‘’Jaja… Jongin, no… Da cosquillas…’’ Tenue murmullo.
‘’Shh… Hyung, nos van a escuchar’’ Sensual susurro.
‘’Jongin… Oh, Jongin’’ Suave gemido.
‘’Mgh… Hyung, se siente tan bien’’ Jadeo desesperado.
Pasión desbordante bajo sabanas color carmín, un desesperado movimiento en sincronía con las notas musicales de la sinfonía de gemidos orquestada por el placer que hipnotiza el corazón de dos seres que buscan el clímax entre la danza de caderas apuradas con el crescendo de la melodía que rige en el enlace que los une.
Un ósculo desordenado que acompaña el pecaminoso acto desaprobado por la sociedad pero que ¡Oh Dios! Es tan dulce y cálido como la miel, el arte que nace de la mezcla de la piel morena y la piel blanca que explícitamente muestra la lujuria convertida en gotas que resbalan hasta fundirse con la tela de las sabanas.
Más lento, más rápido, una lagrima se derrama en el encuentro de fuertes emociones y sensaciones que envían lejos la cordura dando paso a nada más que el alma misma que quiere tomar las riendas para unirse sin miramientos a la contraria que ni corta ni perezosa busca con desespero fusionarse pero es tan complicado, es tan difícil explicar cómo a través de cada empuje las almas pueden llegar a tocarse si ambos corazones laten al mismo ritmo.
El apasionado ser de piel más oscura vuelve erráticos los movimientos con maestría sin siquiera estar consiente que lo hace, ya no importa que la melodía sea escuchada por oídos chismosos, ahora quiere presumir su unión, presumir que ha encontrado a su alma gemela, presumir como se ha enlazado tan profundamente, quiere que sepan que es el único que puede apreciar las constelaciones que forman las lágrimas de luna en la blanca piel que tanto ama.
El poseedor de la blanquecina piel solo disfruta, se pierde en cada sensación, agradece con su voz convertida en morbosas y vergonzosas notas que busca ocultar pero no puede, no debe, no es posible, cada intromisión le lleva lejos, cada jadeo que penetra en su campo de audición lo vuelve loco, cada beso lo trae de vuelta a los brazos de su amante quien repite cada sensación en un ciclo mortalmente delicioso, sus uñas crean surcos rojizos por donde pasan, buscan anclarse al mundo real.
La luna les observa, las estrellas se avergüenzan, un perfecto arco es formado en el culmen, vertebras desafiando su capacidad pero no sufren, cada nervio se ha bloqueado con tanto placer y cada musculo es afectado, gotas perladas pintan las pieles a la vez que los últimos jadeos y gemidos se hacen escuchar en la bruma de la noche, las almas se han unido por completo con regocijo y euforia.
Una última sensación al unir los labios en un relajado y perezoso compas, los corazones laten con más lentitud pero no se detienen, los ojos se cierran para proceder a descansar, las extremidades forman un cálido abrazo.
Finalmente caen al reino de los sueños, la luna y estrellas bendicen sus deseos.