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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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Después de aquel sábado que había iniciado de forma pacífica y amena que terminó en medio de un lío con sus padres, un dolor de cabeza y un nuevo e inesperado amigo, Shu decidió que no volvería a salir de su rutina nuevamente; después se daría cuenta que eso jamás pasaría a partir de ese día.

 

Al día siguiente despertó agotado, no se tomó la molestia de mirar la hora pues ya sabía que era tarde.

 

“¿Tarde para qué? Es domingo” Corrió la cuestión por su cabeza, no tenía ningún pendiente que hacer, la tarea que dejaron en la “semana de chocolate” ya la había acabado ayer en sus primeros diez minutos de estudio.

 

Bajo a la sala esperando encontrarse con sus padres platicando mientras hacían el desayuno como siempre, sin embargo todo estaba extrañamente tranquilo, sospechosamente silencioso.

 

Examinó con cuidado la cocina mientras se mantenía atento a cualquier ruido que delatara a sus padres, ya más de una vez en el pasado le habían gastado la broma de no haber nadie en casa para después salir de algún lado a asustarlo; era fastidioso porque ni se asustaba y perdía el tiempo.

 

Se dio cuenta que no se trataba de ninguna broma cuando halló en el refrigerador una nota azul intenso, en ella una pequeña leyenda con la letra de su madre.

 

“Shu, intentamos despertarte muchas veces pero parecías un tronco en tu cama; tú padre y yo salimos de compras, volveremos en poco tiempo. Se que es arcaico pero quise dejarte una nota, amo las notas. Con amor: tú madre”

 

Rodó los ojos, ya se había acostumbrado a que sus padres parecieran unos niños pero a veces el control se les salía un poco de la manos. En fin, no quería pasarse el resto del día en pijama así que tomó una ducha rápida y se cambió, unos pantalones negros y polera blanca le irían bien. Justo cuando iba a abrir el refrigerador para ver las opciones para desayunar cuando el timbre de la casa comenzó a sonar.

 

“¿De nuevo olvidaron las llaves?” se preguntó con fastidio mientras se dirigía a la puerta a atender el llamado, cuando abrió la puerta y alzó la mirada no se encontró con sus padres, en cambio una mata de cabellos color azul, rubios y negros le dieron la bienvenida.

 

—¡Shu! —Un Valt sonriente rodeado por todos los demás chicos del club le miraban felices— ¡Vamos al teatro!

 

—Ahh… ¿Qué? —El rostro confuso de Kurenai causó un poco de risa a los demás, Valt fue desplazado por Wakiya.

 

—Vamos a ver una de las obras de Ken —respondió con su sonrisa arrogante, Shu miro al azabache que se hallaba un poco tímido 

 

—En realidad no es un teatro, va a ser una obra al exterior —dijo utilizando a Besu, su cachorro marrón.

 

Shu se hallaba en un dilema, miraba a los demás que esperaban su aprobación. No es que no quisiera salir con ellos, solo que la situación estaba siendo un poco rápida, pues apenas el día anterior había acordado llevarse un poco mejor con Valt y ahora estaban todos los demás frente a su casa pidiéndole salir con ellos.

 

Su estómago rugió con fuerza.

 

Los demás que en algún momento habían comenzado a platicar entre ellos mientras Shu les respondía callaron, juraban que podían escuchar la televisión de los vecinos con el silencio que se instaló entre todos.

 

Poco a poco la cara de Shu comenzó a ponerse roja, llegando casi a confundirse con el rojo de sus ojos.

 

Una risa contenida terminó con el silencio, pronto estalló en carcajadas su portador, Rantaro Kiyama por la cómica situación. De ahí solo Daigo y Wakiya siguieron con las risas mientras Ken sentía casi la misma vergüenza que Shu por el comportamiento tan inapropiado de sus amigos.

 

—¡¿Acaso no has desayunado?! —preguntó Valt alarmado mientras las risas de todos los demás no se detenían, el de ojos rojos no dijo nada, prefirió desviar la mirada con una fingida expresión de molestia— Debiste decirlo en cuanto llegamos, perderás fuerza de los músculos si no desayunas, mi mamá siempre me lo dice.

 

Rantaro estalló en más carcajadas— Tú mamá siempre te lo dice porque nunca le haces caso.

 

—Y también puede darte diabetes ¿no? —comentó Daigo a la nada.

 

Ahora fue el turno de Valt de sonrojarse, algo muy raro para sus amigos del club pues Valt no solía sonrojarse mucho.

