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Fake Out por mary chan21

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Notas del capitulo:

¡Hola! Tenía mucho tiempo sin publicar, y ahora que lo hago será con una historia de varios capítulos, un omegaverse y algo así como un semi-AU. Debo de admitir que estoy nerviosa, especialmente considerando que el fandom no está activo desde hace años. Pero bueno, me pegó la nostalgia y regresé.

Los personajes son propiedad de Maki Murakami.

Al final hay más notas.

Todavía no era medianoche, por lo que el anuncio aún no se había hecho. Aun así, Ryuichi ya sabía qué dirían (diablos, Shuichi incluso le había contado con qué palabras exactas lo iba a decir), pero los nervios seguían intactos. Era un día importante para su amigo (si bien no su mejor amigo, uno de los pocos que tenía) y por momentos sentía que su propia emoción delataría la sorpresa. Iba saltando de un grupo a otro de los invitados junto con kumagoro, aplastando a su pobre conejo, fingiendo inocencia y total ignorancia sobre por qué estaban reunidos allí. Sospechaba que no había logrado engañar a nadie, pero ¿qué más daba? Solo faltaban siete minutos. Pronto podría ser libre y gritar de felicidad. Además, ¿acaso no era obvia la razón por la que cualquier pareja invitaría a todos sus conocidos y amigos cercanos a celebrar en un lugar elegante? Su actitud era lo menos delator en todo este evento.

— ¿Está todo bien contigo, conejito? Pareces algo histérico, sin ofender —La predecible pregunta de Noriko, más preocupada por él que por el chisme, consiguió relajarle un poco. Sonrió, aflojando el agarre a su pobre peluche, y respondió evadiendo una posible mentira:

—Es que a Ryu-chan le encantan las sorpresas nanoda.

Su amiga no era nada tonta, así que evitó insistir, sabiendo que el cantante era demasiado terco como para sacarle información concreta. Estuvo a punto de agregarle un soborno para ver si picaba, pero entonces algo la distrajo.

—Vamos, cuñadito, te juro que me portaré bien desde ahora. Convéncelo por mí, Hiro —Un chico moreno (el hermano de Yuki, a juzgar por su apariencia y sus palabras) protagonizaba su segundo escándalo en la noche. Ryuichi solo lo conocía de vista, y a lo lejos, porque el adolescente era tan fan suyo que ni se atrevía a acercarse. Agradecía esto, pues sentía que ya lo detestaba por hacer escenitas en una noche tan importante como esa. Además, que un omega estuviese tironeando así a otro alfa como Hiro, y delante del omega de éste además, era un gesto bastante descarado. Suguru al menos parecía tranquilo, pero de haber sido alguien menos estoico el chico no habría tenido suerte de salir ileso.

—Vaya, sí que tiene coraje —musitó Noriko, tan bajo que si la oyó fue solo por suerte. No entendía a qué se refería, y al parecer fue evidente por su rostro, que la hizo reír. — Lo siento, conejito, la verdad es que a veces me dejo llevar por los chismes — ¿Chismes? ¿Qué chismes? ¿Acaso se había filtrado la noticia? Diablos, y él se había esforzado tanto por quedarse callado… —Ya había escuchado rumores sobre ese chico, Tatsuha, pero no esperaba que hubiera algo de verdad en ellos.

¿Tatsuha? ¿De él se trataban los chismes? Francamente, no le importaba en lo absoluto, pero fingió algo de interés para que su amiga no regresara al tema anterior.

— ¿Qué es lo que dicen, Nori-chan?

La chica miró intranquila alrededor, dudando sobre si hablar o no. No le gustaba difundir rumores, incluso si estos parecían estar corroborándose en su cara, pero estaba segura que Ryuichi tampoco diría nada. Era un hombre respetable, pese a su actuar infantil; el castaño se enorgullecía de vivir sin lastimar a nadie, de su talento en la música, de trabajar duro pese a que su habilidad no lo acompañara y de no dejarse llevar por sus instintos solo por ser un alfa. Suponía que tratándose de él no repetiría ningún rumor, aunque podía ser que se decepcionara o sintiera lástima por aquel chico.

