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Tipo por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Shinee Luhan, quien me sugirió algo con esta pareja, espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

Es una historia corta, espero que les guste.

 

 

 

La pareja que se encontraba en el departamento número tres del edificio clase A en la calle de Atenea se sentía contenta en esos momentos, cada uno había terminado con su trabajo y se habían dado cita en una conocida plaza de la capital, donde no solo entraron a comer en un restaurante italiano, también pasearon, vieron una película y compraron algunas chucherías que no necesitaban pero les gustaban ¿a qué se debía todo ello? Pues estaban a mitad de lo que podía considerare una despedida y no por breve les parecía menos complicada, ellos dos eran así, se querían, y estar separados, aunque fuera por poco tiempo, les causaba cierta tristeza.

—     ¿Qué te pareció la película Shun?

—     Me gustó, fue entretenida—respondió.

Shun de Andrómeda era un joven muy lindo, lo había escuchado desde niño, con sus cabellos verdes y enormes ojos glaucos siempre daba un aspecto dulce, amable, su delgada silueta lo hacía verse delicado pero nada de eso contaba comparado con su determinación y preparación para lograr lo que se proponía. Sus familiares y amigos sabían eso, también su pareja, quien se había enamorado de él y no lo dejó ir en cuanto lo supo, de hecho por eso vivían juntos y estaban a un paso de hacer algo más, pero primero debían atender otro tipo de asuntos, de los que no se pueden ni quieren evadir.

—     Ya tengo mi maleta lista—anunció de pronto el de ojos glaucos.

Su compañero lo miró pero no dijo nada en los primeros momentos, respiró antes de responder con calma.

—     Espero que tengas buen viaje Shun.

—     No te pongas triste—le decía sonriendo—No me voy para siempre y después me alcanzarás, recuerda que lo acordamos.

—     Sí, no te preocupes por eso, pero de todas maneras te voy a extrañar.

—     ¿Solo unas horas?—preguntaba con humor.

—     Así fuera un minuto, te echaría de menos.

La respuesta era sincera y el joven de Andrómeda sonrió, era cierto, él se sentía de la misma manera pero se trataba de uno de esos compromisos de los que no es fácil evadirse, y además deseaba llevarlo a cabo.

—     Estaré con mi familia—le recordaba el de cabellos verdes—Es una tradición la de reunirnos en estas fechas, solo causas de fuerza mayor nos impiden presentarnos  quiero verlos, a todos.

—     No te lo reprocho, solo me hubiera gustado ir contigo desde el primer día.

—     Pero llegarás el segundo.

Con una sonrisa y un beso en la mejilla parecía que todo marchaba bien.

Se trataba de un tipo de reunión familiar en la que el joven de Andrómeda estaba siempre dispuesto a participar, sus parientes se reunían en la propiedad que fuera de sus bisabuelos, una casona respetable que podía albergar a todos los parientes sin dificultades, se veían en un periodo vacacional tradicional y así intercambiaban información, se reencontraban, y generalmente se hacían anuncios importantes a todos los parientes, de los cuales se desprendían planes en los que siempre se encontraba apoyo.

—     Entonces ¿Les dirás desde el principio lo nuestro Shun?

—     Ya algunos lo saben cariño—le dijo con afecto—Pero será oficial cuando llegues y todos te conozcan.

—     Iré con todos mis moños—dijo en broma.

—     Perfecto, porque no dejarán de mirarte.

—     Dirás de medirme.

—     No, mirarte, y no podrán hacer otra cosa siendo tan guapo.

—     Alguien quiere algo de mí—respondió su compañero sonriendo.

—     Que bien me conoces.

Volvieron a besarse, siguieron haciéndolo por un largo rato, no era para menos, estaban contentos y decididos a hacer su vida juntos, por eso era importante reunirse con la familia del joven de la mirada glauca, estaban comprometidos e iban a casarse.

Aún animados por su salida, la cual estaban utilizando como una breve despedida, volvieron a su hogar, dejándose llevar por la felicidad que los inundaba, sus pasos eran seguros y firmes, de la misma manera en que ellos como compañeros iban por la vida. No tardaron en estar de vuela en su departamento, lo habían encontrado meses atrás cuando decidieron vivir juntos, ambos rentaban pero al decidirse a vivir juntos decidieron que necesitaban algo más grande, combinaron sus presupuestos, midieron distancias y medios para llegar a sus trabajos, llegaron a un acuerdo y encontraron un buen lugar que les convenía a ambos, pues ninguno quería ser el que impusiera todos sus términos mientras le tocaba al otro aceptarlos. 

Como pareja se habían entendido a las mil maravillas desde el primer momento, aunque es necesario recordar que primero habían sido buenos amigos, cuando se conocieron en una reunión de la empresa en la que trabajaba el de cabellos verdes. Durante un fin de año les hicieron una fiesta importante, el joven Shun se presentó pues era de los nuevos empleados, apenas había ingresado unos meses antes como auxiliar en el departamento de mecatrónica, su compañero era parte de un equipo de asesores externos, específicamente estaba en la rama de relaciones obrero patronales, que cada vez era un ambiente más veloz y más cambiante. Como fuera fue en ese evento que coincidieron y se sintieron a gusto con velocidad, permitiendo que la natural simpatía que despertó entre los dos continuara haciendo su trabajo.

Se llamaron esa misma semana por teléfono, coincidieron en un par de lugares más y las cosas se fueron desarrollando sin inconvenientes, hasta que un día se dieron cuenta que les gustaba ser algo más que amigos y se convirtieron en pareja, todo había ido bien desde entonces, claro que con alguno que otro altibajo, pero nada que no pudieran solucionar y seguían juntos desde entonces. La propuesta de vivir juntos la había hecho el de Andrómeda después de una cita y la de matrimonio su compañero en una hermosa cena en la que lo invitó al restaurante más elegante de la ciudad, esa misma noche estaban comprometidos.

Al llegar a su departamento se instalaron con comodidad aunque continuaban charlando sobre lo que iban a hacer en las horas siguientes, por ejemplo que el de ojos verdes parecía mostrarse un poco decaído y su pareja estaba dispuesto a saber lo que ocurría.

—     ¿Qué pasa Shun?—le preguntó directamente.

—     Solo es…me hubiera gustado que vinieras conmigo desde el primer día—dijo con sinceridad.

—     No te preocupes, ya sabes que llegaré al día siguiente—le recordó—No puedo hacer a un lado esta reunión, lo lamento.

—     Lo sé.

—     Apenas terminé me pondré en camino y estaré contigo.

—     Gracias—respondió más animado.

