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Hasta la oscuridad puede ser tentada por ninnae

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Notas del fanfic:

Este consiste en un reto pereza, en el cual se va actualizando una vez al mes, por lo que tendrá 12 capítulos, donde se irá actualizando una vez cada mes.


Espero les guste :)

Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumda

Capítulo 1: Una sombra que se ha reconocido





Los destinos muchas veces llegan a encontrarse, pero jamás a entrelazarse, otras veces la causalidad juega con la humanidad de forma burlona, mostrándonos apenas siluetas de lo que verdad esperamos. Radamanthys alguna vez estuvo obsesionado con Kanon y su derrota en el inframundo, sin saber que aquel evento solo era el hilillo conductor hacia la persona que lo esperaba de forma desinteresada y sin conocerlo. Una cara y dos corazones diferentes, forjadas a partir de un mismo destino marcado bajo la estrella de géminis. No fue hasta que las guerras acabaron guiados por la mano protectora de Atena y el acuerdo forjado por Hades ante su dominio sobre la muerte, trayendo de vuelta a la vida a los guerreros caídos durante la guerra santa. Todo un complot del universo, o quizás un simple cruce de vidas que siempre estuvo predestinado.


Todo fluyó como una extraña melodía en un día de primavera, el sol decidió quedarse un poco más aquel día, tiñendo el azul del cielo de un abrasador rojo, que parecía querer acabar consumir todo lo que llegase a tocas, nubes, viento y toda vida que pudiera alcanzar. Saga observaba el espectáculo con una visión fútil, alejado de los monstruos y las pesadillas que lo atormentaban en el santuario, donde el rostro y la energía de Atena eran una constante condena a sus pecados del pasado. Quizás para algunos la nueva vida fueran el indicio de una esperanza y comienzo, pero para él… simplemente era un peso que hubiera preferido no tener. Recostado sobre la corteza de un troco muerto su mente divagaba sobre cuáles eran las verdaderas intenciones de Atena, pues dudaba mucho que la paz estuviera entre ellas al observar de forma alejada todos los conflictos formados entre cada uno de sus camaradas por viejas rencillas. Él mismo se había aislado de toda la orden, guiado por culpas y demonios. No podían convivir todos juntos. Saga suspiró, mientras se jaloneaba el largo cabello con sus dedos, tratando de quitar los restos de madera astillada y de hojas que quedaban de los resquicios del invierno. Atena era una diosa piadosa, pero desconocedora del mundo y de los males de los que la humanidad era capaz, no era más que una niña. Saga colocó una mueca de burla en su rostro, estaba seguro de que Shion lo escuchase se encargaría de mantenerlo algunos meses a pan y agua en las celdas subterráneas.


El sol parpadeo un par de veces antes de perderse en el horizonte con un leve resplandor, los árboles del bosquecillo donde Saga solía refugiarse se agitaron y dieron la despedida al día, para dar paso a la noche y al manto estrellado. Saga dudó entre levantarse o disfrutar un poco más del fresco anochecer, sin embargo, su vacilación se vio interrumpida por una presencia oscura y llena de una energía feroz y violenta. La misma energía que había sentido en el inframundo al conocer a los jueces del inframundo. El geminiano se colocó de pie, con los sentidos alerta, pero el rostro severo y la posición calma de la persona frente a Saga, descolocó al griego.


—¿Esto es el Santuario de Atena? —cuestionó la figura con mirada distante y desinteresada. La sapuri de Wyvern resplandecía por el brillo de las estrellas, mientras la oscuridad subyacente envolvía el ropaje como si fueran uno mismo. Saga guardó silencio mientras observaba con curiosidad contenida, a pesar de que un ápice de desconfianza brillaba en sus irises.


—Lo es… Juez del inframundo —dijo Saga con voz alerta y fría.


Radamanthys asintió y prestó atención por primera vez a la figura delante de él, con una de sus manos se quitó el casco de la sapuri, frunció el ceño con recelo.


—Kanon…, no tú no eres Kanon —Radamanthys se colocó una de sus manos sobre la barbilla cuestionando otro ser que tuviera el mismo rostro que el manipulador de dioses. Gemelos, se le vino de forma inmediata la idea a la mente, recordaba el pacto de Hades con los caballeros de Atena que habían traicionado a su diosa. El patriarca lemuriano de nombre Shion, Afrodita de Piscis, Death Mask de Cáncer, Camus de Acuario, Shura de Capricornio, Saga… de Géminis, hermano gemelo de quien había rivalizado en fuerza y espíritu con él en el inframundo.


—¿Qué hace un juez del inframundo en tierra humana? Estás violando las condiciones del tratado.


Radamanthys rodó los ojos e ignoró al gemelo.


