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Narrativas por Nor-92

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Suspiró resignado, tomó los papeles, los colocó en una carpeta, y salió de la oficina de misiones. Estaba cansado de que cada cierto tiempo tuviera que hacer ese trabajo. ¿Tanto les costaba a los jounins firmar lo que tenían que firmar cuando volvían de sus misiones? Los archivos se juntaban en su escritorio esperando a que éstos pasaran a hacer sus respectivas diligencias. Pero en fin, allí estaba, yendo casa por casa, pidiéndoles que llenen los expedientes que debían.

 

Muy bien, ya casi terminamos, creo que queda sólo uno más, y puedo irme a casa. A ver... sí, solo queda el de... oh no. Dios, ¿de verdad? 

 

Se llevó una mano a la frente y suspiró pesadamente otra vez. Casí podía sentir como el calor abandonaba las palmas de sus manos en señal de nerviosismo. Nunca se había llevado bien con Kakashi Hatake, no le interesaba en lo más mínimo él o su vida, pero desde las discusiones que habían tenido unos años atrás, simplemente lo evitaba.

Ese episodio había sido algo traumático para Iruka. Ser confrontado así, en frente de los otros jounins y del propio Hokage, por nada más y nada menos que una de las leyendas de la aldea, no había sido nada fácil de superar.

 

Bien, iré, firmará, y con suerte no lo tendré que ver más por unos meses al menos. Sí, eso haré.

 

Llegó a la puerta del departamento del jounin, golpeó firmemente, y esperó que nadie saliera. Ojalá esté entrenando. Escuchó unos pasos y luego de unos segundos la puerta se abrió.

 

-Iruka-sensei, buenas tardes.

 

Kakashi abrió la puerta, con una suave sonrisa que Iruka podía ver perfectamente. Él estaba sin su máscara. Pero también sin su emblema de la aldea que siempre le tapaba un ojo, y con ropa de ¿civil? O por lo menos sin su uniforme de siempre. Iruka se olvidó como respirar. Era la primera vez que veía ese rostro. Y era tan... impactante. Tan simétrico. Sí, por primera vez en sus 24 años, Iruka veía el rostro de Kakashi. No conocía a nadie que lo hubiera visto tampoco. Ni sus estudiantes lo conocian. Pero ahí estaba, sonriéndole, y no tenía que adivinar aquella mueca, porque la podía ver perfectamente. Quiso salir de su asombro y se apuró en decir:

 

-Yo, eh, bu-buenas tardes sensei. Tengo unos, unos papeles para que me firme.

Bajó la mirada, y buscó el papel exacto en donde el otro debía firmar.

-Aquí y aquí por favor.

Mientras Kakashi firmaba donde le había sido indicado, Iruka seguía observándolo. De repente le parecía tener a otra persona en frente suyo. Nunca había visto así a dicho jounin. Su rostro de verdad era, como decirlo... Acaso estaba pareciéndole ¿atractivo? No, no, claro que no. Sólo se sentía impresonado ya que nunca antes lo había visto. Sí, sólo se sentía impresionado.

-¿Algo más para firmar?

La pregunta lo sacó de sus pensamientos y trató recomponerse, ya que seguramente toda la sobreracción que estaba teniendo no era ajena a la percepción del ninja más grande. Pero, Dios, esas cejas, siempre fueron tan..

- Eh no, no, nada más. ¡Ah, sí! -Aclaró su voz, era el momento de decirle que deje de ser tan irresponsable, que era una vergüenza que tuvieran que buscarlo para que firme, que era uno de sus deberes como ninja de elite y un largo etcétera, pero no pudo- P-Por favor, no se olvide de pasar por la oficina de misiones sensei, la parte administrativa también es, es importante.

-Tú trabajas allí ¿no? Pasaré más seguido entonces.

Iruka quedó en blanco nuevamente, comenzó a titubear y sintió como sus mejillas comenzaban a tomar calor. ¿Acaso Kakashi estaba...? No, no podía ser. Seguro escuchó mal. Muy mal. Tenía que salir de esta situación. Sí, había que abortar la misión, de manera urgente. Salir de ahí.

Di cualquier cosa y vete idiota, estas quedando como un niño otra vez.¡Sal!

Tomó los papeles bruscamente, aclaró su voz, hizo una reverencia y soltó:

-Lo esperaré entonces, adiós.

Se dio media vuelta y caminó lo más rápido que pudo, hasta encontrarse lejos de toda esa horrible situación.

¿Qué había pasado? ¡Qué fue todo eso! ¿Por qué aún sentía sus mejillas arder? Y aquello que había contestado, era lo que le había dicho a toda la otra bola de jounins irresponsables, pero contestar eso, luego del comentario de Kakashi... sonaba mal. Muy mal.

 

Llegó a su casa y por vez número mil en el día, suspiró pesadamente. Dejó los papeles sobre una mesita y se descalzó. Había sido un día largo, muy largo. Se soltó el pelo y se dirigió a la ducha. Bajo el agua aún resonaban en su mente aquellas palabras “Tú trabajas allí ¿no? Pasaré más seguido entonces” ¡Qué había querido decir con eso! ¿Y por qué no podía dejar de pensar en aquel rostro descubierto? Tan plácido. Basta. Quería dejar de pensar en todo aquello. Fue sólo una situación incómoda, nada más. Centraba su mente en que la próxima vez que lo vería sería seguramente en meses. Y que para ese entonces todo lo ocurrido será un episodio más de la lista de horribles episodios que compartían. Porque sí. Siempre que se cruzaba a Kakashi las cosas se salían de su eje. De alguna forma siempre lograba alterarlo.

 

Notas finales:

¡Gracias por leer! 


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