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Gotas de sangre por Brenna_Matsu

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s!

 

bueno, esta es una historia muuuuuuuy antigua que escribí hace años en esta página y que pensé que había perdido entre cambios de pc y formateos. La encontré hace unos 2 años y empecé a arreglarla como forma de desestresarme por la tesis XD así que quise volver a publicarla, pero con los arreglos.

como nota, no sé si alguien lee fanfic de Inuyasha también, estoy haciendo esta misma historia, pero como un SesshxRin, para que no piensen que es un plagio.

-que fácil es la muerte…

 

Pensé mientras veía a como el ataúd de mi madre era bajado hasta el profundo agujero donde seria enterrada. Una gran cantidad de personas asistió al funeral, todos lloraban menos yo, aunque yo sabía que muchos solo fingían su “angustia”; dado que obviamente la muerte de mi madre no fue un accidente como todos me querían hacer creer.

 

-mi más sentido pésame Takanori -otra mujer con un rosario se acercó a darme el pésame- es una verdadera lástima lo de tu madre

- si… lo es - le respondí fríamente a la mujer

- Señorito -se acercó un hombre de la funeraria- ¿quiere decir unas palabras antes de que enterremos finalmente a tu madre? - negué con la cabeza a modo de respuesta- está seguro? Ya no volverá a ver más…

-sí, estoy seguro -mire a los ojos al hombre- mi madre ya está muerta y no va a escucharme de todas formas.

 

El sujeto y todos los que me oyeron me miraron extrañados, a diferencia de todos ellos yo no estaba llorando ni tenía rastro de tristeza, estaba… sin ningún sentimiento en el cuerpo…

 

Ya terminado el entierro todos fueron retirando poco a poco, muchos me ofrecieron irme a su casa, puesto que ahora viviría solo en la mansión que mi madre me heredo. Dado que con mi madre muerta y como jamás conocí a mi padre; era el único heredero y me encontraba mi suerte en el mundo.

 

- Taka cariño ¿de verdad que no quieres venir a vivir conmigo y tus primos? -por tercera vez una de mis tías me insistía que me mudara con ellos.

- No gracias Tía, no quiero ser una molestia para todos ustedes -negué lo más educadamente posible que podía a esas alturas del día. La verdad solo quería llegar a mi casa; Solo.

- Pero mi niño tu jamás serás una molestia- agrego mi tía fingiendo un asqueroso tono empalagoso- tú sabes que mi hermana querría que te quedaras conmigo…

 

Suspiré frustrado y conté hasta diez para no mandarla al carajo en ese mismo instante. ¿Acaso creen que me creeré esa historia? ¿Creen que me creeré que mis tíos (que con suerte saben mi nombre) tras la muerte de mi madre, todos quieren mi bien y seguir los “supuestos” deseos de mi madre? ¡Bah! Tropa de idiotas.

 

Respire profundamente y fingí mi mejor sonrisa y mire fijamente a la hermanastra de mi madre.

 

-no se preocupe tía, ya tengo 18 y puedo valerme por mí mismo.

 

En su rostro se vio la decepción, más sus ojos reflejaban ira. Ya me estaba acostumbrando a esa mirada, puesto que muchos ese día me la habían dedicado esa misma rabia al negar la misma oferta. Ella dio media vuelta y me dejo solo. Ya no había nadie más que yo en el cementerio. Me acerque a la lápida de mi madre tocándola suavemente.

 

- Querida madre… si supieses en el infierno en el que dejaste a tu pequeño…-una lagrima resbalo por mí mejilla- pero bueno me criaste para ser un hombre fuerte, creo que estaré bien… - retiré la mano de la lápida y subí mi mano derecha a la altura de mi pecho, donde estaba mi corazón- Adiós Madre… siempre estarás aquí conmigo.

 

Deje el lirio blanco que lleve en mi mano izquierda todo el funeral al lado de su lapida, sentí como se escapaban algunas lágrimas y como recorrían mis mejillas para caer sobre la tumba. Creo que era momento para abandonar ese lugar y llegar a mi casa… a mi solitaria casa. Quería pensar y asimilar bien las cosas, todo pasó muy rápido y aun no podía digerir todo lo que había sucedido en estos días.

