se le estaban haciendo cada vez más difícil contenerlos, el moreno tocaba su cuerpo con una maestría que en cada rincón en donde su tacto se colocaba, le provocaba espasmos de placer. Se dio cuenta también que al parecer los besos no le eran suficientes, ya que el llegar a su pelvis empezó a dar ligeras mordidas, bajando por los muslos y regresando a la cadera, mordidas que sacaban quejidos mezclados con gustoso dolor que era capaz de pedir por más.

Se estaba deleitando con los sonidos que el menor ya no era capaz de contener, con los estremecimientos que causaba con cada beso y la nula resistencia que ya mostraba. Madara ansiaba enterrase ya en lo más profundo y llegar a la cima del placer con su pequeña rubia adoración. Levanto un poco la cabeza, viendo como Naruto tenía los ojos entrecerrados y jadeaba en mientras sus manos estrujaban las sabanas. Abrió aún más sus piernas, percatándose de la sorpresa en el más joven, que miraba expectante su próximo movimiento. Regalándole una pequeña sonrisa, volvió a colocar su rostro en su entrepierna, pasando sobre toda la extensión de su pene la lengua hasta llegara a los testículos, mismo que besó y chupó con cierta gula, sosteniendo con sus manos aquellas fuertes piernas, evitando que estas se cerraran.

Bien, esa la podrá calificar como la mejor mamada de su vida, aunque esta sea la primera vez que le daban una. Naruto desfallecía por las sensaciones de la boca ajena en su miembro, del como esa majestuosa boca sabía tocar cada intimo rincón, volviendo a posar sus manos en aquella abundante cabellera negra con tintes azules, siendo ahora la diferencia que en esta ocasión no quería apartarlo, sino que siguiera con lo que sea que estuviera haciendo. Dio un respingo y un sonido todavía más agudo emergió de lo más profundo de su garganta cuando sintió como el mayor enterraba su lengua en aquel lugar entre sus nalgas.

Recorriendo y apretando aquellas piernas color canela y con poco vello, las subió a sus hombros, teniendo mayor acceso y visibilidad al ano de su pequeño. Deslizando con su lengua aquel contorno natural, se dedicaba a chupar e introducir un poco aquel musculo, escuchando los suspiros satisfechos y el ligero temblor de su cuerpo, además de los tirones hacia su cabello, que más que molestarle le encendía de sobre manera. Estando en aquella tarea, apretaba aquellos formados y firmes glúteos, mismos que al igual que las piernas delataban que Uzumaki practicaba algún deporte. Deslizando su mano derecha hacia el lugar en donde su boca estaba causando estragos con la lucidez del blondo, Madara aprovechando la humedad que estaba dejando con su saliva, empezó a ingresar un dedo en aquel cerrado y rosado botoncito.

— ¡Gah! — protesto el menor, al sentir lo que evidentemente era un dedo en su recto — no, e-so no — volvió a poner resistencia, era incómodo y un poco doloroso. Aunque aquello hizo que volviera a correrse, manchándose el abdomen con su propia semilla.

Aprovechando los espasmos del orgasmo, Madara ingresó otro dedo, abriendo ambos para ensanchar aquella apretada entrada y deleitándose con los leves quejidos y la respiración entrecortada del rubio. Sabiendo que le estaba resultando un poco más doloroso que en un inicio, volvió a inclinarse e ingreso de nueva cuenta aquel palpitante miembro en su boca, chupando con glotonería y distrayendo así al más joven.

Ya había tenido dos orgasmos, atribuyéndolo a las pastillas anteriormente consumidas. Naruto empezaba a sentirse agotado, y a pesar de ello el calor de su cuerpo no había menguado en lo absoluto. Deseaba exterminarlo, acabar por completo, se estaba desesperando, además del escozor mezclado con el placer al estar siendo estimulando aquella zona. “¿Cómo era posible sentir placer a causa del dolor en su área baja?” pensó, arqueando la espalda, volviendo a apretar las sabanas entre sus dedos y soltando un sonido de goce pleno al ser tocado quien sabe dónde en algún punto en su interior. Estaba más que seguro que se hubiese corrido, sino hubiera sido porque Uchiha había apretado con sus labios la punta, impidiéndolo.

Los sonidos fueron imposibles ya callarlos, estar siendo estimulado en su próstata además de la boca ajena sobre su miembro estaban llevándolo a niveles que nunca creyó capaz al mantener relaciones sexuales.

