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Mi corazón es tuyo por HIkari Aome Nikoru

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Notas del fanfic:

Los personajes no me perteneces. Pero la idea y trama es completamente mía.

Notas del capitulo:

Espero les guste

A Masato le encantaba su compañero de cuarto. Desde la punta del cabello hasta la punta del pie; todo era perfecto para el peliazul.

Desde que sonaba el reloj despertador y Ren abría los ojos, la rutina que tenía el más alto para prepararse para otro día de escuela, se le hacía la visión más encantadora para el estudiante de la clase A.

 

A pesar de que siempre le reclamaba a Ren que dormía “desnudo”, aunque solo era porque no usaba nada en la parte superior, internamente se deleitaba con la visión de ver la piel que, para él, se le hacía perfecta; pasearse, semidesnudo, en la rutina que tenía el pelinaranja desde que se levantaba de la cama hasta que ingresaba al cuarto de baño para tomar una ducha rápida, salir con una toalla enredada en la cintura y con otra más pequeña frotándose el cabello para secarlo. ¡Se le hacía jodidamente sexy!

 

Lógicamente todas estas acciones Masato las veía con total discreción sin que Ren se diera cuenta. Nunca se saludaban, ni se daban los buenos días. Eran como dos perfectos desconocidos, dos mundos distintos que moraban en esa habitación.

A Masato se le había hecho costumbre levantarse unos minutos antes de que la alarma de Ren sonata, y así poder contemplar el tranquilo dormir que tenía la persona dueña de sus sentimientos.

 

¿Que si era un acosador? Probablemente; pero no le importaba mientras pudiera tener al saxofonista cerca y grabar en su memoria todos los pequeños detalles que para otros pasaban inadvertidos, pero para el más pequeño se le hacían completamente adorables. Desde los suspiros que daba antes de poder levantarse de la cama, la sonrisa relajada que tenía al salir de la ducha, los movimientos que hacía para acomodar su cabello, la forma en como anudaba la corbata del uniforme.

 

Como todas las mañanas y luego de que Ren abandonará la habitación, Masato se terminaba de arreglar para salir a sus clases. Sin antes, pasar por la clase de Jinguji y de reojo mirarlo una última vez en aquella mañana.

Sin embargo, esa mañana, particularmente, parecía que iba a ser diferente. Justamente al pasar por la clase S, el pelinaranja noto como éste, prácticamente estaba sobre una muchacha de cabello rubio. La sonrisa del más alto era de completa coquetería hacia la muchacha, y está no se quedaba atrás. A pesar de estar en un salón de clase, la muchacha tenía sus manos enredadas en el cuello del menor de los Jinguji.

 

Masato, a pesar de estar acostumbrado a la personalidad galante de su compañero, generalmente las muchachas a las que el coqueteaba, se sonrojaban; pero no reaccionaban en respuesta a su galantería. Eso era lo que siempre ocurría. Pero esta vez la joven también estaba participando de ese juego. Y lógicamente en los ojos de Ren, había un brillo diferente.

A paso rápido se alejó del lugar antes de que alguien notará su presencia, y se dirigió hasta su clase. Al llegar se derrumbó en su silla. Rápidamente Otoya se acercó a preguntarle si estaba bien, lo había visto llegar con la mirada gacha y ensombrecida.

 

-          ¿Ocurre algo malo verdad? – consulto tomando asiento en el pupitre delantero.

-          Nada de lo que preocuparse – Respondió, tratando de sonar lo más calmado posible, pero sentía algo en su interior que le quemaba.

-          A que no saben que acabo de ver en la clase S – llegó Natsuki interrumpiendo a los dos compañeros

-          *Por favor que no sea de él* - Pensó el peliazul

-          Ren estaba besando a una muchacha - *Mierda*

-          ¡¿Qué?! ¿estás seguro? ¿No solo estaban abrazados?  – se levantó asombrado el pelirrojo

-          Acabo de verlo con mis propios ojos – Respondió el rubio – Y créanme que no fui el único, Syo y Tokiya también lo vieron. No sé si los otros de la clase se dieron cuenta, pero definitivamente estaban besándose.

