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No Moral [YoonMin/NamJin/VHope] por CEternivy

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En medio de un frío día de invierno, donde el reloj cuyo cristal posee gotas de agua debido a la lluvia. Un hombre esbelto, de veintitrés años de edad, se encuentra en medio de una carrera para poder llegar a su residencia para resguardarse del salvaje aguacero. Su cabello rubio junto a su ropa lamentablemente se vieron afectados por las precipitaciones, por no agregar que ahora mismo su piel se encuentra pálida y húmeda debido al frío.

 

No esperaba que violentas ráfagas de viento aparecieran este día que aparentaba ser soleado según el pronóstico del tiempo, tampoco había previsto una brutal lluvia que mojó su ropa por completo, sin piedad alguna. Por ende, su única solución es correr abrazado de la bolsa de papel con la que lleva sus compras.

 

Él corre hasta detenerse a observar un aviso proyectado en las pantallas informativas flotantes de Busan que lograron captar su atención por el juego de colores llamativos. Este resultaba ser un reporte que conmemora el décimo año de desaparición del hijo del ministro de Justicia Kim Jung Hee: un joven que tenía dieciséis años en ese entonces, actualmente debería de tener veintiséis, él posee abultados labios, cabello castaño y un rostro de príncipe que refleja su posición socioeconómica. En la parte inferior hay una franja de texto que dice: «Desaparecido, ha sido visto por última vez el veintisiete de enero cerca de las ocho de la noche del año 2038. Cualquier información relevante de esta persona debe ser enviada a los siguientes contactos». A un lado de sus fotos y breves vídeos e ilustraciones sobre cómo debería ser en la actualidad, se propicia información adicional como su nombre, número de serie, edad y sexo primario y secundario.

 

«Kim Seokjin, número de serie: [A 0317], veintiséis años de edad, omega, masculino».

 

Su historia probablemente es la de un típico niño rico perteneciente a los highclass A0, al igual que el observador llamado JiMin, pero a diferencia de este último, el omega es hijo del ministro coreano. Mientras que JiMin es hijo del linaje Park, una línea de poderosos empresarios alfas.

 

A pesar de la triste noticia que se presenta el dia de hoy: 30 de enero. n las redes sociales no generan ruido respecto a este caso y casos similares. De hecho, la desaparición de Kim Seokjin ha hecho «ruido», por decirlo de alguna manera, en las redes sociales debido a que su padre se ha encargado de incluso contratar detectives privados para buscar al menos una pista que les lleve al paradero de su hijo, aunque dada la cantidad de años que han pasado, es bastante poco probable que encuentren algo.

 

El observador rotulado con la serie [A 0356] y mejor conocido como «Park JiMin» deja escapar un suspiro para luego continuar con su camino en medio de la incesante lluvia. No sin antes quedar con el pesar en su joven corazón por la desesperación que debe de estar sintiendo la familia del desaparecido, ya que es alguien muy sensible en ocasiones aunque intente aparentar que esto no es así. Park cierra sus ojos agotado, mientras escucha la tranquilidad de sus alrededores ese recinto privado donde ni siquiera se asoma un alma que no sea el de la naturaleza conservada en finas cápsulas de cristal a un lado de la vereda de cemento, tales como los árboles, arbustos y camas de flores; luego enfoca su mirada en el suelo, viendo como las gotas impactan contra la superficie para luego reventar y dividirse en otras más pequeñas. Acto seguido, la levanta después de escuchar un quejido en la lejanía, cerca de un charco de sangre que es llevado por el agua hasta el drenaje.

 

El sonido resultaba ser muy grave como para pertenecer a un felino herido. Por lo que camina hasta la vuelta de una de las esquinas de calles secundarias acompañado de la curiosidad tanto propia como la de su lobo por saber qué animal se encontraría. 

 

No obstante, el supuesto animal no posee pelaje, para ser sinceros es casi lampiño a excepción de la zona de la cabeza. Frente a él, hay un ser humano sentado y apoyado en el muro de ladrillos pintados de blanco, con su piel, ropa, además de su cabello rubio mojado a un nivel comparable al de sumergirse a una piscina.

 

JiMin con su sentimiento altruista y la atracción que siente de su lobo hacia aquella persona se acerca de inmediato hacia él usando un paso apresurado y se pregunta a sí mismo:

 

«¿Acaso él está muerto?»