—Bueno, es algo delicado. No sé desde hace cuándo, pues apenas este año comenzó a acercarse a NG, o a Tohma más bien, porque parece que va a mudarse a Tokyo… —Comenzó divagando, lo sabía, pero lo cierto es que no lo podía evitar, le daba mucha tristeza su situación— Bueno, como puedes ver es un omega guapo, y algunos alfas, tanto hombres como mujeres, se trataron de acercar a él… Al final nadie intentó nada. Dijeron que ya estaba marcado. —Ryuichi sintió como sus ojos salían de sus órbitas por la impresión. Era un chico bastante joven… era menor de edad, si mal no recordaba. Por dios, odiaba que la gente se dejara llevar por sus instintos, que olvidaran su parte racional y cometiesen errores como ese. El pobre chico había arruinado su futuro, probablemente por un estúpido amor adolescente, y ahora estaba obligado a estar solo hasta ser capaz de borrarse la marca, proceso que (se sabía) era extremadamente doloroso, y no se recomendaba hasta estar plenamente desarrollado. Qué terrible destino. — Dijeron también que la marca parece antigua… y dijeron también que él les coqueteó de todas maneras.

El cantante carraspeó incómodo, y ahora fue él quien miró alrededor para revisar que nadie los escuchara.

—Bueno, ¿cómo culparlo? Es solo un adolescente, debe querer otra oportunidad y todo eso. Aunque lo cierto es que no conozco a ningún alfa cómodo con la idea de estar con alguien marcado… no solo por verlo como la propiedad de alguien más, dicen que tampoco se puede percibir bien el olor del omega.

—Eso no es lo peor, Ryuichi. Lo cierto es que quienes están dispuestos no suelen ser alfas muy respetables, tampoco.

El castaño se sintió algo turbado. Volvió su vista a Tatsuha, ya calmado y abrazado a Shuichi, haciéndole un puchero y protestando porque ya había visto el pastel y quería comerlo. Imaginarlo teniendo que soportar a algún alfa desagradable era una imagen difícil; ningún accidente de adolescencia justificaba recibir mal trato, aunque lamentablemente no todo el mundo lo entendía de esa manera. Esperaba que alguien tan joven no hubiese tenido que pasar por ninguna mala experiencia.

—Bueno, tampoco hay que generalizar. Todo lo que dije antes, también, se aplica para quienes solo se dejan llevar por su instinto. Hay que tener fe en la humanidad, Nori-chan —repuso, cruzando a kumagoro de brazos para darle énfasis a sus palabras e indignación— No todos somos así, ya va a llegar alguien razonable que no se fije en esa marca y la catalogue tal y como lo que es: un error adolescente. Quién sabe, quizás ya ha encontrado gente así, y por eso coquetea sin temor.

—Puede ser —concedió la de pelo morado, aunque decidió callarse un rumor para no arruinar el idealismo de su compañero de banda. Lo cierto es que, por lo que sabía, Tatsuha coqueteaba por el puro gusto de buscar algo más en lugar de buscar a alguien estable. Ese comportamiento no era raro para un alfa, pero en estos tiempos todavía era raro que lo hiciera un omega. Y que éste estuviera marcado además, no ayudaba mucho con su reputación… Bueno, ¿qué más daba? Esperaba que su amigo tuviera razón. Y sabía que, de hablarle también de ese rumor, él simplemente diría que cualquier persona, fuese omega o no, podía vivir su sexualidad como se le antojara, aunque esperaba que con más responsabilidad que la que había demostrado con esa marca. Si tan solo más personas fuesen así de comprensivas, quizá incluso Tatsuha podría llegar a vivir más tranquilo, en lugar de ser acosado por esos chismes…

— ¡Atención! —El entusiasmado grito de Shuichi los apartó a ambos de sus pensamientos. El pelirosa se encontraba al centro de la sala, tomado de las manos con su novio. Ryuichi inmediatamente la agarró del brazo para acercarse a la pareja y ser testigo de primera fila de todo. — Yuki y yo tenemos un anuncio que hacerles.

Solo había que ver al otro vocalista para ser incapaz de negar el amor de su mirada. Incluso el rubio parecía menos apático el día de hoy, regalándole una sonrisa tan suave y breve que hasta pudo ser solo imaginada. Eiri dirigió su mirada al pequeño público que les rodeaba, y dijo:

—Vamos a casarnos dentro de dos meses. Todos ustedes están invitados a la boda.

Ryuichi soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo, y fue el primero en gritar:

— ¡Felicidades! —haciendo que el resto de los presentes saliera de su sorpresa (si por la boda en sí o porque Yuki Eiri les invitara, no estaba seguro) y los rodeasen para darle sus buenas intenciones.

