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87. Seducido por los Gemelos (01) por dayanstyle

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Notas del fanfic:

NUEVA SERIEEEEE

 

AL FIN LLEGARON LOS BABYS (no tan babys) DE LA MANADA KIM

Cuando la mujer, con la que Jun Yeon había estado coqueteando, lo golpeó en la cara, este se echó hacia atrás y Jung Ho Seok  se estremeció. Eso tenía que haber dolido.


—Y te preguntas por qué no salgo mucho —dijo Ho Seok.

 

Una mancha roja se formó sobre la mejilla de Jun Yeon, mientras la chica se pavoneaba yéndose para reunirse con sus amigas. Ella le dijo algo al grupo de mujeres que la rodeaban, y luego se dio la vuelta, mirando en la dirección de Jun Yeon.


—Mejor ten la esperanza, de que el enojado grupo no te ataque.


Ho Seok recogió su agua mineral con gas y tomó un sorbo, mientras miraba alrededor de la discoteca. A pesar de que finalmente había cumplido los veintiún años, no quería emborracharse y arruinar su oportunidad de anotar con algunos de los chicos que colgaban en el club.


—No estoy preocupado por ella —dijo Jun Yeon, y luego tomó un trago de la bebida, de lo que fuera que había pedido. El tipo eructó, golpeó su pecho, y luego eructó de nuevo. Y Jun Yeon se preguntaba por qué las mujeres lo llamaban  cerdo.


—Tal vez si no le hubieras preguntado si podrían follar en el baño no tendrías a su proxeneta golpeándote.


Ho Seok sonrió e hizo un movimiento de golpear con la mano. —Jodiste el poder cerrar el acuerdo con las chicas.


—Lo dice alguien que aún no ha tenido sexo—dijo Jun Yeon. No era  la primera vez que su hermano, encantadoramente, le recordaba que no había tenido sexo.


—Revienta tu querida cereza, y luego vamos a hablar acerca de quién tiene más juego.

 

 Tampoco  era  la  primera  vez  que  Jun Yeon  lo  había  desafiado  a  perder su virginidad.  Ho Seok  lamentó  confesarle  su  incapacidad  para  tener  sexo,  una noche, mientras los dos estaban pasando el rato en la sala de  estar, jugando juegos de vídeo con el nuevo X-box de Jun Yeon.
Desde esa noche, Ho Seok negó haber confesado una cosa así.


—No sabes si he tenido sexo. Ya podría haber tenido toneladas de sexo.
No era como si se aferrara a su virginidad por una razón. No lo estaba.

Incluso había salido con un chico durante dos semanas, y justo antes de que decidiera que era hora de hacerlo, l tipo había mostrado su verdadera cara. Había sido un idiota, y Ho Seok había dejado al tipo.


Lástima que Sang Il no había tomado la indirecta y todavía lo molestaba. El hombre era como un tic que se había metido de cabeza en el costado de  Ho Seok y no lo dejaba ir. Tal vez si comenzaba a salir con otros hombres, Sang Il lo dejaría malditamente solo.


¿Quién se obsesionaba tras salir juntos durante sólo dos semanas? Jun Yeon emitió una risa profunda mientras palmeaba el hombro de Ho Seok.


—Amigo, si tú has tenido sexo, entonces yo soy la reina de Inglaterra. Ho Seok resopló mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.


—El hecho de que yo no soy un puto como tú no significa...


—Guárdatelo—Jun Yeon, dijo mientras fastidiosamente interrumpió a Ho Seok.


—Puedo oler a un virgen a una milla de distancia, y tú hueles a cereza.

¿Qué estás esperando, a llegar a los cuarenta? Entrégalo ya, amigo. Tienes veintiún años y todavía eres virgen. Eso no es para presumir.


Jun Yeon se encorvó en su silla, masticando una pajilla delgada que había robado de la bebida de Ho Seok. La mirada del hombre era depredadora, mientras examinaba el club. La única razón por la que Ho Seok había aceptado venir con Jun Yeon a Hot Spot que estaba ubicado en Sugar Creek fue porque los chicos universitarios llegaban ahí.

