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Posesión por Mon18Zu

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Notas del fanfic:

Éste es mi primer Fanfic en esta cuenta. Espero sea de su agrado.

Draco caminaba por el pasillo de la institución en dirección a los baños. Era medio día y sus pisadas resonaban por las paredes estrepitosamente. El chico se sentía muy mal, le temblaban las manos y llevaba sudor frío en el rostro. De pronto, frente a una desviación terminó por tomar el camino de la derecha cuando debió de haber sido la de la izquierda y tardó un tiempo en percatarse de aquel error.

Después de algunos metros, se detuvo y se giró para volverse. Mas se quedó de pie, observando al chico detrás de él, quieto y con los potentes brazos cruzados sobre su pecho. El muchacho era alto, tenía unos intensos ojos verdes y piel morena. Usaba unos pantalones de buena tela y una sola playera ajustada sobre aquellos músculos marcados.

-No te había visto por aquí antes.- Le dijo en un tono claramente tentativo. Draco se mantuvo callado, desconcertado.

-Hueles muy bien.- Habló después de unos segundos en que no dejó de observarle. Su tono de voz se volvió casi un susurro, mientras se separaba del muro, dirigiéndose al costado, y cerraba los párpados apetitosamente, alzando el mentón en un intento de no perder la fragancia que desprendía su cuerpo. Aquella aposta caminata alertó los sentidos del Omega.

-Eres un alfa- El terror se le grabó en el rostro y le palpó la voz de modo que  cuando  el chico volvió a mirarle sonrió de forma galante y seductora. Si se acercaba un poco más, podría ser incapaz de controlarse a sí mismo. Su aroma debió atraerlo hacia él. Sin embargo, ¿Como un Alfa caminaba libremente por los pasillos de un instituto para Omegas, cuando cualquiera podría estar en el llamado estado de fertilidad?

Así que se dio la vuelta y comenzó a correr.

Más que correr, huía por su vida. Se acercó al muro izquierdo en el momento en que le oyó detrás de él sobre zancadas pesadas, deseando atraparle.

Draco chilló, viendo delante sólo un pasillo interminable y solitario. ¿Acaso alguien podría oírle?

La caza parecía estar a punto de terminar. La sangre comenzó a latirle en los oídos y la humedad de su lengua desapareció mientras tomaba grandes inhalaciones de aire. En algún momento de la persecución, Draco trastabilló y se golpeó contra la pared. Entonces divisó la angosta  puerta trasera del servicio escolar y se precipitó un metro por delante. Con la ayuda de su cansado cuerpo, empujó de la entrada y cedió. Al caer al piso de mármol, se golpeó las sentaderas. Frente a sí vio puntos obscuros, paredes y una puerta en estado de balanceo. En un arrebato de adrenalina, utilizó las piernas para cerrar la entrada de un encontronazo. Del otro lado, la perilla comenzó a tintinear. En medio de jadeos, el muchacho se incorporó de inmediato y colocó la espalda en contacto con la medianera.

Al cabo de un segundo, no hubo más que silencio. Draco, con las rodillas un tanto dobladas, pasó un trago amargo de saliva mientras el frío sudor empapaba su pálido rostro y en el instante que removió su trasero, sintió la humedad de sus pantalones y la irritación de su entrada, ¿Era su cuerpo demandando penetración?

Entonces se dio cuenta de que la respiración que escuchaba no era la suya. Instintivamente, volvió el cuello con el oído izquierdo atento.

Fue como sentir un cuerpo caliente respirandole en la nuca...tan cálido. Movió la cabeza, cerró los ojos  y un angustioso gemido se le escapó de entre los labios. La sola idea de pasar aquel celo con un Alfa, alguno que supiera cómo aliviar su angustia, le tentó poderosamente. No obstante, apenas había intercambiado un par de palabras con aquel tipo, del que no conocía nada más que un aspecto muy dominante, característica en un Alfa.

“Sólo son tres  dias , Draco” se dijo a sí mismo, sin abrir aun los ojos. “En tres días desaparecerá el olor y entonces podrás salir del servicio” solo esperaba que alguien le encontrara antes. Hizo una mueca y tomó de sus rodillas.

-¿Harry?- una voz le llegó del otro lado.

Draco se volvió rápidamente. Reconoció aquella tuene voz como la de un omega y se sintió extrañamente identificado con ella. En ese segundo, unos puños comenzaron a aporrear la puerta desesperadamente. La cabeza del chico rebotó lastimosamente. Se apartó de manera rápida, con el pavor subiendo por su columna vertebral y erizándole los vellos de los brazos y la nuca. Se incorporó torpemente y se lanzó dentro de un cubículo vacío. Sin esperar, cerró por dentro y se dejó sentar en el retrete. Cada segundo que transcurría se sentía mucho más cansado que el anterior, la sangre le hervía delirantemente y la vista se le entorpecía. Se inclinó hacia el frente y se cubrió fuerte los ojos con las palmas de las manos mientras el aporreó exterior no cesaba, por el contrario, se volvía cada vez más fuerte.

