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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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—Vaya, de la nada comenzó a llover —exclamó una mujer de cabello blanco y ojos azules como el mar mientras miraba el exterior donde una lluvia torrencial cubría el panorama, su esposo azabache de ojos rojos le dio la razón.

 

—Espero que Shu haya regresado a casa a tiempo.

 

Una mujer de cabello negro y ojos púrpura salió de la cocina sosteniendo dos tazas blancas humeantes que desprendían un olor de lo más agradable, con una sonrisa las extendió a sus invitados que las recibieron gustosos.

 

—Gracias Chiharu —respondió la mujer contenta.

 

—No es nada —respondió para después sentarse frente a sus invitados al otro extremo de la pequeña mesa, al igual que ellos miró al exterior preocupada.

 

—Es una pena que Kento estuviera trabajando estos días —mencionó el azabache, Chiharu se alzó de hombros resignada.

 

—Fue un viaje de ultimo minuto, uno de sus compañeros se enfermó y tuvo que reemplazarlo en ese vuelo a China.

 

—Bueno hay cosas que no se pueden evitar —dijo la de cabello blanco comprensiva, dio un sorbo a su taza quemándose ligeramente la lengua.

 

—¿Estas bien? —pregunto la de ojos púrpuras preocupada, la otra asintió enérgicamente.

 

—¡Si, si, no te preocupes! —dijo disimulando el dolor, su marido a su lado rodó los ojos con molestia.

 

—Pero que torp..¡plt! —Una mano en su barbilla cerró su boca en medio de la frase provocando que se mordiera la lengua.

 

—Por cierto ¿dónde está Valt? —pregunto apresurada la de ojos azules, Chiharu quien los miraba un poco sorprendida al momento se tornó divertida por la situación.

 

—Oh, él salió a correr —La mujer de ojos rojos la miro un poco confundida, antes de poder hacer alguna pregunta el teléfono de la casa comenzó a sonar— Disculpen.

 

Pronto se retiró a la sala principal a contestar el llamado, de repente el celular del azabache sonó también. Intercambió unas breves palabras con la persona al otro lado antes de colgar, sin embargo se veía sorprendido.

 

—Era Shu ¿cierto? —Más que preguntar afirmó la de cabello blanco, el asintió.

 

—Si, ya está en casa —Su mirada transmitía auténtica incredulidad.

 

—¿Qué pasa, le sucedio algo? —Su marido negó, ella no dijo nada esperando a que le explicara; lentamente giro su rostro viéndola directamente.

 

—Llevó a un amigo a casa.

 

Silencio fue lo que quedó entre ambos hasta que las pisadas de Chiharu quien ya regresaba con ellos lo corto.

 

—Lamento la tardanza, era mi hijo Valt. Al parecer se quedó en casa de un amigo a resguardarse de la lluvia —dijo amablemente, la mente de los dos adultos comenzó a maquinar una serie de ideas que creaban para ellos una loca teoría.

 

—No, no es posible —dijo la de ojos azules, su marido le dio la razón.

 

—Como si algo así pudiera pasar —Los dos comenzaron a reír a carcajadas bajo la mirada completamente confundida de Chiharu Aoi, quien se cuestionó seriamente si había agregado algo diferente al café que había servido.

 

Por si las dudas vacio todo el contenido de la cafetera poco tiempo después.

 

En otro lado un chico de cabello azul secaba su cabeza con ímpetu, luego se relajó sobre el cómodo sofá.

 

—Vaya, no puedo creer que solo se mojo mi cabello —exclamó divertido dejando la toalla a un lado, miró a su ahora amigo quien no había corrido con la misma suerte.

 

Por alguna extraña razón resultó que la lluvia mojó a Shu hasta las calcetas mientras que Valt resultó solo con el cabello y la cara mojada; Shu lo miro serio pero Valt noto que en realidad se trataban de celos, Shu deseaba con toda el alma haber sido él quien no se hubiera mojado tanto.

