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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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—¿De qué estás hablando? Explícate —preguntó Ken seriamente a su invitado, si alguien era responsable de la destrucción de su querido títere definitivamente tenía que saber las razones de su actuar.

—En realidad es algo que pasó hace muchos años —respondió el de ojos verdes, la voz del otro lado de la línea telefónica interrumpió.

—Lo siento chicos, me gustaría quedarme a escucharlo todo pero solo llame para saludar, la verdad es que estoy un poco ocupado ahora, ¿podrían ponerme al corriente más tarde?

—¿Es en serio? Esto parece importante —dijo Ken a su amigo, un corto silencio inundo el lugar antes de que Valt volviera a hablar.

—… lo siento…. estoy ocupado.

Y la llamada terminó, Boa y Ken intercambiaron miradas confundidas.

—Extraño. —comentó el castaño, Ken asintió.

—Demasiado extraño.

Por otro lado, un albino se desplazaba sin rumbo entre las calles que empezaban a carecer de luz en el pueblo pues, la noche había empezado a caer.

Corrió sin mirar hacia dónde se dirigía, solo quería escapar de todos.

Lo que hizo fue lamentable, seguro Ken le contaría a todos y dejarían de verlo como un amigo. Aun así no se culpaba al cien por ciento a sí mismo, pues si Ken le hubiera mencionado que ahí estaba ese sujeto simplemente nada de esto habría pasado.

—Traidor… todos son unos traidores… —susurró sin dejar de correr.

Consideraba su resistencia a un nivel superior que la del promedio sin embargo era natural que en algún momento empezará a cansarse. El oxígeno escapaba ferozmente de sus pulmones y el corazón le latía tan fervientemente como una locomotora a todo dar, no tuvo más opción que detenerse.

La cabeza le dio vueltas por el cansancio, cuando se recuperó examinó el lugar donde estaba, un puente rojo a un extremo de la rivera.

Estaba muy lejos de casa.

Se sentó en el frío suelo mientras contemplaba a la luna reflejarse en las calmadas aguas del río.

No quería recordar a Boa, lo odiaba como nunca antes había odiado a nadie en la vida además que lo consideraba el principal culpable de que no pudiera confiar en las personas.

Se había recostado en el frío suelo, sacó a ese bey de la pequeña bolsa que Ken le había lanzado horas antes y lo contempló, pronto cedería al sueño.

//////////////////////////////////////

Ken miró a Boa con seriedad, esperaba que empezara a contar su historia en cualquier momento pero el sonido de su teléfono lo distrajo. La alegre canción que anunciaba una llamada entrante empezó a sonar, el azabache tomó el aparato y contesto la llamada.

—¿Hola?... Si salió de mi casa hace un rato —Eso fue suficiente para que Boa deduciera que hablaban de Shu—. ¿Cómo? No, debes estar mal… Bien voy para allá.

Terminó con rapidez la llamada, Boa lo miro extrañado.

—Era Wakiya, me dijo que los padres de Shu lo llamaron preocupados, no ha regresado a casa.

—¿Se habrá perdido?

—No lo sé, vamos con los demás a casa de Shu para juntarnos —dijo el azabache apresurado, cambiándose el calzado antes de salir. Pensó en todo lo que había pasado en poco tiempo, empezó a arrepentirse un poco por haber invitado al albino.

Siguió las indicaciones de su teléfono para llegar a la dirección que Wakiya le había enviado ya que jamás había tenido la oportunidad de ir a la casa del albino, Boa lo seguía de cerca en un silencio absoluto. Estuvo tentado varias veces en preguntarle acerca del albino pero quizás sería mejor que se los contara a todos juntos.

En poco tiempo llegaron a una casa bastante común en el vecindario, se acercaron más y vieron que en el pequeño pórtico ya estaban Daigo, Wakiya y extrañamente la presencia de Ranjiro no se hizo faltar.

—Chicos —exclamó Ken llamando la atención de todos—. ¿Qué sucedió?

—Nada diferente a lo que ya te dije —respondió Wakiya con seriedad—. Cuando me llamaron los padres de Shu decidí convocarlos a todos para saber a dónde pudo haber ido. Sus padres hace poco salieron en su auto a buscarlo.

—Yo les decía que la última vez que lo ví fue cuando Rantaro murió a manos de Wakiya —comentó el chico gótico, luego las miradas se posaron en el azabache de ojos verdes.

