Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eres mi Alma Gemela por Shirahoshi_Akira

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes  pertenecen a Masashi Kishimoto Sensei.
Itachi x Deidara
 
Este es mi segundo Songfic, con la canción “Follow you”, especial por el cumpleaños de Itachi (9 de junio). 
 
Disclaimer: La canción utilizada no me pertenece, es de Echosmith (2020).
 
Es narrada desde el punto de vista de Deidara como una secuela de la historia “El azul de tus Ojos” pero no es necesaria su lectura previa. ^^
 

Notas del capitulo:

Los personajes  pertenecen a Masashi Kishimoto Sensei.
Itachi x Deidara
 

Sueños
 
Sentado cerca de la ventana de una habitación en completo silencio, terminaba de leer un libro que llamó mucho mi atención porque se llamaba “Carmín”, el texto narraba la historia sobre las flores de su característico color rojo; si bien los ojos de Itachi eran de color negro, siempre que pensaba en las flores sus ojos venían a mí como un recuerdo: en una imagen donde su mirada se llenaba de ése brillo, de un tono tan profundo como si formara parte de él; y solo al verlos yo era sumido en un mundo completamente distinto a este.  Era imposible que alguien tuviera los ojos de ése color, fue por eso que el libro se quedó tan inmerso en mi memoria. 
 
La historia contaba acerca de cómo se utilizaban las flores para crear este peculiar color y usarlo para teñir telas diferentes, o crear cosméticos como polvo y labiales para las mujeres, mucho antes de existir los cosméticos actuales. Otra historia contaba que las flores eran originalmente amarillas y que el rojo surgía a causa de las chicas que las cosechaban con las manos desnudas, se pinchaban con las espinas y era de su sangre de donde salía el carmín de las flores. Cualquiera de estas versiones me parecía curiosa pero la siguiente me pareció algo “peculiar”; porque contaba que aunque estas desaparecieran sin importar cuantas veces se usaran, a pesar de deshojarse los pétalos o los inviernos que pasen volvían a florecer nuevamente y nunca desaparecían, aunque fuera por 100 años nacerían una vez más porque así debía de ser, porque el destino así lo determinaba. 
 
Destino.
 
El destino era algo que no creía, siempre había decidido sobre mi propia vida; tampoco me dejaba llevar por cosas como la suerte y mucho menos pensaba en la existencia de las almas gemelas, aunque estuviera con Itachi no podía poner mi felicidad en la idea de que estábamos juntos porque así debía ser. No, nosotros nos esforzamos por nuestra relación, trabajamos duro y enfrentamos muchas cosas; así que para mí los tréboles de cuatro hojas y las almas gemelas eran cuentos de hadas que me contaban cuando era pequeño, historias que hacían a los niños pensar en algo más, historias que los adultos contaban para no perder la esperanza en la humanidad, y mantener algo en lo que creer, demasiado infantil para mí. 

-

La lectura me había dado un poco de sueño, por no dormir bien estos días, después de mi fiesta de cumpleaños visiones recurrentes en mi mente aparecían; historias de una vida que no era la mía aparecían como capítulos de un tiempo atrás cuando lo conocí, en esas escenas me veía solitario y si bien Itachi estaba presente parecía que no teníamos nada en común, nos encontrábamos  en otra época: porque la vestimenta y entorno eran muy diferentes a lo que nos rodeaba ahora; sin embargo ésos sueños no duraban por mucho tiempo ya que volvía a mi realidad, una donde estoy con Itachi y soy feliz; pero pensar en eso me hacía sentir intranquilo.
 
Todo empezó de la siguiente manera, en una primera visión dónde lo conocí; parecía como un cuento dónde la historia era contada por mí; como si tuviera algo que decirme al Yo del mundo actual. 
 
