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Lo de más por Stig Al-sayf

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Notas del fanfic:

el titulo se lo robe a la cancion del buen Silvio.

los personajes no son mios.

mi intento de hacer lemmon sin trama :'v

este fic hace parte de la celabración del día del FugaMina.

si quieren mas y mejor esta mi querida ItaDei_SasuNaru_fan con su ¿Y cuándo el monstrou, no es un monstrou?

gracias a los que leen.

Notas del capitulo:

Fugamina por mas que todo, leve mencion de los demas personajes etiquetados.

— ¿se están follando a los vírgenes?

—bueno…si lo pone de esa forma sí, eso está pasando.

—entonces dime algo que no sepa.

—los sacerdotes están muy preocupados.

—los sacerdotes siempre están preocupados y la verdad no le veo el problema, los aprendices no son obligados a vivir en abstinencia.

—mi señora.

Ante el tono de súplica de su consejero, Kushina suspiro fuertemente y dejando de lado su lectura se centró en su abatido consejero.

—tienes cuatro minutos para hablar de tal tema.

Soportando con gran entereza la mirada molesta  de su majestad, el hombre comenzó hablar de tan delicado asunto.

—como bien lo dijo mi señora, los aprendices no son obligados a nada en los monasterios. Pero cuando un aprendiz que está a seis meses de tomar sus votos, después de años de formación, cuando por fin le esperan en los templos para cumplir con su función como purificador o purificadora, llegan estos…

Kushina levanto una de sus cejas ante la indignación que atravesaba aquel hombre, que había llegado hacer consejero de su madre y que por lo tanto le hacia uno de los más antiguos y reacios a la hora de comprender el nuevo curso del Imperio.

—llegan esta manada de cambia formas a raptarse a tan valiosos aprendices para saciar sus instintos más bajos.

—se ha llegado a comprobar que los purificadores, aquellos que han nacido para luchar contra los demonios no necesariamente tienen que ser vírgenes.

El consejero palideció ante tales palabras y Kushina tuvo que reprimir las ganas de tomar aquel hombre y lanzarlo por la ventana. El Imperio manejaba un gran culto a la madre naturaleza, los monasterios se habían convertido en hogares para la mayoría de huérfanos que dejo la última guerra, sin mencionar que de allí salieron grandes guerreros y guerreras para combatir en aquella época maldita.

Sabía que su consejero solo era la voz de aquellos sacerdotes y sacerdotisas que pese a serle leales se sentían asustados por los cambios, por mucho que quisiera no podía ignorarles y no quería darles motivos para empezar a revelarse. Pero como Señora de aquellas tierras y protectora de su gente, no iba a dejar marchar aquel consejero sin darle una buena lección de historia.

—mi señora…

—antes de que diga algo, le recuerdo a nuestra gran purificadora; Mikoto Uchiha quien logro unificar a la mayoría de los cambia formas y que pese a tener cinco meses de embarazo, logro con su poder desterrar al Demonio Lugosi.

Ante la mención de todo aquello el consejero apretó los labios en una delgada línea e inclino su cabeza. Aquellos hechos, los nombres mencionados eran respetados y temidos en todo el Imperio.

—pero aun que los hechos hablan por sí mismos, me preocupan nuestros monasterios y sus aprendices, mandare a alguien a investigar. Si los cambia formas se han estado sobrepasando y si hay que tomar medidas las tomare, ahora tus cuatro minutos han pasado, déjame sola.

—gracias su señoría, me marchare.

XOXO

Era uno de esos días que Kushina gustaba de llamar raros pero apacibles, con el fuerte sol en lo alto del cielo resaltando el azul de este en contraste con las grises nubes. El calor y la lluvia se habían juntado y Kushina disfrutaba de aquel espectáculo en uno de los muchos miradores de los jardines imperiales.