—Lo invité a mi casa pero se fue muy alterado —dijo el azabache un tanto apenado, las expresiones confusas de sus amigos no tardaron en aparecer.

—¿Alterado? ¿Pasó algo para que se fuera así? —Los cuestionamientos preocupados de Wakiya pusieron nervioso al titiritero.

Rápidamente les explicó su encuentro con Boa y que buscaba a Shu, luego el estrepitoso y caótico escenario que se armó en su casa desembocando en la pérdida de su querido Besu así como en la huida de Shu.

—No lo entiendo, ¿por qué Shu se puso así con solo ver a Boa? —preguntó Ranjiro quien hasta el momento había sido meramente un simple oyente de su plática.

El mencionado de ojos verdes se sintió atacado con sus miradas curiosas clavadas sobre sí, rápidamente busco excusarse.

—Oigan para mi seria un gusto contarles —dijo nervioso—, ¿pero no creen que es más importante empezar a buscar a Kurenai?

—Ahí tiene un punto —dijo Daigo resignado—. La temperatura decrece y Shu no conoce muy bien la zona, perdido o no debemos encontrarlo pronto.

—Me gana la curiosidad pero no tenemos opción —dijo Ranjiro resignado.

Rápidamente empezaron a organizarse, Ken y Daigo irían a buscar cerca del parque, Ranjiro al instituto y sus alrededores mientras que Wakiya y Boa abarcarían el terreno de la rivera.

El último par mencionado camino en un silencio envolvente e incómodo, ya se habían topado en el pasado un par de veces pero no platicaron mucho (por no decir que nada), la única conexión que había entre ambos era cierto chico alegre de cabello azul.

—Y… conoces a Shu, ¿cierto? —preguntó el rubio en un intento de armonizar el ambiente en camino a la rivera, Boa se llevó una mano a la nuca nervioso.

—Eeh, sí, lo conocí en Alemania cuando… bueno, tú ya sabes —respondió el castaño un tanto avergonzado.

Nuevamente el silencio los invadió más la curiosidad de Wakiya no se detenía.

—Por cierto ¿quién es ese chico? El rubio de pelos de escoba —Boa se adelantó y preguntó con curiosidad, Wakiya sonrió un poco.

—Es algo así como mi novio.

—¿Tú novio y no te fuiste con él?, ¿están peleados?.

—E..es complicado —contestó nervioso—. ¿Por qué no mejor me cuentas porque Shu está tan enojado contigo?

Boa suspiró, miró a Wakiya y sabía que no podía evadir más el tema. Llegaron a la rivera donde la luna resplandecía más que otras noches, el castaño observó fijamente el cuerpo de agua y pensó que era mejor contarle a alguien como Wakiya las cosas de frente y sin vacilar, confesandole los actos deshonestos que ejerció sobre Kurenai.

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Un albino de ojos rojos caminaba alegremente, era apenas un chico de once años. Hace algunos meses atrás había conocido a ese extraño tipo, Wakiya Murasaki en el centro de entrenamiento que estaba cerca de casa. Aunque al principio no quiso hacerlo pensó varias veces en llamarlo pero desistió al final de cuentas, pues si quería ser reconocido como un buen blader debía entrenar por su propia cuenta y ganarse un lugar el solo.

Por lo tanto se empezó a tomar más enserio el entrenamiento blader, incluso si faltaba a sus clases de esgrima o matemáticas avanzadas no le importaba pues sentía una enorme satisfacción cuando lograba una nueva maniobra con su bey, Spriggan.

Estaba un tanto entusiasmado por el torneo local que se llevaría a cabo ese mismo fin de semana, era la oportunidad perfecta para demostrar de lo que estaba hecho. Por lo tanto todo el mes anterior se dedicó a entrenar y faltó a todas sus clases extracurriculares, ahora mismo iba caminando tranquilamente hacia el centro de entrenamiento cuando a lo lejos vio a esos tipos idiotas que solían molestarlo patear a alguien en el suelo.

Recordó cuando Wakiya lo ayudó así que pensó hacer lo mismo por aquel chico, corrió hacia ellos lo más rápido que pudo.

—Hey, lass ihn in ruhe! <<¡Oigan, dejenlo en paz!.>>

—Es ist dieser Typ, lass uns gehen! <<Es ese tipo, ¡vamonos!.>>

Y ambos se marcharon, Shu no pudo darles alcance así que se quedó con el chico que, malherido, aún seguía cubriéndose lo mejor que pudo en el suelo.

