Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La promesa. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Espero que les guste!!!

Una vez más, Sesshomaru fue a buscar al cachorro de su padre. Desde que Inu No Taisho había muerto, solía frecuentarlo mucho. Estaba convencido de que algo importante debía tener ese cachorro como para que su padre, el Gran General Perro, muriera por él. Pero y a pesar de sus visitas frecuentes, aun no encontraba nada. Para él solo era un simple cachorro hanyou, era muy débil e ingenuo. Lo había estado observando y se percató de que varios humanos lo acosaban y como esperaba, el torpe cachorro no hacía nada para defenderse, a esa tierna edad él ya había matado humanos que habían osado acercarsele. Pero, el cachorro que su padre inútilmente había salvado, solo se hacía ovillo en el suelo para protegerse. El acoso había llegado a tal punto que los humanos llegaban a golpearlo con rocas y palos. Eso realmente lo enfurecía, ese cachorro no era digno de llevar su misma sangre.

En una de sus tantas observaciones, vio al cachorro dirigirse hacia el mismo recorrido de siempre. El cachorro que tenía tanta ternura como torpeza, solía ir con frecuencia al bosque antes de entrar a la cabaña donde vivía con su madre. La cría iba al río, se lavaba la cara y se quitaba todo rastro de la agresión sufrida por los humanos y al terminar, regresaba a casa con su madre. Pero, seguía preguntándose el porqué de sus acciones. Se preguntaba el motivo por el cual el cachorro trataba de eliminar de su cuerpo todo rastro del abuso que sufrió, si su madre ya sabía lo que ocurría pero su debilidad humana le hacía imposible defenderlo. Pero, su duda más frecuente era su propio comportamiento, quería saber el motivo por el cual seguía vigilandolo. Sesshomaru en verdad quería saber el porqué simplemente no eliminaba su sufrimiento de una vez por todas al clavarle sus peligrosas garras. Sin embargo, eran preguntas sin respuesta. Solo le quedaba ver como el sacrificio de su padre era en vano. Su pequeño hermano no era más que un cachorro torpe que no se había percatado de su poderosa presencia. Sin duda un gran desperdicio.

Sesshomaru ya ni siquiera recordaba cuánto tiempo había observado a su hermano entre las sombras. Solo lo veía hacer la misma rutina y ya había empezado a volverse tediosa. Y aún así seguía con esa enfermiza necesidad de estar cerca del cachorro.

Un día mientras descansaba en la rama oculta de un árbol, percibió el aroma dulzón y lácteo de una cría de Inu Youkai, sin duda se trataba de su hermano. Al mirar hacia abajo, vio a su hermano y no solo eso, fue cuando pudo oler el fuerte aroma a sangre. El cabello del cachorro estaba teñido de rojo y si miraba con atención, podía ver el motivo. Una vez más, las crías humanas habían tratado de arrancarle las orejas a su torpe y asustadizo hermano. La última vez que había interferido en un caso así, había azotado el suelo con su poderoso látigo venenoso. Quería guardar las apariencias ese día, pero algo lo había obligado a tratar de defender al cachorro y había funcionado, los humanos tanto adultos como crías, habían escapado cobardemente. Sesshomaru solo vio a su hermano lavarse la cabeza para retirar la sangre y limpiar sus heridas, eso no funcionaría pues como Inu Hanyou, su proceso de curación era más lento a diferencia de un Inu DaiYoukai. Después de lavarse, el cachorro tomó asiento bajo el árbol en el que él descansaba. Sabía que su hermano era tan torpe como para notar su presencia por lo que no le preocuparon sus acciones.

―¿No se aburre de estar en silencio todo el día?.

La voz del cachorro lo había sorprendido, tal vez no era tan ingenuo como lo había estado pensando. Al haber sido descubierto, Sesshomaru se dió cuenta que ya no era necesario mantenerse en el anonimato. Simplemente bajó del árbol y encaró al cachorro, molestarlo un poco sonaba prometedor.

―¿Y tú no te aburres de ser tan débil?.

Al ver la expresión enfurruñada de la cría, hizo que tomara asiento a una distancia considerable. La expresión y los ligeros gruñidos de su hermano lo llenaron de satisfacción, pero no iba a reconocerlo.