 

- y pensar que hace menos de dos noches me diste las buenas noches y hoy… - baje la mirada mientras caminaba hacia el coche que me llevaría a la mansión, sentía un gran nudo en el pecho, quería al menos llegar a mi casa y poder desahogarme tranquilamente, estaba harto de la falsa modestia o la lastima fingida de todos mis parientes y otros “cazadotes”.

 

Cuando finalmente llegué a mi casa me dirigí directamente a la habitación de mi madre. Aún estaba su fragancia en la habitación, su perfume de jazmines se percibía claramente en el aire; todas sus cosas en perfecto orden, como a ella le gustaba. Inconscientemente me fui a su cama y me recosté en ella, abracé su almohada y finalmente solté todos los sentimientos que afligía en ese momento mi corazón. Llore hasta que ya no me quedo ninguna lágrima, estaba agotado y entre mis sollozos y lamentos me dormí.

 

Soñé con mi madre: ella estaba en un hermoso campo de flores con miles de jazmines. Estaba radiante como siempre y con esa sonrisa sincera en sus labios que siempre adoré; vestía en un hermoso vestido violeta, su preferido; Ella a la distancia me vio y me saludo llamándome a que me acercara y devolviéndole la sonrisa corrí a su lado. Realmente estaba muy feliz de verla, quería abrazarla y decirle cuanto la necesitaba pero por más que corría no lograba alcanzarla, empecé a desesperarme, trate de correr lo más rápido que pude pero de repente sentí como algo atrapaba mis pies y mis brazos, eran unas cadenas que habían salido de la nada, trate de soltarme en vano, mire hacia donde estaba mi madre y allí estaba ella sonriéndome con los brazos abiertos, pero una silueta apareció detrás de ella, no la pude identificar muy bien pero lo que si pude ver fue el filoso cuchillo que traía en la mano.

 

- ¡¡Madre corre te mataran!!- trataba de gritar, pero la voz no salía de mi garganta, trate de zafarme de las cadenas nuevamente pero no había caso, estas no cedían.

 

Mire como esa silueta abrazaba a mi madre y ponía el cuchillo en su garganta. Nuevas lagrimas salieron de mis ojos por mi desesperación y trate de seguir gritando a mi madre, pero nada, la silueta me miro y sonrío mientras despiadadamente cortaba la garganta de mi madre.

 

Desperté de golpe, sudando y con la respiración agitada, me senté en el colchón y vi a mi alrededor. Todo estaba tal cual lo había dejado mi madre antes de morir.

 

- solo fue un sueño…- susurre

 

Volví a recostarme mirando el techo. ¿Qué había sido ese sueño? Fue uno de los sueños más vivos que he tenido en mi vida, sentía mi corazón agitado por el miedo y la desesperación del sueño.

 

Una hora más tarde, me levante y mire por última vez la habitación de mi madre antes de salir. Fui a la cocina a ver si había algo de comer en las despensas. Encontré un poco de leche y me contente con eso, no tenía ganas de cocinar y los sirvientes hoy no iban a venir, puesto que todos renunciaron cuando se supo del extraño fallecimiento de la señora de la casa.

 

Suspiré y fui al enorme comedor, que ahora se veía mucho más grande de lo que realmente era; bebí mi leche tranquilamente, tenía que pensar ahora que sería de mí, puesto que mi madre era una mujer muy rica y toda su herencia recaía en sus hijos y su esposo, en este caso… su único hijo.

 

Unos golpes en la puerta rompieron mi concentración, pensé que tal vez podría ser mi tía nuevamente para insistirme que me fuera a vivir con ella.

 

-Son insistentes estos hijos de puta… - murmuré con molestia mientras me levantaba con cara de pocos amigos y fui a abrir la puerta.

 

Cuando abrí la puerta no encontré la regordeta cara de mi tía llena de cosméticos “caros”, si no que en vez de eso encontré a un hombre muy delgado (por no decir raquítico), pálido y muy alto; bestia un terno negro y sin gorro. Me miro fríamente, he de admitir que me dio un poco de miedo.

 

- Es usted es la Señor Takanori Matsumoto no es así? -dijo con una voz grave y algo tétrica.