Madara dejo de chupar el pene de su adoración, volviéndose a incorporar, pero sin dejar su labor de dilatarlo. Por un instante se quedó contemplándolo, viendo como Uzumaki se retorcía de placer al ser atacado constantemente con sus dedos en aquel punto sensible, además de que inconscientemente abría más las piernas, dándole más acceso, más profundidad y como si aquello fuera una invitación, ingreso un tercero. Antes de que el blondo soltara algún otro sonido, volvió a devorar su boca.

— No… no… es-to no… — en sus momentos de lucidez, en donde volvía a reaccionar, trataba de negar de nueva cuenta las sensaciones que el mayor producía en su cuerpo. Naruto sentía que se estaba perdiendo, que estaba traicionando a su amada, a su linda y adorable novia — yah…

Uchiha retiro los dedos del interior del más joven, acomodándose mejor entre sus piernas y contemplando la mirada perdida que le era dirigida — Eres hermoso — susurro anhelante, bajando y besando entre sus ojos — me encantas — empezó a repartir pequeños besos sobre su rostro, mientras acomodaba su miembro en dirección a la dilatada entrada — sé que no es consentido, pero aprenderás a amarme como yo lo hago — finalizó diciendo, ingresando lentamente mientras soltaba un ronco jadeo al sentir como aquellos músculos de carne empezaban a envolverlo, aprovechando para tragar cualquier alarido de dolor de su pequeño al tomar sus labios de forma salvaje y recorriendo con sus manos cada parte de su cuerpo, todo para reducir el dolor que estuviese causando.

Naruto cerró sus ojos fuertemente, más que dolor era un ardor indescriptible. Las lágrimas empezaron a aglomerarse bajo sus parpados, y sentía que no podía respirar a pesar de que el mayor ya había roto el beso y besaba otras partes de su cuerpo. Madara se posiciono casi completamente sobre su cuerpo, terminando de ingresar y dejándole escuchar un gruñido de placer, que en vez de espantarlo inexplicablemente le había excitado.

El moreno espero con impaciencia a que Uzumaki se acostumbrara a la penetración, besando sus ojos y retirando aquellas lágrimas que querían escapar de sus hermosos mares. Se apoyó sobre sus codos, quedando cara a cara con el menor, mismo que mostraba una contradictoria expresión de placer, tristeza y dolor.

— ¿Por qué? — escuchó claramente el cuestionamiento que le hubo hecho el rubio, observado como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas debido a la impotencia y a los deseos inducidos de su cuerpo.

— Porque eres mío — ronca y grave sonó aquella respuesta, causando un estremecimiento en el menor — y yo te pertenezco.

Ya sin poder esperar más, Madara empezó a moverse, con movimientos lentos, viendo las muecas de dolor e incomodidad que generaba, incorporándose hasta quedar de rodillas y tomando con una de sus manos el sexo del menor y con la otra acariciar su cuerpo. A pesar del ritmo, lento y pausado, las embestidas eran profundas, siendo aproximadamente en la cuarta cuando con la punta de su pene volvió a encontrar la próstata de su amor.

Inesperado” pensó Naruto, que nuevamente se había corrido y sentía como su cuerpo era empujado con más fuerza, con mayor velocidad. Lo estaba empezando a disfrutar, más bien ya lo estaba disfrutando. Agudos gemidos eran imposibles acallarlos, las manos se encontraban inquietas, siendo la primera vez que las posaba sobre los hombros del mayor, percibiendo con mayor claridad la calidez que emanaba y deleitándose con la varonil fragancia.

La cama rechinaba y vibraba al ritmo de las embestidas, ambos estaban disfrutando de aquel contacto. Madara impactaba ya con cierta rudeza, haciendo más morboso el chocar de sus testículos con las nalgas del más chico. Oía como en ocasiones le pedía parar y que no lo hiciera, quedando más que satisfecho cuando entre aquellas palabras le pedía por más. Lo estaba disfrutando, era la primera vez que un encuentro de ese tipo lo disfrutaba, ¿será porque era con la persona que había decidido para él? No lo sabía, pero no podía negar que ya estaba a casi nada de llegar al orgasmo.