Su largo cabello rojo estaba atado en una descomplicada cola de caballo, mientras sus labios silbaban una tranquila melodía a la vez que sus descalzaos pies se balanceaban. Era uno de esos días en que tenía un poco de tiempo libre para ella, para pensar en tonterías y en los tontos que las cometían. Con cada minuto que transcurría acercaba a pasos agigantados muchos eventos importantes para el Imperio. Entre ellos su casamiento y la lectura de una o dos profecías que seguro le darían dolores de cabeza.

— ¿Qué tal una manzana por tus lindos pensamientos, mi señora?

Recociendo la mano que le ofrecía aquel fruto. Kushina sonrió y tomo la manzana.

—pensaba en los vírgenes que están siendo follados.

Una gran risa invadió el mirador y los alrededores de los jardines, muchos dirían que era impropio de una dama reír de forma tan holgada, pero Mikoto nunca seguía las reglas para tales ocasiones. Kushina sonreía contra la mordisqueada manzana, mientras su mirada iba a muchos lugares para terminar siempre en el vientre abultado de su amiga.

—en realidad no son muchos. Tal vez los aprendices más jóvenes no puedan evitar fantasear con alguno que otro cambia formas de los alrededores. Pero ni los cambia formas los prefieren tan jóvenes, ni los más avanzados aprendices son tan estúpidos para entrar a relacionarse con uno de ellos, yo que tus sacerdotes  vigilaría mejor a los peregrinos.

—tú…

Antes de que Kushina pudiera seguir hablando un ligero pellizco la desubico.

—si me vas a poder de ejemplo, te recuerdo tu última visita furtiva al templo del trueno.

Kushina sabía que si se enojaba aumentaría las sospechas ya de por si confirmadas de Mikoto, si fingía indiferencia entraría de lleno en una pequeña lucha de comentarios sarcásticos, si negaba todo sería su perdición. Solo que daba un camino  y que era mejor tomarlo rápido.

—gracias por tomarte las molestias de investigar sobre tales asuntos, si el caso es de que los peregrinos le hacen ojitos a los aprendices mayores y viceversa, los cambia formas se han librado de otra, ¿algo más que me quieras decir al respecto?

Mikoto miro con cariño  a su amiga, a la vez que una de sus manos le atrajo a un abrazo, que Kushina no rechazo, sino que afianzo mientras ponía su rostro en el vientre abultado de Mikoto. Aquella chiquilla temperamental e impulsiva de cabello rojo, le estaba dando paso a una mujer más consciente de sí misma y del poder que tenían sus actos. Tal vez por eso se entendían tan bien, sabían que tenían un camino marcado para recorrer, pero la fuerza de sus pasos moldearía ese recorrer.

—pues la verdad no se han librado de nada, en el mismísimo templo del trueno hay una disputa secreta no tan secreta entre dos cambia formas y cierto aprendiz de cierto linaje relacionado contigo.

Kushina gruño y hundió más su rostro en el vientre de Mikoto. Eso complicaba las cosas un poquito, de los pocos linajes emparentados con los Uzumaki y que pudiera levantar ampollas en los templos era el apellido Ōtsutsuki.

— ¿conoces al chico?

Kushina negó enfáticamente con la cabeza y luego miro a Mikoto con cierta timidez.

— ¿Cómo te ha ido con tu embarazo?

—aparte de tener los tobillos hinchados y de sentirme con la agilidad de un perezoso, diría que me fue peor con Itachi, con eso de las náuseas y combatir un demonio casi que a la misma vez. En esta ocasión me parecen más soportables los cambios que vienen con el embarazo.

—mmm

Kushina respiro el aire de la tierra mojada y cerró los ojos.

—hace poco hable con Fugaku, dijo que tomaría medidas en el asunto si se lo permitías, también hablo de que ese templo solo traía problemas.

—por una vez estoy de acuerdo con el gran lobo gruñón. Dile que dejare todo en sus manos pero que habrá alguien de mi parte que le ayudara de ser necesario.

Después de unos minutos de silencio, Mikoto volvió hablar.

—en vez llamarse el templo del trueno podría ser llamado quita virginidades.

Esta vez fue Mikoto quien recibió un pellizco.