—     Ansío conocer a tu familia—añadió el otro—Y ellos tendrán que saber de mí un día, después de todo vamos a casarnos.

—     Es cierto.

Un beso más, parecía que todo estaba resuelto con eso, como pareja estaban contentos, sus planes marchaban bien.

Mientras su compañero se encargaba de un par de cosas en el departamento, el de ojos verdes parecía mirar a la distancia, no esperaba que todo fuera así en su vida pero era increíble, estaba emocionado por el porvenir.

Ya era tarde y lo mejor sería descansar o al menos eso parecería, pues Shun necesitaba levantarse temprano para hacer el viaje que lo llevaría hasta la casa de sus familiares, pensaba en verlos, les tenía muchas novedades, si, le gustaba la idea de reunirse y saber un poco más de lo que hacían los otros, siempre era grato encontrarse, al menos para él. Siendo así se cambió de ropa y se puso el pijama para dormir y como siempre no pudo olvidarse de sus medias de tela aborregada, desde niño había tenido los pies fríos, por alguna razón que desconocía, y así prefería descansar, aunque no siempre otra persona hubiera apreciado eso. Al menos su compañero jamás protestó en cuanto a ese punto, le gustaba también eso de él.

Y había tantas cosas que le gustaban de ese hombre a su lado, pensando en eso terminó recostado bajo las sábanas y se decidió a dormir, sería lo mejor.

No estaba dormido cuando escuchó movimiento alrededor, el otro estaba ahí, sin duda arreglándose para descansar también, se daba cuenta claramente que procuraba no hacer ruido, eso era en beneficio suyo, para que no se fuera a despertar y descansara, siempre era tan considerado con él, hasta en los pequeños detalles. Entró a la cama unos momentos después y parecía relajarse con suavidad hacia el sueño.

 

**********

 

Dormir sería la opción más conveniente tomando en cuenta que había un viaje a la puerta, o al menos eso hubiera creído el de cabellos verdes de no ser porque su compañero le preguntó algo  más.

—     ¿Estás dormido Shun?—indagaba en voz baja.

—     Aún no—respondió sin moverse.

—     Perdona, no quise despertarte.

—     No estaba dormido, no te preocupes.

—     Bien.

Vinieron unos segundos de silencio, pero antes que el joven de los ojos verdes pudiera hacer un solo movimiento  o dijera una sola palabra sintió una mano pasando por debajo de las sábanas y rodeando su cintura de manera muy natural, confiada, sabiendo que sería bien recibida sin ningún problema.

—     Shun—lo escuchó murmurar.

Un segundo después el compañero de su vida estaba muy cerca, demasiado cerca aún para estar metidos en la misma cama, sus labios comenzaron a besarlo suavemente por el cuello, quitando del camino al mismo tiempo sus cabellos verdes tan suaves pero que en ese instante solo protegían más de esa piel de alabastro.

—     ¿Qué haces?—preguntaba el de Andrómeda.

—     ¿En serio no lo sabes?

Si lo sabía, pero igual le gustaba ese juego de seducción, pero tuvo que pensar en su viaje, necesitaba levantarse temprano e irse, serían unas horas hasta llegar a la propiedad de su familia, aparte de los inevitables retrasos que podían darse, los imprevistos, cargar su maleta y tener que instalarse. Quizás era mejor no hacer otra cosa y solo dedicarse a descansar por esas horas, no le haría mal a ninguno de los dos.

—     Cariño yo…

Se vio interrumpido de su discurso cuando sintió esos labios tan suaves y expertos tocar su nuca, una acción que siempre provocaba que se erizaran las vellosidades de su piel sin poderlo evitar, y el otro lo sabía muy bien. Cuando siguió con ese camino de besos y caricias, aún tenues, el otro hombre supo lo que hacía, pues pasaba por los lugares que la experiencia le había demostrado que generaban una muy favorable respuesta de parte del de cabellos verdes. Sus manos eran diestras, sagaces, sabían lo que tocaban, colándose por debajo de la tela de la parte superior del pijama llegaban al suave pecho que tan bien conocían, haciendo que el abrazo los uniera aún más, sintiendo el calor que aumentaba entre ambos.

Sin embargo no era suficiente, los besos y las caricias los iban encendiendo pero no era todo, no podía serlo todo, esas pequeñas llamitas que se iban encendiendo en sus vientres aun necesitaban de trabajo y dedicación para convertirse en esas antorchas encendidas que los hacían estremecer hasta lo más íntimo de sus entrañas. Siendo así, y como el compañero de Shun lo sabía bastante bien,  tuvo que tomarse unos instantes para una tarea en especial, haciendo las sábanas a un lado encontró el espacio suficiente para que esos pantaloncillos de dormir pudieran ser hechos a un lado, dejando a la vista unas bonitas piernas, flexibles y delicadas pero siendo aún muy masculinas, nada de femenino existía en su relación después de todo, y no por considerarlo desagradable, simplemente eran dos hombres a los que les gustaban los hombres.

Claro que el que estaba por encima del de cabellos verdes no pudo sino sonreír ante el detalle de dejar las medias en su sitio, no las iba a hacer a un lado porque el de Andrómeda  tenía los pies fríos, era mejor no estarse distrayendo con eso en ese instante. Por otra parte, estaba más interesado en continuar y por cierto el de ojos verdes también lo estaba. En la intimidad Shun se mostraba como un compañero muy cooperativo, también en otros, pero en las sábanas era algo bastante grato, así que se dejaba llevar por esas atenciones que le generaban una especie de estremecimiento en todo el cuerpo y un calorcito muy agradable en las entrañas. La ropa interior que utilizaba fue deslizada lentamente hacia afuera de manera segura, firme, y un par de segundos después ya estaba de nuevo su compañero abrazándolo por la cintura, al mismo tiempo que se frotaba contra él de manera desenvuelta.

El joven de los cabellos verdes no pudo evitar gemir al sentir la manera en que era tocado, le gustaba, era como ser deseado de manera muy íntima y saber que su propia respuesta era la que provocaba placer en su amante. Vinieron unos besos intensos, compartiendo su sabor, uniendo sus labios de manera directa, acariciándose de forma tan cercana y compartiendo sensaciones que los iban llenando con velocidad. Entonces, llevado por el deseo que despertaba a cada paso, el de mirada glauca no pudo sino gemir de forma abierta, sin guardarse nada, siendo escuchado por el otro hombre.

—     Qué lindo te escuchas así Shun.

—     ¿Es que no piensas dejarme descansar?—respondió con una sonrisa.

—     Déjame pensarlo—dijo el otro sonriendo a su vez—No.

—     Qué bueno.

