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Porque en la adversidad, todavía puedo amarte. por Madam Septal

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Notas del fanfic:

Hola, esta es mi primera vez en el mundo Yaoi y les dejo mi primer fic titulado ''Porque en la adversidad, todavía puedo amarte'', diriguido al al anime Dragon Ball Z, siendo una de mis caricaturas favoritas, demostrando mi admiracion hacia nuestro serio y sensual Príncipe Vegeta, y a Kakaroto como si linda pareja. 

Espero que esta historia sea de su agrado y que disfruten leyendola así como yo disfrute escribiendola. 

Saludos cordiales.

 

Madam Septal~

Simplemente magnífico, una obra de arte, decía para sí mismo Kakaroto Son, observando desde lo lejos el espléndido Palacio Real, situado sobre un enorme acantilado y montañas, ubicada a las orillas de una albufera de aguas verdes en donde se podía divisar una pequeña aldea. El Palacio consistía en diversas edificaciones separadas en sectores con una torre que conectaba desde el suelo hasta la parte superior. Al ser un guerrero de clase baja, como la mayoría lo definía, solo tenía permitido observar el Palacio desde una distancia no inferior a novecientos metros, y solo podía hacerlo desde la rama de un árbol, dándose una sobredosis de manzanas verdes que Kakaroto arrancaba del mismo, arrojando los inocentes corazones al suelo y quedarse allí hasta el atardecer o hasta que algún soldado del Rey notase su presencia y lo alejara por la fuerza.

A pesar de sus apenas 18 años, Kakaroto no conocía los rostros Reales, ni siquiera por fotografía o por mero chisme, parecía ilógico que siendo habitante del Planeta Vegita no supiera quienes gobernaban, pero eso no era culpa suya. Él no era culpable de que la Realeza no gustara de los clase baja y que no les permitieran entrar al Palacio o de mantener cierto contacto con la corte Real. Y siendo sinceros, eso a Kakaroto no le importaba, mientras pudiera mantener su físico y aumentar su poder entrenando y cumpliendo misiones por un poco de dinero, ya era totalmente feliz. Él era el hijo de Bardock, y hermano menor de Raditz, quienes también eran discriminados por ser guerreros de clase baja, pero el patriarca de la familia Son era un buen amigo y conocido del Rey Vegeta, el cual cuando éste no se encontraba haciendo misiones a otros Planetas, se disponía a ayudar al Rey con los nuevos guerreros, entrenándolos y asesorándolos. A los demás miembros de la corte no les agradaba mucho la idea de que un guerrero inferior ingrese al Palacio, pero simplemente bastaba con un grito fuerte y unas amenazas rotundas hacia ellos como para que les hiciera cambiar de opinión. Pero por más que Bardock conociera personalmente al Rey, eso no significaba que el resto de la familia Son tuviera contactos con la Realeza, no era apropiado involucrar a otros en algo que solo les concernía a dos personas.

Bajo de un salto del enorme árbol, ya había estado allí el suficiente tiempo hasta el cansancio y ya era tiempo de volver a casa. Con su armadura color amarillo sin hombreras y pantalones al cuerpo color negro, atravesaba el bosque con una enorme tranquilidad, pero siempre atento ante cualquier amenaza que se le presentara de sorpresa, listo para iniciar cualquier batalla si era necesario. Mientras iba caminando, y estando a pocos metros de salir del bosque, sintió una presencia que desde hace rato lo estaba siguiendo, pero el Son trato de parecer lo más distraído posible, solo para saber que se traía aquel desconocido Ki y de que sería capaz; sus ojos se movían de izquierda a derecha, sin mover su cabeza para no alertar al enemigo, siguiendo los movimientos de aquel sujeto que permanecía oculto entre las copas de los árboles. Con una capacidad auditiva aguda, escucho como el sujeto apoyaba sus pies sobre la rama de uno de los árboles, haciendo que varías hojas cayeran al suelo por el repentino peso, lo que Kakaroto aprovecho la oportunidad para lanzarle una ráfaga de energía al desconocido, lo cual éste anticipando su ataque rápidamente dio un salto, esquivándolo y  la ráfaga fuera dirigida hacia la rama donde anteriormente estaba depositado, cayendo la misma al suelo totalmente chamusqueada. El misterioso enemigo aterrizo sobre el suelo, justo frente a Kakaroto, lo cual el Son lo analizo de pies a cabeza; era la raza más extraña que jamás haya visto, no era un Saiyajin, tampoco un Nameku, ni siquiera alguien que proviniera del Planeta Yardrat.

