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BULLY por bingbing

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Notas del capitulo:

Salen todos los miembros de EXO (Incluidos Kris, Luhan y Tao), y todos tienen un papel importante (a su manera) en la historia.

De entre todas las cualidades que Sehun había desarrollado durante su vida, destacaba sobre todo su poco afán por convertirse en un criminal— aún si no le faltaran ganas de hacerlo en puntuadas ocasiones. Más de una vez sus nudillos se habían teñido de rojo, y su rostro había sido golpeado hasta el punto de no quedarle más remedio que desplomarse y dejarse llevar por la inconsciencia. Había robado llevado por el "¿a qué no eres capaz de...?", e incontables veces había desafiado a la autoridad con el descaro que un chaval de dieciseis años pudiera tener. Sehun era, en realidad, una persona tranquila — que poseía un temperamento muy, pero que muy frágil.

Por eso, quién quiera que fuese el chivato que le había delatado y puesto rumbo a su futura cuarta escuela, un lugar del que nunca había oído hablar y que estaba en una ciudad dejada de la mano de Dios, se llevaría el viaje al hospital más rápido de su vida. Nunca fue la intención de Sehun quemar el gimnasio de su antiguo instituto ni tampoco que su puño acabara en la cara del profesor.

—No pensé que la idea de un nuevo instituto te entusiasmara tanto —, la voz de la señora Oh resonó por todo el espacio, elevándose sobre el motor del coche. Sehun le sonrió lo más falsamente que pudo a través del espejo retrovisor y su madre respondió el gesto con el mismo cinismo.

Los tonos cálidos de Seúl dejaron de aparecer de un momento a otro para dejar paso a una sucesion de colores muertos y sin vida. El olor a mar le inundó de repente y se preguntó que tan fríos serían los inviernos ahí. No habían edificios grandes que sobresalieran o centros comerciales con letreros llamativos, lo único curioso era una noria que apenas se hacía notar. Era una ciudad normal y corriente, con una feria de dudosa procedencia.

—Parece que ya hemos llegado.

Un rápido vistazo por la ventana le dejó a Sehun muy claro a donde había llegado a parar. No era como lo institutos en los que había estado antes, sencillos y sin muchas complicaciones. Este era grande, casi sacado de una película inglesa sobre adolescentes drogatictos y criminales. Estaba seguro de que si los muros pudieran hablar, los que tenía enfrente (aquellos que separaban el instituto de la ciudad) estarían gritandole "Vete y no vuelvas".

—Perfecto. Seguro que saldré de aquí queriendo estudiar medicina —dijo con sarcasmo mientras salía e iba a por las maletas. Su madre ni siquiera apagó el motor, quería librarse de el cuanto antes.

— Supongo que no hará falta que te lo repita, pero no me avergûences. Por cuarta vez — Sehun se asomó por la ventanilla y alzó una ceja al verla encendiendose un cigarrillo—. Pórtate bien este curso, y vendré a por ti. Si es que aún me acuerdo de que existes.

—Volverás porque soy el único hombre en tu vida que te aguanta.

El "Que te den" que su madre masculló fue la única respuesta que obtuvo antes de que volviera a pisar el acelerador y desapareciera de su vista. Tampoco es que esperase palabras de aliento o cariño. Su actitud de mierda lo justificaba su familia disfuncional.

Se dió la vuelta, sintiendose intimidado por la grandeza de las verjas. Si no fuera por los gritos que se oían desde fuera casi diría que estaba frente a una prisión.

—¿Eres Oh Sehun?

El pelinegro bajo la vista para encontrarse a un chaval un poco menos alto que el, de sonrisa amable. Sus ojos brillaban con la tenue luz del sol que se colaba de entre las nubes, y que hacía resaltar la cicatriz que adornaba su labio inferior. Llevaba un chaleco de color azul con el emblema del instituto.

—Depende de quien seas.

—Soy Luhan, de último curso. El director me pidió que te diera la bienvenida.

—Debe de ser un hombre muy ocupado para no hacerlo el mismo —, dijo desinteresadamente. El chaval de último curso, de pelo castaño claro y repeinado, hizo ademán de contestar a eso pero finalmente decidió cerrar la boca. En cambio, volvió a sonreír.

