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SILICIUM. (Higuel) por DianaMichelleBerlin

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Notas del fanfic:

Holis :3

Primer fanfic/primer cyberpunk.

Espero sea de su gusto <3

Notas del capitulo:

Hoooooola de nuevo Amor Yaoi!! <3

 

Vengo humildemente a dejarles mi intento de fanfic :'v a raíz de mi también primer enamoramiento con una ship. (a lectores de Lágrimas celestes se les hará más fácil entender por qué xD)

 

Ojalá les guste :')

 

Y la intro... Va!!

 

Julio de 2093

 

 

Ya son cerca de las siete y media de la noche.

 

 

Ya la multitud en derredor, cansada y muerta de hambre después de otro día de trabajos, se dirige a empujones y carreras a sus casas. Perfecto es el tiempo para que, advirtiendo el final de la jornada, las luces de neón y las luminiscencias exageradas de los grandes logos de publicidad comiencen a brotar como diminutas flores desde el punto del horizonte ya cubierto por las nubes de lluvia, hasta llegar a la última franja visible del sol. Empieza a sentirse una ligera brisa de humedad y se maldice a sí mismo por no haber aprovechado la oferta de sombrillas. No hay nada que hacer, el dinero se acabó.

 

Lluvia. Fantástica y maldita lluvia.

 

 

Un relámpago de luz azul cayó a lo lejos para marcar la silueta de los rascacielos, como si fuera una especie de carta de presentación, para hacer alarde de la gigantesca extensión de la majestuosa Tokio Reunificada del Occidente; esa metrópoli que alguna vez en las historias pasadas fue un punto de encuentro entre oriente y occidente y ahora, catorce años después de aquella guerra de poderes y egos tremendos hambrientos de estar en la cúspide de la economía, era todo un monumento a la victoria ultra predecible del oriente. Eso sí, por debajo y por encima de la ambientación y los elementos de corte nipón, se asoman los invasivos anuncios de Coca cola, hamburguesas con papas fritas y hasta pomadas para el trasero (uno tras otro), junto a los letreros enormes de ofertas y el espantoso ruido de un choque de dos autos terrestres, que satura el paisaje todavía más que el ir y venir de transportes aéreos y taxis voladores. Todo amontonado, todo combinado, todo estético, puro y bello en cierto modo, para quien guste de la enfermiza urbanidad.

 

Aquí la guerra ya se ha acabado. Aquí ya todo se homogeneizó de nuevo, aunque con otro nombre. Aquí en la zona mejor posicionada de la ciudad hace mucho que los escombros fueron levantados y los edificios viejos quedaron como chozas pequeñitas entre las nuevas construcciones. El caminante todavía se acuerda, observando sin observar, del departamento que ocupó alguna vez en un condominio de cristales azules que se alcanza a distinguir. Todavía está recorriendo su camino antiguo, viendo a los niños que salen alegres del turno escolar vespertino con sus uniformes de marineritos y arrastrando a sus cansados padres hasta que, al adentrarse por unos callejones hasta llegar a una calle sin iluminación, de pronto sabe que ya está por fin donde el diablo y la mala suerte lo han escupido.

 

Cuando las calles limpias desaparecen y el olor a tierra mojada lo saluda por la calle, sabe que ha llegado a tierra de casi literalmente, nadie.

La zona baja.

Éste era su nuevo hogar.

 

Sería racista decir que la zona baja es exclusivamente migrante, pero es que lo es. Y cómo no, en este país hoy por hoy la minoría es la "raza blanca" puramente americana. Al contrario de Europa, donde la aplastante mayoría musulmana extingue poco a poco los vestigios de la cultura progresista, en América asiáticos, negros, europeos, latinoamericanos, los mismos blancos y hasta africanos se han mezclado como en una sopa de verduras. Los techos de las casas evocan el periodo Edo, pero hay música de cumbia y mariachi, rubias nórdicas de ojos azules y muchas personas con la piel canela pero de ojos lindamente rasgados. Todos son buenos vecinos de todos. Pero es tierra de nadie porque aquí la gente se gobierna casi sola.

