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Futuro nuclear por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

One Piece es de Eichiro Oda, no es mío

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Es en serio, Law, bájate de ahí o vas a romperte la cabeza”

“El único capaz de caer de aquí eres tú, Cora-san” padre e hijo se miraron el uno al otro con determinación. El niño fue el primero en ceder, empujándose con las manos para caer en los brazos de su torpe tutor. Por desgracia para el hombre, en su intento de atraparlo terminó cayendo y recibiendo el peso del chiquillo en la espalda. Sus ojos casi se le salieron de las órbitas al suceder eso. “¿Necesitas que te cure la espalda?”

“No… no pesas tanto” mintió el rubio, levantándose del piso. Era una suerte que este fuera de mármol olympiano, porque las propiedades del material impidieron que se hiciera daño en el impacto. O al menos que se rompiera una que otra vertebra. “¿Qué diablos hacías ahí arriba? Ya se pasó tu hora de dormir.”

“¿Tengo que tener una excusa para saltarme tu ridículo toque de queda?” contestó el pequeño. Rocinante suspiró, cansado. Si la zeta con patas era así a los siete años, no quería ni pensar cómo se pondría a los dieciséis. “Y si crees que ahora soy rebelde, tienes que saber que planeo ponerme peor al llegar la adolescencia. Quizás incluso decida dejarte un par de ranas muertas en tu cama.”

“Ya lo creo” el comandante sonrió, caminando hacia el cuarto de su hijo. Estaba decorado con todas las cosas que un niño pudiera desear, pero Law solía perder el interés en sus juguetes bastante rápido, una cosa que a Sengoku le ponía de los nervios. Lo único que había podido retener su atención hasta el momento era una espada y su gran samoyedo blanco como la nieve que siempre lo acompañaba a la cama. “¿Cuántas veces te he dicho que no dejes subir a ese perro a tu cama?”

“Miles, pero yo te he dicho aún más veces que no seas tan torpe y todavía no lo haces” el pequeñajo saltó de sus brazos, aterrizando a un lado del adormecido canino. “Mañana tengo clases de ciencias, ¿no?”

“¿Aún sigues en tu empeño de ser el médico más joven de la historia?” inquirió el Donquixote, sentándose en una mecedora cerca de la gran cama. “Tienes tiempo de sobra para ser un niño. Lo sabes, ¿no?”

“Jugar es una pérdida de tiempo” declaró el jovencito, dejándose caer contra la almohada. Rocinante volvió a suspirar. Habían veces en las que no entendía a su hijo adoptivo, por más que llevaran años juntos. “Pero oír historias no lo es. ¿Puedes contarme una antes de que pierda la paciencia contando ovejas?”

“Tú jamás cuentas ovejas”

“Porque no funciona”

“Claro que sí, yo las cuento todo el tiempo para poder irme a dormir”

“Y por eso terminas en el piso, conmigo irritable por despertarme a tres de la mañana para curarte y el resto de la casa preguntándose si tu caída ha tenido algún efecto.”

“No te pases” fue hacia el estante, cogiendo uno de los libros para niños que Sengoku le había regalado cuando descubrió que iba a adoptar. “Hazlo y tendrás que escuchar a los tres cerditos por el resto de tu vida.”

“Lo siento, lo siento”

“Bueno, entonces es hora de jugar nuestro habitual ¿Cuántos cuentos puede escuchar Law antes de irse a dormir?” preguntó Rocinante, bromeando. Se sentó de vuelta en su mecedora. “Genial, ¿quieres empezar con la vida y obra de Oppenheimer o prefieres las rimas de la aurora sobre el hielo?”

“No sé, es cómo decidir entre el fin del primer mundo y cómo sobrevivir en los polos de Olympus para tarados” el niño se recostó contra su mano, aburrido. Era algo normal, Law se aburría bastante. “Vamos, puedes hacerlo mucho mejor y lo sabes. Sorpréndeme con algo nuevo.”

“De acuerdo, ¿Qué quieres oír?”