 

-¿Quién eres? –pregunto con tono de inseguro, observando al enemigo quien poseía una extraña piel color azul, y su cabeza tenía la forma de una pelota alargada, pero se sorprendió al notar que tenía puesto la misma armadura con la que se caracterizaba a los Saiyajin.

-¡Vaya, un Saiyajin! –el misterioso hombre hablo con una voz tan chillona que Kakaroto tuvo que cerrar un ojo para así mitigar el repentino dolor que inundo sus oídos. –Es la primera vez que veo uno desde tan cerca. –dijo irónicamente mirando a Kakaroto de pies a cabeza sin ningún tipo de consideración, cruzándose de brazos y apoyando todo su cuerpo sobre el trono de un árbol grueso.

-Deja de jugar y responde a que vienes. –estaba harto de las burlas de aquel sujeto y no iba a dudar ni un segundo en asesinarlo.

-Mi nombre es Watress, la razón por la cual estoy aquí es confidencial y no puedes saberla. –de un momento a otro, Kakaroto dio un certero golpe en la mandíbula al sujeto, ya se cansó de sus juegos y sus misteriosas intensiones por la cual estaba en su planeta, pero estaría dispuesto a sacarle información a cualquier costo, no importaba si tenía que llegar  a la tortura para lograr su cometido.

 

El sujeto cayó al suelo como un costal de papas, pero eso no impidió que se defendiera en cuanto vio como Kakaroto apareció frente a él y comenzó a lanzar golpes contundentes directo a su cráneo. Watress movía la cabeza de lado a lado, esquivando esas poderosas armas que iban impactadas al suelo y dejaban grandes hoyos en el mismo muy cerca de su cabeza. El rostro de Kakaroto se ilumino de repente, un siguiente golpe iba a impactar nuevamente pero se detuvo en la mitad, vio como los ojos de ese sujeto se comenzaban a iluminar hasta que unas poderosas ráfagas color verde salieron de los mismos, haciéndolo volar varios metros lejos de su cuerpo y adentrándolo hasta lo más profundo del bosque. Solo atinó a escuchar como el cuerpo de Kakaroto se estrellaba contra un árbol y como este se rompía a la mitad.

 

-Wow, pensé que los Saiyajins eran razas poderosas que podrían dar al menos una buena batalla, pero me equivoque. –decía mientras se levantaba del suelo y sacudía su armadura, quitándole el polvo que poseía. –Será muy fácil hacer mi trabajo. –desde el centro del bosque, se vio una luz que cada vez se hacía más grande, ese poder era distinto a la anterior ráfaga de energía que el Son le lanzo en primer lugar, ese ataque se sentía que tenía más poder y más energía.

