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El silencio es peor que el amor. por Adri6

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Tengo muchos defectos y de seguro soy el último en darme cuenta de todos ellos. Lo que reconozco, lo que no puedo negar son los nervios y la ansiedad que invaden mi actuar, sobre todo cuando me enfrento a las cosas simples de la vida. También tengo una buena fama de despistado y también debo decir que si, también soy así… pero… curiosamente por primera vez, estoy seguro de que me he enamorado y que soy correspondido, el problema que surge de eso, es… ¿cómo le explico algo semejante a mi mente?, ¿cómo le obligo a que se relaje?, ¿cómo puedo lograr que acepte esta locura? Si, lamentablemente… es una locura, no porque esté prohibido las relaciones entre compañeros de trabajo sino porque… él y yo, estamos a lados diferentes del camino… casi, en polos opuestos.

Pese a todo, siempre… siempre le pienso cuando inicio y termino el día, de forma ingenua espero, el tiempo pasa… pero sigo esperando.

“Es tarde, vete a casa”  –Dice con voz seria

“A penas termine mi café, lo haré”  –Respondo sin verle, con la taza en mi mano y junto a la cafetera que recién apague

“Tengo que irme ahora, por lo que no puedo esperar”  –Repone impaciente

“Entiendo”  –Sostengo mi taza entre mis manos y una pequeña partícula de amor se escapa entre unos suspiros muy, pero muy escondidos.

Fui por mis cosas y apagué la computadora, admirando que mi escritorio estuviera en orden, pude despedirme y salir de ahí. Unas cuantas palabras cordiales, marca la distancia a la cual, ambos debemos estar. Es una maldición que él sea mi persona especial y creo, que él también odia que yo lo sea… mi torpeza roza la ambiciosa capacidad de ser un completo estúpido y eso es algo que sin duda debe perturbarle a la experiencia que tiene. Creo que es justamente por eso, que él definió todo esto como: “Relación estrictamente laboral” Aquello abarca mucho, casi como un lápiz y una regla que traza una línea, las miradas o cualquier gesto, esta demás.

Si no le quisiera tanto, no hubiera aceptado que me rechazara de esta forma.



Una semana después.

Se casará. Aquellas dos palabras rondan por mi cabeza como una melodía de una canción de moda. Se casará. Casi puedo leer una y otra vez aquellas palabras en las páginas del libro que sostengo entre mis manos y que, pese a todo mi esfuerzo, no logro concentrarme. Se casará… sencillamente tengo ganas de llorar. Esto nunca fue nada, pero… para alguien que está enamorado, siempre existe el anhelo, la esperanza… las cosas siempre pueden cambiar… o al menos, mejorar un poco.

El aire es escaso, la luz demasiada fuerte, las voces ruidosas y desafinadas… todo lo que está a mi alrededor es una marea envolvente que me convence de que nada, justifica este dolor.

“Ven a mi oficina”  –Repone como una petición, pero se escuchó más bien como una orden.

No pude evitar cerrar los ojos y en aquella oscuridad logre contestarle que iría en seguida, en aquella oscuridad logre dar las gracias a la vida de que él estuviera detrás de mí, porque sin duda, la cara que tengo, no esconde lo que exhala mi corazón.

Al sentarme frente a él, mis dedos se removían nerviosos entre mis manos, del mismo modo no pude controlar a mi pie de que convulsionaba de aquí para allá. Soy un chico listo y en honor a eso… tengo que estar a la altura del desastre que serán sus palabras de ahora en más. Soy un chico listo, pero por desgracia, también soy muy sensible, vulnerable cuando expresan que sobro en algún lugar o en la vida de alguien.