 

Y donde había chicos universitarios, había chicos gays. Había venido   aquí un jueves por la noche, esperando no hubiera demasiada competencia, pero incluso con la poca gente, nadie había mirado en su dirección. Esto en cuanto a conseguir enloquecer esta noche.


Parecía que tendría más suerte follándose el mismo esta noche, que tener  un chico magnífico haciéndolo por él. Esa era la historia de su vida.
—Voy a hacer pis—dijo Ho Seok, mientras dejaba a Jun Yeon en la mesa. Encontró el cartel dirigiéndolo hacia el baño. La flecha señalaba hacia abajo.


Los escalones eran listones de madera que gemían, mientras Ho Seok se dirigía hacia abajo y un hombre corpulento se acercó. Caminó por el oscuro pasillo, bordeando a unos fiesteros que estaban de pie allí conversando o haciéndolo. Parecía que el sótano estaba viendo más acción de la que él tenía. Trató de no mirar, pero era difícil, cuando dos personas retorcían sus cuerpos uno contra el otro, gimiendo y lamiendo la cara del otro. Ho Seok nunca consideró el observar a la gente, fuera una cosa kinky que le gustara, pero él estaba cambiando rápidamente de opinión. ¿Qué chico no veía porno? Pero verlo en carne y hueso tenía a su estómago girando. Lo que él no daría por unirse directamente.


Discúlpenme. ¿A ustedes dos les importaría si me deslizó allí, así podríamos tener un sándwich de  Ho Seokie?


Se rió para sus adentros. Si sólo fuera tan valiente. Incluso si lo fuera, era un chico y una chica besándose. No era lo suyo. ¿Ahora dos tipos? Ho Seok estaría en el cielo gay. Había visto películas pornográficas donde dos, tres, cuatro y hasta cinco chicos estaban haciéndolo. Ahora intentar eso sería divertido. Empujó, abriendo la puerta del baño, contemplando la escena de dos hombres discutiendo. Ho Seok odiaba las peleas, especialmente, las públicas. No sólo las peleas eran conversaciones desperdiciadas, sino que también nunca llevaban a alguien a cualquier lugar excepto, a estar más enojado.
Ho Seok trató de no mirar a la pareja discutiendo, mientras usaba el urinario, pero su conversación le llamó la atención.

 

—Te dije que todo ha terminado entre nosotros —dijo el más alto y más —Pero yo todavía te amo—el más bajo sollozó, cepillando su cabello oscuro fuera de sus ojos antes de que deslizara su labio inferior en un puchero. —¿Por qué no podemos resolver esto? amplio. —Deja de jodidamente acosarme.


Ah, el amor en su máxima expresión. Esta era una de las razones por la que Ho Seok nunca quiso una relación comprometida. Las cosas siempre se volvían demasiado complicadas. ¿Por qué todo el mundo no sólo follaba  y era feliz? Esa realmente no era su filosofía, pero al escuchar a esos dos sólo le recordaba su propia vida disfuncional. Ahora ¿su mejor amigo, Jong Bin? Esa era más de la filosofía de Jong Bin. El hada era una criatura de belleza y una maldita puta. No es que Ho Seok lo usara contra su amigo.
A cada uno lo suyo.


Terminó su negocio y se lavó las manos. No quería estar en el baño por más tiempo de lo que necesitaba estar. Las lágrimas estaban llegando a él. Odiaba ver a alguien llorar, y el tipo bajo estaba dándole al más alto una muestra de abastecimiento de agua. Dando un paso de vuelta en el pasillo, se decidió a tomar aire fresco. Sin duda, Jun Yeon estaba siendo golpeado por otra chica y pasando el mejor momento de su vida. El chico no extrañaría a Ho Seok mientras salía.


La pareja que había estado haciéndolo se había ido, y Ho Seok se alegró. No tenía sentido desear algo que había visto en una película porno. Esa mierda no era real de todos modos. Ni siquiera podía conseguir que un tipo se le propusiera, y ¿se había imaginado a más de uno? Se rió para sus adentros, mientras caminaba por las escaleras traseras y empujo la barra de presión.