- Así es, un gusto conocerle -no sé cómo, pero logre que mi voz no reflejara mi nerviosismo.

- de acuerdo señor Matsumoto, mi nombre es Riku Ottawa y soy el abogado de su difunta madre, que en paz descanse; y vengo a aclarar su testamento y los bienes que se le serán transferido usted por ser único heredero.

-de acuerdo señor Ottawa -me hice a un lado de la puerta- por favor entre y sigamos está conversación en el despacho de mi ma… en mi despacho.

 

El hombre entro y caminamos hasta el despacho de mi madre en el segundo piso. Él me siguió en silencio y cuando llegamos le indique que se sentara en el sofá frente al escritorio mientras yo rodeaba el mueble.

 

- tomé asiento Señor Ottawa ¿Se le antoja algo de beber? -dije apuntando el minibar donde mi madre siempre tenía algo de Sake.

- Muchas gracias señor, pero de momento debo negarme a su gentil oferta –tomo asiento y abrió su portafolio sobre su regazo.

 

Mientras tomaba asiento, lo mire detenidamente y mientras él buscaba lentamente los documentos en su portafolio. Cuando los encontró, suavemente los retiro y los coloco sobre la mesa mientras comenzaba a hablar. Era el testamento de mi madre.

 

- Bueno señor Takanori– me miró fijamente – ¿No le molesta que la llame por su nombre verdad?

- no, ningún problema señor Ottawa.

-por favor, llámeme por mi nombre no se preocupe -creo que le vi una pequeña sonrisa, pero rápidamente aclaro su garganta y volvió a su seriedad algo tétrica- vamos al grano, como usted debe saber, su madre poseía una gran fortuna y algunos terrenos fuera de la ciudad -asentí con la cabeza, pero no sabía esto último- Al ser la único heredero vivo para esta herencia y ya posee la mayoría de edad; tiene dos opciones en este momento –se calló por un momento para mirarme fijamente dándome a entender lo sería que era esa situación- en el testamento de su madre, ella deja claro que todo el dinero y sus pertenencias son suyas Takanori, puesto que en el caso que usted fuera menor de edad la herencia en su totalidad pasaría a manos de sus familiares que la recibieran en su vivienda, hasta que usted cumpliera la mayoría de edad. Más es su decisión si desea administrar todo o pedir la tutoría de un familiar, más este al convertirse en su tutor adquiriría derechos legales sobre su herencia. ¿Me doy a entender correctamente verdad?

-Perfectamente Señor Riku -obviamente ya lo sabía, por eso mis tíos y familiares estaban tan ‘repentinamente’ interesados por mí.

- Bueno y en el caso que usted decida vivir solo, obviamente, la herencia es totalmente suya, en otras palabras, la cuenta bancaria de su madre y las dos mansiones serán suyas.

 

El abogado saco otro papel del portafolio y me lo enseño, lo tomé y leí detenidamente su contenido. Era un registro que yo debía firmar en el cual debía indicar mi decisión: quedarme con mi herencia o pedir la tutoría de algún familiar.

 

-Señor Takanori, ahora la decisión es toda suya, si usted fuese a vivir con sus tíos necesito la fir…- Levante mi mano delicadamente, pero con firmeza, tome la pluma del escritorio y firme en la cláusula en la que decidía quedarme con mi herencia yo solo, no dejaría que las rapiñas de mis parientes se quedaran con todo lo que mi madre se esforzó por cuidar y ganarse, al contrario de ellos que sus respectivas herencias la derrocharon.

 

-No se preocupe Señor Riku – dije mientras veía al hombre a los ojos y le estiraba el papel ya firmado- ya decidí hacerme cargo yo mismo, no hay muchas más vueltas que darle al asunto por mi parte.

 

Él me miro y… esperen, ¿está sonriendo? Es una muy extraña reacción.

 

-Sabes Taka… -dijo con la más sincera sonrisa que he visto en días- me recuerdas a tu madre, te le pareces mucho -Note como la nostalgia impregnaba sus palabras - La conocí desde pequeña, dado que era el abogado de tus abuelos, y sabía que cuando… bueno… ella muriera, sus hermanos y hermanastros tratarían de quedarse con su fortuna, pero tu decisión me alegra mucho- él se levantó del sofá y se dirigió al mini-bar- bueno yo creo que mi trabajo está hecho aquí Señor, ahora si le aceptare gustoso un poco de sake para brindar por su prosperidad y afinar unos últimos detalles.