―¡No me moleste!. ―Exclamó el cachorro aún molesto y se cruzó de brazos. El pequeño estaba molesto por el extraño DaiYoukai que lo estaba molestando, pero se sentía seguro estando con él. Algo que ese extraño ignoraba era que él había sabido desde el principio que estaba siendo observado. Aunque sabía que no debía hablar con extraños y más con ese que parecía ser alguien que podría matar en la más mínima provocación.

―¿Desde hace cuánto sabías que estaba aquí?. ―Preguntó con cierto interés. Tal vez así podría dejar de considerar al cachorro como un ser inútil e inferior. Aunque realmente dudaba que algo así podría llegar a pasar.

―Desde hace tiempo, su olor lo delata. ―Contestó. ―¿Como se llama? ¿Por qué su olor es similar al mío?.

Un cachorro curioso sin duda, pensó Sesshomaru al escucharlo. Pero no tenía interés en saciar esa curiosidad. Antes de que pensara en otra cosa, el aroma metálico empezaba a asquearle, odiaba el aroma de la sangre y el cachorro aún apestaba a él por las heridas abiertas en sus orejas. Después de pensarlo un poco, se levantó y se acercó a él. Sesshomaru simplemente no podía dejar que la cría inútil de su señor padre muriera de una forma tan tonta. Hizo que el cachorro se sentara en sus piernas por la fuerza y como hacían en el clan de Inu Youkais, empezó a lamer las heridas para que su propia esencia DaiYoukai curara las heridas profundas o corría el riesgo de infectarse y empeorar.

Obviamente, el cachorro forcejeó por tan repentina acción. Era de esperarse que una cría Inu Youkai criada bajo el seno de las enseñanzas humanas, no conociera las costumbres del clan Inu. Después de reprenderlo en un par de ocasiones, la cría dejó de forcejear y se dejó llevar por el instinto Youkai. Después de dejar limpias las heridas del cachorro, Sesshomaru lo dejó libre. Las heridas cicatrizarían con mayor rapidez y así se prevería de una posible infección. Una acción agregada a su lista de buenas acciones, se sentía patético por ello. Inuyasha solo lo observó en silencio y avergonzado por la escena anterior, para el pequeño era sorprendente que alguien más aparte de su madre, se preocupara por él.

―Gracias por curarme. ―Habló el cachorro tras unos segundos en silencio, apenado todavía.

―Ve con tu madre, ya es tarde como para que una cría tan débil como tú esté afuera.

Sesshomaru restó importancia al agradecimiento del niño, solo se dedicó a ver como se retiraba después de despedirse. Pudo notar la alegría en el rostro apagado del pequeño, supuso que era por ser la primera vez que alguien ajeno a su madre lo trataba sin insultos ni golpes.

Después de ese día, Sesshomaru siguió con su rutina de observar a su hermano en búsqueda de sus respuestas. Pero como el cachorro ya tenía la confianza para acercarse, empezaban a ser más unidos sin darse cuenta. Inuyasha se escabullía al bosque sin que nadie lo notara y así poder ver a Sesshomaru, aunque este no le reveló nada de su parentesco o sus motivos para vigilarlo. Sesshomaru sin entender porqué, se sentía obligado a quedarse con la cría y a pesar de molestarle, prefería seguir haciéndolo.

Con el paso de los años, la madre de Inuyasha empezó a envejecer a diferencia del niño que seguía viéndose como tal. Un día mientras Sesshomaru atendía asuntos importantes en las tierras del Oeste, ocurrió una tragedia en la que su hermano necesitaría de su apoyo. Pero estaba tan lejos que no lo sabía. La madre de Inuyasha cedió ante la enfermedad que la aquejaba, ella murió dejando a su pequeño conmocionado y solo. Ante eso, Inuyasha se sintió traicionado por no encontrar al DaiYoukai que se había marchado cuando más lo necesitaba. Inuyasha fue golpeado por la verdad innegable, los humanos lastimaban y los Youkais traicionaban. Se convenció a sí mismo que no necesitaba de nadie para salir adelante, él solo podía subsistir sin ayuda.

Cuando Sesshomaru pudo resolver sus asuntos, era demasiado tarde. Cuando se enteró de lo ocurrido, fue en búsqueda de ese cachorro que lo había doblegado. Lo buscó por días hasta que logró dar con él, pero no en las mejores condiciones. Lo encontró destruyendo todo a su alrededor, al estar cerca había percibido el amargo y salado aroma de las lágrimas.