 

A medida que se acerca, la víctima parece no responder ante el sonido de sus pasos, como si estuviese rindiéndose ante el dolor, el frío y la presión baja por balancearse, tal y como lo haría un niño en un juego infantil, entre la vida y la muerte debido a la abundante pérdida de sangre que cae de su hombro izquierdo como si fuese una corriente de un río teñido de rojo, el cual se diluye por el agua de lluvia.

 

Esto hizo considerar la idea de que probablemente esté viendo a un cadáver y la evidencia de un asesinato.

 

JiMin contempla a esta persona en un estado leve de shock apenas su mirada se encontró con la zona del hombro impregnada con el color rojo y aroma metálico. Por lo que activa su comunicador en forma de reloj para llamar a la policía pero antes de marcar el número, ve como el pecho de esa persona se mueve en señal de que aún se mantiene con vida al seguir respirando, aunque demuestra dificultad por obvias razones. No obstante, no deja de ser un motivo de preocupación para JiMin.

Así que es tiempo de actuar rápido antes de que la situación empeore.

 

—¿Puede moverse? —le pregunta JiMin con un tono que rebosa amabilidad mientras le toca el hombro sano en un intento de hacer reaccionar a la víctima— Voy a llamar al hospital ahora mismo, la ayuda viene en camino.

 

En el momento donde Park hace aparecer el holograma de un teclado telefónico que sobresale de su reloj de muñeca por segunda vez, siente como dicho hombre jala de su pantalón en un intento para conseguir un cruce de miradas. Interrumpiendo la acción y haciendo que los ojos de JiMin le observen de manera atenta ante lo que desea comunicar.

 

—No veré una mierda de hospital —le responde de manera grosera, con una su rostro—, prefiero morir aquí, así que lárgate, mocoso.

 

 —No diga eso —comenta JiMin—, voy a ayudarlo.

 

JiMin insiste en llamar a las autoridades correspondientes, sin embargo nuevamente es interrumpido por la terquedad del herido.

 

—No te desgastes —tose—, ellos no me tomaran en serio. La idea de morir no es tan mala.

 

—Va a morir si lo dejo aquí, ¿está seguro de eso?

 

—¿Qué parte de «Me importa un carajo vivir» no entiendes? ¿Acaso te pagan por ser imbécil?

 

Con esas respuestas JiMin supo de inmediato que no había remedio con él, por lo que decide actuar por su propia cuenta para evitar que el herido se enfrente desarmado contra la misteriosa tormenta que se aproxima. Por lo que JiMin da un respiro y con mucho cuidado afirma el brazo del hombre en su hombro para levantarlo en un intento de sacarlo del lugar y resguardarlo, dejando su bolsa de compras en la otra mano libre.

 

—¿Qué mierda haces ahora? —preguntó él.

 

—Definitivamente no va a mejorar si se queda bajo la lluvia —responde JiMin con una inocente risa— ¿Puede caminar?

 

—Sí —afirma—, pero si pudiese defenderme ya te habría golpeado porque me estás secuestrando.

 

Lentamente ambos caminaron hacia el frente, haciendo lo posible por evitar las cámaras de seguridad para evitar un escándalo. Finalmente, llegan a una ostentosa cabaña vacacional que es propiedad de la familia Park que origina por estos lares. Apenas entran, JiMin deja al hombre en el sofá con cuidado, corre a dejar las compras en la mesa de la cocina y se apresura para buscar el botiquín de emergencias y ropa seca para evitar la posible hipotermia a la que se vaya a enfrentar. Una vez termina de reunir los objetos, deja todo a un lado de su inesperado invitado.

 

Aunque suene extraño para JiMin, debemos mencionar que aquel tipo no hizo ningún tipo de forcejeo cuando le quitó la ropa para limpiar la herida, mostrándose realmente dócil en territorio ajeno, denotando que estaba demasiado debilitado como para seguir luchando contra un posible secuestro tal como dijo hace unos minutos. Sin embargo, sufre un espasmo y se queja como acto reflejo después de sentir el ardor del alcohol que desinfecta la zona de la herida abierta. 

 

—¡Ugh! —exclama— ¡Quítame las manos de encima!

