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El primer aniversario por Nicole Prince

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Notas del fanfic:

N/A: ¡Hola! Bueno, no tengo muy claro de donde ha surgido esto hahaha Pero espero que os guste :) Es la primera vez que escribo sobre esta pareja, así que cualquier comentario o crítica constructiva que me ayude a mejorar será bien recibida :D

Notas del capitulo:

N/A: ¡Hola! Bueno, no tengo muy claro de donde ha surgido esto hahaha Pero espero que os guste :) Es la primera vez que escribo sobre esta pareja, así que cualquier comentario o crítica constructiva que me ayude a mejorar será bien recibida :D

Hace cinco meses que Kuroo Tetsurou y Kenma Kozume son novios. Para ellos, fue toda una sorpresa que sus sentimientos fueran correspondidos por el otro. Para el resto, era algo que hacía años que veían venir, simplemente, les parecía que esos dos habían nacido para estar juntos.


De hecho, en cuatro días van a cumplir los seis meses. Seis meses, medio año, 183 días, 4392 horas. Eso a Kenma le parecía muchísimo. Aunque pensándolo bien, Kuroo y él llevaban prácticamente toda la vida uno al lado del otro ¿qué más daba si como novios o como amigos? Últimamente a él había empezado a importarle. Porque extrañamente, Kenma quiere comprarle un regalo a su novio para celebrarlo, montar algo romántico o algo por el estilo ¿es lo que se suele hacer, no? La verdad es que él no tiene ni idea, es su primera relación y antes de esto nunca le había interesado especialmente eso del “amor”.


Kenma es un chico de estatura media, delgado y con el pelo teñido de rubio. Es considerablemente introvertido y, aunque no tiene muchos amigos, los aprecia y cuida como si fueran las mejores personas del mundo. En cambio, Kuroo es alto y atlético, tiene el pelo negro y facilidad para relacionarse y tratar con la gente. En resumen, no se parecen en nada.


Y esta es una de las razones por las que a Kenma le preocupaba tanto la maldita fecha y el dichoso regalo. Kuroo siempre era el que se preocupaba por él, lo cuidaba, le hacía la comida cuando sus padres no estaban ¡incluso le secaba el pelo cuando Kenma se sentía demasiado vago para hacerlo! En pocas palabras, Kuroo siempre había sido el pilar que sostenía su equilibrio. Cuando estaba con él, su ansiedad disminuía y era capaz de jugar al vóley, de hacer amigos, de vivir ¿entonces por qué él era incapaz de encontrar un regalo? Siempre había sentido que era Kuroo el que más ofrecía a la relación, y eso lo hacía sentir intensamente inferior.


Preocupado, decidió que les preguntaría a sus amigos. La primera persona que le vino a la mente, fue Shouyo Hinata, el bloqueador central del Karasuno. El pelirrojo era una persona muy alegre y social, además, sabía que llevaba ya un tiempo en una relación con ese armador tan siniestro de su equipo. Ansioso por encontrar una respuesta, decidió llamarlo antes de la hora de cenar.


—  ¡¡Ohhhhh!! ¡Hola Kenma! — Gritó Shouyo nada más descolgar el teléfono. — Que raro que llames, tú siempre prefieres los mensajes.


—  Ya… Ve-verás… Es que tengo una pregunta…— Comenzó el otro, no estaba muy seguro de cómo hacer esto. Pensándolo bien, no recordaba ni haberle contado a Hinata algo sobre su relación con Kuroo.


—  ¿Estás bien, Kenma?


—  Sí… Es que llega mi aniversario con Kuro y no sé qué regalarle… Esto es tan molesto… ¿Se te ocurre algo?


—  Oh… ¡¡Pues claro!! — Por un momento el corazón de Kenma se saltó un latido, alegre ¿sería este el regalo que estaba esperando? — ¡¡Una pelota de vóley!! Así podrá practicar en su tiempo libre.


—  No sé…No cr—Pero la respuesta de Kenma fue ahogada por un forcejeo y algún que otro grito desde el otro lado de la línea. Segundos después la línea se perdió.


Kozume se dejó caer de espaldas en su cama ¿una pelota de vóley? No le parecía un regalo muy romántico… ¡Agh! Esto le frustraba. Se suponía que él era quien más conocía a Kuroo, y ya no como novio, sino como mejor amigo ¿por qué de momento parecía que no sabía nada de él? Agobiado y con dolor de cabeza, Kenma decidió que al día siguiente le preguntaría a Yaku, aunque no tenían una gran amistad, parecía alguien maduro. Seguro que él podía ayudarlo.


 


 


Fracaso.


Ese día había sido un absoluto fracaso.


