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Friendzone por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Mis lectores lo saben, pero igual, avisados os dejo, de que a mi no me agrada Anzu/Tea, y le hago todo el bulling posible.
 No quiero luego quejas de que si la dejo en ridículo 'innecesariamente' o cualquier cosa al respecto

Anzu había escuchado alguna vez en clase, que el destino era caprichoso.

 

Ella estaba segura de eso.

 

Anzu sabía que Yugi tenía sentimientos por ella, había que estar ciego para no ver ciertas reacciones que tenía el tricolor, pero para ella Yugi siempre fue algo así como un hermano pequeño.

Aunque tenían más o menos la misma edad, él era, bueno, literalmente más pequeño.

 

Ella había procurado nunca darle alas al oji-amatista… y luego había llegado el faraón.

 

Había sido muy confuso en un principio.

¿Era un espíritu? ¿Le haría daño a Yugi? ¿Había sido una persona? ¡¿Había sido un rey?!

 

Anzu no estaba segura de si, en cuestión de apariencia, el faraón sería tan similar a Yugi como cuando tomaba control de su cuerpo, o era simplemente que solo podía manipular ligeramente el aspecto físico del menor. Pero la personalidad del faraón ya era un imán de por sí.

Misterioso, evasivo, aparentemente maduro, protector, serio y comprometido con las cosas que le importaban.

 

Vamos ¿Qué chica podría no haberse enamorado?

 

Incluso si no tenían un nombre por el que llamarle, porque sí, Yugi se reservó mucho el hecho de que lo llamaba Yami. Anzu no entendía por qué no les había dicho a todos para que tuvieran una forma de llamarlo que no fuera 'el otro Yugi’ o 'faraón’.
Era muy impersonal.

 

Como sea. Luego había llegado la dura realidad de que si el Faraón conseguía las respuestas que estaba buscando, respecto a su propia identidad, tendría que irse.

Anzu quiso hacer un berrinche como nunca lo había hecho, ni de niña, sentía que había conocido a su príncipe azul. ¿No habría posibilidad de que este pudiera quedarse? ¿Y que pudieran estar juntos?

 

Considerando que había vivido hace unos tres mil años, posiblemente no. Era injusto.

Llegó un momento en que la castaña incluso llegó a considerar a Yugi, es decir, el chico era quien más había interactuado con el faraón, y se supone que había sido elegido para completar su rompecabezas porque eran similares de alguna forma.. ¿O eran compatibles?

 

Lo que fuese.

 

Anzu tenía que admitir que, hasta el último segundo del duelo que habían tenido los dos tricolores, había rezado internamente porque Yugi perdiera.

Si Yugi perdía, él se quedaría ¿no?

 

Pero Yugi ganó. ¡Ush! ¿Acaso quería que el faraón se fuera?

 

Pero ocurrió algo sorprendente. El faraó~, es decir, a Atem le ofrecieron la oportunidad de quedarse. Anzu no pudo entender muy bien, al parecer había sido algún tipo de momento espiritual con los dioses egipcios, Yugi y Atem, a quien el menor continuaba llamando Yami, por algún motivo.

El resultado fue que el oji-vino pudo quedarse con ellos y ahora estaba viviendo con los Motou.

 

¡Era maravilloso! ¡Ahora podrían estar juntos!

 

Pero primero, Anzu tenía que resolver cierto asunto con el otro tricolor…

 

.

 

Luego de casi dos semanas de haber regresado de Egipto, Anzu finalmente pudo ponerse en contacto y con Yugi para pedirle que se encontraran para hablar.

El tricolor accedió fácilmente y ahora estaban caminando por un parque, en busca de un sitio a la sombra para sentarse a terminar los conos de helado que habían comprado.

 

Una vez asentados en una mesa de picnic, uno frente al otro y con el alegre ruido de fondo de niños correteando y jugando, Anzu fue a empezar la conversación.

 

O eso intentó, pero Yugi se le adelantó —Es curioso que me llamaras, Anzu, hace tiempo que no éramos tú y yo solamente —mencionó el tricolor con voz inocente, completamente encantado con su helado de chocolate.

 

La castaña chasqueó la lengua, esperando que ese hecho no le diera una idea equivocada al tricolor —sí, bueno, no habíamos hablado desde que regresamos, quería saber cómo iba todo —mencionó lo más casual que pudo, antes de morder su helado de fresa y nata.

 

—Tienes razón —Yugi se relamió los labios —poco después de llegar, el abuelo, Yami y yo salimos de la ciudad por una semana —ahí estaba de nuevo, lo llamaba Yami, a pesar de conocer su nombre real ¿por qué? —unas pequeñas vacaciones, pensamos que le vendrían bien a Yami para poder pensar algunas cosas.