—Tiene otros asuntos que atender en estos momentos, pero luego se encontrará contigo. Por ahora vayamos a la residencia a dejar las maletas y a que te enseñe más o menos el lugar . Estoy seguro de que te encantara.

Sehun asintió y lo siguió en silencio. No le dió mucha importancia a la mentira que Luhan acababa de contarle.

Por dentro era menos imponente, pero seguía teniendo ese extraño sentimiento que no lo había abandonado desde que llegó. El instituto se encontraba en el centro del campus, lúgrube y triste como lo parecía desde fuera con la presencia de varios alumnos paseando alrededor de el (porque muchos de ellos no se veían por la labor de entrar y asistir a clases). Luhan se paró un poco antes de llegar y señaló hacia la izquierda.

—Por ahí está la residencia de los chicos.

Cuando miró hacia allí no se sorpredió al encontrarse un edificio al borde del abandono. Había muchos estudiantes, sobre todo con uniformes de color verde. Sehun alzó una ceja casi divertido cuando vió a un profesor reteniendo a uno de ellos en el suelo porque le había lanzado un petardo a otro chaval con un uniforme de color azul, como Luhan.

—Aqui nadie se aburre, ¿verdad? —Sehun preguntó, bastante entretenido. Luhan parecía nervioso presenciando la escena así que desvió su atención.

—P-Por allí está la residencia de chicas —su dedo señalaba la derecha.

A diferencia que el de los chicos, la residencia de chicas tenía tres pisos y se veía limpio, presentable. Sehun sonrió de lado, observando el desfile de faldas que iban y venían en diferentes colores. Captó especialmente su atención una de ellas, con gafas y de pelo moreno. Era absurdamente preciosa.

Sin embargo, su deleite terminó cuando una voz se alzó sobre sus pensamientos.

—¡Mirad, Luhan se ha conseguido un puto!

El olor a sudor fue lo primero que el rubio captó cuando miró de donde provenía ese birrido grave. Un grupo de jóvenes vestidos de chaquetas azul oscuro y gorras los miraban entre divertidos y curiosos. El que había hablado, ligeramente más alto que los demás, orgulloso de su comentario ante las risas de los demas.

Ah, los trillados rangos sociales. Casi los echaba de menos.

Casi.

Al ver que Luhan simplemente se encogía en su sitio cabizbajo, decidió hablar.

—¿Cual es tu maldito problema, gorila? —dió un paso hacia delante, soltando sus maletas. Si una pelea física tenía que tomar lugar, así sería.

La sonrisa se borró de repente de la boca del otro, que no dudó en avanzar y quedar a simples centrímetros del él, el silencio elevandose sobre los que miraban expectantes.

—Los niños nuevos que se creen algo son mi problema —un empujón acompañó la respuesta, haciéndo a Sehun caer sobre sus maletas. Luhan fue a ayudarle pero el rubio lo apartó y se levantó por si solo, apretando sus puños.

—Chanyeol, deja de ridiculizarte.

El coro que se había formado entorno a ellos hizo espacio para otro estudiante con la misma chaqueta pero con la diferencia del bate de béisbol que tenía en la mano. No era tan alto como el imbécil que se había cruzado en su camino, pero su aura exigía respeto e irradiaba autoridad. Chanyeol ahora parecía asustado.

—¿Me podéis decir que hacéis aquí perdiendo el tiempo en vez de estar en el campo entrenando?— su tono era tranquilo, con el característico raspido de una voz ronca.

—Estabamos saludando al nuevo amiguito de Luhan —todos le señalaron.

Sehun se sintió como un mono de feria en ese instante, con miles de pares de ojos sobre el. El chico del bate encontró su mirada y el rubio no se perdió detalle del adonis que aparentemente cabalgaba a esa panda de idiotas sudorosos; moreno, de labios gruesos y mandíbula marcada. No había pasado ni diez minutos en esa estúpida escuela y ya estaba en el punto de mira de los acosadores.

—Dejad de perder el tiempo —fue lo único que dijo antes de darse la vuelta e irse por donde había venido, esta vez seguido de Chanyeol y los demás. Luhan, a su lado, suspiró alividado.

