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"Me soltaste" por Etsuko Kagayaku

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Notas del fanfic:

Como ya les dije es un songfic de la cancion "Me soltaste" de Jesse y joy, si llega a haber una historia con el mismo título pido disculpas,como sabran comencé a escribir de nuevo, pero no he tenido tiempo para pasearme por la página y leer nuevos fanfics de otras escritoras, así que si hay un titulo igual a este en esta categoria ruego me disculpen ya que no leo hace mucho nuvas historias y por lo tanto seria una casualidad el hecho de haberle puesto el mismo titulo, pero en cambio estoy mas que segura que no sera la misma historia que alguien mas tambièn haya escrito. Eso si que sería demasiada coincidencia jajaja-

Notas del capitulo:

Me soltaste...cuando mas necesitaba aferrame.

 

Aconsejo escuchen la canción mientras leen el fic.

Dices que fui yo, y no fui yo
Que nunca te amé de verdad
Que rabia me da.


Despertó de pronto, todo lo sucedido el día anterior vino a su mente y de forma rápida y desesperada fue hacia el espejo que se encontraba en la habitación del hotel, en el que se había hospedado. Una vez frente al espejo se sacó el parche de su ojo y vio que el lugar donde debía estar el contrato, en su lugar estaba el color zafiro característico de su mirada, igual a su otra orbe. Se desesperó en demasía, recorrió todo el hotel llamando a gritos a su mayordomo, este no aparecía por ningún lado. La desesperación se adueñó de su cuerpo y mente por completo, no entendía que era lo que estaba sucediendo. Fue hacia la recepción y preguntó por su mayordomo, mas el sujeto que se encontraba allí solo lo miro de forma extraña al verlo con la ropa totalmente descolocada en el vano intento que hizo al tratar de vestirse. Y alegó que no había visto a ningún hombre salir o entrar al hotel junto a él.

Diste tu versión
Pero olvidaste

Fue hacia su habitación y se tiró de lleno en la cama, se colocó en forma fetal y miró hacia la ventana. Como de costumbre hacía un día lluvioso y bastante fresco en el centro de Londres.

Quiso retenerlo con todas sus fuerzas pero no lo logró, el llanto se apoderó de su ser al recordar la mirada que le había dado su mayordomo la última vez la noche anterior, esa mirada llena de decepción junto con una sonrisa de la que solo pudo salvar un pensamiento. "Ha sido un honor servirle, pero al parecer por lo que usted tanto luchó y pactó conmigo no ha querido llevarlo a su fin".

Sus ojos emanaban lágrimas que le hacían arder tanto la vista como el corazón, llorar le ardía mas que cuando ese demonio puso su mano enguantada en su ojo y clavó en el la forma del contrato. Se había acostumbrado a tener ese maldito sello en ese ojo mas que cualquier otra moda londinense.

Estuvo acostado hasta que llegó la noche, mas no durmió, no pudo, no quizo, solo quería decir el nombre "Sebastian" y que este apareciera de inmediato a su lado, pero sabía que no pasaría, sabía lo que el demonio había hecho y la verdad fue bastante generoso. Cualquier demonio en su lugar lo hubiera matado por la terrible decepción que le causó, sin embargo Sebastian lo había dejado vivo, vivo para volver a ser una persona como las demás. alguien normal.

Que me soltaste
Me soltaste
Cuando más necesitaba aferrarme
Apostaste y me obligaste
A buscar en otras partes amor
Oh oh oh oh oh yo sé
Que en ese escenario igual jugué mi papel

El tema es que él no quería ser alguien normal, nunca lo fue, y menos con ese demonio que ahora le estrujaba el alma en miles de pedazos.

Trató de vestirse de nuevo, trató de verse mas recatado de lo que había salido horas atrás, se peinó y miró su reflejo por última vez ante el espejo.

Suspiró y salió del hotel, no sabía hacia donde ir, no sabía como llegar a su mansión. Sin embargo una carroza se acercó hacia él y mientras las demás personas volvían a sus hogares y nadie prestaba atención a las casi desoladas calles de Londres, fue atrapado por un sujeto y metido a la carroza.

oh oh oh sé ha hecho tarde para volver

Genial, lo habían secuestrado y esta vez no se encontraba Sebastian a su lado para salvarlo, debía aceptarlo, ya estaba muerto.

