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"Belleza Escondida" por Kaoba 207

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Notas del fanfic:

Hola mis queridos lectores

 

Como se los prometí, acá me tienen nuevamente con otra nueva historia de esta hermosa y sexy pareja que tanto nos gusta. Espero les guste igual que la anterior.

Como leyeron en las advertencias, esta finc también contendrá Mpreg…No puedo evitarlo, me encanta ver a nuestro bello pelinegro embarazadito jejejejeje.

Debo poner en conocimiento, que esta historia tampoco me pertenece, sino es una novela de bolsillo de la autora Amy J. Espero que no incomode a nadie con eso. Y si es así, háganmelo saber porfavor.

Sin retrasarlas más, las dejo con la lectura.

Notas del capitulo:

Acá va el primer capítulo, espero les guste.

“CAPITULO UNO”

 

 

 

Loki Laufeyson miró el castillo de piedra gris y se preguntó qué encontraría dentro. ¿Al Príncipe Encantador o al dragón?

 

Probablemente al dragón, si había algo de verdad en los rumores que los lugareños habían compartido durante el viaje en barco a la pequeña isla. Se preguntó si Thor Odinson sabía cuánto lo temían, mientras sus brillantes ojos verdes recorrían los arcos de las ventanas, las almenas y la torre. Loki solo vio la soledad que embargaba todo el lugar.

 

--Señor- dijo el taxista deteniéndose ante la mansión- ¿Está seguro que viene “aquí”?

 

--Oh sí, estoy seguro, señor Brook- replicó sin mirarlo. ¿Por qué todos los habitantes del diminuto pueblo de la isla le preguntaban lo mismo, como si se enfrentara a una ejecución? Odinson no era más que un hombre.

 

--El señor Odinson no es exactamente amistoso, ¿sabe?

 

--No es extraño, si todo el mundo actúa como si les hubiera pegado un mordisco- lo miró, arqueando una ceja. El hombre enrojeció levemente.

 

--De algún sitio habrá salido la idea- farfulló el taxista, saliendo del coche para sacar sus maletas. Loki lo siguió por los empinados escalones que llevaban a la puerta delantera.

 

Lo habían contratado para ayudar a una niña de cuatro años, la hija de Thor Odinson, a acostumbrarse a vivir allí. A vivir con un recluso, un hombre encerrado en un castillo y aislado de todo contacto humano. Iba a ser un trabajo duro, se había enterado por el chisme de que en los últimos cuatro años nadie había puesto el pie en la casa, excepto para entregar provisiones. Sentía pena por la niña, acababa de perder a su madre y no conocía a su padre. Loki había llegado antes para acostumbrarse al entorno.

 

El señor Brook dejó las maletas en el suelo. El pelinegro se volvió para pagarle y lo vio escribir en un pedazo de papel. Cuando le entregó el dinero, el hombre le dio el papel.

 

--Aquí tiene mi número. Si necesita que lo saque de aquí, o algo, llámeme.

 

--No es un monstruo, señor Brook- dijo Loki, conmovido por el innecesario gesto.

 

--Sí, señor, lo es. Grita y gruñe a cualquiera que pone el pie en su territorio; hizo picadillo al chico que entrega el pedido del supermercado. No quiero ni pensar en lo que le haría a usted- De seguro el hombre al percatarse de la delgada y estilizada figura del pelinegro, pensó que él no tendría ninguna clase de oportunidad en contra del terrible ogro del castillo. Cuando Loki lo miró con determinación, el señor Brook suspiró- Hace años un hombre diseñó y construyó esta casa para su esposa, que quería vivir como una princesa. Hizo que trajeran cada piedra del exterior, algunas incluso de Inglaterra e Irlanda. Ella murió antes de que estuviera acabada.

 

--Lo dice como si creyera que está maldita o hechizada- comentó Loki, pensando que era una historia muy triste.

 

El señor Brook, sin contestar, miró la doble hoja de madera de la puerta como si fuera la entrada a una cueva tenebrosa. Loki se sonrió y alzó la aldaba de bronce, era una cabeza de dragón. “Bueno, señor Odinson, si quiere mantener a la gente alejada de aquí, está haciéndolo muy bien”, pensó, dejando caer la aldaba.

 

--Adelante- se oyó por el intercomunicador. Era una voz profunda y arenosa, una especie de rugido ronco y estremecedor.

 

--¿Ve lo que quería decir?- dijo el señor Brook.