—¿Quiénes demonios eran esos? —preguntó Sehun, aún mirando sus sombras alejarse.

—Son el equipo de béisbol del instituto. El orgullo de Yonsei. Son un poco... brutos así que te aconsejo que no vayas mucho al gimnasio o el campo de beisbol, suelen estar rondando por ahí fuera del horario de clases.

—¿Los reyes de la escuela?

—No del todo.

Llegaron finalmente a la residencia bajo la mirada de los demás estudiantes que habían presenciado el encuentro con Chanyeol. Murmullos bajos y muecas indiscretas a los que Sehun contestó escupiendo sobre la pequeña escalera de la entrada.

Por dentro dejaba mucho más que desear. Un suelo de mierda y paredes sucias con garabatos y grafittis que le sacaron más de una sonrisa: "Besadme el culo, niños de papá" o "Que alguien les digas a los del equipo de béisbol que es una ducha". En medio del pasillo había una puerta que llevaba a una habitación donde había un sofa raído, una tele que debió haber pertenecido a algún rockero en los ochenta y una máquina de refrescos. Un paraíso.

Luhan le guió hasta la penúltima habitación de la segunda planta, su habitación. Solo habían una cama, un armario, un escritorio y una ventana que daba al campus. Ya se encargaría Sehun de hacer de ese lugar algo más alegre aunque sea a base de su desorden y posters de playboy.

—Mi habitación es la primera girando a la izquierda en la planta baja, por si alguna vez necesitas ayuda—Sehun asintio sin haberle prestado atención—. Ahora tengo que irme. Un placer haberte conocido —Luhan se despidió sin esperar un igualmente, y una vez el rubio se encontró solo dejó su maleta sobre la cama y se tumbó sobre ella, sumergiendose en sus pensamientos.

Sin duda, su madre se había lucido esta vez para deshacerse de él. Desde que habia llegado solo habia visto a potenciales criminales, una de tras de otro y en fila. El panorama daba mucho de si, Sehun podía notar ya la adrenalina recorriendo sus venas. Sin embargo, como se había prometido a si mismo, no se metería en líos —aunque tampoco haría mucho el esfuerzo—, ni volvería a saltarse las reglas más básicas . Superar este infierno era su máxima prioridad

Aunque si la gente se empeñaba en entorpecerle en su camino hacia el graduado no dudaría en jugar el papel del karma.

Lo que no sabía todavía es que todos los conflictos que se sucedieran a partir de ahora estarían firmados con su nombre.

—Oh Sehun —su nombre resonó por toda la estancia y el aludido por un momento se preguntó de donde demonios salía esa voz distorsionada—. Acuda al despacho del director.

Suspiró levantándose y dirigiendose hacia el armario, donde se suponía que estaba el uniforme. Unos pantalones grisáceos y una simple camisa blanca con el logo de Yosei estampado. Sehun sonrió. Su madre no tenía el suficiente dinero como para que le dieran un chalequito de niño pijo de colores llamativos.

El camino desde la residencia hasta el instituto fue tranquilo. Era hora de clases y tan solo había un par profesores de guardia rondando por si a alguien se le ocurría saltarse las clases.

El instituto por dentro no se parecía en nada a los otros que había visto en su corta vida. Unas escaleras enormes que en un determinado punto se dividían en dos para llegar a la segunda planta y un sin fin de pasillos con cárteles y taquillas.

—Debes ser Sehun— una mujer mayor llamó a su espalda, y antes de que el rubio pudiera confirmarselo, continuó: —Acompañeme, por favor.

Lo guió hacia la segunda planta y posteriormente hacia una puerta ridículamente grande desde donde se podía tener una vista amplia de la planta baja.

La mujer hizo un gesto con la mano invitándole a entrar pero antes de que pudiera si quiera tocar en busca de permiso la puerta se abrió y se encontró cara a cara con un estudiante con sangre en el labio y un ojo medio morado. Al darse cuenta de su presencia, el muchacho le sonrió fugazmente (lo cual le arrancó un quejido debido a las heridas) y se fue cojeando del pie izquierdo. Sehun se le quedó mirando como si hubiera visto un loco.

—No se quede en la puerta, Oh— una voz grave demandó.

