Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

INNEGABLE por Rebechita10

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

DioJota, Kakyoin, Joseph, Polnareff, Avdol, Giorno, Mista, Kira Yoshikage, Passione, Jonathan.   

Notas del capitulo:

Éste es un pequeño adelanto de mi fic qué se verá en mi Wattpad en Julio. 

Allá terminará primero, pueden buscarme cómo Rebechita10. 

 

Tal vez en AO3 también lo estaré publicando, posiblemente en inglés. 

[Capítulo bastante extenso] 

 

Ola de mar.

 

Voy a decirlo, tuve que escribir este capítulo dos veces porque quería hacer algo así cómo Jotaro con un trabajo nocturno, y no me convenció. Y la neta sí iba a volver a la trama de la escuela, pero lo siento muy trillado. Tampoco quería mezclar mucho a mi pandilla favorita Passione, debido a lo raro qué sería tener a Giorno y a Dio en la misma historia. 

 

PEROOOOO, sorpresa, sí sucedió porque me dió hueva reescribir este mismo capítulo.  

 

Debo decir qué es posible que tengan problemas de guiones. Siempre sucede qué se me acortan los guiones, entonces lo siento sí sucede. 

 

¡Disfruten el capítulo! Debo decir qué es bastante explícito, aguas.

 

 

¿Saben qué era lo más repulsivo qué amaba hacer?. Si, así es, meter su enorme y caliente pene con vigor, sin parar y sin una pizca de pudor sobre el ano de su querido Jotaro.

 

Jodidamente perfecto desde sus ojos hasta sus pies, porque tampoco nadie se parecería, él a simple vista era perfecto, hermoso y tan correcto que no lo podría corromper sin opacar su magnificencia con sus sucias manos. Amaba al pelinegro a diestra y siniestra, no había otra oración para describir sus retorcidos sentimientos hacia él. 

 

En primer lugar, él sabía perfectamente que estaba loco de remate, pero no podía evitarlo, era simplemente cada que veía a alguien cerca del Joestar... Tenía ganas de poner sus manos sobre el cuello del quién siquiera se atreviera a mirarlo y ahorcarlo, sin ninguna pizca de arrepentimiento. Entonces solo le quedó secuestrar a Jotaro y de verdad era la mejor idea que había tenido en ese momento en su cabeza, fácilmente de aquel día habían pasado dos semanas.

 

Dos semanas en las que siquiera el pelinegro le había dicho alguna palabra con su melodiosa voz, porque en todo ese tiempo solo se había dedicado a hacer varias cosas; a alimentarlo, besarlo, amarlo, acariciarlo y, ¡ah, si! violarlo, como siempre hubiera querido hacer, como si fueran una pareja de casados recién hecha y es que era verdad.

 

Para Brando el simple hecho de casarse y hacerlo suyo lo volvía feliz, descaradamente feliz. 

 

Su cuerpo sin pensarlo dos veces se movía descaradamente sobre el quieto cuerpo del contrario, siempre disfrutando el control que poseía. Las embestidas y los sonidos chocando de sus pieles tampoco se quedaban atrás, sólo resonando por la habitación sin parar. 

 

El sudor perlado recorría sus frentes, los suaves gemidos y súplicas de Jotaro llenaban de gozo sus oídos, escuchando los pedidos para que lo dejara en paz, además de todas las suaves respuestas por parte del rubio sonaban sobre el oído del pelinegro. Los gruñidos, gemidos, súplicas y palabras eran lo único que se escuchaba en aquella oscura habitación, en la cual la mayoría del tiempo se paseaba Brando viendo siempre el cuerpo desnudo del contrario a su merced. 

 

Sin esperarlo, una pequeña súplica se hizo presente haciendo regocijar su alma en completa satisfacción. Estaba consciente de lo qué hacía, y lo amaba. Lo amaba con locura. Tener tanta libertad sobre Jotaro, aunque fuera a la fuerza... 

 

Lo ponía jodidamente loco. 

 

—D-Dejame en paz, por favor...—musitó despacio el pelinegro sin poder contener varios gemidos suaves, sintiendo lágrimas cayendo por sus mejillas hasta manchar las sábanas. 

