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Perdón por Lain Elrick

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El pasillo estaba vacío, mas no silencioso; Bakugo gustaba el final, al lado de las escaleras. Quizás, sin querer turbar el silencio, sollozaba entre sus manos. Era raro en él, claro pero algo en su llanto parecía decir que de verdad estaba sufriendo.
Denki se acercó después de observarlo por unos segundos desde el otro pasillo. Se hincó frente a él y con una sonrisa maliciosa, le murmuró, acercándose un poco más, casi rozando con su nariz los mechones rubios.
—Kirishima y tú pelearon de nuevo —dijo, pero no recibió respuesta. — Oh, es una pena, mi pequeño rubiecito, porque Deku y yo también pasamos una mala noche... Aunque él ya lo superó.
Bakugo levantó la mirada sin creer lo que trataba de decirle. Ni siquiera sabía que Deku y él estaban saliendo, él creía que Izuku salía con Iida.
—Oh, sí —le dijo—, tu Kirishima está con mi Deku, así que, qué te parece si tú y yo les enseñamos que también podemos superarlos.
Bakugou estaba desconsolado, y aceptó.
 
Bakugo entró a la habitación de Denki, cuya única iluminación venía de la ventana abierta. Antes de que pudiera ver a su alrededor, Denki se acercó por detrás de él, metiendo sus manos por debajo la camisa. Algo en su manera de tocarlo le hizo reaccionar de inmediato, como si su compañero, con quien apenas compartía algunas palabras durante el horario de clases, lo conociera mejor que su amante pelirrojo.
Soltó un gemido, uno ardiente, uno que subió desde su entrepierna y calentó el abdomen acariciado por el rubio que le mordida el lóbulo con ternura. Un quejido vino desde el pecho herido que se llenaba de excitación mientras las hábiles manos de Denki le bajan el zipper para poder tocar por fin el sexo duro de Bakugo, ya deseoso del toque erótico de Denki, que lanzó a Bakugo a la cama, observándolo mientras él se sacaba la camisa. Se acercó a él, lo besó, casi sin ganas, y fue directo a lo que deseaba: se acomodó entre sus piernas, y bajando su pantalón, Bakugo pudo ver el miembro erecto que lo penetró sin cuidado. Quiso gritar, pero Denki le cubrió el rostro con una almohada, presionando con ambas manos, excitándose con los golpes que recibía de Bakugo, que intentaba quitárselo de encima, aunque no lo logró hasta que sintió la cálida corrida dentro de él.
Cuando pudo respirar de nuevo, miró furioso a Denki, pero antes de que pudiera reclamarle, el chico se acercó, besándolo. De nuevo estaba erecto, y, aún sin salir de Bakugo, comenzó a agitarse dentro de él, entrando y saliendo, con un ritmo con el que apenas podía controlar sus gemidos. Tuvo que morderse los labios para no gritar, ya no sabía si era rabia, dolor, o puro placer, un placer que nunca había sentido con Kirishima. Estar con Denki era como sentir una corriente eléctrica entrar por su orificio prohibido, y salir por su boca en forma de gemidos que sólo se volvían más ardientes con cada corrida que sentía quemar sus entrañas.
Era increíble. Envidiaba a Deku, si alguna vez Denki había intimado con él.
Durante las casi dos horas que permanecieron despiertos, Bakugo sintió los delirios de un placer que, de tan gratificante, debía tener algo de pecaminoso.
 
Cuando despertó, Denki ya no estaba, aunque había tenido la amabilidad de dejar un conjunto limpio para Bakugo sobre la mesita al lado del baño. Bakugo se dio una ducha rápida después de que el despertador sonó, se vistió y salió, revisando antes que nadie lo viese salir. Su relación con Kirishima era muy conocida, y no quería que su pelirrojo amante se llevará una sorpresa. Sin embargo, esa mañana le tenía preparadas varias sorpresas a él, siendo la primera, ver a Deku caminar al lado de Iida y Uraraka. Su conversación fue la segunda sorpresa: según lo que decían, habían pasado gran parte de la noche jugando un videojuego en la habitación de la chica. Y antes de entrar a la Academia, la cálida mano de Kirishima fue su tercer sorpresa:
—Bakugo —dijo–, quiero disculparme por lo de anoche, no debimos discutir, fue una tontería... Disculpa...
Bakugo no podía creer lo que escuchaba. No podía creer aún más que Denki, quien pasó a su lado, ni siquiera se molestó en mirarlo, ni siquiera para darle una sonrisa malvada, como cualquier villano que logró engañarlo para hacerlo traicionar el amor incondicional que Kirishima le profesaba. Y ni siquiera podía hacer un escándalo y reclamar, no podía permitirse que Kirishima pasará por eso. Así que dijo lo único que podía, para así continuar con sus vidas, para olvidar toda la noche anterior:
—Perdón.
Kirishima le sonrió, lo besó, y le tomó la mano. Entraron a la Academia juntos.
 

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