 

—¡Lo estoy haciendo por su bien! —contesta JiMin, ganando cierta mirada de odio por parte de la víctima— ¿Puedo saber cómo se lastimó? —le pregunta JiMin, dándole un rápido vistazo y entablando contacto visual sin dejar de presionar la herida con el algodón— Parece ser una herida muy profunda.

 

No obtuvo respuesta, pues el «paciente» se estaba quedando dormido por la comodidad del agradable ambiente, el relajo le obliga a descansar. Como si él viviera en un estado de constante estrés y recién conociera lo que es un spa.

 

—¡No se duerma! —exclama JiMin— Pronto voy a aplicar el gel, por favor no se muera.

 

—No me voy a morir —dice él con un tono somnoliento— déjame dormir, tengo sueño.

 

—Puede dormir cuando esté cicatrizado en vez de asustarme de esa manera —se queja—, no sería gracioso tener un cadáver en mi casa.

 

—No me voy a morir —repite con los ojos cerrados.

 

JiMin, con sus mejillas infladas en forma de puchero, toma un tubo de gel ubicado en el cojín al lado del herido. Cuyo envase posee una etiqueta blanca decorada con cuadros rojos. Entonces, él aplica la loción en la herida directamente con ayuda de una mota algodón para atajar el excedente. Sacando un gemido de dolor por parte de YoonGi, obligándolo a cubrir su boca para no hacer tanto ruido. 

 

—¿Qué mierda es eso? —le preguntó con desconfianza, parece estar a punto de levantarse y atacar tal como un gato callejero— ¿Seguro que el que quiere matarme no eres tú? 

 

—Es gel reconstituyente de tejidos —le responde—, duele un poco por el frío y los nanorobot que están reparando los tejidos dañados.

 

De manera rápida, efectiva y casi milagrosa. El gel genera una costra húmeda protectora sobre la piel, la cual con el paso del tiempo detuvo parte del dolor que sentía.

 

—Es normal que te dé comezón con esto —menciona—, de hecho, es uno de los efectos secundarios, pero no va a durar mucho.

 

—Entiendo —responde, para luego bostezar.

 

Después de unos minutos y tras cabecear en un intento de no bajar la guardia, se dejó vencer por el sueño y el hambre después de unos minutos. Así que, para aprovechar que no tendría que vigilarlo, JiMin empieza a cocinar agregando dos porciones extra: una para él y dos para su invitado. Teniendo cuidado de no hacer ruido con las ollas con tal de no interrumpir la siesta del hombre herido. Mientras corta las verduras, piensa acerca de cómo fue que él llegó hasta las afueras de su residencia, por no agregar que se preguntaba cómo fue que nadie se atrevió a prestar su ayuda a pesar de la herida de gravedad y el estado moribundo en el que se encontraba. De por sí le daba asco la gente que le rodeaba, ahora después de ver que a nadie le importó el bienestar de ese inocente, le provocó escalofríos el nivel de frialdad.

 

Pues, él y JiMin son personas, independientemente de cual sea su origen, raza o serie.

 

Una vez Park dejó todos los ingredientes hirviendo en la olla, esperó hasta cuando bastaban escasos minutos para poder despertar a su invitado y servir la comida preparada. Entonces, decide regresar a la sala para observar la evolución de la herida después de aplicar el gel. Por lo que camina hasta llegar al sofá, encontrándose nuevamente con ese hombre.

 

«Su piel, a pesar de ser blanca y limpia está cubierta de cicatrices» piensa, sin despegar la mirada de él.

 

De la nada recuerda que ni siquiera tiene una idea de cuál puede ser su nombre, así que intenta buscar la serie impresa en su cuello para luego revisar el registro público. Sin embargo, él se durmió en un ángulo el cual sólo puedes ver la letra de su clasificación, la «D». 

 

«Es un underclass» piensa JiMin.

 

Los números de serie se encargan de registrarte en el sistema y darte una identidad que es mostrada para la sociedad y las autoridades según se requiera. Otorgando además una letra que revela tu posición socioeconómica, yendo desde la «A» hasta la «G» y dígitos que marcan el orden de registro. A menor número de registro, tu posición social es mayor. Siendo los pertenecientes al «A-0» el grupo privilegiado.

 

La clasificación cambia o se anula en caso de cometer algún delito o al disminuir parte de tu capital. Así como eres reubicado si tu letra cambia o pueden permitir o prohibir el paso según tu información.