 

Muchas veces había intentado gritar pero nada funcionaba, el rubio sólo se reía suavemente cuándo eso pasaba y lo obligaba a besarlo con rudeza. Pero eso sólo pasaba sí tenía suerte esa vez, por no decir que de vez en cuando lo golpeaba para que se callara un poco, o de vez en cuando le suplicaba el silencio de sus palabras sin sentidos, sometiendolo para que eso ocurriera cuánto antes. 

 

—Sabes la respuesta ante eso.—mencionaba Brando en un susurro sobre el oído contrario, siendo capaz de vez en cuando de mordisquearlo, e incluso dejando varios chupetones cerca de esa área tan sensible. 

 

Para Dio era el jodido paraíso, el poder poseer a su amado de esa manera. Sabiendo que estaba mal todo lo qué hacía, pero sin poder evitarlo. Se había vuelto loco por el dueño de su obsesión. 

 

Mientras qué para Jotaro, ser el poseedor de ese título... Sólo le causaba verdadero asco, desesperación de tener que pasar eso todos los días. Sin poder gritar o defenderse, había intentado de todo sin poder llegar a algo. 

 

Poco a poco se estaba rindiendo, no había solución a eso. Y sí la había... Sin duda acabaría muerto. 

 

Hasta ese punto, perdido en sus pensamientos, siendo dominado por el mayor de los dos. Perdiéndose así mismo cada vez más, acostumbrandose al dolor sobre sus zonas sensibles, escuchando los gemidos y jadeos de su 'dueño', así durante cada noche sentir un peso encima de sí, el hedor de alcohol y... La angustia de vivir eso siempre, ahora era su rutina  

 

Sin pensarlo así siguieron un buen rato, con gruñidos y gemidos, algunos alaridos por parte de los dos. Era todo un vicio para Dio de vez en cuando violar al contrario. No había otra forma para describir lo que hacía, el rubio sabía perfectamente lo que estaba haciendo, pero para él, estaba bien lo que hacía porque así solía demostrar su "amor". 

 

Sí tan sólo se hubiera visto así mismo años atrás, sí le hubiera hecho lo mismo a... Él, sí tan sólo hubiera tenido la oportunidad de ver su error, no estaría pasando eso ahora mismo, no justo ahora dónde ya era tarde para ser normal, sin tener que recurrir a esas medidas para poseer a alguien. 

 

Pero así era la vida de Dio Brando. 

Entrabas cómo mero entretenimiento y salías hecho trizas por no ser entretenido para el rubio o... Simplemente ya no salías. 

 

Desafortunadamente ese último era el caso de nuestro querido Jotaro Kujo. 

 

Aunque... La historia en verdad era tan curiosa, sí tan sólo alguien le hubiera dicho en lo qué se estaba metiendo cuándo conoció a Dio, tal vez esa noche hubiera salido de aquel jodido bar antes de intercambiar aquellas palabras, besos y ese momento tan pasional con aquel qué se hacía pasar por alguien jodidamente cautivante y no cómo un jodido loco. 

 

Pero lo hecho, hecho estaba. 

 

E innegable era qué se cautivó por el portador de aquellos orbes rubíes qué lo volvieron loco de lujuria al menos más de una vez. Y ese había sido su más grande error, aceptar qué el rubio lo volvió loco. 

 

 

.

 

 

 

 

Interesante. 

 

Era la palabra que usaría sí tuviera que usar para describir al chico qué tenía enfrente. Cualquier persona que lo viera diría que era un criminal, tenía toda la fachada de patear viejitos en la calle en vez de ayudarlos a cruzar la calle. ¡Dios! Quién sabe, un chico así podría ser un narcotraficante o algo por ese estilo. 

 

Apenas ese chico había dado unas pisadas dentro de aquel bar, todas las miradas se toparon encima de él en una forma de sentirse intimidados. Y, ¿quién no?. Un chico al menos de casi dos metros, vestimenta digna de un criminal con clase, facciones detalladas y muy bien perfiladas hasta el punto de alcanzar lo atractivo en un hombre, sin pedirle nada a otro. Tenía una jodida aura intocable, una mirada bastante fría que era portada por unos orbes aguamarina. 

