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Enjoy the silence por PurpleNeedle

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Notas del fanfic:

Inspirada en una canción homónima de Depeche Mode.

Words like violence
Break the silence
Come crashing in
Into my little world
Painful to me
Pierce right through me
Can't you understand?
 



Dicen que los opuestos se atraen, una realidad tan evidente como el magnetismo.  Si lo sabía Kardia de Escorpio, el orgulloso, impulsivo y arrogante caballero de la octava casa del zodíaco; cualquiera pensaría que un hombre atractivo como él lo era podía tener toda una legión de pretendientes a sus pies. Pero no, más bien el estaba a los pies de otro: el frío Dégel de Acuario.

El caballero de la onceava casa era, a simple vista, todo lo contrario a lo que podía llegar a ser Kardia: frío, tímido, intelectual, callado y humilde. Dos personas diametralmente opuestas unidas por el capricho de Cupido, aunque ninguno de los dos se arriesgaran a admitirlo. Pero su compartir los delataba, Kardia pasaba más tiempo en el onceavo templo que en su propio templo; aunque muchos de sus compañeros pensaban que era debido a su enfermedad cardíaca la verdad de que las paredes de Acuario escondían otro secreto.

Quizás la realidad que se escondía en dicho templo no era ni siquiera lo que todos intuían, era algo más sencillo: el silencio. Hace muchos años, cuando apenas eran unos niños el patriarca Sage les había dado una lección que Kardia entendió cuando comenzó a desarrollar sentimientos por su compañero de armas:

-   Es muy fácil disfrutar de las conversaciones, de la música, del sonido. Difícil es disfrutar del silencio, de las miradas, del cosmos; hoy son todos unos niños –dijo señalando a todos los presentes- pero mañana serán hombres que deben elegir con cuidado que nexos formar más allá de su fidelidad a Athena.

Y es cierto, viendo a su alrededor estaban parejas como Shion y Dohko. La pareja perfecta que hablaban de todo, analizaban todo, opinaban de todo, y siempre estaban uno al lado del otro. Románticos insufribles como les decía Manigoldo cada vez que los veía; aunque en el fondo él y su compañero de Escorpio anhelaban poder estar así con sus amados, mientras su vida durara.

Con cada día que pasaba más cercana estaba la próxima guerra santa, cada día que pasaba era un día menos para compartir con ese alguien especial. Así comenzó la rutina donde Kardia después de entrenar subía hasta Acuario, cerraba las puertas y se entregaba totalmente a Dégel. Una entrega que solo ellos dos conocían y entendían, Kardia llegaba al templo mordisqueando una manzana hasta sentarse frente a Dégel: y observarlo.

Eso era todo, el momento más íntimo para ambos donde ni siquiera se acercaban. Los ojos azulados del guardián de la octava casa devoraban cada detalle del acuariano; sus cabellos verdes, sus ojos violetas que se movían con celeridad entre las líneas del libro de turno que reposaba en sus manos, su pálida piel, su gesto contrariado y ceño fruncido cada vez que la novela se tornaba interesante. Solo eso, tanto y a la vez tan poco era lo que llenaba al escorpiano.

En silencio; amaba cada molécula de Dégel, aunque su orgullo lo dejara pronunciarlo. Esta rutina ocurrió durante meses hasta que extrañado el acuariano decidió que ya era suficiente, tomó su lugar de siempre cercano a la ventana y abrió un libro que simulaba leer hasta que llegó su silente acompañante con una manzana en sus labios como cada día. En lo que obtuvo su posición acostumbrada el de cabellos verdes accionó, cerró su libro de un solo golpe y con tres zancadas ya estaba frente a su compañero que se agazapó en su asiento al ver el movimiento del otro:

-   ¿Qué te traes entre manos Kardia?
-   Un corazón de manzana Dégel –dijo abriendo inocentemente sus palmas donde reposaba lo que fuera el fruto que devoraba- más nada.
-   No me refiero a eso Kardia –dijo mientras apretaba el puente de su nariz, echando la cabeza hacia atrás- llevas meses dónde vienes y sólo te sientas allí a verme estudiar. No me hablas, solo estas… Si esto es una broma que Manigoldo y tú están tramando no me parece nada gracioso.
-   No, no, no es una broma –se levantó y tomó por las muñecas al acuariano- cada día que salgo de mi templo para acá recuerdo las palabras del viejo. De hace mucho tiempo… Pienso en Albafica, en Shion, en Dohko y realmente quiero demostrar que… Ver si es cierto… si es posible.
-   Kardia estás balbuceando, no te entiendo.
-   Déjame respirar… por favor.