“Y yo me enamoré a primera vista…” 
 
El día que apareció en mi vida Itachi Uchiha, fue tan solo el inicio; para mí ese primer encuentro fue el suficiente para darme cuenta que lo admiraba, que quería verlo y seguirlo para siempre, mi carácter no me permitía ser tan abierto y todavía desconfiaba de lo que el mundo exterior tenía preparado para mí; sin embargo aunque era joven sabía que el Uchiha no era como todos los demás, no sentía que fuera tan vacío como lo hacían ver y sus ojos negros a mi parecer desprendían cierta soledad. 

Durante la batalla quise negarme a ir con ellos, unos asesinos de capa negra y nubes rojas, más lo había prometido, si era derrotado me uniría a su organización y dejaría a un lado mi libertad, al final de cuentas fue la decisión que tomé y no me arrepentía. 

El comienzo de ésa historia era muy diferente a la nuestra, en esta vida nos conocimos en la escuela y un conflicto con nuestros amigos Sasori y Kisame nos arrastró a enemistarnos, para defender a cada uno. Al principio formábamos parte de grupos diferentes, desde ahí nos hicimos rivales y fue difícil para nosotros ser honestos con nuestros sentimientos. 

Tiempo después nos volvimos pareja porque la atracción era mutua; por ello  me era imposible imaginar que en el pasado nos costara tanto estar juntos, sin embargo así era. 
Cuando regresaba a los sueños  notaba a un Itachi distinto, y los enfrentamientos con él eran más constantes y fuertes. 

Itachi era demasiado aislado y de pocas palabras, no podía tener ni un contacto con él y mucho menos platicar; quería acercarme, conocerlo; así que hice lo que mis instintos me permitieron, pelear, hacerme el herido, insultarlo tanto como fuera posible, todo con tal de tener por un instante sus ojos sobre mí y poder escucharlo decir “Deidara-san guarda silencio” o cualquier otra represión que por su suave voz dejara de ser un regaño; el Uchiha insultaba mi arte, me dolía y molestaba pero era mejor que su absoluta indiferencia, sin saberlo se volvió una rutina entre los dos.  

Conocer el pasado no era nada agradable; me hacía sentir nervioso y con una opresión en el pecho, Itachi parecía sufrir y no me gustaba para nada y encima de todo pretendía enojarlo más con mis actos. 

Es cierto que era un chico reservado, aun así tenía una sonrisa brillante, era alegre y compartía muchos momentos que tenía con su familia; algo que perdió en su otra vida, por ello entendía las razones de su actitud, no obstante en ese momento no pude darme cuenta. 
 
Actualmente me consideraba alguien impulsivo, pensándolo mejor no había cambiado en lo más mínimo, continuaba siendo testarudo y solo con Itachi controlaba mis conductas y evitaba los problemas. Siempre estaba detrás de él pensando en molestarlo, con el fin de que se hiciera cargo de mí; recordar aquello me sacaba una sonrisa de los labios.  

-

En los siguientes días otro de los recuerdos se hizo presente, cuando Sasori me regañó al reclamarle a Itachi por no presentarse a una cita a tiempo; el pelirrojo se la pasó diciéndome que yo no tenía derecho a enojarme porque siempre le hacía perder el tiempo; justo en su reclamo una imagen apareció.  

Sasori me regañaba siempre por mi actitud tan rebelde, sabía que no comprendía el afán de molestar a nuestro compañero con palabras;  por lo cual casi todos los días me advertía “El Uchiha no es alguien con quien puedas jugar”, tenía razón más hasta ahora nada había ido mal, poco a poco y conforme pasó el tiempo Itachi no hizo nada más y yo tampoco, todos veían nuestra relación como conflictiva y simplemente me bastaba observarlo, molestarlo y tenerlo presente. 

En la actualidad Sasori era mi gran amigo, el confidente con el que cuentas para escaparte de casa y salir con tu pareja, la persona que te acompaña en las travesuras de escuela.