 

Joder, esa mirada lo decía todo. Apenas te fijabas en esos orbes unos segundos y te sentías cohibido por la preciosidad de ambos. Sin duda un chico así se hacía desear sin ninguna palabra o mirada, lo cuál era lo más difícil de lograr en una persona... Pero no en una persona cómo ese galante joven. Aunque, ese no era el único plus que podrías ver; bajabas un poco la mirada para toparte a un joven fornido, buena musculatura, espalda ancha, buenos muslos y retaguardia en general, piernas ejercitadas, y, un abdomen qué sin duda deseabas morder un poco para asegurarte de que no se inyectaba esteroides o se ponía alguna clase de implante. 

 

¡Dios! Te dejaba sin palabras ver a aquel joven, no parecía pasar de 20 años. Simplemente era perfecto. 

 

Por suerte pudo salir de su trance al observar cómo el cotizado joven de jeans ajustados se iba por otro lado. Y sólo así pudo por fin prestar atención a su acompañante. 

 

—Estoy realmente ofendido, ¿Lo sabías?.—el joven frente a él estaba cruzado de brazos junto con un pequeño mohín en su cara y con sus brazos cruzados. Típicos berrinches de Mista. 

 

—Para tu información, fue sólo un segundo. 

 

—¿Un segundo? ¡¿Un puñetero segundo?! ¡Te lo estabas comiendo con la mirada, en vez de a MÍ! ¡A MÍ!.

 

—Mista, eres bastante celoso.—respondió el amenazado con una pequeña sonrisa curiosa. 

 

—¡Giorno! ¡Cómo buen novio tienes que disfrutarme sólo a mí!.—replicó el moreno mientras fruncía ligeramente sus cejas. 

 

Giorno al oír eso reprimió varias risas. Acercándose peligrosamente al oído de su amante, susurró algo que sabía muy bien que lo provocaría;

 

—Cariño... El único que tiene la capacidad de sacarme orgasmos y llamar mi atención genuinamente, eres tú.—y con eso dió acabada su tarea de halagar a su novio, no sin antes morder el lóbulo de su oreja ligeramente. 

 

Apenas se separó ligeramente, pudo observar el precioso color carmín sobre las suaves mejillas de Mista, cosa que le hizo reír antes de recargarse en el pecho de su novio para sacar su celular y buscar en el aparato el número de alguien ya muy bien conocido por toda su pandilla.

 

Gracias al cielo, pudo hacer su tarea sin escuchar un sólo reclamo por parte de su novio ante su comentario que logró avergonzarlo. 

 

De inmediato se dirigió a contactos y ahí presionó a hacer una llamada con un contacto frecuente: "David Bowie." 

 

Tan pronto cómo comenzó el típico sonido de la llamada, espero pacientemente mientras sentía unas manos ajenas acariciar su cabello con suavidad. Aunque esa tranquilidad no duró demasiado cuándo escuchó la voz detrás del teléfono. 

 

—Giorno, ¿Qué sucede?.—reconocería esa voz dónde fuera, era la voz somnolienta de su tío al ser despertado bruscamente. 

 

—Tío Kira, sé que ya es algo tarde.

 

—¿Tarde? Giorno... Son las dos de la mañana, y sabes mejor que nadie qué necesito dormir mis ochos horas diarias.—escuchó un resoplido por parte del contrario, haciendo una pequeña pausa.— Pero tratándose de ti, no puedo rechazar la llamada por más qué quiera. 

 

—Lo sé, lo sé, lo sé, sé qué papá te ha dicho varias veces que atiendas mis llamadas, que puede ser algo importante. Prometo será rápido.—mencionó el rubio sin muchos rodeos.— ¿Recuerdas que papá ha estado aburrido? Pues... Digamos que encontré algo interesante. 

 

Un "qué" fue recibido al otro lado de la línea, podía oír un poco la irritación de su tío, pero aquello podría ser de gran información para ambos.