—No necesito de tu permiso Saga de Géminis —dijo Radamanthys con autoridad, recordando esta vez quien era el individuo frente a él.


Saga chirreó los dientes molesto, sin embargo, no era llegar y causar una lucha, porque una afrenta con un espectro lo había ofendido.


—Quizás no el mío, pero si el de Atena —volvió a atacar Saga.


—Los tratados de paz me obligan a no hacerte daño ateniense, pero contigo puedo hacer una excepción —dijo mordaz Radamanthys—, no interfieras en mi camino, mi señor me envió con un mensaje para Atena y un sucio traidor no tiene derecho a interponerse.


«Sucio traidor»


Las palabras del espectro congelaron a Saga, sabía de su posición en la orden y de sus pecados, y también era consciente de que cuando muriera debería pagar cada uno de ellos con los tormentos del infierno, pero que los dioses una vez más lo abofetearan recordárselo le había herido, su mente era una coladera de malas ideas, dejando pasar todo el pesar y el sufrimiento. Definitivamente los dioses no tenían compasión de los humanos.


Y así fue su primer encuentro con Radamanthys, sin sentido, casual y como una bofetada por parte de los dioses, haciendo que Saga gruñera de miseria.


“‰ Ø´Ù…س “‰


—Géminis —murmuró Radamanthys al pasar por la tercera casa aquel día. Llevaba cuatro meses entre el inframundo y el santuario, yendo y viniendo, solo para poder mantener las relaciones de paz. El inglés hubiese preferido enfrentarse y luchar con ahínco y honor en lugar de dedicarse a relaciones diplomáticas.


"Eres el más normal de mis espectros Radamanthys", le había dicho su señor Hades. Debía considerarlo un halago, pero… Conociendo el sadismo de Minos y la perversión de Aiacos, las palabras de Hades, podían tener un poco de razón, pero su paciencia era inexistente cuando se trataba de experiencias donde la lucha no estaba relacionada. Dio una última hojeada al caballero guardián de la casa de géminis.


Ese día sería largo.


“‰ Ø´Ù…س “‰


Saga vio a partir a Radamanthys, siguiendo la espalda del juez mientras subía las escaleras rumbo a cáncer, decir que el inglés le intrigaba era poco, una extraña curiosidad había nacido desde la primera vez que lo había visto, desde que lo confundió con Kanon. Sin embargo, esa comparación no terminaba de convencerlo, quería que el inglés se diera cuenta de que no era Kanon cada vez que lo observaba al pasar, que era otro ser, con sus fantasmas y pecados, con sueños e ideas propias. Que de una vez por todas dejara de llamarlo géminis, y empezara a nombrarlo, decirle Saga.


—¿Aún obsesionado Saga?


El gemelo mayor gruñó e ignoró a Kanon, quien se coló desde la cocina hasta la parte pública del templo de géminis. Cada día era lo mismo, primero la presencia de Radamanthys pasando por el tercer templo, a Saga observándolo por detrás del espectro y luego la presencia de Kanon escrutando las expresiones de su hermano gemelo, cada movimiento, las manos de Saga que se unían en un gesto nervioso, mientras le rehuía la mirada. Desde la llegada de Radamanthys la presencia de Saga en el Santuario y en géminis específicamente se había hecho constante. Kanon intentaba de descifrar la razón por la que Saga seguía mirando a aquel espectro, a quien por gajes del destino debió enfrentar aun acosta de su propia vida. Kanon consideraba a Radamanthys un guerrero digno y fuerte, pero tenía la noción de que Saga veía algo más en los hombros macizos y cabellos rubios. Era casi como un hechizo que había sido lanzado sobre Saga, que evitaba que sus ojos dejaran la sombra de Radamanthys.


—No es algo que sea de tu incumbencia Kanon —soltó Saga finalmente, dio un fuerte suspiro y se perdió al interior del templo


Kanon cerró sus ojos, Saga cada día se perdía un poco más, el hombre que alguna vez gobernó el Santuario ya no existía, mientras que solo los demonios hacían acto de presencia.


—Radamanthys es oscuridad —murmuró Kanon, sin saber si Saga estaba escuchándolo—, si te quedas con él solo seguirás perdiéndote.


Saga negó, escondido entre las sombras de los pilares, Radamanthys solo era un misterio que quería desentrañar, no había nada más. Kanon se equivocaba nuevamente.


“‰ Ø´Ù…س“‰


¿Reconsiderar el castigo de las almas? Eso no estaba en los planes, Atena apenas era un chiquilla que creía que con dulces palabras su voluntad sería hecha, pero el reino de los muertos pertenecía única y exclusivamente a su señor Hades, él era quien gobernaba sobre las almas y sus pesares cometidos durante su vida mortal, las acciones en vida no eran canjeables, por muy leales caballeros de una orden a la que pertenecieran, tarde o temprano sucumbirían al halito de la muerte, y es allí donde la deuda final sería cobrada.