En el pasado parecía que era mi mentor; era extraño, ya que a pesar de que me burlaba de él por parecer demasiado adulto: al ser tan exigente con la buena vestimenta, puntualidad y orden, teníamos la misma edad en años; ahora entendía algunas cosas, porque por lo visto en el pasado era mucho mayor que yo. 

Estaba inseguro acerca de hablar de esto con alguien, es decir, quién lo creería; si yo no lo viviera en carne propia diría que son mentiras o algo para llamar la atención; así que pensaba mantenerlo en secreto, después de todo solo eran ilusiones. 

-

Un día que mi amigo faltó a la escuela tuve otra visión, se mostró al observar su silla vacía, fue una que no me esperaba y ni siquiera estaba listo para vivirla, pero llegó a mí. 

Sasori había muerto, lloré como si me hubiera quedado solo otra vez; me consideraba una persona obstinada, con muy pocas cosas que valoraba pero Danna se volvió una de ellas; era todo lo tangible que había tenido desde que me uní a la organización; porque mis sentimientos por Itachi eran solo eso y nadie sabía de ellos. 

Esa noche consciente de la partida de mi compañero y con el dolor de mi  brazo luego del encuentro con Kakashi y el ninjutsu que Kakuzu estaba creando para cosérmelo de nueva cuenta, no podía con todo ello; sentía un ardor recorrer mi piel, me quemaba, un calor tan fuerte que lo sentía a través de mi pecho y mis brazos; fue una noche larga y lo más extraño era que nunca me sentí solo, era como si alguien permaneciera junto a mí, una presencia que sentía conocida. 

Cuando volví, hubo un sobresalto dentro de mí. 

Había dos cosas que tenía que hacer; la primera fue llamar a Sasori y cuando no me respondió corrí a su casa con tanta prisa que sentía el estorbo de los zapatos, me los quité ante la necesidad. 

Al abrirme la puerta solo pude abrazarlo; atónito me invitó a pasar, pude notar como su vista se posaba en mis pies sucios y en lo agitado que me encontraba. Más calmado, con un poco de valor le expliqué lo que me estaba ocurriendo, y que no me parecía nada bueno. 

Sasori me escuchó con atención, el tampoco creía mucho en vidas pasadas, pero después de oírme muchas cosas mostraban relación; expresando confianza me pidió que si algo más ocurría le dijera, yo creía en él y estaba siendo sincero. Con los zapatos en su lugar me retiré de ahí.  

La segunda cosa que hice fue ir con Itachi quería comprobar que él estaba a mi lado, que la presencia desconocida de ésa ocasión no era nadie más que él. 

Cuando nos encontramos lo observé, su cabello negro pasando levemente sus hombros,  suelto porque era de su conocimiento que me agradaba tomarlo y acariciarlo; al mirar su sonrisa me hizo sentir sereno; Itachi era el mismo de siempre, estaba calmado, me miraba a los ojos y con una actitud paciente esperando lo que tenía para decir; sin embargo, no me atreví a mencionar nada, no quería que supiera de una vida donde no estábamos juntos. 

Ésa noche me quedé con él hasta tarde en su habitación, simplemente abrazados, sus brazos me rodeaban y el movimiento de su pecho al respirar era todo lo que necesitaba; para mí se había convertido en parte de mi vida.

Antes de irme me dijo al oído –Te veo mañana– y con un beso en la mejilla, común en él, nunca dejaba de tomarme por sorpresa. No aguanté más y lo tomé del cuello, rocé sus labios y me despedí –Hasta mañana. 
 
“Tu corazón, lo arregla todo y yo no puedo creer que seas mío…”

Pasó una semana, no esperaba que la historia de ambos se enlazara; resultaba ser que mi sueño todavía continuaba, sintiendo con él, la incertidumbre. 
 
