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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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Una extraña calidez lo envolvía, reconfortante y profunda como pocas veces había sentido.

¿Cuánto tiempo llevaba caminando? No lo sabía, ¿Era de noche o de día? Tampoco estaba seguro. Lo único que entendía bien es que debía continuar en aquel camino sin mirar atrás, era extraño no ver nada alrededor.

Una ligera ventisca empezó a colorear el panorama en tonos azules y blancos, en medio un destello carmesí apareció para después materializarse en un sofá donde una persona reposaba tranquilamente. Curioso por la repentina aparición se acercó con cautela.

Cuando la distancia era poca reconoció a la persona ahí que, con ambas piernas sobre el sofá una sobre otra y con el brazo flexionado sobre uno de los extremos, miraba hacia ningún punto en específico. Se veía pacífico y a pesar de que estaba justo en frente suyo no parecía reaccionar a su presencia.

—¿Qué haces…? ¿Cómo fue que llegaste aquí? —preguntó con la voz temblorosa, no estaba listo para verlo aún y sin embargo ahí estaba, su acompañante no dijo nada pero lo miró fijamente.

Se sintió intimidado, el estómago se le revolvió de una desagradable manera. Quiso continuar con sus preguntas pero la otra persona fue más rápida al indicarle con la mano que se sentara sobre su regazo; miró el área y tragó seco mientras su corazón se aceleraba.

—Prefiero quedarme aquí —dijo a duras penas pues, el enorme y extraño deseo de acatar sus órdenes lo estaban orillando a retractarse en cualquier momento.

Una mirada afilada acompañada de una sonrisa ladina fueron sus únicas advertencias del tirón que sintió en su mano que lo llevó a quedar encima de la otra persona. Ahora ambos se hallaban acostados en el sofá que se sentía más mullido de lo que había parecido en primera instancia.

Confundido miró a su atacante debajo suyo quien solamente se limitó a tomarle del rostro para iniciar un beso.

Con el contacto sus réplicas se desvanecieron y empezó a dejarse llevar por la reconfortante sensación. Los labios de su acompañante estaban fríos pero a la vez muy suaves, el contacto le recordaba ligeramente a un helado en una tarde calurosa de verano pero a diferencia de ello, esta unión lo estaba calentado agresivamente.

Se separó cuando la posición empezó a parecerle incómoda, miró a los ojos del contrario hallándose sumergido en un pozo oscurecido por la lujuria creciente de la situación. Sonrió contento antes de que ahora él iniciara un nuevo beso tan embriagante como el anterior, poco después llevó su rostro al terso cuello del contrario.

—Hueles bien… —dijo aspirando la fragancia del contrario quien no respondió con palabras pues tiró de las ropas del chico, este no pensó más y lamió un poco la zona—. Sabes bien.

Poco a poco empezó a lamer y chupar ese cuello que lo volvía loco; desesperado por más se apartó un poco y desabrochó la camisa del contrario dejando en medio de sus acciones bruscas que el primer botón permaneciera cerrado. Aun así pudo deleitarse con el pecho del contrario, sintió un escalofrío cuando se dio cuenta que estaba exactamente igual a la última vez que lo vio, solo que ahora podría tocarlo.

Sus manos temblorosas por la emoción, recorrieron descaradamente el pecho contrario a la vez que se deleitaba con los jadeos que provocaba en su compañero. Un bulto empezó a crecer en su entrepierna y sintió que algo similar le pasaba al otro.

—Eres exquisito —dijo excitado, el pecho del contrario había empezado a parecerle insuficiente así que decidió en desabrochar sus pantalones, miró a su acompañante quien solo le sonrió aprobando sus acciones.

La prenda cedió y la retiró dejando en su lugar únicamente los calzoncillos grises que protegían la pureza de su acompañante, embriagado en medio del placer y la desesperación por hacer un mayor contacto levantó una de sus piernas dejando expuesto su trasero. Aun con las prendas separándolos se posicionó y empezó a dar torpes embestidas sobre el contrario.

—Aah... Shu…

Aquellas palabras fueron el detonante para que el ritmo de las embestidas aumentará pero no era suficiente para ninguno de los dos, antes de despojarlos a ambos de sus prendas una mano en su mentón lo detuvo; alzó la mirada donde marrón contra carmesí se encontraron intensamente, el deseo y el amor era mutuo.

Sus rostros se acercaron por instinto, un ligero contacto en sus labios fue lo último que sintió antes de despertar.

Perezosamente abrió los ojos, no recordó en qué momento había caído dormido.