Mas la voz que le habló se le hizo conocida, se encontraba con la cabeza gacha con el orgullo caído, mas cuando esa voz emitió sonido subio su cabeza y lo miró impresionado.

—Undertaker...—Dijo sorprendido.

—Por lo que veo Conde, su demonio ya no se encuentra a su lado.—Le comentó Undertaker con gracia.

Ciel mas que sorprendido por el hecho de que Undertaker supiera que su mayordomo era en realidad un demonio, supo ocultar su sorpresa, después de todo sabía que ese extraño sujeto que lo ayudaba brindándole información primordial para sus casos, tal vez tampoco fuera un "Ser humano".

—Eso se debe a que soy un idiota.—Dijo Ciel cabizbajo.

No es un idiota Conde, tuvo miedo, como lo tienen todos los seres humanos. Cuando se dio cuenta que su final ya se acercaba, que ya no quedaba nada mas, se asustó. y yo no lo juzgo por eso Conde, quiera o no sigue siendo un niño que dejó una vida que podría haber vuelto a vivir y de forma perfecta para entregarle su alma en bandeja de plata a un demonio. Estoy agradecido de aún tenerlo a mi lado.—Finalizó el sepulturero con una sonrisa.

—¿A que te refieres Undertaker?—Preguntó dudoso.

Conde, creo que está de mas decir que le he tomado demasiado aprecio, lo suficiente para ayudarlo en cada cosa que necesite.—Le sonrió mientras se acercaba a él y tomaba su menton entre sus manos.

Ciel lo miró, sorprendido, confuso mas no quitó las manos que habían tomado su rostro, cortando la lejanía.

Undertaker, ¿Que hare ahora?, ya no lo tengo a Sebastian, sin él es imposible que haga al menos un caso por mi cuenta.

—Mire mis ojos Conde.—Le respondió mientras levantaba su larga y lisa cabellera plateada.

Ciel esta vez si que no pudo contener su impresión.

—Eres un shinigami...

—Exacto, y si usted me da el permiso, puedo apostarle mi vida misma a que sere de ahora en adelante su nuevo mayordomo y al no ser un ser mortal, podré hacer todas las tareas que hacía Sebastian en su mansión tanto dentro de ella como fuera.

¿Tú?, ¿Mi mayordomo?

—Oh vamos Conde, aunque usted crea que soy un inútil que solo sabe reírse de cuanta tontería le digan, tengo un potencial mas fuerte que el de su mayordomo aunque no lo crea.

Ciel lo pensó unos minutos, el shinigami estaba siendo realmente sincero, podía notarlo en sus ojos, pero obviamente no todo es gratis en esta vida.

—Está bien...¿pero a cambio que quieres por tus labores?—Preguntó con recelo.

El shinigami soltó una leve carcajada medianamente sonorsa y sensual. Que hizo que Ciel se sonrojara al recordar a su mayordomo.

Gano el estar con usted Conde, gano su confianza, gano tenerlo a mi lado, no quiero nada a cambio y menos su alma, este favor lo hago porque lo quiero y en parte porque le prometí a su padre que si algún día el llegaba a faltar yo lo cuidaría.

Ciel lo dudó unos segundos, pero decidió aceptar. Ya no tenía nada mas que perder.

Esa misma noche volvió a su mansión en las afueras, presentó al shinigami y les dijo a todos sus sirvientes que de ahora en adelante, él sería el nuevo mayordomo a cargo de la mansión y todos sus labores. Mas que consternados todos miraron a su amo preguntándole el por qué de ese cambio radical y preguntando donde se encontraba Sebastian.

Tú tan reservado
Y yo pidiendo tanto de ti
Tanto de mí

Sebastian no cumplió todo como era debido, por lo tanto lo despedí y ya no volvera por aquí. Y no quiero que se hable mas de él ni que me vuelvan a preguntar acerca de su paradero, sino creanme que correra en riezgo su trabajo.—Finalizó el conde subiendo las escaleras yendo directo hacia su habitación.

Undertaker solo hizo una reverencia a los sirvientes y subió junto a su nuevo amo.

Una vez los dos solos en la habitación del pequeño. Ciel se tiró en su cama, aún sin creer por todo lo que estaba sucediendo.

El shinigami lo miró con compasión.

Conde, se que es difícil esto para usted, pero creame que lo va a superar.

—Eso espero...—Susurró por lo bajo.—Agh necesito un baño.—Comentó tapandose su rostro.