Poco a poco conforme pasaron los días, resignado con la muerte de mi maestro, me percaté que la presencia misteriosa era él, Itachi, como si de una fantasía se tratara lo sabía, sentía algo por mí también, y únicamente me cuestionaba porque no me percaté antes; no lo entendía, pero ya no desperdiciaría más tiempo.

Así que, en contra de mi orgullo fui a buscarlo, a pedirle que me dejara quedarme a su lado y para mi sorpresa nunca se negó. Me permitía ir a su habitación, donde a su lado me sentía libre, de llorar, de ser feliz, me sentía yo mismo. Él me consolaba sin decir nada, solo acariciándome o con dulces besos en mi frente; ya no quería mantenerlo alejado, así que me confesé con un “Te amo”.

Cuando escuché esas palabras en voz alta quise retractarme, parecía un niño que creía en el amor y éramos asesinos no debía sentir nada. Antes de arrepentirme de lo que había dicho una mano se deslizó por detrás de mí cabellera, tomándome de la nuca; mi compañero me besaba con una intensidad que me embriaga. 

Por primera vez sentía sus labios, por primera vez lo veía llorar, no era un llanto incesante, ciertamente una o dos lágrimas rodaron por sus mejillas; al contemplarlo se veía feliz. No podía desear nada más que hacer sonreír a la persona que amaba. 

El sueño era demasiado real, me desperté ansioso y mis nervios crecieron cuando vi a mi lado a la persona causante de ésas emociones, estaba ahí de verdad, en carne y hueso; no era una visión, era Itachi. 

Cuando se levantó y me miró a los ojos, me acerqué a él para sentirlo de nuevo, tocando con mis manos sus labios, sus mejillas, su mandíbula y más adelante acariciando sus dedos. 

Dicen que la felicidad es algo que como seres humanos buscamos, que perseguimos constantemente; si yo tuviera que refutar esto, diría que no es así, que quizás para algunos se encuentra sin siquiera saber el cómo o cuándo, y que de una u otra forma llega a nosotros, para mí la felicidad era esto, el presente. 
 
“Me quitas cada aliento, no puedo creer que siga sin palabras…”

Cada vez eran más los sueños acerca de Itachi y yo juntos; retrataban un pasado donde a pesar de las circunstancias éramos felices, me alegraba. Era como si la vida me dijera que estábamos destinados a estar juntos, a encontrarnos en este mundo, pero para un escéptico como yo no importaba.

Al hablar nuevamente con Sasori me entregó un libro, al ver la portada de dos personas tomadas de la mano y el reflejo de las mismas, identifiqué de qué se trataba; no tenía interés, lo recibí porque mi amigo pelirrojo quería ayudarme y sus palabras algún significado debían tener “Deberías leerlo”.

Bien, amaba los libros, era una costumbre que me apropié de Itachi, a él le fascinaban y muchas veces lo encontraba en distintas áreas de la escuela, o en su casa con un libro en sus manos; con el tiempo me permitió compartir con él ésos momentos: primero él reposando en mis piernas para leer, luego escuchándolo leer en voz alta; y luego simplemente éramos los dos en absoluto silencio inmersos en maravillosas historias.

Sólo y únicamente por ésa razón le daría una oportunidad al texto frente a mí.

Pasando casi seis horas, ya llevaba la mitad de las páginas leídas, y muchas cosas hacían estragos en mi cabeza: manifestaba acerca de personas que contaban con características físicas de sus ancestros y se reencontraban años después en un lugar y vida diferentes; otras más donde sin saber por qué y al conocerse por un instante, individuos desconocidos se habían vuelto amantes; y la que me hizo sentir pequeños temblores en mis dedos y tener los ojos bien abiertos fue el párrafo que describía sobre personas que experimentaban visiones  breves en situaciones de su vida diaria llamados “Déjà Vu” y otros que se manifestaban en sueños constantes.

El libro en mis manos se titulaba “Todo lo que debes saber sobre tu Alma Gemela” después de terminarlo comencé a preguntarme –¿En verdad, Itachi, era mi alma gemela?– sólo por ése motivo estábamos juntos.