El cantante, que obviamente había dado todos sus buenos deseos mucho antes, se apartó un poco para que todos pudiesen llegar a la feliz pareja, sonriendo tan ampliamente como si él fuera el afortunado. Lo cierto es que así se sentía; había visto por años el avance de esta relación y (pese a no haber sido partidario siempre debido a las constantes peleas) se alegraba de que su amigo por fin alcanzara la idea con la que llevaba tanto tiempo soñando. Verles así casi hacía que volvieran a surgir en él esperanzas muertas…

Antes de poder volver a tener ideas optimistas sobre su propio futuro, se dio cuenta de que no todos parecían felices con la noticia. El mismo chico de antes (Tatsuha) se hallaba tan sorprendido como los demás, mas era evidente que no era una sorpresa grata. Había algo en sus ojos (dolor) que Ryuichi no podía explicarse. Sabía que no era su asunto, pero se acercó fingiendo ir a la mesa de bocadillos que estaba justo detrás del moreno. Tomó un pastelito de una bandeja, y escogió distraídamente otros más mientras miraba disimuladamente las expresiones del adolescente. Tal vez había imaginado cosas; parecía incómodo nada más. Quizá solo estaba avergonzado por su comportamiento anterior en medio de una noche tan importante para su hermano, y por eso estaba tan sonrojado… No, lo cierto es que parecía molesto, pero ¿por qué?

Entonces cayó en cuenta de algo en lo que debería haberse fijado mucho antes. Suponía que nadie más lo había notado (todos estaban pendiente de la pareja a fin de cuentas) pero había un sujeto junto a Tatsuha. Un alfa, supuso Ryuichi, por prejuicio y experiencia. Le tenía sujeto del brazo, y con la otra mano trataba de acercarle por la cintura. Supuso que Tatsuha debía ser bastante fuerte (para empezar, era muy alto para ser un omega), porque no conseguía más que perder su agarre. Era una lástima que todavía en estos tiempos los omegas tuviesen que soportar situaciones así; no conocía a ese tipo, pero se aseguraría de no permitirle seguir (y por supuesto, de que no asistiera a la boda).

Sonrió, felicitando al chico por lidiar solo con una situación así, y evitando hacer escándalo para no arruinarle el ambiente a su hermano además. Pero ¿qué clase de persona sería él si tras ver esto permitía que cargara solo con todo?

—Hey, Tatsuha —se acercó directamente, saludándolo con una sonrisa, y fingiendo no reparar en el otro sujeto. — Ya traje pasteles, ¿cuál prefieres?

— ¿Eh? Oh, cierto, Sakuma-san, lo había olvidado —El chico sonrió algo incómodo; Ryuichi no sabía si por el nerviosismo de ser su fan o solo porque le avergonzaba ser "rescatado". Suponía que de haber estado en su lugar no habría disfrutado recibir atención por primera vez de esta manera. Lo bueno fue que el tipo de al lado se puso aún más incómodo que Tatsuha; chasqueó la lengua y caminó lejos de allí, pasando a empujar al moreno.

Ryuichi, sorprendido por la agresividad del alfa, apenas atinó a sujetar al chico, dejando caer los pasteles al piso. Se hizo un desastre, pero suponía que un desastre mucho menor que una pelea por un omega, y uno marcado además. Estaba marcado, sí, pero… Por dios, ¿acaso los otros alfas no decían que a los marcados no se les podía disfrutar olor propio? Qué vil mentira le habían contado: el chico olía genial.

Parpadeó, sorprendido, y demasiado aturdido como para dejarlo ir. Estaba bastante seguro de que Tatsuha no estaba en medio de su calor, pero ahora mismo, con su cuello justo debajo de su nariz, sentía que su aroma le llegaba a golpes… y que definitivamente esas oleadas encantadoras estaban mezcladas con otro aroma más. Ryuichi contuvo un gruñido (algo tan estúpidamente instintivo, que no tenía necesidad de dejar salir desde sus veinte) por la frustración de ser incapaz de reconocer cuál era el aroma puro del omega que tenía enfrente. Sentía que todo se estaba mezclando para sus sentidos. Bien podía tratarse de algo dulce que ya había probado (dulce de leche, café moka, manzanas horneadas, malteada de fresa quizás) o podía ser una flor que no conocía (básicamente, cualquiera exceptuando las rosas, no era para nada un experto), pero no podía precisar nada. Se estaba empezando a desesperar por no saber, y se exasperó aún más al notar la marca que se encontraba al otro lado de su cuello. No podía decir que era disimulada, cosa que lo enfurecía más. Era como si lo hubiesen marcado con la intención de que justo se asomara por cualquier camiseta, sin mostrarse abiertamente. Una marca calculada, fría, y definitivamente antigua que le hizo apartarse como si el contrario quemara.