Naruto se había literalmente prendado de la espalda del mayor, arañándola al ritmo de las potentes penetraciones, mismas que lejos de hacerle daño o causarle dolor las estaba disfrutando, enredando sus piernas en la cintura del mayor invitándolo a ir más profundo. Su mente ya había quedado en blanco, solo jadeos, gemidos y saliva era lo que salía de su boca. Un ardiente beso se tragó sus jadeos, vibrando y volviendo a correrse cuando una última y potente embestida toco con mayor certeza aquel sensible punto y sentía como algo caliente y espeso se esparcía en sus entrañas, además de aquel ronco jadeo que escuchó cerca de su oído.

Cuando Madara sintió como el agarre que tenía el menor sobre su cuerpo perdía fuerza fue también que él salió de su letargo luego de aquel fantástico orgasmo, cayendo en cuenta como el chico había caído rendido, respirando apenas agitadamente para pasar a una respiración acompasada y normal. Con cuidado salió de su interior, mirándolo detalladamente y formando una pequeña pero satisfecha sonrisa, recostándose a un lado de su pequeño y tomar una pequeña siesta.

VI

Le dolía a cabeza, sentía que todo le daba vueltas a pesar de tener los ojos cerrados y sentirse tendido sobre una suave superficie. Fue abriendo sus ojos lentamente, detallando la escasa iluminación y parpadeando varias veces consecutivas para adaptar su vista.

 — ¿Qué hora será? — preguntó en apenas un murmullo, mirando en todas direcciones tratando de reconocer su habitación. Reaccionando por completo al no reconocer el espacio y empezando a recordar las imágenes y sucesos acontecidos más temprano — ¡no!

Naruto se llevó ambas manos a la cabeza, jalando sus rubios cabellos con fuerza y negando cada hecho. Haciéndose bolita y llevando ambas rodillas hacia su pecho se permitió sollozar y lamentarse por haber disfrutado aquel acto con un ser del que solamente conoce su nombre. Se sentía sucio, traicionado hacia sí mismo y de mil maneras que no sabría calificar, reprochándose por su falta de atención y que pudo haber evitado todo desde un principio.

Con cada memoria revivida, con cada caricia que recordaba haber sentido sobre su piel, sentía ligeros espasmos y estremecimientos que solo lograban acrecentar ese odio hacia su propio cuerpo, a pesar de tener la seguridad de que todo había sido causado a aquellas pastillas. Su llanto fue aminorando al notar mejor su situación actual. Se encontraba vestido con un pijama de franela color azul marino, recorriendo la habitación, esta se seguía viendo limpia e impecable además de que llevando su brazo hacia su nariz percibió un ligero olor a jabón. “¿Me habrá bañado?” se cuestionó mentalmente, pareciéndole algo absurdo que batallara en ducharlo estando inconsciente.

Sabía que quedarse sobre esa cama llorando y amentándose por lo recién acontecido no iba a solucionar nada, se arrastró a la orilla de la cama, sentándose en el borde y tallando sus ojos, tratando de eliminar un poco el rastro de lágrimas. Apenas puso un pie en el alfombrado piso y sintió un incómodo dolor en su cadera y un palpitar en su ano, entrando de nueva cuenta en pánico y mejor dirigiéndose al baño antes de sumiré de nueva cuenta en el llanto.

Efectivamente, aquella puerta que reposaba a un lado del armario era del baño y para su suerte esta se encontraba abierta, encendiendo las luces y notando que esta también era de un pulcro color blanco brillante. No detallo más, dirigiéndose al espejo de cuerpo completo siendo lo primero que divisó. Miro detalladamente su rostro, notando nada salvo la hinchazón de sus ojos a causa del llanto y un poco la de sus labios, sonrojándose un poco. Aquel pijama le quedaba un poco más grande, razonando que era de aquel hombre. Tenía miedo de mirar debajo de aquellas telas, limitándose a solo mirar su reflejo, notando así una marca de beso sobre su cuello.

La sorpresa fue más que evidente, acercándose al cristal y viendo claramente que se trataba de un chupetón. Estiró más su cuello, notando que había casi en todo su alrededor y más abajo. Dejando a un lado el miedo y la vergüenza, abrió la camisa y noto como todo su cuerpo estaba cubierto por aquellos ligeros moretones color rojizos, además de una que otra marca de mordida sobre su pecho.

— No, no, esto no puede ser — se negaba a aceptar todavía lo ocurrido — ¿cómo voy a salir de esto? — dio unos pasos hacia atrás, llegando a la pared de azulejos blancos y dejándose caer, volviendo a sentir como las lágrimas se acumulaban y se deslizaban sobre sus mejillas.