“Me casare”  –Repuso mirándome con un cierto cuidado en el tono de voz que empleaba en aquella revelación

“Si… lo escuché de los demás”  –Dije mientras continuaba con mis movimientos raros anti estrés

“Soy un hombre responsable, a partir de ahora debo velar por mi familia que pronto formare…”

Que penetrante es su mirada cuando está a punto de anunciar una mala noticia, pensé al ver la expresión de su rostro como si fuese un cuadro, el mejor de todos y el más extraño. Entonces al regresar a la realidad, al tener que seguir escuchándole hablar… no pude evitar la tentación de arriesgarme, de apostar por esto, de impedir esto… pero… sola una cosa me detuvo y fue que él no cerrara la puerta de su oficina, aquel simple detalle dice mucho… no quiere exponerse a que algo afecté su decisión, ni siquiera yo.

Con aquel balde de agua fría ahogándome a vista y paciencia de toda la oficina, tuve el valor y me atreví a mirarle fijamente, a trasmitirle mis secretos, mis pesadillas, mi angustia que se esconde entre mi cabello largo y algo desarreglado, en mi vestuario de bibliotecario nerd y en mis labios vírgenes de promesas de amor… en un conjunto de eventos desafortunados, en verdad le quiero y él en verdad me quiere.

“… Cuando llegue aquí… dude si podría trabajar en esto, pero ustedes se transformaron en una bonita familia, logre sobrellevar los casos y no perturbarme tanto”  –Sonreí levemente y aquella mueca desapareció tan rápido que quizás, él no alcanzo a notar—  “... Agradezco que me hayan tenido paciencia, que me aceptaran… yo… hablare con los superiores, les pediré que me transfieran a otra unidad”  –Baje la mirada y la enfoque en algo inanimado, de modo que la emoción de muerte súbita, logro quedarse dentro, una vez más, entre mis secretos.

“… Gracias”  –Dijo con voz algo quebrada, pero sin demostrar dicha emoción en su actuar.

Sigo siendo un niño que tal vez le gusta que lo consuelen, que le digan que no hay nada que temer, que la vida no está difícil ni cruel, que los sentimientos son bonitos y que el amor… que siempre hay que creer en el amor. Pero soy un adulto, que por más que quiera quedarse debe irse, que por más finja no puede controlar las ansias por tener algo más… que desilusión, que penosa situación.

“… ¿Seguiremos siendo amigos?”  –Pregunte

“No somos amigos… así como tampoco nunca lo seremos”  –Repuso con seguridad

“Yo no tengo la culpa de…”  –Levanto el rostro y le enfrento

“Esto es algo que sucedió, es un error… pero afortunadamente hemos actuado según las reglas, te pido… que siempre sigas las reglas”  –Me mira y pone punto final a cualquier diferencia de opinión que pueda tener—  “…Estoy muy ocupado”  –Abre un expediente y comienza a leerlo

Le observo lo hago mientras la parálisis de mi cuerpo no me dejar alejarme de él, no lo creo… me cuesta creer que esté sucediendo esto, no quiero… eso es lo que deseo decirle, pero tampoco puedo hablar. Mis manos dejaron de moverse nerviosas y yacen muertas sobre mi regazo, lo hacen… porque no hay nada que decidir, ya está todo escrito.



Una semana después.

Limpie mi escritorio como si quisiera borrar mi paso por aquí. Miré a mi alrededor, tuve que morderme la lengua y encerrar mis manos en mis bolsillos para no golpear la puerta de su oficina y hablarle en privado, pero… tendría la misma respuesta, él volvería a decirme que siga las reglas.

Los chicos me habían organizado una despedida y con algunas copas en el cuerpo, aun así, no fui capaz de decirle nada… mis labios estaban sellados ante un secreto que no era secreto, no para ambos pero que, de todas formas, es confidencial. Miradas, con algunas de ellas logre decirle algo, él, con su postura rígida y seria, me decía en silencio que las entendía, que me entendía, pero era yo quien debía entenderle a él.