No, no iba a admitirlo pero el olor de Dégel lo hipnotizaba, lo volvía loco; era aún más letal que las rosas diabólicas de Albafica. Todo él, todo Dégel era su total perdición.

Se acercó a la ventana y la abrió para respirar, ordenando sus ideas pues sabía que solo tendría esta oportunidad. Con un evidente sonrojo en sus mejillas por el esfuerzo, por su corazón ardiente y su frente empezando a perlarse de sudor; comenzó a hablar:

-   Hace años, el Patriarca nos dijo que era fácil disfrutar de una buena conversación pero no así del silencio. Que debíamos elegir con cuidado los nexos que formaríamos –Kardia estaba cada vez más rojo, pero su ímpetu y decisión a seguir se mantenía- Llevo meses observándote hasta que aprendí que a tu lado disfruto hasta del silencio, conozco mucho de ti –tocó con su pulgar el sitio donde Dégel fruncía el ceño- Cómo aprietas esta zona si lo que lees es complejo, como muerdes este labio –lo rozó con su uña roja- cuando estás en el climax de una novela, Cómo tus lentes –los subió delicadamente por el puente de su nariz- se resbalan por la postura que tomas al estudiar, cómo juegas con este mechón de cabello –tomó un par de mechones de su cabello verde, que contrastaban con su pálida piel- cuando relees una información que ya conoces.
-   No entiendo el punto Kardia, si es que lo hay –mencionaba Dégel algo nervioso-
-   ¡¿Que todos estos libros te hicieron perder la sensibilidad, carajo?! Conozco hasta tus suspiros porque me he dedicado en cada instante a admirarte Dégel –tomó las manos del otro y las puso sobre su pecho que ardía- cada vez que me tocas siento como la vida retorna a mi cuerpo, y no por mi enfermedad sino por tu tacto.

Aún sin soltar las manos que se encontraban sobre su pecho, encaró al otro y le dijo en un susurro:

-   Tienes todo de mí sin saberlo. No soy tan hermoso como Albafica, ni prudente como Shion, ni tan inteligente como tú, cada día que pasa puedo morirme y dependo de ti en más de un sentido –soltó una de las manos de Dégel y la pasó por detrás del cuello del acuariano- No solo mantienes mi corazón frío, lo mantienes latiendo… latiendo de amor.

Dégel dio dos pasos hacia atrás horrorizado, analizando todo lo que acababa de escuchar. Tuvo solo unos pocos minutos de incómodo silencio para sopesar en su vida que significaba Kardia para él; la verdad es que lo era todo.
El caballero de Escorpio era para él sus ganas de estudiar y descubrir una cura para su enfermedad, sus ganas de ser mejor caballero para protegerlo, su dosis de impulsividad hacía su vida interesante, y obviamente su mirada silente lo hacía sentirse desnudo. Disfrutaba el tenerlo allí, todo lo que quería, lo que necesitaba estaba allí en una maraña de cabellos azules unos ojos del mismo color y un corazón que amenazaba en cada instante con robarle ese tesoro que significaba Kardia en su vida.

Las palabras podían dañar el momento, aunque el intenso silencio que los rodeaba era más filoso que el brazo del Cid. Se acercó con sigilo sin dejar de observar la mirada felina del otro, colocó detrás de sus orejas algunos mechones azules que con rebeldía se esparcían por su rostro. Delineo con sus dedos fríos la mandíbula del otro, como descubriéndolo con el tacto; y allí pasó.

En un solo movimiento impulsivo los labios cálidos de Kardia apresaban a los del frío Dégel en una fusión llena de amor, deseo reprimido, admiración y necesidad mutua. Sus lenguas danzaron mientras se degustaban, el silencio dejó de ser incómodo para ser disfrutado por estos dos hombres que sin tener plena consciencia de lo que hacían decidieron entregarse el uno al otro en un nexo inquebrantable.



 All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm
Enjoy the silence
 

 


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