Con eso ambos se rieron dispuestos a continuar, y volvieron a la tarea de besarse con deseo, ese mismo deseo que tan naturalmente fluía entre los dos hasta que los llevaba a algo más, algo a lo que se entregaban sin pensarlo, sin dudas, sin miedos, algo que los hacía dichosos y formaba parte de su felicidad.

Siendo así, Shun sintió cuando fue despojado de la ropa que le quedaba, por lo cual estaba completamente desnudo cobre el colchón, casi, pues sus medias para dormir seguían en su sitio pero eso no molestaba al otro hombre, para quien incluso era algo tierno que siguieran ahí, siempre habría algo como inocente con ese joven entre sus brazos. Claro que eso no se aplicaba a sí mismo, pues él sí que se quedó como el día en que nació, sin nada más en el camino, pero para lo que los dos deseaban la ropa no era exactamente algo que quisieran ahí. Las manos masculinas y varoniles del otro hombre no dejaban de acaricias al de ojos glaucos quien simplemente se mantenía sobre su espalda, moviéndose al ritmo que le indicaban esas caricias, que lo tocaban todo de él, las partes más tersas, las más íntimas, las más deliciosas, danzando como si fuera un instrumento que su compañero supiera tocar a la perfección.

El de cabellos cuerpos sentía que su cuerpo se encendía al mismo tiempo que su amante no dejaba de prodigarle caricias y besos por todo el cuerpo, incluyendo se sexo que vivió una oleada de besos bien definida, tanto que ya estaba bastante erguido y dispuesto a lo que fuera que el otro deseara de él. Se estiró como gato al sol y fue justo en ese momento cuando el hombre a su lado eligió sujetar su miembro con suavidad por el tronco y comenzó a acariciarlo para después frotarlo, masturbándolo con habilidad, demostrando así lo bien que lo conocía. No fue todo lo que demostró conocer ya que el de pupilas verdes fue besado con sensualidad, unos labios cálidos no dejaban de hacerlo disfrutar hasta quedarse sin aliento por unos segundos, intentando expresar así lo mucho que se gustaban como pareja.

Si bien el de Andrómeda estaba disfrutando de esas atenciones tan bien brindadas no se limitaba a yacer sin hacer nada por el otro hombre, no, sabía ser su compañero y le gustaba serlo, por eso era muy cooperativo cuando estaban juntos y hacían el amor. Sentía ese sexo contra su muslo que se frotaba de manera entusiasta e iba irguiéndose por la sangre que corría más rápido por las venas del otro, era fantástico ya que él estaba en un punto similar. Pero si él  lo notaba también lo hacía su amante quien sonrió para sí mismo antes de acercarse a su oído de manera casi felina y comenzó a hablarle en un tono confidencial a la par de sensual.

—     Siempre me ha gustado tu cuerpo Shun.

—     ¿Sí?

—     Sí, es tan fino y bien delineado.

—     ¿Y qué más?

—     Es tan sensual.

Esas palabras fueron acompañadas por una lengua que pasó por todo el lóbulo del oído y bajó hasta el cuello, un movimiento inusual pero bien recibido en el momento tan íntimo que estaban compartiendo. Aunque solo se trataba de algo preliminar pues las verdaderas intenciones del compañero de Shun eran más que palabras, con suavidad hizo que el de cabellos verdes quedara recostado boca abajo, estrujando las sábanas entre sus dedos y respirando agitado por lo que esperaba que siguiera. Sin embargo existió un leve intermedio ya que necesitaban de lubricante y preservativos, esa parte que siempre era mejor contemplar y no hacer a un lado, ya que estaban a la mano en un cajón de la mesita de noche no fue mucho el tiempo después de todo. Con lo necesario a la mano y sin desear retrasar más las cosas, los amantes se disponían a seguir el camino que la pasión les indicaba.

Unos largos y varoniles dedos estaban cubiertos de lubricante y jugueteaban alrededor del delicado ano, sensible a las caricias y estrecho en esos momentos, pero ambos sabían bien que hacer para que la situación se hiciera más sencilla. Las yemas de los dígitos se movían en círculos, sin dejar de presionar buscando pasar, la misma situación provocaba que los amantes se sintieran excitados, necesitados de ese cuerpo que los hacía felices y los complacía en la cama, no era extraño, solo una parte de ser una pareja, después de todo eran muchos los terrenos en los que se complementaban. Entre abrazos que los unían y besos que los encendían, no dejaban de moverse buscando que su unión fuera completa, hasta que uno de los dedos entró, provocando que el de cabellos verdes se irguiera al calor de la pasión.

Los mismos dedos continuaban, no dejaban de buscar traspasar el delicado anillo que se iba abriendo, pero no lo era todo, pues encontraron la forma de acariciar primero y masajear después un punto muy íntimo en el de Andrómeda, uno que le generaba un placer intenso, al grado que tenía que gemir de forma entrecortada y sus rodillas temblaban. Siendo así, su amante se dijo que ya estaban listos, lo cual era bueno pues él mismo sentía unas punzadas internas en su sexo que parecía moverse por cuenta propia, ansiando ser envuelto por ese pasaje otra vez. Los dos pusieron de su parte y el resultado estaba ahí, sus cuerpos dispuestos y excitados no dejaban de impulsarse hacia el del otro joven, era el momento que habían esperado al calor de su masculino deseo.

—     Ven aquí—escuchó el de cabellos verdes que lo llamaban.

No esperó mucho el de mirada glauca para saber lo que el otro quería, pues el pequeño empaque metálico del preservativo quedó en su mano, sus pupilas brillaron, sabía muy bien qué hacer en ese instante; con cuidado abrió el empaque, sacó la delicada pieza de látex y la colocó en la corona del miembro completamente erguido ante sus ojos. Sin soltarlo, evitando así que se deslizara, acercó sus labios y rodeó con cuidado el lugar, asegurándose que no habría problemas y comenzó a colocarlo con su boca y sus dedos, dando una estimulación extra  al que estaba recostado en su espalda. El condón iba siendo desenrollado con calma, logrando que los dos hombres gozaran de una acción tan íntima, hasta que quedó en su ligar, de todas maneras el de cabello verde se aseguró que fuera así pero no había inconvenientes. Sonrió para sí mismo y de forma un tanto impulsiva no pudo dio darle un beso más a su amante, aunque lo hizo n la base de su sexo, por encima de los testículos, provocando que el otro gimiera con deleite.

—     ¿Quieres algo más?—preguntaba coqueto Shun.

—     Si—fue la respuesta inmediata—Algo especial.

