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Strange Family... But It's My Family, Okay? por Andy Riddle

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Estaba ahí, sentado aparte.

Cruzado de piernas, de manera impecable, mientras sostenía con delicadeza el libro. Su mirada, concentrada en las páginas, era capaz de congelar el mismísimo infierno y a cualquiera lo suficientemente osado (o estúpido) para acercarse.

Era un monstruo, en opinión de muchos.

Existían rumores de que era huérfano porque sus padres habían huido despavoridos ante su personalidad glaciar, otros aseguraban de que hacía tratos con la mafia, algunos que era la pareja de algún poderoso capo, y unos varios juraban que era un asesino por contrato,

Demasiados rumores entorno a un omega de diecisiete años.

Pero, cabe aclarar, que Gael Orydd no era un omega normal.

Era bajito (apenas llegaba al metro sesenta) y era esbelto pero toda la escuela lo había visto dar palizas a alfas que eran el doble de grandes y robustos que él.

Apenas hablaba, solo un par de ‘’sí’’ o ‘’no’’ en clases. Tenía una motocicleta con la que iba a la escuela y, para escándalo de los maestros y los tradicionalistas, llevaba un corte de pelo al más puro estilo de Levi Rivaille y en los recesos fumaba en los pasillos desolados.

Nadie se le acercaba, ni en clases ni en receso.

Muchos eran los que intentaban pasarse de listos con él, y eran muchos los que iban a la enfermería hechos mierda.

Una maquina de destrucción que infundía miedo entre los alumnos de la Academia…

Excepto para Mahas.

-¿Cuándo vas a hacerlo? –la voz de Bryas Farrelled, su casi hermana, lo devolvió a la realidad.

Él la miró, fulminándola.

-Eah, no me mires así, Apted –ella meneó la cabeza, haciendo que sus cabellos dorados se movieran suavemente- simplemente quiero ver cuando dejarás de llorar en secreto y vas a dirigirle la palabra.

-Melltith, Farrelled… yo… simplemente… no encuentro el momento.

-Tú encuentras el momento, lo que no encuentras es el valor.

Auch.

Golpe bajo, aunque tristemente era lo cierto.

Compartían el mismo salón desde primero de bachillerato, y desde entonces lo observaba desde lejos.

Mahas sabía que vivía en el centro de la ciudad, que sus libros favoritos eran poemas históricos de la antigüedad, que los Pall Mall eran su marca favorita de cigarrillos, incluso sabía que tenía veinticuatro amigos en Facebook.

Y nunca, nunca, habían intercambiado palabra alguna.

Mahas no era un acosador, como decía Bryas.

Solo… sentía pena.

Mucha pena.

Cada vez que intentaba acercarse, los nervios le cerraban la garganta. Por eso había decidido mandarles cartas, anónimas, pero estaba seguro de que el omega nunca las leyó.

Luego, en el actual año, había decidido que tenía que dirigirle una palabra antes de que acabase el curso y la vida los separase.

Se propuso hacerlo en septiembre… luego lo aplazó a octubre…

Y ahora estaban a finales de abril, a solo un mes de que terminasen el año lectivo. Y Mahas había decidido hacerlo el tres de mayo.

-Enserio, hombre. No pareces un alfa, -se burló Bryas de él- Solo sé un hombre y ve.

-Lo haré... El tres de mayo.        

-Así pasará el año, y nunca lo verás.

-No digas eso, lo haré. Quiero que sea perfecto.

-¿Ajá? ¿Qué le dirás? –dijo ella- “Oh, hola, Orydd, mi nombre es Mahas Apted y deseo follarte’’.

Apted la vio escandalizado.

-Yo no quiero… eso…

Bryas sonrió burlona.

-Nuestro niño todavía cree en el amor –se acomodó en su silla- En fin, dejando de lado tu corazón puro ¿Por qué tanto drama? Solo debes acercarte y decirle hola con total naturalidad y algo como ‘’¿quieres un helado?”. No vas a pedirle un matrimonio.

“Suena sencillo cuando lo dice” se dijo el alfa viéndola, y luego dirigiendo la vista al joven que seguía leyendo.

¿Por qué tanto miedo?

Solo tenía que saludarlo y hablar con él. No era la gran cosa… ¿cierto? Aún así…

-Esperaré.

-Como quieras, -ella se encogió de hombros- solo no te decepciones cuando la oportunidad se te haya resbalado de las manos.

Apted sabía que ella tenía razón, pero la verdad es que el miedo al fracaso podía más que él. Simplemente…

-Y quizás en tu esperar, otro se aproveche.

No supo porqué, pero aquello encendió algo dentro de su cabeza. Algo muy profundo, en su subconsciente, hizo que apareciera la idea de que cualquier idiota podría incluso aprovecharse y en cualquier momento quitarle su oportunidad.

Alguien con una sonrisa tranquila, o un emo de mierda, diciendo algo como ‘’Hola, ¿quieres ir al bar?”. Entonces Orydd aceptaría. Un año después se casarían y tendrían dos hijos llamados Klaus y Alhed y un perro llamado Mallen.

Se levantó de su silla, con una mirada de ultratumba que hizo que Bryas le viese de repente sorprendida.

-¿Mahas?

El alfa no respondió, sino que caminó en dirección a la parte de atrás del aula, donde estaba el omega.

-¿Mahas? Era bromeando, idiot…

El alfa siguió caminando.

El bullicio del salón disminuyó, todos prestando atención al joven de cabellos rojos dirigirse al asiento del omega.

El ultimo en alzar la mirada fue el propio Gael.

Observó a aquel alfa, alto, de rostro de seriedad sombría mirarle.

-¿Pasa algo? –Su voz parecía en cierta parte curiosa e interesada, aunque su rostro seguía igual de inexpresivo.

Mahas abrió la boca, su voz saliendo extremadamente seria:

-Cuando termine la escuela, ¿quieres ir a tomar algo?

Gael lo evaluó con la mirada durante unos segundos antes de volver su atención a su libro.

-No hay problema.

El rostro de Mahas dejó de parecer el de un asesino en serie para mostrarse totalmente confuso. Los demás alumnos estaban igual de atónitos.

Aquello era sorprendente.

En extremo sorprendente. Parpadeó, pensando que si esto era un sueño fantasioso.

Se dio la vuelta, todavía lleno de asombro, y volvió a caminar hacia su pupitre.

-Por cierto, Apted.

Mahas se detuvo, para voltear a ver al omega.

-¿Sí? -

“¡Sabe mi apellido!”

Aquello era sorprendente. Primero aceptaba su invitación y luego… sabía quién era. ¡Era su día de suerte!

Sin embargo, las siguientes palabras del omega lo descolocaron:

-Espero que tus conversaciones sean mejores que las de tus engorrosas cartas, ¿entendido?

Mahas hubiese deseado que la tierra se lo tragase en ese instante.


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