Mi día a día contigo y tú conmigo
Resumen: La vida en pareja puede ser de los más hermosa y tranquila cuando se ven esporádicamente y más aún cuando se toman el tiempo de conocerse a través de los días un poco más. ¿Cómo será ahora que han decidido vivir juntos? Eso será lo que ellos tendrán poco a poco ir aprendiendo para complementarse aún más.
I. Amistades
Desde el momento en que lo vio caminando a un lado de su pequeño hermano menor, supo que ese jovencito tenía una gran luz que lo atraía y cegaba irremediablemente, que a pesar de ser seis años mayor que él, se propuso el conocerlo más a sus recién cumplidos 15 años se edad.
Sasuke y Naruto eran y aún en la actualidad, personas inseparables, creando un lazo que difícilmente podía ser confundido, mismo que causó en él, Uchiha Itachi, un severo problema y mal entendido en todo su camino de conquista hacia el joven rubio.
Ahora, ya después de esperar a que Naruto Uzumaki cumpliera los 15 años para empezar a cortejarlo, otro para que aceptara ser su pareja, después tres años de noviazgo y empezando una vida a vivir juntos, en aquel pequeño apartamento que ambos con sus ahorros pudieron adquirir, había algo con lo que todavía no podía lidiar al cien por ciento con su pareja y esa razón era algo tan simple como sus amistades.
Naruto era alguien alegre, hiperactivo, honesto y con un noble corazón, mismo que hacía que las personas se sintieran atraídas a tan extravagante personalidad, además de la determinación y el alto sentido de la justicia que poseía el rubio.
Y no es que él no tuviera amistades, al contrario, a pesar de ser considerado una persona reservada, fría y ególatra, tenía a sus fieles y extrañas amistades, porque a pesar de ser mejores amigos, sabía que su círculo social distaba mucho a ser normal.
Soltando un suspiro, volvió a mirar el reloj de pared que se encontraba en medio de la sala, verificando que estaba a punto de marcar la media noche. El móvil lo tenía justamente a un lado, por si a su imprudente pareja le apetecía regresarle las más de treinta llamadas que le hubo realizado al ver que no llegaba a la hora de siempre después de sus estudios. Parándose de la incómoda silla de madera, Itachi fue rumbo al estante en donde tenían la carpeta de todos los números telefónicos de los conocidos de ambos.
Una vez con la carpeta en mano y el número al que estaba seguro le contestarían, se permitió soltar otro suspiro, porque sabía que volvería a escuchar los quejidos y reproches que le lanzaría Naruto por la aparentemente falta se confianza que le tenía a él y a sus amigos, mientras que él trataba calmadamente de expresarse su preocupación y un poco sobre su inmadurez.
Antes de empezar a marcar los números en el celular, el estruendoso abrir de la puerta principal, hizo que se pusiera de pie y en alerta.
— ¡Buenas noches, Uchiha! — con una sonrisa torpe, y un notable arrastre de palabras, un chico pelirrojo se recargaba con dificultad en la puerta, mientras que con su brazo derecho trataba de sostener entre sus hombros a Naruto.
— Hola, Gaara — sin mostrar emoción, ni moverse de su sitio, Itachi solo se dedicaba a observar a las cuatro personas que estaban más que amontonados en la entrada.
— Aquí, como entrega especial, te dejamos a tu princesa, ja ja — torpemente y con risa entrecortada se burlaba Kiba, sin dejar de sostenerse en los hombros del también alcoholizado rubio.
— Yo no soy ninguna princesa — hipó Naruto, mientras veía con el ceño fruncido al castaño — si de princesas hablamos, mi Itachi lo parece más con ese largo y sedoso cabello y sus largas y risadas pestañas — expresó, mientras una boba sonrisa y un más notable rubor en sus mejillas se hacía presente.
— Ja ja ja — rio Sasuke, mientras torpemente se abría paso entre las amistades de su mejor amigo y se acercaba a su hermano mayor — aún no entiendo como es que no eres tú el pasivo — lo señaló para después botarse de la risa, mientras Kiba le acompañaba.
Al parecer esa fiesta con alcohol se había ido de las manos, ya que su huraño y amargado hermanito menor, estaba más risueño como nunca. Frunciendo el ceño y jalando con poco consideración a su pareja hasta resguardarla entre sus brazos, corrió a las dos personas que estaban aún parados en la puerta, tambaleándose.
— Creo que entiendo la razón del porqué Itachi no quiere que estamos con Naruto — medito Gaara, mientras caminaba apoyándose ahora hombro a hombro con Kiba — porque si se molestó al vernos a nosotros llegar así y eso que éramos los más cuerdos de todos, por excepción de Sasuke — soltó apenas una risita — ahora imagínate si hubiera vista al resto.
Kiba solo rio ruidosamente mostrando estar de acuerdo, sin dejar de caminar a la avenida para tomar ambos un taxi.
Itachi llevó a Naruto a su habitación, quitándole las prendas más pesadas y los zapatos, para consiguiente ir a la sala y escuchar con infinita paciencia a su hermano que rememoraba todo el tiempo que pasaron juntos hasta que al final cayó en un profundo sueño.
Con un fuerte dolor se cabeza, además se la luminiscencia que entraba por la ventana y lastimaba sus sensibles ojos, Naruto se despertó y levantándose con pereza tomó aquel vaso de agua con las pastillas que sabía su pareja había dejado ahí para él.
— Así que, me dirás ¿qué tan complicado era decirme que ibas a estar con tus amigos toda la noche? — con voz sumamente grave y tan incómodamente tranquila cuestionó el pelinegro mientras una pequeña y nada amigable sonrisa formaba sus labios.
Naruto sudó frío y tragándose con dificultad aquellas pastillas, se estaba preparando para el sermón que seguramente le iba a dar sobre su seguridad y las decisiones que en su mayoría erróneamente tomaba por la influencia de sus amigos, y solo por esta vez estuvo de acuerdo con su pareja porque no quería verlo en verdad molesto.
Por otro lado, debía agradecer que su mejor amigo estaba más que perdido en el mundo de los sueños, porque se perdió el espectáculo de ver como era reprendido como niño pequeño.