Sus ojos brillaron con esa petición que también era una promesa, se comprendían sin duda alguna, no había nada que discutir entonces; el de cabellos verdes sonrió sin dejar de mirar a su compañero a los ojos comenzó a colocarse sobre él a horcajadas. De la misma manera, sin dejar de mirarse, se iba acomodando por encima de ese  fuerte cuerpo al que se sentía unido y rendido, le gustaba tanto verlo desnudo, con los músculos firmes y marcados sin ser exagerado, con ese  aroma tan masculino que lo hacía quedarse sin voluntad, era de verdad un hombre apuesto. Las caderas del de Andrómeda se movieron encima de la excitada entrepierna del otro, al mismo tiempo que se acariciaba por el pecho, tirando tenuemente de sus pezones, para después llegar a su sexo y frotarlo con urgencia hasta que unos gemidos escaparon de sus labios.

—     ¿Es que quieres volverme loco Shun?—preguntaba el otro sujetándolo por los muslos con algo de fuerza.

—     ¿Lo estoy logrando?—decía el de ojos verdes con sensualidad.

—     Muéstrame—lanzó en un gemido ronco su amante.

Con esas palabras el de pupilas glaucas comenzó a acomodarse como en verdad lo9 querían, siendo así elevó un poco más sus caderas, guiando el turgente miembro en su mano a su entrada, haciendo que cada movimiento se sintiera, deslizándose hacia abajo con lentitud, quedando unidos unos segundos después. Se dieron unos segundos antes de hacer cualquier cosa, fue toda la tregua que se concedieron antes de entregarse a sus deseos, sentían una especie de temblores constantes en sus vientres pero sabían que podían continuar. El amante del de ojos verdes lo sujetó por los brazos, como si se asegurara que no iba a escapar mientras que el sensual jinete disfrutaba de sentir como montaba a semejante macho.

Dieron inicio a sus embestidas, pausadas al inicio pero con prontitud avanzaban a lo que buscaban, la plena y natural sensualidad que emergía en ambos al estar con su amante, imponiéndose un ritmo común que los iba encendiendo con intensidad a su entrega,  de manera constante y voluptuosa las sensaciones de sus vientres iban llenando a todo su cuerpo. Shun no dejaba de recibir esas fuertes embestidas que lo hacían gemir, mientras que su compañero  las entregaba con necesidad y deseo de hacer dichoso a su amante. Moviendo sus caderas con arrebato no dejaban de disfrutar del encuentro, dejándose llevar por la necesidad de ser completamente del otro, y sin embargo no era suficiente, lo sabían los dos, necesitaban de más para decirse que estaban completamente complacidos de su encuentro.

Era sensual, placentero, pero no suficiente, eso estaba en claro, por eso el que estaba sobre su espalda, guiado por esas punzadas en su sexo que le indicaban lo que quería y era algo más, se dispuso a actuar; sujetó al de cabellos verdes y lo besó con fuerza hasta dejarlo sin aliento, aprovechando un momento como eso lo arrojó sobre su espalda y se quedó observándolo con pasión. En respuesta a semejante acto el de pupilas glaucas se le quedó mirando de forma casi desafiante, separando sus piernas sin más, observando la forma en que su compañero sonreía por tenerlo en esa postura.

—     Travieso—le dijo al de Andrómeda.

—     ¿Solo eso?—preguntaba el de cabello verde.

Sin más se estaba acariciando el sexo enrojecido por el deseo, haciendo que su amante s riera, pero lo mirara con el deseo absoluto de sentirlo de nuevo.

—     Será mucho más que eso—respondió.

Sus labios se unieron de inmediato, con sensualidad, haciendo que los besos los encendieran con fuerza, parecían buscarse a ciegas hasta que no lograban hacer otra cosa que estrecharse con fuerza, pero el que estaba encima no esperó por nada y encontró la postura perfecta para entrar de nuevo en ese juvenil pasaje, y lo hizo, de una sola embestida estaba siendo el dueño de nuevo de tan delicioso lugar, provocando que el de ojos verdes gimiera a cada movimiento. Pero Shun no iba a quedarse tan solo quieto, enredó sus lindas piernas alrededor del otro, con necesidad, con ardor, entregándose por completo. sus cuerpos se movían con fuerza, llevados por la pasión no eran delicados, continuaban sin pensar en nada que no fuera ese intenso placer que los iba llenando, casi ahogando, a momentos creían que estaban por ahogarse, en otros que iban a explotar, no eran capaces de nada por sí mismos.

Entre la unión de sus cuerpos y la violencia del deseo sus cuerpos se sacudían con intensidad, sus músculos se tensaban a cada instante, sus pieles brillaban por el sudor y esa especie de aroma que se emana durante el sexo inundaba sus sentidos, haciéndolos desear más al otro hombre. Decían el nombre de su amante en voz alta, poco después, cuando el mismo rígido sexo que invadía la intimidad del de Andrómeda, encontró otra vez la sensible próstata, ya no dijeron palabras,  gemían y casi gritaban sin soltarse, apretando su manos en esa suave piel que les recordaba en el sitio que se encontraban. No había más que pudieran hacer, su vientre se sentía arder mientras sus entrañas se llenaban de explosiones como luces que los hacían vivir un placer único, un placer que les robaba la voz y los hizo temblar sin control alguno. Fue entonces, completamente desfallecidos de su placer que se presentó el orgasmo, una simiente tibia que explotó de su sexo para  declarar que su entrega era mutua, completa, hasta la satisfacción de sus sentidos y su espíritu.

Se tomaron unos instantes para relajarse, les hacía falta, aún respiraban agitados cuando pudieron abrir los ojos y hablar unos segundos.

—     Eres maravilloso Shun—decía su compañero.

—     Tú también—respondió.

El otro hombre acariciaba su cabello y lo besaba por el rostro, era increíble hacer el amor pero también era increíble el saber que seguirían juntos después de ello, amándose profundamente, sin separarse.

 

**********

 

A la mañana siguiente, de acuerdo a lo programado y con el sonido de la alarma del despertador, el joven Shun se puso de pie un poco cansado, pero necesitaba darse prisa y hacer sus últimos preparativos para emprender su viaje. Una ducha veloz, arreglare con ropa cómoda a su estilo, desayunar algo sencillo, tomar su equipaje, verificar que no olvidaba nada y en definitiva ya contaba con todo lo necesario.

—     Estoy listo—ese dijo.

Su compañero estaba de pie, menos veloz, pero después de todo contaba con un horario un poco más flexible.

—     ¿Quieres que te acompañe?—le preguntó.

—     No hace falta, no te preocupes, prefiero que te quedes y descanses un poco más.