“Pues… ¿Qué tal un intercambio?” preguntó el chiquillo, sonriendo con ese aire sombrío que le ponía los pelos de punta al resto de las personas. “Tú me cuentas la historia de cómo llegó tu familia a este planeta y yo hago lo mismo. La sé muy bien, Lamy y yo solíamos escucharla de papá todas las noches…”

“Muy trillada, ¿no lo crees?”

“La del lado de mi padre no”

“¿Y crees poder recordar algo que escuchaste a los cuatro años?”

“Recuerdo perfectamente todas tus caídas desde los cuatro” afirmó, muy ufano. El marine se le quedó viendo un rato, tratando de tomar una decisión. Sabía que él y Law podían ser padre e hijo legalmente, pero que en historia familiar eran muy diferentes. El lugar donde se conocieron por sí mismo era un indicador de lo distintos que eran en ese rubro.

Donquixote Rocinante venía de una familia acaudalada, tan pudiente desde sus raíces terrestres que fueron capaces de comprar un pasaje para todos sus miembros en la primera nave de escape. Una hazaña para nada fácil de lograr. Esto los liberó de tener que pasar por los procesos de selección del gobierno que sirvieron de filtro para decidir quién vivía y quién moría en el cataclismo final. Law en cambio, venía de un estrato más bajo. Su historia familiar era… complicada. Lo que los llevaba de vuelta al sitio donde se encontraron por primera vez:

Rocinante era todavía un teniente comandante cuando llegó a uno de los sitios afectados por los ataques de los Rubsnik. Fue uno de los primeros momentos donde pudo apreciar la destrucción causada por sus enemigos. Esta vez habían liberado un arma química sobre la indefensa población de Frevance: el plomo ámbar. Miles de vidas se perdían por cantidad, mujeres y niños incluidos. Después de la pelea dio un paseo por los pabellones, tratando de confortar a los enfermos. Entonces lo encontró. Law en ese momento estaba siendo llevado con los cadáveres, apenas consciente, pero aún vivo. Fue Roci quién lo sacó del convoy del incinerador y se dedicó a cuidarlo por más que los médicos le dijeron que no iba a vivir. El chiquillo les probó que estaban equivocados logrando una recuperación completa, algo que nadie más había logrado. Fue en ese momento que Rocinante decidió adoptarlo.

Hubieron reacciones muy diversas a su decisión. Sengoku lo felicitó por su decisión de por fin formar una familia, cosa que hizo a su anciano padre adoptivo llorar de alegría. Los amigos de Sengoku, Garp y Tsuru, le enviaron cosas y regalos para la habitación del niño, además de concejos para padres primerizos que no estuvo muy seguro de querer probar. Sobre todo porque ninguno de ellos tenía un record muy bueno como padre. Doffy fue el que más le sorprendió. Su idiota hermano incluso se tomó la molestia de contactarse con él en línea solamente para burlarse, cosa que no había hecho desde que Homing y Feodora murieron. Fue un lindo gesto, aunque mal recibido.

Bueno, el caso era que esas bombas jamás habrían caído en la capital. Las ciudades grandes como Mariejois y Marine Ford tenían escudos de energía cristalizada que impedirían que cualquier cosa entrara en su espacio aéreo. Frevance, por otra parte, sólo había tenido unos de fuerza básicos. Literalmente estaban indefensos contra el químico.

“¿Y? ¿Vas a contármelo o no?” la voz de Law lo sacó de sus recuerdos, haciendo que se centrara en él. ¿Se lo contaba o no? Conociendo la retorcida mente de Law, seguro que ya sabía que los estatus sociales importaban, incluso en este mundo tan avanzado. “Si no quieres…”

“De acuerdo… seta con patas” añadió, aclarándose la garganta. “Mi familia era… muy rica en la Tierra. Solían vivir en un sitio llamado Mónaco, un lugar paradisiaco al que pocas personas podían acceder… como Mariejois del pasado” su hijo asintió. “Eran asquerosamente ricos, mimados y podían hacer lo que querían…”

“¿Cómo Doffy-ya?”

