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Fuga en la Clave del Arrepentimiento (Traducción) por Ogawasan

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Notas del fanfic:

Traducción del inglés de:

"Fuge In The Key Of Regret" de Stupeur.

Notas del capitulo:

Notas de la autora:

POR FAVOR LEAN ESTO. POR FAVOR POR FAVOR POR FAVOR. ♥ Para aquellos que me conocen por fics como "Caliente y Frío" (o Kinjiki jajajaja), éste es muy diferente, pero ésta historia significa mucho para mi. No quiero ~ spolearlos ~ así que el resto de mis notas están al final del capítulo.

Notas de la traductora:

En un principio se me dificulto un poco poder traducir esta historia sobre todo por el tiempo en el que está escrito, sin embargo me siento satisfecha con el resultado final. Al igual que la autora, éste fic también es especial para mi, porque la historia me conmovió profundamente y porque fue el primero que leí de MUCC. ¡Espero les guste! >=3

¡De nuevo, un agradecimiento especial a la autora Stupeur!

  No tiene idea de donde está, ni de cómo llegó, y solo unos momentos después también se da cuenta de que no tiene idea de quién es él. Sin embargo, ese pensamiento no le hace sentir la ola de terror que él hubiera esperado, en vez de eso, se queda ahí, acostado durante algunos minutos. Observa el blanco techo, luego a las blancas cortinas que se encuentran a un costado de su cama, finalmente gira su cabeza hacia el lado contrario y observa a una mujer - vestida de blanco - que está de pie cerca de la puerta. Él intenta recordar algo, cualquier cosa, pero su mente está en blanco.

  La enfermera aparta su mirada del expediente que tiene en sus manos, solo para dirigirle una sonrisa mientras él se sienta en la pequeña cama. Hay una extraña sensación de algo moviéndose bajo su piel, y debe respirar profundamente antes de mirar abajo para ver una aguja IV clavada en su mano.

  — ¿Cómo se siente?

  — ¿Qué hospital es este? — se escucha así mismo preguntar, ignorando la pregunta anterior. Su propia voz es completamente desconocida para él mismo, y su sonido haciendo eco en la habitación es inquietante.

  — Hospital Ohkubo, — responde ella —. Te trajeron aquí hace unas horas.

Ante la mención del hospital, su primer pensamiento fue que tal vez se había hecho daño, pero no estaba herido, ni siquiera sentía dolor alguno.

Casi pregunta porque esta ahí en el hospital, pero entonces la respuesta resulta obvia - y comienza a sentir un primer tinte de miedo crecer en sus pensamientos.

Seguramente su rostro expresa tal miedo, porque la enfermera añade:

  — Estará bien, señor. El doctor estará aquí en cualquier minuto.

Ella está mintiendo - él no puede entender como alguien puede estar bien cuando no recuerda ni su propio nombre - aun así intenta regresarle una sonrisa, por mera educación, e inmediatamente se da por vencido cuando siente una mueca formarse nerviosamente en su boca.

Su garganta esta tan seca que no intenta hacer más preguntas. Entonces se percata de sus artículos personales están sobre la pequeña mesa que tiene a su lado. Se dispone a tomar su billetera primero, pero el reflejo de su mano en la superficie brillante de su iPod llama su atención. Toma aquel brillante aparato y lo sostiene frente a él.

Es como si estuviera mirando a un completo desconocido. Un sujeto promedio, probablemente de unos veintitantos o más, una de sus orejas está adornada con un extraño arete de plata, un corte de cabello algo largo y una ligera sombra en su labio superior. Inclina su cabeza de un lado a otro examinándola, buscando alguna herida o trauma que pueda explicar la amnesia, pero no encuentra ninguna. Luce perfectamente saludable y fuerte.

Eventualmente deja de mirar su reflejo y coloca el iPod sobre la mesita, esta vez toma su billetera. Tuvo que pasar por diferentes tarjetas antes de llegar a su licencia de conducir. No hay duda alguna de que él es el de la fotografía.

Yaguchi Masaaki, dice la identificación.

Se da cuenta de que saber eso no cambia nada, entonces voltea a ver a la ventana.

Incluso la estación es algo nuevo para él. Es quizá primavera o verano - el cielo es gris y está cargado de lluvia, pero los jardines del hospital son de un verde brillante, el césped recién regado, forrado con filas bien alineadas de flores amarillas.

Se le ocurre de pronto que ni siquiera recuerda que año es.

  Está a punto de recostarse, cuando su teléfono celular comienza a vibrar. Después de un momento de indecisión, lo abre, y lee en la pequeña pantalla:

"qué demonios haces? estoy esperando"

No tiene idea de quién es el emisor - ni siquiera está seguro de como leer los caracteres que aparecen en la información de contacto - o qué relación tiene con esa persona, pero el simple hecho de que alguien este contactándolo es un alivio para él.

"estoy en el hospital ohkubo," escribe como respuesta. "puedes venir por mi?"

 

---

 

  Para cuando se le permite Masaaki regresar a su habitación, el cielo ya está oscuro y el reflejo de las luces de neón en el hospital bloquea la vista de la ventana. Le es imposible soportar algo más después de tener un interrogatorio, pruebas de sangre y escaneos de su cerebro, sin embargo, a los doctores les pareció bien hacerlo pasar por otro interrogatorio, un montón de ejercicios y un electroencefalograma, solo por si acaso.

Esta tan exhausto que ya no le interesa saber el diagnosis. Lo único que quiere es dormir y ya no tener que responder preguntas acerca de colores o hacer asociaciones de palabras o tener agujas en sus brazos o electrodos en su cabeza o un magneto gigante a su alrededor.

