Durante meses habían estado hablado de aquel viaje, parte trabajo, parte entretenimiento y quizá algo más. ¿Cuánto tiempo había pasado desde el último viaje que éstos chicos hicieran juntos? Solo ellos lo sabían, pero sí, era el suficiente como para esperarlo ya con ansias, "por fin, hace tanto que no puedo verte fuera del trabajo", mencionaría el de clara cabellera en medio de una llamada al moreno que le esperaba en aquel lejano país.
Luego de un tiempo que pasó tortuosamente lento para ambos, un avión despegaría desde el aeropuerto internacional de Narita en el país del sol naciente hacia la tierra donde el águila devoró la serpiente, siendo plasmada la escena en la hermosa bandera tricolor. Ahí alguien aguardaba por el talentoso músico HITT, fiel, como siempre a la espera. Ambos sonrieron al verse, sutil, discreto, ¿cómo más si no? No importaba el ardor en sus pechos, la ansiedad en las manos y sobre todo el corazón acelerado de lo que nadie más que ellos podía enterarse.
Al siguiente día la cara de ambos parecía resplandecer más allá de lo común, sonrisas inmarcesibles, bromas en su idioma que nadie más podría entender, risas cubiertas con la palma de la mano, era hora de partir a Mérida, el inicio de unas breves pero esperadas vacaciones.
-Espera -mencionó Shiba entre risas nerviosas cuando el avión surcaba los cielos- HITT -reprochó en un susurro tan bajo como le era posible.
-Están todos dormidos, no creo que vaya importarles -susurró el artista en su lengua madre antes de, tan rápido como le fue posible, robar un casto beso de los labios del muy nervioso moreno que venía a un lado suyo- estuve fuera por mucho tiempo, ¿vas a decirme que no me extrañaste como yo a ti? -preguntó con ese aire de galantería tan visto en las sesiones de fotos.
-Como si no te lo hubiera dejado claro anoche -reprochó aquel que, antes de obtener una respuesta volvía a unir sus labios, ésta vez de forma algo más prolongada, teniendo que frenar de golpe y en medio de risas casi inaudibles cuando el pasajero a su lado se había movido un poco, amenazando con despertar, provocando una arritmia en ambos japoneses.
No había más qué hacer en medio del viaje que disfrutar de la convención en la que el músico daría un concierto breve y en el que ambos estarían como panelistas, "HITT cantante japonés" y "Shiba cosplayer" rezaban las hojas que los presentaban. Comidas deliciosas, playa, cerveza y tatuajes de henna, ¿había algo mejor que eso para disfrutar con esa persona especial a la que hacía tiempo de no poder ver? No, no había nada mejor, al menos no más allá en cuando a las cosas que podían mostrarse en fotografías.
-Creo que alguien me extrañó más de lo que parecía~ -canturreó el rubio muy cerca del oído ajeno.
-Cállate, te lo dije antes, ¿no? -reprochó con la voz algo temblorosa.
-Lo sé, pero deberías al menos esperar a que estemos en la habitación Shiba, esa bermuda no deja nada a la imaginación -se burlaba el compositor dirigiendo impúdico la vista a la entrepierna del moreno.
-¿Esperar yo?, ¿quién fue el genio que pensó que era buena idea tocarme de ese modo en la piscina? -avergonzado caminaba tratando de cubrir, sin mucho éxito, el problema causado bajo las prendas inferiores, ya que momentos antes había sido interceptado tras la espalda por el rubio quien, con roces fugaces y un par de palabras al oído había logrado su cometido.
-No te quejes, ambos sabemos que te gusta cuando lo hago de ese modo -no había más que decir, con la suerte de su parte habían llegado a la habitación sin ser descubiertos y tras un último reproche sus labios serían sellados en el beso más apasionado del viaje.
Poco importaba el lío que suponía el cabello húmedo de ambos pegado en sus rostros, mientras los labios tuvieran espacio libre, que así era, el beso transcurría sin freno en medio de los pasos torpes de ambos que amenazaban con tropezar por varios metros. Bendita la cama que los recibió después de trastabillar por última vez. En medio de aquel beso que se volvió frenético las manos de ambos cobraron vida, paseándose con desespero sobre la piel de ambos; brazos, piernas, costados, cadera, ninguna parte de sus cuerpos resultaba falta de las caricias firmes mientras la batalla de lenguas dejaba a ambos sin aliento. Luego de algunos minutos las últimas prendas resbalaban por la orilla de la cama llegando al piso.
Suspiros, respiraciones agitadas y un calor que perlaba la piel de ambos era el ambiente perfecto para la noche en que la luz a medias brindaba el mejor de los detalles, miradas profundas sonrisas fugaces, caricias desesperadas y las ganas a flor de piel parecían perfectas para cerrar con broche de oro la última noche de aquel viaje.
-Hazlo... por favor... -susurró el moreno que no se atrevía a verlo a los ojos luego de tal petición y justo entonces el tiempo pareció detenerse, por apenas un instante junto a los latidos de ambos en el momento justo en que sus cuerpos se volvían uno solo. Una queja, dos, un jadeo y algunos besos por parte del cantante que pretendían distraerlo del innegable dolor de una unión quizá no muy preparada- ah, HITT... -murmuró en una queja cuando aquel iniciara un vaivén aún lento, cuidadoso y que a pesar de la fricción resultaba placentero.
-Mh, Shiba... -le llamaba justo como lo había hecho por tantos meses solo en sus sueños y en los recuerdos que protagonizaban las fantasías en esas noches tan solas, tan lejos. Antes de lo que ambos pudieran darse cuenta el movimiento de caderas había acelerado, la necesidad de complacerse guiaba tanto el ritmo como la forma en que sus cuerpos conectaban y poco después el mediano silencio solo testigo de bajos jadeos temblorosos se vería inundado del choque de sus pieles y de algunos gemidos ahogados- estás tan... estrecho... me estás volviendo loco...
Un reproche seguido de ese comentario y el control pereció en medio de movimientos frenéticos y gemidos más sonoros que trataban de ahogarse bajo la palma del rubio contra los labios ajenos. Las piernas abrazadas con fuerza a su cadera, ayudaban a recibirle de lleno y la inclinación perfecta en cada embestida lograron estremecer el cuerpo de quien permanecía debajo; ahí estaba, el punto más sensible al interior había sido encontrado y HITT no desaprovecharía, después de todo, qué mejor placer que ser abrazado con fuerza por ese estrechamente delicioso pasaje que le estaba recibiendo. No faltó mucho para que, con la espalda formando un arco, el más alto de ambos llegara al clímax entre gemidos graves y poco después le siguiera su acompañante, llamándolo un par de veces como siempre; saboreaba la sensación de decir su nombre y ser escuchado una vez más.
La luz del sol colándose por las ventanas anunciaba la mañana, el vuelo estaba programado para algunas horas más tarde; era el fin de esas muy breves vacaciones.
-Dime, ¿volverás pronto? -conversaban ya en su camino de regreso a la Ciudad de México.
-Me gustaría, aunque también podrías ir a visitarme tú.
-Ya lo decidirá el trabajo, ¿no?
-Ojalá puedas escaparte del país algunos días, hace tiempo que no estamos juntos en Japón, hay varios sitios nuevos a los que me gustaría llevarte.
-En ese caso haré lo posible por ir de nuevo a Japón, quiero pasar un poco más de tiempo a tu lado, mi HITT.
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