«¿Y cómo fue tu primer beso?»
Una sola pregunta que causaba alboroto en naciones enteras, fuera la edad que fuera, sin importar la cultura o condición. Esa simple pregunta calaba en lo profundo del alma de cualquier individuo que haya tenido su más bonita relación o su más grande y horrible experiencia.
A veces era una combinación extraña entre ambas.
Fue en una mañana de abril, de esas raras donde hay un cielo despejado y poco después hay una ligera brisa húmeda que advierte que de algún lado el cielo derrama lágrimas. Nada extraño en una ciudad invadida por las consecuencias del cambio climático. Lo malo de esas épocas era que no se podía tener confianza alguna en el putero calor.
—¡La ropa!
El mexicano salió cual cohete maldiciendo a la madre imaginaria del sol, y ni siquiera le importó la lógica, porque no iba a permitir que sus preciadas prendas se humedecieran y que después tuvieran ese extraño olor entre moho y jabón dulzón.
—Chingada madre.
Arrojó lo que pudo dentro de una de las habitaciones antes de ir por la segunda tanta de ropa, tratando de que sus dedos se multiplicaran para así poder agarrar todo más rápido, aunque obviamente fue irracional de su parte. Y qué más daba si al menos lograba salvar su outfit para la reunión del siguiente día.
¿Y qué tenía que ver eso con su primer beso con cierto vato de rojo y blanco?
Canadá había sido invitado a quedarse en la casa del mexicano por unos días para divertirse juntos, cosa con segunda intención porque en realidad el tricolor estaba interesado en pasar de jotear a algo más… serio, y checar si esa tensión sexual —que él percibía—, pasaría a valer la pena. Como sea. Se había olvidado que Canadá llegaría por esas horas a su casa.
—¿México?
—¡Híjole!
Hasta el alma se le fue del cuerpo al escuchar esa voz tan cerca de sí. Su primera reacción fue saltar para alejarse, pero poco después entendió que no debería estar preocupándose por recoger su ropa para que no se humedeciera, sino en darle la bienvenida a su invitado.
¡Pero andaba en fachas!
En pijama todavía, en chanclas, con un montón de ropa en los brazos y…
«Me lleva la chingada»
Soltó una risita antes de lanzar la ropa sobre su cabeza intentando que sus brazos quedaran libres para verse menos raro, pero no midió bien su fuerza y algunas de las prendas volaron hacia adelante por una leve brisa. México vio en cámara lenta como la ropa cayó encima del chico de gorro de mapache cubriéndole el rostro y lo que se pudo.
Lo peor era la prenda que estaba sobre el rostro de Canadá —porque la mala suerte se juntó como una mala broma—, esa cosa era uno de sus bóxers, el que los dedos del canadiense intentaban separar de su cara. México entró en pánico, se acercó para quitarle eso antes de que se revelara lo que era, pero en medio de su forcejeo tiró con demasiada fuerza llevándose el sombrero con él. Todo causó una serie de murmullos dados en dos idiomas, un forcejeo entre separar la tela del gorro y un tropezón que no fue caída.
—Mexique!
Fue como en las ocasiones en las que te resbalas en la ducha e intentas agarrarte del chorro de agua para no darte un putazo, pero en vez del chorro, México se sostuvo de la camisa del canadiense que se lanzó en su ayuda para no dejarlo caer. El peso extra, la mala ubicación, TODO, jugó en su contra y ambos cayeron al suelo.
Lo siguiente que sus ojos pudieron apreciar fueron los iris ajenos muy cerca de los suyos, eso mientras sentía cierto calorcito agradable sobre sus labios, y un sabor entremezclado entre lo dulce y algo agrio. El contacto no duró mucho, fue solo un momento hasta que ambos se dieran cuenta de lo que pasó y se sonrojaran cual lucecita de navidad en nochebuena.
—¡Désolé! —Canadá se espantó al ver una leve mancha de sangre en el labio del mexicano y la limpió con su pulgar.
—Pues yo no lo siento tanto —sonrió de lado antes de agarrar la camisa ajena y acercarlo para de nuevo darle un beso, uno real y no sólo uno accidental.
Fue desastroso, pero le sacó provecho, porque ya no se aguantó las pinches ganas de sabrosearse a ese canadiense. Y de ahí las cosas sólo mejoraron más y más.