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El hombre más feliz del mundo por Reiga

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Notas del fanfic:

Hola!! justo a tiempo, espero les guste.

 

Feliz navidad y año nuevo, lo se es tarde u.u, pero espero que hayan pasado unas bonitas fiestas!!

Mis mejores deseos para este año 2019

Notas del capitulo:

Mis palabras fueron: Chocolate, Rosa, Luces y Nostalgia >.<

 


23 diciembre 2018


 


Como si le hubieran pasado un tren por encima. No sentía algún dolor en específico. Pero si sentía claramente como si tuviera un gran peso sobre su cuerpo. Abrió sus ojos de una vez y bostezo con ganas, mientras sus manos se extendían buscando liberación. El cansancio de fin de año ya lo estaba matando. Ya llegaba a soñar con sus vacaciones que serían en una semana y contando algunos días.


Estiro las manos al cielo y vio en una de ellas una marca que no debía estar ahí. La guio más cerca de sus ojos tomándose  la muñeca con la otra. Estaba morada. No era para tanto pero se notaba claramente los dedos de cierta persona que dormía como un tronco a su lado.


Su mano se estrelló con fuerza en esa espalda descubierta.


—Con un demonio Taiga ¿no me puedes despertar con un poquito más de dulzura?


Kagami evito reírse en su cara. Recordó que lo golpeo porque estaba molesto.


—Nada de eso. El bruto eres tú. ¿Qué querías?¿cortarme la muñeca?


Aomine Daiki. Observo a su novio y luego la muñeca de este. Abrió sus ojos impresionado por lo notorio que era la marca. Se sentó en la cama y se apoyó en el respaldo. Cubriéndose su desnudes que por segundo quedo a la vista.


—Carajo perdóname. Anoche mi dulce novio estaba tan caliente que me descontrole un poquito — Daiki no estaba arrepentido pero si sorprendido.


¡¿Un poquito?! Kagami Quiso gritarle. Pero discutirle aquello era irrazonable. Había dicho y hecho cosas que usualmente no hacia porque efectivamente la noche anterior había sido de completa lujuria. La palabra caliente sonaba bastante decente en los labios de su queridísimo novio.  Ni siquiera podía echarle la culpa al celo, lo de anoche había sido mera calentura suya. Mejor no hacía más comentarios  y  evitaba que su novio disfrutara al recordarle cosas que una vez hechas solo deberían quedar en la memoria.


Kagami se levantó de la cama  buscado algo con que taparse. Su departamento estaba irreconocible lo llenaba de nostalgia verlo así. Lleno de cajas. Todas sus cosas habían sido de manera ordenada en cada una de esas ellas.


—¿Te da pena dejar este lugar? — Aomine se había acercado por detrás y lo abraso al momento que afirmaba su quijada en su hombro. Sus manos rodearon su estómago y entrelazó sus manos para aprisionarlo.


—Un poco… tengo preciados recuerdos aquí…


—Como cuales… recuerdo claramente que me dijiste que no te gustaba este departamento porque te recordaba lo solo que te sentías.


Kagami rio. Su novio a veces era un poco lento. Llevaban  nueve años de relación. Antes de conocerlo si sentía así. Pero desde que había conocido al moreno eso despareció. Si, lloro varias veces por él. El inicio no fue fácil. Pero luego de eso ese departamento que tanta soledad le traía sobre todos en estas fechas desapareció.


Aomine se le había declarado un día de lluvia en las puerta de su casa. El primer beso luego de la mutua confesión se dio de manera única  luego de torpemente haber cerrado la puerta para no dar espectáculo a los vecinos.


Su primera vez fue ahí. La segunda, la tercera y la infinidad de veces que se habían entregado estaban todas impregnadas ahí. Sus peleas y reconciliaciones. Todo. La soledad lo había abandonado por completo desde que Aomine se propuso ser parte de su vida.


—Mejor vístete. Tenemos que ir por el regalo de tu madre. Es la única que nos falta.


—ok. ¿Pero seguro que estas bien?… te siento raro.


—Claro que si Daiki.


—No tenemos que irnos si no quieres.


—Oye. Solo estoy más sensible de lo normal. Eso es todo  — kagami se dio vuelta aun entremedio de esos brazos y le dio un pequeño beso.