Se vio obligado a contener otro gruñido, y fingió una sonrisa.

—Será mejor volver con el resto. La verdad es que no conozco a muchos de los invitados, no iba a faltar alguien que no fuera de confianza. ¿Te encuentras bien?

—S-Sí. Gracias, Sakuma-san, aunque no tenía por qué molestarse, tenía todo bajo control, en serio —parecía que estaba convenciéndose más a sí mismo que a él, pero de todas formas asintió.

—No lo dudo, aunque si vine fue porque realmente a Kumagoro le molestan esa clase de alfas nanoda —replicó, alzando a su salvador peluche para cubrirse el rostro. Sentía que si Tatsuha lo miraba a los ojos, realmente vería a través de él, y sabría la razón por la que se había apartado. — Vamos con Shu-chan, parece que ya partieron el pastel.

Casi nadie había volteado en su dirección todavía, así que se apresuró en tomar del brazo al moreno y acercarlo más al resto de los invitados (y alejarlo de los dulces caídos). Esperaba que nadie estuviese mirando en su dirección, ni que llegasen a verle la cara. Se sentía… realmente frustrado. Tanto por sus mismos instintos como por su repentina incapacidad por controlarlos. Todo su trabajo, su esfuerzo de años por mantener a la raya su instinto alfa, acababan de irse al tacho de basura por un aroma que ni siquiera podía precisar, y de un omega que parecía irresponsable, esclavo de sus instintos y que apenas le pasaba la mitad de su edad. No quería convertirse en algo que odiara; no quería ceder a su lado salvaje, ni aprovecharse de alguien menor, que probablemente ni siquiera tenía la madurez necesaria para entender cuánto había afectado esa marca su vida.

— ¡Tatsuha! ¿Dónde estabas? —interrogó Shuichi, apareciendo frente a ellos. El mayor soltó al moreno, aliviado por la interrupción a sus dilemas internos. — ¡Y tú también, Ryuichi! Tuve que esconderles pastel a ustedes porque no estaban cerca al partirlo. Síganme a la cocina —suspiró el pelirosa, siendo obedecido felizmente por el pelinegro. Parecía tranquilo, como si ya hubiese olvidado lo que acababa de vivir… y quizás así era. Porque incluso él, alguien que creía haber dominado sus impulsos, se había sentido atraído irremediablemente hacia él; no podía ni imaginar qué tan cotidiano sería que otros seres de peor calaña pasaran a su lado con intenciones más oscuras.

Se preguntó, vagamente, si acaso Tatsuha le parecería igual de intrigante e irresistible si no tuviese esa marca. Se preguntó si acaso no era solo la curiosidad por conocer su olor lo que le tenía tan alterado. Después de todo, ¿cómo prepararse contra algo que no conoces? Sí, conocía a omegas marcados, obviamente, pero éstos estaban con su alfa, por lo que el olor de éste siempre los envolvía, y su instinto definitivamente o tenía ganas de quitarle a otro su propiedad. En cuanto a su parte racional, siempre había evitado a los omegas, y sus pocas relaciones habían sido con betas. Era la primera vez que se enfrentaba a un omega como Tatsuha. Para empezar, porque era poco común que un omega no estuviese con el alfa que lo marcó; además de que la lejanía era dolorosa para ellos, el solo hecho de la marca le haría desarrollar un apego, que no necesariamente podía existir antes de ésta. Ryuichi nunca había marcado a nadie, precisamente por parecerle injusta esta cuestión.

¿Qué tan difícil habría sido para Tatsuha permanecer lejos de su alfa? Sinceramente, no podía imaginarlo. Menos si el pobre chico tenía que vivir situaciones como las de recién por su particular condición.

—Lo siento, cuñadín, se me fue el tiempo y me entretuve con los dulces del cóctel esperándote.

—Yo también, ni siquiera escuché que avisaras, Shu-chan —protestó infantilmente, haciendo que su amigo rodara los ojos.

—Pues sí lo hice, tal vez estaba distraído jugando de nuevo, Sakuma-san.

—Te juro que no nanoda. ¿Me guardaste porción doble?

—Como siempre —rió— Y a ti también, Tatsuha, no necesitas mirarme feo.