De inmediato se lo preparo mi señor.—Le dijo el shinigami.

Ciel se destapó su rostro y vio como Undertaker salía de la habitación.

En verdad estaba sucediendo todo esto. Se preguntaba el conde, para colmo el "mi señor" que le había dicho Undertaker le recordaba a Sebastian.

Era todo tan surreal, por un momento se le cruzó en la cabeza quedarse por siempre en esa habitación, quedarse allí por siempre, hasta que la cama lo hundiera hasta el fondo de las sábanas y así no salir nunca mas.

El shinigami volvió a la habitación para comunicarle que su baño ya se encontraba listo para él.

Ciel caminó lentamente hacía el baño seguido por Undertaker quien lo seguí como una sombra y con un nuevo traje, el traje de mayordomo con el que caracterizaba a su demonio. Una sonrisa amarga se hizo presente en su rostro.

En cuanto entró al bañó miro a Undertaker con recelo. Y este entendió lo que el conde le decía con esa mirada o mas bien expresaba.

Conde por favor, le ruego que no tenga verguenza de desnudarse frente a mi, después de todo tendremos que repetir este acto muchisimas veces, al menos hasta que usted tenga unos años mas.

Ciel hizo una mueca de lado pero se empezó a desvertir. Entró a la bañera largando un suspiró complacido.

El shinigami comenzó a tallar su cuerpo de forma suave, casi hipnotizante, logrando que Ciel relajara por completo sus músculos. En cuanto terminó de bañarlo, Ciel salió de la tina, pero su cuerpo se había relajado tanto que sus piernas no respondían lo suficiente como para caminar. Así que el shinigami haciendo gala de su fuerza y cargándolo como si de una princesa se tratara lo llevó hacia la habitación envuelto en una toalla, una vez allí lo dejó desnudo y comenzó a secar su cabello con delicadeza para luego peinarlo, logrando que el conde cayera en un sueño profundo.

Undertaker solo sonrió y mientras su nuevo amo dormía le colocó una camisa para luego arroparlo. Mas cuando trató de salir de la habitación junto con el candelabro que tenía en mano, una voz lo interrumpió.

Undertaker...¿Puedes quedarte hasta que me duerma?

Al parecer el niño no se había dormido por completo.

Será un placer mi señor.—Dijo este con una sonrisa mientras se sentaba en la cama a su lado.

Comenzó a acariciar su cabello mientras Ciel lo miraba directo a los ojos, de pronto Ciel le regaló una sonrisa sincera y pura. El shinigami creyó que el niño de alguna forma le daba las gracias por lo que estaba haciendo por èl. Pero en realidad, Ciel veía el rostro de Sebastian en el shinigami, podía ver que la mano que acariciaba sus cabellos era una mano enguantada. Se durmió con una sonrisa.

Despertó al otro día y se encontró en su habitación, por un momento creyó que todo lo que había sucedido era un sueño, se sentó en la cama con una sonrisa, sentía que todo era como antes, pensaba que en cualquier momento sería Sebastian el que pasaría por la puerta para dictarle las tareas del día, y recitar de memoria el desayuno que le había preparado.

Mas su sonrisa se borró cuando vio a Undertaker pasar con el carrito propio de Sebastian. Este le anunció todo tal y como lo hacía su demonio. Decir que sintió nostalgia era poco, era como una patada al hígado.

El shinigami se arrodilló y comenzó a atar sus agujetas mientras lo miraba con una sonrisa.

¿Logró dormir bien joven amo?

—Supongo que si.—Le contestó Ciel haciendo de cuenta que todo lo que estaba sucediendo era totalmente normal.

Los días pasaban y Ciel se encotraba cada vez peor, su mente le jugaba malas pasadas y siempre en algún lado de la mansión se encontraba con la figura pintoresca de Sebastian. Ahora sus ojos se encontraban apagados, la luz de ellos se había ido al infierno junto con su demonio. Tenía unas grandes ojeras que podían competir con las de un escritor primerizo. Y pensaba en Sebastian tanto como lo haría un poeta arrepentido de sus pecados.

Cada noche las pesadillas iban hacia él de forma irremediable, en cuanto despertaba lo único que hacía era llorar sin parar y quedarse viendo el cielo, las estrellas, la luna que era su única y fiel compañera en esas noches de tanto dolor y remordimiento.