Un tanto decepcionado por descubrir que nada de lo que acababa de pasar fue real miró a todos lados, asegurándose que nadie estuviera presente durante su "pequeña siesta".

Afortunadamente estaba solo, aliviado reposó su cabeza en la superficie, miró hacia arriba y después de varios segundos notó un poco de dolor recorrerlo el cual gradualmente fue aumentando. Alarmado buscó la zona donde el dolor brotaba como una fuente, miró debajo de su vientre encontrándose con una casa de campaña formada en sus pantalones.

No se esperaba este panorama por nada del mundo, ya había tenido erecciones en el pasado pero era una simple respuesta fisiológica producto de la pubertad, la situación de hoy era completamente diferente. Era la primera vez que tenía una erección por soñar con alguien de este modo, excitandose con imágenes que su sucia y reprimida mente habían creado.

Lleno de frustración tuvo como primer instinto ignorar el hecho que se levantaba entre sus piernas con orgullo, alzó un poco el torso con la intención de incorporarse pero otra oleada inusualmente dolorosa lo invadió. Preocupado por eso decidió que no perdería nada revisando un poco, se bajó los pantalones juntos con la ropa interior encontrándose con una enorme y fogosa erección.

Estaba sorprendido, jamás había tenido una erección como está pues normalmente eran ligeramente flácidas y terminaban por desaparecer después de un rato, sin embargo este problema era mayor y no sabía muy bien que hacer al respecto.

"¿Y si…?"

Curioso, llevó una de sus manos a la zona, un escalofrío lo recorrió nuevamente pero no se había sentido del todo mal. No renunció a la sensación y se empezó a recorrer a sí mismo de arriba a abajo, el placer empezó a cegarlo de a poco y pronto ya tenía ambas piernas ligeramente flexionadas.

Empezó a sudar, en cuestión de minutos el calor de sus partes nobles ya era el mismo al de su mano pero no le incomodaba pues, en su mente no había cabida para otro pensamiento que no involucrara a su amado.

Lo extrañaba y el roce de su mano de alguna manera había sido un consuelo para su ausencia pues el placer era muy reconfortante.

"Te amo… te amo tanto…" pensó mientras sentía un revoltijo en su interior acompañado de incontables sensaciones maravillosas, aumentó agresivamente el ritmo en su mano mientras imaginaba que era su amado quien lo tocaba, "¡Aaah, Shu!".

Terminó por derramarse entre sus suaves sábanas, una sonrisa ligera se plasmó en sus facciones a la vez que la cabeza le daba vueltas. El sudor recorría todo su cuerpo pero no le importó quedarse sobre su cama un rato, satisfecho por lo que había logrado.

Pero la sensación le duró poco, nuevamente miró alrededor de la habitación verificando que tanto la puerta como la ventana estuvieran cerradas, no deseaba que alguien haya atestiguado esa escena.

Aliviado por no encontrar a nadie suspiró, las dudas, el arrepentimiento y una enorme culpa por lo que había hecho lo invadieron rápido.

Se había masturbado por primera vez y lo hizo pensando en Shu, ¿estaba mal? claro que si, era el novio de su hermana, su futuro cuñado y más allá de eso, con lo que acababa de hacer también inutilizó los intentos de Free para que dejara de pensar en el albino.

"Estoy loco...¡Maldición!… ¿porque no puedo olvidarte?" pensó a la vez que se hacía un ovillo, lágrimas finas resbalaron por su rostro lentamente.

 

 

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Pasos escuchó a la lejanía, cada vez se hacían más fuertes pero aun así no se levantó, sintió que lo movían de un lado a otro acción que, terminó por traerlo de nuevo a la realidad.

Miro al responsable de despertarlo encontrándose con Wakiya, lucia serio pero a la vez también notó su expresión un tanto compasiva.

—Finalmente apareces —dijo el rubio para despues sonreir ligeramente—. La próxima vez que quieras armar una búsqueda procura que vayamos detrás de un cofre del tesoro.

No dijo nada, en cambio solo se levantó sacudiendo un poco la suciedad que se le había pegado en la ropa.

—Vamos —dijo Murasaki—, llamaré a los demás para reunirnos en tu casa.

Mientras el rubio sacaba su teléfono y hacia las llamadas recorrieron el puente hasta llegar a su final, una mano en el hombro del albino llamó su atención a lo que volteó en dirección a Wakiya.

—Antes de continuar quiero que sepas algo —Su voz seria no podía significar algo bueno, Shu lo miró atento—, Boa nos está ayudando a buscarte.