 

—¡No es cierto, yo si le hago caso! —replicó con la voz un poco más aguda de lo usual, la vergüenza de Shu paso a segundo lugar cuando esté notó que los demás veían a Valt como un bicho raro. No entendía qué estaba mal, miraban al chico como si hubiera hecho algo extraño o muy raro en el.

 

Valt se dio la media vuelta y tomó la muñeca de Shu. Con la cara siempre mirando al suelo dijo— Primero iremos a comer y después a la obra de Ken, ¿Todos de acuerdo? —preguntó finalmente volteando a sus demás amigos, estos asintieron casi mecánicamente. Valt terminó soltando la muñeca de Shu y fue el primero en irse caminando, dando pie a que los demás lo siguieran.

 

Shu que aún estaba en su casa se colocó con rapidez los tenis que más cerca tenía para salir. Cerró con llave y por cualquier cosa llevó un suéter, era mejor estar prevenidos; alcanzó a los demás a no muchos metros de su casa.

 

El que estaba hasta atrás era Ken, lo saludo con un movimiento de mano que fue correspondido de las misma manera con el títere azul del azabache.

 

Ninguno de los dos sabia que decir, Shu miro a Valt platicar animadamente con Rantaro hasta el frente, Wakiya y Daigo se susurraban varias cosas mientras miraban al de cabello azul y de vez en cuando volteaban a mirarlo a él; no sabía que se traían entre manos así que decidió no prestarle mucha atención. Por alguna razón estar con Ken le parecía un poco incomodo y no se le ocurría a ninguno nada para cortar la tensión.

 

Sintió un toque sobre su hombro, volteo a observar de qué se trataba y se encontró con el adorable títere café extenderle una paleta de dulce, miró a Ken quien no dijo nada pero con la mirada lo invito a tomarla, así lo hizo y cuando la tomó el perro de tela escupió un poco de confeti dando una mini espectáculo bastante ingenioso.

 

—Vaya… —-comentó después de que todo pasara, Ken sonrió.

 

—Es un truco que suele gustarle mucho a los niños —respondió el titiritero mientras una ligera sonrisa se plantaba en su rostro.

 

—Creo que debí darme cuenta antes, pero no sabia que dabas presentaciones —dijo Shu haciendo un enorme esfuerzo en continuar con la conversación, no solía platicar mucho con alguien.

 

—Es algo de familia, desde niño he ayudado con personajes menores a mis padres en nuestras giras. Gracias a eso me han dado mi propio espacio en las presentaciones. —dijo alegre. Shu intentó sonreír pero al final solo le salió una mueca rara, a Ken no le importó mucho, sabía que el de cabellos blancos daba su mejor esfuerzo.

 

Valt los llevó a un sitio que pudo identificar como una panadería, jamás se había parado por aquellos lugares así que no le resultaba familiar. Valt fue el primero en entrar anunciando cuando su llegada, en el mostrador se presentó al poco tiempo su madre.

 

—Vaya chicos, que sorpresa verlos por aquí; pensé que irían a la plaza —dijo la mujer sonriente, Valt asintió.

 

—Así era pero pasamos a tomar un pequeño almuerzo antes —Chiharu sonrió y Shu agradeció internamente que Valt no haya mencionado la situación vergonzosa de hace poco.

 

—Entonces tomen lo que quieran, pueden comer aquí o en la sala, donde se acomoden mejor.

 

Todos agradecieron la generosidad de la señora Aoi antes de que se retirará, pues iba a comenzar un nuevo pedido y no pararía hasta terminarlo. Valt guió a todos a la sala de la casa, que se hallaba no muy lejos de la cocina.

 

—Iré por por la comida, ¿Qué van a querer? —preguntó a nadie en específico, eso no impidió que lloviera las órdenes una tras otra 

 

—Yo quiero miso —dijo Ken utilizando a Keru.

 

—Y yo pizza —Le siguió Rantaro, Wakiya no se quedó atrás.

 

—Yo quiero unos huevos benedictinos.

 

—Con lo que sea está bien.

 

—Yo sí te voy a pedir un sándwich —Remato Daigo con malicia, pues vio que Valt ya no podía con más órdenes.

 

—Esto… les traeré bey pan —dijo con una sonrisa ladeada, todos suspiraron resignados. El de cabello azul desapareció por la puerta en busca del alimento para sus amigos.

 

Los demás comenzaron a platicar mientras esperaban a Valt, Shu se dedicó a mirar la pequeña discusión entre Wakiya y Rantaro que están siendo el centro de atención por el momento, pues al parecer Wakiya no quería ayudar al otro rubio a mejorar el equipo de su hermano. No tenía ni la mínima idea de que estaban hablando pero le parecía algo divertido ver cómo Wakiya y Rantaro se llevaban al límite uno al otro.