-          Oh…

 

Eso fue lo último que escucho Masato de la conversación. Esto estaba mal. Esa muchacha era diferente a todas las que habían sido “victimas” de la coquetería de Ren. Ella si había respondido ante las acciones del mayor. *¿Será su novia?... Pero no he oído absolutamente nada de ella, de hecho, es la primera vez que noto la presencia de ella en ese salón* Los pensamientos de Hijirikawa viajan de un lado de su mente al otro. Estaba tan confundido como dolido.

 

A causa del suceso en la mañana, Masato pasó ausente de todo. En clases no se había molestado ni siquiera en cambiar las páginas de los libros, y en la hora del receso, había sido prácticamente arrastrado por Otoya y Natsuki. Lo poco que pudo responder ante la evidente preocupación del resto del equipo fue que casi no había dormido y que estaba preocupado por una materia. Lo que sorprendió a unos, y no convenció a otros. Sin embargo, nadie tuvo el suficiente valor como para cuestionar el verdadero motivo de su actual estado.

 

Una vez terminada las clases, se dirigió a su dormitorio. Generalmente iba a la biblioteca para hacer tarea allí, ya que desde el ventanal podía ver a Ren que como todas las tardes disfrutaba recostado o conversando o practicando en el jardín que daba justo a la parte trasera de la biblioteca.

Era un jardín hermoso, para él, el más lindo del colegio. Tenía muchos rosales de distintos colores, así como árboles no tan frondosos pero que daban buena sombra. Además, el lugar en el que siempre pasaba Ren, daba directo al ventanal del segundo piso de la biblioteca, donde se podía ver perfectamente el jardín, pero que desde el jardín no se podía visualizar bien hacia dentro del ventanal; por lo Masato podía contemplarlo sin miedo a ser descubierto.

Tenía la sensación que, si iba la biblioteca, efectivamente vería a Ren, pero esta vez no lo vería solo.

 

Al caminar por el pasillo que daba hasta la habitación, escucho como risas a lo lejos; sin embargo, no les dio importancia y siguió avanzando hasta llegar a la puerta. Iba a introducir la llave para abrirla, pero nuevamente escucho risas, y esta vez venían del interior de la habitación.

Un poco nervioso, giró el pomo y con mucho cuidado abrió un poco la puerta, solo lo suficiente para poder ver por el entreabierto quien estaba dentro de la habitación.

Sus ojos se abrieron como platos, su mano se dirigió a su boca para acallar el quejido de sorpresa que soltó, ante la escena que se podía apreciar en el interior. Junguji sentado en el filo de su cama completamente desnudo de la cintura para arriba; con la muchacha rubia de la mañana sentada sobre sus piernas solo con ropa interior. El pelinaranja estaba con los ojos cerrados y con su boca, recorriendo desde el cuello de la rubia y bajando por sus senos, besaba la piel expuesta de la joven.

Un cúmulo de lágrimas se alojaron en sus ojos, pero no pudo escapar. Se quedó estático observando como las manos de Ren se paseaban sensualmente desde las piernas hasta la espalda de la muchacha, lugar donde al llegar la caricia la muchacha soltó un equipo gemido. Eso hizo que Masato saliera del shock en el que se encontraba. Rápidamente cerró la puerta, golpeándola algo fuerte, como exteriorizado lo dolido que estaba. Al percatarse que probablemente se hayan dado cuenta del golpe, corrió lo más rápido que sus piernas se lo permitían y solo se detuvo una vez que se sintió seguro, alejado y solo. Se dejó derrumbar en el pasto bajo un enorme árbol. No sabía exactamente en qué parte del campus se encontraba. Pero por la distancia que había corrido supuso que estaba en alguna parte del bosque trasero de la Academia. Al menos estaba seguro que nadie lo encontraría en ese lugar. No muchos estudiantes iban a ese lugar.