Otra vez escuchó el nombre de ese tipo, giró agresivo en su dirección.

—Pero que…

—También tengo que aclararte varias cosas —interrumpió el de ojos azules, Shu lo miró enfadado pero no dijo nada—. Sé lo que te hizo.

Su declaración dejó sorprendido al albino, Wakiya notó su reacción y continuo.

—Lo que te hizo fue horrible, entiendo que de no haber robado a tú bey tal vez pudiste llamarme y seguro pudimos ser amigos desde hace años.

—Y aun así estas con él —reprochó el albino, Wakiya ahogó un suspiro para continuar.

—Porque también conozco a Boa.

Esas palabras resonaron en el albino, no quiso escuchar y tuvo como instinto alejarse del rubio, más este no dejó que diera un solo paso ya que avanzó y lo tomó de los hombros.

—Ya deja de huir, ¿no estas cansado de no tener un lugar donde estar?

—¿Y eso a ti que te importa? —La voz le salió más que seria, parecía molesto en un nivel que a Wakiya le recordaba la primera vez que se conocieron, aun así no se vio intimidado.

—Me importa porque somos amigos.

—No, no es verdad… Valt era mi único amigo.

Wakiya se impresionó por sus palabras luego el enojo apareció, su agarre en los hombros de Shu se reforzó bruscamente.

—¿De qué diablos estás hablando? Dormir en el suelo te dejo estúpido.

—Lo único estúpido aquí es que no entiendas que ninguno de ustedes es mi amigo.

Se zafó del agarre del otro sin dificultades ya que Wakiya había dejado de presionarlo, emprendió una marcha solitaria donde el de apellido Murasaki no lo siguió, Boa quien observaba la situación a lo lejos se acercó rápidamente al rubio que siguió estático.

—¿Qué pasó? —preguntó alarmado pues Shu de nuevo se les había perdido de vista, Wakiya rechisto.

—Vámonos.

El rubio empezó a caminar hacia una dirección completamente contraria a la que había tomado Shu, Boa claramente alarmado por aquello replicó.

—¿Qué te sucede? Shu se va.

—Pues que lo haga, ya no me interesa.

La voz de Wakiya permaneció severa de principio a fin, Boa aun renuente a que el rubio se marchara sin explicaciones intentó convencerlo de ir a casa de Shu con los demás.

—Debemos volver, todos están esperándonos.

—Haz lo que quieras, yo regreso a mi casa.

Boa soltó un quejido frustrado.

—¿Y por eso vas a dejar a todos plantados? Tú fuiste quien nos llamó así que ahora tienes que hacerte responsable.

Supo que dio en el eslabón más débil de Wakiya cuando este disminuyó el acelerado ritmo de sus pasos, después se llevó las manos a sus rubios cabellos y tiró claramente frustrado.

—¡Agh, está bien! Volveremos a su maldita casa y después cada quien por su lado.

Boa sonrió aliviado por lograr su cometido, aun así seguía preocupado por el nuevo paradero de Shu.

Mientras que con el albino, este caminaba por las calles sin importar mucho a dónde lo llevarán sus pasos. Tan sumergido se hallaba en sus propios pensamientos que no notó que en algún momento reconoció ciertas calles y caminó hasta hallar un lugar en particular.

Miró la casa y sin pensarlo mucho tocó el timbre anunciando su llegada.

—¡Ya voy! —escuchó una suave voz desde el interior del lugar, luego varios pasos anunciaron que esa persona se acercó a abrir—. Oh vaya, Shu no sabia que vendrías.

La mujer claramente estaba sorprendida por verlo, Shu en cambio no le tomó importancia.

—¿Está Valt en casa? ¿Puedo hablar con él?

Chiharu se encontró extrañada con sus preguntas, primero recibe la la llamada de Hana y Ryu informando que Shu no había regresado a casa, luego el albino se hallaba en su puerta preguntando por su hijo quien no estaba ni remotamente cerca de su país.

—Shu, él… está en España —La mujer miró al albino cuando dijo aquellas palabras, el de ojos rojos permaneció con la mirada abajo mientras una sonrisa nerviosa se dibujó en su rostro.

—Aah… ya veo. Entonces volveré otro día.

Antes de retroceder siquiera un paso Chiharu lo tomó del brazo.

—¿Por qué no pasas a comer algo? Solo estamos Toko y yo pero preparé accidentalmente mucho pan para nosotros dos.