En tal estado, la presión de su cabeza aumentó y la tensión de su miembro estaba muy presente. De un segundo a otro, cualquier sonido comenzó a apagarse, su piel fue cobrando color. Respiró hondo un millar de veces, tratando de ignorar el palpitar que inundaba cada músculo y las lágrimas comenzaron a salir bombardeando sus mejillas y escurriendo entre sus dedos. ¿Cuánta tensión podía soportar?

Aquel alfa había incrementado el estado de su celo a un nivel que le superaba.

En un arranque de furia, se puso en pie, tomó sus pantalones con las manos y casi se los termina arrancando de los  glúteos. Se volvió un poco para poder levantar la tapa del retrete y tomó asiento, con las piernas temblando.

Cerró los ojos lentamente y comenzó a frotarse la zona hinchada y rojiza.

Pero tuvo que detenerse, las lágrimas caían en el suelo de mármol una tras otra y aunque sabía que debía estar sollozando terriblemente, no encontraba su propia voz.

El dolor le palpitaba como una mierda.

 

 .....

 

-¿Ha tocado algún doncel o doncella?

-No, le detuve cuando tiraba la puerta.

-Pero perseguía a uno, eso nos queda claro, ¿De quien se trata, Remus?

-No Lo sé, no le vi.

La parte exterior del servicio estaba concurrida. Los estudiantes escucharon a una persona sollozar en los servicios.

-No fue su culpa- Habló su Madre- El doncel no debió pasar tan cerca de mi hijo si se halla en celo. Harry aún es muy joven y no controla sus actos…

-Señora Potter, sin embargo usted y su hijo son sólo invitados de consideración. Los donceles y doncellas que preparamos en estas aulas son exclusivos. Algunos provienen de familias poderosas o ya han sido destinados a matrimonios. Si su hijo tocó a alguno de mis estudiantes, me temo que el apellido Potter ya no podrá obtener sus omegas de mi institución en ningún futuro.-Declaró la directora Minerva. La Señora Potter se mantuvo en silencio y agachó la cabeza, acariciando la cabellera del muchacho, quien sobre el suelo, pasaba consciente a ratos, entre los brazos de su madre. El olor había sido menguado y podía razonar, mas el cansancio le estaba venciendo.

En aquel momento, Sirius atravesó la marea de doncellas que le separaban de la puerta principal del servicio de forma ágil de modo que no llegó a tocar a ninguna. Ingresó directamente y una mirada frustrada en el rostro. Cerró tras de sí en el silencio de la habitación. Cuando dio un par de pasos al interior, el lugar se lleno de ecos.

Al echar los vistazos correspondientes se dio cuenta de que el doncel debía estar metido dentro de un cubículo de modo que sería el único en calidad de ocupado. También apreció la cantidad de golpes que se tuvieron que propinar antes de que la portezuela cediera y terminar por los suelos.

Se detuvo silenciosamente frente al último cubículo. Tardó un segundo en tomar de la delgada puerta y empujarla cuidadosamente.

Ahí dentro, se hallaba Draco Malfoy sentado sobre el retrete. Estaba inclinado sobre su torso, abrazándose a sí mismo, la cabeza gacha, sumiso, las piernas separadas y un débil gemido escapaba de entre sus labios, casi imperceptible.

-¿Señor Malfoy?- Le llamó en voz muy baja y algo ronca.

El muchacho levantó la mandíbula, como si acabara de percatarse de su presencia. Sirius percibió como la telaraña de sus ojos se desvanecía y reparaba el sitio en que se hallaba.

La tensión en su rostro comenzó a emerger y su respiración se turbó. Sin soltarse, pronunció:

-Por favor, no se lo comente a mi padre.- en aquel instante, Sirius pudo ver la bragueta desabrochada sobre su vientre. El muchacho se sentía tan avergonzado por haber hecho lo indebido para saciar sus instintos y la culpa le estaba devorando. ¿Qué haría su preciado padre cuando se enterase?.- Él me ha obligado.- Bajó de nuevo la mirada.

-Eso es verdad, señor Malfoy. Levántate ahora, debería estar en su habitación en este instante. No se confunda, tendré que decírselo.

-Sólo deseaba asistir al servicio, me sentía muy mal.- Declaró lamentablemente mirándole desde su posición. No mostraba señales de entender lo que Sirius le pedía; el muchacho comenzaba a presentir otro ataque de tensión.

 

 .....

 

El despacho despedía un aroma débil, lo suficiente para marear al Alfa que se hallaba sentado delante del escritorio. Sabía de antemano que aquella mujer sólo podía ser un omega.