La noche era tranquila, y el aire frío se sentía bien en su piel, cuando salió  y escuchó la puerta cerrarse detrás. No había nadie allí, excepto él y las pocas ratas que vio, buscando comida en una pila de basura alineada contra la valla de atrás. Realmente odiaba las ratas. En tanto se quedaran en  su lado del callejón, todo estaba bien.

 

 Mientras  escuchaba  los  sonidos  del  tráfico,  justo  más  allá  del callejón, empezó a preguntarse por qué había incluso venido. Los clubes   nocturnos no eran lo suyo. Debería simplemente haberse quedado en casa y limpiado.       


El Señor sabía que el lugar lo necesitaba. Jun Yeon era un vago.
Viniste a follar.


Oh sí. A la mierda. Él se iba a casa. Llamaría a Jun Yeon para que su hermano supiera que había abandonado. La escena del club no estaba sucediendo esta noche, y la verdad sea dicha, estaba disgustado por no haber sido abordado. Un hombre solamente podría tomar tanto rechazo, antes de que este comenzara “a picar”.


Ho Seok doblo en la esquina y vio un Dodge Charger naranja tostado estacionado en el borde de la acera. Sin embargo, eso no fue lo que llamó su atención. Había un montón de autos estacionados en la calle. Fue el hecho de que el maletero estaba abierto, el capó estaba levantado y maldita sea si el hombre que miraba bajo el capó, no tenía el trasero más bonito que Ho Seok hubiera visto en su vida. Su culo bien esculpido, llenaba muy bien en esos jeans que le colgaban. Ho Seok podía incluso ver la parte superior de los bóxers del hombre, que se mostraban por encima de la cintura. Sin embargo, no mucho. No como esos tipos que llevaban sus pantalones hasta la mitad de sus muslos. Era justo lo suficiente para darle a Ho Seok una bonita vista. Ofrecería su ayuda, pero no sabía nada sobre autos. Lo más que sabía hacer, era asegurarse de que la aguja en el tablero no alcanzara E1. No  todos los hombres eran aficionados a la mecánica. Ho Seok era prueba de ello.


Pero él era un gay inclinado y le encantaría ofrecer ese servicio en abundancia. Las conversaciones triviales nunca habían sido lo suyo no cuando se trataba de ligar. Él sacudido su cerebro, por algo que decir, cuando se acercó a la parte delantera del auto.
—¿Necesitas un teléfono celular para llamar a alguien?
 


 El hombre se dio la vuelta, y Ho Seok cayó en la lujuria. Pecho amplio, caderas estrechas, grandes bíceps, hermoso rostro, y la lista seguía y  seguía.  El desconocido  tenía  un  pañuelo  azul  en  la  cabeza  y  sus penetrantes ojos  grises parecían brillar mientras miraba a Ho Seok de arriba abajo. Este casi se desmayó por lo caliente que se había puesto. Ahora bien, este era el espécimen masculino perfecto en toda su gloria.
Una sonrisa torcida apareció, completada con hoyuelos.


—Bueno, hey allí, guapo.


Ho Seok miró por encima del hombro y luego se señaló a sí mismo.


—¿Estás hablando conmigo?
—No, él está hablando con el otro chico que está contigo.
Un hombre se acercó alrededor del baúl y Ho Seok parpadeó rápidamente, sin saber que estaba viendo lo que estaba viendo. Gemelos. Ellos eran jodidos gemelos.


Dos de ellos. Dos. De repente  se acobardó y comenzó a retroceder.


Sí, después de todos esos pensamentos de más de un tipo, Ho Seok estaba cagado de miedo. Ellos eran copias al carbón. Ho Seok sin duda iba a desmayarse, o babear, o ambas. No estaba seguro, pero alejarse lo más rápido que podía sería algo sensato. No estaba exactamente en la parte más segura de Sugar Creek.


El que había estado bajo el capó se rió entre dientes. El sonido profundo, masculino encendió todos los desencadenantes de Ho Seok.


—Creo que lo asustaste, Jimin


Jimin le dio a Ho Seok una sonrisa sexy, torcida, que mostraba hoyuelos y un conjunto de dientes blancos y rectos. —No, lo dudo. Parece que él podía manejarnos a nosotros dos, Taehyun.