Shu finamente miró directo a Chiharu, su mirada preocupada pero a la vez cálida como la que tiene cualquier madre no le permitieron negarse.

Asintió a lo cual Chiharu pareció contenta, entraron a la casa que Shu ya había visitado cuando Valt lo invitó hace pocos meses.

—Estás un poco sucio, puedes tomar un baño si quieres —comentó la adulta.

—Pero…

—Nada de peros, además que tengo que preparar algo de chocolate caliente para acompañar el pan.

Shu bajó la mirada, asintió para después ir a la habitación de baño, Chiharu sonrió un poco con la escena.

—Es como un niño —comentó a la nada, luego tomó el teléfono pues tenía que avisar del paradero del albino.

 

 

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—¿Entonces Nika y Shu no son novios?

La pregunta formulada en un tono incrédulo brotó de los labios del titiritero después de escuchar lo que su amigo gótico había recién declarado, este negó.

—Todo fue un gran malentendido.

—Un malentendido enorme si me lo preguntan.

Con esas palabras Ranjiro anunció su llegada al pórtico de la casa de Shu, donde Ken y Daigo ya estaban esperando a los demás desde hace un rato y platicaban asuntos importantes que no habían discutido antes.

—¿Tú sabías que creíamos eso? —preguntó Daigo al menor de los Kiyama, este bufó.

—Todos lo sabíamos en realidad, hasta Aiga se enteró.

—Al parecer la privacidad en Beigoma es un mito —dijo Ken usando ahora a su único títere Keru, luego el azabache suspiró y con su propia voz continuó—. Y pensar que me porte como un idiota alrededor de Shu por un malentendido, que vergüenza.

—Nadie puede juzgarte, cualquiera en tú posición habría pensado lo mismo —dijo Daigo para consolar a su amigo más este no pareció tener mejor semblante.

—Pero me adelanté a los hechos, si hubiera analizado mejor las cosas tal vez habría podido convencer a Valt de quedarse —un bramido frustrado escapó de su garganta antes de continuar—, y para mejorarlo aún más hice que Shu se confrontara con Boa y por eso escapó, ¡todo es mi culpa!

—Oye calma, no había manera de que supieras eso —dijo Ranjiro notando la culpabilidad de la que Ken estaba siendo víctima.

—Es verdad, las cosas sucedieron así por alguna razón ¿no crees?

Las palabras de Daigo parecieron extrañas tanto para Ken como para Ranjiro.

—¿Es alguna clase de misticismo tuyo? —preguntó Ranjiro ligeramente asustado.

—No, me refiero a que nada de esto habría pasado si cierta persona dejará de dudar de cada ser viviente que se le acerca.

—… ¿estas hablando de mi?

Daigo y Ken rodaron los ojos al escuchar al rubio, el titiritero uso a Keru para responder.

—¿Porque no mejor aprovechas el tiempo y llamas a Wakiya para saber si van a tardar?

Refunfuñando y quejándose Ranjiro acató la petición, alejándose un poco del par de azabaches que lo miraban molestos.

—En serio no se porque Wakiya sale con él, ni siquiera es gracioso.

—De vuelta a lo que estábamos —dijo Daigo con seriedad—, creo que de no haber sido por Shu nada de esto estaría pasando.

—¿Y cómo lo sabes? —preguntó Ken intrigado, no se creía del todo las palabras de Daigo pero aun así quiso escuchar su teoría.

—He hablado con Shu lo suficiente para saber que es altamente inseguro y dependiente a Valt, y algo me dice que no es la primera vez que depende de alguien a este nivel, quizás es una práctica que ha estado haciendo desde hace años.

—¿Hablas en serio? ¿Que tan seguro estás de eso?

Daigo calló varios segundos, parecía pensar muy bien en la última pregunta de Ken antes de contestar.

—Para ser honesto no puedo asegurarlo, es solo una teoría que tal vez no podamos aclarar por nuestra cuenta —Ken pareció ligeramente decepcionado por su respuesta, sin embargo Daigo continuó—. Pero si ese es el caso, Shu necesita…

—Entiendo —interrumpió Ken con una sonrisa en el rostro, luego usó a Keru para contestar—, cuenta con nuestra ayuda.

Un auto acercándose llamó la atención de los tres, voltearon al vehículo que se estacionó a pocos metros de la entrada de aquella casa de donde dos adultos salieron, un hombre y una mujer. El adulto se acercó a los tres que lo observaban sorprendidos.

—Ustedes son los amigos de mi hijo ¿verdad?


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