 

—Hola Toko, hola Nika —Escuchó decir a Ken, al parecer alguien había bajado del primer piso de la casa. Volteó a mirar a aquellas personas al igual que Daigo, se trataba de un chico de cabello y ojos azul turquesa y de una chica de cabello rosa y ojos cafés.

 

—Hola Ken, ¿Ahora de qué discuten? —pregunto el chico mirando al par de rubios, Daigo se encargó de contestar.

 

—Ya sabes, de puras tonterías —El chico soltó una risa ligera, Shu miró por un momento a la de cabello rosa encontrándose con su mirada fija, sus ojos brillaban ligeramente mientras lo examinaba como si se tratase de una obra de arte. Se encontraba notoriamente incómodo y los demás se dieron cuenta de ello, pues en algún momento detuvieron su conversación para ver con la misma extrañeza a Nika contemplar a Shu. Toko tomó la iniciativa y jalo a su hermana del brazo.

 

—Bueno, nosotros ya nos vamos. Fubuki nos espera con los demás en el club de la academia —Se despidieron y miraron cómo el pobre chico arrastraba literalmente a su gemela fuera de la casa mientras ella no reaccionaba. Una vez que los gemelos se marcharon entró Valt de nuevo al comedor con una charola llena de pan en manos, al notar el silencio incómodo del lugar se extraño.

 

—¿Qué pasa? —preguntó, eso fue suficiente para que los demás se despabilaran.

 

—Ah, nada, no es nada —respondió Daigo rápidamente, con aquellas palabras inició un pacto silencioso entre los demás.

 

—Solo eran Toko y Nika, salieron a entrenar —dijo Rantaro un poco nervioso, Valt no respondió y dejó la charola en la mesa, eso sí sin dejar de mirar a cada uno de sus amigos, sospechando que le podrían estar ocultando.

 

Sin decir nada más cada quien agradeció la comida y tomó un bey pan. Shu mordía su pan sintiendo el agradable sabor dulce en su boca, era una sensación bastante reconfortante al no haber comido nada antes; aún así la mirada de la chica no salía de su cabeza, era una mirada que muchas veces le habían dirigido antes y no confiaba en ella.

 

—Valt, traenos batidos por favor —dijo Wakiya más como si fuera una orden, Valt ni se inmuto al tono de Wakiya, al parecer ya se había acostumbrado a que le hablara así.

 

—Shu, ayúdame a hacerlos —dijo levantándose de su asiento y entrando a la cocina, Shu se quedó con el bocado en la boca muy confundido, miro a los demás que le decían con la mirada que fuera. Resignado dejó su alimento de lado y camino al sitio del menor, casi juro que cuando paso a través de la puerta los otros comenzaron a susurrarse cosas.

 

Entro y lo primero que se encontró fue a Valt intentando bajar un bote que según la etiqueta, aparentaba ser chocolate de lo más alto de un estante; lo miró haciendo movimientos extraños con tal de poder alcanzarlo, debía admitir que sí estaba bastante alto y dudaba mucho que fuera capaz de tomarlo.

 

—¿Necesitas ayuda? —preguntó después de un rato, Valt movió la cabeza en forma de negación.

 

—Está tan cerca… —dijo alzándose más de puntillas, Shu se cruzó de brazos observando al chico ser tan testarudo, después Valt hizo movimientos aún más extraños de lo usual. Se levantó en una sola pierna como si así pudiera llegar más lejos, eso no era lo raro pues al hacer ese movimiento su cadera se inclinó, alzando así una parte de su cuerpo que por alguna extraña razón lo dejó hipnotizado.

 

Su mente muy dentro de sí le gritaba que apartara la vista pero no podía, era simplemente encantadora aquella imagen y ni siquiera sabía porque; quizás era por el extraño color azul de su pantalón, o tal vez porque jamás pensó que que vería uno con esa redondez y tamaño en un hombre, eso era solo cosa de chicas ¿no?

 

Pero en definitiva no deseaba apartar sus ojos de ahí, del trasero de Valt.

 

Finalmente fue consciente de lo que estaba haciendo, la vergüenza lo invadió y apartó rápido la mirada.

 

“¡¿Qué estoy haciendo?! ¿Me volvi un pervertido?” se preguntó internamente, luego volvió su mirada a Valt que seguía en la misma posición, los colores se le subieron a la cabeza. “¡Es que ya se tardo mucho tiempo ahí, solo es eso!” se gritó internamente, se decidió a bajar el mismo el chocolate en polvo del estante de no ser porque sintió un toque en su hombro.