 

La zona baja es para los obreros que todavía ocupan las pequeñas, medianas y (aún algunas) grandes fábricas, inmigrantes mayoritariamente sin documentos o sin muchos recursos para buscar otras zonas para vivir, que tienen empleo sólo porque las empresas chicas no crecen y las mega corporaciones hacen alarde de su "responsabilidad social". Acá a diferencia de donde estábamos al principio, las cosas "futuristas" brillan por su ausencia más allá del 2050, cuando todavía la música y el arte eran de todos y las grandes promesas de un futuro de pantallas portátiles y robots no distinguían clase social.

 

El caminante, buscando la calle cerrada donde vería a los humildes anfitriones de su nuevo hogar, se topó con la conocida zona de cascajo que sirvió de tiradero para los restos de la ciudad muerta que cayó por los misiles. Allí fue cuando escuchó... Arte.

 

Los manifestantes habían tomado hace meses las pilas de escombros (traídos del centro de la ciudad en la reconstrucción posguerra) como guaridas y puntos de protesta. Sonaban las guitarras acústicas, las baterías y otros antiguos instrumentos analógicos obsoletos, que se usaban ante la presencia de la lluvia y la falta de electricidad. Sonaban las voces cantantes y los alaridos de euforia de los que eran su público. Otro concierto ilegal. Había oído de ellos pero jamás vio uno tan de cerca.

No durará. En las pantallas de noticias se enteró de que ya se han instalado las cámaras correspondientes en este lugar, los policías de la Comisión no tardarían en llegar. Oh, de hecho ya lo hicieron. Bendita rapidez del transporte flotador.

 

 

Todavía se acuerda que él tuvo que ver en todo ese progreso. Todavía en 2084, los aeromóviles eran inestables y peligrosos. Si estos policías podían llegar a tiempo para reprimir a los renegados había sido, en mucha medida, gracias a él. La Comisión y las empresas de buena parte de Tokio Reunificada tendrían que estar rindiéndole culto, trazándole un camino de flores a su antiguo departamento y, si por alguna suerte de la vida esos ancianos con barrigas llenas más de su propio ego que de alimento y alcohol conocían lo que era la genuina gratitud deberían, sencillamente, estarle besando la punta de los pies.

 

Gracias a él y su brillante desempeño en la ingeniería médica, industrial y de transporte, el panorama de la ciudad limpia que había dejado metros atrás era como era. Él, el prodigio más brillante que ha dado la joya de la modernidad en el lado Occidental (incluso por encima de su destacable hermano), el ejemplo a seguir para toda una joven generación de ingenieros y personas de ciencia, un ente demasiado virtuoso para sus 28 asombrosos años y su fina figura de un metro con setenta y uno.

Y ahora... estaba acá.

 

Uno por uno, los representantes de la Comisión de la Promoción Científica derriban a los manifestantes; se detiene a ver un poco el espectáculo. Los uniformados, tan caracterizados por las líneas de un neón azul chillón como ornamentos en el uniforme y el emblema de dicho organismo gubernamental, irrumpen en el montículo de tierra que sirve como tarima improvisada y proceden a golpear y capturar, a quebrar instrumentos, a contraatacar la defensa de los músicos y los bailarines furiosos y enérgicos. El caminante sabe por qué las protestas se han encrudecido tanto en las últimas semanas.

 

Se terminó para todos aquellos parásitos del progreso. Por un decreto oficial, todos los niños, jóvenes y universitarios de las clases 3 y 4 -las clases socioeconómicas más humildes- deben someterse al reacondicionamiento de forma obligatoria. No hay excusa. Se han eliminado las materias relacionadas al arte en todas las escuelas de los suburbios pobres y esas horas se han reemplazado por clases de matemáticas, química, física, biología y anatomía, entre otras. Las licenciaturas y demás oferta en materia de educación y expresión artística han subido sus precios por encima del salario promedio anual de un trabajador de clase 3, de modo que el acceso queda restringido no explícita, pero sí entendiblemente sólo para las clases 1 y 2.