“Sí, como Doffy” rodó los ojos el Donquixote, recordando a su psicopático hermano. Durante un segundo preguntó dónde diablos estaría el desastre de la moda ambulante en este momento. Seguro que atacando alguna caravana de infortunados olympianos, como el pirata espacial que era. “¿Te molestaría no mencionarlo en este momento? Temo que el plumero rosa decida aparecerse por aquí si lo haces.”

“Jamás entraría a Marine Ford, Cora-san”

“Sabias últimas palabras” cerró los ojos antes de continuar. “Bueno, eran un montón de Doflamingos bien vestidos que se la pasaban embolsándose dinero a montones mientras el mundo se iba a la mierda. Pero por desgracia, recibieron la noticia de que eran simples mortales cuando la guerra se salió completamente de control. La radiación también los iba a matar, así que financiaron el proyecto Salvación a cambio de un boleto de salida.”

“Y… ¿pasó algo más?”

“Nada tan importante como en tu historia” le acarició la cabeza por encima del curioso sombrero de motas que siempre llevaba puesto. El niño odiaba eso, por lo que se cubrió con las manos rápidamente. “Sólo que en medio del viaje al hangar perdieron algunos pasajeros y se vieron obligados a… recibir a algunos polizones en sus filas.”

“¿Polizones?”

“Sí” respondió el mayor, recordando la historia. “Habían muchas personas no seleccionadas intentando salvarse… gente común, con familias. Los ejércitos no pudieron retenerlos a todos cuando las cosas se pusieron mal y algunos lograron entrar a los complejos. Los primeros en hacerlo consiguieron capsulas sobrantes. Y supongo que ya sabes lo que pasó con ellos luego.”

“Um hum” Trafalgar asintió. Los polizones de las naves de los ricos eran considerados poco más que escoria oportunista, y eso sólo porque la escoria de verdad había venido en otras naves. Las naves que los D habían robado y reparado para transportar a los de los barrios pobres.

“Bueno… ¿Cuál es la genial historia que Law tiene para Cora-san?”

“Sí… es la historia de uno de esos polizones” se relamió los labios. Aún tenían el sabor del chocolate caliente que tomó para la cena en ellos, lo que lo calmaba un poco. “Él pertenecía a una familia de la clase baja, estudiaba medicina con una beca y a la hora de la guerra fue reclutado como interno en un hospital cerca de su casa, para atender a las víctimas de las explosiones.”

“¿Entonces era como Law-chan?”

“No, él era mucho más egoísta que yo, porque mantuvo el contacto con un amigo suyo que curiosamente era muy rico. Vivía en una nación muy pequeña de un tremendo lujo…”

“¿Mónaco?” sería muy curioso que la historia familia de ambos comenzara en el mismo punto de Tierra I.

“Quizás, no sé exactamente. En fin, habían crecido juntos y gracias a este contacto pudo obtener la promicina antes que cualquier otro, salvándose del destino de muchos internos” siguió con su narración el pequeño. “Bueno, el caso es que sólo era muy hábil, pero sólo era un estudiante, así que no ganó un lugar en las naves. Angustiado, volvió a recurrir a su amigo y este aceptó ayudarlo a entrar al complejo de polizón”

“¿Y funcionó?”

“Claro que lo hizo, este hombre no sólo era rico, sino muy inteligente. Entre ellos dos podían hacer lo que quisieran” dijo Law, muy altanero. “El caso es que cuando estuvieron dentro recibieron la noticia de que uno de los autobuses había sido alcanzado por la radiación. Familias enteras perdidas… y no podían darse el lujo de desperdiciar cápsulas con cada vida perdida disminuyendo las posibilidades de supervivencia de la especie.”

“Ah, ya entiendo. Él fue una de esas primeras personas que llegaron y ganaron una capsula” Rocinante comentó, recordando su propia historia. Sus ancestros habían estado asqueados de tener que compartir su espacio con unos plebeyos, más después de unos días en su nuevo mundo, reconocieron su utilidad.