 

Así que por eso no habían atendido el teléfono, o cuando pasaba por la esquina veía la tienda completamente cerrada — ¿Así fue? ¿A dónde fueron?

 

—A una casa de playa en Shirahama beach, ya sabes, en Shizuoka —explicó el chico.

 

Anzu parpadeó un par de veces, sorprendida, esa había sido catalogada dentro de las diez mejores playas del país por algunos años — ¿Y es tan linda como dicen?

 

Yugi asintió con entusiasmo —el agua estaba genial, y las vistas son increíbles ¿sabías que se puede ver la puerta torii de un templo desde la orilla?

 

—Eso escuché —respondió ella, aún un poco sorprendida y ¿por qué no? un poco molesta por no haber podido estar ahí — ¿Tomaron fotos?

 

Yugi respondió con un sonido afirmativo mientras sacaba su teléfono del bolsillo de sus jeans y abría la galería para que Anzu pudiera ver las fotos más recientes.

La castaña no pudo no sonrojarse cuando, de buenas a primeras, se topó con una foto de ambos tricolores en bañador, con Yugi conduciendo una moto acuática y Atem sentado detrás, aferrado firmemente a él.

Había otra más tierna, dónde ambos estaban a lado y lado del sol poniente, y había sido tomada de modo que parecía que ambos sostenían el astro rey.

Más fotos con ambos tricolores caminando por la orilla del mar, paseando por la zona comercial con el abuelo, cenando pizza en el pórtico de una bonita casa playera, ¡Incluso había una donde ambos tricolores estaban montando una bicicleta doble! Atem se veía adorablemente inseguro, hasta temeroso, y Yugi solo se sonreía.

 

Anzu se sorprendió a sí misma deseando intensamente estar en el lugar de Yugi en casi todas las fotos que vio.

 

—Fue estupendo, pensé que alejarse un poco le serviría a Yami para pensar y decidir algunas cosas, y al parecer así fue.

 

La oji-azul lo miró curiosa, devolviéndole su celular — ¿Qué tipo de cosas?

 

—Como qué quiere hacer de ahora en adelante, cómo piensa llevar su vida a corto plazo y qué metas quiere proponerse ahora —le explicó.

 

— ¿Y ya lo sabe?

 

—En su mayoría, sí. Yami me dijo que iría a la escuela conmigo a partir de ahora, así podrá decidir si le interesa estudiar también alguna carrera o prefiere seguir siendo duelista profesional.

 

Los ojos azules de Anzu brillaron, sí Atem iba con ellos a la escuela significaba que podrían pasar mucho tiempo juntos ¡Era perfecto!

 

— ¡Eso es genial, Yugi!

 

El tricolor sonrió de igual modo — ¿Verdad que sí? Ahora podrá estar con todos sus amigos y divertirse con nosotros.

 

Anzu asintió, midiéndose el labio inferior, no debía olvidarse del motivo por el que había llamado a Yugi ese día.

 

— ¿Sabes Yugi? También quería hablar de otras cosas —el tricolor la miró curioso, instándola a continuar —últimamente, con todo el asunto de Atem, las cosas no paraban de volverse locas de un día para otro y.. —Anzu meneó lo poco que quedaba de su cono —quiero decir ¿sabes que siempre has sido un buen amigo para mí, verdad?

 

La castaña se enredó un poco con sus palabras, mientras trataba de hacer que la friendzoneada no fuese tan dura para el tricolor, principalmente porque si Yugi se ponía triste, era evidente que su mejor amigo Atem lo iba a notar y a Anzu no le convenía para nada que Atem pensara que ella había lastimado al menor. Se sorprendió al no ver decepción o incomodidad en los ojos del oji-amatista tras sus palabras.

 

Yugi se comió lo último de su propio helado con gusto y le dio toda su atención a Anzu, asintiendo y limpiándose con una servilleta —siempre aprecié que fueras mi primera amiga, Anzu —le dio una sonrisa.

 

Anzu tomó esas palabras tal cual venían — ¡Exacto, amigos desde siempre! —le sonrió mientras se ponía en pie —y sabes que puedes contar conmigo si, ya sabes, sucede algo con Atem.

 

Yugi ladeó la cabeza, también poniéndose en pie —no creo que sea necesario, pero gracias de todos modos.

 

La chica hizo un fugaz mohín —bueno, ya es hora de irme, nos vemos luego, Yugi.

 

— ¿No quieres que te acompañe a casa? —la detuvo con su ofrecimiento.

