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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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Un rubio de ojos azules y cabello largo caminaba tranquilamente por los pasillos del instituto, sin advertir la presencia de cierto azabache que se dirigía a él con apuro.

 

—Oye —llamó su atención a lo que el rubio apenas pudo reaccionar cuando saco su celular y lo alzó frente a su rostro, una larga lista de llamadas sin atender yacía en la pantalla— No contesta mis llamadas y tampoco los mensajes.

 

—¿Y eso a mi que? —preguntó el rubio con indiferencia, ni siquiera sabía de quién hablaba.

 

—Pues que es muy raro, ¿crees que Ken le haya dicho algo y por eso me está ignorando? —preguntó Daigo algo indignado, Wakiya miró con más atención el número, definitivamente se trataba de Valt.

 

—Si te ignora a ti entonces también me ignora a mi —dijo el de ojos azules antes de sacar su propio celular nuevo y llamar al chico de cabello azul. la línea no sonó ni un segundo mandandolo directo al buzón de voz—. Esto es raro, lo tiene apagado.

 

—¿No habías intentado llamarlo antes? —preguntó Daigo a lo que el rubio asintió.

 

—Solo una vez, un día después de que me entere que no le contó nada a Shu, tampoco me contestó pero creí que estaba ocupado —susurró el rubio, varias sospechas nacieron en su mente.

 

—¿Crees que nos este ignorando a todos?

 

—Eso incluiría a Ken, tal vez por eso estaba tan molesto ayer cuando hablábamos de Shu. Seguro lo culpa a él por ser ignorado por Valt —dijo Wakiya deduciendo las razones de la forma explosiva en la que el titiritero reaccionó el día anterior, fue bastante sorpresivo.

 

—Es probable, aun así quiero saber si está bien, ¿podrías llamar al BC Sol? —preguntó Daigo al rubio, este iba a asentir sin embargo desistió al momento.

 

—No, todos mis contactos de la WBBA estaban en mi otro teléfono —dijo Wakiya cayendo en cuenta de la gran pérdida que tuvo con ese teléfono.

 

—¿Y no tienes una copia o algo? —preguntó el azabache, el negó.

 

—Las agendas de contactos de clubes están en la sedes, la más cercana está en Tokio.

 

Ambos suspiraron derrotados, sin embargo a Daigo se le ocurrió otra idea instantánea.

 

—Rantaro debe saber.

 

—Pregúntale entonces —dijo el rubio antes de retomar su caminata a gusto pero se vio interrumpido de nuevo por el de apellido Kurogami.

 

—No podré, hoy hablare con Shu —dijo bastante apurado, pronto comenzó a emprender una caminata hacia alguna dirección.

 

—Pero van en el mismo salón —dijo Wakiya al azabache, este solo negó mientras se marchaba.

 

—Rantaro subirá a pasar el rato con “nosotros” —Hizo comillas con los dedos en la última palabra, el rubio lo miro confundido—. La verdad también quiero hablar un poco con Ken así que iré a su salon, aprovecha y pregúntale.

 

—¡No, espera!

 

Pero era tarde, el de ojos oscuros se fue corriendo sin darle posibilidades de poder perseguirlo. Sentía el corazón latirle como locomotora del nerviosismo.

 

—¡Que excusa tan mala Daigo! —gritó lleno de frustración, incluso si el azabache no podía escucharlo lo maldecía por darle tan molesta tarea.

 

El timbre sonó, la hora del almuerzo había recién comenzado. Únicamente estaba fuera de su salón porque había pedido permiso para ir al baño y sin embargo, fue una gran coincidencia haberse encontrado con Daigo.

 

No lo estaba pensando tanto cuando subió las escaleras a la azotea, cuando llegó a la puerta que abría hacia aquel espacio se detuvo abruptamente, su pecho se agitaba como si se tratara de una locomotora a toda marcha y retrocedió varios pasos, bajo las escaleras y se escondió en su salón un rato.

 

No sabía muy bien que hacer, sus manos temblaban y la angustia de que seguro Rantaro ya estaba ahí arriba esperando a alguien estaba instalada en su mente.

 

Con las piernas temblando como gelatina subió nuevamente a la azotea, se detuvo otra vez en la puerta y desde la pequeña ventanilla que está tenía se asomo.

 

Ahí sentado en el suelo estaba Audaz, leyendo una de las tantas revistas que cargaba siempre. Sintió la sangre acumularse en su rostro y el palpitar ferviente de su corazón golpearle el pecho, tomó el picaporte dispuesto a abrir pero se detuvo. Giros sobre sus pies y se marchó de ahí.