 

XOXO

— ¿Por qué ustedes pueden mirarlos desnudos  y nosotros no?

—Obito cállate de una maldita vez.

—a mí no me calla ningún gatito.

El viento hizo acto de presencia en pequeñas ráfagas, que agitaron con majestuosidad  la gran melena del león negro llamado Madara, quien estaba al lado del gran lobo negro Fugaku quien a su vez agitaba suavemente la cola, mientras veía a los dos humanos bañarse en el rio.

— ¿Obito que dijiste?

El gran león negro dio paso al instante aun gran hombre de cabello largo y tez blanca de semblante autoritario. Que logro que el joven lobo Obito agachara la cabeza y que su acompañante, otro felino hiciera lo mismo con unos precavidos pasos hacia atrás.

—te recuerdo que pasaras unas cuantas semanas al lado de un adorable gatito, como lo es Izuna.

— ¡me matara!

Dramatizo Obito, mientras abrazaba a  Madara y acomodaba su mirada para ver aquellos cuerpos desnudos que se desenfocaron con gran velocidad al recibir una buena palmada en su cabeza.

—debería matarte yo pequeño imbécil junto con tu amiguito, mira que pelearse por un flacucho aprendiz multicolor, y haber tenido tan siquiera en consideración morderle es inaceptable.

Mas haya de aquel golpe, el rostro de Madara no mostro furia pero sus palabras hicieron que los cachorros se sintieran incomodos, pero una cosa era que Obito se sintiera intimidado y otra muy distinta que su maldita boca se callara en tales momentos.

—entonces deja de mirarle de esa manera tan intensa mientras se baña.

De nuevo en un instante el hombre le dio paso al gran león negro, que se abalanzo contra Obito que no tardo en adquirir su forma de lobo.

—basta, podemos mirar a los humanos que se nos vengan en gana, deja de compararte cachorro. Hace unas horas no fuiste capaz hacerte responsable de tus actos y palabras, pudiste hacer ese aprendiz tuyo y no fuiste capaz.

Madara gruño de satisfacción ante el impacto de las palabras de su hermano en el semblante de Obito. Con calma volvió a su forma humana y se acercó a Fugaku.

—mejor me los llevo ahora, despídeme de esos dos dolores de cabeza, dile en especial a ese rubio que admiro las pelotas que tiene para ponerte en aprietos.

Fugaku no pudo evitar gruñir, odiaba aquel templo y sus alrededores pero por algún motivo siempre volvía aquel lugar.

—solo lárguense, no los quiero volver a ver hasta la próxima luna de caza.

Al marcharse aquellos tres, Fugaku volvió a su forma de lobo y camino rumbo a los dos humanos que terminaban de secarse a la orilla del rio. El aprendiz de nombre Zetsu se empezó a vestir inmediatamente en cuanto le vio acercarse, por su parte Minato aquel rubio que no era ni aprendiz ni guardián pero que lograba entre el resto de jóvenes una irrebatible autoridad, se tomó su tiempo en ponerse la ropa. Deliberado o no, no sería Fugaku quien emitiera queja alguna por tal cosa.

— ¿y el león negro?

Pregunto con tono inocente Zetsu. Minato miro a Fugaku con cierto gesto de resignación y cansancio. Había sido una noche movida evitando que dos hormonales cambia formas mordieran a un hormonal y manipulador Zetsu.

 —basta de una vez, ya evitamos algo serio no nos metamos en algo peor Zetsu.

—solo preguntaba señor Minato.

—y yo solo puedo enviar esa carta a tu familia para que pases unas agradables semanas con tu madre, hermanos y primos terriblemente sobreprotectores.

—creo que tengo suficiente castigo con perderme el festival de esta noche.

—donde pensabas llegar de la mano de dos cambia formas para ganar esa estúpida apuesta. La verdad no creo que te sobren castigos. Además no estarás solo, podrás discutir qué fue lo que salió mal, con los otros aprendices metidos en este lio.

Zetsu hizo sus mejores ojos de cachorro abatido junto con un leve puchero, que hicieron que Minato sonriera y que la cola del lobo que observaba aquella conservación, se moviera de lado a lado.