 

Es decir, según la clasificación «D» del joven, se puede inferir que es altamente probable que ni siquiera viva en Busan. De hecho, tal vez pertenezca a Daegu, Gwangju o Mokpo, apodadas también como «Las ciudades de clase baja o underclass».

 

Él intenta mover su cabeza aunque sea un par de centímetros para poder leer el número, no obstante, aquel hombre hizo un rápido movimiento para «contraatacar» después de verse amenazado. Haciendo que ambos cambien de posición al dejar a JiMin boca abajo contra el sofá, imposibilitado para zafarse del agarre debido a que la pierna del hombre rubio está situada en su espalda y su mano está situada en su sedoso cabello rubio.

 

—¿Acaso acostumbras traer extraños a tu casa? —le pregunta, en un tono de reprimenda— ¿Qué clase de intenciones tienes? ¿Acaso quieres venderme?

 

—¡No! —responde JiMin sorprendido— ¡Suéltame! ¡Te ayudé porque no me gustaría verte muriendo en la calle!

 

—¿Siquiera me conoces? —le pregunta— Tú no me debes nada, la gente no ayuda a otros sin querer nada a cambio —sostiene, mientras jala su cabello— ¿Tienes idea de lo peligroso que hubiese sido para ti si yo fuese de esos hombres que les gusta aprovecharse de jóvenes tontos como tú? ¿Tienes un sentido de supervivencia al menos?

 

—¡Sólo quería ayudarte! —se queja JiMin— ¡Nada más!

 

Con esa frase siente como el peso en su espalda desaparece, permitiéndole maniobrar y sentarse en el sofá al lado del hombre. Encontrándose a su invitado sentado a su lado, analizándolo con ojos fijos y sin despegarlos de su cuerpo.

 

—¿Qué fue eso? —le pregunta JiMin irritado— ¡Ya te dije que solo quería ayudarte! —reclama— ¿Es tan difícil entenderlo?

 

Esa persona no aparta su mirada, sino que se mantiene en la misma posición sin responder. Como si estuviese juzgando como un gato arisco.

 

—Como sea —dice finalmente— ¿Qué clase de persona le confía su vida a otra que acaba de conocer hace apenas una hora? Ninguna persona cuerda lo hace, mucho menos un omega como tú. 

 

—Yo no soy un omega —discute JiMin, acariciando su propia cabeza después de esa presión ejercida—. Yo soy un alfa.

 

El hombre luce anonadado, tal vez sorprendido de aquella afirmación e incluso muy dudoso, quedando con la boca abierta en señal de confusión.

 

—¿Estás completamente seguro? —le pregunta para verificar que sus oídos no le hayan fallado.

 

—Claro que sí, es imposible que yo sea un omega —se queja.

 

—¿Tienes los exámenes que certifican tu condición? Y que no sean test de «¿Eres alfa, beta u omega?» en Facebook.

 

Al nombrar la palabra exámen, JiMin parece ponerse nervioso. Tal vez avergonzado después de haberlo escuchado.

 

—Tengo un retraso en mi presentación.

 

El hombre le mira, para luego elevar las comisuras de sus labios y reírse de manera burlesca.

 

—No puedo creer que un tío de veinte-y-tantos años aún no tenga claro su sexo secundario ¿Eres un bebé aún? ¿Cambiaste tus dientes de leche?

 

—¡Claro que no! —se queja JiMin— A muchos les pasa, mi ciclo está atrasado.

 

—Nunca escuché de un caso así

 

—No es mi culpa que mi lobo no desee revelarse —se queja JiMin— pero estoy seguro que tengo que ser alfa.

 

—Eso no significa que no seas omega, significa que eres anormal y que tu lobo no te quiere.

 

—¿Cuál es la obsesión con que yo sea un omega? —le pregunta JiMin— ¿Tienes algún problema si resulto ser un omega?

 

No era de esperarse que JiMin se demuestre hostilidad después del trato de ese alfa malagradecido. Park no puede evitar fruncir el ceño mientras lo mira a los ojos.

 

—¿Estás enojado? —le preguntó— No me afecta si eres un alfa, pero no creo equivocarme. Mis ojos ven a un omega.