¿Manejar a los dos? ¿Manejarlos para qué? El sudor empezó a gotear en la espalda de Ho Seok, mientras miraba entre ambos. Estaba mirando por encima de su cabeza.

 

—Creo que debería irme.


—Oh, ahora espera—Taehyun se movió hacia la acera y tocó el hombro de Ho Seok. —Estábamos tirando de tu cadena. Ya sabes, teniendo un poco de diversión.


Ho Seok podía pensar en muchas mejores maneras de divertirse con estos dos hombres, y que implicaban a los tres desnudos.


—No era nuestra intención asustarte —dijo Jimin—Honestamente.


—Yo-soy-yo, no estoy asustado—Ho Seok tiró del cuello de su camisa.


—¿Quién ha dicho algo sobre estar asustado?


Sus sonrisas eran idénticas y tan condenadamente hermosas, que las  rodillas de Ho Seok se debilitaron.


—Bien —dijo de Taehyun—Nos dirigíamos a Dalton Falls antes de que nuestro auto nos diera problemas. ¿Por casualidad, sabes de algún taller mecánico que abra tan tarde?


—Yo...der...supuesto—Ho Seok negó con la cabeza y luego asintió, mientras su mirada se deslizó sobre cada hombre de pies a cabeza. Dios, estaba babeando. Estaba seguro de ello.


—Lo siento—dijo Jimin, mientras negaba con la cabeza y frunció el ceño. —No estoy seguro de lo que eso significa. ¿Era eso un sí?


—M-mi hermano —Ho Seok logró decir y se sintió caliente debajo de la piel por la vergüenza. —Lo puedo llamar.


Y entonces Ho Seok pensó en ello. —¿Ustedes necesitan indicaciones hacia Dalton Falls?


—¿Por qué no? —Dijo Jimin.
Taehyun sonrió e inclinó la cabeza. —Eso sería muy apreciado.
—Te debemos una—Jimin añadió, cuando le guiñó un ojo. Definitivamente había una insinuación oculta en alguna parte.

 

Ho Seok observó a los hombres, estrechamente, antes de que se girara y  sacara su teléfono celular,  viendo  como  sus  manos  se  sacudieron  gravemente. Esperaba como el infierno que Jun Yeon pudiera oír su teléfono en el club.   


Ho Seok oyó a Taehyun y Jimin hablando en voz baja detrás de él, mientras esperaba a que su hermano contestara. Los dos sonaban como si estuvieran en algún tipo de acalorado debate, pero cuando miró por encima del hombro, los dos lo miraron y luego sonrieron, como si no se hubieran dicho nada el uno al otro.


Jimin incluso metió la mano por su pecho y saludó. Ho Seok se dio la vuelta y dio un paso más lejos. Los dos eran demasiado grandes para entrar en una pelea, y no quería estar cerca de ellos si se intercambiaban golpes.


—¿Por qué me llamas desde el baño?—Jun Yeon preguntó, cuando respondió su teléfono. —¿Un tipo te abordó y te entró el pánico? No iré al baño para rescatarte. Sólo tienes que ir con él.


El tono de Jun Yeon estaba lleno con nada más que humor, mientras Ho Seok se quedó rígido, sintiendo a los dos hombres mirándolo. No debería haber parado. Ho Seok debería haberse metido en su propio negocio, porque ahora estaba comprometido a ayudarlos.


—Yo... eh... no estoy en el baño. ¿Hay alguna manera de que puedas venir  a Dartmouth Street?


—No me digas que te fuiste y ahora necesitas un aventón a casa—Jun Yeon suspiró, como si estuviese totalmente molesto por la decisión de Ho Seok de irse. —Está bien, voy a estar allí en un rato, preciosa cereza.


Ho Seok no había querido decirle a su hermano que acababa de conocer a unos extraños y quería que viniera a echarle un vistazo a su auto. Jun Yeon podría no haber venido. Tan asustado como estaba, él quería que ellos le debieran un favor. Sólo esperaba como el infierno que Jun Yeon no mencionara algo sobre su virginidad delante de estos dos. Eso estaría más allá de mortificante.