 

No estaba listo.

 

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—… como ya saben, el festival escolar se acerca así que debemos elegir un tema…

 

Decía una chica de cabello corto y oscuro frente al salón, gafas poco gruesas que hacían juego con sus ojos adornaban su rostro, parecía seria mientras hablaba con los compañeros del grupo pero todo eso para Shu no era más que una simple molestia, pues su mente estaba ocupada en otras cosas.

 

Por ejemplo en la plática que tendría cuando está sesión terminará con Daigo, pues el día anterior su conversación se vio interrumpida abruptamente por su padre, quien salió y los vio a los dos platicando. La primera reacción del adulto fue invitar al azabache a pasar un rato a su casa pero el se negó y se disculpó por las molestias, el de ojos rojos noto que era algo tarde y no quería retrasar más a Daigo con sus asuntos así que se limitó a despedirse.

 

Antes de entrar a su casa, el de apellido Kurogami lo llamó.

 

—Shu, hablemos mañana.

 

Y sin más se retiró, no pudo replicar nada pero aun así no le importaba tanto aquella conversación que inevitablemente se avecinaba.

 

O al menos eso creía, por alguna razón estaba inquieto, sus manos sudaban y no dejaba de darle vueltas la situación por la cabeza, incluso si intentaba ignorar esa estúpida charla lo único que obtenía a cambio es que se intensificaran las desagradables sensaciones en su cuerpo.

 

No podía entenderlo, no había razones para estar así de ansioso, era absurdo por más que intentara hallarle algún sentido. Solo hablaría con Daigo sobre lo que sucedió aquel día con Nika, no debía tener miedo.

 

Y aun así ahí estaba, moviendo con nerviosismo la pierna derecha y golpeando con sus dedos el pupitre, llamando la atención de las pocas personas que estaban sentadas cerca suyo.

 

Por su mente repasaba la historia una y otra vez sin encontrar fallas o inconsistencias, las lagunas mentales a veces eran un problema ocasional para el pero está vez no había ni una sola en sus memorias, podía recordar cada detalle a la perfección.

 

Por eso le desconcertaba tanto no haber notado a Valt cerca cuando todo sucedió, de haber sabido que estaba ahí él jamás…

 

— … carteles y pintura, las chicas deberán traer entonces algo de tela, hilo, agujas, si tienen herramientas de carpintería también hay que traer algunas…

 

Dijo la chica que lideraba aquella junta, era la presidente de la clase y vaya que Shu se había perdido de todo lo que dijeron pues con tan solo una oración más su reunión ya había terminado. Todos comenzaron a tomar sus cosas y salieron de ahí, ese día escolar ya había llegado a su fin.

 

Un tanto desconcertado miró en dirección a Wakiya quien ya guardaba sus cosas en su mochila, rápidamente se acercó a él quien notó su presencia con algo de sorpresa en su rostro.

 

—Me perdí, ¿acaso dijo algo que debíamos traer nosotros? —preguntó de la manera más amable posible, el rubio alzó una ceja incrédulo pero no le pregunto nada, en cambio se limitó a enlistar la serie de artículos que había solicitado para la semana siguiente.

 

Shu pudo notar por el tono de voz del rubio que algo no andaba bien pues su estado de ánimo parecía apagado al usual, incluso podría decir que sumiso, algo bastante extraño si se refieren al chico de apellido Murasaki.

 

Se vio tentado a preguntarle al respecto pero desistió, no eran asuntos suyos.

 

Le agradeció al rubio por ponerlo al corriente y este asintió antes de marcharse, Shu fue por sus cosas a su pupitre y salió del salón, justo a la entrada estaba Daigo recargado en una pared esperándolo.

 

Daigo comentó que había una cafetería muy buena cerca de la escuela así que asume que ahí irían entonces.

 

No quiso darle tanta importancia así que caminaron en dirección a la salida, sin embargo, nuevamente volvía a sentirse nervioso por la plática que inevitablemente daría inicio entre ambos.

 

Miro de reojo al azabache pero era una tumba andante, silencio absoluto era lo que cualquier persona obtenía acercándose al de ojos oscuros. Tal ausencia de ruido entre ambos le permitió a su mente divagar en las razones por las cuales él mismo estaba tan intranquilo.