 

Lloró amargamente. Nunca en su vida le había dolido tanto alguna circunstancia. Ni siquiera cuando algún familiar fallecía. Sentía que estaba muerto, pero no sabía si era su corazón, su cerebro, o su ser. Lo único que sabía era quería llorar, llorar hasta secarse completamente.

 

3 horas después y un poco más tranquilo, se decidió volver. Ya hacía bastante frio, y por lo que notaba ya era bastante tarde; la luz del día se iba apagando poco a poco. No quería regresar todavía, pero no traía abrigo y tenía pendiente hacer su tarea. Por lo que desganado emprendió el camino de vuelta.

 

25 minutos aproximadamente le tomo en retornar hasta el edificio de dormitorios. Había corrido bastante. Mientras subía las escaleras al tercer piso, una duda rodó a sus pensamientos. *¿Y si todavía están en la habitación?* Ante esto, se detuvo a medio graderío. Con Ren no podía hacer nada, era su habitación también, pero no sabía si la muchacha ya había salido. Al recordar la escena, nuevamente las emociones se le subían a la cabeza, pero esta vez era ira y coraje. Si se ponía a analizar bien la situación, había sido una falta de respeto al espacio que compartían en esa habitación. Si Ren no tuviera compañero, pues no importaba que llevara a alguien; bueno, sí le importaba, pero ahora sentía que habían violado una parte importante de él. Con aquellos pensamientos reanudó su marcha nuevamente a la habitación y dispuesto, de ser el caso, de botar a patadas a la rubia.

 

Con toda la terminación posible abrió la puerta y con una cara seria contempló el interior esperando encontrar a la pareja en algún tipo de situación en la que pudiera el reaccionar y poder liberar todo el aire y el coraje que tenía acumulado. Sin embargo, lo único con lo que se encontró fue al pelinaranja acostado en su cama con un libro en la mano.

Ante el repentino portazo Jinguji se sorprendió un poco. Dejó el libro sobre las cocinas y dirigió su mirada al responsable de tan violenta acción. Pudo percatarse de la extraña actitud que tenía Masato al ingresar a la habitación sin quitarle la mirada. Se sentía juzgado. Jamás lo había visto de esa manera.

-          ¿Sucede algo? – se atrevió a preguntar el más alto.

-          Nada – a pesar de que quería reclamarle la falta de respeto que había tenido y que amenazarlo con delatarlo, prefirió callar.

Jinguji como si nada se levantó de su lugar y se dirigió al peliazul. Sin ningún tipo de permiso o restricción acercó su mano y la colocó en la frente del más bajo.

-          No parece que tuvieras fiebre – mencionó con una sonrisa

Masato no entendía qué pasaba, y como si fuera de algo completamente asqueroso empujó la mano de Ren – ¡¡No me toques!!

El mayor de los dos estaba sorprendido. Era verdad que a Masato no le gustaba el contacto físico, pero no creyó que iba a reaccionar como si él fuera alguna especie de cosa sucia para empujar su mano con tanto desdén como lo había hecho.

Ante la incómoda situación el menor se encerró en el baño para lavarse la cara y enfriarse un poco, pero tardó más de lo necesario ya que al salir, su compañero estaba profundamente dormido.

Con cuidado, se acercó hasta él y con profunda tristeza le susurró: Voy a olvidarte Ren.

 

 

 

A la mañana siguiente, el pelinaranja despertó al escuchar su alarma. Al abrir los ojos se percató que la habitación estaba muy silenciosa. Giró su rostro esperando encontrar al peliazul aún dormido, pero grande fue su sorpresa al no hallarlo y que en su lugar su cama se encontrará completamente arreglada. Lo buscó con la mirada en la habitación, pero tampoco lo encontró y al notar que la luz del cuarto de baño estaba apagada solo pudo concluir que el menor había salido antes de que él despertará.

Mentiría si dijera que no se le hizo extraño. Generalmente él era quien ocupaba el baño primero mientras el otro organizaba su parte de la habitación y después cambiaban lugares. Un pacto silencioso pero que habían acordado.

