Su sonrisa fue lo último que vi.
Se había congelado con el tiempo y, a pesar de las escenas en mi cabeza que antes había pensado de una ruptura, no estaba lloviendo. El sol estaba en su máximo esplendor y todos parecían tan felices, ajenos a la pareja que se miraba con dolor en los ojos y sonrisas fingidas en los labios.
¿Han pasado por una ruptura dolorosa? Yo sí, en estos momentos.
No quería quedarme por más tiempo, con la cálida luz del sol en verano me es difícil disimular las lágrimas acumuladas, me saco torpemente el anillo, aquel tan bello que me había regalado en nuestro primer aniversario, y sin quitar la sonrisa de mi rostro se lo devuelvo antes de dar media vuelta para comenzar a alejarme a paso firme mientras que mi alma se muere por dentro. Pero no. No podía mostrarme débil, porque el fuerte siempre había sido yo y hasta llegar a casa me prometí no derrumbarme. No caer de rodillas y romper en llanto.
Siempre pensé que cuando termináramos me iba a caer en el suelo, aferrándome a sus piernas y suplicando saber mi error, si no me amaba, cuál era el motivo de aquella triste despedida, nunca se me pasó por la mente haber actuado como lo hice; Sonreírle mientras escuchaba con paciencia y susurrando un ‘‘Todo está bien’’ como consuelo a él, quien se mostraba tan deprimido y culpable del dolor que me estaba haciendo pasar, a quien fue el amor de mi vida. Sinceramente no esperé consolarlo, bromear y marcharme con una sonrisa que a medida de mis pasos se fue borrando y fue reemplazada por las lágrimas que se dejaban ver como resultado definitivo de un adiós. Siempre había odiado las despedidas.
Mis manos dentro de los bolsillos delanteros de mi pantalón, mi cabello castaño despeinándose con el viento, encogiéndome de hombros como un escudo y evitando que las personas me miraran a los ojos fijamente, como si temiese que alguien descubriese lo roto que estaba; Y en ese momento lo odie con toda mi alma mientras mis labios formaban una línea recta por la tensión, vivir en un pueblo pequeño donde había visitado cada lugar entrelazado de manos con él, tuve que pasar por cada recuerdo en el camino a casa, gracioso sí, pero doloroso. Me imaginaba a mí mismo caminando entre fantasmas de los dos en cada rincón de las calles y dentro de los locales, me imaginaba empujando con desdén cada recuerdo con mis manos y a nosotros haciendo caras aterradoras antes de desvanecer como humo, no podía evitarlo, mi imaginación siempre fue tan vivaz y eso hizo que una sonrisa temblorosa apareciera en la amargura de mis rasgos.
Toda mi vida compartida con él, cuatro años de relación, momentos buenos y malos, sin embargo, eso no fue importante porque no recibí ni una excusa miserable cuando pronunció con su grave voz ‘‘Terminemos’’ de forma tan tranquila entre el ruido del parque, no fue capaz ni de inventar algo patético y fue como si solo pensara en él mismo y creyera que no existieran los motivos para una ruptura, un motivo que mi alma buscaba desesperadamente, pero que mis labios no pidieron.
Es tan tonta la situación, me sentí dentro de un dorama tan cliché y molesto, de esos que veíamos en el salón comiendo palomitas y tirando algunas a la pantalla de TV cuando nos burlábamos de la escena que pasaba, dando soluciones a cada situación, soluciones que no nos podemos aplicar a nosotros mismos, quizás por mi tranquilidad y su cobardes. Caminando sin auriculares pude pensar con claridad en todo, por primera vez no sentí necesidad de meterme en mi mundo de melodías, sentía la inquietud de pensar en todo y nada, pero el camino no bastó, de un momento a otro me encontraba dentro de mi hogar, saludando a mi familia y conversando con ellos como si nada hubiese pasado. Y es que no sabía cómo decirlo.