 

Anzu negó con la cabeza —tengo que comprar algunas cosas antes, no te preocupes.

 

—Ve con cuidado, Anzu.

 

—Tú también, Yugi. Dale mis saludos a tu abuelo y Atem —se despidió agitando la mano en alto antes de irse.

 

Yugi también se fue, encaminado a su casa. Yami se había quedado ayudando al abuelo con la tienda… hmm, tal vez debería comprar algunos bocadillos en el camino.

 

.

 

Unos cinco días después Anzu consiguió quedar con Atem en la plaza.

 

El oji-vino no se sentía realmente cómodo saliendo muy lejos de la casa sin Yugi, a pesar de que en realidad sabía manejarse en la ciudad gracias al tiempo convivido con el menor, aun así había algo que lo mantenía inquieto si no estaba Yugi cerca.

Pero Anzu era su amiga, y como a los demás, hacía más de medio mes que no la veía; simplemente no podía decir que no, fuese ella o Jou, sería muy grosero de su parte, todos sus amigos lo habían ayudado y apoyado.

 

En el centro de la plaza había una presentación de artistas callejeros, y en realidad el ex-faraón le pareció curioso y atrajo su atención. Estaba por acercarse a mirar más de cerca, cuando escuchó la voz de Anzu.

 

— ¡Atem! —ella corría hacia él, sonriendo y luciendo feliz, por lo que el tricolor no pudo evitar sonreírle de vuelta.

 

—Hola, Anzu —saludó más en calma, cuando ella llegó a su lado y se detuvo a recuperar el aire. Tuvo que fruncir ligeramente la nariz cuando un aroma muy dulzón le llegó, y resoplar para apartarse las ganas de estornudar ¿Era el perfume de ella? — ¿Cómo has estado?

 

La castaña llevaba un vestido floreado de colores pasteles en fondo blanco bajo su chamarra rosa, varios brazaletes de colores y zapatillas estilo bailarina a juego con su chamarra. Atem notó distraídamente que lucía algo diferente a lo usual, pero no sabía exactamente por qué y no le dio tampoco mucha importancia.

 

—Bien, gracias. Me da mucho gusto verte —la chica empezó a parlotear un poco sobre sus últimos días mientras ambos elegían un lugar en la plaza, bajo la sombra de un árbol, y desde dónde se podían ver perfectamente las exhibiciones de los artistas callejeros. Anzu sacó una manta de picnic del bolso que traía y Atem la tendió sobre el césped para que ambos se acomodaran; él recostó su espalda contra el tronco y Anzu se sentó cerca suyo — ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo te has sentido desde, bueno, ya sabes?

 

Al oji-vino no le importaba que Anzu parloteara a su gusto, siempre había sido bueno escuchando, así que la dejó hablar lo que quisiera hasta que preguntó por él —muy bien, gracias por preguntar —respondió cortésmente —me siento mucho mejor gracias a mi hikari, quiero decir, gracias a Yugi —corrigió rápidamente, al ver una mueca de confusión en su amiga —admito que en algún momento me sentí muy extraño, pensé que tendría que acostumbrarme a una vida completamente diferente a la que, por fin sé, había llevado antes —mientras hablaba, desvío la mirada hacia arriba, viendo la copa del árbol y el cielo azul despejado, y se llevó los brazos tras la cabeza —pero me di cuenta de que ese no era el caso, ya estoy acostumbrado a esta vida, aunque antes la compartía mucho más con Yugi —concluyó con una risita tierna, de solo nombrar a su compañero.

 

A pesar de que se sentía feliz de ver a Atem hablando libremente con ella, y aún más al verlo sonreír, Anzu no pudo evitar fruncir la boca al sentir que estaba viviendo un dejavú de hace un tiempo atrás, el día que ambos terminaron en el museo con Ishizu-san.

En aquella ocasión, Yugi aparecía en casi toda la conversación, y Anzu podía entenderlo; en ese entonces no sabía cómo ni de qué hablar con el faraón, pero ahora todo podía ser diferente.

 

—Sí, y ahora tienes, bueno, tienen la posibilidad de vivir sus propias vidas. Tú y Yugi por separado —mencionó, volviendo a su sonrisa.

 

El tricolor se rio entre dientes —’Por separado’ quizás no sea forma de decirlo —dijo más para sí.

 

Anzu ladeó un poco la cabeza —el hecho de que vivan juntos no implica que tengan que seguir dependiendo uno del otro.