-¡Kamehameha! –se escuchó y una repentina ráfaga iba directo hacia él. Watress la esquivo con facilidad de un salto, burlándose de la debilidad de aquel Saiyan desde los aires, pero nuevamente se asustó al notar que Kakaroto apareció de repente detrás de él y sin poder reaccionar a tiempo, el Son con un certero golpe en la nuca con las dos manos lo hizo estrellarse ruidosamente contra el suelo, quedando el cuerpo dentro de un enorme agujero que se formó por el impacto. Iba a ponerse de pie, eso no había sido nada, pero nuevamente el mismo ataque de antes iba a toda velocidad hacía él, quedando expuesto a ese Ki que le quemaba la piel y hacia estragos todo su cuerpo. El lugar se vio inundado de humo y pedazos de tierra que salían disparados por todas partes. El sujeto, totalmente chamusqueado y con heridas graves en su piel, además de tener heridas abiertas, su cuerpo le dolía y su cabeza daba vueltas, trato de levantarse con las fuerzas que le quedaban, no iba a permitir que un mono lo derrotara. Un pie fue estrellado bruscamente contra su pecho, lo que le hizo volver al suelo. –Te lo preguntare una vez más, ¿A qué vienes a este planeta? –ante la terquedad del sujeto, quien solo se reía de Kakaroto, el Son arrugo el entrecejo y apretó aún más el pecho de Watress con su pie hasta llegar a escuchar como sus costillas se rompían, viéndolo escupir sangre como certificación. -¡Habla!

-Ustedes…no son más que…una raza débil y patética. –decía entre risas, su pecho dolía producto de las múltiples fracturas en sus costillas y le costaba respirar, ya sabía que su hora había llegado, por ende estaba diciendo sus últimas palabras antes de que Kakaroto tomara su vida. –Tu planeta…no sobrevivirá a mi invasión. Y tus líderes, serán asesinados por mi señor.

-¿Invasión? ¿Líderes? –Kakaroto le miraba confundido, el sujeto solo se rio más fuerte ante tal incredulidad.

-Tu planeta ya tiene los días contados, Saiyajin, al igual que la vida de tus Príncipes. Es solo cuestión de tiempo… hasta que alguien más venga y realice el trabajo que yo no hice. Descubrirán que fui asesinado y entonces vendrán, mataran a todo ser viviente que se interponga en nuestro objetivo a los Príncipes. –Kakaroto veía como ese sujeto se carcajeaba, pesé al dolor aun le quedaban fuerzas para burlarse de él, de su raza…de su final. De un pisotón poderoso, atravesó la caja torácica de Watress, dando como resultado un suspiro ahogado, seguido de un leve grito y una apertura de ojos casi descomunal, algo de sangre fue salpicada hasta aterrizar en la mejilla de Kakaroto, matando al sujeto al instante en cuanto sus ojos se volvieron blancos y carentes de vida. Kakaroto sacó su pie de ese agujero lleno de huesos rotos y pulmones aplastados, su pie estaba bañado de su sangre, pero eso no se comparaba con la noticia que se acabó de enterar: en poco tiempo su planeta iba a ser destruido por unos seres que desconocía, y peor aún, ¡los Príncipes serían asesinados!.

-Tengo…tengo que avisarle al Rey. –y envuelto en una gran aura blanca, tomó vuelo a toda velocidad, de regreso al Palacio. Dejando el cuerpo inerte allí, ya se encargaran los gusanos de desaparecerlo.

 

… …

 

-¡Padre! –el mencionado, quien estaba distraído indicando algunos consejos de batalla a unos jóvenes Saiyajines quienes lo escuchaban atentamente, volteó su cabeza ante tal grito familiar. Su hijo, el menor para ser específicos, infiltrándose bruscamente a la Sala de entrenamientos del Rey, siendo interceptado en el camino por dos guardias, quienes forcejeaban para que Kakaroto no avanzara más de lo debido. Bardock hizo una señal a los chicos, signo de que más tarde continuarían con la charla, haciendo una pequeña reverencia para luego alejarse de allí. Bardock camino hacia los guardias, quienes ya estaban a un paso de sacar a Kakaroto del lugar.

-Déjenlo, es mi hijo. –los guardias al escuchar eso, lentamente lo soltaron y se alejaron levemente del Son menor. Bardock se dio media vuelta y comenzó a caminar, Kakaroto lo vio como un signo de que lo siguiera e inmediatamente empujo a los guardias y camino detrás de su padre. -¿Qué haces aquí, Kakaroto? Sabes muy bien que no tienes permitido estar en un lugar como este.