Se deja caer sobre su cama, cerrando los ojos.

Aparentemente dormitaba, porque despierta cuando alguien toca la puerta.

  — Tiene una visita, señor.

Un hombre alto y de cabello largo se encuentra de pie junto a la enfermera, su rostro muestra preocupación. Masaaki no lo recuerda, pero es obvio que se conocen.

  — ¿Quién eres? — pregunta sin pensar, incorporándose.

Una miríada de emociones parpadean en el rostro del otro hombre antes de decidirse por una de oscura resignación, y Masaaki se muerde el labio al percatarse de ello.

  — Tú eres a quien le pedí que viniera, ¿cierto? — añade en un intento de suavizar la rudeza de su primera pregunta.

  — Sip — el otro hombre se sienta en la silla que se encuentra al lado de su cama, y le extiende una mano —. Gusto en conocerte, Miya.

Masaaki siente que debería estar decepcionado por el hecho de que este sujeto se atreve a bromear en un momento como ese, pero la tristeza en sus ojos es tal que le es difícil enojarse. De alguna manera encuentra la forma de sonreírle y corresponder a su saludo, pero entonces mueve el cabeza, confundido por el nombre que uso el otro sujeto.

  — ¿Cómo me llamaste?

El fantasma de una sonrisa aparece en los labios del hombre.

  — Miya. Así te han llamado durante años — parece como si quisiera agregar algo más, pero la enfermera le pide llenar una solicitud de admisión, y él se queja graciosamente.

Miya suspira inaudible, contento de ya no ser el centro de atención. Primero no era nadie, después era Masaaki, luego Miya, y si su nombre es tan confuso, teme que esta situación sea todo menos tranquila. Escucha distraídamente las respuestas que el hombre da a la enfermera: se presenta como Iwakami Tatsuo, un amigo de su ciudad natal, y Masaaki se entera que nació en Ishioka, Ibaraki, que no tiene familia en Tokio, y que ambos comparten un departamento. Es un músico, aparentemente, y se ríe de sí mismo con pesar - realmente no veía eso venir.

La enfermera se retira poco después, y el único sonido presente en la habitación es el de sus pasos alejándose. Miya abre la pequeña bolsa de plástico donde fueron puestos sus artículos personales antes de entrar a la sala IRM - un reloj, un arete extraño, un par de anillos y un tercero que cuelga en una cadena alrededor de su cuello - colocándose después el arete en el lóbulo de su oreja. Tatsuo se inclina hacia la mesa para tomar el pequeño frasco de sedantes, lee la etiqueta, y la devuelve en su lugar sin decir palabra alguna.

 

---

 

  Fuga disociativa.

 

Miya aun reflexiona aquellas palabras en su cabeza mientas se sienta en el asiento del copiloto en el auto de Tatsuo. Lo único que ha logrado retener de la explicación del doctor, es que su cerebro decidió depurarse por sí solo, básicamente. Y sin razón aparente, según lo dicho por Tatsuo, quien le afirmó que no había sufrido ningún incidente traumático para que sucediera tal cosa.

El doctor había concluido que la causa era el estés, lo cual era algo difícil de creer ya que fuera de eso gozaba de perfecta salud. Miya entonces pensó que debía de estar feliz de que su cerebro no se hubiera desangrado por dentro o que no tuviera un tumor del tamaño de su puño, y de que ciertamente debería de estar agradecido de no estar en un manicomio, ya que las palabras "desorden psiquiátrico" le habían sacado un susto. Le fue dicho que recuperaría su memoria en unos cuantos días, o unas semanas cuando mucho, le ordenaron mucho descanso y lo mandaron a casa sin más ceremonia.  

Ahora es prácticamente dependiente de Tatsuo, lo cual es aterrador, pero no es nada comparado con la idea de que su cabeza tiene el poder de reiniciarse por mero capricho. Un millón de preguntas nacen en su mente - acerca de si mismo, su pasado, su familia, sus amigos, su carrera - pero no puede decidirse por alguna, a pesar de que los espacios en blanco que se forman en su cabeza son casi insoportables y aterradores.

  — Tatsuo, ¿qué día es? — pregunta, sin saber si eso cambiaría algo. Solo necesita pensar en algo trivial por el momento.

  — Junio 23 — responde —.Y llámame Tatsurou.

Miya asiente distraídamente. Observa el paisaje urbano de Tokio moverse ante sus ojos, buscando algo que le resulte familiar, pero también era probable que jamás hubiese estado en un lugar de allí antes. De pronto, las calles, la gente y los edificios no son nada más que manchas de colores borrosos parpadeando en su campo visual, y las preguntas comienzan a asaltarlo de nuevo.

  —... ¿Puedes poner música?

  — Seguro.

Deja escapar un suspiro de alivio cuando Tatsurou inserta un disco en el reproductor de música del auto y el sonido de una guitarra acústica comienza a escucharse en las bocinas. Ha escuchado esa canción más de cien veces, lo sabe, pero no puede recordar el título.

Se queda dormido antes de que la canción termine.

 

---

 

  Tan pronto como Tatsurou abre la puerta de su departamento, un pequeño perro corre hacia ellos, recibiéndolos con un par de entusiasmados ladridos, moviendo su cola felizmente. Ignorando completamente a Tatsurou, el perro se dirige a Miya, levantándose en sus patas posteriores para rascar ligeramente el frente de sus pantalones.

  —  Ese es Gizmo, tu perro. La gata es mía — explica Tatsurou mientras Miya se agacha para acariciar al chihuahua detrás de las orejas —. Es mejor que lo cargues si quieres que se calle.

