Cuando es tarde en la noche y el mundo entero duerme, cierta persona se mantiene despierta, con los ojos ligeramente cerrados decide permanecer dentro de su cama, respirando con insistencia mientras deja que todas las imágenes que nacen de su cabeza corran hacia todas direcciones, ilustrándose cada una, siempre terminando en lo mismo.
Cuando pasan de las tres de la mañana y nadie más está despierto, Yixing puede permitirse soñar sobre el amor que subsiste dentro de su corazón: que le quita los suspiros y le crea sonrisas, que hace a su corazón latir desesperado y le ayuda a sentir su pecho cálido. No tiene sueño, porque cuando recuerda los oscuros ojos de Junmyeon y los delicados labios que posee cuando le sonríe, no puede evitar el imaginarlos una y otra vez; las veces que le agradece por un pequeño favor apoyando al ganado de su familia, cuando le da los buenos días o al último momento antes de irse a dormir.
Yixing no puede dejar de pensar en la maravillosa forma de ser contraria, y por eso, a una estrella cada noche, desea desde lo más profundo de su corazón que Junmyeon también pueda pensar en él. No hay lugar favorito de Yixing, cuando Junmyeon lejos está, que quedarse dentro de su habitación donde puede pensar cada segundo en él.
Cada día que pasa, cuando se encuentran en la cocina y se saludan con timidez, cuando él tiene que encontrar a Junmyeon para dedicarle algo refrescante luego de su duro trabajo, no hay nada más lindo que sentir los gruesos dedos del coreano pasar lentamente sobre su mano. Y cada vez que Yixing llena de coraje su pecho, bien listo para decirle todo lo que siente por él, se llena de miedo mientras piensa que no puede hacerlo.
A veces, cuando Junmyeon se concentra en sus trabajos de jardinero, Yixing no para de pensar si en el fondo él puede notar lo mucho que le importa. No hay momento donde se imagine que lo sostiene en brazos, que acaricia el rostro contrario para conocerlo y comprobar si es que Junmyeon es un ángel real, abrazándolo tan fuerte al final, sintiendo los dulces labios contrarios sobre los suyos.
Porque cuando llegue la mañana, todo volverá a ser lo mismo, a mantenerse separados, a sentir la desesperación de no poder decirle nada porque no se atreve. ¿Y si Junmyeon mirara a través de sus ojos y descubriera cuan grande era su amor por él, todavía se atrevería a corresponderlo?
Oculto en las sábanas, con las mejillas rojas y una sonrisa traviesa en sus labios, Yixing desea, desde lo más profundo, que Junmyeon pudiera notarlo alguna vez. No sólo como amigos, que no lo trate como el hijo de su patrón, no. Que puedan verse y tengan la libertad de lanzarse el uno al otro, abrazarse y besarse en todo momento, probando el delicioso sabor ajeno y comprobar si este se trata de algo más que no sea caramelo.
Yixing quería soñar y soñar cada noche en él: quería pensarlo todo el día, mantenerlo más cerca y poder decirle en algún momento sobre todos los tórridos sentimientos que eran especialmente para él. Quiero abrazarte tanto, quiero sentirte más. Repetía el muchacho, sonriente, mirando la luz de la luna que se filtraba a su habitación.
Y aunque lo intente, no se puede, no hay manera en que Yixing deje de pensar en Junmyeon en ningún segundo. Porque lo ama y lo extraña, siempre. Porque lo necesita.
Pero entonces, algo increíble parece ocurrir. Más que un sueño o todos esos pensamientos que siempre aparecen, Yixing puede observar a la puerta de su habitación siendo abierta poco a poco, mostrando una silueta que aparece lentamente. Una pequeña risa sale de sus labios, y aquella figura se introduce completamente a la habitación, en silencio.
La sombra va hacia Yixing. Es increíble, mejor que soñarlo cada noche, pues Junmyeon aparece despacio y se introduce con cariño en la cama del chino, acurrucándose a su lado, estirando los brazos hasta alcanzar su cuerpo y juntarse en un abrazo.
Era maravilloso, incluso sentir la respiración contraria en su cuello repitiendo muchas palabras suaves y llenas de amor. Ah, no existía nada más celestial, mucho menos cuando Yixing se abalanzó a regalarle un pequeño beso en los labios, mirando atentamente a su querido amado, diciendo un te amo apenas pudo. Y Junmyeon, con una sonrisa, le respondió igual: yo también te amo.
Así que esta noche, abrazados, sintiendo el pecho tan inflado de calor, ambos se acomodan con placer sobre el colchón, porque ya no es necesario pensar y pensar en el otro, sino que ahora habían decidido hacerlo realidad. Porque mañana y el resto de sus vidas se quedarían juntos, como uno solo, amándose en cada momento y sin dudar.
No hay lugar donde prefieran estar que ahí mismo, entregándose todo de sí. Y esta noche, tan perfecta, no pueden detenerse a quererse tanto. Esta noche y para siempre, iban van a estar muy juntos, cerca del cielo, llenándose de calor por siempre.
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