—¿Esta todo bien?—Uno de ellos le preguntó, cuando Ho Seok deslizó su teléfono en su bolsillo trasero. Se dio la vuelta y todavía no podía creer que estaba mirando a los gemelos idénticos. Jodidos gemelos buen-culo.

 

—Dado que nos hiciste un favor —dijo Jimin. Los dos se habían movido alrededor, mientras estaban encerrados en su acalorado debate. La única forma que sabía que era Jimin el que le estaba hablando, era porque este   no llevaba pañuelo. —¿Cómo podemos pagarte?


Oh, esa era una pregunta capciosa, si alguna vez había oído una. Todo tipo de respuestas vinieron a su mente. Sólo que no era lo suficientemente valiente para expresar cualquiera de ellas.
Pero no podía dejar pasar esta oportunidad.


—Vivo en Dalton Falls. Ustedes pueden, ya sabes, darme un aventón a casa si quieres.


Los gemelos se miraron, y Ho Seok habría jurado que estaban comunicándose silenciosamente. Se volvieron de nuevo hacia él con una sonrisa y dijeron  al unísono: —Claro.


¿Estás jodidamente loco? Acabas de pedirle entrar en su auto. Extraños. Extraños sexy, pero aún extraños.


Ho Seok esperaba como el infierno que no se arrepintieran de preguntar. El hecho de que ellos eran guapos, no significaba que no estaban locos. Podría estar entrando en la lista de víctimas de asesinos en serie.
Pero qué manera de morir.


Gimió para sus adentros. Había visto suficientes episodios de Criminal Minds para saber que estaba pidiendo ser asesinado.


“Virgen   Idiota  encontrado  al  lado  de  la  carretera  con  la garganta degollada”. Esos serían los titulares de mañana.


—Entonces, ¿Cuál es tú nombre? —Preguntó Jimin. El hombre parecía arrogante, confiado, y eso sólo sirvió para intimidarlo más. Empujando las manos en las axilas, miró por la calle para ver si Jun Yeon estaba a la vista.
 —Soy Ho Seok—Sacó una mano libre y la agitó entre Taehyun y Jimin.


 
—¿Cómo puedo distinguirlos a ustedes?   
La sonrisa de Taehyun se amplió, cuando hizo un guiño a Ho Seok.


—Mi polla es más grande. —Debes estar hablando de los pollos que Rasa tiene en la cocina— Jimin hizo un sonido gruñendo en la parte posterior de la garganta.


—De ninguna manera tu polla es más grande que la mía. La mandíbula de Ho Seok cayó.


—Entonces sácatelo y vamos a dejar que Ho Seok decida quién tiene la más grande—Taehyun desafió.
Ho Seok dio un paso atrás.}


Los dos hombres se miraron el uno al otro, por un instante, antes de que se volvieran y sonrieran a Ho Seok. Mantuvieron su mirada durante unos segundos, antes de que los dos se echaran a reír.
Estos dos están jodidamente locos.


—Se ve como si estuvieras a punto de desmayarte —Jimin dijo mientras su sonrisa se extendía en su rostro.


—O arrastrar el culo—Taehyun añadió con una sonrisa a juego.
—Estamos tirando de tu cadena de nuevo. Tengo una cicatriz en mi  espalda. Esa es la única forma en que nos puedes diferenciar. A menos que nos conozcas. Ya sabes, como amigos. Jimin es un cerdo, desordenado como la mierda.


—Y Taehyun es un monstruo tan aseado que organiza los recipientes en la nevera, etiquetándolos —dijo Jimin. —Conducía a Rasa por la pared.
Ho Seok no iba a preguntar quién era Rasa.

 

—Es  importante  saber  cuánto  tiempo  algo  ha  estado allí—Taehyun argumentó. —Como esos malditos envases para llevar que te gustan tanto o la mierda de Luhan de empujarlos a la parte posterior, donde crece el moho  y comienzan a cobrar vida.