 

 

La sobrepoblación es un problema que está consumiendo la ciudad y la falta de empleo ha traído un incremento en los índices delictivos nunca antes visto, así que el sector empresarial en un acto de lo que aparenta ser compromiso con la ciudad ha abierto espacio entre sus máquinas industriales para contratar nuevamente trabajadores y dar una solución eficiente a las demandas sociales.

Pero, claramente, los empresarios no buscan artistas ni filósofos. Suficientes pueden dar las clases elevadas. Se necesita mano de obra calificada y comprometida.

 

De modo que, el único contacto que un obrero y familia comunes y corrientes de la zona baja podrían tener con la hechura del arte sería comprar algún disco (¡Oh, porque sí que podían ser consumidores!) o tocar y cantar en el silencio de su casa. De cualquier manera, no habría sueños de ser artista en este tipo de casas, pues el reacondicionamiento escolar haría lo suyo, eliminando metódicamente cualquier deseo psicológico de "llegar a ser una estrella". Los niños del mañana soñarían puramente con ser eficientes empleados, con ser científicos en casos destacables.

 

 

Y para esta generación de nuevos niños, hace seis meses todavía él iba a ser su "ídolo" publicitado. Su Superman.

Él también fue parte de ese progreso, él era el favorito de los niños.

 

"Sean como el joven Hamada" --decían, en cada conferencia que daba el equipo en las escuelas--. "Progresen, y llegarán tan alto como él".

 

Ahora, ese mismo increíble Superman está embarrado en la mierda.

 

 

No trae mas que un portafolio negro y delgado consigo: los últimos papeles que le faltó sacar de su antiguo escritorio, además de su pantalla celular (pequeño aparato sucesor del teléfono), la cual no desplegaría para ver la hora más que una vez entrado a su nueva "casa".

La encontró y está tocando el timbre improvisado de una pequeña casa con pintura escarapelada, cerca de una ventana desde donde sale luz amarilla y se escucha un niño reír.

 

Después de esperar unos instantes atiende la puerta una mujer algo madura, de rasgos asiáticos como los suyos pero de cabello rubio cenizo (las mezclas raciales estaban a la orden del día); por detrás de ella, dos niños jugando peleas de almohadas, un niño totalmente rubio como el sol y una niña que conserva su porte oriental intacto.

 

La conversación que tiene lugar ahora entre el joven caminante y la dama se suscita totalmente en japonés, idioma que ella prefiere, por herencia de su propia madre.

 

 

--¿Te costó trabajo encontrar la casa? -pregunta la mujer, mirándolo de arriba hacia abajo y de regreso. Está mojado y tiene los tenis enlodados.

--No demasiado --. Él suelta un pequeño suspiro, recordando de golpe todo lo que lo llevó a estar ahí parado. El genio de una generación iba a rentar una choza a una madre soltera en la zona podrida de la ciudad.

 

Ella le hace un gesto con la cabeza para permitirle pasar y él avanza dentro. Por respeto, se retira los zapatos en la entrada y saluda a los niños con un ademán. Ellos sólo lo observan mientras madre e inquilino se alejan por la cocina.

 

De nombre Rin, ella le cedió un plato de comida como bienvenida y un vaso de refresco. El científico había comido una hora antes en Burger King, pero no lo rechazó. Ya suficientes enemistades había logrado hacer en un tiempo relativamente corto.

Una vez que la charla sobre la lluvia y las revueltas vecinales dejan de ser el tema, pasan a lo verdaderamente importante.

 

 

--Pido 300 créditos, por mes -puntualiza la madre, indicando el precio del alquiler. No era tonta, quería sacarle buen provecho a la vieja vivienda de su madre. El interesado alza una ceja, ya que no iba a ser demasiado barato; no obstante, esos 300 comparados con los 650 que pedía su antiguo casero (en un apartamento de clase 3, claro) son una oferta que no puede rechazar. Ya ha llegado el momento que tanto temía en que la plata de la gloria pasada se le terminara y tuviera que aceptar el empleo que le dieran sin reclamar. Mañana sería su primer día.

 

--Que sean 270.

--Te estoy pidiendo 300, es una ganga.