Antes del entrenamiento, le había pedido a Yaku que lo acompañase para hablar. Intentando que no los viese nadie, se habían escondido un poco, mientras disfrutaban de una bebida fría. Sin embargo, en su total inocencia —y estupidez, le gustaba agregar a Kenma— Lev había pensado que Kenma iba a declararse a su pareja, así que los había seguido.


¿El resumen? Al final Kozume no había sacado nada en claro, lo único que el castaño le había dicho, antes de disponerse a golpear a su kohai. es que podría prepararle una de sus comidas favoritas a Kuroo. Que de por si no parecía tan mala idea… Pero la última vez que Kozume intentó cocinar algo para sí mismo la cocina se incendió. Misteriosamente.


Para empeorarlo, por culpa del escándalo que Lev había montado el entrenador los regaño. Y como durante todo el entrenamiento estuvo distraído, al acabar volvió a llevarse un regaño del entrenador. Que problemático todo.


Pero eso no era lo peor. No. Lo peor es que Kenma había llegado a la conclusión que más temía, una que había estado intentando evitar a toda costa… Había llegado el momento de llamar a Bokuto Koutarou. No es que Bokuto fuera mala persona, pero era muy… ruidoso, problemático. Sus personalidades no acababan de congeniar del todo ¿pero quien más sino iba a poder ayudarlo?


Un tono


Dos tonos


Tres tonos


—  ¿Sí? — Una voz calmada y seria se escuchó al otro lado de la línea.


—  ¿B-bokuto-san? —


—  Ah, no, soy Akaashi. Bokuto-san ha vuelto a olvidar su móvil en mi casa. — El cielo volvió a iluminarse para Kenma.


—  ¡Sí! Soy Kenma, Kenma Kozume, del Nekoma. —


—  ¿Puedo ayudarle en algo? — Su relación era prácticamente de sólido apoyo, siempre eran ellos los que tenían que observar a la otra pareja hacer tonterías.


—  Sí, bueno… En unos días es mi aniversario con Kuroo, no tengo ni idea de qué regalarle, ya s-sabes… No se me dan bien estas cosas, y sé que Bokuto-san y Kuro se llevan bien…— A Akaashi las dudas de Kenma le parecieron adorables. Era consciente de que para llamar a Bokuto con ese tipo de preguntas había que reunir una gran paciencia y valentía.


—  Pues… ¿Has pensado en cocinar sus platos favoritos? —


—  Sí… Pero no se me da nada bien cocinar, las cosas suelen prenderse en llamas. — Akaashi recordó la vez que Koutaro intentó cocinar algo para él. No era buena idea, entonces.


—  ¿Tenéis alguna tradición? ¿Algo que hicierais juntos por primera vez? —


—  Hmm… No. Nada tan… de novios, creo. —


—  Ajá… — Llegados a este punto Kenma se sentía un poco mal ¿es que su relación no era normal? — ¡Ya sé! ¿Y fotos? ¿Juegos? Algo que os recuerde a otra época…


—  Bueno… Sí, puede que tenga un par de cosas… ¿tú crees?


—  Estoy seguro de que sea lo que sea, Kuroo-san estará feliz.


—  Gracias. — Afirmo mientras asentía, a pesar de que el otro no podía verlo. — Muchas gracias.


 


 


Tres días después


 


Por quinta vez se arregló la manga de la camisa mientras observaba los cortes en sus dedos. Realmente no era una camisa en el estricto sentido de la palabra, pero bueno, al menos no era una de sus usuales sudaderas. Había hecho su mejor esfuerzo.


En ese momento, estaba en la puerta de su casa esperando a que Kuroo llegara, mientras la gente iba y venía, pasando por su lado sin apenas mirarlo. En sus manos llevaba una bolsa donde había guardado cuidadosamente el regalo para su novio. 


Aparentemente su corazón pretende salir por su garganta, prácticamente podía notar su pulso descontrolado en el pecho.


—  ¡Hola! Siento llegar tarde. Dios. Estás increíble. Eres fantástico. — Y ahí estaba otra vez, Kuroo con total naturalidad y sin proponérselo, conseguía hacerlo enrojecer en tan solo una frase.


—  G-gracias. Tu también, Kuro. —


—  Ven. — Lo cogió Kuroo de la mano, ayudándolo a entrar en el taxi.


—  ¿Dónde vamos? ¿Por qué vamos en taxi? —


—  Ya lo verás~ ¿Qué es eso? — Le preguntó mirando la bolsa, genuinamente sorprendido— ¿Es un regalo para mí?


—  Ya lo verás. — Refunfuñó como respuesta, devolviéndosela a su novio.


El trayecto continuó en agradable silencio, como casi siempre solía ser. Aunque normalmente Kenma se dedicaría a jugar con el móvil o alguna consola que llevase ese día, pero esta vez, como Kuroo no pudo evitar notar, el rubio miraba distraídamente por la ventana sumido en sus pensamientos. Kuroo aprovechó para observarlo detenidamente.


