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Luz en la oscuridad por Bichien

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Notas del fanfic:

Me ha costado mucho publicar el primer capitulo, espero de todo corazón que sea de su agrado la historia, debo advertir que el fanfic está más enfocado en los hijos de nuestros personajes favoritos que en los propios padres, realmente adoro ver a los chicos de kuroko no basket en el rol de padres, nada más que decir que disfruten la lectura. 

Notas del capitulo:

Los personajes le pertenecen a el creador de Kuroko no basuke, Tadatoshi Fujimaki. 

Ya había perdido la cuenta de cuantas pesadillas había tenido en el mes, hasta se había acostumbrado y aburrido de ellas, no podía dormir en paz, estaba tan cansado que no quería levantarse de su cama, como si sobre él hubiera una roca. miraba el cielo raso de su habitación enfadado, pasaba horas intentando quedarse dormido, para que un estúpido sueño arruinara su calma. Miró la hora en su reloj, las seis de la mañana; por suerte su padre no tardaría en despertarlo, era su única forma de poder levantarse, como si un impulso moviera aquella roca que le impedía hacerlo por su propia cuenta, sus padres siempre lo ayudaban a motivarlo, por eso los amaba tanto, estaba seguro que si ellos no estuvieran a su lado, moriría en su habitación.

—Taiki, es hora de levantarse— Le decía su padre Taiga, antes de bajar a la cocina.

Así empezaba cada mañana, tras escuchar la voz de su papá, Taiki se levantaba sin ganas, se alistaba lo más rápido que podía puesto que no soportaba estar mucho tiempo con sus pensamientos, con solo verse en el espejo sus piernas quedaban sin fuerzas, se sentía tan inútil y estúpido, sus ojeras hacían muy difícil el poder fingir que descansó, por ningún motivo quería preocupar a sus padres. con aquellos pensamientos bajó las escaleras para ir a desayunar.

Su querida familia como siempre lo esperaban para comer, su papi Taiga y su papá Daiki planificaban su día o hablaban cosas sin mucha importancia, conversaciones casuales que el chico de 11 años anhelaba poder compartir con sus papás, solo podía mirarlos con un deje de nostalgia. Apenas podía comer, no sentía merecer tan deliciosa comida, su papi que era chef, se preocupaba de agregarle todo el amor que tenia a cada platillo que preparaba, algo que enorgullecía mucho a su hijo, por otro lado, su papá era policía, un héroe ciudadano que trabajaba con mucha pasión y dedicación. Taiki se preguntaba todas las mañanas, al verlos tan atentos y felices ¿Por qué era hijo de personas tan maravillosas?, él no era bueno en nada, no tenia amigos y le iba fatal en la escuela, pero lo más importante… no era feliz.

Después de que Taiga le diera un beso de despedida a su hijo y esposo, era hora de ir a la escuela, el pelirrojo mayor solo se levantaba para hacer el desayuno, ya que entraba más tarde a trabajar, Daiki llevaba a su retoño en su auto, la escuela quedaba lejos; el viaje era muy tranquilo para ambos, por lo general no hablaban mucho, solo escuchaban la radio de deportes, Taiki miraba por la ventana desanimado, no le gustaba su escuela, es más la odiaba con toda su alma, nada bueno le pasaba allí, estaba todo el día solo y sus clases eran tan aburridas que no les prestaba la más mínima atención, pero lo más desesperante y molesto para él, eran sus compañeros.

—Hoy llegaré un poco más tarde, no esperes por mi para cenar ¿está claro?

—Sí, papá.

—Ese es mi campeón— con una sonrisa y tras frotar la cabeza de su pequeño, el policía se iba a su trabajo.

Con solo poner un pie en su escuela, el pelirrojo perdía la motivación y esperanza, sentía que estaba una caja de la cual no había salida, odiaba ver a todos los niños a su alrededor riendo y divirtiéndose, ¿Por qué no podía sentir lo mismo? ¿Por qué se ahogaba mientras los demás respiraban tan tranquilamente?; el sonido del timbre lo obligó a caminar a su salón, el profesor aún no había llegado por lo cual sus compañeros eran libres de fastidiarlo, como cada día apenas llegaba a la sala de clases, un grupo de niños le tiraban papeles o pedazos de goma, Taiki los ignoraba, estaba demasiado acostumbrado, su pupitre permanecía igual de rayado, se podía leer mensajes desde “eres estúpido” a “mátate de una vez” a pesar de esto los profesores no decían nada, aquello lo molestaba aún más ¿Por qué sus profesores son tan ciegos? ¿Por qué no le dicen nada a sus acosadores?, eso solo evitaba que el chico sintiera la necesidad de prestar atención en clases.

El almuerzo era la peor hora del día, su papi se esmeraba en prepararle el almuerzo para que terminara en la basura, los mismos niños de siempre, tomaban su mochila y vaciaban el interior en los basureros, se encargaban también de abrir su lonchera para que no pudiera comer nada, el pelirrojo solo observaba, no tenia fuerzas ni para protestar o defenderse. — ¡Eres tan desesperante Aomine! ¡Di algo maldita sea! — el líder de los acosadores le propinó una fuerte patada en el estómago, dejándole en el suelo sin poder respirar, el chico seguía sin decir nada aumentando la rabia del acosador que buscaba desesperadamente una respuesta por parte de su compañero. Determinado a hacerlo llorar o gritar, siguió golpeándolo, se aseguró de estar lo suficientemente lejos de miradas ajenas para que no lo castigaran, sus demás amigos vigilaban que nadie los viera.