 

—Ya está, te dije que lo alcanzaría —dijo el de ojos café con una sonrisa de oreja a oreja, al principio se asustó de que Valt descubriera su fechoría, luego se dio cuenta de que no fue así pues el chico lo miraba confuso al no obtener respuesta alguna.

 

El menor se alzó de hombros y puso la lata en la mesa, abrió el refrigerador y saco leche, le indico a Shu donde estaba la avena y algunos plátanos; así finalmente terminaron de hacer juntos los batidos del equipo y Shu momentáneamente olvido la travesura que hizo. Llevaron los vasos a sus amigos y comieron a gusto.

 

Sin más dilación y después de levantar los trastes usados, todos salieron directo a la plaza donde Ken daría su presentación, esta vez Wakiya caminaba con Ken y Rantaro con Daigo, mientras que Shu y Valt iban detrás de todo el grupo.

 

Iban a paso tranquilo pues no llevaban prisa alguna al ser la presentación de Ken en la tarde-noche, era un camino muy agradable para Shu y Valt incluso si no se estaban hablando.

 

—¿Te gusto el pan que hice? —preguntó Valt a Shu quien lo miro un poco sorprendido.

 

—¿Tú hiciste el pan? —preguntó con incredulidad en sus palabras, Valt sonrió orgulloso.

 

—Claro que si, mi madre es panadera pero yo también sé defenderme —dijo alzando el pecho con orgullo, Shu sonrió un poco.

 

—Creí que eras de las personas a las que se les quemaba hasta el agua —Valt se exaltó ante el comentario.

 

—No puedo creer que seas así, malvado —dijo en tono infantil, Shu se alzó de hombros y regresó la mirada al camino. Valt suspiro con ligereza— En realidad si era así —nuevamente se ganó la atención del de ojos rojos, Valt miraba al frente con una sonrisa nostálgica— Mi madre me obligó a aprender a hacer algo de comida, siempre me decía que debía elegir entre casarme o que mejor aprendiera a cocinar, creo que ya sabes cual fue mi decisión.

 

Shu rió internamente mientras negaba con la cabeza, casi podía imaginar a un pequeño Valt llorando porque no se quería casar.

 

Pronto llegaron al lugar, Shu reconoció el parque del día anterior en donde se encontró con Valt, le pareció curioso estar en el mismo sitio dos días seguidos sin tenerlo previsto, no le dio más vueltas y se sentó con los demás chicos. A su izquierda había un niño acompañado de su padre para ver la obra mientras que a su derecha estaba Valt, seguido de Rantaro, Daigo y Wakiya. Debido a que no había mucho espacio y estaban sentados sobre el suelo fue inevitable estar bastante pegado a Valt, pues no iba a aplastar al pequeño del otro lado.

 

En poco tiempo la presentación comenzó, había un héroe bastante parecido a Valt pero en versión peluche haciendo el protagónico de la obra, Shu se extrañó un poco pero decidió no preguntar nada al respecto a su amigo; el héroe superaba todos los obstáculos que se le presentaban con la ayuda y los ánimos de sus demás amigos perrunos. Sintió que de la nada Valt comenzaba a moverse, lo miró notando que en realidad estaba mirando la obra con una enorme emoción contenida, parecía uno de las otros niños pero sin hacer tantos ruidos y sin moverse mucho, solo de vez en cuando hacia expresiones bastante exageradas cuando ocurría algo importante.

 

De nuevo regresó la mirada al pequeño escenario de cartón, pero esta vez no ponía tanta atención a la obra como aparentaba, inconscientemente comenzó a notar con más atención la respiración de Valt y el roce de su brazo con su hombro que lejos de parecerle molesto, le parecía extrañamente reconfortante.

 

—¿Tienes sueño Shu? —preguntó con gran inocencia Valt al sentir una presión sobre su hombro, Shu quien había recargado su cabeza en el otro se vio sorprendido por la situación, no se había dado cuenta de cuando hizo aquello.

 

—Yo.. creo que si… no dormí mucho —mintió rápidamente, Valt lo miro un poco preocupado— Creo que es mejor que me vaya a casa, ha sido un día un tanto largo.

 

Valt no le creía del todo, apenas eran las siete, en donde tardaron más tiempo fue en su casa y salieron como por media hora; aun así no quiso cuestionarlo, apenas se había ganado su confianza y no era el momento para ponerlo en duda.