 

Con una sonrisa me dirigí al minibar y serví las dos copas de sake. Tras media botella de sake, una que otra historia sobre mi madre de joven y desearme la mejor de las suertes en esta nueva etapa de mi vida; el Señor Riku me dijo que debía retirarse y si le podía acompañar hasta la puerta. le escolte en silencio, pensaba lo que él hombre me había contado de mi madre. Era como un bálsamo que aliviaba mi pena oír a alguien que hablara de corazón sobre mi querida madre.

 

Cuando llegamos a la puerta él se dio media vuelta y me miro con una enorme sonrisa, la cual respondí con una sonrisa igual de genuina.

 

- fue un agrado hablar con usted Riku.

- No, el placer fue mío Taka – salió por la puerta principal y antes de irse me agrego- Cuídate mucho y esto es para ti – saco de su portafolio una pequeña hoja- son los certificados de propiedad tanto de esta mansión como de la segunda mansión que poseía tu madre.

 

Tomé el papel, le di las gracias correspondientes y me despedí del abogado. Al cerrar la puerta, mientras caminaba hacia el despacho leí el papel detenidamente, no obstante, quedé pegado el piso de la sorpresa al leer la dirección de la segunda mansión.

 

- Una mansión… en… ¡¿Tokio?!

 

Ok, esto me tomo por sorpresa. ¡¿Desde cuándo mi madre tenía una mansión en Tokio?! ¡¡Esos terrenos son carísimos!! creo que madre me oculto algunas cosas al parecer.

 

Salí de mi transe después de unos minutos y me fui hasta la terraza y tome asiento en la mecedora que mi madre me había mandado a construir hace un año.

 

- a ver Takanori Matsumoto … - cerré los ojos y me toqué las sienes- Madre te ha dejado una gran fortuna y dos mansiones… y acabas de firmar un documento aceptando tu herencia solo para ti… -

 

Suspire, las cosas estaban pasando más rápido de lo que pensaba. No puedo negar que siempre quise vivir en Tokio, pero siempre que lo imaginaba mi madre estaba a mi lado, pero ahora… ¡¿pero que estoy haciendo?! Me seque unas lágrimas que empezaban a salir por mis ojos, mi madre siempre me dijo que los cambios siempre eran para mejor y que las cosas en la vida pasaban por algo, por mucho que nos dolieran.

 

Me levante lleno de determinación de la mecedora, ya basta de lamentos. Me encerré en el despacho, había mucho que hacer y poco tiempo que perder, las empresas en las que invertía mi madre no se iban a mantener solas, siempre le ayudé a mamá con las finanzas de los campos de arroz en los que invertía, así que eso era pan comido; más había una duda que rondaba en mi mente… ¿me mudaba a Tokio o no?

 

Tras escribir y enviar las cartas correspondientes a las empresas, volví a la mansión agotado. Mi estomago empezó a reclamarme algo de alimento, me dirigía a la cocina cuando alguien comenzó a tocar la puerta principal estrepitosamente. Maldije como por séptima vez en el día (querida madre, si estas escuchando no te ofendas por la cantidad de blasfemias que han salido de mi boca este día) y lentamente caminé hacia el vestíbulo mientras seguían golpeando la puerta cada vez más fuerte, francamente ya me estaba empezando a molestar ese maldito ruido.

 

-¡¡ya voy!! – les grite para que dejaran de tratar de botar mi puerta a golpes, lo cual funciono.

 

Cuando abrí la puerta, me encontré una ingrata sorpresa: como era de esperarse estaba mi regordeta tía Miwako junto con mi otro tío… ¿cómo era que se llamaba? Ayer fue la primera vez que lo veía, mi tía lo había presentado como un hermano de mi madre. Este también ayer me había ofrecido su tutoría, la cual obviamente negué. Otro interesado más…

 

- Hola pequeño Taka -saludo mi tía con miel impregnada en sus palabras- ¿cómo has estado? ¿no te molesto que te diga Taka verdad cariño?