Después de terminar la escuela  ambos habían entrado a la universidad. Kagami había egresado como profesor de básica y después gracias  a su buen comportamiento y excelente calificaciones había estado en la mira de los profesores para que se quedara como ayudante. Había una vacante y él se lo había ganado. Era una oportunidad que no se podía desaprovechar de esa manera y en poco tiempo  pudo llegar hacer un profesor de planta en la universidad. Había sido excelente para lo que tenía planeado. El horario flexible era bueno para el futuro.


Aomine por otro lado ya ejercía también su doctorado en un hospital de Tokio.  Por esa razón tomaron  la gran decisión. Vivir juntos y mudarse al centro de la cuidad más cerca de sus trabajos.


Nueve años de relación y ya era tiempo de llevarla a otro nivel. Es mas, todos y hasta ellos mismo se preguntaban porque no lo habían hecho antes. Todo a su tiempo era la única respuesta.


Ya llevaban tres tiendas y aun no decidían que comprarle a la hermosa madre de Aomine. El moreno no ayudaba mucho y kagami ya estaba perdiendo la paciencia.


—Bebe, solo comprémosle una olla o un mantel. Ahora que recuerdo se le echó a perder la tostadora — Aomine lo dijo como todo un descubrimiento. Era el regalo indicado. 


—Amor… — Kagami suspiro y se calmó. —eso es un regalo para su casa, no para ella. Lo llevaremos. Pero aun así hay que cómprale algo a ella. ¿Qué te parece esta? — le preguntó el pelirrojo señalando una cartera de marca pero sencilla. Bien pensado para la mujer.


Aomine sonrió ante su pareja. Las cualidades; y hasta las más sencillas en él lo hacían amarlo cada vez más. El moreno observo  la cartera con detenimiento  y en si era bonita, tenía que llevarla.


Al día siguiente ya era 24  kagami acomodaba las cajas en la habitación que estaba por completo desocupada. Su padre vendría a pasar las fiestas con él. Y quería que todo se viera perfecto y con buen ambiente navideño. La comida era lo de menos la receta y todo lo que le tendría ese día lo había planeado desde que su padre le informó que estaría con el sí o sí.


—¿Seguro que tu padre viene en camino? — le preguntaba el moreno mientras acomodaba unas cuantas luces en el techo. De alguna u otra manera kagami quería que en el comedor estuviera lleno de luces. Así podría notarse  menos el vacío de los muebles ya embalados.


—Sí, tuvo problemas en la empresa. Pero estará aquí como a las nueve. Ya no queda tanto —decía el pelirrojo casi gritando ya que estaba un poco más lejos del moreno acomodando un caja sobre otra —será mejor que te vayas. No llegues solo a comer. Ve ayudar a tu madre a preparar la cena.


Aomine no estaba convencido. De los nueve años que conocía a su chico. Seis años  había pasado con él y su familia las fiestas. Y las otras con su padre.


Kagami salió de la habitación y vio al moreno pensativo y con los brazos cruzados.


—Ya hablamos de esto. Tu familia cuanta contigo hoy. Y mi papá no tarda en llegar.


Aomine seguía pensativo. Vio esos ojitos rojizos e iba a decir algo pero….


—El próximo año y los que le siguen a ese la pasaremos juntos. Y mañana a primera hora iré a verte. Estamos invitados al desayuno ¿recuerdas?.


Aomine sonrió. Y lo abrazo fuerte siendo correspondido su gesto.


—Voy a morir sin ti —melodramátizo  el moreno haciendo reír al pelirrojo.


—Deja tu berrinche y vete de una vez — Kagami, así como lo abrazó con toda la dulzura del mundo  también lo soltó bruscamente. — ah, y más te vale no abrir tu regalo antes de las 12 me enojare mucho.


—Está bien. Avísame cuando llegue tu padre. Y estate pendiente de tu celular. Te llamare pasada las doce. Ahora ven aquí


Kagami volvió acercarse anotando mentalmente todo lo que le había dicho el moreno. Aomine lo tomo de sus mejillas y alzo su rostro para darle un profundo beso. Necesitaba una buena carga que le durara hasta mañana. Acaricio sus mejillas con delicadeza hasta pasarlas por su cuello y presionar en él. Una mano en su cuello y la otra en su cintura mientras su boca se deleitaba con esa suave y cálida textura.