Con algunos libros de regalo, todos desfilaron para darme el ultimo abrazo, sentí su cariño en cada segundo y sonreí al decirles que alguna vez, nos volveríamos a ver. Cuando llego su turno de abrazarme, por primera vez experimente como era tocarle y pese a que pensé que sería una bendición, lo experimente como un castigo, porque todo me traiciono y me aferre tanto a él que mi cuerpo me pedía hacerlo, de alguno modo, mi corazón le hizo tener la esperanza a mi mente de que él cambiara de opinión. Tal vez nuestra relación no cambiaría en lo absoluto pero que, de igual forma, exigiría me quedara. Yo quería que no me privara de verle todos los días, de escucharle dar sus típicas instrucciones, de sentir su perfume… yo quería… estaba dispuesto a conformarme con tan poco que me asuste de demostrarle cuan desesperado estaba por conseguirlo, pero él sabe lo que es correcto y lo que no, por eso se apartó como si le hubiese quemado o herido… qué vergüenza… mis brazos seguían a medio extender hacia él, seguían esperando e implorando algo que nunca podre recibir de él.

La luz del bar oculto el brillo de mi mirada, ocultaron la mueca de mis labios, ocultaron la expresión de mi absoluta desilusión. Tan solo asentí con la cabeza y le di a entender, que todo seguiría de acuerdo a lo ya decidido. Sonreí de forma triste al darme cuenta de que irme es lo mejor que me puede suceder, mantuve aquella sonrisa en mi rostro mientras reacomodaba mi postura, y con mis brazos a cada lado de mi cuerpo, comencé a escuchar como el silencio es peor que el amor.

“Fue un gusto… haberlos conocidos”  –Dije mientras apartaba la mirada de él y me enfocaba en que sabe qué cosa



Tres años después.

Mi paso por esta ciudad, es de esos eventos en los cuales inicialmente no te gusta, pero de tanto repetir comienzas a valorar. Es una suerte que haya un gran comercio cultural, que existan muchas librerías antiguas llenas de primeras ediciones, las cuales mi dinero busca comprar a modo de hobbie. Es como un modo de tener el comienzo de algo, de toda una serie de evoluciones perfectas y mejoradas. Me quedo con lo viejo a modo de pasatiempo, a modo de ir en contra de todo un sistema de plastificado y colores llamativos.

Recorro cada librería en busca de novelas, no de amor sino más bien que tengan algo de experiencia de vida, porque sin duda es una buena forma de adquirir sabiduría sin pasar por aquellos momentos difíciles.

Pero al no encontrar nada nuevo, pensé en ir a la sección de ciencia, ya que por lo general los descubrimientos científicos mantienen mi interés vivo y mi mente expectante por lo que pasara en el mañana, antes de moverme de mi sitio, de pronto quedé sorprendido de ver dos libros siendo sostenidos por alguien uno en cada mano, el primero era: “Yo antes de ti” y el segundo era: “Después de ti” de la autora Jojo Moyes. Aquel gesto inapropiado me dejaba saber que había una persona detrás de mi rompiendo mi valioso espacio personal.

“No me gustan las historias de amor”  –Repuse algo molesto por la intromisión, supongo yo, del dueño de la librería

“Eso mismo pensé… pero me equivoqué”  –Aquella voz sin duda no corresponde al dueño de la librería, no, es otra persona… es él.

Temblé sutilmente frente a lo que provoca en mí, a lo que significa para mí. El es sinónimo de pasado, un pasado lleno de cosas inconclusas y vacías, pero de todos modos, acepte aquellos libros que me recomendaba por una sola razón y eso era por el título de estos, en verdad eran muy simbólicos. Perfectamente se podían extrapolar a lo que somos y nunca fuimos.

“Nunca funciono… me divorcie”  –Repuso moviéndose de su posición para quedar a mi lado

Nunca funciono y se divorció, dijo mi corazón y mi mente tan solo escucho con cuidado, sin formular demasiada expectación.

“Lamento escuchar eso”  –Repuse observando aquellos dos libros tan opuestos entre sí pero que juntos, forman parte de un todo

“Spencer…”  –Su mano trato de alcanzar mi muñeca desnuda, sus dedos estaban a punto de acariciarme, cuando mi mente ya tenía una respuesta muy sensata y ajustada a la realidad.