Miya obedece, cargando al pequeño animal como un bebé y ganándose un par de lenguetazos en sus mejillas y nariz. Logra quitarse sus zapatos antes de cerrar la puerta principal, y se detiene en seco cuando pone sus ojos en la estancia.

Comprendió a que se refería Tatsurou cuando había dicho que pertenecían a una banda, pero no había esperado eso.

Había guitarras en soportes sobre el piso y otras colgando en las paredes, un tocadiscos en una esquina de la habitación, y un estéreo de alta calidad de sonidos en la otra, y un par de repisas repletas con cientos de discos. El darse cuenta de que toda su vida gira alrededor de la música le sorprende enormemente, sintiendo una extraña presión en su pecho mientras intenta procesar sus pensamientos.

Su incredulidad debió reflejarse en su rostro, pues Tatsurou le mira sonriente.

  — ¿Sorprendido?

  — ...No esperaba esto — dice Miya, acariciando el pelaje de Gizmo para darse a sí mismo un semblante que mostrar.

  — Músico, productor, ingeniero, y DJ en tu tiempo libre. Ya lo recordaras — dice Tatsurou, ofreciéndole una sonrisa alentadora y un amigable golpe en su espalda — ¿Te doy un tour? — sugiere, señalando ceremoniosamente las otras habitaciones, y Miya sonríe a pesar de todo.

   — Por favor.

 

---

 

  El día siguiente está dedicado a descubrir sus propias pertenencias. Les lleva casi una hora revisar todas las guitarras, ya que Miya había logrado hacerse de una colección de unas cuantas decenas de guitarras con el pasar de los años - guitarras rojas y negras, de seis y siete cuerdas, unas en forma de triángulo, acústicas y eléctricas, bajos, e incluso un Sanshin  que compro durante un tour en Okinawa - y al parecer cada guitarra tenía su propia historia. No se atreve a tomar una e intentar tocar todavía, así que ambos avanzan hacía el reproductor de DVD, el Playstation 3, el centro de lavado, y la cafetera.

  — Usualmente no funciona a menos que la golpees un par de veces, — Tatsurou dice en un suspiro mientras observan aquel objeto. Ya había apretado el botón  de encendido varias veces pero nada sucedía. La solución fue propinarle unos cuantos golpes a la máquina.

  — ¿Tal vez es tiempo de comprar una nueva? — sugirió Miya.

  — Es lo que siempre te digo, y siempre te rehúsas — Tatsurou responde entre risas. Teto, su gata, salta sobre el mostrador, para frotar su rostro contra uno de los costados de la cafetera.

  — Hey, baja de ahí — le regaña Tatsurou, alejándola con la mano.

Miya se ríe mientras Tatsurou golpea la cafetera una vez más, finalmente el foquito rojo de inicio se enciende. Recargándose sobre el mostrador, observa el café prepararse mientras Teto se frota contra su pierna, ronroneando fuertemente. Entonces su teléfono empieza a sonar - lo lleva consigo a pesar de que no tiene a quien llamar - y al sacarlo de su bolsillo, lee la palabra "mama" en su pequeña pantalla.

  — Yo... uh... ¿puedes contestar? — dice, entregándole apresuradamente el aparato a Tatsurou.

Tatsurou frunce el ceño, pero responde la llamada sin protesta alguna.

  — ¿Hola? .... Si, soy yo. ¿Recibió mi mensaje?

El vocalista se sienta en la mesa y Miya lo imita, mientras escucha parte de la conversación. Tatsurou básicamente repite lo que los doctores le dijeron el día anterior, sobre las alentadoras posibilidades de recuperación. Entonces hay un largo silencio – Miya está seguro de que su madre está llorando, y el tono suave de voz que Tatsurou adopta cuando habla de nuevo, no hace más que confirmarlo.

  — Estará bien, no se preocupe. Yo cuidaré de él.

Después de responder con un par de “uhms”, Tatsurou lo mira.

  — Aquí está conmigo, si — dice, y Miya sacude la cabeza enfáticamente —. Solo un segundo, por favor — cubriendo el auricular con su mano, se inclina hacia Miya —. En serio deberías hablar con ella. 

  — No puedo. No estoy listo. — responde Miya con sinceridad. El simple hecho de hablar con su madre cuando ni siquiera recuerda quien es él, le asusta enormemente.

  — Sé que es difícil, pero eres su hijo, Miya.

Al siguiente segundo, el teléfono está en sus manos, acercándolo a su oído y con el corazón latiéndole intensamente.

  — ¿Hola? — dice cauteloso, no estando seguro de que esperar. 

  — ¿Masaaki? — su madre llora, tal y como lo temía —… ¿Cómo estás?

Miya titubea un poco.

  — Estoy bien. Los doctores dijeron que pronto estaré bien — responde, repitiendo todo lo dicho antes por Tatsurou. Al no recibir respuesta, Miya continúa: — Creen que es solo el estrés y que debo recuperarme rápidamente. Y Tatsurou está conmigo, así que no hay nada de qué preocuparse.

  — ¿De verdad no recuerdas nada?

Miya suspira silenciosamente.

  — Creo que es algo pronto para eso — al escuchar un pequeño lloriqueo al otro lado de la línea, se muerde los labios —. Dijeron que debo descansar mucho, y así estaré bien — dice, rompiendo el repentino silencio que se había formado.

  — Sabes que eres bienvenido en casa cuando quieras — responde su madre, tratando de controlar su voz —. Tal vez el campo te haga bien.

  — Tal vez tengas razón — silencio incómodo. No quiere comprometerse en ir a visitarla, pero no se le ocurre que más decir.

