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El conserje rockstar por Fullbuster

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Notas del fanfic:

Actualización: En principio el último domingo del mes.

portada

Los primeros rayos de luz iluminaban los amplios pasillos de la academia de danza y canto de la ciudad de Tokio. El silencio tan sólo era roto por el ruido de una fregona escurriendo el agua sobre el cubo antes de caer sobre las baldosas oscuras para sacarles todo el brillo posible.


El curso había empezado hacía tan sólo un par de semanas, pero él no era un alumno más, tan sólo el conserje encargado de limpiar la academia. Hoy había decidido empezar antes de lo debido o más bien… se lo habían requerido debido a que iban a tener una visita importante. ¡Ni siquiera le interesó saber de quién se trataba! Sólo quería acabar su trabajo y marcharse a su “cuarto”. Así lo había llamado el director de la academia, “su cuarto”, aunque sólo era el cuarto de calderas de la academia. Al menos, tenía un lugar donde dormir.


Los cascos de música seguían sobre sus oídos, evitando escuchar el ruido exterior. No tenía el volumen muy alto, pero al escuchar algunos gritos y ajetreos, supo que los estudiantes estaban a punto de entrar y sobre todo… que venían movidos por esa “nueva visita”. Detuvo la fregona un segundo para subir el volumen de los cascos. No quería saber nada del resto de la gente.


Sin darse cuenta, empezó a tararear la canción que escuchaba. La música era lo único en su vida que le animaba y le calmaba. Quizá… era de las pocas cosas que le quedaban en la vida, tan sólo su hermano y la música. El resto ya no le importaba absolutamente nada.


Estaba frotando con mayor insistencia una de las manchas del suelo, cuando observó el agua que encharcaba sus pies y pasaba hacia la fregona. Alguien le quitó los cascos de las orejas, agachándolos hasta su cuello para dejarlos allí colgados para que le escuchase.


- Qué torpe eres – sonrió Kabuto tras él.


Sasuke observó cómo el muy idiota le había dado una patada al cubo tumbándolo, esparciendo el agua con el producto de limpieza por todo el suelo.


- Recógelo antes de que llegue nuestro invitado.


- Ni que fuera el emperador – sonrió con arrogancia Sasuke, causando en su compañero una mirada casi asesina.


- No tienes ni idea de quién va a venir, ¿verdad? Claro… sólo eres un simple conserje. Sólo sabes limpiar el suelo por el que camino.


- Bueno… al menos sé cantar y fregar – sonrió Sasuke con prepotencia – tú, en cambio… ni siquiera puedes entonar ni una nota sencilla.


- Cierto, no se me da nada bien cantar pero para algo te tengo a ti. Tu voz es mía, Sasuke – sonrió Kabuto cogiéndole con cierta fuerza las mejillas para que le mirase.


Esperó a que Kabuto soltase su rostro con violencia y se marchase caminando por el pasillo, dándole una patada a la señal amarilla que prevenía que el suelo estaba mojado.


- Pon la puta señal – le ordenó de mala manera.


Sonrió con incredulidad. Era un capullo, pero reconocía que era un maldito cabrón del que no podía huir por más que quisiera. Le habría gustado que todo su plan se desmoronase, pero no parecía ser posible. Ese chico le chantajeaba para obtener sus letras, sus canciones, su voz… ¡Ya qué más daba!


Volvió a subirse los cascos y se dejó inundar una vez más por la música. Le relajaba y ya más tranquilo, continuó con su trabajo, levantando el cubo que Kabuto había tirado de una patada y tratando de recoger el charco que había creado a sus pies. Alguien podría resbalar, así que quería quitarlo cuanto antes.


Recogió parte del agua y escurrió la fregona una vez más sobre el cubo, observando cómo aquel líquido caía dentro antes de volver a pasar la fregona por el encharcado suelo. Estaba escurriendo la segunda vez, cuando sintió un golpe en sus piernas que casi le tira al suelo. Tuvo suerte de mantener el equilibrio, aunque al girarse, observó a ese estudiante allí tirado y supo que tendría problemas. Apartó los cascos para poder escucharle e incluso disculparse, cuando lo único que escuchó… fue su queja.