“No… la respuesta es no”  –Dije mientras deje los libros en el estante y me dedique a caminar por el pasillo para alejarme de él

“¿No?”  –Pregunto molesto mientras seguía mis pasos cuidando de que no le deje hablando solo

“No nos entendemos”  –Camine aún más rápido

“Hablemos”  –Al escucharle decir eso, el tiempo dejo de existir y como lo supuse, quise escucharle hablar. Me detuve y volteé a mirarle por primera vez en tres años y fue como si el pasado nunca soltara ni abandona al presente, y peor, que le encantara proyectarse en el futuro. Aaron es un pasado marcado con fuego, al rojo vivo causo una quemadura que ha dejado en mi piel y que nunca dejo de doler. 

“Tres años… ¿sabes que sigo teniendo el mismo número?, ¿el mismo correo?... te casaste y eso indica que tan desesperado estabas por no relacionarte conmigo… ¿ahora que eso fracaso, soy una segunda opción para ti?... pues déjame decirte una cosa… yo también me case”  –Confesé extrañándome de verle fruncir el ceño en señal de que no se esperaba que le traicionara de aquel modo—  “… Pero en mi caso, yo si elegí bien”

Tal como llego, él abandono mi vida como un flash de una cámara fotográfica. Es una persona muy obstinada pero cuando se trata de mí, siempre hace esto… renuncia fácilmente a mí.

Que me haya quedado en el pasillo de la Librería sin siquiera importarme el paso de las personas a mi lado, significa que he tenido un deja vu, es un círculo vicioso… él siempre termina arruinándome más de lo que la estoy.



Dos años después.

Al finalizar el día, por fin pude escribirle una carta a mi madre, en ella trataba de explicarle de forma simple, pero a la vez tranquilizadora que su hijo ahora era viudo. Entre aquellas hojas, también le prometí que estaría bien, que continuaría con mi trabajo y que seguiría adelante con mis investigaciones. Realmente me esforcé por aclarar el destino del perro que ella tenía, que cuidaba, que ella amaba… le conté que mañana mi suegra vendrá a buscarlo, al igual que algunas pertenencias personales.

Entonces, cuando estaba por terminar la carta, me detuve, dejé de moverme mientras que la nieve caía despiadadamente afuera. Hay mucho silencio, me rodea demasiada soledad. Bajé la mirada y al intentar leer lo que mis manos trataron de expresar, la carta… destruí la carta con desasosiego.

Llore pensando en ella, hasta quedarme dormido.


Un año después.

Nuestras unidades coincidieron, trabajamos juntos y fue bueno ver nuevamente a mis compañeros. El equipo cambio, pero siguen siendo una familia, no me sorprende… en verdad los admiro. Finalizada la colaboración, mi jefe invito a mi ex jefe a una cena. No quería ir, pero me obligo, se jacto diciendo que el agente Hotch se sentiría mejor al estar frente a un rostro conocido. En cuanto pensé en eso, ciegamente creí que era todo lo contrario, pero bueno, les acompañé en silencio.

De una conversación laboral de pronto se desvió, a algo más personal.

“¿Cómo está tu hijo?”  –Pregunto mi jefe a Aaron, lo cual me obligo a levantar la mirada de mi plato y descubrir, si aquello, era verdad.

“Bien… ya tiene 4 años”  –Repuso viéndome fijamente, casi como deseando dar una explicación al respecto

Claro, ¿por qué me sorprendo?, no sé nada de su vida y dudo, que él esté al tanto de la mía. No nos llamamos, no nos escribimos y nos encontramos escasamente, aquellas tres malas combinaciones forman la ignorancia en la cual hemos decidido vivir. Baje la mirada y continúe con mi plato, no quise prestar atención a lo que decían, no quise.

La cena termino cuando mi jefe refirió que debía regresar a casa por motivos personales, por lo que, efectuando un abrazo entre agentes especiales, sencillamente nos abandonó a nuestra suerte.

“Te cortaste el cabello”  –Dijo casi en un tono de admiración por mi cambio de apariencia

No pude apartar la mirada de mis manos y pese a todo, extrañamente no estaba nervioso, pero si molesto, ¿a que juega?, ¿nuevamente quiere ahogarme cuando necesito respirar más que nunca?

