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Hinospito cambio. por Junsuhiroishiwata

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La sangre salía vacilante, como si estuviera redimida a no salir de su escondite. El acre sabor, le dejaba unas rotundas náuseas al castaño. Que, con una mano sobre la boca. Trató de retrasar lo inevitable. Pero era más claro que el agua, que aquella afluente continuaría por un largo rato.
Era horrible, y se sentía aún mucho peor. Pero era el estúpido precio que tenía que pagar. Por haber ocultado todo desde un inicio. Tenía a quiénes contar, persona que de una u otra forma. Jamás en la vida le verian con cara escrupulosa. Nadie le tacharia de alguien raro, pero aún con eso en mente. En ningún momento, se atrevió a decirles a sus contrarios que algo raro le pasaba cada cierto lapso de tiempo. Incluso ahora que tenía un breve segundo de descanso, podía asegurar que aquel ciclo comenzó a perturbarse cuando descubrió de quién se trataba.

—No estás bien clint. — La voz preocupada de su acompañante retumbó sobre sus oídos. Como si cada sílaba pronunciada, le provocará un leve desbalance sobre su ahora aflijido cuerpo. Que muy por cierto, no era el suyo. Ya que la estatura le rebasaba al que siempre había tenido la mayor parte de su vida.

—A-asi es nat— apenas si pudo susurrar una milésima de segundo. Cuando una segunda arcada comenzó a picarle con tenacidad la garganta. La sangre seguía subiendo sobre la laringe. Pero no podía detenerla, no podía. Por qué ni siquiera era el cuerpo que le correspondía.

—R-Rapidoo. A, una pañuelo. — ambas manos, aún sobre su rostro. Hicieron un poco de presión, para así; tratar de retener solo un poco más el fluido rojizo que amenaza con abandonar su cansado cuerpo.

La chica, por su muy contrario. Aún atónita por el espectáculo que su "camarada" hacía. La dejó titubeante ante que hacer. Pero respondió adecuadamente. Estiro una mano, hasta por fin tuvo a la mano un trapo, no era lo que el otro quería. Pero si le serviría.

—Ven. No puedes tu solo con eso. — Se acercó, para extender la tela sobre la extensión de su mejilla. El otro sin embargo, seguía con ambas manos cubriéndole la cara. Estaba redimido a sufrir por cada uno de sus errores. No tenía ni tiempo o siquiera opciones. Pero se dejo hacer cuando sintió la calidez de la mano adversa.

"Maldito estúpido" se dijo aquello como reproche por la enfermedad que ahora empezaba a fluir por sus venas. Era como veneno que ahora le hervía, y salía como fuente por sus vías respiratorias.

Dejando aquello atrás, se preguntarán a que tanto se debe este alboroto ¿verdad? Bueno, ahora mismo vemos la parte intermedia de una larga serie de sucesos que cambiaron el rumbo del mundo. Y, no es por ensalzar esta historia. Si no por que, como en todo transcurso. Hay ciertas cosas que hacen que el destino se desvíe tan solo una minúscula fracción. Que todo puede redigirse, incluso. Si es que todo concuerda, puede que el caos reine. O que la bondad gobierne.

Así pues, un día. Justo en verano; un rubio aún adormilado. Bostezo aún con la pereza que el día anterior le cargo con un sueño muy pesado. Era como sí, aquel día en específico. Todo le diera vueltas. ¿Pero, por qué? No lo sabía, pero se levantó lentamente y con precaución. Por sí, aún con nublosos recuerdos. Hubiera dentro de su estómago una amarga combinación de bebidas energizantes y alcohólicas.
—Que largo estuvo el día de ayer— se dijo con pesar, mientras acicalaba su cabellera. Que, ahora parecía tener un poco más de volumen y longitud. «Mi cabello, parece haber crecido» en su rostro, una mueca de confusión se dibujo imprescindiblemente. Pero lo dejo pasar, al menos durante el rato, en el que sus pensamientos por fin se pusieron en orden. Y le dejaron caminar hacía el espejo de su baño.

—Uhm, que día. Anoche vino kate un rato. Sí, hasta se llevo a lucky con ella— repasó lo poco que recordaba. Mientras parpadeaba cuando notó lo extraño que ahora mismo se veía. Era imposible que fuera verdad, y aún con esa afirmación en mente. Tocó su rostro una y otra vez para asegurar lo que su ahora ojos venían con demasiada sorpresa.

—¡QUE ES ESTO!— Un grito resonó por todo el conjunto del pequeño departamento que tenía en brooklyn. Y su vecino de arriba. Dio una gran sancada. Para así, hacerle un llamado de atención para que este mismo dejará de hacer tanto ruido.

—Guarde más silencio por favor—

—¿Ah!? Si, perdón. — su voz. Entre un millón de emisiones, salió de forma discordante. Dejando a su vecino escasamente convencido. Pero si contento de recibir una respuesta ante su reclamo.

Clint, quién estaba consternado por lo que pasaba. Dio un traspié mientras buscaba una forma de acallar sus dudas. Las que, una a una. Le hicieron sentir desorientado, e inclusive perdido.
—No, no puede ser. No soy yo. O si lo soy— lo último, lleno de duda. Saliendo de forma altisonante.

El cabello castaño, muy a lo contrario del ávido color rubio que toda su vida lo caracterizó. Ahora mismo caía un poco desorganizado por su escarparosa frente de luchador. Una que ahora parecía aún más dura de la normalidad.

—En definitiva esto no me pertenece — tocando nuevamente. Se deciso de las dudas que le nublaban.

"Cabello castaño ralo, ojos azules cristalinos." dio repaso mental al tocar por tercera ocasión la melena desordenada. —Quién será tan guapo. — clint resoplo, antes de darse cuenta que era el mismo ante el día anterior. Nada más que, su conformación era distinta. Y pese a eso, no le fue muy desagradable. Podría acostumbrarse, lo difícil serían convencer a sus demás por lo que pasaba.

—Bien, vamos a dar un paseo — muy animado dio un sutil pasito en su piso de caoba. El cuál parecía relucir, en pro a su poca paciencia haciendo el aseo continuamente.

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