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Inesperado por aries_orion

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Llevaba despertando cada tanto, apenas lograba dormir un poco en toda la noche y justo al alba logro dormir de corrido. No entendía a su cuerpo, pues llevaba días con cierta incomodidad en el estómago y algunos músculos. Por momentos, tenía fuertes dolores de cabeza que la bombilla más tenue le parecía el mismo sol.


Afortunadamente era su propio jefe y por ende, podía disponer de su tiempo como le placiera.


El resto del día se la pasó en la cama, acomodándose cada tanto en sólo dos posiciones, sobre su costado derecho e izquierdo, sólo así no sentía traer una piedra en el estómago. Apenas comió y bebió, sin embargo, la segunda noche no pudo más, el dolor era tal que se doblaba como invertebrado sobre la cama.


Con ayuda de su vecino, quien fue a pedirle permiso para calentar el biberón de su bebé pues se había quedado sin gas, logró llegar al hospital. Los doctores le hicieron pruebas de todo tipo. Él apenas podía comprender lo que trataban de decirle y a duras penas les dio el consentimiento para las pruebas que querían realizar.


Yendo por el pasillo hacia un escáner cayó desmayado del dolor tan agudo en su estómago.


Cuando despertó, Midorima estaba a su lado revisando las máquinas.


–Ey.


–¿Cómo te sientes?


–Quiero vomitar el estómago. –Aomine trato de acomodarse mejor sobre la cama, pero apenas trato de hacer esfuerzo el rayo de dolor le regresó a su posición. –Mierda.


–No hagas eso, vas a lastimarte.


–¿Qué putas sucedió?


–Aomine, ¿mantienes relaciones con un hombre siendo el pasivo?


El moreno le observó con los ojos completamente abiertos junto con sonrojo en todo su rostro hasta las orejas.


–N-no, no.


–Fingiré que te creo, pero escucha atentamente.


Daiki prestó atención lo mejor que pudo, sin embargo, todo lo escuchado tuvo que ser repetido varias veces junto con la demostración de pruebas, pues aquello era simplemente imposible. Era surrealista e inverosímil. Él sólo pensó era alguna infección o incluso un virus, después de todo le dolía la espalda baja.


–¿Has comprendido? –El moreno asintió. –Vas a quedarte aquí un par de días, en base a los resultados te diremos si estarás más días o te doy de alta.


Volvió asentir a lo dicho.


–Aomine, deberías llamar a tu pareja o familia.


El moreno negó, por su pareja es que su familia le había retirado el habla y su pareja se encontraba de viaje, retornaría en un par de meses.


–Es… estaré bien, no te preocupes.


Midorima sólo suspiro, le dio una pequeña sonrisa y salió. Daiki tenía mucho que procesar.


Los siguientes días para Aomine fue todo dadaísta. Trabajaba desde la comodidad del sofá, suelo o cama, caminaba lo justo y comía porque sus vecinos terminaron enterándose de lo que le sucedió, pues se quedaron con él toda su estadía en el hospital. Ichigo, la esposa de Grimmjow, era la encargada de cocinar para todos mientras su bebé dormía o jugaba con alguno de ellos.


Agradece que alguien estuviera al pendiente de él, pues a veces se metía tanto en su trabajo que olvidaba comer a sus horas, quien terminaba recordárselo era su propio estómago acompañado de los ojos y la cabeza.


–¡Eres una maldita cabeza hueca, sal de mi cocina, remedo de animal!


–También te amo fresa.


–Atiende a tu hijo y a Dana-chan, mal agradecido.


Grimmjow se acercó a él en la mesa con el bebé entre sus brazos.


–Ya escuchaste a la fresa, ¿quieres algo?


Aomine sonríe negando, tenía hambre, pero no las ganas para comer sentado sobre una superficie dura. Aunque si se levantaba temía que sus piernas no le sostuvieran. Sin decir palabra, Grimmjow dejó al bebé en el portabebés sobre la barra, alejo la computadora y tomó al moreno entre sus brazos, este le observó sorprendió.


–Ya lidie con esto y tú estás a nada de comenzar a llorar, si tú lloras, él llora y luego la fresa me va a golpear.


–Gracias.


Su vecino le dejó sobre la cama, él se acurrucó lo mejor que pudo, Ichigo entró después con unas bandejas llenas de bowls con comida y luego Grimmjow con el portabebés que ya llevaba a un niño más que dormido. Comieron entre risas, discusiones y películas. Por desgracia ambos hombres cayeron dormidos, entre sus sueños quedaron abrazados, Grimmjow protegiendo al moreno. Ichigo aprovechando la confianza y el silencio tomo una ducha, después de eso lavaría el desastre en la cocina, por desgracia, no contó con la sorpresa del arribo de la pareja de su amigo.


–¡¿Pero qué putas significa esto Aomine Daiki?!


Ichigo suspiró, y ella pensando que su pareja era escandalosa.


 


*


Cuando Aomine regreso de su sueño, se encontró cambiado y muy bien arropado bajo las mantas. Suspiró con deleite, se sentía tan bien que no quería ni moverse. Sin embargo, una pequeña opresión tras su espalda le hizo espabilar. Giro sobre su eje, encontrando a Kagami, su pareja, aferrado a él.


Le acarició con cuidado el rostro, pues el pelirrojo se encontraba dormido.


–Como vuelva a encontrarte en la cama con otro, voy a matarte Daiki.


–Ahí va el romanticismo. –Le beso la nariz. –¿Cuándo llegaste?


–Hace unas horas.


El moreno no necesitaba toda la información, con lo dicho se podía hacer una idea, pues Grimmjow y él habían hecho tan buena química que se consideraban hermanos. Él hombre le daba esa sensación de protección y confianza que una vez tuvo con sus hermanos mayores. Se sentía a gusto con él. Además, no lo podían culpar, Taiga viajaba tanto a causa del negocio de su familia que no se atrevía a pedirle se quedara con él.


–No sabía que te llevabas tan bien con los vecinos.


–Les ayudo con su bebé. –Hizo el amago de levantarse, pero fue detenido siendo empujado de nuevo a la cama, Taiga se subió sobre él. –¿Qué?


–¿Te he dicho lo hermosos que eres?


–No.


–¿No? Entonces, ¿tampoco te he dicho cuánto te amo?


–No.


–Cuenta todas las estrellas del universo y…


–Agrega una más. –Terminó Daiki.


Ambos hombres rieron, Taiga comenzó a repartir pequeños besos, chupetones y lamidas por su cuello y clavículas. Sin darse cuenta, Daiki ya estaba siendo desnudado, Taiga entre sus piernas y el universo se abría para ellos. Sudados, sonrisas y respiraciones agitadas, se observaban.


–Eres un tonto.


–Amas a este tonto doncel.


Taiga le observo directo a los ojos buscando broma o burla en sus palabras.


–Si es una de tus tretas, te voy a…


–Ninguno de los dos miente Taiga.


Nuevamente Taiga le observaba, ahora con cierto desconcierto. Aomine tomó una de sus manos llevándola a su estómago. El pelirrojo miraba de su estómago a su mirada, gritando todo aquello que su voz se negaba a reproducir. Daiki no necesito decir nada más para recibir una lluvia de besos y mimos, sobre todo en su estómago. Taiga sonreía mientras dejaba besos en su nariz, el moreno le sostenía porque de vez en cuando este ejercía un poco de fuerza sobre él.


–Tu sonrisa es tan bonita, Daiki.


En respuesta, Aomine río. Su pareja era un tonto tierno.


Quien iba a decir que un simple dolor terminaría siendo dos noticias tamaño bomba nuclear.


 


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