Día 1: Kids
El jardín de infantes de Konoha había organizado un pequeño paseo escolar para los niños, los cuales estaban muy emocionados por la salida que realizarían. La maestra Shizune les explicó a todos sus alumnos las reglas de seguridad para que nada malo sucediera y una de ellas era que debían ir en parejas, tomándose de las manos para no perderse. De esa manera si algo sucedía, uno de los niños podía llamar a un adulto. El pequeño Uchiha Sasuke hubiera deseado ir al lado de una linda niña, pero tampoco se quejaba demasiado, ya que su compañero era un amigo suyo.
El viaje se hizo sin ningún problema, por lo cual pronto llegaron al lugar que tenían previsto visitar. Se trataba de un extenso jardín botánico lleno de flores por doquier. Una infinidad de colores adornaban los verdes prados mezclados con los perfumes más exquisitos que desprendían los pétalos de las diversas flores. Ese fue el sitio dónde se les permitió recorrer libremente, claro, respetando algunas indicaciones de la maestra.
―Niños ―llamó la maestra en voz alta mientras señalaba el campo con su dedo―. Su tarea será dibujar la flor que más les guste, pero recuerden no alejarse mucho, ¿sí?
―Sí, maestra Shizune ―dijeron a coro todos los niños con grandes sonrisas antes de dispersarse.
De inmediato, Sasuke, el niño más extrovertido del salón, se fue a recorrer el lugar. Estaba muy ansioso de hacer un dibujo de una linda flor para regalárselo a su mamá cuando volviera a casa. Sin esperar demasiado, ni prestar la debida atención, se apresuró dejando atrás a su compañero, Uzumaki Menma. El rubio lo siguió corriendo intentando mantener el paso, empero el moreno parecía tener una alta dosis de azúcar en su sistema por lo acelerado que iba.
―¡Espera, Sasuke! ―gritó Menma extendiendo sus manos hacia él intentando atraparlo para que dejara de correr―. Pareces una cabra loca ―protestó cansado de la persecución.
―Eres muy lento, Menma ―se burló Uchiha sonriendo de lado siguiendo adelante―. Apúrate y atrápame si puedes ―retó con diversión
Sin darse cuenta, Uchiha se había alejado demasiado y no sabía dónde estaba así que tampoco sabía cómo volver con la maestra. Ni siquiera veía a Menma cerca. Miró a su alrededor buscando algún punto de referencia para guiarse y regresar con sus compañeros, pero no reconocía nada, sólo veía árboles y un extenso campo con pastos tan altos que casi superaban su altura. Como cualquier niño en su situación el miedo lo invadió junto a la desesperación por lo cual comenzó a llorar mientras se ponía de cuclillas en el suelo.
―¡Sasuke! ―llamó repentinamente la conocida voz de Uzumaki―. ¿Estás llorando? ―preguntó preocupado tocando su cabeza.
―¡No! ―negó con ojos llorosos limpiándose rápidamente y alzando la cabeza para verlo de frente―. Yo no lloro ―mintió, pese a lo evidente que eran sus lágrimas.
―Me alegra que estés bien ―dijo Menma sonriendo alegremente sin tomar importancia a la mentira―. Estaba preocupado de no poder alcanzarte, pero lo hice ―celebró Uzumaki.
El rubio tomó la mano del moreno y lo guio hacia donde estaban la maestra con sus compañeros. Durante su camino de regreso ninguno dijo nada, para suerte de Sasuke, su compañero de ojos azules sí era responsable y sabía el camino para volver. En cuanto estuvieron con los demás buscaron sus cuadernos para cumplir la tarea de la maestra. Omitieron explicaciones de su ausencia, para su suerte no había pasado demasiado tiempo, por tanto, la maestra no se enteró que sobrepasaron los límites.
Sin pensar demasiado, ambos supieron exactamente que dibujar. Menma dibujo una rosa, ya que por alguna razón le recordaban a Sasuke. Por su parte, el moreno dibujó un girasol, ya que luego de llorar lo primero que vio fue el cabello rubio de Menma. El cual se parecía a un girasol por el color y lo puntiagudo que era.
Aunque ninguno de ellos sabía lo que esas flores significaban, serían algo importante en sus vidas.