  — Me encantaría verte de nuevo. Ha pasado tanto tiempo — la escucha suspirar profundamente, logrando adivinar sus pensamientos —. Siento ponerte en esta situación. Estoy muy feliz de hablar contigo.

  — No, no, no te preocupes. Puedes llamarme cuando quieras ¿Esta bien? — dice él, esperando que no tome enserio sus palabras. Se despiden y finalmente cuelga antes de colocar el teléfono sobre la mesa. La conversación no duró ni un minuto, pero Miya se siente agotado.

La mano de Tatsurou aprieta sus hombros de forma consoladora.

  — Pienso que el que hablaras con ella le hizo feliz — le dice con una sonrisa.

 

---

 

  Es dificil decidir donde comenzar, pero eventualmente Miya decide explorar primero las repisas donde están todos los Cd’s, los cuales hacen un enorme contraste con todo el desorden que predomina en todo el departamento: los artistas están prácticamente organizados en orden alfabético y por año de lanzamiento. Revisa al azar algunos Cd’s, observando sus portadas y la lista de canciones, pero lo que realmente esta buscando son sus propios albums.

Los localiza sin mucha dificultad, y mientras lee los títulos de cada uno, tiene la esperanza de que alguno le de una señal de algo. Pero ninguno le suena remotamente familiar, entonces decide sacar uno por uno para observarlos. Todos parecen tener un grandioso concepto visual, aunque termina por reírse de lo ridículo de ese pensamiento.  Al final toma lo que parecer ser su más reciente álbum, lo coloca en el estéreo, y se sienta en el sofá con un par de discos mas entre sus manos.

Tatsurou aparece en el marco de la puerta en cuestión de minutos, visiblemente atraído por la música.

  — ¿Descubriendo a MUCC? — pregunta con una sonrisa, recargándose en la pared.

  — Solo quería saber si me ayudaba a recordar algo.

  — Esta bien— Tatsurou se queda quieto un minuto, escuchando los tambores tribales de la canción que comenzaba —. Estaba preparándome para cocinar. ¿Te apetece curry? — pregunta, sonriendo cuando Miya responde con unos “mms” afirmativos, concentrado en el detallado arte del booklet que tenia en sus manos.

  — Diviértete — le dice, saliendo de la habitación.

  — También tu — Miya responde de manera juguetona, y escucha a Tatsurou reírse mientras regresa a la cocina.

  Miya regresa a su labor de analizar los booklets uno después del otro, buscando las canciones que él ha escrito. Le parece desalentador al darse cuenta de la sensación que tiene de estar leyendo la obra de un extraño. Y peor, no puede evitar ser crítico al respecto. Algunas canciones son buenas, pero otras le parecen ridículas, y líneas como: “El yo que siempre se muestra ante todos, es un extraño cubierto de mentiras y he decidido simplemente borrar mi existencia innecesaria…” le hicieron querer reir, considerando la situación en la que se encontraba.

Por esa razón, decide comenzar a leer las letras de Tatsurou. No puede evitar sorprenderse cuando muchas de sus canciones golpean su pecho, y pronto, se dedica solo a leer las canciones del vocalista, eso, hasta toparse con su nombre escrito junto al de Tatsurou en los créditos de la letra de cierta canción, y las líneas: “Vuelas por éste mundo roto por un amor vacío / Qué desafortunado que tuvo que llover…” parecían remover algo en su interior.

Se concentra aun mas, intentando desesperadamente de atrapar ese rastro de memoria que había parpadeado a través de su mente. Estaba justo ahí, a su alcance, pero después de un largo momento de mirar fijamente aquellas letras, tiene que resignarse al hecho de que ha perdido aquel rastro. Con un suspiro irritado, arroja el booklet sobre la mesa del café, murmurando una disculpa cuando Gizmo levanta la cabeza para dedicarle una mirada curiosa. Entonces Miya opta por levantarse del sofá, buscando en el bolsillo trasero de sus pantalones, pero vuelve a sentarse al encontrarlo vacío, sintiéndose confundido y extrañamente avergonzado.

 

---

 

  Al día siguiente, el sol se encontraba en lo alto del cielo cuando emerge de su habitación, aun sintiendo los parpados extremadamente pesados. Su estómago vacío es la única razón que le hizo salir de la cama.

Encuentra a Tatsurou jugando su Playstation 3 en la estancia.

  — Buenos días — le saluda juguetonamente, y con una rápida mirada al reloj de la pared, le indica a Miya que durmió más de doce horas —. Hay algo para ti en la cocina — añade, antes de volver a su juego de Gundam.

  — Gracias — logra responder Miya, recuperando su voz después de un par de intentos.

Al llegar a la cocina, se detiene en seco – un enorme arreglo floral lo espera sobre la mesa. Siente una sonrisa dibujarse sobre su rostro, entonces él entra, apretando el ramo de gerberas rojas y amarillas que tiene en su mano.

  — ¿Para que son las flores, querido? Aun no estoy muerta.

  — Pensé que disfrutarías el color. El blanco debe ser aburrido — dice Miya con una sonrisa triste, colocando el ramo cerca de la ventana antes de jalar una silla junto a la cama de su abuela para sentarse —. Siento no haber venido antes.

  — No te preocupes por eso. Sé que eres un muchacho ocupado — afirma ella, y Miya siente su corazón romperse al escucharlo. Su voz es temblorosa, dificultando su pronunciación, y a pesar de que sus ojos aun conservan ese destello inteligente de siempre, su rostro había perdido esa energía e incluso la más mínima sonrisa requería un enorme esfuerzo — ¿Qué tal tu viaje a los Estados Unidos?