Cuando llegué a ésa conclusión no quería aceptarlo, porque nunca dejaba nada a la suerte o al azar, y creer en algo así no era común en mi persona. Lo que me molestaba es que era consciente que todo lo que soñaba tomaba sentido, y lo más importante era, que Itachi seguía presente en mi vida anterior y en esta.

“Creo que encontré mi alma gemela, sí, lo hice…”

En mis sueños lentamente Itachi se convirtió en la persona más importante para mí, no solo porque lo amaba sino porque estaba seguro que él igual sentía lo mismo. 

-

“Creo que encontré a quien me conoce, no quiero pensar en lo que sería sin ti…”

Sus acciones inconscientes me lo decían porque podía ver que sus acciones imprevistas eran cuando no estaba junto a él; con desesperación me buscaba si desaparecía por más de dos días, dormía mejor porque él es quien velaba mis sueños. 

Me arrebató mis inseguridades, con su deseo y palabras;  porque me deseaba, me anhelaba cuando me encontraba alrededor de sus brazos, encima de él sentía sus manos recorrer todas las partes de mi cuerpo, incluso aquellas que yo despreciaba; por Itachi mis temores se hicieron cada vez más pequeños, pero uno se volvía más grande conforme pasaba el tiempo; mi temor a perderlo. 

Al levantarme de golpe, me faltaba el aire, tardé unos segundos en orientarme y distinguir donde me encontraba, respiraba con dificultad. 

Rápidamente me levanté de la silla arrastrándola provocando un chirrido, al escucharlo el sensei volteó a verme y aproveché para retirarme al baño; antes de salir la cara de preocupación de Itachi fue lo último en lo que se fijó mi vista. 

Por qué si todo lo que tenía era felicidad; ahora sentía este miedo a perderlo todo, ya no quería saber más y esperaba que terminara. 

Me retiré antes de la escuela para no encontrarme con Itachi porque si lo hacía, lloraría frente a él sin razón. Por ahora evitaría dormir, ya no quería saber nada de ésa vida que no era la mía, que no quería que fuera así. 

Ésa misma noche recibí una llamada de Itachi –¿Cómo te encuentras, me enteré que pasaste a la enfermería?– el Uchiha era así, conocía todo de mí, sin tener yo que decírselo y lo agradecía, daba las gracias por todo aquello que hacía por mí: preocuparse, estar intranquilo, porque su voz lo demostraba, y esta llamada por muy simple gesto que era, resultaba muy valiosa para mí.

Simplemente respondí –tranquilo todo bien –y reafirmé– todo bien, desde que me llamaste– casi silenciosa pude oír su risa, y cómo un suspiro escapaba de sus labios. Continuamos hablando, sin percatarnos del paso de las horas, hasta que la mañana llegó. El plan de no dormir había resultado. 

-

A pesar de intentarlo no pasaron más de tres días cuando el sueño me venció, y caí de golpe en la cama; volvía a encontrarme con ésa terrible sensación que se apoderaba de mí. 

Mi temor era tan grande que se volvió real, Itachi me reveló que estaba enfermo y que su muerte era inevitable, ya fuera por su padecimiento o porque su destino estaba en manos de su hermano menor; y ahí estaba otra vez esa palabra “destino” que nos había unido y  ahora quería separarnos. 

Era una completa estupidez, estaba enojado por supuesto, pero mis lágrimas daban a conocer que era mayor mi tristeza que el odio que pudiera sentir; jamás me percibí como una persona tan frágil; había cambiado. Conocerlo a él me hizo ser diferente y mostrarme a mí mismo. 

Si el destino lo tenía escrito o no, ya no me importaba estaba frente a Sasuke Uchiha, estaba listo para matarlo sin que la orden fuera ésa; como siempre yo tomaba mis propias decisiones y ahora decidía luchar y defenderlo, porque quería pasar el resto de mi vida con Itachi y no tener miedo de perderlo por el odio de su hermano menor. 

