Shota no conoció a su pareja destinada si no hasta sus treinta años, una edad normal para algunos pero demasiado larga para un pequeño omega de apenas dieciséis años.
Su comienzo no fue bueno, el pequeño omega era una fiera en toda la palabra, no podía ni siquiera acercarsele sin que el rubio cenizo le mostrara sus colmillos. Algo tierno a vista de Shota, pero aterrador para Yamada, su mejor amigo. La relación no fue tan bien desde sus inicios, dado que el alfa era un hombre mayor y su trabajo cómo docente complicaba las cosas más si el omega era su alumno, los casos de parejas destinadas con una mayor diferencia de edad no eran tan comunes pero tampoco se consideraban cómo un tabú para la sociedad.
Sólo era un sucedió, y así quedaba.
El poder llegar a ser cercano al menor fue todo un reto para el pelinegro que tuvo que soportar desde explosiones debido al quirk del chico, hasta insultos de este, pero fue algo a lo que se acostumbró que incluso tuvo que surtir más de sus gotas para los ojos debido a su constante uso de su propio quirk.
No fue hasta que después de haber realizado el rescate de Eri, y el caso de Chisaki que el chico de las explosiones se acercó por voluntad propia hasta él. Un manojo de nervios y una bolita tierna de color rojizo que amenazaba con explotarle en su cara si decía algo fuera de lugar, pero no lo hizo y aprovechó de eso.
Y así es cómo ahora el pro héroe miraba cómo su reciente pareja acomodaba de varias almohadas, cobijas, cobertores de todo en un reducido espacio de su cuarto, porqué sí, el menor decidió hacer su nido en la habitación del mayor no en la suya, alegando que en la del hombre nadie entraba y que sí lo hacían se encargaría él mismo de dejarlo sin descendencia. Shota intentó hacerle ver que eso le afectaría también a él pero hizo caso omiso y le trató cómo un loco hablando solo.
— Katsuki...— El mayor llamó a su pareja, que estaba demasiado ocupado robando ropa del ajeno para colocarla dentro de su nido, nada mal a decir verdad para ser el primero que hacía.— Katsuki.
— Te escuché la primera vez, jodido anciano.
Sí, su destinado era demasiado dulce.
El cenizo se giró en su lugar y se sentó con sus piernas cruzadas, mirándolo dentro de su formado nido, Shota tuvo que contar hasta veinte para no ir contra el menor.
— ¿Cómo van tus clases?— y sí, Aizawa también era un estúpido para formar una conversación con su pareja. El rubio arqueo de sus cejas por la pregunta ajena, y chasqueo su lengua alzando de sus hombros.
— Que te importa.
La renuencia del menor no era algo nuevo, lidiaba con esta desde el principio por lo que tomó toda la calma que tenía y se levantó de su silla, luego terminaría con sus trabajos pendientes. Fue hasta el menor, inclinándose a su altura recibiendo un gruñido por parte del chico, lo que le hizo reír con gracia; había escuchado que los omegas eran demasiado posesivos con sus nidos.
— ¿Los ensayos para el festival?— intentó de nuevo, además se había enterado que el rubio estaría en la banda del grupo, tenía curiosidad por eso pero debía tantear el terreno primero. Katsuki chasqueo de nuevo su lengua y desvío la mirada, aunque pudo asegurar presenció de un sonrojo en sus mejillas antes de que el chico se girara y se ocultara entre las sabanas.
Era una caja de sorpresas, lo sabía. Nadie se podía imaginar que el insoportable y explosivo chico llegaría a ser demasiado tierno y tímido.
No dijo más y dejó que se envolviera entre las sabanas, poniéndose de pie y regresando a sus deberes, entre calificar tareas y estar cuidando de Eri el tiempo se le iba demasiado rápido y su sueño era más pesado que antes, por lo menos esperaba dormir más cuándo todo eso del festival terminara.