— No llores — aquella voz la reconocía a la perfección, sintiendo como su corazón se detenía por un momento para después palpitar desenfrenadamente, presa del miedo — mi intención jamás fue hacerte daño — la voz de Madara sonaba en un quedo susurro y conciliadora — pero deseaba que tú también disfrutaras de esto — con sus nudillos y en un tacto suave acaricio el costado izquierdo de la rubia cabeza, deseando a que el menor le mirara y no se ocultara entre sus rodillas — traje algo para cenar.

Naruto no dejo de cubrir su rostro hasta que escuchó como Uchiha abandonaba el cuarto de baño y cerraba la puerta. Sollozaba, aunque las lágrimas ya habían cesado. Se odiaba, más que al ser que se mostraba ahora comprensivo y amable con él. Odiaba el cálido sentimiento que surgió de repente al haber escuchado la preocupación del hombre, odiaba haber aceptado aquel efímero contacto, odiaba sentir algo parecido a la culpa al haberlo despreciado.

— Soy un idiota — se dijo, mirando su deplorable estado en el espejo — creo que mejor tomaré una ducha, me siento raro — y alejándose del amplio cristal, se desvistió, usando la regadera en vez de la tina de baño.

Madara escuchaba el fluir del agua dentro del baño, esperando paciente a que u pequeña adoración rubia cruzara la puerta. Era más que obvio que el muchacho se mostrara temeroso y reacio a su contacto después de lo sucedido, no era necesario aquel sermón que le lanzó su hermano en cuanto había bajado a tomar a preparar algo para cenar. Naruto no le era indiferente, de eso estaba más que seguro, muy independiente de los efectos de aquel afrodisiaco, lo sentía, algo dentro de él le decía que esto que acababa de ocurrir podía evolucionar para ser algo mejor. Volvió a concentrar su atención en su computadora portátil, esperando paciente y deseando tener suerte de que la cena no se enfriara.

 Temeroso salió del cuarto de baño, notando como el mayor estaba concentrado en una laptop. Se había puesto el mismo pijama, llevando en uno de sus brazos la toalla que hubo utilizado anteriormente. Uzumaki capto un delicioso aroma a comida, escuchando el suave gruñir de su estómago y que este pequeño ruido atrajera la atención de su secuestrador.

— No voy a hacer nada, adelante si gustas puedes servirte — con una pequeña sonrisa Uchiha señalo el carrito en donde se mostraban diferentes tipos de platillos, poniéndose de pie y dirigiéndose al otro extremo de la cama para continuar sus labores.

Temeroso Naruto se acercó al carrito de comida, apreciando uno en específico, Ramen. Su estómago volvió a gruñir en protesta, jalando el carrito y tomando asiento en el extremo de la cama empezó a ingerir con cierta vergüenza aquel platillo, que apenas dando el primer sorbo quedo fascinado. Terminando con ese, se animó a probar los siguientes, siendo bolitas de arroz, un filete de pescado bañado en salsa de tomate y un vaso de jugo. Con cierta alegría engullo todos los alimentos, esbozando por primera vez luego de lo sucedido una sonrisa.

— Esto estuvo delicioso, dattebayo — expreso feliz, olvidando por un momento su situación actual.

— Me enorgullece saberlo, eso solo habla bien de mis cualidades culinarias — Uchiha dijo, notando otra vez como aquella emoción en el menor desaparecía.

— ¿Por qué estoy aquí? — aprovechando ese lapso en el que logró reunir un poco de valor al sentirse más relajado, cuestionó al hombre de larga cabellera negra y masculinas facciones.

— Porque he decidido que tú serás mío — lacónico y serio expreso, mirándolo fijamente y volviendo a retomar la atención en su trabajo.

Naruto estaba por reclamar y protestar lo contario, recordando que esa respuesta ya se la había dado antes de que abusara de su cuerpo. Pero aquel hombre le dijo “serás mío” más nunca dijo que ya lo era. Entonces ¿qué significaba lo que había ocurrido? No ya lo había “hecho suyo”

— No le entiendo — la duda era más que evidente, además que nuevamente aquel sentimiento de temor lo estaba envolviendo. Ya se sentía en mejores condiciones para dar batalla, pero aquellos brazos, aquellas fueres piernas y aquel marcado abdomen hablaban de una persona que mantenía una muy buena condición física, dando por hecho una batalla perdida en el primer encuentro — ¡se más claro! — gritó, desesperándose con su sentir.