 

--Bobadas- replicó el ojiverde con firmeza, abrió la puerta y entró. Una lámpara encendida, sobre una mesita de madera tallada, creaba sombras en el vestíbulo. Loki dejó la mochila y el maletín en el suelo, se volvió y vio al señor Brook meter las maletas apresuradamente y retirarse hacia la entrada. Loki encendió la luz y el vestíbulo se iluminó. El hombre dio un respingo y retrocedió aún más.

 

--Llámeme, ya lo sabe- dijo el hombre, con pronunciado acento sureño. Esa actitud, de temor y desprecio hacia un hombre al que ni siquiera conocía, hizo que Loki deseara defender al señor Odinson.

 

--No será necesario- dijo, cerrando la puerta con un suspiro. Le dio un vuelco el corazón cuando la luz se apagó y una sombra apareció en la parte superior de la curvada escalinata.

 

--¿Señor Odinson?

 

--Obviamente- llegó su voz rasposa.

 

--Hola, soy…

 

--Loki Laufeyson, ya lo sé- cortó el hombre entre las sombras- Treinta años recién cumplidos, licenciado por la Universidad de Carolina del Sur, nacido en Oklahoma, fue modelo profesional por un corto periodo de tiempo…y además fue misster Festival de las Gambas- su voz tenía un tono de sorna y superioridad, que al pelinegro le molestó- ¿Se me olvida algo?

 

--Por ejemplo que fui adjunto del Ministerio de Asuntos Exteriores y profesor de la embajada, y que soy lingüista y hablo italiano, francés y español.

 

--Pero, ¿sabe cocinar?- preguntó el misterioso hombre con un acento impecable.

 

--No estaría aquí si no supiera- se cruzó de brazos y miró la sombra del hombre, la lámpara solo permitía ver la impecable raya de sus pantalones oscuros. Tenía una mano en la barandilla, y la luz se reflejaba en un sello de oro que llevaba en el dedo- ¿Hay una página web sobre mí que yo desconozca?- inquirió molesto después.

 

--Las telecomunicaciones son un gran recurso.

 

--Ya, bueno. No hace falta que me hable de qué talla de boxers uso, ni del día que perdí mi celular bajo las gradas de una discoteca con Balder Thorson.

 

--¿Fue eso lo único que perdió?- gruñó el otro, sorprendido por aquella innecesaria información acerca de sus inclinaciones sexuales.

 

--Búsquelo en Internet- espetó, irritado porque supiera tanto de él. Loki solo sabía de ese hombre que estaba recluido desde que un accidente lo desfiguró, que era divorciado y que en un par de días recibiría a una hija a la que no conocía. Agarró las maletas y se enfrentó a él- ¿Dónde está mi habitación?

 

--En el segundo piso. Deje el equipaje y sígame.

 

Loki dejó todo menos la mochila y el maletín que llevava y lo guió escaleras arriba. Odinson mantenía unos escalones de distancia, siempre en la oscuridad. El pelinegro solo podía ver la silueta de los hombros del hombre, anchos y rectos, en una prístina camisa blanca. Su paso era suave, casi elegante.

 

--Aquí- dijo, se detuvo ante una puerta, la abrió y siguió andando.

 

--¿Y la habitación de su hija?

 

--Al otro lado del pasillo- replicó él, a mitad de un segundo tramo de escaleras- Haré que le suban las maletas.

 

--Creí que vivía solo.

 

--Hay un guardia de seguridad que vive en la casita que hay detrás de esta, y los lunes viene una sirvienta.

 

--¿No cree que deberíamos discutir la llegada de su hija?- gritó el ojiverde, al ver que el otro no se detenía.

 

--Llegará dentro de dos días. Vaya a buscarla al barco- subía cada escalón pausadamente, y Loki se preguntó si le resultaba doloroso.

 

--¿No vendrá conmigo?

 

--Para eso lo he contratado, señor Laufeyson.

 

--No puede pretender que yo me haga cargo…- en lo alto de las escaleras una puerta se cerró de un golpe- Bueno, eso ha sido muy provechoso- dijo el pelinegro, acercándose a las escaleras y mirando hacia arriba. Sólo se veía un vestíbulo y una puerta de madera. No comprendía su indiferencia; su hija, Eyra, solo tenía cuatro años. Se preguntó si no se dejaba ver por vanidad o si realmente estaba muy desfigurado. En cualquier caso, le preocupaba Eyra, así que cuadró los hombros, subió y llamó a la puerta.