 

—Mejor suerte la próxima —dijo Valt sonriendo con algo de maldad e inocente burla, Shu se sorprendió pero principalmente se vio irritado por el comentario del de cabello azul.

 

Sin decir nada se acercó y le quitó la toalla con suma molestia, Valt no dijo nada pero aun seguía mirándolo con burla, Shu comenzaba a preguntarse dónde había quedado el chico “¡Quiero ser tu amigo a como dé lugar!” en aquellos momentos.

 

—Te la pasas burlandote de mi, ¿para eso querías ser mi amigo? —preguntó sin mucha seriedad, Valt sonrió mientras colocaba su diadema amarilla en su cabeza.

 

—Está es la forma en la que quiero ser tu amigo; vamos Shu, tú no eres un vidrio que se rompe solo con verlo, eres como una roca y yo soy la playa donde te vas a suavizar; de nada sirve tratarte con delicadeza infinita.

 

—¿Qué? —Ahora el rostro de Shu estaba inexpresivo, obviamente no había entendido lo que le dijo Valt, decidió no darle más vueltas así que se retiró a la cocina.

 

—¿Quieres algo para beber? —pregunto desde aquel sitio, el de mirada café se lo pensó por un pequeño instante.

 

—¡Chocolate, con malvaviscos encima por favor!

 

—¿Acaso eres un niño? —preguntó el de cabello blanco mientras buscaba en la alacena el chocolate en polvo, Valt se acercó a la cocina para ver lo que hacía.

 

—Si ser adulto significa que no me gustara el chocolate, entonces sí, seré un niño eterno —contestó mientras miraba a Shu con suma curiosidad realizar la dichosa bebida.

 

Mientras el chocolate estaba listo no se hablaban uno al otro, no porque no quisieran sino porque lo sentían innecesario, algo muy raro en Valt a decir verdad pues él amaba conocer mucho de otras personas; sin embargo algo en él le decía que así estaba bien. Por otro lado Shu no podía evitar ponerse inquieto al pensar en que la presencia de Valt en realidad le resultaba cómoda, aunque esa inquietud la disimulaba muy bien pues se miraba tranquilo al preparar la bebida caliente. Cuando terminó le entregó a Valt una taza blanca generosamente llena, el de cabello azul la aceptó con una sonrisa la cual duró poco al encontrarse con su solicitud a medio cumplir.

 

—¿Y los malvaviscos? —preguntó con una voz infantilmente decepcionada, Shu contestó con simpleza.

 

—Ya no tenemos, al parecer mi padre se los termino.

 

Valt regreso su mirada decepcionada a la taza, en un milisegundo una idea llego al de ojos rojos.

 

—Pero tengo algo de crema batida y cocoa, no son malvaviscos pero puede funcionar —Como si se tratara de un premio los ojos de Valt destellaron al escuchar su propuesta, asintió con ánimo esperando impaciente a que Shu buscará los ingredientes, el chico suspiro y se acercó al refrigerador.

 

Cuando lo abrió sintió como la baja temperatura lo golpeó en el acto, se hizo un ovillo por reflejo; Valt noto lo que paso y rápidamente se acercó para cerrar la puerta del electrodoméstico.

 

—Shu, aun estas mojado —dijo alarmado, pensó que ya se había secado completamente pero no fue así, rápidamente fue por la toalla más seca que estuviera cerca y comenzó a pasarla por su cabeza, intentando retirar las gotas de su cabello. Miro el resto de su cuerpo notando que seguía muy húmedo— Aún falta todo lo demás, vayamos al sofá para que no te enfries tanto aquí.

 

Shu sin replicar mucho acato lo que Valt dijo, fueron hasta el sofá donde, para sorpresa de Valt, se quitó la camisa que estaba usando quedando su torso expuesto; el de mirada marrón se sonrojo a más no poder cuando vio el abdomen pálido y ligeramente marcado del de ojos rojos, dejó caer la toalla de sus manos por el nerviosismo mientras Shu lo miraba indiferente.