- Muy bien gracias tía Miwako- como si le interesara, si fuera por ella me encontraría mejor muerto que vivo.

-Hola pequeño Taka, ¿me recuerdas verdad? -la verdad no…-Tu Tío Minamoto -dijo dándome una sonrisa tan falsa como las joyas de “oro” que ambos ostentaban.

- Claro, como olvidarlo – mentí - ¿quieren entrar? Puedo ofrecerles un té -Malditas formalidades, por mi les cerrara la puerta en la cara, pero mi madre siempre me enseñó a que debía ser educado.

-Oh muchas gracias hijo – dijo mi tía mientras entraba seguida por mi tío.

 

Fuimos a la sala de estar y ella quiso sentarse en el sofá francés especial de mi madre, pero yo fui más rápido y me senté primero.

 

-Lo siento tía, pero este es mi sillón favorito, le ofrezco si lo desea el sofá negro al lado de la mesada - En mi casa y en el sofá de mi madre no zorra. Ella disimulo su molestia y con mi tío se sentaron donde les indique. Reí para mis adentros al ver su cara de incomodidad, ese era sillón más duro de la mansión.

- ¿y el té? – me dijo de manera altanera mi tío.

- disculpe, iré por él enseguida- me levante lentamente- Los sirvientes de la mansión ya no están así que me encuentro solo en la mansión.

-A eso veníamos corazón a hablar…

 

Rápidamente la interrumpí y me excuse con ir a buscar el té a la cocina, a la que camine rápidamente. Mierda sabía que vendrían a esto, solo vienen a tomar las posesiones de mi madre, es lo único que les importa a estos malditos arribistas idiotas.

 

Prepare el té lentamente, para mi desgracia no teníamos algún té corriente para haberles dado a esos dos, ellos no merecían el fino té de mi madre. Prepare la bandeja y la lleve a la sala de estar, donde encontré a mi tío recorriendo la sala de estar minuciosamente y a mi tía admirando la fina y costosa decoración.

 

-Aquí está el té, disculpen la demora- dije depositando la bandeja frente a la mesita de té que se encontraba frente a mi sofá. Mi tía me agradeció y tomo su taza y bebió unos cuantos sorbos.

- Está un poco frío, ¿No lo crees? – me dijo fingiendo una actitud de alta sociedad.

-Para mí está bien, si desea podría ir a prepararse el suyo usted misma ­– dije cortante.

-Tu niñato desubicado…

 

Sabía que ella iba a insultarme como recurrentemente lo hacía, pero se calló y se acomodó en el sofá mientras mi tío se acercó a nosotros, le coloco la mano en el hombro y le dijo algo al oído, ella asintió con la cabeza y volvió a mirarme con esa horrible sonrisa que tenía mientras mi otro tío tomaba asiento.

 

-Mi querido sobrino– dijo mientras tomaba un sorbo de su té- como habrás notado, con nuestra hermana muerta solo nos tienes a nosotros como familia directa. Pero nos preocupas mi querido, ya hablamos con Miwako y concluimos que lo mejor para ti es que vivieras con uno de nosotros para que te cuide…

-tú sabes que siempre te hemos querido y hemos velado por ti en todo momento -continuo mi tía- así que queríamos saber con cual de nosotros te vendrás a vivir para firmar los papeles correspondientes sobre tu tutela.

 

No pude evitarlo y me puse a reír a carcajadas, me sorprendía lo hipócritas que podían llegar a ser esos dos. Seguí riendo hasta que me llegaron a salir algunas lágrimas.

 

- ¿Tienen que estar bromeando verdad? -dije mientras limpiaba mis lágrimas y trataba de controlar mi risa. Ninguno de los dos estaba con cara de entender que me hacía reír, es más, las miradas de molestia que ambos me dedicaron me hicieron más gracia aún.

- No estamos bromeando Takanori- dijo seria mientras escupía las palabras mi tía- así que respóndenos en este mismo instante

 

Ella me hablo tan seria que estuve a punto de volver a explotar en risa en su cara, pero traté de controlarme. Ambos me miraban muy enojados

 

- ¿Nos puedes contar el gran chiste Takanori?