No tardó nada en darse cuenta que el aprecio que le profezaba a su mayordomo era mucho mas que eso, y se lo recriminaba todos los días, para bien y para mal. Se odiaba por amarlo y se odiaba por no poder olvidarlo.

Mientras las noches pasaban, un psiquiatra al que acudió Ciel, o mejor dicho fue llevado a la fuerza por sus sirvientes, ya que su amo no hacía mas que sentarse en su estudio, mirar por la ventana y quedarse ahí hasta la hora de dormir, no hacía nada, parecia petrificado, parecía una estatua que no quería ni pensaba moverse.

Le dieron un medicamento para su terrible insomnio.

Undertaker trataba por todos los medios que el niño tomara sus pastillas, pero Ciel hacía una rabieta como si tuviera cinco años y quisieran darle un medicamento asqueroso. Mas se las ingenió para darle el medicamento a escondidas. Todas las noches le daba una taza de leche y dejaba que le pusiera cuanta miel quisiera el niño. Sin escuchar los reproches de Tanaka que vivía diciéndole que no le dejara consumir tanta miel porque le saldrían caries. Mas esa era la única forma que Ciel tomara su medicación y dormir plenamente sin pesadillas que azotaran su mente noche tras noche.

Tu mano era mi fe
Mi propia piel
Y de repente

Undertaker lo llevó a la fuerza para que diera un paseo por Londres, Ciel se encontraba en su mente, encerrado ahí, sin escuchar la gente que hablaba a su alrededor, sin siquiera fijar la mirada en algo mas que el suelo. Entonces algo lo sacó de lugar, un aroma peculiar llegó a su nariz, se dio la vuelta rápidamente y ahi lo vio, con su traje característico de mayordomo. Siguiendo a un hombre de tez morena. cabello dorado y orbez verdes. Fue corriendo hacia él en cuanto lo tuvo de frente le volteó la cara de una bofetada.

—¡Eres un bastardo, eso es lo que eres Sebastian michaelis!

El mayordomo se asombró, si bien había visto a Ciel caminando por la calle no pensó que el niño se daría cuenta de su persona, ya que este se veía muy perdido en sus pensamientos.

¡Quiero que me expliques ya mismo el por qué de lo que hiciste!, ¡Teníamos un trato Sebastian!, ¡Me fallaste!

A Sebastian sin importarle estar en una calle y rodeado por personas que lo miraban a los dos con curiosidad, en pocas palabras dando un acto en medio la calle. Decidió tirar a matar él tambièn.

—¿Que se suponía que hiciera Ciel? ¡He!, ¡Tienes una maldita respuesta para eso!. Pase miles de humillaciones a tu lado solo para que tu cumplieras tu jodido objetivo, y cuando estamos a punto te arrepientes, ¡Tienes suerte que te haya dejado con vida niño insolente!.—Le gritó enfadado el demonio, con su aura demoníaca fluyendo, sin importarle que su nuevo amo lo miraba impresionado y la gente de alrededor con temor.

No te atrevas a llamarme por mi nombre bastardo hijo de puta.—Le contestó enojado mientras su mano no soltaba su frac.

—¿Ah si? y que piensas hacerme Ciel ¿Matarme?,—Sonrió con burla el demonio.—Ya no estoy a tus ordenes, ya no tengo que rebajarme a tus estupideces de niño caprichoso y sobre todo, ya no tengo que verte ese rostro tan horrible como cobarde.—Terminó de decir el demonio furioso.

Ciel no solamente se sentía triste, sino que también con una furia indescriptible, esas palabras habían quemado su corazón, habían desecho su mente,lo habían roto en pedazos. Sin cura alguna.

Soltó a Sebestian, y se dió la vuelta pero en un acto reflejo volvió hacia atrás y le acertó un golpe sumamente poderoso y por lo que se veía bastante doloroso también a su ex mayordomo. El cual cayo a varios metros de él con el labio roto y la nariz partida. Ninguno pudo explicarse como Ciel había logrado acertar un golpe así de fuerte y mas a un demonio.

Sebastian lo miró desconcertado, agarrando su nariz, la cual no dejaba de sangrar. Mas que sosprendido no dejó de mirar al conde hasta que este desapareció junto con el shinigami que tenía por nuevo mayordomo.