—Beruhige dich, sie sind weg <<Cálmate, se han ido.>>

El chico se descubrió un poco la cabeza al escuchar su voz, volteo a mirarlo confundido.

—¿Cómo dices?

Shu se impresiono un poco por escucharlo hablar en inglés, aunque parecía que le costaba pronunciar las palabras era lo suficientemente bueno para que le entendiera por completo. No quiso darle más importancia y respondió.

—Dije que está bien, ya se fueron —respondió con calma, el chico se levantó del suelo y empezó a sacudir sus ropas—. ¿Estas bien?

—Si eso creo, necesitan más que patadas para dañarme de verdad —respondió el chico con una sonrisa, Shu notó al instante sus ojos verdes—. Ah lo lamento, dejame agradecerte por ayudarme con esos chicos.

—No es nada —negó Shu con la cabeza—, esos sujetos suelen ser así de desagradables.

—Aun así muchas gracias, eeh…

El titubear del chico hizo reaccionar al albino, había olvidado presentarse.

—Shu, Shu Kurenai.

—Gracias Shu, por cierto mi nombre es Boa Alcazaba, un gusto conocerte.

Pronto hicieron compatibilidad, en esos tiempos Shu estaba aprendiendo a ser un poco más amigable con las personas así que rápidamente confió en el de ojos verdes, además de que cuando se enteró que era blader imagino que podría ser igual de agradable que Wakiya, el único otro blader extranjero que conoció. Empezaron a beybatallar amigablemente cuando llegaron a su destino.

—¿Y qué hace un blader como tú en esta parte del mundo? —preguntó Shu con curiosidad, Boa le sonrió sin dejar de ver la batalla.

—Veras, soy parte de un grupo y estoy en la misión de buscar nuevos bladers poderosos.

—Vaya, veo que ser parte de un equipo está de moda —respondió el albino, luego se concentró en la batalla que terminó por ganar. Feliz tomó a su bey de la arena.

—Eres muy bueno en esto —comentó Boa acercándose—, ¿entraras al torneo local?

—Pienso hacerlo, es una buena oportunidad para demostrar que tan fuertes podemos ser Spriggan y yo.

—Pues espero verlos en accion, quizas yo mismo te reclute —Shu miró al de ojos verdes fijamente, por alguna razón tuvo un mal presentimiento con su propuesta.

—Creo que pasare, hay un amigo esperándome en Sunbat United.

—¿Bromeas verdad? —Una pequeña risa burlesca escapó de sus labios, Shu frunció el entrecejo—. No es por presumir pero mi grupo no es como los demás. es para gente con verdadero talento. No como esos "equipos" que se dedican a perder el tiempo con entrenamientos débiles.

El chico quizás le había resultado agradable al albino, pero su último comentario le pareció repulsivo pues recordaba que Wakiya era alguien muy fuerte.

—Como sea, creo que es mejor que me vaya a casa, mañana empieza el torneo —comentó indiferente, antes de guardar a su bey en su bolsillo este fue arrebatado descaradamente de sus manos.

—Es un bey bastante fuerte y poderoso —dijo Boa examinandolo de cerca.

—¡Oye! ¿qué crees que haces? —preguntó Shu enfadado—. ¡Devuelvelo ahora!

Boa le sonrió con malicia y le lanzó a Spriggan, el albino apenas pudo atraparlo bien, luego miró amenazante al chico.

—El torneo de mañana no es nada común —comentó el de ojos verdes—. Veras, vendrán varios invitados de todas partes del mundo para participar. Ten cuidado, nunca sabes lo que le podría pasar a tú compañero.

Una última vez le sonrió con malicia antes de marcharse, Shu lo miró con un gesto serio.

—Verrückt <<Demente.>>

Susurro antes de irse también.

Al día siguiente ya estaba en la entrada del centro de entrenamiento que también sería el lugar donde se llevaría a cabo el torneo nacional, alrededor había un gran cúmulo de gente, algo extraño si tomaba en cuenta que se trataba de un simple torneo local.

—Te lo dije ¿no? —escuchó que llamaban tras él, volteó encontrándose con Boa que le sonreía socarrón—. No es un torneo común, vendrán del BC Sol, los Raging Bulls, incluso hasta el mismo Lui Shirosagi.

—No sé de qué hablas y no me interesa —dijo el albino con seriedad—. Voy a ganar.