Un varon castaño estaba a su lado. Minerva pasó a un costado de ellos con la capa escarlata ondeando detrás de sus espaldas. Su cuerpo anunciaba una posición defensiva, mas Harry se sentía relajado. Empero, sus instintos de procreación no han sido satisfechos.

En cuanto la anciana tomó asiento frente a ellos, fue su madre quien habló:

-Se le paga muy bien por educar a cada unos de sus estudiantes. Le pagaremos una cuantiosa cantidad por entregarnos al rubio doncel sobre cualquier solicitante. Sabe que tenemos los recursos si bien que se trata de un varón. Mi hijo dice que tiene ojos grises ¿Es verdad?- Miró a Harry y éste no le prestó atención. Minerva escuchó en silencio, cuando terminó de hablar miró al adolescente severamente sin responder. Sin embargo, él no se dejó intimidar. Le sostuvo la mirada mientras hacia rodar un dado entre sus dedos. Le ayudaba a calmar el malestar.

-Lo quiero a él.-Declaró sin titubear.-lo...necesitó- Frunció los labios, disgustado porque aquellas palabras le hicieron sonar débil.-Mientras aún siga en celo.

-Imposible.-Les respondió serenamente.

Harry sintió esas palabras como si le oprimieran los testículos. El dado escapó de entre sus dedos y tintineó por el suelo. Mas no se inmutó. Tenía que controlarse.

-¿Rehúsa nuestro dinero?- le cuestionó su madre, apenas disgustado.

-Su hijo entró en la zona de mis estudiantes.- Le miró- Recuerdo haberle dicho que estaba prohibido- la frase sonó un tanto amenazadora. Él se mantuvo callado.

-Mi hijo debía elegir una doncella este mismo día y lo ha hecho después de todo. Es hora de que el linaje Potter continúe. Sin embargo, se ha topado con un doncel, algo poco común. Circunstancia que no se hubo notificado a mi marido

-¿por que no ha venido James con ustedes, en tal caso?- La pregunta desconcertó un instante al joven alfa. ¿Por que hablaba de su padre? Remus reaccionó con un movimiento de cabeza hacia su heredero. Ya no comentó de ello, pero él le miró en busca de una respuesta.

-¿Cual es su nombre?

-No puedo dárselo.- Respondió haciendo tintinear las largas uñas de su mano izquierda sobre la madera.

-Voy a averiguarlo y cuando lo haga él me dará su consentimiento.-Replicó Harry, molesto.- Y me lo llevaré entonces.

-¿Ha, si?- La mujer arqueó una ceja, incrédulo. El muchacho entre cerró los ojos- Tiene mucha confianza en sí mismo, señor Potter. ¿El susto que le causó no fue suficiente?

-Puedo hablar con él, ¿No es así?- Minerva retornó la serenidad de tal caso que las arrugas surcaron ese rostro irremediablemente.

-El muchacho no era uno de los candidatos, señor Potter.

-¿Quien ya lo ha reclamado? Ha enviado cartas a las otras familias, pero no a mi padre y de eso va a enterarse.- Manifestó aclimatando el asiento tal que movió las asentaderas un poco. ¿Por qué no abrían una ventana?

-No es que le hayan reclamado, se trata de su posición.- Arqueó ambas cejas y las comisuras de sus labios se estiraron- El Doncel del que hablan...-Recalcó las palabras, inclinándose hacia adelante- Pertenece al mismo rango social que ustedes, Señor Potter. Su padre es todo un señor con apellido.- se reclinó ante la reacción de Harry y le miró.- Aunque diera su consentimiento, no le compete a él o a mí tomar esa decisión. Si lo quiere, tendrá que hablar con su progenitor.

-¿Y quién es?- Se apresuró a preguntar.

-Pero me temo ya se le ha destinado en un matrimonio, el cual asentará el poderio de la familia, en mi opinión.

-En tal caso, ¿Cuál es su propósito aquí?- Le interrumpió Remus.

-Convivencia.- Contestó de inmediato ella- Su madre lo considera un aspecto muy importante en su formación y yo también. Me alegró saber que al menos ella recapacitó con respecto al poder que alberga esta institución y resolvió responder a unas frecuentes cartas.

-¿De qué Familia procede, Minerva?- Remus le tomó la palabra a su hijo, haciendo caso omiso de sus palabras e inclinándose en el asiento, apoyando los antebrazos en la base del escritorio. Tranquilo pero en esa posición instigadora que bien conocía Harry. Creía que comenzaban a perder el tiempo y Harry también lo hacía.

-Los Malfoy, por supuesto.- El despacho permaneció en silencio unos segundo, luego Harry vio a su madre asentir con la cabeza, así que Minerva agregó:

-El único hijo del matrimonio Malfoy.

Notas finales:

Estoy deseando saber lo que opinan. 

 


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