—     Llámame en cuanto llegues ¿sí?

—     Lo haré, y  suerte con tu reunión.

—     No te preocupes por eso, en cuanto termine me pondré en camino.

—     ¿Tienes todo listo?

—     Todo está listo.

Se quedaron mirando cuando el de cabellos verdes estaba en la puerta, pasarían unas horas lejos uno del otro, pero también sabían que iban a reunirse de nuevo.

—     Que tengas buen viaje Shun—le deseó.

—     Te espero en casa cariño.

Se dieron un beso fugaz pero era el momento de irse, el de ojos glaucos tomó su maleta y se dispuso a llegar a la avenida, donde abordó un taxi y le dio que lo levara a la estación de trenes, sabía bien el camino que necesitaba seguir. Cuando llegó ya tenía su boleto en la mano gracias a o cual no tuvo retrasos, abordó y se dispuso a ir cómodamente mientras duraba el viaje, tendría que hacer un segundo trasbordo pero no le molestaba, incluso esas horas de viaje pe permitieron ir pensando en sus parientes y la manera en que les diría a todos que estaba comprometido para casarse. Aunque ya sabrían algo sin duda pues algunos de sus familiares ya lo sabían, lo que más le importaba era que su compañero estaría a su lado, se los presentaría y sin duda tendría que escuchar una serie de preguntas y planes sobre lo que pensaban de su  futura alianza.

Sonrió, le agradaba la idea de ir a casa.

El viaje no tuvo inconvenientes de ningún tipo y como solo llevaba una maleta, Shun no tuvo dificultades en salir rápidamente de la estación en la que le tocaba bajarse y encontrar un taxi, le dijo la dirección a la que se dirigía y vio el camino por la ventanilla, era el mismo, tan familiar para él. Justo en el momento en que estaba por llegar a la propiedad en la que lo esperaban le envió un mensaje a su compañero, estaba sonriendo mientras lo hacía, no estaba seguro que tuviera tiempo de hacerlo en cuanto cruzara por la puerta de la propiedad.

“Llegué a casa, estoy bien, te espero”

Pagó lo que debía, descendió del taxi, y con su maleta en la mano no dejó de llenarse del aire de la provincia, había cambiado algo desde que fuera niño pero en esencia lo encontraba el mismo lugar que siempre recordaría con afecto. Fue hacia la puerta y llamó con prontitud, apenas si esperó unos segundos para que abrieran y la conocida imagen de una muchacha quedó ante sus ojos.

—     Ya llegué Saori—saludó sonriendo.

—     ¡Shuny!—dijo ella con alegría—Bienvenido a casa.

Saori era su prima, una linda muchacha de largos cabellos lilas y ojos azules, siempre se había llevado bien con ella, de inmediato otros de la familia ya estaban al pendiente y no dejaron de ayudarlo a entrar y a sentirse de inmediato, de nuevo, en casa, con todos los suyos.

—     Que bien te ves Shuny.

—     Apenas si has cambiado Shuny.

—     Qué bueno que estás con nosotros Shuny.

Eran más o menos los comentarios que se escuchaban de parte de sus tíos y primos, quienes se mostraban contentos de verlo, pero una figura se impuso ya que no salió a recibirlo, le tocaba al de cabellos verdes ir ante él y presentarse, pero así eran las cosas, se trataba de su abuelo, el formidable Asmita.

—     Ya llegué abuelo—le dijo con suavidad.

—     Shuny—lo saludó el caballero con una sonrisa—Que bueno que has venido a casa, no hubiera sido lo mismo sin ti.

—     No hubiera faltado por nada—respondió con sinceridad.

—     Debo ser directo ¿Qué ha pasado con tu prometido? ¿Vendrá a casa a presentarse con nosotros?

—     Tuvo un compromiso que no pudo rehuir pero apenas lo termine se pondrá en camino, estará aquí por la noche.

—     Muy bien, un hombre debe ser responsable.

Asmita era un caballero con varios años encima pero un hombre que supo acoplarse lo mejor posible a los nuevos tiempos, en ese momento se le veía como una especie de patriarca de su familia, la madre de Shun había sido su hija muy querida, cuando fallecieron los padres y el hermano del joven de cabellos verdes, Ikki, él fue una figura inamovible en la vida del jovencito, se convirtió en un apoyo de cariño y protección, nunca como sus padres, pero si un afecto sincero y muy profundo. El de Andrómeda le había llamado al día siguiente que su compañero le propusiera matrimonio para informárselo, no era un asunto que pudiera dejar para después, el caballero mayor por su parte se escuchaba complacido de ese plan, porque ese asunto de que solo vivieran juntos, sin casarse, no le había gustado mucho. No se negó categóricamente pero le dio su parecer de manera más o menos indirecta.

—     A tu madre jamás le hubiera permitido algo semejante.

Su cariño no menguaba pero prefería que las cosas se hicieran “como deben de ser”, por eso también era importante que conociera a su compañero y toda la familia reunida era una oportunidad perfecta.

—     Podrás ver a todos, les dará gustó el saber de tus planes Shuny, casi todos están ya en casa.

—     Me alegra haber venido abuelo.

—     Y a nosotros tenerte en casa.

Era verdad, ver a ese jovencito siempre le alegraba, no podía evitar recordar a su hija cuando lo veía, además que quería al muchacho por sí mismo.

No pasó mucho tiempo para que el recién llegado se viera recibido y rodeado por el resto de la familia, sus primos y sus primas, aparte de sus tíos y sus tías, lo cual creaba un número bastante respetable de parientes y entre todos le comentaban sus planes, lo que había sucedido con su vida desde la última vez que se vieran, el gusto que les daba verlo con bien y tan contento, no era poco lo que se podía discutir en esos momentos. Aunque fue un tema en específico el que comenzó a ganar terreno pues no iban a pretender que no lo sabían.

—     Entonces ¿Te casas Shuny?—le preguntaba su tía Natassia con amabilidad.

—     Mamá—intentaba advertirle su primo, Hyoga.

—     Quiero saberlo, solo eso—decía la dama rubia.

—     Como tus tíos nos interesa tu bien—agregaba su tío, Camus.

—     Tú también papá—continuaba su primo rubio.

—     Si—intervino sonriendo el de Andrómeda—Me voy  a casar, aun tenemos mucho que planear pero el compromiso ya está hecho.

—     Cuanto me alegra—terciaba su tía Sasha—Mi sobrinito será un hombre casado.

—     ¿Cómo se conocieron?—indagaba su primo Seiya.