-Padre, esto es importante, necesitamos hablar con el Rey de inmediato. –decía mientras veía como algunos jóvenes entrenaban en un área de pelea, combatiendo entre ellos, otros practicando con bolsas y otros en salas de simulación, entrenando con algunos Saibaiman.

-El Rey no se encuentra disponible en estos momentos, además, dudo que quiera hablar contigo.

-¡El planeta y los Príncipes fueron amenazados de muerte! –grito ocasionando que los presentes detuvieran sus actividades y voltearan a mirarlo. Bardock también lo hizo, pero de una forma sorprendida y casi aterradora ante semejante grito de su hijo. Lo tomo por uno de sus hombros, alejándolo del gentío y hablando en voz baja una vez que ya se encontraban lejos de los oídos ajenos.

-¿Qué acabas de decir?

-Un sujeto extraño me ataco en el bosque, dijo que…-no pudo terminar la oración, porque accidentalmente alguien lo empujo mientras iba pasando por ahí. Y como esa acción no vino seguida de una disculpa, Kakaroto exhalo aire con fuerza para expresar su frustración y se giró hacia el sujeto que lo empujo. -…descuida, seguramente no me viste. –dijo a modo de sarcasmo.

-Lo siento. –dijo pesadamente el hombre, sin voltearse a ver al Son quien estaba hecho un mar de ira ante tal mala educación.

-¿Así que esa es tu forma de disculparte? –dijo volteándose completamente su cuerpo hasta quedar frente al hombre que todavía le estaba dando la espalda. -¿Qué tal un verdadero ‘’Lo siento’’? –dijo desafiantemente.

-Perdón. –dijo finalmente dándose la vuelta ya harto de la insistencia ajena, exhibiendo su rostro sudado y lleno de marcas de rasguños. El cabello en punta de color negro y la camisa de entrenamiento totalmente empapada.

-Kakaroto, creo que deberías callarte. –insistió Bardock detrás de su hijo algo aterrado, intentando haciéndole entrar en razón de que guardara silencio, ya que no estaba enterado de la persona a quien le estaba hablando de una manera tan descarada y poco respetuosa. Pero como siempre, su hijo no tuvo intensiones de escucharlo, continuando con sus provocaciones.

-¿Eso es lo mejor que puedes hacer? ¡Ven aquí y ofréceme unas verdaderas disculpas! –todo el mundo presente dejo de hacer sus actividades al escuchar tales gritos y temblar de miedo al ver como un chico de cabellos negros y despeinados, desconocido ante cualquiera, se estaba plantando frente al Príncipe Vegeta, obviamente este no tenía idea de quien era, pero no le importaba en lo absoluto.

-Insecto insolente, lo único que voy a ofrecerte es que sientas el peor dolor que se haya inventado. –dijo acercándose a pasos apresurados hacia Kakaroto, con intensiones poco probables de dialogar o de ofrecerle sus tan necesitadas disculpas por empujarlo.

-Pues no creo que hagas mucho con esa altura, enano. –la diferencia de estatura era verdaderamente considerable, Vegeta a pesar de ser un chico de 18 años, su altura llegaba exactamente hasta el pecho del Son. Todos los presentes se pusieron pálidos ante el insulto impuesto hacia el Príncipe, todos guardaron silencio y mirándose entre ellos comenzaban a decidir si era buena idea seguir allí parados o si debían intervenir, ya que el rostro de Vegeta estaba comenzando a cambiar a una expresión molesta y llena de ira, temblaron ante esos ojos y ese rostro.

-¿Cómo me llamaste, insecto?. –dijo propinándole un certero empujón que lo alejo varios centímetros de su cuerpo. Kakaroto le devolvió el empujón con más fuerza, lo que produjo que Bardock tuviera que meterse en medio de ambos jóvenes para evitar accidentes.

-¡Vegeta, a las duchas!

-¡Si, vete a bañar, como sea que te llames! –Vegeta arqueo una ceja en frustración, comenzó a caminar vociferando amenazas hacia el Son, amenazas que no intimidaron en lo más mínimo a Kakaroto, ya llegaría otro momento para enfrentarse a él. –Eso es obedece, enano.