 

—Bueno, desde que pasó lo de...—se cortó así mismo cuándo sintió la mano de su novio sobre sus labios. Observándolo al instante buscó una respuesta, encontrándose con un Mista negando para qué no dijera nada más de ese tema.

 

Tragó un poco de saliva, desviando su mirada después de unos segundos de silencio absoluto. Aspiró un poco antes de apartar la mano contraria con delicadeza al tener las palabras exactas. 

 

—Encontré a alguien qué podría distraer a mi padre un poco de sus miserias. 

 

Después de esas palabras no escuchó nada más por parte de su tío, al menos, no después de algunos segundos. Sabía que eso significaba desaprobación, pero sabía que su tío no discutirá con él por teléfono. 

 

—Mañana hablamos de eso. Salúdame a tu novio. 

 

—¿Cuál de todos?.—preguntó Mista de tercero en la llamada, riéndose ligeramente al ver la cara de confusión sobre el rostro de Giorno. 

 

—¿Cómo qué cuál? Mista, mi sobrino sólo tiene un novio. Di que te fue bien, no salió cómo su padre.—alegó el mayor de los tres con un tono desganado en el teléfono. — En fin, cuida de Giorno, llévalo a la casa a más tardar en un rato. Cuídense, ¿Ok? Mañana discutiré con Giorno. 

 

Tan pronto cómo dijo eso, la llamada había terminado. Pero esa discusión no.

 

 

Jotaro odiaba ese tipo de lugares. 

 

Recibir miradas sin pudor, piropos, invitaciones y tipos tratando de tirarlo para un polvo. Sin duda no había algo más entretenido que eso. 

 

Sin embargo, era un poco más fastidioso porque no lo acompañaba su querido chico cereza. En muy poco tiempo le había agarrado bastante cariño, diría qué es cómo un hermano para él. 

 

Claro, descartando el hecho de qué constantemente se insinuaba una relación más allá de eso entre ambos, aunque casi siempre sólo se quedaba en rumores. Siendo honesto, sus sentimientos le resultaban confusos, más cuándo le costaba demasiado expresarse con otras personas, y tal vez por eso estaba un poco más solo que acompañado. 

 

No supo realmente en qué punto se volvió así, insensible, frío, calculador. 

 

Tal vez se debía a qué jamás había tenido a alguien para guiarlo, tal vez se sentía demasiado solo en otras ocasiones. Habían demasiado factores, dónde incluso estar en un bar así de lleno... Lo hacía sentir solitario. 

 

No se sentía realmente cómodo en ningún lugar, a no ser que estuvieran ahí sus amigos. Y el único idiota que estaba ahí con él, aparte de Polnareff, era otro tipo asqueroso quién trataba de tomarle por el trasero. 

 

No pasó mucho tiempo antes de que recibiera una buena patada por su parte, tratando de ser lo más amable posible y solamente doblarle 'ligeramente' su brazo. 

 

—Vuelve a hacer eso.— mencionó Jotaro enfrente del contrario quién se acojonaba por la frialdad del adolescente.— Adelante, te espero. 

 

El hombre bastante dudoso lo intentó, pero en ese momento sólo recibió una fuerte patada en el rostro, sin una mueca por parte de nuestro deseado chico de jeans apretados. Y aunque el silencio no duró demasiado al ver lo qué había pasado, fue suficiente un grito para dar un giro bastante interesante a la noche. 

 

"¡PELEA DE BORRACHOS!" gritó una persona del público. 

 

Y con ese simple grito, fue suficiente para empezar una jodida pelea en el bar, pero no una pelea normal, una pelea llena de gritos, vómito, botellas rotas y repartiendo golpes para defender su espacio personal. 

 

—¡Jotaro! ¡Amigo!.—llegó por fin su amigo rey de Roma, el famoso Polnareff a salvar el día ante la catástrofe qué tenía enfrente. 

 

No entendía nada, ni de porque su amigo estaba tan tranquilo incluso cuándo casi pisaba vómito. 