—     Por el trabajo, en una reunión de la empresa, fue…

Pasaron un buen rato en medio de preguntas y más preguntas pro a Shun no le molestaba, estaba contento de poder decirles a todos lo que era su relación, así que la constante atención del resto de su familia no le era desagradable, además sabía bien que era por afecto a él que se mostraban tan interesados. Cuando se dieron cuenta ya era tarde, era mejor seguir con otras actividades, por lo mismo pasaron las horas de diversas maneras, incluso el de cabellos verdes ayudó en la cocina apenas estuvo listo en su habitación, le tocaría compartir con sus primos Shiryu y Jabú, no estaba mal.

Se encontraban en la cena de ese mismo día cuando el de cabellos verdes recibió un mensaje de su compañero: hubo un retraso, por lo cual prefirió llamarlo y saber lo que pasaba.

—     ¿Te esperamos cariño?—le preguntaba.

—     Lo siento, hubo un retraso en la salida de los trenes, pero te aseguro que llegaré mañana, quería verte hoy.

—     Yo también, pero no podemos hacer nada, te espero mañana.

—     Nos vemos, te amo.

—     Te amo.

Con esas palabras terminaron su llamada, no podía hacerse nada si no había trenes disponibles, lo mejor era decírselo a sus parientes quienes ya estaban sentados en la amplia mesa listos para cenar.

—     ¿Todo bien Shuny?—le preguntaba su tío Dohko.

—     Si—respondió—Solo hubo un retraso en los trenes.

—     Así que tu amor no llegará—dijo medio en broma su tío Milo.

—     Estará aquí mañana.

Podría haber sido todo pero alguien recibió un mensaje en ese instante, lo leyó y antes de poder hacer otra cosa recibió una firme indicación de Asmita.

—     Nada de teléfonos en la mesa Shura.

—     Perdona tío, pero otro de la familia acaba de confirmar que viene hacia aquí, como si no pudiera haberlo hecho antes—soltó con cierta molestia.

—     Ya sé de quién hablas.

Todos lo sabían y como siempre mostraban un gesto de suave condescendencia hacia él, nunca cambiaría.

—     Así que Kanon vendrá—dijo Asmita.

Todos pusieron buena cara ante esa noticia, aunque el de cabellos verdes pareció quedarse muy silencioso en ese instante.

—     Viene tu tío Kanon—decía animado su tío Aioros al joven— ¿Acaso no te da gusto?

—     Claro.

Pero no podía dejar de pensar en ello, hacia tanto tiempo que no lo veía.

—     Kanon.

No había forma de olvidarlo.

 

**********

 

Apenas unos minutos después de nuevo llamaban a la puerta pero en esa ocasión si era el último pariente el que llegaba, aunque habían pensado que no iba a aparecerse, pero fiel a sí mismo no dejaba de mostrarse distante o cercano, aunque sin que ellos supieran a qué atenerse a final de cuentas. Kanon de Dragón de Mar era un hombre ya, había  hecho su vida a su gusto y parecer sin que eso fuera precisamente lo que la familia pensara como adecuado, aunque eso no le importaba mucho, rara vez le había importado el parecer de nadie que no fuera él mismo. Sin embargo había que reconocer que su vida no era una descarriada ni nada semejante, no dejaba de dar su lugar a los suyos cuando debía hacerlo, además se había fincado su propio camino, podían comentar ciertas cosas que no les gustaban pero no podían reprocharle nada grave.

Contaba con otra particularidad en el entorno familiar ese mismo Kanon, había sido de los tíos el más joven, por lo que le llevaba apenas unos años a sus sobrinos, la gente siempre pensaba que era de la misma generación que ellos. Jamás se dejó llevar por esa mención de Tío Kanon, siempre sería solamente Kanon para los más jóvenes quienes lo miraban con admiración, admiración que se ganaba por cosas que hacían a los demás mover la cabeza con reprobación. Como fuera no dejaba de ser un miembro querido de la familia y eso no iba a cambiar, estaban contentos de recibirlo.

—     Que gusto me da verlos—dijo en cuanto alcanzó el comedor.

Como si nada se puso a saludarlos, incluso al regio tío Asmita quien al final solo pudo decir algo por su intempestiva llegada.

—     Al menos estás en casa.

—     Me alegra haber venido—decía con desenfado sirviéndose un plato y metiendo una silla más en la mesa—Estos trenes están de locos—dio un trago a su bebida y mirándolos sonriente se limitó a preguntar— ¿Qué hay de nuevo con la familia? ¿Algo interesante que deba saber?

Le contaron algunas cosas y mientras los escuchaba centró su atención por unos momentos en su vecino de mesa, quien no era otro que el joven de Andrómeda.

—     Hola Shuny ¿Cómo has estado?

—     Hola Kanon—respondió algo cohibido—Me encuentro bien.

Después de eso parecía no poder decir otra palabra, sin embargo el otro notaba que algo estaba sucediendo.

—     ¿Qué pasa Shuny?

En ese justo instante la mirada de otro de sus parientes quedó sobre ambos.

—     ¿Ya te dijo Shuny?—preguntaba su prima June.

—     ¿Decirme qué?—preguntaba con interés.

—     Shuny va a casarse—le informó Asmita.

El recién llegado se mostró sorprendido primero para después sonreír ampliamente.

—     Vaya, vaya, eres un pícaro Shuny ¿así que te casas? Me da gusto por ti, en verdad, felicidades.

—     Gracias—logró decir el otro.

La cena continuó y hasta bastante tarde, sobre todo por la serie de conversaciones que se dieron en la sobremesa, sin embargo el de cabellos verdes no participó mucho ya, le supo extraño lo ocurrido, él mismo se daba cuenta que por alguna razón hubiera preferido que Kanon no supiera que iba a casarse.

La familia reunida no sentía el cansancio como siempre, estaban más interesados por hablar de sus planes y la verdad la futura boda de Shun era lo que ganaba terreno, parecía haberse convertido en el tema central de su reunión. Las preguntas no dejaban de ser hechas y respondidas ¿Cómo se conocieron? ¿Cuándo se declaró? ¿Cómo lo hizo? ¿Ya tenían fecha? El de cabellos verdes los escuchaba y no dejaba de dar una contestación, hasta que definitivamente ya era tarde y el propio Asmita propuso que descansaran.

—     Mañana podremos seguir charlando.

Todos estuvieron de acuerdo y se fueron a la habitación que les habían asignado, sin embargo el de cabellos verdes se vio interceptado antes de alcanzar la recámara.

—     Shuny—lo llamaron.

Al darse vuelta se encontró con Kanon, quien caminaba hacia él.

—     Solo quería decirte que en verdad me alegro por ti Shuny.

—     Gracias.