Sehun entró encontrandose a un señor mayor frente a su impecable escritorio ojeando un par de hojas que tenía en la mano. El hombre hizo una señal para que se sentara en la silla frente a el, y eso hizo el rubio.

—Lee SooMan— el hombre mencionó como si fuera un dato trivial—, director de esta academia. Y tu, chaval...— dejó de hablar unos instantes para leer una de las hojas—....pareces ser uno de los peores alumnos que he tenido en estos años. ¿quemar un gimnasio?

Sehun sonrió sinceramente por primera vez desde que salió de su casa rumbo a esta broma llamada academia: —Sin el contexto, todo suena mal, señor director.

SooMan negó con la cabeza, con expresión incrédula.

—¿Sabes por qué estás aquí, verdad? aquí enseñamos a niños como tu lo que es la disciplina y el respeto. Espero que estés preparado porque a partir de hoy, tu libertad acaba aquí.

Solo pudo asentir ante esa basura de amenaza, sin sentirse presionado en absoluto. No llevaba ni una hora aquí y ya había visto a un estudiante tirando petardos y a otro molido a palos. Esta gente tenía un problema si de verdad su concepción de la disciplina iba por ese canal.

—¿Algo que añadir?

—Prometo no quemar el gimnasio —ante la mirada de desaprobación del director, volvió a hablar: —no me meteré en líos ni peleas. Aunque no prometo sacar buenas notas.

—Tampoco se le puede exigir al olmo que nos dé peras —SooMan se levantó e incitó a Sehun para que hiciera lo mismo—. Estarás aquí durante un año. Si tu actitud no cambia, tu madre no durará en inscribirte por un año más. Si tu actitud va más alla, no solo te echaremos de esta escuela sino que tomaremos medidas legales. ¿Ha quedado claro? —Sehun asintió con desgana—. Estarás en las clases de segundo curso. Hay clase por la mañana y por la tarde. Por hoy está bien si no asistes a ninguna, el primer día no es agradable para nadie.

Dicho esto, volvió a sentarse y el rubio lo tomo como una invitación a salir de allí. La mujer de antes le dió una hoja con sus horarios y todo lo que necesitaba saber respecto a las clases.

"De los peores..." Sehun reía mientras volvía a la residencia de chicos. "¿En serio? me siento la persona más responsable de este lugar, no me hagas reír, vejestorio".

No era como si el rubio tuviese la especial dedicación de protagonizar cada marrón que hubiese. Era muy fácil decir que el había quemado el gimnasio por su propia decisión cuando la realidad era que desgraciadamente estaba en el lugar y la hora equivocados al comenzar a prenderse todo en llamas. La loca de Boehyun fue quien esparció la gasolina y convirtió todo en cenizas para vengarse de su ahora ex novio, que prefería pasarse las horas libres entrenado que pasando el tiempo con ella. Era más fácil echarle la culpa al macarrilla de turno, que a una chica que sabía meterse muy bien en su papel de víctima cuando en realidad tenía un trastorno mental.

No iba a justificar su actitud de mierda, pero tampoco se iba a quedar como un lelo viendo como todos los dedos lo acusaban sólo a él de algo que no había hecho. Tal vez por eso su puño acabo en la cara del profesor de gimnasia, por la impotencia y rabia que eso le causaba. La razón por la que ahora estaba en Yonsei siendo un desgraciado más.

En medio de sus pensamientos tuvo que detenerse cuando en el camino un chico más bajo le interceptó mientras corría, haciéndo que cayeran al suelo. Sehun iba a quejarse, pero vió como una persona mayor gritaba a lo lejos mientras luchaba con todas sus fuera para poder alcanzarlos.

—Mira por donde andas, gorila —masculló el chico rápidamente sin ni siquiera mirarle. Se levantó y Sehun lo imitó, con el fastidio plasmado en su cara.

—Podrías aplicarte el cuento.

—¡Hey, ustedes! ¿¡Como os atrevéis a llenar de pintarrajos la residencia de chicas!? —la voz del profesor sonó más cerca, y cuando Sehun se giró vió como el otro chico había empezado a correr otra vez. El por inercia empezó a seguirle ante la posibilidad de ser castigado sin venir a cuento.