—Pues gracias —dijo el menor, sonriendo con suficiencia. Ryuichi debía de admitir que le gustaba también esa expresión, confiada y juvenil, pero tampoco sentía correcto que le gustara, menos aun teniendo en cuenta su casi desenfreno de hace unos momentos. Era cierto para muchos alfas lo de recién ni siquiera fuese considerado un desenfreno (¿acaso le había hecho algo al omega? Pues no), pero él mismo no era como muchos alfas. Muchos otros se habrían enorgullecido solo por contenerse (qué diablos, otros peores se habría presumido el no hacerlo), mas para él la cosa era distinta: no bastaba con controlarse en cuerpo, sino también en mente. Y en definitiva no quería ser conformista consigo mismo, nunca lo había sido y este no sería el momento. Cuando apareció su habilidad, por ejemplo, y él dijo que quería incursionar en el mundo del espectáculo, todos se sorprendieron cuando su elección fue la música. Hasta que cantó y les demostró a todos lo equivocados que estaban, los demás estaban convencidos de que eso no era lo suyo solo porque su habilidad no tenía nada que ver con la música. Luego comenzó a componer, a probar que no dependía de cómo había nacido (alfa) para ser como quería, ni tener una habilidad especial para hacer lo que quería. Y aun así no habían faltado los tercos que insistían en proponerle ofertas en el mundo de la actuación (que nunca fue de su interés), e incluso le propusieron convertirse en héroe (a él, que se acobardaba hasta cuando había truenos y dormía con Kumagoro). Un fiasco total. Al menos a estas alturas de su carrera le habían dejado en paz, y no lo obligaban a ser alguien que no era, y podía hacer lo que quisiera. El único problema era él mismo.

Ryuichi, desde los cinco años, manifestó una habilidad bastante problemática: podía transformarse en cualquier cosa, animal o persona que hubiese tocado. Podía sonar genial, pero lo cierto es que existía un límite de tiempo, no solo sobre cuánto duraba la transformación, sino que también dependía desde hacía cuánto había tocado aquel objeto, animal o persona, por lo que no le parecía que fuese la gran cosa; ese poder le había traído más decepciones que alegrías a lo largo de su vida. Como por ejemplo cuando había ido al zoológico de niño, y había tocado una serpiente fabulosa… al mes siguiente ya no podía convertirse en ella. Y ¿cómo olvidar cuando fue al museo en primaria, y trató de convertirse en un dinosaurio al tocar sus huesos? Eso solo lo había llevado al triste resultado de convertirse en el mismo montón de huesos que estaba en la exhibición, y en un feo regaño de la profesora. Nadie quería jugar a las escondidas con él, después de que camuflara como muebles, y definitivamente en su adolescencia fue peor, cuando le pedían que fingiera ser otra persona pero ¿acaso a alguien le importaba cómo se sentía él? Claro que no. Tal vez por eso mismo inició su empatía hacia personas que sufrían la misma falta de consideración que él. Comenzando por quienes más vio sufrir durante su época de mayores cambios: los omegas.

Él jamás se había sentido bendecido por ser un alfa, para empezar. Creía que tanto los alfas como los omegas estaban arruinados por culpa de sus instintos, pero era evidente para él que quienes más sufrían eran los omegas, y por culpa de los alfas. Por eso mismo se esforzó por dominarse, por parecerse a los betas, y rogando por ser uno en su próxima vida como compensación por su duro trabajo. Lástima que a veces ocurrieran cosas como las de hoy, que le hacían pensar que tampoco merecía serlo en la siguiente.

—Yuki, ya encontré al desaparecido —anunció el pelirosa, abriendo la puerta de la cocina. Al parecer su prometido había ido a ocultarse allí, harto ya de la gente. Los miró a ambos, ahora sin rastros de la inusitada amabilidad que había mostrado antes, pero al menos sin la brutal molestia con que solía recibirlo a él. Gran avance.

— ¿Me buscabas, aniki?

—No realmente. Solo esperaba que no te hubieses largado a cualquier parte cuando el viejo me pidió que te cuidara. Hola, Sakuma —añadió, cosa que solo le demostró al nombrado que hoy se encontraba de muy buen humor si no pretendía ignorarlo. Pese a ello, le dio vueltas a lo dicho por Eiri. ¿Que Tatsuha se largara? ¿Acaso estaban peleados o algo así?

—Jamás, aniki, hoy es su día, ni aunque me convenga irme lo haría sabiendo que te podrían regañar. Pero tranquilos, dormiré con audífonos —agregó audazmente, haciendo que Shuichi se ruborizara. El vocalista no pudo evitar resoplar divertido por las palabras del chico. Le agradaba: era un omega con carácter, era ocurrente, y no tenía miedo de desafiar a los alfas.