 

Yami la miró extrañado, como si no pudiera entender sus palabras. Luego de un minuto de silencio, el tricolor hizo un gesto de compresión — ¡Oh! No, no es así. Es algo que ambos “decidimos” por decirlo de algún modo —sonrió de nuevo, de esa manera en que lo hacía cuando pensaba en Yugi —no sabría cómo explicarlo, Anzu. Él y yo tenemos una conexión especial —se llevó una mano al pecho, dónde por tanto tiempo había estado el rompecabezas —estamos bien el uno con el otro, y queremos seguir así.

 

Anzu suspiró, medio incomoda por el hecho de no poder hablar de algo que no fuera Yugi, y medio encantada por la forma tan profunda en que él hablaba. Si se refería de esa hermosa manera a la relación con Yugi, a quien debía ver como mejor amigo o un hermano ¿Qué tan romántico podría ser hablando de amor? La castaña se ruborizó con una sonrisa boba, ya fantaseando con su príncipe azul profesándole amor de diferentes maneras.

 

— ¿Anzu?

 

La aludida tuvo que sacudir la cabeza para salir de sus fantasías color rosa y centrar su atención en el presente —sí, yo entiendo —las castaña empezó a sacar de su bolsa un envase donde había llevado algunas galletas, y lo abrió, ofreciéndole a su acompañante —solo me refería a que a partir de ahora tú puedes considerar mejor tus propias relaciones ¿no?

 

El oji-vino no captó la indirecta en eso pero sí sonrió, recordando algo —sí, así es —tomó una galleta que ella le ofreció y la comió lentamente.

 

—Y, ya que hablamos de eso, Atem —Anzu re-atrajo su atención, haciendo que él la mirara curioso —yo quería decirte que… bueno —ella se le acercó más a través de la manta y lo miró apenada —desde hace mucho que tú, es decir, eres muy importante para mí ¿sabes?

 

El chico tragó la galleta y la miró, sin entender bien a dónde quería llegar —claro, también eres una buena amiga, Anzu.

 

Ella casi cayó al oír eso, pero bueno, supuso que necesitaba ser más directa —sí, pero yo me refería a… —se mordió el labio inferior, anticipándose a un posible beso post-confesión —me gustas, Atem —soltó al final —más que como amigos.

 

Anzu cerró los ojos, orgullosa de haberlo dicho al fin y se inclinó hacia adelante, llevando una mano al pecho del tricolor para buscar más su contacto —Anzu —el tono cortante estaba fuera de lugar, pero más la sacó fuera de base el agarre de la mano masculina sobre la suya, deteniéndola a dos centímetros antes de poder tocar su pecho.

 

— ¿Atem? —abrió sus ojos azules, solo para verlo mirándola… ¿qué había en sus ojos? ¿Tristeza, pena, compasión? Ella no comprendía nada — ¿Qué su~

 

Yami la cortó, negando —Lo que dije hace un momento es la única verdad —sentenció con firmeza, soltando su mano y sentándose derecho —eres una buena amiga, Anzu, pero solo eso.

 

La castaña se hizo para atrás

¿Cómo? ¿Por qué él le estaba haciendo eso? ¿Tal vez debió haber esperado a volver a la escuela, coquetearle y dejar que él mismo se declarara?

Sí, tal vez había parecido muy lanzada.

 

—Podemos tomarlo con calma si quieres ¿sabes? Solo salir y eso por un tiempo —se apresuró a decir, tratando de salvar el momento.

 

Pero Yami volvió a negar con la cabeza —no sucederá tal cosa, Anzu —siguió con voz suave —por favor, entiéndelo.

 

La castaña apretó las manos en puño y entrecerró levemente los ojos en él — ¡¿Por qué?!

 

—Porque yo ya amo a alguien —estas palabras causaron una completa conmoción en la castaña quien, físicamente, se hizo para atrás. Su supuesto príncipe azul no solo la estaba friendzoneando ¡¿si no que encima había alguien más?! —lo que Yugi y yo tenemos no se compara a nada más y, como te dije, no hayo forma de explicar una conexión tan profunda y especial.

 

— ¿Me estás diciendo que Yugi y tú son pareja? —casi chilló.

 

Yami asintió —así es, él y yo estamos destinados a estar juntos, estoy completamente seguro de eso.

 

A gran velocidad, pasaron por la cabeza de Anzu muchas de las fotos que Yugi le había enseñado hace unos días. ¡Claro que había sentido envidia! ¡Esos dos que estaban actuando como una pareja!

 

Anzu decidió ese día que el destino era jodidamente caprichoso.

¿De qué otra forma podía entender que ella había friendzoneando a Yugi solo para que Yami terminara friendzoneandola a ella a causa del oji-amatista?

En la cabeza de Anzu no había lugar para comprender aquello.

Notas finales:

>=3 


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