 

—¿Qué pasa? —pregunto la ver que Aoi no reaccionaba, este se sonrojo aun más y sin verlo a la cara le entregó la toalla que yacía en el suelo.

 

—Creo… que es mejor que lo hagas tú, mi chocolate se enfriará —Y así sin más casi se fue corriendo a la cocina, el de cabello blanco no entendió nada así que después solo se dedico a secarse lo más pronto posible, después tomaría una ducha.

 

Valt con el corazón latiendo rápidamente se sentó en una silla, de frente a la isla que separaba la cocina del comedor. Miró su taza humeante sin dejar de pensar en la sobrerreacción que tuvo hace poco, más bien que aun seguía experimentando.

 

Llevo una mano a su pecho, sintiendo el acelerado palpitar en el.

 

“¿Qué me pasa?”

 

Miro de reojo al chico sentado a poco metros de el, este aun seguía secandose a como podía pues no le resultaba tan fácil hacerlo con el frío que le recorría, de nuevo Valt desvió la mirada avergonzado al ver que el otro tenía las intenciones de quitarse su prenda inferior para seguir secándose. Su estómago comenzó a revolverse de manera extraña y poco agradable a su parecer.

 

“Creo que me voy a enfermar”

 

Y tomó de la taza la bebida ahora tibia.

 

Después de eso no pasó nada “extraño” según Valt, pues Shu tomó la ducha que necesitaba, mientras el busco algo que ver en la televisión ya que la lluvia parecía que no parará pronto; cuando Shu bajo de nuevo vestido con ropa seca sintió algo de alivio, juntos eligieron algo que ver y se decidieron por un programa de cocina donde los participantes se saboteaban entre sí para ganar y llevarse el premio, Valt se entretenía bastante con las trampas y retos a los que cada chef se enfrentaba mientras Shu miraba con atención las técnicas y ocurrencias de los participantes a la hora de preparar su platillo. Justo en medio del programa el teléfono de Shu comenzó a sonar, este miro la pantalla confundido al ver que se trataba de un número desconocido, con algo de desconfianza atendió la llamada.

 

Valt miraba con atención a Shu que intercambiaba pocas palabras con la otra persona al teléfono, después le extendió el aparato.

 

—Es para ti —dijo para después desviar su mirada de nuevo al televisor, Valt contesto confundido.

 

—¿Hola?

 

—¡Valt! —Era la voz de su madre, Valt se confundió aún más— Hijo, se está haciendo tarde y esta lluvia no para ¿Te parece si voy por ti?

 

—Umm —miro a la ventana con la cortina un poco abierta y comprobó que era verdad lo que decía su madre, luego vio a Shu quien permanecía indiferente con la mirada enfocada en el programa— Creo que estaria bien.

 

—Ok, pasare por ti y de paso dejaré a unos amigos mios que vinieron de visita, por favor pasame a tu amigo para que me de la dirección de su casa.

 

Tal como le pidió su madre le regreso el teléfono a Shu quien indico la ubicación de su hogar, luego se despidieron y Shu colgó el teléfono.

 

De nuevo se sumergieron en el silencio, esta vez no miraban con tanto entusiasmo la televisión ya que el programa había terminado hace poco, en realidad no sabían qué más hacer hasta que la madre de Valt llegará por el.

 

—Entonces… —Valt cortó el silencio, alargando un poco la palabra en lo que se le ocurría qué decir, miró un poco la pantalla y luego recordo a Shu preparar la taza de chocolate como un “experto”, segun sus estandares— ¿Te gusta cocinar?

 

—Uh.. sí, aunque últimamente no he podido hacerlo tan a menudo —comento el de ojos rojos algo incomodo, no le gustaba mucho hablar de sí mismo.

 

—¿Ah, no? ¿Porque? —preguntó el de cabello azul con suma curiosidad.