—me gusta cuando eres un niño obediente, ahora ve a desayudar y antes de irte agradécele al alfa Fugaku.

—Muchas gracias Alfa Fugaku y dele también las gracias al Alfa Madara.

Más tardo Minato en ponerse la camisa, que un sonriente Zetsu en salir corriendo hacia el templo.

—es un buen chico, en definitiva lo suyo es la política más que lo religioso.

Fugaku no se molestó en cambiar a su forma humana y camino hasta donde estaba sentado Minato.

—sé que no querías mucha ayuda en esto, pero me alegro de que hubieras aceptado la mía.

El lobo se sentó en sus patas traseras y olfateo el aire, otra persona se hubiera sentido ignorada. Pero en el trascurso de una noche Minato había aprendido mucho sobre el comportamiento de los cambia formas, en especial del gran Lobo gruñón.

—si quieres puedo escribirle a su majestad, sobre que el asunto ya está solucionado ¿Qué dices Fugaku?

Por toda respuesta el lobo torció un poco sus orejas en la dirección del viento y concentro su vista entre los arbustos.

—vale tú mismo se lo comunicaras, no hay problema.

Aquellas palabras lograron que el lobo le mirara por primera vez en toda la conversación, y Minato sonrió felizmente al sentir la leve caricia de la cola del lobo en su brazo derecho.

—solo no te vayas hoy, quédate al menos para disfrutar un poco el festival…conmigo.

El gran lobo negro volvió a olfatear el aire y salió corriendo hacia los arbustos sin mirar atrás.

—mirare eso por el lado positivo.

Dijo Minato mientras se levantaba y emprendía camino hacia el templo.

XOXO

— ¿Cómo le va al nuevo lava platos?

—solo voy con los malditos platos para cuando llegue a los ollas habré sufrido un colapso nervioso. ¿No bastaba con tu castigo, Minato?

—dejaste ingresar desconocidos a las habitaciones durante la noche, agradece que…

— ¡Señor Minato!

Un puñado de aprendices llego corriendo hacia él y le arrastraron hacia el huerto de la cocina. Donde aparte del estupor y algarabía general, había un gran lobo negro arrastrando por el cuello un enorme jabalí muerto, la gente le fue abriendo camino hasta que el animal muerto fue depositado a sus pies.

Pese al asombro inicial, Minato no mostro más emociones; solo una leve sonrisa y un breve contacto visual con Fugaku, antes de que este saliera corriendo fuera del huerto.

—hoy follas y no con cualquier lobo.

Ignorando a Zetsu, Minato calmo a todos los reunidos alrededor, mando a preparar el jabalí y le entrego un sobre a uno de los aprendices para que lo llevara al mensajero oficial del templo. El último acto casi hizo que Zetsu se volviera blanco completamente y que saliera corriendo detrás de su compañero para arrebatarle aquel sobre.

—lo que hace un sobre vacío.

Dijo Minato para sí mismo con una sonrisa traviesa.

“Te gusta tener la última palabra”

Nadie alrededor escucho esas palabras y si Minato llego a oírlas no les prestó atención.

XOXO

El dieciséis del primer mes del año, marcaba el inicio de uno de los tantos festivales que celebrarían a lo largo del año en el templo del trueno. Los templos sabían sacarle provecho aquellos festivales para no vivir tan precisos en cuanto al dinero que recibían del Imperio. Muchos aprendices incluso podían sacar algo de dinero para mandarlo a sus familias o dejarlo para gastos personales. Nadie regulaba nada, pero afortunadamente había en el colectivo general una buena disposición a seguir ciertas reglas y límites.

Ya entrada la noche la mayoría de la gente estaba observando las diferentes obras o rituales que eran el punto fuerte de aquellos festivales. Así que los alrededores del templo se despejaban un poco y permitían caminar con más tranquilidad a la luz de los faroles,  a dos hombres en particular; uno vestido de rojo y negro y otro con la  indumentaria azul oscuro del templo.