—Diosa Atena, usted no puede ordenar que el dios Hades libere de culpas a los guerreros que se mantiene a sus servicios, las almas humanas cuentan con libre albedrio y cada acción que realizan, las cometen por decisión propia, sus pecados y errores solo le pertenecen a cada alma. El libro de la vida no es un simple borrador que puede ser desechado, como diosa de la sabiduría es algo que debería saber —dijo Radamanthys en tono mordaz.


—Tú tampoco puedes hablarle en ese tono espectro —defendió Shion, quien se mantenía como mediador y espectador durante las negociaciones de paz.


Radamanthys miró de mala manera al Patriarca del Santuario.


—No olvide, que usted también es un mortal, y esta es una negociación entre dos órdenes, no es culpa mía que haya querido ser la misma diosa Atena quien llevara las negociaciones. Mi señor Hades no cederá en este punto, la diosa Atena no tiene nada del mismo valor con lo cual pagarnos. Esto es un equilibrio, es la única forma de llevar un tratado y un acuerdo, dar y recibir, así que hasta aquí llegamos, sino tienen nada más sensato que proponer, es hora de marcharme.


Radamanthys no esperó palabra alguna de Shion ni Atena, se levantó de la silla donde estaba sentado, donde lo había colocado para comenzar a negociar en una nueva jornada, pero esta tampoco se suscitó muy bien, ninguna de las partes quería ceder.


La gran puerta de roble del salón principal se abrió con estruendo, mientras el inglés mantuvo en todo momento su caris mustio, esperando salir de terreno enemigo como solía decirle al Santuario. Pues todas esas conversaciones no eran fácil, él mismo solía ser alguien explosivo, pero aquel día, los pocos nervios que tenía fueron acabados por Pandora, sus quejas y venenosas insinuaciones hacían eco en su mente todavía. Aún no estaba seguro como había acabado involucrado con la mujer a cargo del ejercito de Hades, en un principio había sido mero placer tanto sexual como atracción como mujer, pero existían facetas de la fémina que llegaban a desquiciarlo. La "relación" que estaban llevando debía acabar, era tóxica e insana. Donde los celos, los gritos y las peleas eran lo único que abundaban. Solo debía dar el maldito paso, y todo eso fue la suma de lo que sucedió al interior del salón patriarcal.


Radamanthys se vio sorprendido por la presencia de unos de los gemelos, el espectro entrecerró los ojos aminorando el reflejo del sol del atardecer, el cabello ligeramente más claro y la sonrisa descarada, denotaba claramente quien era.


—Kanon —dijo de mala gana, sin cambiar su ánimo. Con el menor de los gemelos no solía fingir simpatía cuando se lo encontraba, en cierta medida lo odiaba, pero también lo respetaba, su relación no pasaba de algo casual, y algunas discusiones esporádicas que tenían en busca de sacar tensiones acumuladas, por ambas partes.


—Tienes una cara culo que nadie te lo aguanta estirado.


Radamanthys chistó ante el mal vocabulario del gemelo, otra de las razones por la que solían llevarse bien.


—Y tu tan desvergonzado como siempre manipulador, no quiero tu mierda ahora. Ya iba de salida.


Kanon simplemente sonrió con mayor descaro y cinismo, aquel rostro que colocaba cuando maquinaba algo con lo que divertirse. Simplemente Radamanthys no sería parte de ese juego. El inglés acomodó el cuello de su camisa oscura, y se pasó las manos por el pantalón de tela ceñido a su cuerpo, era hora de marcharse y dejar los idilios griegos atrás.


—Ven a tomar con nosotros —soltó Kanon de repente, sin rastro de burla, el inglés pudo constatar aquella como una proposición seria, pero ¿venida a qué?


—No es mi costumbre congeniar con los enemigos Kanon, así que no.


El menor de los gemelos no se dio por vencido y lo arrastró por las escalinatas sin permitirle alegar. Al llegar a la bajada de piscis Radamanthys se soltó con violencia dispuesto a asestarle un golpe con fuerza, el cual fue detenido al ver al resto de la orden reunida en la última casa zodiacal.


—¿Qué les dije? El estirado inglés también vendrá —dijo Kanon en tono jocoso.


—Como sea Kanon, ya nos restregaste tu razonamiento en la cara, puedes convencer a cualquiera, incluso a nenas del inframundo —musitó Cáncer con tono malévolo.


—No es hora de provocar peleas —regañó Aioros—, Radamanthys es un invitado del santuario, y debemos tratarlo bien, podemos llegar a conocernos mejor.