¿Cómo decirle a mi familia que él no vendrá más? Qué alguien me diga la respuesta.
El sol todavía brillaba a pesar de que eran las 9 pm, haciéndome reír vagamente por lo bajo mientras miraba mi habitación hecha un asco y suplicando una limpieza; Por fin en semanas me sentí con ganas de limpiar, tarareando una canción desconocida y sonriendo al agarrar una enorme caja, donde poco a poco guardaba cada regalo, cada recuerdo, dándole un beso a cada una de mis memorias para olvidarla dentro de la oscuridad del nuevo rincón que he creado en menos de una hora. Me es difícil deshacerme de cada una de las cosas que con cariño he cuidado, pero lo hago, todo es acomodado y olvidado incluso las fotos colgadas en las paredes, aquellas que saco lentamente y acaricio con nostalgia por unos largos segundos que me parecen eternos. Esto era mi luto, yo decidía como superarlo, o al menos eso me decía al imaginar a mi mejor amigo sentado en la cama con su sonrisa gatuna, JongDae mirándome con burla y diciéndome ‘‘Deberíamos matarlo y enterrar su cuerpo en el fondo de sus padres’’, entonces yo reiría y lo miraría.
-¡Su cuerpo es tan grande que lo encontraría pronto!- eso habría dicho yo.
Entonces él me daría la razón chasqueando su lengua con fastidio, me apuntaría con el dedo y me diría ‘‘¡Es tu culpa por salir con un gigante, Baekhyun!’’, entonces yo le daría la razón esta vez.
Pero no necesitaba hundir a nadie más en mi tristeza, mi celular apagado en la mesa de noche y las cortinas abiertas solo para dejar que el fresco aire me invada, enfriando mi sed rencorosa y haciéndome ver que la realidad no siempre es como la vemos, a veces nuestros ojos la distorsionan.
He comido como todas las noches, me senté afuera junto con mis hermanos para charlar emocionados y contando cosas, cerca de las 2 am el sueño me llegaba y solo pude sonreír a modo de disculpa mientras me retiraba, escondiéndome entre las sábanas blancas con la mirada perdida en el oscuro cielo y sin darme cuenta que de mis labios salió un suspiro pesado y que las lágrimas acariciaban mi piel pálida. Por primera vez me permití ser débil entre la oscuridad y el silencio de mi dormitorio, abrazándome y repitiendo que todo estaría bien, era el final de un ‘‘nosotros’’ que amaba, pero no era mi final, podría superarlo y continuar adelante, quizás no de la noche a la mañana, pero en unos meses me prometí estar recuperado y listo para amar de nuevo.
¿Han llorado desconsolados y solos?
El sonido de los pájaros y el ruido de las personas me despertaron a las 9 de la mañana, como un robot hice mi rutina y ensaye una sonrisa en el espejo tantas veces que he perdido la cuenta, pero aun así me esforcé al bajar las escaleras y estar entre tantas personas que me aman incondicionalmente; Hoy era el día, les diría a todos que ya no iba a venir más, pero mis ojos se hundieron en tristeza al saber la desilusión a la que se enfrentarían aunque no me dijeran nada y solo me consolaran, los mire con pesar y ellos comenzaron a sospechar pero no pude decir nada debido al nudo en mi garganta y el timbre sonando, una perfecta excusa para irme lejos de ellos y la preocupación que me ahogaba.
¿Han mirado al frente como si hubiesen visto un fantasma?
Estaba delante de mí con su ropa de ayer, con los ojos cansados y una sonrisa de arrepentimiento, mis ojos notaron el ramo de girasoles en sus manos temblorosas por los nervios y como rompía a llorar frente a mi cubriendo su rostro con una de sus manos. Espere que se tranquilizara, espere durante minutos enteros sin poder creérmelo todavía.
-ChanYeol.
Él sonrío.
-Baekhyun.
¿Han perdonado antes?