Fue todo, el de Andrómeda  entró a la habitación y sus dos primos ya estaban más adelantados que él para descansar, por lo que pudo prepararse sin problemas y ya en su ropa de dormir  e limitó a meterse bajo las sábanas. Sin embargo no se durmió de inmediato, no pudo, su mente se quedó pensando en algo más, en  esos recuerdos de sus días de infancia que habían llenado mucho de su vida. Estaba contento de ver a sus familiares…y a Kanon. Pero al reencontrarse con él resultó inevitable que esa parte de su vida que no le dijo a nadie volviera a sus pensamientos, algo muy especial.

—     Kanon—se dijo a sí mismo.

¿Cómo podría olvidarlo? ¿Cómo hacer a un lado que ese hombre, cuando aún no lo era siquiera, fue su primer amor?

Si se pensaba no era un asunto tan extraño, se trató del inocente enamoramiento de un pequeño tímido y que a veces se sentía como si no encajara en ningún lugar, era solo un niño que no pudo sino enamorarse de un pariente, un formidable jovencito de cabellos azules y ojos verdes, de sonrisa encantadora y que parecía dispuesto a marchar contra el mundo le gustara o no a los demás. En esos días el de Andrómeda había ido de vacaciones con su familia a esa misma propiedad, no fueron los únicos, otros parientes también estaban presentes, y ahí estaba el de Dragón de Mar, joven y alegre, muy seguro de sí mismo, con su sonrisa que parecía lograr que todo brillara.

En esos mismos días el de cabellos verdes era un niño tímido que al verse al lado de su destellante pariente quedó deslumbrado, como todos los demás pequeños, pues todos lo seguían adonde fuera y no se interponían en sus planes, querían ser como él o al menos estar con él. Con su mirada infantil no dejaba de observar a ese seguro jovencito que lo hacía todo y se salía con la suya para todo, ya fuera entre ellos o entre los mayores. ¿Cómo  no sentirse atraído con quien llamaría Kanon el Valiente? Eso debido a una aventura que pudo haber sido terriblemente peligrosa pero a ese joven parecía no importarle mucho el riesgo.

—     Solo dale con todas tus fuerzas—dijo.

La cuestión fue que le pidió a un amigo que lo golpeara con un bate de béisbol para probar su nuevo casco.

¿Acaso podía olvidarse de Kanon el Aguerrido? Semejante nombramiento se debió a que un día se agarró a golpes en la escuela, llamaron a la familia, solo para enterarse que a final de cuentas había iniciado todo otro por andar de brabucón, cuando el de cabello azul lo detuvo para reclamarle sus amigotes se metieron, todo terminó en que golpeó a cuatro tipos y les ganó de paso.

—     Ni piensen que me disculparé—lanzó categóricamente.

Por cierto no se disculpó sin importar la suspensión y el regaño en casa.

¿Podía dejar de recordar a Kanon el Inteligente? Sí, porque había sido él quien se sentaba a su lado cuando no comprendía una tarea y no lo dejaba hasta que estuviera hecha y no le quedaran dudas de lo aprendido.

—     Pon atención Shuny—le decía con suavidad.

A veces solo decía que no entendía algo para estar con él.

¿Y que había del otro Kanon? ¿De Kanon el Tierno? El mismo jovencito que cuidaría con tanto afecto al perrito de la casa cuando lo atropellaron y se negó a separarse de él hasta que estuvo completamente restablecido. Era ese mismo Kanon el que siempre había estado ahí para todos, pero sobre todo el que lo cuidaba a él, siempre mostrándose más afectuoso con él que con cualquier otro, incluso a ese muchachito se le debía que lo siguieran llamando en casa, en familia, Shuny.

En definitiva uno de los momentos más significativos de su vida había sido con Kanon, fue en aquella ocasión en que decidieron ir a pasear al arroyo, iban varios muchachitos y alborotaban por el camino. La pasaron bien mientras reían, correteaban, compartían unos momentos agradables y se gastaban una que otra broma, fue así hasta que sintieron algo de hambre y supieron que era el momento de regresar a casa. Ya en el camino de vuelta el de Andrómeda se quedó un poco atrás, siempre caminaba más lento que los demás, probablemente porque era el más pequeño de todos.

—     ¿Te divertiste Shuny?—le preguntaba el de cabello azules.

—     Si—dijo algo apagado.

—     Qué bueno, tal vez podamos venir de nuevo.

La idea de poder pasar otro día como ese al lado del de Dragón de Mar no dejaba de entusiasmarlo, pero por ir pensando en eso fue por lo que no se dio cuenta que estaba caminando por encima de una piedra que estaba floja, la cual se movió, haciendo que pisara mal a final de cuentas y eso bastó para que diera un lamento mientras se sujetaba el tobillo. De inmediato estaba el de cabellos azules a su lado, un poco después los otros chiquillos del grupo ya los rodeaban.

—     No se ve bien—dijo Kanon.

Al notar la preocupación de los demás prefirió hacer que se calmaran con un ofrecimiento que parecía la mejor solución.

—     Vayan a casa—les dijo—No se preocupen, yo llevaré a Shuny.

No encontró mucha oposición y al ver como los demás se alejaban con velocidad se centró en el pequeñito que lo miraba como afligido.

—     Vas a estar bien Shuny, te llevaré a casa—le dijo sonriendo.

Su plan fue sencillo pues colocó al de cabellos verdes a su espalda y así lo llevó el resto del camino, mientras ambos recorrían completamente a solas la distancia que faltaba para alcanzar la propiedad, rodeados de las hermosas flores silvestres que lo cubrían todo en esas fechas, y fue muy dichoso mientras estuvieron juntos. El de Andrómeda sería un niño pero nada iba a cambiar que se sintió feliz de estar con Kanon, era muy inocente pero era amor lo que sentía por él.

Finalmente alcanzaron la casa y ya los esperaban púes los demás habían dicho lo que pasó, lo curaron con cuidado, no era nada de peligro, solo una leve torcedura que lo dejó quieto por un par de días con su tobillo vendado.

Estaban al final de las vacaciones y el primero en irse fue justamente el de Dragón de Mar, quien se presentó a despedirse de él.

—     ¿Cómo te sientes Shuny? ¿Ya mejor?

—     Si…gracias—dijo con cierta pena.

—     Qué bueno, vine a despedirme, me voy hoy, pero tal vez nos encontremos de nuevo a fin de año.

—     Tal vez…

—     Cuídate Shuny—le dijo.

Fueron sus últimas palabras, dejando a un pequeño de cabellos verdes sin poder decir una sola palabra más, pero con el corazón latiéndole con fuerza; jamás iba a olvidar lo ocurrido ese día, porque en ese momento amó a Kanon.