 

—Los ingredientes que suelo usar no puedo encontrarlos por aquí y para ser franco, aun no puedo leer muy bien algunas etiquetas.

 

—¡Yo puedo ayudarte con eso! —propuso con apuro y entusiasmo Valt, Shu lo miró sin entender muy bien— Es que me gustaría probar uno de tus platillos y ver las habilidades culinarias de Shu Kurenai —dijo haciendo un movimiento raro con las manos según Shu.

 

—Bueno —Aceptó sin mucho entusiasmo de por medio, Valt con la ilusión carcomiendo sus ojos le sonrió.

 

El timbre de la casa comenzó a sonar.

 

Shu se levantó para atender la puerta, Valt se hizo a la idea de que seguramente se trataba de su madre así que tomó su sudadera y siguió a Shu. Cuando el de cabello blanco abrió la puerta se encontró con una mujer de cabello negro y ojos purpuras mirarlo con una gran sonrisa.

 

—Buenas tardes, ¿está aquí Valt? —preguntó con amabilidad, Shu asintió y se hizo a un lado dejando pasar al chico.

 

Mientras Valt le platicaba a su madre cómo fue que la lluvia lo llevó hasta ahí, escucho unas voces bastante familiares acercarse.

 

—¿No te parece raro que Chiharu nos trajera a casa para decirnos que esperaramos en el auto?

 

—Ella dejó de ser la mamá del grupo hace mucho tiempo, ¡no puede decirnos qué hacer! —exclamó la voz femenina, volteo para encontrarse con sus padres caminando algo molestos hacia la entrada.

 

—¿Mamá, papá? ¿Cómo es que llegaron secos hasta acá?

 

—¿Mamá y papá? —pregunto Chiharu a lo bajo volteando a ver a sus amigos, Valt hizo lo mismo que ella encontrándose con dos adultos llegar hasta Shu, dedujo que se trataban de sus padres.

 

—Chiharu nos trajo —comentó el mayor, su esposa asintió.

 

—Dijo que primero iría por su hijo y luego nos llevaría a casa, pero veo que no fue así.

 

—De hecho si —comento la madre de Valt llamando la atención de los Kurenai, extendió su brazo con orgullo— Les presento a mi querido Valt.

 

A los padres de Shu se les cayó la mandíbula hasta el suelo, el chico solo miraba un poco avergonzado la reacción de los mayores mientras que Shu comenzaba a relacionar todo con rapidez.

 

—Entonces, ¿eso significa que usted es amiga de mis padres? —La mayor asintió

 

—Y por lo que veo tú eres el nuevo amigo de mi hijo, Valt no deja de hablar de ti —Tanto el mencionado como Shu se sonrojaron hasta las orejas, Valt no se tardó nada en replicar.

 

—¡No es cierto mama! Solo hable de él una vez —Chiharu rió por la reacción de ambos adolescentes, un trueno bastante ruidoso detuvo su plática

 

—Creo que es mejor que nos vayamos o Toko y Nika se quedaran solos en casa.

 

Los otros dos mayores asintieron, se despidieron rápidamente unos de los otros y Chiharu junto con Valt se dirigieron al vehículo mientras Shu los miraba retirarse, de la nada Valt se detuvo y corrió rápidamente hacia el.

 

—Toma —dijo extendiendo un pequeño papel doblado a la mitad, al abrirlo se encontró con una serie de dígitos— Es mi numero, ¡cuando necesites algo puedes llamarme si quieres!

 

Y con una gran sonrisa corrió para alcanzar a su madre, Shu lo miró algo sorprendido y al instante intento pensar en qué clase de situación requerirá llamar a Valt.

 

Aunque ninguna se le vino a la mente.

 

El auto se retiró y al poco tiempo el entro a su casa, donde sus padres le planteaban una y mil preguntas sobre cómo fue que conoció a Valt.

 

Ese fue un día muy largo para el joven Kurenai.

 


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