 

--Creo que debemos hablar, señor Odinson. Ahora- no hubo respuesta- Le aviso que puedo ser muy persistente si me lo propongo.

 

--Váyase, señor Laufeyson. Yo lo llamaré cuando y si lo necesito.

 

--Por supuesto, “su señoría”, qué estupidez haber pensado que le importa su única hija- contestó ácidamente Loki mientras se cruzaba de brazos. Ese hombre era un bruto, maleducado y grosero, se merecía un puñetazo por hablar así a otra persona que tenía buenas intenciones para con él.

 

Loki volvió a su habitación, entró y se quedó boquiabierto. Sería un bruto mal educado, pero tenía un gusto exquisito. La alfombra, las cortinas e incluso los marcos de los cuadros armonizaban perfectamente, con una gama de colores sensual y al tiempo relajante. En una esquina había una cama con dosel, con edredón de plumas y varios almohadones en tonos borgoña, gris claro y blanco. Cerca de la puerta había un escritorio estilo Reina Ana con una computadora, ante la chimenea un grupo de mobiliario masculino, y en un mirador formado por tres ventanas un banco acolchado muy acogedor. A la izquierda había un enorme vestidor que no podía ni soñar con llenar, aunque le hubiera encantado hacerlo, y un moderno baño, con la bañera más grande que había visto en su vida. Dejó la mochila y el maletín sobre la cama, cruzó el pasillo y fue al dormitorio de Eyra.

 

Se quedó paralizado. Parecía que el dinero no era problema para Thor Odinson. La habitación era de ensueño: una fantasía en rosa y verde menta con una casa de muñecas victoriana, montones de juguetes nuevos y una cama situada en ángulo, cubierta con medio dosel del que colgaban cortinas transparentes atadas con lazos de satén. Loki recordó el cuento de La princesa y el guisante, la cama era tan alta que la niña tendría que usar una escalerilla de dos peldaños para subir. Inspeccionó el armario y los cajones y descubrió que estaban llenos de ropa de tres tallas distintas. Comprendió que Thor realmente no sabía nada de su hija pero que, aun así, había pensado en todo. Volvió a su habitación, y sacó la carpeta que Natasha Romanoff, dueña de Esposos a Domicilio, le había entregado dos días antes.

 

El rostro de una niña de pelo rubio, sonrisa dulce y ojos azules como un cielo estival, la miró desde la foto. Con un suspiro, se sentó en el banco del mirador y abrió la cortina. Se veía la costa del interior y otras islas que salpicaban esa zona de la costa del sur. El viento de octubre azotaba la playa y los altos hierbajos se movían como hojas de palma en el trópico. Las olas lamían y oscurecía la arena, el cielo estaba gris plomizo y cargado de humedad. Melancólico. El mejor momento para acurrucarse con un libro y soñar. Se preguntó con qué soñaba una niña pequeña, en especial una niña que había perdido a su madre y tenía que trasladarse a una isla solitaria con un padre cuya existencia desconocía.

 

Por su parte, Loki pensó que él soñaría con un príncipe que lo protegiera, y no con un dragón que echaba fuego por la boca si alguien osaba entrar en su cuerva.

 

 

****

 

 

Thor apoyó la espalda contra la puerta y cerró los ojos, tenía su imagen grabada en la mente y no podía borrarla. Era el hombre más hermoso que había visto en su vida; de esos que atraían las miradas, hacían que las mujeres tropezaran y provocaban envidia en los demás hombres. Solo mirar sus ojos verdes esmeraldas hacía que le escociera cada cicatriz. Era como enseñarle un caramelo a un hombre muerto de hambre; ofrecérselo e impedir que lo probara.

 

Apenas podía tolerar su presencia allí, en su casa, su santuario. Saber que estaba cerca lo volvería loco. Deseó estrangular a Natasha Romanoff por enviarle a un joven tan exquisito. ¿Acaso no sabía Nat que aparte de gustarle las féminas, también le gustaban otro tipo de hombres? ¿No sabía que no había estado cerca de una persona desde el accidente? Hasta esa mañana, ni siquiera le había dicho su nombre, solo que estaba cualificado. No había podido investigar su pasado a conciencia y, aunque había descubierto algunas partes íntimas de su vida, no había visto fotos; parecía que no deseaba mostrar su bello rostro al mundo. Thor tenía una buena razón para no hacerlo, pero se preguntó cuál sería la de ese precioso ángel de ojos verdes.