Pero el tiempo pasó, la vida cambiaba, ellos dos no volvieron a verse más que esporádicamente y Kanon tomó esos rumbos distantes y arriesgados pero eran lo que él quería, y todo pasó a su propio ritmo, los dos hicieron vidas diferentes.

Y ahora volvían a verse y el de cabellos verdes lo recordaba todo ¿Por qué no había querido que el otro supiera que se casaba?

—     Solo ideas—se dijo.

Era feliz con su compañero y ya lo presentaría a todos cuando llegara, era lo mejor, le gustó la idea y no pudo menos que sonreír.

 

**********

 

Al día siguiente la propiedad estaba de nuevo en movimiento, los planes de la reunión seguían en marcha e iban muy bien, el desayuno fue un momento un poco caótico pero sobrevivieron,  se notaba que la familia estaba contenta de reunirse y por el anuncio de Shun quien sería el primero de su generación en casarse. En medio de todo eso le llegó un mensaje al de los ojos verdes pero para verlo con calma se separó un poco de los demás, por estar así fue que alguien más se acercó a él.

—     ¿Todo está bien Shuny?

—     Kanon—dijo reconociéndolo.

—     Vi que te apartaste de los demás.

—     Es que me llegó un mensaje, deseaba leerlo con calma.

—     ¿Es de él?—preguntaba sonriendo.

El de Andrómeda supo que al decir él se estaba refiriendo a su compañero.

—     Si—respondió—Dice que ya está en camino, de hecho cree que ya está cerca.

—     Me alegra por ti Shuny, que bueno que encontraras a la persona de tu vida, felicidades, de corazón.

—     Gracias Kanon.

—     De nada, pero debo advertirte esto—le dijo con un tono de voz muy serio—Más vale que él sea un buen hombre o se las verá conmigo.

—     No te preocupes, cuando lo conozcas te convencerás que es bueno.

—     Ya veremos—dijo cruzándose de brazos.

Pero esa actitud de seriedad no  duró mucho ya que de repente estaban riendo los dos, aunque el de cabellos verdes calló primero, observando a ese hombre ante él, siempre sería único y como si fuera un impulso intentó decir algo.

—     Kanon, nunca te preguntaste si nosotros dos…

Pero justo en ese momento comenzó a llamar su teléfono, reconoció el número y respondió de inmediato.

—     ¿Sí?—dijo con alegría.

—     Amor, ya estoy cerca, de hecho creo que estoy justo frente a la puerta—decían del otro lado de la línea.

—     ¿De verdad? Voy en este instante, no te muevas de ahí.

—     No lo haré, lo prometo.

—     Nos vemos.

Con eso la llamada se terminó y el de cabello verde quedó ante la sonriente mirada de su pariente a quien pareció interesante notar como se le iluminaba la expresión a ese joven por saber de su compañero.

—     Así que ya está aquí—dijo como un hecho.

—     Voy a recibirlo Kanon, lo podrán conocer.

—     Muy bien.

Ya se iba el de Andrómeda cuando el otro lo detuvo.

—     ¿Qué era lo que querías decirme Shuny?

—     ¿Qué?—preguntó desconcertado.

—     Me estabas diciendo algo de nosotros dos.

Sus ojos glaucos parpadearon, al escuchar a su compañero todo eso se le había olvidado y al final solo pudo sonreír.

—     No es nada Kanon, tengo que ir a abrir la puerta.

—     Ve, no te entretengo más.

Sin otra palabra el jovencito salió aprisa, todos notaron la velocidad con la que llegó a la puerta para abrirla y en dos segundos ya estaba ante él la imagen del hombre al que había estado esperando.

—     ¡Ya estás aquí!—dijo con alegría.

—     Te dije que vendría—fue la respuesta.

Sin más se dieron un largo abrazo, intenso, lleno de dicha después de esas horas separados.

—     Entra, tienes que conocer a todos.

Sin más el de cabellos verdes llevaba a su compañero al interior de la casa, con lo cual los demás empezaron a reunirse alrededor para conocer al prometido de su Shuny, aunque no podían evitar mirar con curiosidad a ese caballero recién llegado, pero no se les podía culpar por ello, resultaba una situación por lo menos interesante. Todos se iban presentando y lo saludaban con educación y entusiasmo, llenándolo de preguntas similares a las que ya habían hecho a su pariente, el cual por cierto no dejaba de estar sonriente tomándolo del brazo.

—     Bueno, pues siéntete bienvenido—dijo Asmita con formalidad.

—     Muchas gracias—fue la respuesta.

Los demás reconocían de inmediato lo feliz que se veía el de Andrómeda y no tardaron mucho en decidir que también ese hombre estaba feliz por encontrarse al lado del de cabellos verdes, se querían y eso era lo más importante. Ya podrían discutir todos los demás temas de la boda, por el momento era mejor conocerse un poco mejor y darles un poco de tiempo de pareja, aunque no sin antes hacer una presentación más, ya que el último en acercarse fue el de Dragón de Mar.

—     Veo que llegue a tiempo—dijo.

—     Como siempre—respondió animado Shun—Mira cariño, te presentó a mi tío Kanon de Dragón de Mar.

—     Es un placer—dijo extendiendo la mano.

—     Kanon, él es mi prometido.

—     Saga de Géminis—decía el otro estrechando su mano.

—     Parece buena persona—fue el comentario del pariente mayor.

El recién llegado lo miró sin comprender pero de inmediato su compañero intervino para que no tuviera dudas, al menos por el momento.

—     Después te explico.

—     De acuerdo—mirando a todos los demás decidió decir algo más—Me alegra conocerlos, Shun siempre me ha hablado de ustedes, deseo llegar a ser parte de su familia también.

El de Andrómeda no dejaba de estar feliz mientras se encontraba al lado de Saga, aunque extrañamente pareció ser el último en darse cuenta del enorme parecido entre su compañero y su pariente, ambos de largos cabellos azules y de profundos ojos verdes, no obstante lo que le importó fue notar lo bien que parecieron entenderse ambos hombres desde el primer momento. Sonreía con dicha, estaba complacido de ese primer encuentro, no creía que fuera a ser un problema que su amado compañero se integrara a su aparéntela, le gustaría mucho eso. Además no tardó en convencerse de un asunto en especial sobre sí mismo, algo en lo que no había pensado: sin notarlo siquiera, desde que era un niño, le gustaban los hombres, los de cierto tipo.

 

**********

 

FIN

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Si nada sucede nos leemos la semana entrante.

Atte. Zion no Bara

 


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