Uchiha se puso de pie, mirándolo seriamente. Su mirada se había vuelto fría, dejo la portátil donde anteriormente estuvo sentado y rodeo la cama para estar frente a frente de aquel pequeño que todavía tenía el valor de enfrentarse al menos verbalmente a él. Siendo que aquello le encantó.

— Yo no quiero solo saciar mis necesidades sexuales en ti, si es lo que pensaste en un principio — acaricio con el dorso de su mano aquella mejilla, delineando con el pulgar las facciones de su rostro — si digo que serás mío, es porque quiero todo de ti — una prepotente sonrisa se dibujó en su rostro — obviamente, yo también seré solo tuyo.

Sin poder resistirse más, volvió a capturar aquella boca en un hambriento beso, quedando más que complacido cuando el menor empezó a corresponder el contacto casi con la misma intensidad. Lo sentía temblar, además de que al tener entre sus manos aquel bello y juvenil rostro varonil, pudo percatarse de las lágrimas que estaba nuevamente derramando. Se separó lentamente, mirando el miedo hacia su persona y la ira al haber correspondido en aquella azulada mirada.

— ¡Jamás voy a ser tuyo! — aun con las lágrimas deslizándose y con ira reclamó — me quiero ir a casa, mis padres, mis amigos, mi novia deben estar preocupados.

— Una semana — pronuncio Uchiha, captando de nueva cuenta la atención del menor — vas a estar aquí, te voy a probar que tú solito vas a caer a mis brazos — una maquiavélica sonrisa afloró — si no es así, prometo no buscarte y encerrarte como hasta ahora lo tengo planeado.

— Hecho, ahora quiero largarme de aquí — le miró desafiante, sintiendo como Madara tomaba su mano y colocaba algo entre ella, alzándola, noto que se trataba de su móvil.

— No, no te voy a dejar ir — quería burlarse por la expresión que había compuesto el rubio — si te preocupas por tus padres es fácil, a Namikaze lo mandé a misión junto a toda su tropa, no volverá exactamente en una semana y a tu madre la mandé a capacitación al haber sido recomendada como asistente para cirugía fuera de las instalaciones de aquí, yendo al hospital principal — todo lo dijo con una sonrisa y mirando la incredulidad en aquellos zafiros — si no me crees, mira tu celular.

Con rapidez desbloqueo su teléfono, mirando que tenía varios mensajes de sus progenitores, en donde le detallaban cada cosa que le había dicho aquel hombre hace unos momentos. Sabía que no podía exponer su situación actual a sus padres, así que se limitó a contestar como normalmente lo hubiera hecho y terminada esa tarea se volvió a dirigir al más alto.

— ¿Qué va a pasar con la escuela y con mis amigos? — cuestionó, ya que parecía que el hombre estaba dispuesto a negociar.

— La verdad mi plan era mantenerte secuestrado y encerrado aquí en mi habitación — soltó una ronca risa, burlándose de sí mismo — pero hasta yo pienso que es absurdo y lo que no estoy buscando es que me odies, sino todo lo contario — volvió a sonreír, esta vez de forma seductora, viendo como el menor daba dos pasos atrás — vas a estar como normalmente vienes viviendo, solo que con una pequeña diferencia, a las seis de la tarde va a recogerte mi chofer en la entrada de la estación de trenes que tomas para ir a tu casa. No te conviene escapar ni decir nada, no por algo soy la persona más temida en Japón — dijo con prepotencia, mirándolo fijamente — si dices algo, nuestro trato se rompe, ¿entendido?

Naruto asintió, no queriendo la oportunidad de verse libre y tener la certeza de que pasando exactamente esa semana iba a olvidar por completo a aquel enigmático hombre. Estiro su mano para cerrar el trato al que aparentemente llegaron, cayó en su ingenuidad cuando el hombre lo jalo bruscamente y se agachaba a su altura para capturar de nueva cuenta sus labios. Esperaba y ansiaba con todo su ser que no se fuera a acostumbrar a aquellos placenteros besos y que saliera ileso de esto.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por llegar hasta aquí! :D


Espero y les haya gustado, para la siguiente semana ya tendré la segunda y última parte de este corto fic.


La idea principal era hacer un PWP, pero soy mala, pesima en ello, y esto fue lo que salió. jeje


Me divertí escribiendo este capítulo, espero y lo hayan disfrutado tanto como yo.


Gracias a todos los que leyeron hasta aquí!!


Saludos y muchos besos!!


Saludos!!


°3°~♥


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