- Me hace mucha gracia su hipocresía y su habilidad para mentir descaradamente – Sonreí mientras apoyaba el codo en uno de los costados del sofá para poder descansar mi cabeza en mi mano.

- Pero … ¡¡¿cómo te atreves niño insolente a tratarnos así?!!  -creo que se le saldrán los ojos de rabia a esta mujer - Esta es…

-Mi casa- le corte la frase a lo cual ella me miro con profundo odio- queridos Tíos para su información esta mañana vino el abogado de mi madre, el señor Ottawa, a hablar exactamente lo mismo que en este momento hablamos. Y la decisión está tomada ya – enarque mi ceja mirándolos fijamente con una sonrisa de autosuficiencia.

-No me digas que…

-Exactamente estimado tío, ya soy mayor de edad y toda esta propiedad y la herencia de mi madre es mía.

 

Mi Tía se levantó indignada y me miro con mucho rencor

 

- ¡¿Dónde está el testamento de mi hermana?! -grito- De seguro ella hablo de nosotros! – ella ya estaba perdiendo el control.

 

Me dolerá la cara de tanto sonreír, pero realmente estoy disfrutando ver como el mundo se les cae a estos dos oportunistas.

 

- sí, si hablaba de ustedes, decía explícitamente “no le entreguen nada a mis hermanos derrochadores y buenos para nada, todo lo que poseo le he de heredar a mi hijo”

- ¡Tú maldita crío! – ella me tomo por el cuello de mi camisa y me levanto del sofá- ¡¡tú no eres nadie para venir a tratarme así!! – me grito - ¡¡Esta casa también fue mía!!

 

Respire profundamente, yo no iba a perder la calma, más estaba a dos palabras de perder la paciencia.

 

-Para su información estimada, esta casa fue adquirida por mi madre al administrar ingeniosamente su parte de la herencia de mis abuelos en empresas las cuales le permitieron comprar esta propiedad y ahora con su fallecimiento esta propiedad me pertenece – dije serio – por otro lado, ustedes malgastaron su herencia en lujos entupidos -los fulmine con la mirada- no dejare que derrochen ni una moneda de la herencia que mi madre con esfuerzo e inteligencia me dejo.

 

Vi como ella estaba roja de la ira, pero sabía que no le había dicho ninguna mentira y me fue soltando poco a poco.

 

- Ni usted, ni usted – apunté a mi otro tío- se preocuparon por nosotros cuando mi madre estaba viva, usted Miwako fue solo una horrorosa mujer que para lo único que requería de su hermana era para pedirle dinero; y a usted Minamoto recién ayer vine a saber que existía. ¿Y viene a reclamar algo de la herencia? Son unos entupidos.

 

Minamoto me miro con mucha ira, creo que estaba pensando en ir a golpearme junto con Miwako, pero les interrumpí.

 

- Y ahora por favor háganme el favor de irse de mi casa y no se preocupen, si tanto ansían esta mansión podrán obtenerla, pero legalmente, voy a venderla.

 

Ambos me miraron estupefactos, al parecer estaban shockeados por mis palabras

 

-No serias capas… no tendrías donde vivir…

-Claro que lo tengo, venderé esta mansión y me mudare a Tokio, a la otra mansión que me heredo mi madre. Para si no volver a verlos a ninguno de los dos. Ahora si no es mucha la molestia…-dije esto último fríamente- váyanse de mi casa ¡Ahhh! Y no piensen hacer nada estúpido en mi contra en este momento, porque si algo me pasa a mí no verían ni una sola moneda dirigida hacia ustedes, todo esto ya fue previsto por el Señor Ottawa y hagan lo que hagan la balanza jamás se inclinara a su favor.

 

 

Ambos me dieron una última mirada de odio y rencor y se fueron por donde llegaron. Me senté nuevamente en el sofá de mi madre y suspiré.

 

- Bueno ya está decidido-mire el techo- mañana mismo hare los tramites de venta de esta mansión y me mudare a Tokio… a hacer una vida nueva…

 

Cerré los ojos y pensé en mi madre.

 

Madre querida, espero que sea la mejor decisión la que estoy tomando… espero que me estés cuidando desde el cielo.


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