—así que un alfa no necesariamente es líder de una manada, solo es un estatus de libertad más que todo.

—Sí.

Fugaku no era el más conversador, pero al menos tenía la paciencia suficiente para saciar la curiosidad de Minato en unas cuantas cosas.

— ¿morder a un humano o cambia formas seria perder esa libertad?

—Sí.

—te gusta mucho ser libre Fugaku.

Más que una pregunta, era una afirmación que Fugaku no se molestó en contestar.

—desde que me trajeron moribundo a este lugar, fue como comenzar una nueva vida para mí. No soy de aquí, no tengo vocación pero tampoco soy de donde dicen que vine.

— ¿no recuerdas nada de antes de que te hirieran?

—No.

El silencio se instaló en la pareja, pero ambos apreciaban el silencio del otro, lo que una palabra no podía llegar a manifestar lo hacia las pequeñas caricias. Lo que no lograrían horas explicaciones  del por qué eran como eran, se remediaba en pequeñas sonrisas mientras caminaban cogidos de la mano a lugares más apartados del concurrido templo.

—no lo he hecho con hombres.

—soy bueno guiando a los inexpertos.

—hay historias muy lúdicas sobre ti guiando inexpertos

—Minato me asegurare de que tu historia tenga más sonidos que palabras.

XOXO

El gélido viento hizo que Minato temblara levemente mientras Fugaku le quitaba los pantalones entre pequeños besos a sus muslos, o bueno tal vez el viento no era el culpable después de todo.

—podemos ir a tu habitación, tienes una para ti so…

Minato enterró sus manos en el cabello de Fugaku, mientras iniciaba un beso hambriento por enredar sus lenguas el mayor tiempo posible antes de necesitar aire.

—de mi cuarto solo necesitábamos el aceite, tendremos sexo en tu territorio, dejare que me folles a gusto bajo las estrellas.

Los dedos de Minato recorrieron los labios de Fugaku, que comenzaba a respirar un poco más de prisa y a tener la mirada desenfocada.

—nunca te pediré que me muerdas Fugaku, en el mejor de los casos yo te morderé a ti.

Con sus cuerpos presionados, Minato trituro suavemente entre sus dientes el labio inferior del cambia formas, mientras una lengua juguetona le pedía permiso para saborearle. Tirando de los rojos labios de Fugaku, Minato solo le permitió un ligero piqueteo antes de seguir marcando con sus dientes el mentón y finalmente el cuello de Fugaku, quien se estremeció y apuro sus manos hacia la cintura de Minato para luego subirlas lentamente, explorando cada rinconcito de la parte superior de aquel humano. Su vientre, sus manos, sus hombros, las pequeñas cicatrices  en el cuello. Si Fugaku lo hubiera mordido en ese instante, sus afilados dientes hubieran remplazado aquellas insulsas marcas. Pero ya se había hablado de aquel tema y otras cosas eran mas urgentes.

Gruñendo contra la piel sudorosa, Fugaku alineo sus caderas y comenzó a frotarse contra la erección de Minato, aumentando y disminuyendo el ritmo, recreando las estocadas que daría en el cálido interior de aquel rubio.

—no te asustes.

Susurro Fugaku antes de que utilizara toda su fuerza animal para levantar a Minato y cambiarle de posición, para acomodarlo sobre sus muslos.

Un pequeño ruido de necesidad salió de los hinchados labios de Minato al sentir entre sus nalgas  la caliente erección de Fugaku, por su parte la suya se balanceaba entre su nido de pelo rubio. Con mano firme pero delicada Fugaku retiro el prepucio y dejo al descubierto la rosada cabeza.

—joder.

Sonriendo de lado con gran altiveza, Fugaku paso uno de sus callosos dedos por la cabeza en repetidas ocasiones hasta que la pequeña hendidura empezó a gotear, logrando que Minato cerrara los ojos y empezara a moverse sobre la erección de Fugaku sin ser muy consiente de tal acto.

—créeme se siente mejor cuando lo hago con mi lengua.