 

Él parece rozar el descaro con su lengua afilada, apegado fielmente a un burdo lenguaje. Pero aún así JiMin no tiene aquellas sensaciones que sientes al enfrentarte a alguien con malas intenciones. Todo lo contrario, él siente cierto apego frente a esta persona ¿Interés? ¿Curiosidad? Él lo desconoce, pero no puede negar que este encuentro ha sido algo fuera de lo común.

 

—Ser omega es malo —suelta JiMin, manteniendo una clara sonrisa falsa—, creo prefiero morir antes de ser un omega.

 

JiMin se pregunta así mismo: «¿Por qué habla sobre estas cosas con un tipo que acaba de conocer hace apenas unas horas?», esto carece de sentido. Sintiéndose estúpido por segunda vez en el día, pero aún así iba a contestar todo lo que pregunté solo para no quedar mal parado.

 

El hombre le dedica una mirada confusa por segunda vez.

 

—¿Tiene algo de malo ser omega? —le pregunta—, digo, eres un niño rico. Tienes casi la vida resuelta al ser un ciudadano del grupo «A0». Busca un alfa con dinero y no tendrás que hacer nada más el resto de tu vida.

 

Sólo los middleclass y highclass sin pena carcelaria son considerados como ciudadanos de Corea del Sur. De modo que las opiniones, manifestaciones e incluso ideas de los underclass carezcan de valor alguno, por no agregar que ellos viven en un constante estigma social y político donde incluso tienen prohibido convivir en la misma zona que las clases dichas anteriormente.

 

—Entiendo eso, pero toda mi vida me han adiestrado para presentarme como un alfa. Así que considerar la posibilidad de ser un omega es ¿extraño? Mi padre me dijo que no había posibilidades de que no sea un alfa.

 

YoonGi observó una de las fotografías enmarcadas de uso decorativo en la mesa al frente de ellos, encontrándose a un feliz JiMin al lado de otra chica de cabello rubio.

 

—Dejame adivinar, ¿También tus padres te compraron a tu futura esposa omega? —pregunta él, sujetando el marco de la fotografía entre sus manos— Ustedes no pueden comprar el destino —ríe de manera incrédula—¿Al menos tienes control sobre tu vida? ¿Tienes sueños? Que te obliguen a tener un hijo con una persona que se ve mayor que tú y que además le pagan por estar contigo es un poco triste, ¿no crees?

 

Como era de esperarse, JiMin quedó descompuesto con ese comentario que no reflejaba algo que no sea la verdad. Lo cual le llevó a cambiar el tema de conversación al verse tan acorralado frente a las palabras de YoonGi.

 

—Acabo de recordar que no sé tu nombre, ¿cuál es?

 

—Mi nombre es YoonGi —responde, para luego mostrar parte de su cuello. Revelando la letra «D» de su serie, la cual consiste en un largo número— ¿Te intereso?

 

—¿Por qué no podrías interesarme? —JiMin parece extrañado— No pareces ser mala persona, y eres bastante lindo. 

 

El underclass llamado «YoonGi» le observa por unos momentos como si la pregunta de JiMin fuese demasiado obvia como para siquiera considerar contestar. En ese entonces, los dos se miraron fijamente haciendo un claro contraste entre sus perspectivas del mundo: mientras que JiMin tiene ojos brillantes y esperanzados, YoonGi tiene ojos apagados, quizás muertos.

 

El tiempo se detuvo para ambos por unos momentos, haciendo parecer que incluso podían ver el alma del otro ¿Por qué sienten tanta familiaridad hacia una persona que acaban de conocer? Es extraño, pues YoonGi siente que no es la primera vez que ve a JiMin.

 

«¿Será que nos hemos visto antes?» se preguntó YoonGi a sí mismo, para luego mirar sus manos. 

 

«Lo dudo, no hay manera en que nos hayamos cruzado alguna vez»

 

Los dos finalmente desviaron la mirada, haciendo que el transcurso del tiempo fluya nuevamente con normalidad.

 

—Eres un poco raro —dice YoonGi.

 

—¿Gracias? —responde JiMin con un tono de pregunta después de escuchar aquella observación. Luego recuerda que la olla con comida en la cocina aún continúa en el fuego— Por cierto, preparé el almuerzo.

 

YoonGi por unos momentos pareció quedar extrañado ante esto.

 

—¿En serio? —le pregunta YoonGi, quedando sorprendido por la amabilidad de JiMin.