 

Quizás era porque Daigo era algo misterioso, descarto esa idea al instante dado que en realidad eso no le molesto en absoluto cuando lo conoció; debía tratarse a que no eran tan unidos pero eso era absurdo, no había razones para que se pusiera así de nervioso. Tal vez es porque él no era Valt… en realidad no creía mucho en esa teoría, quería a Valt pero no por eso tenía que ser él la única persona con la que hablara siempre.

 

“Es porque jamás has hablado con otro amigo que no sea Valt” recitaron sus pensamientos más profundos para el, sorprendiéndolo al caer en cuenta de la veracidad de aquel hecho.

 

Pues todo ahora tenía sentido, si lo pensaba bien la persona con la que más se había abierto fue con Valt pero el ya no estaba, ademas de que resultaba que era la persona que más amaba y hace mucho dejó de verlo como un simple amigo. Luego estaba Wakiya a quien también, a duras penas, consideraba como un amigo, pero tampoco había hablado mucho con él, ni siquiera en Alemania.

 

Y como olvidar los muchos farsantes que conoció en su antiguo hogar, las pocas veces que se había arriesgado en confiar en alguno de sus supuestos “amigos” y les contó sobre algo muy personal terminaron por usar aquellos secretos íntimos en su contra, exponiéndolo y manejándolo a partir de ellos a base de amenazas.

 

Pero la gran pregunta era, ¿estaba listo para confiar nuevamente?

 

Ahora comprendía que hablar con Daigo era como dar un salto de fe, pues nuevamente iría a exponer algo íntimo sobre el mismo frente a otra persona pero no sabía si podía confiar en el azabache. Hasta el momento no le había dado razones para no hacerlo, pero los otros chicos en su colegio de Alemania tampoco las tenían y terminaron por clavarle múltiples puñales por la espalda.

 

Valt había sido tan familiar con él, en poco tiempo ya no era un desconocido y lo llegó a considerar como el único amigo que haría por el resto de la vida, quizás estaba exagerando pero de verdad había pensado así.

 

Sin embargo ahora llegaba Daigo a pedirle respuestas respecto al asunto de Nika, sabia que tenia que contarle las cosas para aclarar sus dudas y así limpiar su propio nombre, pues ahora las miradas furiosas que Ken le dirigía cada que se llegaban a topar tenían sentido, seguro él también creía que se había aprovechado de Valt, quizás todo el club pensaba eso.

 

Pero con cada paso que daban hacia la dichosa cafetería, oleada por oleada de miedo lo sacudían sin piedad de pies a cabeza, se estaba arrepintiendo. Cuando miro que un local de café se asomaba campante en una esquina a pocas calles de la escuela, sintió que las piernas le empezaron a flaquear por nerviosismo.

 

No quería verse como un cobarde ni hacer el ridículo si salía corriendo de ahí, era algo impensable para él hacer algo así , por lo que se limitó a sentarse en una de las mesas al exterior.

 

—Perdón por elegir este sitio, se que venir a una cafetería es algo que suelen hacer más las chicas pero este lugar es poco concurrido entre semana, me pareció una buena opción —dijo Daigo intentando justificar los tonos pasteles de los manteles que cubren las mesas, así como las miradas de los transeúntes más curiosos sobre ellos.

 

—No te preocupes, no me importa —dijo el albino con ese tono de siempre, aunque por dentro estaba aun nervioso.

 

En poco tiempo un mesero llegó a atenderlos, ambos pidieron un café sencillo, Shu quizás en otra ocasión habría pedido algo más sofisticado pero no estaba de humor para eso, quería irse lo más rápido a casa. Daigo se distraía un poco con su teléfono y lo miraba de vez en vez, desde que se encontraron fuera de su salón hasta ese instante pudo notar la incomodidad del chico por lo cual tenía que ser más que respetuoso con Shu, quizás pensaba que se iba a burlar de él o algo así.

 

—Espero que de verdad te guste el café de aquí, mi hermano y yo solemos frecuentar este sitio —comenzó a hablar Daigo, no espero a que Shu contestara para continuar—, también me gustaría que el club completo viniera aquí pero… digamos que es un poco desastroso estar con ellos. Una vez fuimos a mi casa y ensuciaron el techo jugando a las luchas.

 

El tono amigable y ligeramente divertido de Daigo hicieron que Shu inconscientemente se relajara un poco, casi podía imaginar aquella escena.

 

—Seguro que con ellos nunca te aburres —dijo el albino, intentando mantener la conversación a flote.

 

—Jamás.

 

Dijo Daigo, luego miró al camarero que había regresado con dos tazas humeantes de café, agradecieron su servicio antes de que se retirara y los dejara nuevamente solos. Daigo tomó la taza entre sus manos y la meció ligeramente.