Radamanthys se acercó más a Kanon para sacarle información.


—¿Qué mierda se supones que planeas desgraciado? —susurró en tono bajo al gemelo menor que se encontraba a su lado.


—Nada en lo que no puedas divertirte, cejón, solo es parranda, nada más.


—Eres un maldito.


—Lo sé, pero así me quieres.


Saga observaba toda la interacción de Kanon y Radamanthys con una mueca en su rostro, había aceptado reunirse con los demás solo por insistencia de su gemelo, y la presencia del espectro lo tomó desprevenido, y ahora la interacción cargada de cierta confianza y relación de la que él estaba excluido estaba atizando en su estómago. ¿La razón? Ni él lo sabía, quizás fuera Kanon o Radamanthys, y es que Saga no podía negarse a sí mismo que sus ojos se perdían por el ambiente buscando a Radamanthys, muchas más veces de las que quería admitir. Kanon tenía razón, Radamanthys con su rostro mal humorado y aquel halo de misterio se había vuelto un obsesión.


“‰ Ø´Ù…س“‰


¿Un desconcierto? Quizás, sus manos se desviaron hacia el cuarto vaso de vodka de esa noche, el bar del pueblo era pequeño, pero muy ruidoso, los dorados solían ir a beber a ese lugar, por lo que la presencia de ellos no era algo que causara mucho revuelo, pero para Saga y su reclusión voluntaria, el paisaje se le hacía poco habitual, y es que se había mantenido sentado en una mesa un tanto alejada del barullo que su hermano menor estaba causando. Radamanthys se encontraba sentado junto a Kanon, Milo, Death Mask y Aioria, para Saga no pasó desapercibido el leve ceño fruncido de desconcierto colocado por el inglés, sus ojos dorados brillando con cautela, mientras bebía una vaso de whisky que Kanon le tendió, estaban realizando una batalla estúpida y carente de sentido, quien bebía más sin caer inconsciente sería el ganador, una bobada a criterio del mayor de los gemelos.


Aioros por su parte se arrimó a la mesa donde Saga estaba sentado, observó al gemelo silente que extendía su mirada hacia la mesa de su gemelo.


—¿Algún buen panorama Saga? —cuestionó Aioros con una sonrisa. Lo había observado, Aioros se percató de cada cambio en el gemelo, pues aunque su compatriota no fuera capaz de aceptar de buena gana su presencia, él si conocía a Saga, sus gestos y comportamientos, fueron muchos los años de crianza y entrenamiento juntos, la esencia de lo que eran no había desaparecido.


—No me jodas Aioros, no estoy de humor.


Saga coló su mano hasta su vaso de vodka, y se bebió de un solo tirón lo poco que le quedaba del líquido, sus mejillas rojas por el licor, eran un claro indicativo de que el alcohol comenzaba a pasar factura. Su cabello largo y azulado se pegó a su cuello, el calor en su propio cuerpo empezaba a molestar, y esa ardor en el estómago, de ver a Kanon, junto al inglés, incordiándolo con tal naturalidad, mientras colocaba su mano sobre su hombro como si se tratase de un viejo amigo le molestaba, y no podía encontrar la causa, era estúpido, inverosímil. Apenas habían cruzado palabra, más allá de una amenaza inicial y luego escuetos reconocimientos, pero…


—Los celos te comen Saga.


El gemelo mayor dio un respingo ante la afirmación de Aioros, con los ojos bien abiertos y sorprendidos observó a Aioros, quien se mantenía impasible con su sonrisa en el rostro.


—Estás demente.


—Y tú siendo carcomido por los celos. ¿Qué me dirías si te mencionó que Kanon quiere cenar carne inglés?


Los dientes de Saga dieron un crujido, y Aioros lo supo, Saga estaba interesado en el amargado visitante del inframundo, de una forma oscura y poco sensata, pero nada con los gemelos era coherente. Radamanthys tenía un aura de poder y misterio que lograba atraer a los dos gemelos hacia su gravitación, con diferentes sentimientos e intenciones, pero los atraía al fin y al cabo.


—Solo no mueras de enojo si ambos se van estando medios ebrios, amigo.


Sin más Aioros se levantó del asiento, y dejó solo a Saga meditar sus palabras.


La solución a toda esa interrogante, siempre fue Radamanthys, y no fue hasta ese momento de molestia que pudo admitir su maldita obsesión. De alguna forma, la oscuridad siempre lograba tentarlo. Y esa bruma alrededor de Radamanthys, se transformó en una sombra que cada vez podía identificar con mayor claridad, no era solo obsesión, sino un algo más que no se atrevería a nombrar por ahora.


 





 


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