 

—Sí —le responde, para luego dedicarle una sonrisa tímida—, vamos al comedor.

 

Los dos caminan hacia adelante, uno siguiendo al otro hasta llegar a la susodicha cocina de donde provienen los olores que hicieron que la panza de YoonGi emita ruidos por el hambre, cosa que le avergonzó de sobremanera. Este lugar tiene una apariencia más «amigable» que refinada, al menos eso es según la visión de YoonGi. Sus ojos se centraron en una mesa tipo «barra» que divide el espacio entre cocina y comedor. Cuyas sillas resultan ser «tapetes» de madera.

 

—Siéntate, yo voy a servir los platos.

 

—Claro.

 

En el transcurso donde JiMin sacó platos y vasos, notó una clara incomodidad o tal vez curiosidad por parte de YoonGi. Debido a que analizaba cada uno de los muebles de manera muy atenta, como si estuviese intentando descubrir algún secreto detrás de estos.

 

Por su parte, el underclass no deja de sentir un dèja-vu.

 

[...]

 

Más tarde, a altas horas de la noche en medio de la sala de estar. Solo se escucha en el ambiente la voz del locutor del canal de noticias local que, en este horario, se dedica a repetir los reportes de la mañana. 

 

—¿Estás seguro que quieres dormir en el sofá? —le pregunta JiMin.

 

JiMin está dispuesto a ceder su habitación por el tiempo en el que tardará YoonGi en recuperarse. Sin embargo y a pesar de su insistencia, el invitado se niega a aceptar esa propuesta. 

 

Lo salvó, le cuidó, le da de comer y ahora lo intenta enviar a dormir. Esta escena era demasiado irreal para YoonGi, quien no estaba del todo disgustado.

 

—Sí —respondió él— este sofá es perfecto.

 

YoonGi estaba cubierto con varias mantas abrigadas además de tener el control de la pantalla plana en su poder.

 

—Voy a cerrar las cortinas —avisa JiMin, yéndose a la parte frontal de la cabaña.

 

«Este sofá es más suave que mi cama» piensa YoonGi, quien cierra los ojos con tranquilidad para después descansar después de este día. No obstante, el noticiero presentaba un ambiente serio y turbio si se compara con el espacio entre YoonGi y JiMin.

 

«En últimas noticias —relata—, el criminal Agust D ha sido avistado por autoridades y posteriormente perseguido cerca de las dos de la tarde en el Bloque A-3 de Busan. Donde los policías le perdieron el rastro a pesar de haber afirmado que este sufrió una herida en...»

 

YoonGi rápidamente cambió de canal con el control de la televisión al ver que su rostro apareció en la pantalla, justo cuando JiMin hace aparición. 

 

—¿Te aburriste de ver noticias? —le preguntó JiMin, al parecer no vio la cara del alfa en el noticiero, sino, tal vez hubiese hecho un escándalo.

 

—Algo así —le responde, con nervios.Oh, está bien —le dice—, voy a ir a mi cuarto, si necesitas algo, solo llámame.

 

—Vale. 

 

JiMin se retiró y caminó hasta su cuarto, dejando la puerta entreabierta.

 

«Maldita sea» pensó YoonGi, para luego tumbarse en el sofá. 

 

Había olvidado que las cámaras grabaron ese encuentro con los policías. Por ende, los highclass fueron testigos de cómo este underclass penetró sus barreras de seguridad hasta llegar a uno de los bloques más cercanos de Seúl si es que usa un tren bala. Era cuestión de tiempo antes de que los medios conozcan el rostro de su supuesto «cómplice» y hagan una alerta nacional. Por lo que debía desvincular a JiMin de su persona antes de que lleguen a conjeturas equivocadas, dada la probable naturaleza omega de Park, era altamente probable que ni siquiera le den el beneficio de la duda ante las acusaciones, ya que en este mundo cualquier cosa es más valiosa que la vida de un omega. Por lo que decidió tomar medidas antes de que esto pase, aunque no sea algo muy agradable.

 

Si él lo ayudó, YoonGi tendrá que devolver la mano haciendo lo mismo para saldar su cuenta.

 

Esperó pacientemente a que pasaran las horas, dejando su oreja casi pegada al espacio entre la puerta y el marco de la habitación. Escuchando aquellos ronquidos hasta casi desesperarse, estaba nervioso y se sentía de lo peor por lo que iba a hacer, no podía negarlo.