 

—Desde que los conocí en la academia Beigoma jamás he vuelto a aburrirme —mencionó el azabache con un tono nostálgico, Shu lo miro y sonrio, un poco feliz por el.

 

—Ya veo, debió ser grandioso… —susurró el albino sin borrar esa sonrisa de su rostro, preguntándose si hubiera estado ahí que tanto pudo divertirse con ellos en ese entonces.

 

Daigo lo miro mientras tomaba un sorbo de su taza, Shu en realidad no parecía una mala persona, quería conocer su versión de las cosas para poder juzgarlo mejor. No era por presumir o algo parecido pero podía afirmar sin temor a equivocarse que tenía un don analizando a las personas, su lenguaje corporal hablaba mejor que las palabras y el tono de voz que usaban también era un buen complemento para saber que tanto mentían. No conocía tanto a Shu como para decir que era un buen chico de intenciones claras o si se trataba de simplemente un mentiroso que sabía fingir muy bien.

 

Dejó la taza de lado, ya era tiempo de empezar.

 

—Aun así a veces no he dejado de pensar en los tiempos antes de conocerlos —dijo el azabache—, mi hermano estaba en el hospital y era algo solitario estar en casa, siempre preocupándome en ser una mejor persona para el. Tal vez él no me exige nada pero quería ser alguien de quien se enorgulleciera.

 

Shu rió un poco por lo bajo llamando la atención de Daigo.

 

—No eres el único, también pasaba un poco de tiempo a solas en mi niñez —dijo el de ojos rojos tomando desprevenido a Daigo, más no dejaría pasar esta oportunidad para saber más.

 

—¿Por qué?

 

Shu dejó de lado su taza, miro al azabache con ese rostro serio de siempre.

 

—Mis padres son investigadores reconocidos, siempre estuvieron trabajando.

 

—Bueno pero ahora ya puedes pasar tiempo con ellos ¿no? —preguntó Daigo recordando a Valt quien siempre les hablaba a todos de los padres de Shu, parecían ser personas agradables.

 

—Algo así… —soltó el albino aquellas palabras en un suspiro, parecía decepcionado por alguna razón—. La verdad creo que pase más tiempo con Valt estos meses de lo que he estado con ellos toda mi vida. —Termino de decir en un tono más ameno, pues valoraba mucho esos momentos con el chico de cabello azul.

 

Daigo le sonrió divertido.

 

—Creo que Valt tiene el don de hacer que se sienta así.

 

Ambos rieron un poco, pues era cierto que pasar el tiempo con Valt era bastante divertido para cualquiera.

 

—Valt siempre es así, es amable y divertido con todos aunque ¿sabes?, a mi tampoco me ha contestado los mensajes que le he enviado.

 

Shu se sorprendió por eso.

 

—Creí que el…

 

—¿Qué te estaba ignorando solo a ti? No quiero ilusionarte pero tal vez nos está ignorando a todos por igual, es poco usual en él pero ya lo ha hecho antes —dijo Daigo mirando su teléfono nuevamente, los mensajes que le envió a Valt hace dos días seguían sin contestar.

 

—¿En serio? —preguntó Shu con curiosidad, Daigo asintió.

 

—Valt quería hacer algo muy loco hace unos años por un amigo pero nadie quiso seguirlo, inflo los cachetes bien grandes y dejo de hablarnos por casi un mes. Fue un poco divertido…

 

Soltó una risa, sin embargo Shu parecía pensativo por su afirmación.

 

—El punto al que quiero llegar es que Valt a veces es un poco dramático, obviamente Wakiya y Audaz le ganan en ese aspecto pero el también puede llegar a serlo; quizás está vez también está exagerando.

 

Y ahí estaba, la puerta para que Shu finalmente se atreviera a aclarar la situación que todos ellos habían malinterpretado. Daigo lo miraba pacientemente, no sabía si Shu cortaría la conversación o se decidiría a hablar de una vez por todas.

 

—No creo que Valt esté exagerando…

 

El albino estaba inseguro, abrió un poco la boca pero antes de poder decir algo más titubeo; el corazón le latió con rapidez debido al nerviosismo sin embargo ya no veía otra opción. Tomó nuevamente la taza con el café un poco más frío de la última vez que bebió de ella, miró el contenido como si fuera la cosa más interesante de mundo encontrándose únicamente con su reflejo.