Ho Seok sólo podía mirar entre los dos. No estaba seguro de qué decir. Una parte de él deseaba que hubieran sido serios, acerca de comparar el tamaño de sus pollas. Eso habría hecho la noche de Ho Seok. Habría hecho su año.


—Tú dejas pelo por todo el lugar —Taehyun se quejó. —¿Nunca has oído hablar de un cepillo de pelusa?


¿Dejar pelo? Los dos tenían cabellos cortos. ¿Cuánto desorden podía hacer Jimin? Ho Seok estaba dispuesto a apostar que sus padres tuvieron un infierno de tiempo al criarlos. Los gemelos parecían terremotos.


Los faros cayeron sobre ellos, y luego Jun Yeon aparcó su Acura negro junto a la acera. Cuando salió, miró cauteloHo Seokente entre los gemelos.


—¿Hay algún problema? —Le preguntó a Ho Seok, mientras se movía sobre la acera parándose junto a él. Ho Seok podía ver lo tenso que estaba su hermano. No culpaba a Jun Yeon. Taehyun y Jimin eran malditamente grandes.


—No, me preguntaba si podrías ayudar a estos chicos con su auto—Ho Seok habló rápidamente, antes de hacer un gesto al auto, contra el que Jimin estaba todavía relajado. Mientras hablaba, también oraba para que Jun Yeon no dijera nada para avergonzarlo.


—¿Amigos tuyos?—Jun Yeon preguntó, mientras seguía mirando a los hombres con recelo.


Los gemelos miraron a Ho Seok, a la espera de su respuesta. Definitivamente, no eran amigos, pero si jugaba bien sus cartas, podría obtener una noche memorable que saliera de esta situación.


—Por supuesto.
Solo se lo suficientemente valiente para hacer realmente algo.

 

 Taehyun  le  dio  a  Ho Seok  una  sonrisa  con  hoyuelos,  y  le  recordó  a     un depredador prometiéndole  un buen  momento  a su  presa.  Se estremeció y giró hacia Jun Yeon.       


—¿Puedes echar un vistazo?
—Sí, pero no estoy seguro de si puedo ayudar. Depende de lo que está mal con él.


Jun Yeon se acercó al auto y miró debajo del capó, mientras Taehyun  le explicó lo que él pensaba que podría estar mal con él. Mientras que los dos hablaban, Jimin siguió observando a Ho Seok como si fuera un trozo de costilla. El tipo estaba follándolo con los ojos. Le guiñó un ojo y luego torció el dedo, diciéndole que fuera hacia él. Ho Seok negó con la cabeza, mientras buscaba en los ojos de Jimin, tratando de leer lo que estaba en la mente del hombre.


Como si no pudieras adivinarlo, por esa sonrisa insinuante.
Jimin torció el dedo otra vez, su sonrisa cada vez mayor. Ho Seok se sonrojó, sintiendo el calor volver de color rosa sus mejillas y el cuello, mientras negaba con la cabeza de nuevo.


Mala idea. Yo no voy a ir allí de nuevo.


Jimin dio una malvada risa sexy. —Está bien, quédate ahí, guapo. Jun Yeon se giró, entrecerrando los ojos entre Ho Seok y Jimin.


—¿Todo está bien?


—Sí —dijo Ho Seok, antes de que una ambulancia con la sirena sonando los pasara en la calle y luego dobló la esquina. Él estaba listo para salir de la ciudad y regresar a la tranquilidad del campo. Ese tipo de vida no era para todo el mundo, pero Ho Seok amaba el hecho de que su patio trasero contenía cien acres de bosque. Miró hacia la calle para ver lo que Jun Yeon y Taehyun estaban haciendo, cuando un Corolla modificado pasó, un fuerte chorro de música rap, vibrando no sólo en el marco del auto, sino también en el  pecho de Ho Seok.

 

Antes de que pudiera parpadear, Jimin estaba a su lado y Taehyun estaba  estaba estaba mirando por encima de ellos.


—Pandilleros—dijo Jimin, mientras Ho Seok observaba al Corolla parar en el semáforo y luego giró, cuando se encendió la luz verde. mirando por encima de ellos. mirando por encima de ellos.