El adiós llego y había sido inevitable. Los planes ya estaban hechos desde hace semanas.  Aomine solo debía resignarse.


Al llegar a su casa el moreno de la nada ya tenía un delantal rosa. Su hermana menor de  dieciséis años lo había asaltado sin darse cuenta. La chica era hábil o el andaba en las nubes. Aun así no se lo saco. Dañaría el alegre ambiente. Su madre tarareaba al son de la música navideña de fondo. A su hermano de diecinueve años  lo tenían escuchando atentamente como se hacía un buen asado. O ponía atención con el mismo periódico que tenía su padre en las manos para encender el fuego se las darían.    


Sin duda seria aún más perfecto si Taiga estuviera con él.


—Deja de poner esa cara de perro apaleado. Lo veras mañana hermanito — le decía su hermana. Molestándolo.


—No lo molestes Rena  estarás igual más adelante — le dijo su madre aún pendiente de la comida


—Solo espero que sea tan linda o lindo como mi cuñado.


 —Lo dudo. Lina tiene un carácter del demonio y te mando a freír espárragos en cuanto te acercaste —se carcajeo el hermano de en medio causando un sonrojo en la morena.


—¡cállate!


—¿Quién es Lina? — preguntaron los tres, sus padres y Aomine.


—Una chica  omega y de un grado mayor, Rena la invito a Salir y hubieran visto  de qué manera la rechazo  — seguía riéndose y la chica estaba ideando de qué manera asesinarlo. —lo único parecido a Kagami son sus ojos rojos. El ángel de Kagami no lo tiene cualquiera.


Aomine que estaba entretenido  pelando un pepino mientras veía como su hermanita echaba humos, se detuvo al escuchar el último comentario. Se acercó a su hermano menor. Tan parecido a él en su joven edad  y lo amenazo con el pepino.


—¿Debería preocuparme por eso?


El menor ni se inmuto y solo sonrió  con supremacía — Si no estuviera marcado te diría que sí, pero… omega con dueño es un dolor de cabeza.


Aomine sonrió, su hermano era jodidamente parecido a él. Solo por eso lo dejaría pasar.


—¿Lo de Lina es serio? — volvió a retomar el tema de su enfurruñada hermana.


—Al parecer sí,  pero la popularidad de nuestra hermana agobia a la chica. Así que si Rena no cambia su actitud, está perdida.


—ya entiendo. 


—Bueno es una Aomine era de esperarse — dijo al fin su padre con un pedazo de carbón en sus manos. Los dos hijos asintieron orgullosos.


Al fono su madre murmuraba “es una Aomine” con gesto de burla. —Trio de tarados — dijo despacito solo para ella misma mientras preparaba la ensalada.


La cuenta regresiva comenzaba. La cena había estado deliciosa. Y ahora esperaban las doce. Solo faltaban cinco minutos, Kagami hace un momento le había mandado un mensaje de feliz navidad y nuevamente una amenaza de que no abriera su regalo antes. Aun cuando prometía todos los años no hacerlo Kagami seguían insistiendo.


Llegaron las doce y su madre tomo un regalo debajo del arbolito   y se lo dio a él. Se supone que seguiría repartiendo los regalos, pero todos se habían quedado pendiente de él y su regalo. Se extrañó.


—¿Qué?


—¡vamos ábrelo! — le grito su enérgica hermana. Su madre se veía ansiosa su padre también pero trataba de disimularlo y su hermano lo miraba de una manera rara, como esperando el momento para burlarse.


Lo abrió desde arriba, en su interior había un rosa roja y fresca. Al sacarla noto un par de anillos sujetados de una de sus hojas. Extrañado saco la caja de chocolates. Sus favoritos. En ellos una notita estaba pegada.


 


“Esta es mi propuesta…


Aomine Daiki


¿Te casarías conmigo?”


    


 Atte- Taiga


 


—¿Es… es en serio? —no podía ocultar su sorpresa y felicidad, cuando levantó su mirada. Su hermano lo estaba grabando y su madre tenía una cara de querer  gritar.