Su cuello tronó y se sintió un poco más relajado, siguiendo con sus ojos en la computadora frente suyo, estos ardían ligeramente pero era normal al estar frente a la luz por un buen rato además desde la pelea en el USJ su quirk había bajado de rendimiento un poco, pero era un precio considerable ya que en sus opciones no había estado el dejar a los alumnos varados, aunque por lo que recuerda estos lo hicieron bien para ser su primera más, a excepción de su pareja, lo sabía. La presión que había estado cargando desde hace tiempo el menor era grande, desde su primer incidente dónde All Might le salvó, el incidente en la escuela, el festival deportivo en dónde le defendió de los héroes que contaban cómo audiencia y lidiando con el secuestro del chico, pero sabía que no era tanto cómo la sensación de que él fue la razón por la que el héroe número uno se tuvo que retirar. Lo supo desde que le vio de regreso, y lo confirmó cuándo fue espectador también de su pelea con Midoriya. Y pese a todo salió de eso, era consciente que aún tenía lamentaciones pero para eso estaría él, no podía ser un buen alfa si no podía ayudar a su omega.
Suspiró y parpadeó varias veces tratando de llevar su mente a sus pendientes pero el peso extra en su espalda le detuvo, pudo sentir la respiración tranquila en su nuca y guardó de un gruñido bajo, Katsuki le abrazaba por detrás y se frotaba cómo un minino a su dueño, y a Shota le encantaban los gatos.
— Creí no querías verme.— le molestó en un murmuro.
— No te estoy viendo, viejo.
Bien, tenía un punto ahí. Sólo le abrazaba.
— Deberías regresar a tu habitación, ya es tarde.— Añadió regresando toda su atención a la pantalla frente suyo, y creyó lo había logrado al ya no sentir el peso extra pero se sorprendió ligeramente al sentir cómo su cabello era sostenido por las manos ajenas, y era amarrado con una cinta para que no le molestase.
— Tsk, maldito anciano, me largo.
El rubio recogió de su mochila y cargandosela por la espalda dio varios pasos hasta llegar a la puerta de la habitación del mayor, la cuál fue abierta y cerrada en un parpadeo.
Aizawa presionaba de la puerta con fuerza quedando justo tras de su omega, respiró profundo y pudo sentir el ligero aroma que el cenizo desprendía, era adictivo. Katsuki forcejeo contra la puerta sin siquiera voltear a verle, pero el maestro no tardó en arreglar de eso. Tomando de su mentón le hizo girarse, al igual que su cuerpo le empujó para que girara por igual y estampó de sus labios contra los ajenos. Su alfa gruñó en completo acuerdo, el estar sentado intentando no hacer nada era difícil para él y la tentación fue más fuerte además de que el omega parecía demasiado colaborador.
Se permitió delinear de sus labios con calma, degustando del sabor de estos y dar pequeñas y tiernas mordidas en sus belfos que claramente se acomodaban con los suyos, era su omega y había sido hecho para ser su complemento, y suyo más que nada.
El gimoteo del menor le sacó de su ensoñación y con su muy poco autocontrol se separó de su nueva adicción. Guardó una risa al oír el gruñido del más bajo por separarse pero sí sonrió al verlo con sus mejillas rojas y su respiración acelerada pudo ver cómo una pequeña explosión se formaba en las manos del rubio y le pareció demasiado para su maldita alma.
— Buenas noches, cachorro.
Dijo pasando su mano hasta su cabello, desordenando de este y besando su frente, el chico explosivo gruñó y maldijo al tiempo que le empujaba lejos suyo, saliendo de aquella habitación con prisa para ir a su propia habitación en busca de fortaleza para no volver con el pelinegro y besarlo hasta que no pudiera más.
Cogio su móvil con manos temblorosas, y leyendo varias veces de lo que escribió envió a su destinatario, apagando del aparato y encogiendose en su cama cerró de sus ojos, no le fue difícil el quedarse dormido. Mientras que en el cuarto del mayor, el sonido de un mensaje le hizo volver hasta su escritorio notando la luz de la notificación, sonriendo sin evitarlo al ver el mensaje. Su cachorro era tan tierno.
Katsuki 8:02 PM.
“Descansa, anciano de mierda.”