 

—¿Me trajiste para qué desperdiciara mi tiempo?.—tan cortante cómo siempre. 

 

—¡Wow, wow, wow! ¡Tranquilo viejo! Hoy estás muy a la defensiva, de seguro es porq- 

 

"¡ARGH!" otro grito que lo sacó de sus casillas al cortar la oración de Polnareff. Aunque... No era un grito, sino un gargajo en forma de vómito que terminó en la camisa del pobre Jotaro. 

 

Okay, podría darse cómo muerto. Sin pensarlo dos veces, el pobre bebé (o mejor dicho, el idiota de poca inteligencia qué actuaba cómo bebé) de cabellos grises se agachó con rapidez al ver cómo el adolescente qué tenía enfrente tomaba una silla y la azotaba con fuerza contra la cara del hombre qué lo había vomitado. Y aquello sólo provocaron más gritos de emoción al ver cómo Jotaro le había roto la cara a alguien sólo por una pequeña rabieta por envolverse en una situación tan desagradable. 

 

Polnareff al invitar a su pobre amigo imaginó qué se iban a poner muy borrachos, reír, disfrutar, distraer un rato a su deprimido amigo. No qué acabaría vomitado por un imbécil que no sabía cómo apretar el estómago. Sabía qué Jotaro se encargaría de darle una paliza por tan mala decisión que había tomado al sacarlo de su casa, para traerlo a algo así. 

 

Diría que estaba tan perdido en sus pensamientos y en la forma en cómo su amigo le daría una paliza, que ignoraba el hecho de que el mencionado estaba comenzando una pelea peor en el bar, incluso atrayendo la atención de muchas personas. 

 

No fue hasta qué recobró la compostura, tomando también una pequeña manguera que estaba conectada detrás del mostrador del bar, qué comenzó a rociar a todos de cerveza barata. Aquello sólo provocó una gran risa sobre el francés, qué sin dudarlo comenzó a rociar mucho más a su amigo. Dejándolo sin opciones, nuestro Jojo tuvo qué retirarse su camisa y lanzarla al suelo. 

 

Y maldita sea. 

 

Una distracción cómo esa fue suficiente para callar a todos unos segundos, perdiendo la mirada sobre las pequeñas gotas de sudor que reposaban en la frente del adolescente, bajando con gracia hasta perderse por debajo de su pantalón. Por supuesto qué sus expectadores no estaban muy satisfechos al ver qué dejaba mucho a la imaginación, casi queriendo un espectáculo mejor, con ese jodido tipo caliente que tenía cara de rufián. 

 

Para Polnareff fue la mejor noche de su vida, al ver cómo Jotaro luchaba a muerte para quitarse a esos lunáticos de encima, mientras qué el francés sólo reía bastante hilarante por la situación, escuchando los gritos molestos de su amigo gruñón. 

 

Para Jotaro fue la peor noche de toda su puta vida. Había terminado vomitado, mojado por cerveza barata, siendo qué fue arrastrado a ese bar por la idea de su amigo sin importarle su opinión. 

 

¿Lo peor del caso? Ese era el regalo adelantado de Polnareff, ya qué pronto sería su cumpleaños. 

 

Y aunque la noche no fuera tan joven, fue bastante loca por todo lo que influyó. 

 

Sin pensarlo, Jotaro acabaría metido en un enorme aprieto gracias a un desconocido llamado Giorno quién tenía ideas muy locas para proponerle... Además de cometer un gran error al intercambiar algunas palabras con Giorno días después de la pelea del bar. Aunque claro, Jotaro no se enteraría de eso ni estaría presente ese día, hasta mucho tiempo después. 

 

Tanto tiempo después dónde no sabía qué extraño contrato había aceptado. No sabía sí eso le traería problemas, beneficios o una interesante satisfacción al verse envuelto sin más. 

 

Pero sin duda, ese peculiar contrato tenía un nombre; 

 

Dio Brando. 

 

 

 

Notas finales:

Perdón sí fue muy largo, akdjsjs, no pude poner separadores ni negritas o algo asi. 

Pero espero haya sido de su agrado. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).