Entró decidido al recinto, una expresión enigmática se dibujó en el rostro de Boa.

El registro fue relativamente rápido, más de 200 personas participarian en dicho evento. Cuando todo empezó Shu arrasó con sus rivales e inevitablemente llamó la atención de mucha gente, entre ellos los dueños de los equipos.

—El es fuerte —susurró uno de ellos en la oscuridad—. ¿Ya lo investigaste?

—Por supuesto —contestó Boa—, pero rechazó mi invitación.

—Haz lo necesario para que se una al Snake Pit. —Boa sonrió.

—No tienes que repetirlo.

Por su lado Cristina Kuroda parecía igual de interesada en el muchacho, llamó a su asistente quien se acercó a ella con tablet en mano.

—Quiero evaluar a este chico, ¿inscribiste a Valt en el torneo?

—Así lo hice, si ambos llegan a las semifinales van a enfrentarse.

La chica le sonrió y regresó la mirada a las batallas.

El progreso del que Shu había hecho gala podría significar su debut en el mundo del beyblade, por primera vez en años sentía que la diversión que vivía era auténtica y no quería detenerse por nada.

Finalmente llegó a los octavos de final, miro la pantalla de contrincantes y leyó el nombre de su rival.

—Lui Shirosagi —susurró para recordar ese nombre.

—¿Qué es lo que quieres? —Escuchó que preguntaban tras sus espaldas, volteó encontrándose con su próximo rival que lo miraba seriamente.

—Solo recordaba tu nombre —respondió serio.

A pesar de la expresión amenazante de Lui no lo logró intimidarlo ni un poco. Lui sonrió ampliamente, en un gesto que parecía de lo más burlesco y amenazante empezó a reír a lo alto.

—Eres un tipo interesante, amaré destrozarte en la arena.

Y con esa expresión tan extraña se fue, Shu no le quiso dar importancia así que simplemente se dirigió a estirarse un poco mientras empezaba su siguiente batalla. En la pantalla miro a las personas que se estaban enfrentando ahora mismo, una de ellas le pareció familiar.

Antes de prestarle más atención se vio interrumpido por otra presencia en la habitación.

—Sabia que llegarías lejos.

El albino puso los ojos en blanco, Boa ya estaba empezando a ser un fastidio. No volteo a mirarlo o a responderle.

—Ten cuidado con Shirosagi, es un tipo complicado de vencer. Quien sabe… podría marcarte de por vida.

Esas palabras le parecieron extrañas, volteo a donde estaba el chico pero ya no había nadie. Los vitoreos provenientes de la pantalla en la pared lo despertaron del ensimismamiento.

"¡Aoi pasa a los cuartos de final!, ¡Vamos por la siguiente batalla, Shirosagi contra Kurenai!"

No se quedó más tiempo a pensar y se dirigió apresurado a la arena, los gritos intensos de la gente así como los enormes reflectores sobre si no lo ponían tan nervioso como debería, pues él ya sabia lo que tenia que hacer y estaba seguro de que podría lograrlo.

No es que subestimara a sus rivales, simplemente había ganado la confianza suficiente para cumplir sus objetivos.

La batalla dio comienzo, Shu pudo notar al instante que Lui era de verdad alguien duro de vencer. Perdió la primera batalla por final por salida pero eso no iba a detenerlo, dispuesto a ganar lanzó con mucha más fuerza en la siguiente ronda.

Pero Lui era más fuerte, mucho más de lo que pensó al principio. Su bey estalló con tanta potencia que el layer hirió su ojo derecho, el estadio quedó en absoluto silencio después de aquello así que el goteo de su sangre y la risa de fondo que Lui emanó sin descaro se quedo bien grabado en su memoria.

Salió de ahí rápidamente en busca de un baño donde pudiera limpiar aunque sea un poco su herida, el dolor intenso así como la frustración lo cegaban de a poco

—Oye cálmate —escuchó a sus espaldas, no tuvo que voltear para saber que se trataba de Boa—. Es una fea herida, hay unos baños al fondo del pasillo.

Le clavó una seria e intimidante mirada para que se fuera de ahí y lo dejara tranquilo más Boa solo le sonrió ampliamente. Sintió el caliente líquido resbalar por su mano que cubría su ojo, sabía que iba a infectarse si no se limpiaba pronto.

