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La historia de ellas. por Cloe Haruno

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Notas del fanfic:

¡Hola, espero se animen a darle una oportunidad! 

Notas del capitulo:

¡Hola, espero que se animen a darle una oportunidad! 

La luz del sol entra a través de la gran ventana que pertenece a la habitación de una chica muy joven, cuya acción ahora es dormir tranquilamente mientras se mantiene sentada en el piso de madera, con uno de sus hombros y costado de su cabeza que están puestos sobre la pared lisa y blanca, de modo que se encuentra estática, ella se ve de aproximadamente unos 16 años de edad y su cabello resalta gracias a su color brillante de un tono anaranjado claro y con ondas rizadas que caen hasta su cadera.

Lentamente la adolescente abre sus ojos, los que le cuesta abrir porque la luz del sol toca directamente en su rostro. Seguidamente los iris verdes de la chica se colocan mirando hacia la puerta debido a que su mamá terminó entrando.

La adolescente nota esa expresión preocupada y cansada en la cara de su madre.

—Mamá, ¿Todo ha ido bien?,— pregunta la chica joven aunque sospecha que no es así.

—Fidela, el “señor” se niega a entregarme los derechos de mis hijas,— dice la mujer adulta, refiriéndose a la chica de 16, y a su otra hija.

—Hum, ya veo...— responde Fidela un poco decepcionada.

—Mira qué día tan hermoso, ve y busca a tu hermana, traje algo especial para comer.

Fidela arruga el entrecejo sabe que la situación está un poco complicada, pero confía en su madre y obedece a lo que le pide.

Se levanta de donde está y se dirige al lugar en el que está su hermana mayor.

En el jardín.


Fiorella es una chica joven de 20 años con el cabello idéntico al de su hermana, en color su cabello es anaranjado brillante, pero ella prefiere mantenerlo corto que apenas toca sus hombros, y un lacio hermoso. También sus ojos son verdes como dos diamantes esmeralda.

Ella estaba subida en un árbol descansaba tranquilamente, o al menos eso aparentaba pues estaba llenando su cabeza de recuerdos sobre aquél amor que la había abandonado, él era un joven príncipe del País de Magos, y ella una extraña mezcla entre una vampira y el rey de los demonios, lo que la convertía en mestiza. Y suponía que su sola presencia significaba muy poca cosa para un príncipe de altísimo linaje. Quizás por eso él se había ido sin despedirse siquiera.


—Fiorella,— llamó Fidela, quien había llegado hasta el jardín en búsqueda de su hermana mayor,—Mamá regresó, y trajo una deliciosa comida para nosotras. Ven vamos rápido,— apresuró la menor, ya que Fidela estaba muy hambrienta.


Fiorella con las lágrimas en los ojos, que apenas pudo contener, miró a su hermana mientras escuchaba lo que le decía, pero esta vez se sentía sin fuerzas y sin ganas para comer.

—Ve tú, no tengo hambre,— contestó Fiorella.

Fidela se sorprendió al notar la falta de ánimo en su hermana mayor. Ya que le resultaba extraño, no sabía por qué, aunque tampoco quería ser entrometida.

—Mi querida hermana,— dijo al final la menor de las dos,—Aquí tienes a tu hombro de apoyo, no lo olvides.

Terminó de hablar y Fidela decidió marcharse de ahí.

Fiorella que seguía sentada en el árbol se limitó a sonreír, porque sabía que tenía a la mejor de las hermanas.

Y quedándose sola de nuevo pudo llorar todo lo que quiso.

Nada le dolía más que el que fue su amor fallido. Aquél príncipe significa todo para ella, significa todas las cosas bellas de su vida, la armonía del canto de los pájaros, la suavidad y el perfume de las flores, una fresca brisa en un día de lluvia, por más que lo intenta no puede dejar de desear que vuelva, y que la ame muchas veces más.

La chica eleva su vista al cielo y con los ojos llenos de lágrimas ruega a Dios para que regrese su amor.

No le queda de otra más que creer y esperar.

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2 años después.


Dalia recuerda muy bien el día en que conoció a su mejor amiga, fue esa noche de otoño en el que un ladrón entró a su casa e intentó hacerle daño, Dalia recuerda el miedo que sintió en ese momento, sin embargo un milagro sucedió debido a que apareció “ella” que un segundo antes entró por la ventana de su apartamento en el tercer piso, y entonces “ella” la defendió del bandido, y Dalia quedó sorprendida desde ese día de la fuerza sobrenatural de la que se volvería su amiga.

Esa mujer es Fiorella y esa noche usó la fuerza sobrenatural que le fue concedida desde que nació, gracias a que es hija de una mujer vampira y de un hombre demonio, usó sus colmillos y energía lo cual le facilitó dejar inconsciente rápidamente al ladrón y entregarlo de forma inmediata a la policía de esa pequeña ciudad.

En consecuencia a partir del suceso de rescatar a Dalia logró que las dos se conocieran, y con el paso del tiempo las dos se volvieron mejores amigas.

Un día común entre ellas dos. Fiorella se encuentra sentada en el sillón personal de la sala de Dalia, mientras que Dalia está en el sillón más grande que le permite estar recostada descansando.