Una vez que Sebastian logró levantarse del suelo con dificultad miró la espalda de Ciel el cual se alejaba cada vez mas perdiéndose entre las calles. Una mirada triste se presentó en su cara y siguió su caminata junto a su nuevo amo, un infeliz al que servía el cual no se parecía en nada a Ciel, este solamente quería alcanzar las mas grandes riquezas, pero de algo debía alimentarse aún así no fuera lo mejor.

Una de esas noches. Ciel se encontraba llorando en su habitación, sentía que se quedaría seco de tantas lágrimas que emanaba. Undertaker al escuchar los quejidos del niño entró en su habitación encontrándolo destrozando todo lo que había a su paso, llorando con una rabia incontenible.

¡Sebastian!, ¡Por què me hiciste esto!.

Undertaker lo agarró entre sus brazos y lo llevó hasta la cama, logro sosegarlo diciéndole palabras dulces y acariciando su cabello, manía que se había agarrado con el tiempo y que a Ciel le gustaba tanto.

Conde, no puedo seguir viendo como sufre de esta forma. Deje todo lo que pasó atrás, no se mortifique de esta forma. Tiene una nueva oportunidad de vida, no la desperdicie. No todos tienen segundas oportunidades.

Ciel lo miró fijamente a los ojos y sin contenerse lo besó, lo besó con todas sus fuerzas, deseando que ese ser se transformara en su demonio tan amado. Undertaker impresionado pero mas que nada extasiado ante el delicioso sabor de la boca de su amo, decidió seguirle la corriente y lo besó con la misma pasión con que este lo hacía.

Está de mas decir que era obvio que el shinigami estaba enamorado locamente de ese niño, y que agradecía a su suerte el haberlo tenido y tenerlo de amo.

Undertaker comenzó a besar el cuello del niño con delicadeza logrando que este suspirara y jadeara levemente, mas cuando mordió un punto débil el niño no pudo contenerse y gritó, pero no gritó su nombre.gritó "Sebastian"

El shinigami se separó impresionado mientras su mirada se apagaba y se llenaba de tristeza.

Ciel se encontraba mas que avergonzado, no podía creer lo que había hecho.

Con su permiso mi señor, lo dejo para que duerma.—Finalizó el shinigami saliendo rápido de la habitación.

Ciel gritó su nombre mas no apareció de nuevo. Decidió dormir.

Se levanto a las tres de la mañana, despues de soñar con ese día tan espectacular que había vivido con Sebastian, el día que ellos y los demás sirvientes fueron hacia la playa de vacaciones, y el demonio al ver que el niño no ponía ni siquiera un pie en la orilla fue pragmático al agarrarlo rápidamente e ir hacia el mar mientras Ciel profería cuanto insulto se le ocurría. Mas el demonio no le hizo caso y se hundió en el mar junto con Ciel. Quien debajo del agua le agarro de los hombros reprochándole por qué le había tirado así pero de su boca solo salían burbujas y ruidos extraños, logrando que el demonio riera a carcajadas debajo del agua, burlándose de él sin piedad. Ciel emergió hacia la superficie mientras el demonio hacía lo mismo y se seguía burlando de él a carcajadas. Ciel mas que indignado hundió a su mayordomo con todo su cuerpo, este salió del agua y comenzó a chapotearle en el rostro logrando que Ciel lo insultara mas y se riera pidiendo que parara. mas este hizo caso omiso y fue hacia la arena, agarró un poco de esta que se encontraba húmeda y formó una bola como si en realidad fuera nieve. Se la arrojó al niño en la cabeza y comenzó a reír nuevamente. Y así hasta que ambos comenzaron una guerra de arena corriendo por todas partes, riendo, como si en realidad fueran padre e hijo, dejando sorprendidos a los sirvientes quienes no dudaron en meterse en la guerra de arena. La cual terminó con todos acostados mirando el atardecer con sus pechos agitados, incluso el mismísimo demonio se encontraba acostado tratando de controlar su respiración.

Fue hacia su estudio mientras recordaba la sonrisa pura que le había dedicado el demonio ese dia en la playa. Una vez allí encontró el frasco de pastillas que tomaba cada noche, al parecer Undertaker se lo había olvidado...Lo pensó una vez, dos veces y dejó de pensarlo para llevarlo a la acción.

Agarró el frasco de pastillas y la botella de vino que se encontraba dentro del vitral del estudio. La tomó entre sus manos y procedio a tomar sorbos largos con un puñado de pastillas en cada sorbo. Dejó caer el frasco que gracias al alfombrado de su estudio no se había roto causando un estruendo. Mareado fue hacia la biblioteca, llorando con la botella de alcohol en mano la cual no faltaba poco para que estuviera vacía.