- Serás imbécil. ¿Dónde has dejado la maldita señal de advertencia? – le preguntó aquel chico de extraño cabello rubio.


¡Hoy no era su día! Primero Kabuto y ahora ese otro idiota egocéntrico que sólo tenía insultos para él. Todos en esa maldita academia creían que podían tratarle como basura por ser un simple limpiador mientras que ellos venían de familias importantes. ¡Estaba muy cansado de oír siempre lo mismo y él no era de los que se quedaban callados!


- El idiota eres tú por no fijarte por donde corres – le dijo Sasuke con su seriedad habitual – en los pasillos está prohibido correr. Son las normas de la academia, ¿o es que no sabes leer? – le indicó el cartel pegado a la pared donde decía que no se permitía correr en los pasillos.


Aquel chico observó el cartel antes de volver la mirada a ese moreno que le miraba desde arriba con cierta prepotencia. ¿Es que no sabía quién era él? No parecía inmutarse por el hecho de estar frente a la gran estrella juvenil del grupo “Kyuubi”, el grupo musical de moda del momento en todo el país. ¿Cómo se atrevía a hablarle de esa forma un simple limpiador?


- Tú… - se quejó Naruto mordiéndose el labio por la rabia contenida, hasta que escuchó el ruido de aquellas locas que habían descubierto el engaño.


Sus propios guardias de seguridad le habían sugerido entrar por la puerta trasera para evitar escándalos mientras ellos llevaban el coche a la parte delantera, así mientras todas las fanáticas se dirigían hacia el coche, él podría camuflarse, pero ahora parecían haber descubierto su trampa y empezaban a acceder al edificio en su busca.


- Mierda – susurró Naruto, levantándose con rapidez y empujando al limpiador con él hacia la puerta tras ellos, escondiéndose en el pequeño almacén de limpieza.


- Pero qué… - dejó escapar Sasuke cuando la puerta se cerró tras ellos.


Tan sólo la respiración agitada de aquel alumno era lo que llegaba hasta el cuello de Sasuke. Podía sentir su corazón palpitando con fuerza, su respiración agitada y cómo parecía necesitar con urgencia un escondite. Todo le quedó claro al oír tras la puerta el tumulto de gente que pasaba gritando como si buscasen a alguien.


- ¿Qué narices ocurre? – preguntó Sasuke buscando con la mano el pomo de la puerta entre la oscuridad de la sala, pero Naruto fue más rápido deteniendo su muñeca.


- No la abras – le susurró – por favor.


Aquella era la primera palabra amable que escuchaba en toda la mañana. Por algún motivo le afectó, hacía mucho tiempo que nadie le dedicaba unas palabras amables, normalmente ni solían fijarse en él, al menos no gente de la academia.


Sus dedos volvieron a cerrarse, alejándose del pomo y esperando unos segundos hasta que el ruido al otro lado empezó a disminuir. Fue entonces cuando, sin previo aviso, salió del cuarto y cerró la puerta nuevamente tras él, buscando la señal amarilla y levantándola para indicar sobre el peligro, recogiendo la fregona tirada ahora en el suelo por culpa del empujón de aquel chico y volviendo a su trabajo.


Naruto abrió la puerta con algo de timidez, observando a ese joven con los cascos puestos nuevamente sobre sus orejas y fregando. Por suerte, no había más fanáticas locas por el pasillo y podía salir con tranquilidad. Intentó ser sigiloso a medida que caminaba hacia la esquina más alejada, pero al llegar, se giró observando a ese moreno ligeramente encorvado y fregando sin hacer la más mínima intención de girarse hacia él. ¿Es que no le había reconocido? ¿Cómo era posible? Él era… ¡Famoso! Todo Japón debería saber quién era.


Chasqueó los labios molesto. Él era el mejor guitarrista de Japón, así le habían catalogado en la revista de rock más prestigiosa del país. Su grupo se había lanzado al exterior, sus discos se agotaban en las tiendas… pero ese chico no se había ni inmutado pese a la cantidad de estudiantes que ahora le perseguían por la academia. ¿Cómo era posible?