-¡¿Tienes idea de quien era él?! –grito Bardock, haciendo asustar a Kakaroto en su lugar. -¡Ese muchacho, a quien le hablaste tan maleducadamente, era el mismo Príncipe Vegeta! –le recrimino, no se extrañaría que en pocos días unos soldados del Rey se aparecieran en su casa a media noche con intenciones de destruir su vivienda y torturarlos solo porque el cabeza hueca de su hijo le hablo de forma insolente al Príncipe.

-¡¿Ese enano es el Príncipe?! –dijo sin podérselo creer. -¡Me lo imaginaba como alguien alto e imponente, no como un pitufo!

-Kakaroto, donde sigas llamándolo así…-amenazo mostrándole su puño.

-Vale, vale ya entendí, después le mandare mis disculpas por correo.

-Entonces. –dijo Bardock suspirando ante la ironía de su hijo, jamás cambiaria. -¿Qué decías? –dijo haciendo hincapié en que continuara con su relato antes de ser interrumpido.

-El sujeto que me ataco, dijo que nuestro planeta tenía los días contados, y no solo eso, amenazo a los Príncipes, dijo que alguien más vendría a realizar su trabajo, alguien vendrá a matarlos y después a destruir nuestro planeta entero.

-Eso jamás pasara, somos la raza más fuerte de todo el universo, nadie se atrevería a desafiar a la Realeza, y mucho menos amenazarla.

-Pues, ese sujeto hablaba muy enserio. –Bardock le quedo mirando por un momento, normalmente Kakaroto permanecía callado y conforme en cuanto decía algo que posiblemente pusiera en riesgo el planeta, pero esta vez, Kakaroto estaba tan convencido de aquel relato que le pareció un poco extraño no creerle. Su hijo le miraba a los ojos con determinación y seguridad. –Por favor, padre, tienes que avisarle al Rey; él debe saberlo.

-Kakaroto, es muy difícil convocar una reunión con el Rey a estas alturas, está de misión y no llegara hasta dentro de un mes.

-¡¿Un mes?! ¡Para ese entonces ya estaremos muertos!

-La única opción que nos queda…-Bardock guardo silencio por un momento y Kakaroto estaba impaciente por lo que diría. -…es informarle a los Príncipes sobre esto, y organizar un plan acorde a sus ideales, solo hasta que el Rey Vegeta vuelva de su misión y obtenga esta información. Si es cierto lo que dices, ellos deben estar al tanto de esto.

-¿Estás sugiriendo que tengo que trabajar junto al enano ese que me empujo? ¡Ni muerto, prefiero que el planeta sea destruido!

-¡Kakaroto, no seas ignorante y vayamos a comunicárselo! –y sin más, lo tomo de la oreja y lo arrastro hacia el mismo camino que tomo Vegeta antes de pelear con su hijo. Kakaroto chillaba de dolor, podía sentir el calor que despedía su oreja tirón tras tirón de su padre.

 

… …

 

Vegeta ni se molestó en ir a las duchas como Bardock le había pedido, él era el Príncipe Saiyajin, iría a bañarse cuando él quiera. En lugar de eso, fue a la cocina Real a tomar un trozo de carne que estaba posado sobre otros trozos de carne encima de una bandeja de plata. Los cocineros, al sentir la presencia de Vegeta automáticamente hicieron una respetuosa reverencia que Vegeta no se molestó en responder, todos los súbditos ya estaban acostumbrados a los malos tratos del Príncipe mayor, por ende en lugar de recriminárselo simplemente le dejaban ser tal cual era, a no ser que quieran tener una muerte lenta y dolorosamente horrible. Vegeta salió de la cocina y apenas pudo darle un mordisco a su comida cuando las grandes puertas se abrieron de par a par, viendo como dos sujetos venían caminando hacia él, para ser específicos uno venia quejándose porque el otro le estaba aplicando una dolorosa llave de oreja, estrujándosela y obligándolo a caminar más rápido hacia donde Vegeta estaba parado.