—Como quieras—El rubio pasó por alto olímpicamente el comentario, y Ryuichi lo imitó con fingida solemnidad, poco creíble tras haberse delatado recién. Fue directamente hacia el refrigerador, y sacó una de las grandes porciones que le guardó su amigo, para después tomar la otra y entregársela a Tatsuha. El pelinegro le obsequió una sonrisa, y él trató de engañarse a sí mismo diciéndose que definitivamente ésta no le había revuelto el estómago. Porque que le gustase Tatsuha no era solo cavar su propia tumba, sino también la del chico. Así que definitivamente podía ignorar esas sensaciones, sería fácil si el otro ni siquiera vivía en la misma ciudad. —Por cierto, mocoso, ¿cómo vas con tus planes de venir a vivir aquí? Si vas a quedarte con nosotros te recomiendo acostumbrarte a los audífonos.

— ¡Yuki! —chilló escandalizado el pelirosa, mientras el castaño de quedaba de piedra. Debía ser una broma.

—Shuichi ronca demasiado, a veces prefiero pasar de largo y dormir cuando se va —dijo, mirando con fingida indiferencia a su pareja. Realmente debía de estar de buen humor, porque no tenía idea de que podía ser gracioso.

Ahora rio con ganas, más aun al fijarse en lo rojo que estaba su amigo, y todavía más cuando la risa del moreno acompañó la suya.

—Qué malo eres, Yuki —suspiró Shindou, con un puchero tan exagerado que solo les hizo reír más.

— ¿Y recién ahora te das cuenta? Olvídalo, me adelantaré a dormir.

—Como prefieras. Yo esperaré a que se vayan los demás y te alcanzo —sonrió— Hoy realmente te has esforzado con la gente, Yuki.

—No te acostumbres —bostezó, evidentemente harto de socializar— Te espero en casa —Inesperadamente, le dio un suave beso al más bajo. Realmente se veían muy enamorados. La escena se rompió cuando el rubio se tambaleó un poco, sujetándose de la mesa y del pelirosa.

— ¡Aniki! ¿Estás bien?

—Sí… algo cansado, he estado trabajando mucho en mi último libro.

—Ay, Yuki, ¿seguro que puedes llegar bien a casa?

—Sí, Tohma y Mika se ofrecieron a llevarme.

—Yo le ayudo hasta llegar con ellos, Yuki-san —intervino Ryuichi, sonriendo y sujetando al escritor antes de que pudiera negarse, disfrutando el hecho de que sabía que lo estaba haciendo enojar. Sin embargo, su sonrisa se borró en cuanto tuvo cerca el cuello de Eiri. Nunca lo había notado, principalmente porque éste fumaba tanto que el olor del cigarrillo era casi parte de él, pero ahí estaba la clave: casi. El olor a tabaco no era su aroma de alfa, sino el de café con canela.

Le pareció que debía ser un café muy amargo, pues ese era el mismo olor del alfa que le había impedido reconocer el olor de Tatsuha.

Notas finales:

Siempre estuve algo indecisa sobre si publicar un omegaverse. Y hablando de eso, dejaré algunas notas sobre esa clase de universo (dejando de lado las generalidades como las castas).

-Los omegas demuestran su fertilidad dependiendo de su aroma (si son dulces o florales. Es menos fértil en caso de oler como alguna planta, por ejemplo)

-El celo/calor de los omegas ocurre una vez al mes por alrededor de siete días.

-El celo de los alfas ocurre cada seis meses, y no dura más de 24 hrs.

-Los alfas tienen la voz de mando, que ocupan para someter omegas y alfas de menor rango.

-El "nudo" que hacen los alfas es básicamente una parte del aparato reproductor que permanece hinchada para que no se salga, y así se garantice la fecundación.

No se me ocurren más cosas específicas en este momento, pero de ser necesarias las iré agregando conforme avance la historia. Y lo cierto es que estoy más preocupada por el tema de las habilidades. No son lo central en el fanfic, pero sí ocupan partes importantes en la trama. Aprovechándome de la fama de otro anime, vendría siendo como Boku no Hero: la mayor parte de las personas tienen una habilidad especial y única, que surge en la infancia. Modifiqué un poco esto último. Las habilidades de los personajes serán explicadas más adelante ;;;

¡Espero que les guste! 3


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