—Me das pena Aomine, tener dos padres debe ser lo más humillante del mundo, por culpa de ellos eres tan raro y estúpido, apuesto que son igual de maricas que tú. Tus estúpidos padres me dan asco, ojalá se mueran en un accidente para que te quedes completamente solo, nadie te quiere— reían divertidos.

Tras escuchar la mención de sus padres, algo en Taiki se encendió, se incorporó de golpe para patear las piernas del líder de los niños. —¡Me las pagaras Aomi— su dialogo fue interrumpido por un puñetazo que rompió su nariz, el pelirrojo se sentó sobre el acosador para golpearlo con todas sus fuerzas —¡Jamás hables de mis padres, ellos son los mejores del mundo! ¡¿entiendes?! — gritaba a todo pulmón sin dejar de atacar a su compañero, los niños a su alrededor estaban perplejos, no sabían que hacer —¡lo va a matar! — el chico en el suelo intentaba defenderse, pero sus esfuerzos eran inútiles, la fuerza de Taiki era superior, cuando estaba por perder la conciencia, un maestro lo ayudó a levantarse, el atacante estaba luchando por soltarse en los brazos de otro maestro. el pelirrojo había perdido la razón, con el forcejeo había lastimado hasta a su profesor, tenia tanta rabia acumulada, por años el grupo de niños lo había humillado, golpeado y acosado, jamás fue capaz de defenderse, pero al escuchar como insultaban a sus padres, como si fuese una olla a presión, estalló.

Tras un rato intentando escapar de la contención de su maestro, el chico volvió a la realidad, no estaba muy seguro de lo que había hecho, sus nudillos estaban rojos y le dolía todo el cuerpo, perdió cualquier recuerdo de su arranque de ira solo observaba sin escuchar como su maestro le hablaba enfadado mientras llevaban a su compañero al hospital. Tras todo lo ocurrido, solo podía esperar a sus padres en la oficina del director, miraba una vez mas sus manos temblorosas, tenía miedo, creía firmemente que sus padres lo odiarían, que aquellos desayunos jamás volverían; toco su frente, el beso de despedida de su papi le quemaba, siguió temblando sin poder detenerse, se sentía tan mal que casi se vuelve loco, se estaba ahogando no podía calmarse, quería gritar y llorar pero no podía hacer ninguna de las dos cosas, su mente estaba en blanco hasta sentir el calor de un abrazo, unos brazos que conocía muy bien, aquello lo calmó, siendo capaz de observar su alrededor, su papá Daiki estaba conteniéndolo, no parecía enojado es más su preocupación se  notaba en su rostro. —¿Estás bien Taiki?, tú maestro me llamó, dijo que estabas envuelto en una pelea, ¿te duele algo? — el chico lloró con todas sus fuerzas, sus padres se enterarían de todo, de lo inútil y estúpido que era, sentía tanta vergüenza de ser su hijo, un hijo que era acosado, que no tenia amigos y que era capaz de romperle la nariz a su compañero aquello le hizo imposible mirar a los ojos a su papá para explicarle todo. El director hizo pasar muy enfadado a el policía y su hijo que esperaban fuera de su despacho, le dio una severa mirada al menor y con poca paciencia narro los hechos ocurridos en el patio de la escuela, enfatizando el hecho de que el otro implicado estaba en el hospital por la fractura de su nariz  además del hecho de que el niño era un alumno ejemplar y el mejor de su clase a diferencia de Taiki que tenia notas tan mediocres que podría repetir el curso, Daiki escuchaba todo sin decir nada. —Me temo que no puedo aceptar a un niño tan violento y mediocre, lamento mucho esto, pero Aomine Taiki está expulsado de nuestro establecimiento— el padre inhaló y exhaló un largo suspiro, se levanto de la silla y miró con una sonrisa arrogante al director, estaba tan enfadado que sus manos se volvieron puños los cuales apretaba con todas sus fuerzas — Acepto que a mi pequeño le vaya mal en clases, pero ¡Nunca en toda su vida a sido violento! ¡Sí o sí hay una razón para su comportamiento! — el moreno llegaba a escupir de tanto que gritaba — Si usted es tan estúpido para defender al mocoso en el hospital sin escuchar a mi hijo ¡nunca dejaré que se quede en esta escuela de mierda!, llegaré a la raíz del asunto y si resulta que tengo razón ¡no dudare en demandarlo por el pésimo trabajo que hace!, Taiki nos vamos de aquí— el hombre mayor se quedó estupefacto, su peluca se había hasta movido con la voz del policía.

Muy enfadado aun, el moreno se dirigió a su patrulla mientras refunfuñaba e insultaba al director que fue capaz de quejarse de su pequeño, Taiki seguía como podía a su padre, sin ser capaz de decir nada, lo acababan de expulsar de su escuela, no sabia que sentir en ese momento, solo deseaba que su increíble papá no lo interrogara pero apenas puso un pie en la patrulla, Daiki empezó a bombardearlo con preguntas, no quería responder, solo miraba el piso del auto sin decir nada, sus nudillos le seguían ardiendo y su cuerpo le dolía mucho, recordaba que lo habían pateado pero nada más. —Me tomaré el día libre, como no quieres responder ahora, ponte el cinturón y vamos a casa—, el pequeño miraba por la ventana sin prestarle atención a nada, no quería hacer nada, solo dormir… dormir para siempre, así cerró sus ojos en un intento de escapar de la situación en la que estaba, esperando que todo fuera una de sus horribles pesadillas.

Notas finales:

Espero que haya sido de su agrado, se que fue súper corto y apenas se desarrollo la historia pero aún así no duden en comentar y expresar sus opiniones, ¡nos vemos en el próximo capítulo!


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