Vió como el chico de cabello castaño se metía en una especie de descampado situado detrás del instituto, lleno de barriles, piezas sueltas de bicicletas y un montón de basura esparcida por el suelo. No dudó un segundo meterse en un taller que había allí al ver que profesor estaba bastante lejos de alcanzarle.

El olor a gasolina y tabaco inundó sus sentidos una vez ahí metido. Respiraba fuertemente para volver a llenar de oxígeno sus pulmones que se encontraban totalmente resecos debido al maratón improvisado mientras observaba el lugar de forma vaga, hasta dar con la figura del chaval que lo había arrastrado hasta allí.

Sehun no dudó en juzgarle por unos segundos y darse cuenta de que no irradiaba respeto, y ni mucho menos parecía el tipo de persona que fuera por ahí haciendo grafittis obscenos. Era pequeño, con cara de perro perdido, el mismo uniforme que llevaba el; sólo que el castaño tenía unos pantalones de color verde que se apretaban con firmeza alrededor de sus piernas.

Este tampoco se cortó a la hora de examinarle, porque sí; no se limitaba a observarlo, sino que se notaba que se estaba enriqueciendo con cada detalle del cuerpo y cara del rubio. La sonrisa que se extendió por sus labios le delataba.

—Perdona lo de antes —su voz sonaba ligeramente grave, entrecortada por las pequeñas bocanadas de aire que tenía que dar para no ahogarse.

—¿El que exactamente? ¿el llamarme gorila o el haberme hecho correr sin motivo?

El más bajo se sentó en una silla vieja que había por ahí, y suavizó su tono: —Te doy a escojer.

Sehun ignoró ese comentario e imitó la acción del castaño sentandose en una caja de madera junto a la puerta. El sudor deslizandose en cada uno de ellos. Estuvieron al menos un minuto en silencio, esperando a que los latidos dejaran de ser arrítmicos, hasta que el castaño volvió a hablar.

—Supongo que tu eres el nuevo de quien todo el mundo habla.

—La fama me precede —contestó en tono de burla, pero con un tinte de preocupación al final.

—Escuché al homo erecctus de Chanyeol y sus lacayos hablando bastante bien de ti —ironizó el chico. Sehun sonrió ante el adjetivo despectivo—. Aunque no te sientas especial, es así de gilipollas con todo el mundo que no sea del equipo de beisbol.

El rubio notó como hablaba de Chanyeol con bastante confianza, se preguntaba si realmente eran amigos o solo alguien despechado por la falta de neuronas del alto.

—Tambien hay que ser un poco gilipollas para ir garabateando la residencia de chicas —Sehun dijo sólo cuando vio el spray de tinta asomarse por el bolsillo del otro. El castaño no se sintió ofendido en absoluto.

—Se llama venganza —respondió, con una sonrisa maliciosa asomando por sus cornisuras—. Tenía cuentas pendientes por resolver con una bruja.

El rubio le correspondió el gesto con la misma malicia, no había ninguna palabra que le causara más satisfacción que "venganza".

—Te llamas Sehun, si no me equivoco —comentó el chico de pasada. La mirada confusa que le Sehun brindó al haberle llamado por su nombre le incitó a aclarase: —Aquí las noticias vuelan, al igual que los secretos.

—¿También me van a privar de mi intimidad en esta maldita academia?

—Oh, si. Desde luego que si, pero eso solo hace las cosas más divertidas —el chico sin previo aviso le lanzó un monedero rosa y vistoso que se había sacado del otro bolsillo. Sehun lo miró con el ceño fruncido antes de abrirlo y ver el carné de identidad de una chica llamada "Taeyeon". Había el dinero suficiente como para comer como un cerdo durante toda una semana—. Cógelo, yo ya me llevé lo que necesitaba. Considera esto como parte de la venganza.

Sehun no tuvo que ser mandado dos veces. Cogió todo el dinero antes de devolverle la cartera al chico.

—Y tú, ¿quién eres?

—¿Yo? —preguntó el castaño mientras volvía a guardar la cartera robada —.Yo soy Baekhyun. Y me parece, Sehun, que tu y yo vamos a ser muy buenos amigos.


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