 

—Ese día había una carta en mi asiento, era de Nika, en ella me decía que quería hablar de algo importante conmigo; me di cuenta que en el sobre había un corazón, ya me habían llegado varias cartas así cuando vivía en Alemania así que deduje de que se trataba.

 

Empezó a relatar el de ojos rojos, Daigo lo escuchaba atentamente.

 

—No sabia si decirle a Valt lo que estaba pasando, aun estaba algo molesto por nuestra discusión del otro día así que decidí mejor no hacerlo; ademas que parecía que el me estaba evitando. En fin, Nika me dijo en la carta que nos encontráramos detrás de la escuela después de clases; no quise ser grosero y dejarla plantada así que fui y allí estaba ella. Me acerque y comenzó a disculparse conmigo por citarme tan repentinamente.

 

Miró fijamente el contenido de la taza como si a través de ella pudiera ver sus propios recuerdos, la escena empezó a cobrar vida.

 

La chica frente a él parecía bastante nerviosa, miraba constantemente hacia el suelo y cuando los ojos de ambos chocaban se sonrojaba y nuevamente agachaba la cabeza mientras sonreía.

 

Shu pensaba constantemente en la mejor manera de rechazarla, era algo que ya había hecho incontables veces con otras chicas y sin embargo, jamás le había agradado la reacción que sus rechazos provocaban. demás que debía ser cuidadoso pues está vez no se trataba de cualquier persona, se trataba de Nika Aoi, la hermana menor del chico que se había ganado su corazón. No sabía si Valt reaccionaria bien si le rompía el corazón a su pequeña hermana menor.

 

La menor empezó a reír bajo, nerviosa por la situación.

 

—Perdona… es que es la primera vez que hago algo como esto.

 

Eso solo empeoraba la situación para el albino pues, el seria el primero en la vida que rechazaría a aquella niña directamente. Soltó un largo suspiro que llamó la atención de la de cabello rosa.

 

—Eeem, yo…

 

La chica que siempre había tenido las manos tras la espalda las coloco en frente, revelando una caja de chocolates en forma de corazón, sus manos temblaban ligeramente pero aún así extendió la caja frente suyo mientras hacía una reverencia.

 

—Por favor… ¡acepta mis sentimientos!

 

Shu la miraba, la pobre temblaba como gelatina, no quería ser rudo con ella. La tomó de los hombros levantándola.

 

—Yo… —comenzó a decir el albino lo más amable que pudo, la chica entendió a donde iba todo esto—, de verdad lo sien…

 

—¡Me gustas! —gritó la de cabellos rosas repentinamente—. Se que no nos hablamos mucho pero este sentimiento nació por ti desde la primera vez que te vi en mi casa, se que es un poco raro porque eres amigo de mi hermano pero no puedo dejar de pensar en ti. Eres amable, lindo y te preocupas por otros…

 

“Solo hago eso por tú hermano” pensó el albino después de escuchar las palabras de la pequeña Aoi, más ella aun no terminaba.

 

—… esto que siento es real. Así que ya me escuchaste, me gustas… y mucho —dijo con un sonrojo apenas perceptible en su rostro y una sonrisa sincera en los labios.

 

Shu suspiro, esto sería más difícil de lo que pensaba.

 

—Hay alguien que alguna vez dijo que los sentimientos se mezclan y suelen ser confundidos, yo la verdad no creo que tú estés enamorada…

 

La chica pareció molesta por lo que dijo, ofendida por insultar la interpretación que le dio a sus sentimientos.

 

—¡No estoy confundida! Jamás había sentido esto por alguien, pero estoy segura que tú me gustas… y te lo voy a demostrar.

 

La de apellido Aoi se lanzó a los brazos de Kurenai, este no se esperaba tal movimiento brusco así que se preocupó un tanto más por el hecho de no dejar que ambos cayeran al suelo, que por el contacto que sus labios habían formado con los de la chica.

 

“¡Un momento!” pensó apenas cayendo en cuenta de dicho contacto.

 

Quiso empujarla pero ella se aferraba fuertemente a su cuerpo, si la tocaba indebidamente por accidente al intentar alejarla iba a meterse en muchos problemas así que solo se limitó a esperar a que ella misma se separará, sin siquiera pensar que aquella decisión le iba a costar caro.

 

Ella finalmente se separó, con una sonrisa iluminando su rostro, sin embargo cuando vio la expresión seria de Shu se arrepintió al instante.

 

—Lo siento… —dijo zafando su agarre del de ojos rojos y miró al suelo, ahora estaba muy avergonzada— , yo… no debí hacer eso.