“No debería importarte mi cabello, sino más bien enfocarte en el hijo que abandonaste”  --Acuse si mas

“No lo he abandonado”  –Repuso molesto mientras elevaba la voz unos cuantos decibeles para hacerse escuchar con facilidad.

“¿No?... te divorciaste y eso no está bien”  –Le reproche por fin atreviéndome a mirarle— “Tienes un hijo muy pequeño, está en pleno desarrollo y necesita tu atención”

Aaron no es un hombre de paciencia cuando algo le afecta directamente, lo sé y ahora lo veo. Toda la intención que tuvo de hablarme se transformó en rechazo, el contacto visual se rompió al igual que todo lo demás. Creo que seguimos siendo especiales el uno para el otro, pero cada vez que nos encontramos, cada vez que nos reencontramos sucede esto… volvemos a separarnos por una cosa u otra… ahora, recién tengo la certeza de que existe el destino, de que en verdad ya está escrito y no se puede hacer nada al respecto.

“No voy a darte explicaciones de cómo llevo mi vida y menos, te diré que clase de relación tengo con mi hijo…”  –Saco su billetera de su chaqueta y pago su parte de la cuenta—  “No eres nadie para tener ese privilegio”  –Se puso de pie absolutamente fastidiado por mi comentario cuando la verdad, no buscaba molestarle

“Mi padre me abandono, me dejo con una madre que estaba enferma… así que tengo suficiente propiedad para decirte que cuando existen hijos de por medio, se debe hacer un esfuerzo”  –Dije mirándole fijamente

“El esfuerzo lo hice, pero no funciono, pero eso no significa que yo no quiera a mi hijo… lo amo, más de como tu padre de seguro te amo a ti”

Por primera vez, mis lágrimas se atrevieron actuar públicamente y peor aún, frente a él. Por eso cuando las sentí humedecer mis mejillas, trate de ocultarlas entre mis dedos, con algunas tuve éxito, pero con las demás, fracase. Para colmo, mi silencio le dio la razón y eso, era horrible, me hizo sentir que, desde pequeño, estuve solo, que desde pequeño no tuve la oportunidad de tener algo normal.

“Spencer…”  –Escuche mi nombre en unos labios arrepentidos por sus dichos

“Cada vez que nos encontramos sucede esto… y cada vez es peor, sinceramente prefiero evitarme el mal rato… ahórratelo tú también”  –Pague mi cuenta, me levante de la mesa de forma rápidamente, le mire, pero sencillamente tome mi abrigo y me fui.




Meses después.

Por un descuido, un ignoto me golpeo… bueno, en realidad me dio una paliza. Parte de sus puños se concentraron en mi rostro así que es una suerte, que pueda abrir un ojo para así, no estar completamente ciego.

Después de algunos exámenes, pude irme a casa y descansar en mi cama. Pase por alto algunas comidas porque sinceramente, levantarme de la cama era un suplicio, era como revivir el momento en el cual, el tren paso sin piedad por sobre mi cuerpo. Ahí estaba yo, inmóvil con la medicina en mi mano mientras que miraba el techo tan insistentemente, que memorice todos aquellos detalles imperfectos.

“Recuerda este momento… recuérdalo cuando pienses en que no puedes estar más solo”  –Susurre despacio con mis músculos faciales en múltiples tonalidades.



Días después.

Renuncié a mi trabajo. Renuncié a mi casa. Renuncié a seguir en las mismas condiciones. Soy un intelectual, un adulto intelectual que no tiene ganas de recordar como los populares se aprovechaban de mí, no estoy para eso… no me gusta porque pese a todo, si no tengo un arma, no puedo defenderme de ellos o de cualquiera.

Mi madre está fuera de circulación, no puedo contar con ella… mi padre, bueno… no tengo la intención de tener ninguna relación con él. Mis amigos están ocupados con sus vidas por lo que tan solo me queda una opción, hablar con la familia de mi esposa… por suerte lo hice.

Me acogieron sin problemas en su casa, de hecho, duermo en la habitación de ella… que linda luce en sus fotos, que bien huele su perfume entre su ropa, que gratos recuerdos me trae revivir su letra y sus pensamientos plasmados en sus diarios de vida. Era todo, pero sobre todo era mi amiga.