—Mi cuñadito es tan romántico —dijo la joven tomando la caja de chocolates


—Trae eso — le dijo el moreno quietándoselo de las manos antes de que los abriera. Su vista fue a la rosa con los anillos — ese idiota.


De pronto su padre recibió una llamada, que llamo la atención de los presentes por su cara de preocupación.


—No puedo creerlo… si está bien.  — en cuanto corto la llamada Aomine supo que había algo mal. Pues  la mirada de su padre llego directamente a él.   — era el padre de Kagami.  Su avión aterrizo recién  y está preocupado porque Kagami no le contesta.


—Ese viejo… —murmuro su hermano menor enojado quitándole las palabras.


Con un demonio, pensó Aomine, en el fondo sabía que había algo mal.  Tomo la rosa, los chocolates  mientras  su madre ya lo esperaba en la puerta con su chaqueta y las llaves del auto.


—Papa, dile a ese viejo  que  no se acerque al departamento hoy.


Salió como alma que lleva el diablo de la casa. Entre miles de sentimientos. Kagami estaba solo. Su Taiga...


Al llegar estaban todas las luces apagadas. Su corazón se oprimía solo de  pensar en que estuviera llorando.  Cuando entro vio la mesa decorada con la cena tapada.  El olor era agradable. Fue a la habitación y ahí estaba. Dormido en la cama que compartían  seis de cada siete días al año.


Sorprendido quedo al ver que en la cama estaba toda su ropa regada y Kagami abrazaba el pijama que “a veces” usaba. Total ternura era decir poco. Gateo sobre la cama hasta quedar enfrente a él. El moreno frunció el ceño al notar que su pareja había llorado.


Aomine se levantó y fue al comedor. Rompió lo que cubría el sofá  y busco las cajas que tenían las frazadas y el futon que  usaban cuando iban de visitas sus amigos. Lo rego por todo el suelo e hiso una redondéela con los cojines del sofá. Fue a la habitación nuevamente y saco sus ropas.  La chaqueta e incluso el poleron  tejido que traía. 


Y luego lo más importante. En cuando lo tomo estilo nupcial el pelirrojo despertó.


—¿Qué haces?


—Transporto nuestro nido a un lugar más hermoso. — Aomine recostó a Kagami en el suelo. Y luego encendió las luces que momentos antes ellos habían puesto en el techo. El choque del resplandor fue gratificante para ambos. Una maravilla visual en medio de la oscuridad.


Kagami se sintió a gusto y  tranquilo recostado en un mar de tranquilidad. Su mano la guio a la prenda  que aún mantenía el calor de Aomine y donde el olor era más intenso también.


 Aomine se quitó los zapatos y pidiendo permiso  se recostó a su lado.


—¿y … no me dirás nada? — le preguntó Kagami acomodándose en el brazo que era ofrecido para usarlo como almohada.


—Aún estoy pensando en si dejarlo pasar o enojarme porque me hayas mentido. — Kagami rio


—Me refería  a mi propuesta.


—También los estoy pensando —dijo bromeando, Aomine no estaba de acuerdo con cambiar el tema, pero prefería distráelo un poco y así calmar la tristeza que sentía en su pareja —  Hace años cuando te lo plantee dijiste que no era necesario. Me rechazaste con todas las letras.-


—Hace años no era tan ambicioso… me conformaba con tener tu marca y que estuvieras conmigo. No pedía más que eso. —Aomine lo sabía. Aquella respuesta  lo había hecho inmensamente feliz.


—¿y ahora? 


—Ahora quiero ese maldito anillo en tu mano. Y que esas enfermeras calenturientas lo vean brillar en tu dedo anula — una broma, pero su ceño fruncido dejaba en claro que no.


—Caray… con ese argumento no puedo negarme.


—No te dejaría tampoco —dijo Kagami con tono de broma pero totalmente enserio. —menos ahora…


—¿A qué te refieres? — preguntó el moreno deteniendo las caricias que le daba al brazo de Kagami que rodeaba su cintura.


—¿No crees que ya es tiempo de agrandar nuestra familia?


Aomine se sentó rápidamente y en consecuencia Kagami también. Quedando frente a frente


—Taiga no me digas… — sus ojos viajaban desde su barriga a sus ojos rojizos.