Todavía no comprendía lo que hizo para querer desear su muerte a manos de su hermano, porque si bien no lo dijo con palabras, comprendía que el pequeño Uchiha era muy importante para él y por eso seguía existiendo, respirando; si no fuera así ni siquiera lo hubiese dejado con vida. 

Dí todo durante la batalla, muchas imágenes de Itachi cruzaron mi mente: el como el odio que sentía hacia él se convirtió en admiración, en confianza, en vínculos y al menos de mi parte en amor. Quería estar con él para siempre pero sin duda prefería que el viviera, así que, si mi vida lo valía, desaparecería para regalarle más tiempo. 

Después de diez segundos mi vida se esfumó, reconocí en el Uchiha menor la sonrisa que caracterizaba a su hermano, sus ojos carmesí que eran tan bellos y lo único que consideraba arte verdadero. 

“A cualquier lugar, te seguiré a todas partes, donde quiera que vayas te seguiré…”

Cuando desperté mis ojos estaban húmedos, pequeñas gotas resbalaban cruzando por mis mejillas y no dejaban de salir, el pálpito de mi corazón parecía haberse detenido, los sonidos habían desaparecido y mis oídos zumbaban a punto de reventar, mis manos sudaban y se agarraban fuertemente de las sábanas. 

Yo había muerto en mi vida anterior y por lo que pude conocer era un asesino, Itachi también lo era y su vida estaba llena de completo sufrimiento; todo iba a terminar; la pregunta era por qué todo se me presentaba ahora “¿Qué tenía el destino deparado para nosotros en esta vida?”.

Nuestra vida era perfecta, era lo mejor que nos pudiera haber pasado, su familia: Mikoto, Fugaku, Sasuke; la mía: Minato, Kushina, Naruto; y nuestros amigos: Kisame, Sasori, Pain, Konan, Tobi, Zetsu, Kakuzu, Hidan estaban presentes. 

Escenas de ellos llenaban mi memoria; éramos jóvenes, nos divertíamos y disfrutábamos del tiempo juntos; nada podía salir mal no es así.

Me levanté, dejé al agua recorrer mi cuerpo y llevarse todos los malos pensamientos, me arreglé como mejor sabía; me peiné en media coleta como acostumbraba y fui a buscarlo; a la única persona que necesitaba en ése momento. 

Ahora quería creer en el destino, en las almas gemelas, porque sabía que había encontrado a la mía y era perfecta, era hermosa; quería seguirlo a donde fuera que él se dirigiera; porque esta era la segunda oportunidad que teníamos para ser felices.

Lo cité en un puente cerca de la escuela, era un lugar que me traía seguridad, confianza y gratos recuerdos. Ahí fue la primera vez que me confesé a Itachi, casualmente con las mismas palabras del pasado.

Al ver su silueta esperando por mí, no pude contenerme, mencioné de repente –Te amo– no esperaba nada, solo quería decirlo tantas veces pudiera ahora; quería que él lo supiera y no lo olvidara nunca.

A pesar de que no esperaba nada, su respuesta  me hizo curvar los labios cuando lo escuché –Igual tú, me gustas–. Itachi también recordaba ése día. A partir de ahora disfrutaría cada momento a su lado.

Las historias no aparecieron de nuevo, imaginé que su significado era hacerme reconocer que Itachi era para mí y yo para él, y ahora estaríamos juntos por siempre.

Ciertamente podría ser feliz con eso eso en mente.

Notas finales:

Las frases de la canción están señaladas con comillas (“…”) están en español de su traducción en inglés.   


Pensé en hacer un One – shot, pero al final se fue haciendo largo; aun así no quería atrasarme más tiempo del cumpleaños de Itachi, por lo que dejo el primero.   


Shirahoshi ^^  


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).