Con el paso del tiempo, mi rutina se transformó en un algoritmo bastante simple, un kilómetro de casa al parque y viceversa. La banca de siempre, pan entre mis manos, palomas o patos… lo que se acerque primero. Había aprendido de mala manera que la vida que llevaba no era para mí, nunca debí apartar mi vista de los libros, nunca debí de haber arriesgado mi vida cuando hay otros mejores que yo para hacerlo. Alimentar aves es algo que puedo hacer, algo que cualquiera puede esperar de mí… no requiere fuerza ni destreza, solo paciencia, mucha paciencia, como ahora cuando por fin ellas estaban frente a mi devorando el pan a mis pies.

Vine muchas veces, hice esto muchas veces y siempre tuve que pensar en el día siguiente. En los pasos que tendré que iniciar y que, para ser sincero, me cuesta aceptar. Me recline en la banca y respire a modo de consuelo, el aire fresco calma un poco mi impaciencia porque los colores extraños de mi rostro desaparezcan.

“Buenos días”

De no ser por lo adolorido que estoy, hubiese girado mi rostro hacia él, pero continúe mirando hacia al frente. Veo que las noticias vuelan y que como un buen agente del FBI no es difícil rastrearme por todo el país de ser necesario.

“Buenos días”  –Respondo guardando mis manos en mi bolsillo porque ya me he quedado sin nada más que darles a las aves.

“Quise venir antes, pero tenía mucho trabajo”  –Repuso mientras de sentaba a mi lado

“Agradezco tu preocupación”

“Spencer… yo… quiero ofrecerte una disculpa, he dicho cosas que no debí y para serte sincero, la relación que mantengo con mi hijo es tal como tú me habías advertido… por eso me moleste… siempre tienes la razón. Estoy tratando de ser un buen padre… en estar presente en su vida, pero es difícil, porque… hace años que estoy perdido… tome malas decisiones… tome malas decisiones por nosotros dos”  –Sentí que me miro

La brisa que enfría nuestros rostros es un desliz, una caída a algo que siempre debe permanecer alejado de mis manos. Aaron Hotchner es diferente de los demás, porque es capaz de verte fijamente, pero aun así, su vista en verdad se pierde en la distancia, y es allá donde nadie… puede tan siquiera llegar.

“… Cuando te conocí... era muy joven, estaba preparado para perdonarte todo, incluso que quisieras tener tan solo una ventura conmigo y nada más, por un segundo me había convencido de que con el tiempo llegarías a elegirme a mí por sobre las reglas… fui bastante ingenuo ¿no crees?”  –Lentamente le mire—  “Cada vez que nos vemos abres la boca y nunca dices lo que quiero escuchar, ¿acaso esperas que yo lo haga?... ¿quieres que te diga cuanto te amo y cuanto te necesito?... ¿es así?... está bien… si tengo que confesarme, entonces lo hare… cuando el ignoto me estaba golpeando en verdad creí que me asesinaría… pero… ¿sabes que fue lo primero en que pensé?”  –Cuando él negó, yo conteste—  “… En cuanto te odio, te odio tanto o más que a mi padre, porque al menos él me abandono una sola vez, pero en cambio tú… en todos estos años, lo hiciste una y otra vez… apareces de la nada con un repentino interés y después te vas, a la menor discrepancia… ¿eso es lo que me ofreces?... ¿eso es lo que tengo que aceptar?... ¿esa es la forma en la cual amas? Tú ya decidiste desde el principio y yo lo acepté porque te vi muy seguro de lo que estabas haciendo, me convenciste de que era lo correcto… bueno, entonces no busques una respuesta favorable cuando esto estará al margen de las reglas las cuales tú sigues ciegamente. Siempre dejaste muy claro… que esto… es un imposible”  –Deje de verle y suspire cansado—  “… Creería en el amor… si no me hubiese enamorado de ti”

Notas finales:

Gracias por leer!!

Besos!! 


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