 

Aún con la duda, se levantó a checar si el reloj no marcaba muy tarde. También había la posibilidad que la ausencia del peliazul se debía a que él se había quedado dormido y ya era demasiado tarde para ir a clase. Pero no. El reloj marcaba la hora correcta. Se dirigió al baño y tomó su ducha rápida como de costumbre. Luego se vistió y salió rumbo a clases.

En la puerta lo esperaba la muchacha rubia. Sonrió al recordar la tarde de ayer y el agradable momento que habían tenido. Al acercase a ella, prácticamente la recibió entre sus brazos y un par de labios se pegaron a los de él.

-          Buenos días gatito – saludo ella al cortar el beso

-          Buenos días mi lady – contestó galantemente

-           

Ingresaron al salón y tomaron sus respectivos asientos, a los pocos segundos ingresó el profesor.

Con el transcurso de las horas, Junguji se sentía extraño. Hacia bastante había dejado de responder los mensajitos que la rubia le mandaba por papelitos, recordando la calurosa tarde que habían pasado. Se distrajo mirando a la ventana, como si afuera estuviera sucediendo el suceso más impresionante el mundo.

 

-          Jinguji, pon atención! – No sabía exactamente en qué momento el profesor había llegado hasta su lugar para gritarle de esa manera.

-          Lo siento – dijo él retornando su mirada hacia el rostro del profesor

-          ¿Te parece más importante tu pequeño chat escrito, que el tema tratado en clase? – pregunto el profesor quitándole la nota que había estado en el escritorio.

Fue un tonto al no guardar el papel después de haber ignorado el último mensaje que había recibido de la rubia.

-          Sr. Junguji, sígame por favor – dijo el maestro luego de leer las notas.

Esta vez, estaba muerto.

 

El recorrido hacia la oficina del director fue silencioso. Ren maquinaba en su cabeza una mentira creíble para “explicar” el contenido de la carta. Por regla general estaba prohibido las relaciones amorosas entre estudiantes, y ahora que en aquella carta detallaba un encuentro como el que había tenido con la rubia, pues sabía que tenía que ser una excusa muy, pero muy creíble.

Su profesor golpeó 3 veces la puerta. – Adelante – respondieron desde el interior. Al ingresar el director los recibía con la mirada atenta. Al ver a Ren, entrecerró sus ojos. De todas formas, no era la primera vez que pasaba por esa oficina.

-          Estudiante Jinguji, que honor tenerlo a los 3 meses por estos rumbos. – comento “casual” el director. – ¿Y bien, que es esta vez?

-          Señor Director… este es el motivo – entrego a la máxima autoridad el pequeño trozo de papel.

-           

-           … -

-          Señor Director puedo explicarlo Seño Señor Director puedo explicarlo. – se apresuró a decir el pelinaranja

-          No necesito No necesito explicaciones Sr. Jinguji. Esta “carta” las explica muy bien. ¿De dónde la saco profesor? – cuestionó el director.

-          La confisque del propio escritorio del alumno Jinguji, señor. –respondió el maestro

-          ¿Dónde está la jovencita coautora de este papel? – preguntó nuevamente

-          Lo siento señor, no sé quién es la muchacha que responde. – un poco avergonzado

-          Y bien Ren. Nos dirás quién es, ¿verdad?  – ahora su atención se dirigía al estudiante.

-          No es necesario señor. Esa conversación es una mentira. Era un juego que manteníamos con una chica del salón. Realmente no hicimos nada, en ningún momento. – su estrategia era negarlo todo, y mantenerse firme.

-          La¿Me esas diciendo que esto es solo una vulgar mentira? Esa no me la creo. ¿Quién es la otra persona? – molesto por la actitud del joven respondió.

-          NoSeñor no le miento. Ayer en la tarde no estuve con ninguna muchacha en mi habitación. – trató de excusarse sonando lo más convincente – Se perfectamente que tenemos prohibido mantener algún tipo de relación amorosa con otra persona, y más aún tener algún tipo de encuentro sexual

-          Pues para no haber hecho nada, aquí detallan una situación bastante real para ser fantasiosa.