—¿Debido a su apestosa música? —Preguntó Ho Seok.


—A causa de toda su aura—Jimin respondió, mientras sus ojos estudiaron la calle vacía. —Tengo un don para saber ese tipo de cosas.


Ho Seok se dio cuenta de lo cerca que Jimin estaba junto a él. Sintió el calor saliendo del chico y tuvo la tentación de correr sus dedos sobre los bíceps abultados del tipo. Jimin mirada hacia él, y por un segundo, sus miradas se encontraron. Los misteriosos ojos grises de Jimin, lo estudiaron con atención antes de que Ho Seok apartara la mirada.


—Muy bien, trata de arrancar—le dijo su hermano a Taehyun. Jun Yeon retiró la atención de Ho Seok lejos de Jimin que todavía se encontraba dentro de su espacio personal y no parecía como si fuera a moverse pronto.


El pulso de Ho Seok se aceleró, cuando Jimin se desplazó de un pie al otro, poniendo al hombre más cerca.


El Charger arrancó. Taehyun sonrió. Jimin chocó hombros con Ho Seok, aunque el tipo era un par de pulgadas más alto.


—Fuiste muy útil.


Ho Seok se encogió de hombros y pateó el suelo con la punta de su zapato.


—No es gran cosa.


Jimin apretó la mano contra su corazón y estiró el otro brazo hacia afuera. —¿Estas bromeando? Eres nuestro héroe.


El tipo estaba bromeando, y a Ho Seok le gustaba.
—Nuestro caballero de brillante armadura —Taehyun añadió, mientras se deslizaba fuera del auto.

 

Era difícil tomar a los dos en    serio, cuando  se veían más como   héroes, mientras que Ho Seok se parecía al chico en apuros. Él era desgarbado, bajo,   y tan  escuálido  como  sus  amigos.  Los  caballeros  eran  más  grandes,  más amplios, y más grandes que la vida. Definitivamente eso no lo describía.


—Si han terminado de acariciar el ego de Ho Seok a pesar de que yo fui el que técnicamente arregló el maldito auto tenemos que volver a casa—dijo Jun Yeon, mientras dejaba caer la capota. Se cerró con un golpe, antes de que Jun Yeon se sacudiera las manos.
Su hermano estaba enojado por alguna razón.


—Podría tener a uno de ellos golpeando al proxeneta, si eso te hace sentir mejor —Ho Seok dijo mientras hacía un movimiento de golpear.
Jun Yeon no sonrió.


Taehyun y Jimin tenían idénticas expresiones de confusión.
Ho Seok había tratado de aliviar la tensión y había fracasado miserablemente. Se sentía como un idiota por decir algo.


—No es gracioso—dijo Jun Yeon con una mirada furiosa—Ahora entra al auto.


—Pero les prometí que les mostraría donde estaba Dalton Falls—Ho Seok se quejó, aunque salió más como un niño caprichoso haciendo pucheros.


—Por eso Dios inventó el GPS —dijo Jun Yeon—Además, no vas a entrar en un automóvil con hombres que sé que acabas de conocer. Se parecen más a los motociclistas homicidas que a dos chicos perdidos.


Jun Yeon se giró hacia Taehyun. —Sin ofender. Taehyun se encogió de hombros. —Ninguna ofensa.


—Entra en el auto, Ho Seok —dijo Jun Yeon.
—Detente—Ho Seok levantó la mano, con la palma hacia fuera. —¿Qué tengo, cinco? No puedes chasquear los dedos y exigir que haga algo.
 


—No chasquee los dedos—Jun Yeon se defendió. —Pero no conoces a estos  chicos. Admítelo.


Esto no era más sobre el aventón, sino por dirección de la cuestión. Jun Yeon había sido así toda su vida, y ahora estaba avergonzando a Ho Seok delante de Taehyun y Jimin. Imágenes de él envolviendo sus manos alrededor del cuello de Jun Yeon y asfixiando a su hermano entraron en su mente.