—Dalia, deberías de leer este libro,— comentó Fiorella, acercándole el libro.—Ya lo terminé, y me encantó,— concluyó con una sonrisa.

Dalia tomó entre sus manos la historia que su amiga le ofreció, y se mostró interesada.

—Gracias, lo comenzaré esta noche.

—De nada, espero que te guste,— responde Fiorella.

La morena de cabellos castaños deja a un lado el libro, y adopta una postura más seria.

—Por cierto, ¿cómo sigues de tus dolores de cabeza?

A su vez la vampiresa respiró profundo y exhala.

—Siguen siendo frecuentes e intensos—, Fiorella sube sus dos manos a la altura de su cabeza y la toca, con un gesto molesto,—No comprendo por qué me continúa sucediendo ésto.


En seguida Dalia se levanta rápido acercándose a ella, le acaricia la espalda.

—Calma, lo solucionaremos,— dice de manera suave la chica de cabello castaño.

Y Fiorella abraza la cintura de su amiga, para refugiarse en su cuerpo.


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La casa que está en el campo pertenece a la mamá de las dos hermanas mestizas, y hoy es sábado día en que la hija menor viene a visitar a su madre. Hoy como siempre la vampiresa preparó la comida especial para su hija.

—¿No tienes hambre?,— pregunta la madre.

—Desde que permitiste que me mudara al infierno, mi dieta ha cambiado, madre.— respondió Fidela con desdén.

Hacían casi 2 años desde que Fabiola había perdido la custodia de una de sus dos hijas, de su hija menor, y su ex amante había ganado llevársela a vivir con él. 

Desde ese entonces Fidela solo viene de vez en cuando a visitarla, para después regresar a lado de su padre, el poderoso rey de los demonios. 

—Fidela, ¿puedes perdonarme?,— pronuncia con sufrimiento la madre.

Y la chica peliroja-naranja, alza la vista, dejando atrás la atención en su plato, para dirigirla directamente hacia los ojos de Fabiola.

—Mi hermana, ¿dónde está?,— responde con otra pregunta, de modo que evade todo lo anterior,—¿Dónde está Fiorella?

—Tu hermana mayor hace seguido visitas a la ciudad vecina.— le contestó Fabiola, resignandose ante el desprecio de su hija.—Hoy salió desde temprano.

Y Fidela se molesta haciendo un gesto con la boca, a veces piensa que Fiorella la evita ya que llevan más de 7 meses sin poderse encontrar.

—Bien, ya no tengo nada que hacer aquí,— dice Fidela de manera fría y distante, levantándose de la silla cuidando de no maltratar su vestido,—No sé porque sigo perdiendo mi tiempo.


—Espera, Fidela, por favor.

La chica mira hastiada a su madre, su paciencia se estaba terminando.

—Me contaron...,— le dice Fabiola con un poco de temor,—Que te casaste con un hombre, y ahora estás esperando un hijo.

Seguidamente Fidela alarga una sonrisa burlona,—¿Quién fue capaz de mentirte así, madre? Yo no espero nada, y además los hombres nunca me han interesado.

Continuamente la chica abandona la casa, cerrando la puerta sin cuidado.

Y ya estando afuera, saca de su bolsa de mano un espejo y un cepillo para peinarse su cabello largo, acaricia con suma suavidad cada hebra anaranjada, al mismo tiempo que su rostro se empapa con sus lágrimas finas.
Pero su sonrisa sigue ahí con elegancia, mantiene una sonrisa que muestra sus dientes blancos pese a que de sus ojos las lágrimas no terminan de caer.


Enseguida extiende su mano derecha y abre un portal de color rojo.

—Es hora de regresar a casa,— menciona para sí misma.

Y poco a poco entra al portal con la barbilla bien arriba, conteniendo por dentro parte de su dolor.

Al instante antes de irse por completo echa una mirada atrás, observando a lo que en el pasado fue su hogar y esta vez no evita sentir nostalgia debido a aquello que perdió.

Ya que el día en que marchó al infierno se despidió de la vida que la hacía más feliz.



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En el Reino de los Magos.


—Arturo, nos han llegado solicitudes de otros lugares, pidiéndonos la lluvia,— Alexa informó, traía consigo un montón de papeles amarillos.

—Hechizos,— contestó el príncipe,—Manda a nuestros mejores brujos a que hagan llover.

—Sí, enseguida,— contestó la mujer rubia con anteojos,—Ah, Arturo, esa chica te envío una nueva carta.

—No la respondas, y rompela como las otras cartas,— ordenó el príncipe de cabello muy largo y color blanco, con ojos azules.

—De acuerdo.

Alexa sabía que algo le sucedía a su primo, pero sinceramente no se atrevía a preguntarle, y además ella solo está haciendo su trabajo en el puesto de secretaria que le dieron.

Aunque claramente no es sobre conflictos amorosos, ya que su primo ya tiene a alguien a quien ama, él y el príncipe Alexander parecen muy felices.

CONTINUARÁ… 

Notas finales:

Si gustan ayudarme con un comentario, se los agradezco. 


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