-          Era solo un juego, le juro que no hicimos nada – respondió más nervioso – La única persona que estuvo ahí fue Hijirikawa, mi compañero de habitación. Estuvimos juntos toda la tarde. – Lo que había dicho lo tenía como último recurso, si sabían que había estado con su compañero, pues lo más probable era que lo mandaran a llamar para confirmar lo dicho por Ren. De todas maneras, Masato había llegado bastante tarde y no lo había visto con nadie, por lo que aceptaría haber estado en la habitación y lo encubriría. A pesar de que no hablaban mucho jamás había pasado algo malo entre ellos, por lo que le suplicaría con la mirada que lo encubriera y después lo recompensaría con cualquier cosa. Estaba confiado.

-          Señor, pues sugiero que, si el señor Jinguji dice la verdad, entonces llamemos al Sr. Hijirikawa – muy bien el plan salió perfecto.

-          Estoy de acuerdo

 

 

Masato estaba confundido, nunca lo habían llamado a Dirección, y estaba nervioso. Pensaba que había hecho mal el haber ingresado al bosque en la tarde de ayer. Se imaginaba que lo habían descubierto, aunque él no recordaba haber oído o leído alguna regla sobre la prohibición de ingresar a ese bosque.

 

Antes de ingresar a la oficina tocó 3 veces.

-          Adelante

-          Señor Director me mandaron a llamar – respondió nervioso al ingresar a la habitación – ¿Acaso hice algo malo?

-          No, usted no. Pero el Sr. Junguji tal vez si – recién en ese momento se percató que Ren estaba en la misma habitación. Cuando sus miradas se encontraron, Ren le suplico con la mirada que lo ayudara. Mirada de perro abandonado, o al menos así lo sintió Masato.

-          No entiendo Señor – respondió bastante más confundido

-          Señor Hijirikawa usted fue llamado aquí para confirmar que la información que dio el Señor Jinguji sea afirmativa – dijo el Director mientras se levantaba de su asiento y se acercaba al joven con papel en mano.

-          ¿Yo? – preguntó - ¿Y cómo podría hacerlo? Jinguji y yo no somos más que compañeros de habitación.

-          Exacto, por eso nos va a ayudar a confirmar que el señor Jinguji no llevó a ninguna joven estudiante a su habitación ayer por la tarde. – sentenció el Director.

 

Sus ojos se abrieron de par en par. No sabía cómo, pero el Director se había enterado. La mirada de Masato viajó a los ojos de Ren. No lo había dudado, en esa habitación había pasado algo más que solo besos y caricias.

-          Responda Señor Hijirikawa, ¿estuvo usted ayer en la tarde con el Señor Jinguji? – cuestionó firme el Director.

 

Nuevamente la mirada de Masato se posó en los ojos de Ren, pero esta vez con furia, aunque no lo demostraba. Ahora lo entendía, Ren lo había usado para tratar de encubrir su travesura de ayer; a él, un estudiante modelo, que lógicamente jamás había tenido problemas en la escuela y que los profesores lo apreciaban bastante. Era lógico que le iban a creer aún si decía que Ren estuvo metido en el cuarto sentado su escritorio, estudiando como siempre y que además había dominado el inglés, español y latín en una sola tarde y con tiempo de sobra como para investigar sobre las posibles curas contra el cáncer. Claro que le creerían.

 

Pero esta vez no, no sería así. Estaba demasiado adolorido por lo que había presenciado ayer por la tarde y molesto por tratarse de usarlo como cuartada.

-          No señor. Está equivocado – respondió con la mirada aún fija en su compañero. Ren se relajó, estaba convencido que Masato había captado su mensaje.

 

-          Yo NO estuve ayer por la tarde, en la habitación, con el Señor Jinguji…

 

 

 

 

CONTINUARÁ....

 

 

 

 

 

Notas finales:

Si les gustó haganmelo saber con un review. 

 

En estos dias subiré la siguiente parte


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