--270 y yo me encargo de reparar lo que haga falta en la casa.

--...De acuerdo.

--¿Dónde está el contrato?

 

La señora asiente levemente, se levanta hacia la barra cerca de la estufa y vuelve para poner encima de la mesa una tabla de cristal, donde ya tenía descargado el formato de contrato válido ante Secretaría de Vivienda. Primero ella presiona su pulgar para dejar su registro dentro de la base de datos y luego le toca turno a él.

Hecho lo anterior, ella saca de su bolsillo un llavero que porta dos llaves pequeñas y una grande y se lo extiende a su nuevo inquilino. Mientras tanto, está leyendo el contrato, en el cual ha aparecido nombre y datos del joven misterioso.

 

 

Hamada Hiro, nacido en 2065, 70 premios y reconocimientos a la labor científica, 250 patentes, ex miembro del Círculo Académico Superior, la Academia de las Ciencias, el Consejo Científico del Sector Empresarial (+8)... Miembro de consulta en la creación de la Comisión de la Promoción Científica y la ley 45 de Regulación de las Artes y Humanidades - Votó a favor. Tres meses de prisión por negligencia científica y faltas a la ética científica. Deuda de 700 créditos en Best Buy y Coppel.

Fuera de todo eso, la mujer lo reconoce de inmediato con la fotografía de cara descubierta.

 

 

--¿¡Tú eres...!? -exclama boquiabierta y él se prepara para que ella frunza el entrecejo y anule el contrato, pero lo único que hace Rin es revisar una y otra vez el historial para luego mirarlo con cara de interrogación.

--Yo soy.

--Vaya -suspiró la madre--. La vieja casa de mamá será ahora la casa del genio caído. Supongo que la caída debió ser dura.

--Algo como eso -respondió seco el asiático. No tenía intención alguna de desahogar sus penas con una mujer que lo único que entendía era que le iban a pagar 270 por mes. Podría detallarle todo el incidente con esos experimentos en busca de la cura del Síndrome del Hombre Nostálgico, la plaga que azotaba la ciudad con resentimiento. De hecho, hace mucho que no se desahogaba con nadie.

 

La última vez que hizo aquello fue en los brazos de su cálido y tranquilizador hermano mayor, llorando lágrimas más amargas que las que alguna vez pudo derramar antes de la guerra, pero no tan amargas como las que lloró una hora después, cuando su familia entera murió gracias a una explosión en cadena.

Ni siquiera con su vieja tía, recién fallecida, se había desahogado como debía ser. Tener la cabeza fría era una virtud que todos los demás le elogiaban; así trabajan las mentes brillantes, decían. Siempre se quedó callado y sereno ante la angustia. Siempre inquebrantable, siempre objetivo y exitoso.

 

No es asunto de su casera.

 

 

Paga los 270 del mes ahora mismo y entrega otros 100 por adelantado. Agradece por el recibimiento y sale en compañía de la mujer fuera de la casa. Caminan alrededor de media calle hasta una casa un tanto más pequeña pero igual de descuidada. La llave más grande abre la puerta.

 

Es un chiquero, no por la presencia de un muladar sino por la mera impresión que el interior de la casa da. Se ve sucia, hay una gotera y los muebles no son exactamente los más cuidados. Sin embargo, esto es lo que hay. Esta es la nueva realidad.

 

Es el nuevo refugio del caminante. El nuevo palacio del científico.

 

Esta noche, el brillante Hiro, el científico de la generación tendrá un sueño.

 

Soñará con lo que fue, con lo que es y con lo que no ha visto. Soñará que tiene una pizca de esperanza en su empequeñecida humanidad.

 

Los sueños son de las pocas cosas que aún le quedan en su pequeño mundo, que alguna vez fue tan grande como el planeta mismo.

Notas finales:

Les comento que pondré los primeros dos capítulos de manera seguida ya sea el domingo o lunes en la noche.

 

EDIT: No es cierto, acabo de subir el primer capítulo.

 

Espero sea de su agrado y estarnos leyendo por aquí :3

 

Se les ama!!


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