  — Fue grandioso — responde Miya, tratando de no observar la cánula de oxígeno —. Pero me alegra estar de regreso. En serio comenzaba a extrañar la comida japonesa — dice, obteniendo una suave risa como respuesta. Coloca una mano sobre la de su abuela, sintiéndose irracionalmente furioso por el hecho de que nadie creyó conveniente informarle lo mucho que la salud de su abuela se había deteriorado mientras él estaba de lejos, y tomo la enorme tarjeta escondida cuidadosamente entre los tallos de dos margaritas.

La tarjeta esta llena de mensajes y dibujos, pero a excepción del nombre de Tatsurou, no reconoce ninguno de los que estaban escritos. Lee todo con atención, sin embargo, el mensaje: “Mas te vale recordarme y RÁPIDO” firmado por un tal Satochi, lo hace reír como un idiota.      

 

---

 

  A petición de Miya, Tatsurou saca un álbum de fotos para que Miya observe los rostros de las personas que firmaron la tarjeta. La asociación entre la imagen mental que tiene de si mismo y el rostro que ve en el espejo y en las fotografías comienza a ser mas natural, a pesar de que aun encuentra extraño el verse a si mismo posando con tantas personas que siente que jamás ha conocido y en tantos lugares donde siente que jamás ha estado.

Observa a su manager llevándolo de “Caballito” en París, se ve a si mismo junto a un guitarrista Americano cuyo nombre ha olvidado, en un festival de música de metal en Suecia, se ve dándose un chapuzón en unas aguas termales en Kyushu con el resto de su banda, y comiendo en un Izakaya con sus amigos. Tatsurou tiene una historia que contar casi en cada una de las fotografías, y Miya simplemente no se cansa de escucharlo, sin importar si se trata de Yukke vomitando sobre un amigo en una fiesta o los cuatro de ellos corriendo detrás de un jabalí salvaje después de perderse en algún lugar cerca de Naha.   

No puede evitar sentirse decepcionado cuando llegan al final del álbum.

  — ¿Tienes más? — pregunta esperanzado, y Tatsurou desaparece rápidamente en su habitación, solo para regresar instntes después con una caja de carton entre sus brazos.

  — Veamos — dice Tatsurou, colocando la caja sobre la mesa antes de quitar la tapa, y Miya se siente como un niño en una tienda de dulces. Esta llena de tarjetas y fotografías y albums, cartas de fans y ex novias, panfletos turísticos de países que habían visitado, souvenirs y mapas.

  — Demonios, ¿¡ese soy yo!? — exclama Miya cuando se da cuenta que esta observando su propia fotografía del día de su graduación.

Tatsurou se inclina para mirar la fotografía y rie.

  — Créeme, es infinitamente mejor que la mía — dice —. Oye, escucha esto: ‘Querido Yaguchi-kun…’ — comienza a leer mientras sostiene una carta, evitando que Miya mirara su contenido —. ‘Sé que realmente nunca hemos sido amigos cercanos en la escuela, pero cuando te vi ayer en el concierto, literalmente robaste mi corazón…’ — el vocal resopla divertido —. ‘Cuando tus ojos se encontraron con los míos en lugar de todas las otras chicas, sentí que mi corazón explotaría.’

Tatsurou baja la carta, y le dedica una mirada burlona.

  — ¿Por qué diablos conservaste esto?

  — No lo sé — responde Miya avergonzado, sin embargo explota en carcajadas cuando encuentra una fotografía de un joven Tatsurou, con la cabeza completamente rapada a excepción de un puñado de cabello rubio en la punta de su cráneo — ¡Pareces una piña! — exclama sin pensar, haciéndose merecedor de un sólido manotazo detrás de su cabeza.

  — ¡Mira quien habla! ¡Tú te has visto mucho peor!

Miya murmura algo como respuesta, entonces continuan revisando el contenido de la caja en silencio, hasta que Miya encuentra una videocinta.

  — “Ceremonia de boda” — lee en la etiqueta — ¿De quien era?

  — Amigos de nuestra ciudad natal. ¿Quieres verla?

Miya asiente, intrigado ante la idea de ver a sus amigos – y aun mas importante a él mismo – en acción. Vieron la entrada de la novía y se saltaron gran parte de la ceremonia hasta que llegaron a la parte de la recepción. Hay una banda tocando, y Miya tarda un poco en dares cuenta que quien toca la guitarra es él. Observan tocar a la banda un par de canciones antes de que Tatsurou tomara el control remoto para saltar la parte del baile, la cena y una serie de mensajes hechos por los invitados. Miya reconoce a varias personas que había visto antes en las fotografías.

Entonces, se ve nuevamente a si mismo en la pantalla, tratando de desearle a los recién casados un futuro feliz cuando Tatsurou irrumpe en escena, abrazándolo antes de tambalearse por algo estúpido, sin duda borracho hasta más no poder. Miya no puede evitar reirse ante la mirada de resignación plasmada en su propio rostro, pero cuando voltea a ver a Tatsurou, se da cuenta que sus ojos están llenos de lágrimas.  

 

---

 

  El triunfo mas grande logrado por Miya durante la exploración del armario su habitación, fue el haber localizado un par de paquetes de cigarrillos en la repisa más alta, perfectamente fuera de su alcance, pensando que tal vez Tatsurou había intentado gastarle una mala broma. Toma uno de los paquetes que se encuentra abierto y fuma uno de los cigarrillos mientras salta de la silla de la computadora para sentarse. Al poner un segundo cigarrillo entre sus labios se da cuenta que había olvidado su encendedor sobre la repisa. Emite un gruñido de descontento y sube una vez más a la silla. 