 

Seguía siendo hermoso con sus casi treinta años de edad. Maldijo para sí. Había especificado claramente los requisitos que esperaba de una persona que cuidara de su pequeña hija: cariñoso, fuerte, suficientemente saludable como para correr tras una niña de cuatro años, y que se hiciera totalmente responsable de Eyra. No podía permitir que la niña lo viera nunca. Echaría a correr, y él no podría soportar eso de nuevo. La gente lo rechazaba por su desfiguración y no estaba dispuesto a asustar a una criatura indefensa.

 

Eyra…Thor apretó los puños. Una niña cuya existencia había ignorado hasta hacía dos semanas, cuando su mujer murió. Solo servía para ocuparse de su propia hija cuando no quedaba otra opción. Maldijo a Jane una y otra vez por no haberle dicho que estaba embarazada cuando lo abandonó. Hubiera deseado saberlo cuatro años antes, para tener algo a lo que aferrarse mientras sufría en un mundo de quirófanos y rehabilitación, y se enfrentaba a la cruda realidad: su desgarrado cuerpo nunca volvería a ser el mismo.

 

Fue hacia el teléfono y pulsó una tecla con furia.

 

--Esposos a Domicilio, Natasha Romanoff al habla.

 

--Maldita sea, Nat, es una belleza- “asombroso y exótico”, pensó para sí, recordando cada curva de su cuerpo enfundado en el traje gris.

 

--Así que has salido de tu guarida lo suficiente como para mirar, ¿no, fortachón?

 

--¿Por qué me has hecho esto?

 

--Loki es una de las personas más cariñosas que conozco- soltó un suspiro- No lo he hecho por ti, sino por Eyra. A Loki le encantan los niños y tiene experiencia. Tiene las cualificaciones que pediste: buena educación, capaz de charlar con un crío y, además, divertido y creativo. Dale una oportunidad. Además, tú no especificaste el género, ¿lo recuerdas?

 

--Lo recuerdo- soltó un profundo suspiro- Bueno, no tengo otra opción. Eyra llega en dos días.

 

--Funcionará, Thor.

 

--Encuentra a otra persona, inmediatamente. No lo quiero aquí.

 

--Jane debería haberte hablado de Eyra- dijo Natasha con voz fría y cortante- En eso estoy de acuerdo contigo. Cuando me dijo que te había abandonado porque te habías vuelto frío y mezquino, no lo creí. Ahora veo que tenía razón- concluyó. Thor se sintió como si lo hubiera abofeteado.

 

--Jane se marchó porque no podía soportar las repercusiones del accidente. Quería que fuera el mismo de antes, en mi aspecto y en mi personalidad. Eso no iba a ocurrir. No ocurriría nunca- inhaló con fuerza- Encuentra a otra persona- colgó el teléfono sin despedirse.

 

Rodeó el escritorio, se dejó caer en la silla de cuero y la giró para mirar por la ventana. El sol pugnaba por asomarse entre las nubes. Thor hizo un esfuerzo para alejar sus recuerdos del accidente, del dolor y de la reacción de Jane cuando le quitaron los vendajes. Horror y repugnancia. Siempre creyó que Jane estaría siempre con él, y lo dejó anonadado que se marchara repentinamente. Debió imaginárselo cuando ella se negó a compartir su cama y a dejar que la tocara. Notaba su repulsión cada vez que se acercaba. La última vez que había disfrutado del placer de amar fue la noche anterior al accidente.

 

Y ahora tenía en su casa a un hombre que, diez años antes, había sido considerado uno de los más hermosos modelos de pasarela. Su atractivo aún cortaba la respiración.

 

--Señor Odinson- la voz, suave pero varonil, hizo que le diera un vuelco el corazón.

 

--He dicho que yo lo llamaría…

 

--Eh, según recuerdo, mi puesto de trabajo exige que cuide de su hija, no de usted. Así que puede llamar y exigir cuanto quiera, milord…

 

--Pago su salario.

 

--Y, ¿qué?- dijo Loki, Thor arqueó una ceja y se volvió hacia la puerta.- ¿No le enseñó su madre que es una grosería interrumpir a las demás personas cuando éstas toman la palabra?

 

--¿No aprendió usted diplomacia en el Ministerio de Asuntos Exteriores?