―¡Odio a los humanos! ¡Odio a los Youkais! Pero... ¡Te odio más a ti! ¡Dijiste que eras mi amigo, lo prometiste!.

Mientras Sesshomaru observaba como Inuyasha destrozaba con sus garras otro desafortunado árbol, el joven Inu Hanyou caía sobre sus rodillas y se abrazaba a sí mismo. Inuyasha estaba recordando el día en que había hecho una promesa con ese DaiYoukai que veía como un amigo especial.

Inuyasha y su amigo DaiYoukai estaban sentados bajo la sombra de un frondoso árbol. Inuyasha siendo una pequeña cría todavía, estaba sentado en las piernas del DaiYoukai y ambos disfrutaban de la compañía mutua. Inuyasha era pequeño, pero disfrutaba de estar junto al DaiYoukai.

¿Ya me dirá su nombre?.

Desde que Sesshomaru se había dado a conocer, jamás reveló su nombre ni su parentesco con el cachorro. Sentía que era mejor así, ya se sentía bastante patético como para sumarle que la cría empezara a usar su título para llamarlo.

Eso es algo que no necesitas saber. Pide otra cosa y tal vez considere concedértela. 

¿Me promete que se quedará conmigo siempre?.

Al ver fijamente la mirada tan clara como la suya, Sesshomaru meditó un poco su respuesta. Estar con esa cría había empezado a confundirlo, había creado en él una dependencia que constaba de tener deseos de protegerla a toda costa. Y si bien le molestaba todo eso, tomó una importante decisión y contestó.

Te lo prometo. Voy a estar contigo siempre.

¿Me quiere?. Preguntó Inuyasha tras sonreír con la respuesta recibida. No dejó de mirar al DaiYoukai, estaba ansioso por saberlo y comprobar que su amigo lo quería tanto como él ya lo hacía.

Tú ya sabes mi respuesta.

Y esa respuesta fue suficiente para que Inuyasha sonriera dulcemente, él había aprendido a notar en la mirada del DaiYoukai, lo que sus labios no decían. Inuyasha sabía lo que Sesshomaru no, sabía que con el tiempo había desarrollado un cariño mutuo. Ante eso, Inuyasha se armó de valor e hizo lo que había aprendido en la aldea. Sesshomaru vio a Inuyasha acercarse a su rostro con los ojos cerrados, el niño le dió un inocente beso en los labios.

¿Y eso por qué fue?. 

Sesshomaru no conocía del todo las costumbres humanas, nunca le había interesado. Pero había visto dicha acción antes y quería saber por qué su hermanito la había llevado a cabo con él.

Mi madre me dijo que las personas que se quieren, lo hacen. Se llama beso y solo debe hacerse con una persona que quieras mucho, ¿no tiene más personas que lo quieran?.

No. No tengo personas que me quieran. 

Ahora me tiene a mí.

Sesshomaru fue abrazado por el pequeño, él también lo estrechó entre sus brazos sintiendo cuán cálido era y preguntándose el porqué la búsqueda de respuestas había quedado en segundo plano después de todo lo ocurrido.

Las lágrimas de Inuyasha siguieron surcando sus enrojecidas mejillas, sentía que aquel DaiYoukai que lo había acompañado durante casi toda su infancia lo había abandonado. Después de tratar de respirar con normalidad y de limpiarse con brusquedad el rostro con ayuda de la manga de sus ropas, habló con el despecho que había surgido tras su dolor.

―No más, no volveré a derramar lágrimas por ti.

Finalizó antes de echarse a correr hacia la profundidad del bosque, sin percatarse de su espectador silencioso. Sesshomaru tras haber presenciado toda la escena y tras saberse odiado, sintió un extraño desazón. Por alguna desconocida razón, sintió algo apesadumbrarlo y llegó a la conclusión de que era mejor que Inuyasha creyera que lo había abandonado a su suerte. Se convenció a sí mismo que era una buena opción, a pesar de sentir la angustia creciente en el corazón. Por haber estado tanto tiempo con el cachorro de su padre, Sesshomaru había estado siendo absorbido por esos sentimientos humanos que habían atrapado al General Perro. Inuyasha se estaba volviendo una debilidad para él y no podía permitirlo por lo que era mejor que ambos tomaran rumbos distintos. E ignorando el dolor, Sesshomaru se auto convenció de que era lo mejor.