A pesar de todo, decide que ha valido la pena el esfuerzo cuando da la primera calada a su cigarrillo, lo hace con languidez, manteniendo el humo en sus pulmones durante unos segundos antes de exhalarlo lentamente por la nariz. Parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que fumo un cigarrillo, y dada su situación, tal vez así era.  

El cigarrillo se había consumido antes de darse cuenta. Al no tener ganas de buscar un cenicero, se conforma con estirar el brazo hacía la ventana abierta, aplastando el cigarrillo contra la pared de ladrillo para después lanzarlo desde lo alto del edificio de departamentos. Cruzándose de brazos, permanece sentado durante un largo momento, disfrutando del sabor del tabaco mentolado en su boca.

Cuando el sabor desaparece, decide sacar otro cigarrillo de la cajetilla.

 

---

 

  Probablemente Tatsuro esta al teléfono, pues Miya le escucha hablar al salir de la ducha. Sin querer, escucha unas palabras claves (‘los doctores dijeron’, y ‘él no recuerda nada’, entre otras cosas), entonces decide caminar hasta el sillón donde Tatsurou esta sentado, para seguir escuchando, a pesar de solo estar cubierto por una toalla en la cintura y de que su cabello estuviese goteando.

  — Bueno, dijeron que podría tomar algunas semanas — Tatsurou dice a su interlocutor, sonriéndole a Miya cuando sus miradas se cruzan —… Sip… nah, lo siento, esta durmiendo en estos momentos.

Miya se siente aliviado al no tener que hablar con quien sea que estuviese al teléfono. Tatsurou termina la llamada después de tan solo unos momentos, colocando su teléfono celular sobre la mesita de centro.

  — Era Maeda.

  — Oh — atina a decir Miya, pensando un segundo antes de hacer la conexión entre aquel nombre y su manager — ¿Hay algún problema?

  — No realmente. Estaremos de vacaciones hasta que te recuperes. Quieren hacer un anuncio oficial, diciendo que te estas recuperando de una enfermedad o algo, para notificar a los fans.

  — Suena bien — dice Miya, indiferente ante el desconocido concepto que “los fans” representa.

Los labios de Tatsurou se curvan tan ligeramente, que Miya no esta seguro de que el otro este sonriendo.

  — ¿Has intentado tocar la guitarra otra vez? — pregunta el vocal, cruzando sus brazos detrás de su cabeza después de recostarse sobre el sillón.

  — No — Miya se encoge de hombros, observando los pies desnudos de Tatsurou. Le aterraba no poder recordar como hacerlo, y por esa misma razón había estado evadiendo sus instrumentos.

Estaba a punto de regresar a su habitación, cuando Tatsurou lo detiene con un firme “espera”, y Miya lo observa sentarse por el rabillo del ojo.

  — ¿Qué?

  — … ¿Perdiste tu collar? — pregunta el vocal, señalando su garganta.  

  — ¿Mi collar? — sintiéndose confundido, Miya se toca el cuello instintivamente, a pesar de saber perfectamente que nada cuelga de su cuello —. Debí haberlo olvidado en el hospital — dice, recordando la sala IRM, a la enfermera pidiéndole quitarse toda su joyería y la bolsita de plástico donde la depósito.

Tatsurou le mira ceñudo, luciendo extrañamente molesto.

  — Demonios. Sería algo terrible si de verdad lo perdiste.

  “No realmente”  piensa Miya para si mismo, sin embargo, antes de regresar a su habitación, promete a Tatsurou llamar al hospital.

 

---

 

  La primera cosa que Miya nota al entrar a la cocina a la mañana siguiente, es la nueva cafetera de color rojo, brillando orgullosa sobre la mesa. Se siente completamente aliviado al verla – la cantidad de esfuerzo requerido para obtener una simple taza de café de su predecesora era demasiado – sabiendo que ya no tendrá que lidiar con ese problema. Debe recordar agradecerle a Tatsurou por esta sorpresa y comprarle algo genial a cambio. 

Miya encuentra el instructivo frente al aparato, junto a una nota escrita a lápiz con el mensaje “espero que con eso baste”, acompletado con una caricatura del alto vocalista. Lee las instrucciones rápidamente, concluyendo que en realidad no las necesita, así que se centra en elegir un paquete de café de los que guarda en la alacena. Finalmente, elige la mezcla de Mocha-Java. El aroma a café tostado invade su nariz al momento de abrir la bolsa, entonces él deja salir un ruidoso y alegre suspiro.

  — ¿Seguro que no quieres un poco? Esta deliciosopregunta al escuchar las pisadas de Tatsurou detrás de él.

  Nah, te robaré un sorbo o algo responde el vocal, inclinándose sobre el hombro de Miya para olfatear los granos de café, antes de alejarse un poco y hacer una pose.

  — Nuevos pantalones. ¿Qué dices?

Miya lo observa y asiente apreciativamente.

  — Te ves alto.

  — Viniendo de ti, eso no significa nada — se burla Tatsurou, entonces se rie cuando Miya comienza a golpear la cafetera frenéticamente —.Venden cafeteras en Seiyu. Puedo comprar una en la noche cuando regrese de trabajar.

  — No, esta bien — responde Miya, propinándole un golpe mas —.Tu me la obsequiaste.

  — Lo sé. Pero es patético verte golpear la cafetera todos los días.

Miya murmura algo como respuesta, entonces la luz de inicio de la máquina finalmente se enciende.

¿Lo ves? Solo es un poco lenta.