 

Su reloj marca las dos de la madrugada del sábado treinta y uno de enero, su respiración agitada hace que él cubra su boca antes de ser escuchado.

 

«Me siento como la mierda con solo pensarlo» 

 

YoonGi introduce sus audífonos inalámbricos y busca la señal de la radio de sus perseguidores, bajando el volumen hasta lo dejarlo más o menos a un nivel audible, pero no llamativo. Así que él entra al cuarto y busca en el armario una corbata o alguna tela que le sea de utilidad para la ocasión además de un objeto contundente. Tan pronto encuentra una corbata negra, este camina hacia JiMin y toma las dos manos de éste de manera cuidadosa, intentando moverlo lo menos posible para no despertarlo. Rodeando con la tela las muñecas hasta dejarlas tras su espalda para luego apretar, dejando un firme nudo que difícilmente la víctima podrá romper.

 

En el momento donde YoonGi le da la vuelta a JiMin para dejarlo boca abajo contra la cama, le hace despertar con el sentimiento de desorientación. Haciendo que este, en medio de la confusión, comience a abrir los ojos.

 

—¿YoonGi? —pregunta JiMin— ¿Qué haces?

 

Él intenta mover sus brazos para levantarse, a lo cual resulta en un esfuerzo casi inútil.

 

—¿Qué es esto? —le pregunta.

 

La alteración de JiMin aumenta conforme no logra escuchar la respuesta de YoonGi. Así que con sus habilidades físicas, se voltea hasta hacer contacto visual con el underclass. 

 

YoonGi mantiene una mirada seria, manteniendo en alto un trozo de madera que arrancó de la mesa tipo «barra» de la cocina. Estaba a punto de golpear a JiMin, quien simplemente quedó petrificado después de esa escena. 

 

—¿YoonGi…?

 

Mirarlo a los ojos en ese momento es complejo, aunque no era la primera vez que intentaba apagar una vida, su lobo se siente inquieto con la idea de tener que matar a JiMin para que no llegue a revelar información de su paradero ni nada parecido.

 

«No puedo matarlo, mi lobo no quiere hacerlo.»

 

El tiempo es oro y él lo sabe muy bien. No puede tomarse un tiempo para pensar en si hacerlo o no, pues esto es «ahora o nunca».

 

Su lado alfa se rehúsa a ejecutarlo, pero su mente está dispuesta a hacerlo. Presentando una dualidad en su decisión en el momento menos oportuno.

 

—Hemos registrado que Park JiMin está encubriendo al underclass Agust D en su cabaña ubicada en el bloque dos de Busan.

 

—Enviaré a la patrulla quince y diecisiete a la zona, mientras que catorce, tres y diez van a bloquear las zonas aledañas.

 

¡Mierda! Debe de actuar rápido.

 

—Si quieres matarme, hazlo —pronuncia JiMin.

 

Esa frase deja a YoonGi perplejo, para luego observar al joven de sexo desconocido de manera atenta.

 

—Haz lo que tú creas mejor, tú mismo lo dijiste, yo me lo busqué por no tener un sentido del peligro.

 

Después de estas palabras, YoonGi tomó aire para luego volver a empuñar el arma.

 

Antes de que la escena pase a tonalidades negras, tal y como lo haría una televisión vieja al apagarse desde la perspectiva de JiMin. Él pudo leer las siguientes palabras pronunciadas por los finos labios del alfa.

 

«Lo siento» 

 

[...]

 

—Estamos llegando a la residencia —escucha YoonGi por medio de sus auriculares.

 

—Pido permiso para efectuar detención a sospechosos.

 

—Concedido —menciona la voz del aparente comandante.

 

YoonGi empezó a correr fuera del cuarto, justo cuando las fuerzas policiales rompen la puerta y entrar con sus armas intimidantes.

 

Él coge una de las chaquetas de cuero de JiMin colgadas en el perchero con los policías tocando sus talones. Para luego aprovecharse de su tamaño y poder salir de la ventana sin problemas.

 

—¡El objetivo está escapando! —anuncia uno de ellos— vamos a iniciar una persecución.

 

Cuando menos de lo esperaban, el underclass ya se había fusionado con la oscuridad. Aunque su lobo se mantenga aun inquieto después de haber dejado noqueado a ese «omega».

 

 


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