 

--Sí, pero esto no es territorio extranjero, y no puede solicitar inmunidad diplomática.

 

--¿Qué quiere?- preguntó Thor, reclinándose en la silla e intentando contener una sonrisa.

 

--Ajá, llegó la negociación- dijo el pelinegro triunfal- A no ser que esa insulsa comida de la nevera y el congelador sea su idea de una dieta equilibrada, creo que tendré que planificar el menú yo.

 

--Perfecto. Encargue lo que quiera.

 

Loki suspiró y dejó caer la cabeza, pensando que su “jefe” era un hombre muy difícil. Agitó la bandeja para que se oyera el ruido de la porcelana.

 

--¿Oye eso? Son platos, con comida- dijo con voz sugerente.

 

--Déjela en la puerta.

 

--¿Perdone?- Loki parpadeó.

 

--Estoy seguro de que me ha oído, señor Laufeyson. La puerta no es tan dura.

 

--Parece que su cabeza sí lo es- murmuró el ojiverde.

 

--Déjela en el suelo y váyase- ordenó. Loki dejó la bandeja y miró la puerta con furia, empeñado en sacarlo de su cueva.

 

--Creo que lo vamos a llevar muy mal, señor Odinson.

 

--Solo si rompe las reglas.

 

--¿Y cuáles son?

 

--Se las enviaré por correo electrónico.

 

--Vaya, eso es de lo más aséptico que hay.

 

--Es la única manera- musitó Thor en voz baja cuando oyó sus pasos alejándose hacia las escaleras. Se frotó la frente, rozando las cicatrices, soltó una maldición y se puso en pie. Rechinó los dientes, preguntándose cómo iba a sobrevivir con ese precioso y deslenguado hombre paseándose por toda la casa.

 

 

****

 

 

Loki fregó los platos con furia. Le daba igual que se quedara encerrado y solitario, pero ¿qué ocurriría con Eyra? No podía permitir que una niña que esperaba ver a su papá percibiera la exclusión instantánea que Thor Odinson expresaba con unas pocas palabras; rechazaba todo contacto. Pensó que él mismo se ocuparía de eso.

 

Puso una lavadora y decidió investigar la casa. Sus zapatillas deportivas rechinaron en el suelo cuando recorrió los amplios pasillos, decorados con objetos medievales: una armadura, escudos y al menos tres espadas. Estaba claro que no le faltaba el dinero, pensó, echando una breve ojeada a las habitaciones y fijándose en un jarrón tan delicado que daba la impresión de que se rompería con tan solo mirarlo.

 

Entró en el salón, aunque pensó que podría ser el estudio o la sala de estar. Había pasado por un par de habitaciones cerradas con llave, y supuso que el señor Odinson no quería que nadie entrara en ellas. Tardaría días en investigar todos los recovecos, aunque estaba claro que la planta superior estaba prohibida. Abrió las puertas del patio y el viento húmedo y cálido acarició su rostro. Respiró profundamente, notando el sabor salado del aire, cerró las puertas y bajó hacia la playa corriendo. Sus pies se clavaron en la arena, abrió los brazos de par en par y se echó a reír. “Bueno, esto no está tan mal, después de todo”, pensó. Miró hacia la casa, el castillo en la colina. Era un lugar de ensueño y, evidentemente, el elegido por Thor Odinson para ocultarse del mundo.

 

No era extraño que lo temieran y murmuraran sobre él. La mansión se erguía sobre el pueblo como la de un señor feudal, rodeada por un muro de piedra de dos metros de altura, y el mar era el foso. Un lugar pacífico y perfecto. Miró a la torre más alta de la mansión y vio una figura en la ventana, el blanco de la camisa contra las cortinas oscuras, que desapareció inmediatamente.

 

Un solitario príncipe dragón, pensó, que no deseaba que lo rescataran.

 

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Y bien…les gustó la nueva trama????

 

Espero de que sí. Pobre Thor, está muy solo y dañado, será que Loki pueda sacarlo de la soledad en la que vive??? Acá nuestro Loki no es un chico tan sufrido como en la anterior historia de Comprado para su placer, sino es más audaz y aguerrido a parte de lo cómico que resultará con el transcurso de los capítulos. Bueno espero en verdad que la historia les haya parecido interesante y me regalen sus comentarios para saber si les gustó o no. Nos vemos el siguiente miércoles y tengan unos bonitos días. ^_^


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