Incrédulo, Tatsurou se desploma sobre una de las sillas, negando con la cabeza.

  — Igual que tú ¿eh? dice, inclinándose para acariciarle la cabeza a Teto mientras Miya coloca el café sobre la mesa. Después de quedarse pensativo durante un largo momento, finalmente decide poner la pequeña bolsa de café de vuelta en la alacena.

 

---

 

  Es el zumbido de la vibración de su teléfono lo que lo despierta esta vez. No se molesta en salir de entre las cobijas, sintiéndose más despierto de lo que en realidad quisiera, y finalmente estira su mano para tomar el aparato. Al tener dos llamadas perdidas, se da cuenta de que tiene muchos nuevos mensajes de voz, entonces se recuesta nuevamente con el teléfono pegado a su oreja, cerrando los ojos mientras se conecta al buzón de voz.

 

  Hola, Sr. Yaguchi. Le escribe Maeshima del Hospital Ohkubo. Hemos encontrado los objetos perdidos que había reportado… Un reloj, dos anillos y una cadena. Porfavor, pregunte por Seguridad en la recepción cuando pase a recogerlos. Puede contactarnos al número 03-3435-3111. Que tenga un buen día.

 

Miya hace una nota mental para llamar al hospital mas tarde. A continuación presiona algunos botones para acceder al segundo mensaje. La voz – esta vez masculina — es, de nueva cuenta, desconocida. Sin embargo, reconoce el nombre inmediatamente.

 

Hey Guccha, soy Yukke. Yo, um, espero que te hayan gustado las flores. De cualquier manera…sé que debe ser un poco extraño, pero supongo que quería saber si estas bien… Me refiero a que, Tatsurou me dijo que estas bien, pero sería genial escucharlo de ti. Así que llámame o algo si tienes tiempo. Realmente me gustaría hablar contigo… Cuidate.

 

Miya termina por escuchar todas las opciones del menú del buzón de voz, aparentemente le toma mucho tiempo decidir que hacer con sus mensajes, pues la voz automatizada del menú comienza a recitar las opciones por segunda vez. Termina por presionar la tecla 4 para eliminar el mensaje, colocando el teléfono sobre la mesita de noche antes de cubrirse de nuevo con las cobijas. 

No obstante, el sueño parece no regresar a él tan fácilmente, y sin pensarlo, coge su teléfono una vez mas.

 

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  Yukke llega a su departamento en menos de una  hora, y de alguna manera logra atrapar a Miya en un fuerte abrazo a pesar de tener dos grandes vasos de Starbucks en sus manos. Miya se sienta contento de tener más compañía a aparte de la de Tatsurou, aunque no esta tan seguro de como actuar, considerando la obvia preocupación de Yukke.

Mantienen una conversación que prueba ser asombrosamente fácil, sin embargo, Miya esta apunto de terminar su Frapuccino cuando los temas de conversación parecer terminarse. Entonces decide sacar a flote el tema de su perdida de memoria.

  — No pensaba que eso pudiera pasar — dije Yukke pensativo, dando un sorbo a su smoothie de mango —. Creí que habías tenido un accidente o algo.

  — Aparentemente puede ser un mecanismo de defensa — Miya se encoge de hombros —. Aunque tampoco lo sé.

Yukke se lame los labios y hace a un lado su vaso de plástico

  — ¿Comenzaste a recordar cosas?

  — Si y no. A veces Tatsurou habla acerca de cosas que me parecen familiares o que refrescan mi memoria, pero es algo muy vago — suspira miya —. A veces me asusta que mi mente solo este inventando cosas, y no quiero molestar a Tatsurou cada vez que recuerdo algo.

Yukke le ofrece una sonrisa consoladora.

  — No creo que le importe.

  — Supongo — Miya toma los dos vasos vacíos y los deposita en la basura antes de sacar dos cigarrillos de su cajetilla —. Ya ha hecho tanto por mí. Es decir, ¡incluso saca a pasear al perro, por Dios santo!

  — Gracias — dice Yukke cuando Miya enciende ambos cigarrillos, entonces le dirige una mirada desconcertada —… Espera. ¿Quieres decir que has estado aquí todo este tiempo?

  — Básicamente, sip — responde, después de exhalar su primera bocanada de humo.

Yukke lo imita, no sin antes negar con la cabeza con desaprobación.

  — Eso no es bueno. ¿Qué haces en todo el día?

  — … Me quedo sentado, supongo — es mucho mas que la verdad. Ha jugado los videojuegos de Tatsurou, ha tomado siestas, ha visitado sitios de internet, ha escuchado música y ha visto películas, y además de los “estoy en casa” de Tatsurou cuando regresa del trabajo en la noche, no hay nada mas que le recuerde que el tiempo continua pasando normalmente afuera de su apartamento.

  — Definitivamente, no es bueno — dice Yukke, poniéndose de pie —. Saldremos a dar un paseo.

Miya niega con la cabeza.

  — Nah, esta bien. He salido al balcón y así — intenta con desesperación, haciéndose acreedor de un sonoro bufido.

  — Muy gracioso. Dije que saldremos a dar un paseo — insiste Yukke, indicándole que le siga a la puerta principal. Miya le obedece sin tantos ánimos, pero entonces recuerda sus pertenencias olvidadas en el hospital, así que decide matar dos pájaros de un tiro.

 

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  Pasear alrededor del vecindario con Yukke le ofrece a Miya un poco mas de confianza en si mismo. Algunas calles y edificios le son de alguna manera familiares, pensando que es genial que su departamento se encuentre cerca de una tienda de conveniencia, ya que pueden comprar cigarrillos antes de que se terminen.