El primer gemido de Minato murió estrangulado en su garganta, en la punta de sus pies empezó a sentir pequeños y placenteros calambres, en su vientre se empezaba a formar aquella electrizante sensación de cosquilleo, muy pronto si Fugaku seguía de esa manera llenaría de semen la boca del gran lobo negro.

El segundo gemido que se atoro en su garganta y que dio paso a pequeños quejidos, fue causado por uno de los dedos de Fugaku empapado de aceite que comenzó a acariciar su agujero. El cosquilleo en su cuerpo cedió un poco, los nervios trataban de apoderarse de su nublado cerebro. La solución inmediata fue dejarse devorar los labios e iniciar un baile sensual con su lengua, donde podía saborear algo de su esencia en la boca de Fugaku.

Una vez entro el primer dedo, Fugaku no le dio mayor tregua al insertar el segundo y estirarlo al instante. La sensación era extraña pero Minato entre besos y caricias no tardo en acostumbrarse, incluso de a poco comenzó abrir sus piernas.

El primer  contacto de los dedos de Fugaku contra la próstata de Minato le hizo gemir desvergonzadamente y comenzó a mover sus caderas contra aquellos dedos para buscar de nuevo aquel placer.

—por favor, por favor…

Susurro Minato contra el cabello de Fugaku, mientras este trazaba con su lengua el pecho del rubio.

—nada te detiene Minato.

Entre las manos de Minato fue depositado el pequeño frasco de aceite. Minato sonrió tiernamente ante tal gesto y retirándose un poco de los muslos de Fugaku, agarro la erección y vertió el aceite logrando un ligero gruñido de su compañero, que veía completamente hechizado como era acariciada cada vena de su erección por aquellos vigorosos dedos.

—Minato.

Aquel nombre salió ronco, áspero al sentir como sus testículos eran ligeramente apretados más de lo normal, llevando a Fugaku a sus límites.

—ya, ya ¿Cómo me quieres?

Tomando una gran bocanada de aire, Fugaku atrajo a Minato hacia el suelo entre besos húmedos y lascivos.

— ¿Cómo crees que te he imaginado, pequeño demonio?

Minato se mordió los labios y alcanzo a darle una sugestiva mirada a Fugaku antes de voltearse y ponerse en cuatro, inclinándose un poco de más para mostrar su dispuesto agujero. Apretando las nalgas de Minato, Fugaku le atrajo hasta situarlas entre sus erección que se empezó a restregar hasta que ambos se encontraron gimiendo en voz alta.

— ¡Fugaku!

Fue cuestión de algunos minutos, pequeñas pausas y varios gruñidos y gemidos para que Fugaku penetrara completamente a Minato.

— ¿duele?

—no mmm aah, solo tengo que acordarme de como respirar.

Una suave estocada hizo tartamudear a Minato y expulsar el poco aire que había recogido en un gemido lastimero. Con una firme resolución Minato acomodo sus brazos y Fugaku hizo lo suyo con sus caderas, logrando en pocos segundos encontrar el ritmo y ángulo adecuado para empezar a follar sin clemencia.

—serás un bonito desastre con mi semen escurriéndose entre tus piernas.

Minato no logro tener la última palabra en aquella situación, solo se dejó llevar, entrego todo su control a Fugaku. Minutos después entre su mirar desenfocado y la respiración acelerada, Minato logro llevar una de sus manos hacia su erección,  pronto las fuerzas le fallarían.

—te llevare.

Con la gran habilidad de la que ya había hecho alarde, Fugaku volvió a cambiar de posición a Minato, situándolo boca arriba con las piernas puestas encima de sus hombros. Las embestidas se reanudaron más feroces y erráticas por momentos, mientras que una mano acariciaba cada vez más rápido la erección de Minato.

Cuando Minato logro abrir los ojos, le regalo a Fugaku su lado más vulnerable y extasiado. Sus labios se abrieron levemente, su cuerpo se arceo y blancas líneas se esparcieron por su vientre.

—Fugaku.