 

Shu estaba claramente molesto, Nika quería que se la tragara la tierra; rápidamente analizó toda la situación y todo cobró sentido.

 

—Soy una idiota, me deje llevar. Creí que ibas a rechazarme por ser más joven que tú pero ahora lo entiendo… no te gusto ¿verdad?

 

Shu suspiro, negó ligeramente con la cabeza.

 

—Que estúpida que soy, debí dejar que hablaras y así… ¡agh! No puedo creer lo que acabo de hacer.

 

Se llevó las manos al rostro completamente apenada, había sido demasiado egoísta robando aquel beso de los labios del mejor amigo de su hermano. ¿Ahora cómo podría verlo al rostro? Si le contaba de esto a Valt seguro la mataría por ser tan impulsiva con Kurenai.

 

—¡No le cuentes a Valt de esto! —pidió la chica desesperada al de cabello blanco.

 

—¿Como podría contarle al chico que me gusta que su hermana menor me beso?

 

El albino soltó esas palabras tan repentinamente que incluso el mismo se sorprendió, pensó en voz alta y ahora Nika también sabía su secreto más íntimo. La menor lo miró sorprendida, su rostro palideció poco a poco.

 

—¿Te gusta… mi her..hermano? —su pregunta no tuvo una respuesta pues Shu desvió la mirada, avergonzado por lo que había dicho. Ella miró a la nada recordando el favor que le había pedido a Valt más temprano—. No puede ser… lo arruine todo. Jamás podré ver a Valt a la cara de nuevo.

 

Miró a Shu con una expresión indescriptible en el rostro, como si toda la culpa del mundo cayera repentinamente sobre sus hombros.

 

—No le diré a mi hermano sobre lo tuyo, ¡no te preocupes!

 

Y salió corriendo de ahí, Shu la miró confundido, no sabía porqué había mencionado a Valt, seguro le molestaba un poco el hecho de que su hermano tuviera de pretendiente al chico que la rechazó.

 

Quiso hacerse de esa teoría, ya que él desconocía que fue el mismo Valt quien puso la carta de Nika en su pupitre y ahora, la chica se arrepentía por pedir ese favor tan egoísta. La chica Aoi se fue de ahí sin querer hablar con su hermano, pues estaba avergonzada por lo que hizo así que se fue directo a su casa a dormir.

 

Shu se tocó los labios, sintiendo que había traicionado a Valt a pesar de que ese beso no lo había pedido. Se dispuso a arreglar el día siguiente las cosas con él, pedir perdón y rogar que el chico le dejara borrar ese recuerdo con Nika, dándole un beso lleno de amor. Decidió irse a casa y pensar mejor cómo haría las cosas.

 

Sin que ninguno de los dos sospechara la presencia del mayor de los hermanos Aoi, justo en el momento cúspide del relato anterior.

 

Daigo escuchó la historia con atención, Shu no parecía estar mintiendo en lo que pasó. Suspiro cuando el albino terminó de hablar, si tan solo Shu si hubiera jugado con los sentimiento de Valt la situación sería más fácil de arreglar. ¿Cómo? Simplemente botaría el cadáver del albino en algún basurero cercano.

 

Sin embargo este no era el caso, todo se volvió un terrible malentendido y según su sano juicio, uno muy difícil de desenredar sin la presencia de Valt en ese país y sin manera de comunicarse con el.

 

—Vaya… que problema —susurró el azabache terminando con su taza de café, el albino hizo lo mismo.

 

—Quisiera no haber tomado esa carta, habría preferido romper el corazón de Nika que el de Valt.

 

El de apellido Kurogami miró a Shu, parecía arrepentido de verdad por lo que no hizo. Poso una de sus manos sobre el hombro del de ojos rojos.

 

—Si de verdad lo lamentas… es suficiente para mi.

 

Sus palabras confundieron a Kurenai, lo miró preguntándose a qué se refería. Daigo leyó la pregunta en sus ojos y sonrió.

 

—Te ayudare que puedas volver a hablar con Valt.

 

Los ojos de Shu se iluminaron, miro a Kurogami ilusionado.

 

—Pero… —El tono de voz del azabache cambió abruptamente, pasando de ser amable y amigable a una amenazante y aterrador—, tienes que hacer algo a cambio.

 

—¿Qué? —preguntó en el tono más indiferente que pudo hacer, no quería que Daigo notara que estaba confundido y aterrado.

 

—Debes dejar de necesitar a Valt.




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