—Que no… pero que pensarías si estuviera…


—Taiga… ¿cuándo? ¿Desde cuándo? ¡Por eso el nido!, soy un idiota, como no me di cuenta…


—¡Oye oye! Te estoy diciendo que no lo estoy —  casi le grito agarrando sus mejillas con fuerza para que lo mirara y escuchara lo que le decía. No estaba embarazado, pero tal y como le había mencionado antes ahora se sentía más ambicioso, quería más cosas. De alguna manera que no comprendía de todo se sentía listo.


—Bueno si lo estuvieras seria el hombre más feliz del mundo —contestó esperanzado de su pareja ahora le confirmara que si lo estaba. Estaba ansioso y listo para saltar sobre él y  besarlo hasta año nuevo sin soltar su boca.


—¡Que no! Pero… quiero que lo seas…


“Oh taiga” pensó el moreno. No fue la repuesta que esperaba pero estaba listo para saltar sobre él. En cuanto el cuerpo de Kagami quedo recostado y Aomine sobre él, el pelirrojo aprisiono con sus piernas la cadera de Aomine.


Kagami estaba tranquilo. Su tristeza al sentirse solo había desaparecido en cuanto sintió la necesidad de calmar a su pareja. Entendía su enojo y su preocupación por el.  Y aunque su padre no podría llenar el vacío que le había causado y aun si no lo culpaba.


La polera de ambos había desparecido. La excitación solo crecía así como el aroma y el calor de ambos mezclándose en el aire.


—Espera… mi padre está por llegar — dijo deteniendo las manos que bajaban su pantalones con ropa interior incluido.


—No lo hará, mi padre se encargara de él. Ahora si viene… — Aomine retiro las prendas del pelirrojo tomando ambas piernas. Abriéndolas y mirando maravillado el ejemplar que tenía listo para el — Se quedara afuera escuchando como hago a su primer nieto.


—¡idiota, como si lo hicieras solo!


—Está bien. Se quedara afuera escuchando como “ambos” ponemos todo nuestro empeño para hacerlo abuelo.


—Imbécil


Ambos se miraron y rieron. Lo tierno no les duraba mucho y cuando se daban cuenta de ello solo se reían antes de sumergirse en un beso que ninguno quería darle fin.


 


~Enero 2019~


 


Kagami estaba nervioso. Y Aomine ansioso. Los malestares de Kagami eran evidentes y un test no era suficiente. Por esa misma razón ahora el pelirrojo se encontraba en una camilla con su estomago descubierto mientras la doctora le untaba gel y pasaba un maquina fría por él.


—Pero si tenemos un bebe grande fuerte de unas trece semanas aproximadamente


Aomine miro a Kagami quisquilloso.


—No lo sabía ¡enserio!


—Da igual — le sonrió su moreno acariciando su mejilla.


—Daiki de verdad no lo sabía.


—Está bien lose. Tranquilo — le dijo el moreno besando su frente.


La doctora estaba un poco confundida. Se veían ansioso por la llegada de un bebe pero por la conversación ahora pensaba que no lo querían. Y Aomine se dio cuenta de eso.


—Oh no se preocupe, lo que pasa es que tuvimos esta conversación en  navidad. El me pregunto qué pasaría si estuviera esperando un bebe. Como me hiso esa pregunta y además hiso su primer nido yo pensé que lo estaba pero él lo negó.


—Ya entiendo. Los omegas hacen el nido de manera inconsciente. Solo buscan el confort cuando su cuerpo se da cuenta que tienen una vida en su interior y su pareja no está a su lado. ¿Una belleza no lo crees?


Aomine sonrió como un bobo mientras asentía y miraba a Kagami.


Al Salir de la consulta, Kagami tomo su mano y se ganó enfrente de él.


—¿Eres el hombre más feliz del mundo?


Definitivamente lo era. Y estaba seguro que esa era solo una expresión. El día en el altar lo sería aún más y ni hablar en cuando estuviera en aquella sala recibiendo a su primer hijo junto a Kagami.


Aquel título le era acreedor a ambos desde el día en que se habían enlazado.


 


Fin

Notas finales:

Esto quedo melosito, espero les haya gustado! muchas gracias por leer! nos vemos pronto!!


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