Incluso se anima a decirle a Tatsurou que él sacará a Gizmo a pasear de ahora en adelante. Tatsurou se ofrece a acompañarlo, pero Miya necesita tiempo para si mismo, además, piensa que será imposible perderse en el vecindario donde ha vivido durante tres años. Con un poco de preocupación, Tatsurou finalmente lo deja ir.

Gizmo obviamente conoce el camino – guiándolo y dando vuelta en ciertas esquinas sin titubear, y Miya solo le sigue indulgentemente, poniendo especial atención al camino que están tomando. El aire es pasado, del tipo que se te pega a la piel y te hace difícil respirar, pero Miya esta tan de buen humor que no permite que eso le moleste, simplemente disfruta de una tarde tarde tranquila, libre de ruidos y personas.

 Se da cuenta del porque no hay nadie en las calles cuando una enorme gota de lluvia aterriza sobre la pantalla de su iPod al momento de sacarlo de su bolsillo. Pronto le sigue una segunda gota y después una tercera, hasta que la la lluvia se convierte en una pesada tormenta en cuestión de segundos.

  — Justo nuestra suerte ¿eh? — le dice a Gizmo mientras el pequeño perro mira nerviosamente a su alrededor.

Sin embargo, no es completamente desagradable – el verano es tan sofocante que es un alivio refrescarse, y Miya concluye que la lluvia hará mas soportable la humedad. Gizmo parece estar más afectado por la tormenta que él mismo, entonces lo carga entre sus brazos mientras continua caminando por la calle. La tienda de conveniencia esta muy cerca de ahí, pero es obvio que no llegara sin estar completamente empapado de pies a cabeza, asi que decide apurarse en regresar a su departamento.

Un jadeo escapa de su boca en el momento que el chorro de agua fría resbala por su cabello, su rostro y su cuello y todo su cuerpo, haciendo que su ropa se pegara a su piel mientras sentía escalofríos en sus brazos.

  — De nuevo ¿a quien se le ocurrió esta estúpida idea? — Miya gruñé, mojado de pies a cabeza.

  — Creo que fuiste tú — dice Tatsurou sonriendo traviesamente, con una manguera en la mano mientras el chorro de agua cae sobre el pasto —. Lo prefiero mejor que el lodo o el polvo.

  — Cierto — otorga Miya, haciendo memoria de grabaciones desagradables por las que han pasado. Pensándolo bien, el agua no era un problema, pero el frío no ayudaba en lo absoluto —. Vamos — dice al escuchar la voz del director llamándolos.

  — Espera — Tatsurou se le acerca para quitarle algunos mechones de cabello de la frente. Miya no puede evitar reír ante la expresión atenta de Tatsurou. Entonces sus miradas se cruzan, y el vocal le mira con tal intensidad que los escalofriós que antes sentía vuelven a invadir sus brazos. La mano de Tatsurou se desliza por su cabello mojado, mientras que lo que parecen ser descargas de electricidad le recorren por todo el cuerpo, desde el lóbulo de su oreja (donde los dedos de Tatsurou permanecen) hasta las uñas de los dedos de sus pies.

  — Mucho mejor — murmura el vocal, y Miya observa como una solitaria gota de agua resbala por su mejilla como una lágrima.

Miya considera besarle justo en ese lugar a pesar de que el equipo de filmación los espera a tan solo unos metros de ahí. De pronto Tatsurou levanta la manguera que aun tiene en su mano para mojarlo directamente en la cara. Las carcajadas de Tatsurou y su propio alarido de sorpresa llegan al mismo tiempo hasta sus oídos, maldiciendo mientras intenta limpiarse el agua de los ojos con las manos.

Tatsurou deja caer la manguera y corre lejos cuando Miya empieza a perseguirlo, riendo escandalosamente.

  — ¡Eso te ganas por tus estúpidas ideas de video!

  La lluvia se detiene cuando Miya esta de vuelta en su departamento. Tanto él como Gizmo se hacen acreedores de regaños de preocupación y protesta  por parte de Tatsurou cuando los ve mojados a ambos. Miya se deshace de sus zapatos empapados mientras que Gizmo sacude su pelaje, salpicando el piso y la pantalla de la televisión.       

Miya hace un trabajo convincente al explicarle a Tatsurou de que esta bien – incluso se las arregla para sonar divertido acerca de todo el asunto – al final terminar por meterse a la ducha, permaneciendo bajo el chorro de agua por mucho, mucho más tiempo del necesario.

 

Notas finales:

Notas de la autora:

“Amnesia” es un tema que había querido usar durante mucho tiempo pero no había logrado pensar en algo hasta que CRANPERRYJUICE me compartió un documental sobre fugas disociativas. Poco después, una de las colegas de mi mamá padeció un episodio de éste problema. Si bien he leído que los pacientes usualmente recuperan su memoria sin tener conocimiento de la fuga disociativa, decidí que la recuperación de Miya fuera aun más gradual, ya que eso fue lo que experimento la colega de mi mamá al parecer, y bueno, no hubiera sido demasiado poético que Miya despertara un día como si nada hubiera pasado :D la traducción de las letras son de MILKCHOUDAI, y muchas de las ideas y flashbacks en realidad vienen de entrevistas de MUCC.

Notas de la traductora:

Ya estoy trabajando en el segundo capítulo y en otra traducción de la misma autora ^^ pronto estarán listos.
Por cierto, uno de fragmentos de las letras que aparecen en el fic pertenecen a la canción "Boku ga Hontou no Boku ni Taekirezu Tsukutta Hontou no Boku" del album HomuraUta.


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