Sesshomaru duró muchos años sin ver a su hermano, decidió pretender que nunca lo había conocido. Volvió a ser tan frío y sin sentimientos como lo había sido en un principio, su resentimiento en contra de todo el mundo solo se incrementó. Pero, también creció su odio por Inuyasha. Inuyasha lo había vuelto débil, debía odiarlo para no sentir dolor. Debía aborrecerlo para no correr en su búsqueda, debía mantenerse alejado para no ir y decirle que lo amaba desde que era un adorable cachorro. Que su afecto por él solo había incrementado a medida que pasaban los años. E Inuyasha, para él los años habían pasado rápidamente. Ya no recordaba a su amigo, ese DaiYoukai que lo acompañó pasó a ser un dulce sueño de su niñez. El amor infantil había sido guardado en lo más profundo de su corazón, un amor inocente que fue olvidado con el tiempo.

Inuyasha no recordaba casi nada de su niñez, inconscientemente había bloqueado sus recuerdos para no seguir sufriendo por alguien que no recordaba. Pero, un aroma nostálgico apareció en su rango y no pudo evitar correr en su búsqueda. Se trataba de un aroma que le gustaba tanto pero que no lograba ubicar. Lo siguió hasta llegar a un claro en lo profundo del bosque, pero solamente estaba su hermano quién lo atacaba cada que se encontraban. Nunca antes le había pasado, no entendía porque había terminado donde su hermano si hacían hasta lo imposible para evitarse.

―¿Qué es lo que quieres, Hanyou?. ―Preguntó Sesshomaru apenas vio a su hermano salir de entre los arbustos. No entendía la presencia de su hermano, se había acostumbrado a esa tendencia a evitarse entre sí lo más posible.

―Eso no importa, no tengo porqué darte explicaciones. Es más, ¡No me molestes!.

―¿Desde hace cuánto sabías que estaba aquí?. ―Contestó como si fuera una clase de Deja Vu. Y esa frase solo activó un caso similar en Inuyasha.

―¿Qué has dicho?.

Mientras Inuyasha sentía que ya había tenido esa conversación mucho antes, Sesshomaru quería golpearse a sí mismo por su imprudencia. Inuyasha lo miraba de tal forma que sería capaz de sacarle hasta sus más íntimos secretos.

―Tú sabes algo, ¿cierto?. ―Las ansias en su voz eran evidentes, Inuyasha intuía que su hermano sabía algo que él ignoraba.

―No tengo idea de lo que hablas.

―¡Lo sabes, Sesshomaru!. ―Gritó alterado. ―¿¡Acaso no puedes dejar de ser tan egoísta una vez en tu vida!? ¿¡No puedes entender lo que siento al sentir que me he perdido la mitad de mi vida al no recordar!?.

―¿¡A quién llamas egoísta!? ¡Tú no sabes lo que yo siento al tener que recordarlo!. ―Contestó con la voz ligeramente alterada. ―¡Hazte un favor y deja que permanezca en el olvido!.

―Siento que algo me falta, Sesshomaru. Me siento vacío, siento que perdí algo que me hizo feliz. ―Lo miró fijamente. ―Quiero ser feliz, Sesshomaru. Por favor, solo dímelo.

Sesshomaru solo pudo tensarse al escuchar a Inuyasha casi a punto de suplicar, desde su separación no lo había visto de esa forma. Pero, siendo sincero, a él también le dolía. Mientras Inuyasha quería recordar, él quería olvidar.

―No puedo hacerlo.

―¿Por qué no? ¡Merezco saberlo!.

―¡Y yo merezco olvidarlo pero en esta vida nadie obtiene lo que quiere!.

En ese claro oculto en el bosque, dos almas heridas se confrontaban. Solo eran dos hermanos que se amaban profundamente, pero uno no era capaz de recordarlo porque el sufrimiento se lo impedía y el otro quería olvidar lo que su corazón le recordaba con demasiada insistencia. Sesshomaru quería que todo fuera una ilusión, una pesadilla de la cual iba a despertar. Pero, como lo había dicho, en la vida nadie obtenía lo que deseaba y la triste realidad era otra. Ambos estaban ahí y después de tantos años, debía revelar la verdad que tanto se empeñó en ocultar a su amado hermano.

Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).