Las próximas semanas serían un infierno. Habían convocado la apertura de un casting para encontrar a un nuevo vocalista y eso no sería nada fácil. Quería un músico excepcional que encajase en su grupo. Por ese motivo, estaba en la academia, buscando a los diamantes en bruto que allí se pulían. Alguien debía dar la talla entre todos los estudiantes, pero también sabía que todos se presentarían y eso haría las audiciones lentas y pesadas.


Él era el único que se había adelantado por ahora, puesto que tanto Gaara como Neji estaban todavía volando de regreso de sus vacaciones y Kiba se había quedado dormido.


Estaba dando la esquina al pasillo, cuando un par de chicos le obstaculizaron el paso cantando frente a él. ¡Era lo que le faltaba! Que todos intentasen alardear y mostrar sus virtudes. Se apartó de ellos y continuó el camino sin darse cuenta de que aquel moreno se había girado al escuchar a esos estudiantes cantando. Sasuke ni siquiera entendía qué ocurría hoy. ¡Todos parecían estar locos!


A la hora de comer, Sasuke se sentó como siempre en una de las mesas más alejadas, apartado de las miradas del resto de estudiantes, leyendo una vez más aquel diario que su difunto padre le había dejado. Tan sólo le quedaba su recuerdo, ese libro y la guitarra eléctrica antigua que solía utilizar con su grupo. Le gustaba leer el diario y aprender esos acordes tan únicos que su padre perfeccionó y que ahora él… mejoraba y hasta creaba los suyos propios. Sólo era un hobby más.


- Sasuke-kun – escuchó a una chica que se tiraba sobre sus hombros, abrazándole con fuerza e impidiéndole meter los palillos con el arroz en su boca.


- Ino… no hagas eso – dijo ligeramente sonrojado.


- Qué tímido eres – sonrió la chica con efusividad – siempre comiendo solo.


- ¿Quién querría comer con un limpiador? – sonrió Sasuke, aunque Ino ya se había sentado frente a él.


- Pues… yo. Oye… ¿Te has enterado ya del invitado?


- Todo el mundo habla de eso, están un poco pesados – comentó Sasuke – Orochimaru me ha mandado limpiar todos los pasillos a fondo, hasta he tenido que encerarlos. ¿Qué tan importante es?


- ¿Es que no sabes nada? Ha venido uno de los guitarristas del grupo Kyuubi.


- Ah… ése – dijo Sasuke como si lo conociera - ¿Quién es? – preguntó ahora con seriedad.


- Vamos, Sasuke, ¿Cómo puedes no conocerle? Toca la guitarra eléctrica. Le hicieron una entrevista en “Rock Tokio”, la mejor revista del país sobre música rock. Es muy famoso, toda su banda.


- ¿Kyuubi? – susurró Sasuke como si ahora empezase a sonarle el nombre, aunque él no había sido nunca muy bueno para recordar nombres – oh… ¿el que hace ese acorde de “Do sostenido menor con la novena añadida”?


- No sé que es eso, Sasuke – sonrió Ino – soy bailarina de ballet, no toco la guitarra. Tú eres el fanático de los acordes difíciles. Hasta te estoy apodando “el rompededos” por lo rápido que vas. Creo que un día te los romperás de verdad.


- Ino… - susurró Sasuke – venga, ya sabes que no hablo de mi música aquí. No quiero que sepan que toco la guitarra eléctrica.


- Y no sé por qué. Eres bueno, el mejor que he escuchado en esta academia. No entiendo cómo puedes estar limpiando los suelos con el don musical que tienes.


- Es… complicado.


- Oh, mira… ahí está. Es ése – sonrió Ino indicándole con la cabeza al chico rubio que entraba ahora mismo por la cafetería - ¿A que es guapo? – preguntó entusiasmada, aunque Sasuke casi escupió el arroz al verlo.


- No me jodas – exclamó.


- Ves como lo conocías.


- Se chocó conmigo en el pasillo esta mañana.


- ¿En serio, Sasuke? ¿Ni de las revistas?


- No leo revistas, ya lo sabes – le aclaró Sasuke intentando apartar la mirada de ese chico - ¡Dios! ¡Le confundí con un estudiante!


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