—Me voy con ellos—declaró Ho Seok con firmeza. —Puedes seguirnos si quieres.
¿Estoy realmente discutiendo sobre tomar un aventón con extraños? La Sra Bogart, la maestra de Ho Seok de segundo grado, le vino a la cabeza, recitando los peligros de los extraños. Había sido la maestra que llevaba un puntero, con el que golpeaba a los niños en la parte posterior de sus piernas cuando actuaban mal. Ho Seok debería haber tenido muescas permanentes en las suyas.


Incluso, ahora, podía sentir el aguijón de ese puntero, mientras miraba el Charger. Había sido un demonio de mujer. En serio, ella había sido realmente un demonio. Por alguna razón, Dalton Falls era un refugio de lo extraño e inexplicable. Aunque Ho Seok era un ser humano, su mejor amigo era un hada con orejas puntiagudas y todo. Jong Bin incluso tenía alas de colores, que amaba revolotear alrededor.


Hwa Sa la mujer que era dueña de la tienda de hierbas se decía que era una sacerdotisa vudú o alguna mierda así, y Sang Il, su ex, era un tigre de Bengala.


Esa fue una de las razones por las que Ho Seok nunca quiso salir con otro depredador dominante de nuevo. Sus egos eran demasiado malditamente grandes. Dalton Falls era el único lugar en la tierra que Ho Seok conocía donde los residentes podían ser cualquier cosa, desde conejos que eran dueños de un café, a un demonio que escupe fuego, que era dueño de un lote de autos usados. Demonios, incluso su mejor amigo era dueño de un club de striptease. Por lo que Jong Bin le dijo, siempre y cuando le pagara a la policía, se quedaban fuera de The Silk Room.

 

Se preguntó si los gemelos sabían sobre Dalton Falls. A su ciudad no le  gustaban los forasteros. Ellos odiaban a ocultar lo que eran. La mayoría  de las personas que vivían allí, eran residentes de tercera o cuarta generación.      


La familia de Ho Seok había vivido allí antes de que la electricidad se hubiera inventado, de acuerdo con su abuelo.


No estaba seguro de si lo paranormal se había instalado primero o fueron los seres humanos. Todo lo que sabía era que las dos especies habían integrado sus vidas en Dalton Falls y protegían a su pequeña ciudad con fieHwan Heea.


—Mamá va a cagar ladrillos, cuando se entere —Jun Yeon amenazó.


—Sólo si le dices —Ho Seok argumentó. Realmente no quería que se enterara. Ella podría ser sólo un humano, pero era completamente ruda. No era una mujer con quien cruzarse.


—Además, si le dices, podría dejar que accidentalmente se me escape lo de la abolladura en su auto.


—No lo harías—Jun Yeon le gruñó—Te dije que no tenía intención de retroceder hacia su auto.


—Pruébame —Ho Seok se atrevió.


Taehyun dio una palmada. —Bueno, tan agradable como es verlos a los  dos ir a ello, tengo una vida.


—No lo sé —dijo Jimin. —Esto es un poco entretenido.


Jimin había prácticamente ronroneado las palabras, mientras se paraba demasiado cerca de él. ¿Cómo había olvidado que los dos estaban allí?
—Si nos sigues, ya vámonos—le dijo Taehyun a Ho Seok, mientras se deslizaba en el asiento del conductor.


Jun Yeon miró a Ho Seok, mientras le apuntaba con un dedo.
—Voy a estar justo detrás de ti.

 
—Puede  ir  en  la  parte  de  atrás,  conmigo,  así puedo  mostrarte  cómo diferenciarnos a mi hermano y a  mí—dijo  Jimin,  con  una  sonrisa  encantadora.    


—No es probable—Ho Seok respondió, antes de dirigirse hacia el lado del pasajero. Si su orgullo no estuviera en juego, saltaría en el auto con Jun Yeon. Pero si lo hacía, nunca conseguiría olvidarlo.


Sí, sí, sí. Estaba siendo un tonto, y lo sabía, mientras rodeaba el capó y entró. Estaba esperando a ver a la señora Bogart correr por la calle con su largo bastón apuntador, listo para golpearle las piernas hasta el olvido.
Un buen azote podría haber golpeado una pepita de razón en él.
 

 

continuará....
 


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