“Sí” respondió. “Ya en su nuevo hogar, el chico se dio cuenta de que era uno de los pocos médicos presentes en el nuevo grupo de colonos que llegó a Seanoss” ese era el nombre de su planeta, nombrado por la abundancia de océanos cubriendo su superficie. “Se empeñó en hacerse un nombre como doctor. Se convirtió en el mejor, fundó un hospital… etc. Fin de la historia.”

“Sí, fin de la historia” se levantó, un poco interesado en el cuento. Seguro que era mucho más rico, pero lo que podían contarle a un niño de cuatro años y lo que podía retener seguro le restaba un poco. “Por lo que es hora de que Law-chan y Beppo-chan se vayan a dormir. Buenas noches.”

“Hummm… ¿si te dijera que puse café en ese chocolate caliente me dejarías quedarme despierto?” Roci le dedicó una mirada muy torva, diciéndole que no jugara con él. “Es broma. Hasta mañana.”

“Hasta mañana” se despidió, dando una palmada para apagar el sistema de iluminación del cuarto. El niño fingió dormir hasta que estuvo seguro de que su guardián estaba en piso de abajo, quitándose las sábanas de encima y corriendo hacia la ventana. Abrió los marcos de esta, sintiendo el aire frío de la mañana ingresar en su cuarto, observando las luces que salían de la ciudad capital, Mariejois, vecina de Marine Ford. Cómo odiaba ese sitio. Sabía que no tenía nada por qué quejarse, que llevaba una vida bastante acomodada en comparación con lo que vivían otros en las zonas más pobres, pero… lo odiaba.

Como al resto del gobierno, como al resto de aquellos en la cima que no se interesaban por lo que les pasaba a los más débiles, simplemente por su propio bienestar. Por eso jamás se uniría al cuerpo de marines por más que Cora-san se lo suplicara. Eso nunca. Después de todo, pirata espacial Trafalgar D. Water Law sonaba mejor.

-En otra parte-

“Hummmm… eso estuvo genial” Doflamingo dijo, estirándose en su enorme cama. El cuarto principal de su palacete en Dressrosa solía ser muy caliente en esa época del año, pero esa noche en particular soplaba una agradable brisa marina que lo hacía querer continuar con sus previas actividades nocturnas. “¿Quieres otro round?”

“Creo que nos hemos excedido” comentó Crocodile, empujándolo lejos de él. Doflamingo podía ser muy buen amante, más había límites para eso. Sobre todo porque no quería estar adolorido al día siguiente, con un gran cargamento de cristales shinobianos que robar. “Deberías cuidarte mejor, considerando tu trabajo.”

“Nuestro trabajo. Y ser aliado del Gobierno Mundial tiene sus ventajas, como sabrás” el pelinegro gruñó, volteándose. “Por cierto, ¿alguna vez te has preguntado de dónde vienes?” preguntó de improviso. “No de aquí, sino de Tierra I. Por ejemplo, mis ancestros eran de Mónaco.”

“¿A qué viene eso?” levantó una ceja el de las cicatrices. “Roma, Italia. Solían tener una especie de… mafia o algo así. Con eso consiguieron el suficiente dinero para salir de ahí.”

“Vaya, los míos también” contestó su novio. “Es curioso que nos parezcamos tanto y a la vez seamos tan diferentes” siguió con sus desvaríos el plumero rosa. “Cielos, a veces creo que soy más cercano a ti que a Roci y eso que compartimos sangre” chasqueó la lengua. “Hablando de Roci, según mis fuentes lo ha estado haciendo muy bien. Con el niño, digo.”

“¿Tu hermano? ¿ÉL está criando bien a un niño?” de repente Crocodile estaba interesado. “¿Rocinante? ¿el torpe que no puede caminar diez pasos sin tropezarse con una cascara de banana imaginaria?”

“Sí, ese” respondió Doflamingo, colocándose las gafas de sol para continuar con la conversación. Este gesto molestó un poco a su novio, que se preciaba de ser una de las pocas personas que conocían el color de ojos del malvado Joker. Eran púrpuras, mucho más oscuros que los violeta de Rocinante, casi índigos… extraños. Pero por alguna razón el hombre nunca los exponía delante de nadie por mucho tiempo.