 

-Alteza, tenemos un comunicado muy importante que decirle. –dijo Bardock aún con su hijo siendo tomado por la oreja.

-Ahora no, estoy en medio de mi almuerzo. –dijo restándole importancia al asunto, continuando devorando su trozo de carne sin siquiera mirarlos. –Piérdanse.

-¡Ja, ¿lo ves?! ¡Ni siquiera le importa, mejor dejemos que vengan los que vengan a asesinarlo y pensemos en un plan nosotros solos para evitar que destruyan el planeta!

-¡Kakaroto, guarda silencio y se más respetuoso con el Príncipe! –dijo su padre apretando aún más fuerte la oreja de su hijo, haciéndolo quejarse aún más. Fue en ese momento que por primera vez en años, lograron captar la atención de Vegeta. El mencionado volteó a mirar a ambos personajes con los ojos bien abiertos y dejando su carne a medio masticar.

-¿Qué fue lo que dijiste, insecto? –esta vez sus ojos fueron dirigidos a un Kakaroto que ya estaba al borde del desmayo, ya no aguantaría un segundo más si su padre seguía sujetando su oreja como si la vida se le fuera en ello. –Te ordeno que lo repitas. 

-Para tu información, un sujeto extraño me ataco hoy en el bosque, amenazando al planeta Vegita con destruirlo y de asesinarlos a ti y al Príncipe Tarble. –fue cuando el Son se detuvo un momento. –Aunque pensándolo bien, sería una buena idea que vinieran y te desaparezcan.

-¡Ja! Pero que absurdo, es imposible que exista ser viviente que amenace el poder del Príncipe Saiyajin.

-Al parecer, si existe ese ser viviente. –dijo irónicamente levantando una ceja. Vegeta chasqueo la lengua ante tal atrevimiento. Miro a Bardock en busca de alguna explicación ante tal comportamiento, ya suficiente tuvo con contenerse en no matarlo cuando lo insulto y falto el respeto frente a medio campo de entrenamiento.

-Majestad, por favor perdone a mi hijo, es que esta algo alterado por la noticia. –finalmente después de mucho tiempo, Bardock soltó la oreja de Kakaroto, y este último al sentirse liberado comenzó a sobársela con una mano, que hasta parecía que le salía humo por la misma. –Necesitamos defendernos como podamos mientras que su padre este fuera, también es necesario una custodia para usted y el Príncipe Tarble. –Bardock se quedó pensando un momento. –Y qué mejor custodia que mis dos hijos.

-Eso no va a pasar, no necesito que nadie me cuide las espaldas, mucho menos que mi vida dependa del nivel tan bajo como el que este insecto de clase baja. –dijo cruzándose de brazos y mirando de manera repulsiva a Kakaroto, que ya hizo su mayor esfuerzo en enfriar su oreja apoyándola en una de las paredes del lugar.

-¿Y tú crees que yo quiero ser tu guarda-espaldas? Antes muerto.

-Alteza, usted es el hijo del Rey Vegeta, él ahora no se encuentra presente como para hacerse cargo de la situación, es su deber como Príncipe proteger la integridad de este planeta, y por consiguiente nuestro deber como ciudadanos y guerreros del Rey es proteger a la Realeza ante cualquier amenaza, y esta es una de ellas, Alteza. Por favor, no se deje llevar de su orgullo y confié en nosotros. –dijo Bardock, rezando mentalmente para que Vegeta entre en razón por una vez y que deje de lado su terquedad y orgullo. Vegeta arqueo una ceja y emitió un gruñido de insatisfacción. Miro de reojo a Kakaroto, quien no se podía creer las palabras de su padre, el Son menor deseaba que el Príncipe se negara a aceptar ser su niñera, mientras que pensaban en algún plan. Vegeta suspiro, eso era mala señal.


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