Por lo que no se lo pensó mucho cuando decidió dejar a Spriggan en un lugar seguro mientras se atendía, miró al de ojos verdes pensando que tal vez era una buena opción para que cuidara a su compañero.

No sabía que ese sería su más grande error.

—Esta bien, cuida a Spriggan un rato. No tardaré.

Se marchó corriendo, Boa sonrió maliciosamente, no podía creer que su plan había resultado así de fácil.

El de ojos rojos finalmente encontró el baño donde se limpio lo mejor que pudo, cuando terminó regresó a la sala de descanso y miró alrededor encontrándose con la habitación completamente vacía.

—Vaya todavía sigues aquí —dijo Lui socarrón, miraba a Shu como si se tratara de una simple mota de polvo—. Eres patético, sin embargo…

Fue interrumpido cuando sintió un fuerte agarre sobre su cuello, sorprendido miró a su agresor.

—¿Dónde está? —preguntó el albino con voz trémula, Lui no podía creer que este tipo actuara así de la nada, intentó zafarse pero Shu simplemente estaba fuera de sí, inexplicablemente era más fuerte—. ¡Dámelo ahora!

—N..no se de que hablas —Logró formular el de cabello ígneo con gran dificultad, Shu ejercicio aún más fuerza contra el chico quien ya estaba perdiendo la respiración.

Un largo silbido distrajo al par, Shu sin apartar el agarre de Lui miro a quien emitió tal sonido encontrándose de frente con Boa quien le sonreía con burla.

—¿Buscabas esto?

En su mano alzó con orgullo a Spriggan, el de ojos rojos se impresionó tanto que soltó a Lui dejándolo caer de lleno en el suelo.

—¡Dámelo! —exigió con furia, el de ojos verdes se relamió los labios y sonrió.

—Si tanto lo quieres entonces tendrás que seguirme… hasta el Snake Pit.

Y emprendió marcha fuera de ahí, Shu desesperadamente intentó alcanzarlo pero el tipo se había perdido entre los extensos pasillos del lugar. Salió del estadio pero no había nadie allí, sentía que empezaba a marearse por ver a todos lados y no encontrar nada.

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—¿Le robaste su bey a Shu? —preguntó Wakiya incrédulo a su acompañante, este miro a otro lado claramente apenado.

—No es algo de lo que me enorgullezca, crei que era la única manera de que se uniera al grupo pero… jamás puso un solo pie en el Snake Pit.

—¿Porque no se lo regresaste antes, como a los otros chicos que les robaste sus beys? —El de ojos verdes suspiro.

—Cuando el Snake Pit cayó, cada blader fue por su bey pero Shu jamás lo hizo, simplemente desapareció. No tuve la oportunidad de encontrarlo hasta que me enteré que vivía aquí en Japón.

Wakiya negó con la cabeza mientras miraba a los alrededores intentando encontrar a Kurenai.

—Sobreestimaste su capacidad de tomar decisiones —dijo con seriedad el rubio, Boa lo miro extrañado.

—¿A qué te refieres?

—Shu no es como nosotros —dejó escapar un suspiro pesado antes de continuar—. Por lo poco que lo conocí puedo decirte que el no tiene la confianza suficiente para tomar decisiones importantes. Jamás iba a adentrarse en la Sierra Madre Occidental por su propia cuenta como tú para recuperar a su bey, creo que ni siquiera estaba tan conectado a él ¿sabes?.

Boa miro al río resplandeciente con seriedad.

—No lo sé… parecía demasiado molesto cuando me lleve a Spriggan. Habría apostado que iría tras de mí, algo lo detuvo a hacerlo.

Se quedaron en silencio un rato, pensando en cosas diferentes respecto a las acciones del albino tanto antes como ahora.

—Bueno, lo mejor es encontrarlo. No me culpes si dejo que te maté a golpes por lo que hiciste —dijo el rubio en un intento de armonizar el ambiente, Boa ladeó una sonrisa.

—No te culpo, para ser honesto yo mismo golpearía a mi yo del pasado si pudiera.

Rieron un poco, Wakiya alzó la mirada hacia el lejano puente. Su mirada se afino cuando creyó ver una silueta reposando en la superficie.

—Toma —dijo lanzando su teléfono celular al castaño que apenas pudo recibirlo—. Quédate aquí y llama a los demás, creo que ya lo encontré.

—¡Espera! —gritó el de ojos verdes pero fue demasiado tarde pues Wakiya había salido corriendo en dirección a la apartada estructura.


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