Él siempre se había sentido especial, pero no por ser buen estudiante o por jugar bien al voleibol. Se sintió especial el día en que Kenma lo aceptó en su vida. Él, tan introvertido como era, tomó parte de su tiempo y creó un espacio para él. Y él, Kuroo Tetsurou se enamoró perdidamente de su mejor amigo.


Es cierto que Kenma no solía expresar sus sentimientos o ser extremadamente cariñoso con él. Mucho menos en público. Pero se había dado cuenta como, cada vez que sabía que iría a visitarlo, Kenma se aseguraba que su madre comprase las galletas preferidas de Kuroo. Que siempre que estaban juntos, aunque Kozume se mantuviera jugando con el móvil, siempre bajaba el sonido para poder escucharlo hablar. Era muy consciente de que, de una forma que él consideró disimulada, Kenma había cogido una de sus camisetas y dormía con ella cuando estaban mucho tiempo separados. Y, por supuesto, también sabía que su novio guardaba una caja debajo de su cama donde iba atesorando cosas que recogía en sus citas, tickets, entradas de cine, papel de regalo. Aunque debía admitir que eso lo encontró un día que andaba de chismoso.


Por su parte, Kenma miraba por la ventana, observando la vida nocturna de la ciudad, mientras pensaba en su regalo.


Cuando el taxi paró, antes de pagar al conductor, Kuroo obligó a Kenma a ponerse una venda en los ojos. Asegurándose de que no veía nada, con extremo cuidado lo ayudó a bajar del taxi, empezando un breve recorrido hasta que hizo que se sentara en un lugar fresco y mullido.


—  ¿Kuro? — Musitó Kenma, cuando escuchó el sonido del flash.


—  Ya puedes quitarte la venda, gatito.


—  Dios, Kuro, es precioso. —


Al quitarse la venda, Kenma se dio cuenta de por qué el ambiente estaba tan fresco y olía tan bien. Kuroo lo había llevado hasta un parque enorme que había cerca de su casa. Él estaba sentado en lo que parecía una manta de picnic y a su alrededor, decenas de farolillos iluminaban el lugar creando un ambiente mágico.


—  ¿Te gusta? — Le preguntó acercándose a él. — Bueno, sé que no te sientes a gusto en lugares con mucha gente y que odias los ambientes viciados. Así que pensé que esta sería la opción perfecta, estamos prácticamente solos, no hace ni frio ni calor y el aire es más fresco en esta zona. Al fin y al cabo este es nuestro día, quería que estuvieras feliz.


—  M-me gusta mucho… Gracias. —


La noche transcurrió apacible y no muy diferente a lo que solían vivir. Kuroo hablaba en exceso, Kenma hablaba, pero menos. Kuroo comía por tres e intentaba obligar a su pareja a que comiera más verduras, cosa que este nunca hacía. Pero eran felices así, tan diferentes que entre ellos conseguían el equilibrio perfecto.


—  ¡Toma! —


—  ¿Eh? — Se sorprendió el más mayor que hasta ese momento había estado buscando el postre.


—  Es tu regalo, ábrelo. —


Un poco desconcertado, Kuroo comenzó a abrir el paquete. La verdad es que cuando antes había bromeado sobre el regalo, no pensaba realmente que fuera un regalo, pero su novio una vez más volvía a sorprenderlo.


—  ¿Te gusta? — Murmuró Kenma bajito. Kuroo llevaba varios minutos en silencio, observándolo y Kozume comenzaba a estar nervioso. El regalo, era un álbum hecho a mano donde Kenma había pegado cronológicamente fotos y recuerdos que había recogido desde hacía muchos años.


—  ¿L-l L-lo has hecho tú? —


—  Sí… No está muy bien, no se me dan muy bien estas cosas…


—  Me encanta— Musitó de repente, lanzándose a besar a su novio.


 


Es curioso, la mayor parte de las veces, sobre todo en cuestiones de amor, lo que para nosotros es vulgar o simple, para la otra persona puede significar un mundo.


Kuroo, quien amaba a Kenma más que a nadie, se sintió la persona más afortunada del mundo. Conocía tan bien a Kozume, y sabía que él siempre evitaba hacer regalos, porque le daba miedo no acertar y le producía una ansiedad terrible el qué pensarán de él. También sabía que la mayor parte de esfuerzos le parecían engorrosos. Y por eso, que Kenma se hubiese tomado su tiempo en confeccionar algo tan increíble y lleno de sentimientos solo para él, le ponía la carne de gallina. Pensaba atesorarlos a los dos hasta el final de su vida.


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