Un gruñido amenazante invadió aquel lugar, una última embestida, el ultimo sonido de piel contra piel y Minato pudo sentir entre su placer febril, como Fugaku se venía dentro muy dentro de su ser y como aquel hombre caía agotado y saciado entre sus brazos.

—estoy feliz.

—yo también.

Pasados unos minutos, Fugaku se transformó en lobo y se enrosco contra Minato, quien sin dudarlo se dejó aprisionar en aquel pelaje caliente.

—terminado el festival comenzare un peregrinaje por todo el imperio y puede que un poco más haya.

El gran lobo dejo de mirar hacia las estrellas y miro al frágil humano que abrazaba su ser.

—creo que es lo mejor, no estaba muy seguro al principio. Pero el conocerte me ha infundido ánimos.

Una pequeña caricia de aquella nariz fría en su rostro, fue toda la respuesta que el gran lobo negro le dio a Minato.

XOXO

“El Vientre fecundado llevara al mestizo que unificara este mundo”

La silenciosa sala estallo en mormullos que dieron paso a tonos más elevados, unos gesticulaban y otros aún no se reponían a tal profecía.

La gran matriarca de la religión del imperio, Kaguya Otsutsuky miro directamente a las únicas tres personas que seguían en calma; Kushina mostraba su típica cara de líder molesta por la exaltada reacción de sus subordinados, Mikoto sonreía sin problemas y aquel cambia formas le sostenía la mirada con insolencia.

—Madre.

Kaguya Miro a su hijo menor Zetsu, quien le miraba con cierto brillo de ilusión. Zetsu era hasta el momento el único mestizo vivo del Imperio, Mitad humano, mitad demonio. Como purificadora había puesto sin quererlo sobre Zetsu una carga inesperada, la maldad con la que había luchado durante sus años de purificadora había termino en su hijo menor.

— ¿Quién es el padre?

La sala quedo en silencio. Kushina no era una purificadora, sino escogía bien sus palabras y sin importar su puesto como Emperadora, aquella criatura estaría en grave peligro.

—mamá.

Susurro Zetsu preocupado, su madre siempre le había enseñado a llevar su condición con orgullo, no quería creer que su madre pudiera llegar a condenar  a otro mestizo.

—El conde Sacha, mi querido Esposo, que en este momento está de visita diplomática en otro reino, pero que les envía sus más queridas pensamientos.

Respondió Kushina, poniendo una mano protectora en su abultado vientre de ocho meses. A su lado una pequeña risa contenida llamo la atención de Kaguya sobre Mikoto, que intentaba por todos los medios contener su risa, por su parte el cambia formas miraba aburrido hacia la puerta.

Antes de que la gran matriarca pudiera decir algo, un par de idiotas  gritaron:

“¡blasfemia!”

El gran lobo negro les miro amenazadoramente justo cuando las puertas de la sala se abrieron de par en par, para dejar pasar a un hombre rubio seguido nada más y nada menos que por los líderes de los cambia formas más hostiles, como lo eran el de la serpientes y el de los grandes sapos de las montañas.

—mucho gusto, soy Minato Namikaze, cuerpo portador del demonio Lugosi y por lo tanto líder de los demonios.

Kushina dio por perdido el día, mientras entre tanta algarabía intentaba escuchar las palabras de Mikoto que no dejaba de reír ante tal situación.

—cuando le purifique y le dije que se pusiera en la piel del ser humano, no esperaba que lo siguiera al pie de la letra.

—más que el demonio querida amiga, lo que ves y veras será obra de Minato al cien por ciento ¿cierto lobo gruñón?

Fugaku solo dijo:

—todo es culpa del templo del trueno.

Lo que siguió después fue tan épico que fue recordado en canciones, novelas y obras de teatro por muchos siglos en todo el mundo, en especial en el Imperio.

 

Notas finales:

me disculpo pero no habra continuación. 

es solo un capitulo pero espero que les guste. perdon si hay algun error, solo tengo estos ojos con miopia para ver en donde meti la pata.

gracias por leer.

<3

 


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