Llegó allí y tomó una pluma y un papel.

"Quiero agradecerles a todos lo que han hecho por mi estos largos tres años, a pesar de mi falta de buena actitud siempre estuvieron a mi lado sin dejarme atrás. Fueron por un momento leve en mi vida una familia la cual nunca pude recuperar. Pero ya no pertenezco aquí, no puedo seguir, yo mismo marco mi fecha de defunción. Para los que me querían ver muerto, les aplaudo porque yo mismo me envié al infierno, y para los que mi hicieron sufrir espero que esten felices de haber hecho pedazos el corazón de un simple niño. Elizabeth, discúlpame, nunca podré darte la familia que tanto deseabas formar conmigo. Meiryn, bard, finnian y Tanaka. Les dejo mi mansión, hagan con ella lo que quieran, véndanla o quémenla. Es completamente suya. Y Undertaker...Gracias por tu fiel servicio desde que Sebastian desapareció de mi vida. Lo lamento mucho, pero ya es mi hora de partir."

Con lágrimas cayendo sobre la carta que había hecho, tomo su último sorbo de vino y cayó contra el respaldar del sillón, largando su último suspiro de vida.

Undertaker como todas las noches en la madrugada iba hacia la habitación del conde para ver si este se encontraba plácidamente dormido, mas no lo encontró. Buscó por todas partes pero seguía sin encontrarlo. Señales de que lo habían secuestrado no había, así que prefirió descartar esa idea. Sin embargo recordó que había un lugar que no había revisado.

Lo encontró allí, dormido y al parecer alcoholizado, había una botella de vino a su lado.

—Conde, vamos debo llevarlo a la habitación.—Le dijo moviendo su hombro lentamente, mas este no respondía y en su lugar cayó con todo su peso al suelo.

Undertaker lo levantó. Y lo sentó en el sillón. Algo de todo eso no le gustaba. Vio un papel en la pequeña mesa ratona de la biblioteca y lo tomó entre sus manos.

En cuanto lo terminó de leer sus ojos se abrieron a mas no poder y tomó a Ciel entre sus brazos.

¡Despierta Ciel por favor!.—Gritaba el shinigami angustiado y temblando.—Ciel.—Repetía sin parar mientras acunaba el pequeño cuerpo entre sus brazos y lloraba de forma desconsolada.

Al otro día la mansión se encontraba en un silencio absoluto. Todos se encontraban frente a la lápida del difunto conde. Todos llorando porque se había ido una de las personas a la que mas querían.

Undertaker se sacó su frac y lo prendió fuego, para perderse entre la espesura del bosque que se encontraba detrás del cementerio.

Todos de a poco desaparecían de la escena. El único que quedó allí fue Tanaka.

Debiste quedarte con él, sino esto no hubiera sucedido. Le juraste fidelidad y lo dejaste morir.—Hablo el anciano con voz ronca y clara.

—Lo se, y lo voy a lamentar el resto de mi inmortalidad.

—No mereces llamarte mayordomo, y tampoco mereces el aprecio que el jovencito te tuvo hasta el final.—Finalizó Tanaka mientras se iba.

Sebastian una vez solo,se arrodilló frente a la lápida de Ciel.

Cabizbajo le imploraba su perdón en donde estuviera. Y le proclamaba su amor de forma tardía.

Ya nada servía, no servía pedirle perdon, ni confesarle su gran amor. Después de todo "Los muertos no reviviran ni se alegraran".

Sin embargo,Sebastian para demotrar su gran arrepentimiento. Se quedó sentado en la tumba de Ciel, llorando cada día, hasta que en un momento su cuerpo comenzó a desvanecerse por la falta de alimento. En pequeñas cenizas y plumas negras su cuerpo desapareció y lo único que deseo...Fue volver a reencontrarse con su pequeño y gran amor en algún lugar donde el dolor y la crueldad ya no existiera.

Y aún así pasaran cientos de siglos mas, él seguiría en la ardua búsqueda de esa alma tan preciada.

Me soltaste
Me soltaste
Cuando más necesitaba aferrarme
Apostaste y me obligaste
A buscar en otras partes amor
Oh oh oh oh oh yo sé
Que en ese escenario igual jugué mi papel
Oh oh…

FIN.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado.

 


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