 

—Entonces si quieres te acompaño —La propuesta sorprendió al mayor, estaba punto de negarse pero Valt fue más rápido— Después de todo aun no conoces muy bien el camino de regreso a tu casa ¿verdad?

 

—Bueno no pero… —Valt se volteo diciéndole algo a Rantaro, el otro solo asintió y se despidió de él.

 

Valt se levantó esperando a que Shu hiciera lo mismo, el de cabello blanco se quedó un momento pensando en que podría decir para que Valt desistiera de acompañarlo pero no se le ocurría nada, pues era verdad que no quería perderse en la calle. Resignado decidió levantarse viendo por última vez la obra de Ken que había entrado en un pequeño intermedio.

 

Caminaron por el corredor del parque que poco a poco se fue iluminando con las luces del mismo lugar, Shu aun estaba algo nervioso por lo que acababa de hacer, “¿en qué rayos pensaba al recargarse en el hombro de Valt así nada más?”

 

Valt caminaba al frente mientras Shu lo seguía, salieron del parque y por las calles siguieron tranquilos, de repente se detuvo dejando a Shu algo intrigado.

 

—Shu —pronunció su nombre sin voltear a mirarlo, este contexto simple.

 

—¿Qué? ¿Pasa algo?

 

—Todavía estamos castigados ¿verdad? —preguntó, el contesto con un simple “si”— En ese caso ¿porque no nos juntamos para terminarlo todo as rapido? Quiero decir, es bastante tedioso acomodar tantos libros uno solo ¿no crees? —preguntó finalmente volteando un poco con una sonrisa tímida en el rostro, se lo pensó un rato analizando la situación.

 

—No es mala idea —dijo al chico, la sonrisa del menor se amplió aún más. Se acercó al otro y con un pequeño empujón en el hombro le indicó que caminara.

 

—Entonces ¿te veo afuera de la biblioteca al terminar las clases? —preguntó con una extraña emoción en sus palabras, ahora caminaban a la par y Shu podía ver que el chico en verdad se veía feliz.

 

—Eso es ridículo —contestó con simpleza, de repente el semblante de Valt se deprimió un poco— Estamos en la misma clase, vamonos juntos desde el salón —dijo con simpleza, no le veía el sentido salir del mismo lugar y tener el mismo destino al final de cuentas. Valt lo miró con los ojos bien abiertos y la expresión sorprendida, más no dijo nada y sonrió para sí mismo.

 

—Tienes razón —Se llevó las manos a los bolsillos del abrigo que se coloco en algun momento, luego miró a la calle con entusiasmo— ¡El último en llegar es un huevo podrido!

 

Sin más comenzó a correr, Shu algo confundido al inicio se dio cuenta del lío en el que se meteria si perdía a Valt de vista así que sin otra opción tuvo que perseguirlo, gritando una y mil maldiciones al chico que corría más rápido de lo que se había imaginado.

 

Esa noche llegó muy agotado a su casa, sus padres le agradecieron a Valt por llevarlo a casa y luego el se fue.

 

Al día siguiente todo ocurrió según lo acordado, llegó a clases y Valt lo saludo muy animado mientras todo el salon los veía como bichos raros, ¿como no iba a ser así después de que la semana pasada armaron ese escándalo en la alberca? En fin no les importó a ninguno de los dos, Wakiya tampoco se les acercó los cual le pareció muy extraño.

 

Al terminar las clases el de cabello azul se paro rapido y guardó sus cosas en la mochila, fue al asiento de Shu y lo apuro en silencio para irse. El otro suspiro y salieron a paso tranquilo del salón a la biblioteca, el trayecto era corto pero les pareció ameno a los dos; llegaron y comenzaron con sus deberes, siendo visto de lejos con una sonrisa de Zac y una expresión de intriga y curiosidad de Akira. Tal como Valt dijo terminaron el triple de rápido, Valt acomodaba los libros por piso y clasificación y el los acomodaba, cuando tocaban libros de otro piso los dos iban juntos a acomodarlos para terminar más rápido; consideraban que hacer equipo estaba bien pues jamás les especificaron cómo debían de cumplir con su cuota.

 

Valt le invitó a la azotea con los demás, se negó por ese día pues sentía que aún era demasiado rápido todo esto; el chico se vio un poco deprimido pero decidió no insistir más. Se despidieron con una sonrisa gigante de Valt y un movimiento de la mano de Shu.

 

En el camino de regreso a casa le era inevitable pensar en ellos, pero no se sentía para nada incómodo con Valt alrededor suyo.

 

Se preguntaba cuánto tiempo duraría esto.

 


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