“¿Por qué diablos insistes en usar esas cosas?” le arrebató los lentes con furia. “Una de las características más atractivas que posees son esos ojos, pero te empeñas en esconderlos detrás de unas gafas horrendas.”

“¡Qué malo! Y yo que creía que mi sentido de la moda y personalidad magnética eran las que te atrajeron a mi lado” el pelinegro volvió a gruñir. Los excentricismos de Doflamingo no eran precisamente de su agrado, sólo los toleraba por el hombre. “Ya, de verdad, ¿nunca te he contado la historia de cómo decidí hacerme pirata espacial?”

“No, esa clase de historia para llorar nos las guardamos para nosotros”

“¿Quieres oírla?”

“¿Voy a librarme de las gafas horrendas de alguna manera sin escucharla?”

“Nope” asintió, derrotado. Parece que tendría que tener listos los pañuelos, porque aquí venía la triste historia. “Sucedió cuando era muy pequeño. Mi padre, en su infinita sabiduría, decidió que tomaríamos unas vacaciones fuera de Mariejois. Ahora, esto sería algo sumamente común en verano. Normalmente íbamos a algún lugar precioso, por lo que no opuse mucha resistencia… hasta que me enteré de que el idiota blandengue de mi padre nos reveló que estas vacaciones nos dedicaríamos a llevar ayuda a las zonas más necesitadas por los ataques. Y para que tuviéramos una experiencia más directa. Lo haríamos sin guardias. Supongo que intuyes lo que pasó después.”

“¿Lo que pasa cuando la turba enojada culpa de sus problemas a los que no han sufrido? O a los que acaparan los escudos más fuertes por su… digamos, estatus” el otro asintió. “¿Qué te hicieron?”

“A todos. Nosotros… pasamos un año atrapados en ese sitio, siendo cazados por esas personas que creían que era nuestra culpa que su hogar hubiera sido destruido” suspiró. “Mi madre cayó enferma en ese momento. Mi padre… el quería llamar por ayuda, más sus parientes en Mariejois creían que ya los habíamos humillado lo suficiente con nuestras acciones y no iban a responder. Nos dejaron ahí… solos” se cubrió los ojos con las manos. “Mi mamá se puso muy mal, luego murió… y entonces vino lo peor. Lograron atraparnos y los colgaron de las ventanas de un edificio gubernamental al que prendieron fuego” las gafas temblaron un poco. “Todavía lo recuerdo… los gritos de Roci, los míos, los de papá… el dolor sobre todo.”

“Eso explica por qué a veces te he escuchado gritar en las noches, empapado en sudor” Crocodile informó, causando que un rubor extraño cubriera la cara de su novio. “¿Tomas algo para el estrés post traumático?”

“Nada” respondió, de repente hinchiéndose de orgullo. “Mi medicación es pura fuerza de voluntad y determinación. ¿Sabes por qué? Porque cuando estaba colgado de esa ventana prometí que les haría pagar, que iba a convertirme en su peor pesadilla y recuperar el control de todo.”

“¿Así que decidiste convertirte en pirata espacial por un trauma de infancia?” dijo el otro, para nada impresionado. “¿Y qué tiene que ver con las gafas?”

“Las gafas me sirven para mantener a raya el PTSD. Las compré cuando me hice adulto. Es una forma de diferenciar al Doflamingo adulto y en control del niño indefenso. La visión que tengo en mi color favorito me recuerda que este mundo está en la palma de mi mano.”

“Ajá… ¿de verdad jamás has intentado la terapia? Estoy seguro que te servirán más que unas gafas horribles y el plumero al que llamas abrigo” cerró los ojos de nuevo, pero no pudo conciliar el sueño. “Genial, ya me quitaste las ganas de dormir. Hazte responsable”

“Claro” y los dos reanudaron sus actividades nocturnas.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Es la primera vez que escribo un fanfic de One Piece en mucho tiempo, espero que me haya quedado bien. Bueno, este está ambientado en un futuro donde la raza humana escapó del apocalipsis nuclear. Espero que les haya gustado. Review!!!


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